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31 de Julio, 2014
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Por:
Willy Gómez Migliaro
Quisiera
comenzar esta presentación de la Poesía
Reunida (1966-2013) de Rosina Valcárcel haciendo un breve repaso de nuestro
encuentro. Yo era un joven de 19 años irreverente & endemoniado como todos
cuando la conocí por primera vez en el Centro de Lima, yo había leído casi toda
la poesía peruana, digamos hasta el 70, y claro, también Sendas del bosque, ediciones de La Rama Florida que dirigía el
poeta de la llamada Generación del 50, Javier Sologuren, y que fue publicado
hacia el año 1966; así como Navíos,
Ediciones de la Biblioteca Universitaria, Lima 1975. Ambos poemarios los compré
con las propinas que solía darme mi padre y que yo iba juntando de a pocos para
después arribar con alegría y desesperación al Jr. Azángaro donde me hacía de
los más preciados libros de nuestros poetas, para luego buscar alguna banca del
Jr. Lampa y leer y leer, y subrayar y subrayar, mientras fumaba los agradables
cigarros premier que hasta hoy fumo
con placer.
Así fue que una
tarde (vuelvo a repetir) cuando yo tenía 19 años y vagabundeaba por las calles
del Centro de Lima, exactamente una noche en el Queirolo conocí a Rosina
Valcárcel; no sé si fueron los poetas Juan Ramírez Ruiz, Armando Arteaga, RogerSantiváñezo
Dalmacia Ruiz Rosas quienes me la presentaron, pero yo que era un irreverente y
un endemoniado caí en la paz de sus conversaciones, visiones de la vida, luchas
interminables & compromisos; callé como suelo callarme en mi tristeza, y
desde ese encuentro somos amigos, colegas, camaradas.
Ahora bien, más
allá de la anécdota, desearía avanzar sobre sus libros. En Sendas del bosque, su primer libro de poemas, una retórica de las
grandes utopías prendía su propia pradera, quiero decir, es el principio de un
sueño que la poeta intentaba dar forma desde sus inquietudes;su escritura
respondía al sacrificio de una época que vio el despertar de una vida cuyo
logro fue creer que empezábamos a ser libres, y mientras esas canciones
funcionaban, su propia voz era la de “una mujer canta [ando] en medio de sus
muertos”
Luego vendría Navíos, Lima 1975, la atmósfera en el
Perú era la de un poder represor: poetas perseguidos y violentados, dirigentes
en las cárceles, opositores expulsados, pero también la estúpida esperanza de
un militarismo creando los poderes sobre la creencia de la libertad. Navíosera para la poeta, ferocidad de
vida, encuentros de amistad como virtud, pero fue a la vez (y vaya que me sitúo
en el pasado) revueltas de una “mujer en medio del caos”
He hecho
referencia a estos dos primeros libros de Rosina Valcárcel porque a partir de
ellos, y espero no equivocarme, toda su escritura representa lacelebración o
ritual de una vida inmisericorde en la que persistentemente la voz poética busca
las reconstrucciones para interiorizar los significantes de un país que se
re-vuelve en su negación y/o contradicción y en donde el que canta sigue
herido. Rosina es una herida también cuyo lenguaje lírico vuelve del dolor a la
necesidad del amor.
Ya hacia 1991,
aparece su libro Una mujer canta en medio
del caos (Amarilis, 1975-1990) libro en donde estructura de creación son
los grandes temas como el amor, la amistad, la solidaridad, los viajes, la
otredad etc. y cuyo lirismo no hará sino re-afirmar una esencialidad de su
propia escritura; sin embargo, quince años después nuestra poeta no hace sino iniciar
los movimientos de otro gran trabajo, la antropología, el pensamiento popular y
las raigambres de los movimientos de masas desde el interior de nuestro país,
aportando con sus trabajos de investigación rupturas y entroncamientos de nuestra lucha de clases, vista desde las
nuevas migraciones, y cuyo rastro no está sino en las poéticas de José María
Arguedas. Una mujer canta en medio del
caos es el proceso de una escritura, también, del desagravio, pero también
del re-descubrimiento de otra poesis.
Y vendrá Loca como las aves (arteidea editores, 1995)
poemario de escritura ávido en la desesperación del amor y la vida, cuyas
simbologías de la pertenencia como nuevos rituales albergarán una escritura
transparente, pero siempre de la apuesta y la subordinación del poema en sí,
porque en Loca como las aves, Rosina
sabe permanecer leve y eterna para
descubrir los actos transcendentes de una escritura en movimiento.
La conversiónde
la realidad hacia la contemplación de los espacios y detalles, y más precisamente,
de ese mundo que limpia la mirada y vuelve a poblarlo de encantamientos es en, Paseo de sonámbula (Editorial Colmillo
Blanco 2001) la historia de un amor (porque de amor está dada la creación en la
escritura de Rosina) cuyos materiales o deshechos conque trabaja, funcionan a
grandes velocidades y alcanzan, con sus multiplicidades, estratos, territorios,
lugares secretos, en otras palabras, cada retazo de un sueño es una agencia del
reconocimiento de nuestras emociones y de otra forma de cartografiar el amor
como creación.
Ya hacia el 2011
viene su libro Naturaleza Viva
(Hipocampos Editores) el paisaje del amor
no tenía precio ni horario nos dice la voz poética, y claro, arremete, de
nuevo, una velocidad que horada un
paisaje demencial o lo que quedó de
nuestro país después de la guerra política interna, de la cual la poeta hace de
su extravío un amor desaparecido que volverá en el instante de la creación, de
nuevo ritual, porque los anteriores fueron inconclusos o llenos de
insatisfacción. Rosina canta la insatisfacción, su poética, también, esel cántico de otra vida, esa que no
hacemos sino calcar sobre nuestro cuerpo y que por variación y expansión crea
sus líneas de escape.
Toda la obra de
Rosina Valcárcel, entonces, no es sino memoria corta, captura, una inyección
letal de emociones, un mapa modificable, pero sin lugar a dudas, un campo de
interacción cuyas dimensiones podemos alcanzar por su claridad y extensa
similitud con nuestra voz de esperanzas.
Julio de 2014
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islanegra a las 13:47 · Sin comentarios
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24 de Julio, 2014
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MARCHA NACIONAL POR LA PRESERVACIÓN DE LAS LENGUAS
INDÍGENAS
Por la ignorancia nos han engañado más que por la
fuerza.
Simón Bolívar
Amig@s escritore@s, poet@s, artistas y gente
interesada:
Esta carta la dirijo a ustedes en espera de su
comprensión, sabedor de que a más de uno no le agradará ni como idea; pero, que
respeto de antemano; esto es para hacer de su conocimiento, mi atrevimiento e
insistencia en la difusión y preservación de las lenguas indígenas a nivel
nacional e internacional, porque forman parte primordial en el entorno de las
raíces de nuestras comunidades y esto es
en sí, para que suceda la comunicación y modos de expresión, ya que sin ellas,
no nos entenderíamos y porque nuestras costumbres milenarias encierran un
cosmos, que lamentablemente está en riesgo de desaparecer si no hacemos algo al
respecto. Porque ya sucedió en algunas comunidades de nuestra sociedad, a pesar
de que la Sierra Fría de Zongolica, donde provengo, es considerada una zona
indígena y sus habitantes eran en su mayoría hablantes de la lengua náhuatl,
nos encontraremos con comunidades que ya no son bilingües, pues se les ha
impuesto el castellano, al grado de sentirse avergonzados de ella. Por ello, mi
atrevimiento a realizar una marcha por todo el territorio nacional, pues para
nadie es un secreto que otras lenguas para desgracia de nuestro patrimonio
cultural han desaparecido y otras están en peligro de extinguirse. Por ello, mi
única intención es y será durante el recorrido el de promover y difundir
nuestras lenguas y sensibilizar a los no hablantes de las lenguas en las
grandes ciudades. Y en otra gran parte, sensibilizar a nuestra propia gente
para que sepa apreciar su origen, y que
son ellos, quien en su afán de dominar el habla del castellano van perdiendo
sus raíces culturales, usos y costumbres.
Quienes estamos escribiendo en alguna de nuestras
lenguas vivas, nos esforzamos aportando nuestro granito de arena por preservar
nuestra lengua, esa hermosa palabra florida que nuestros abuelos nos heredaron,
desde pequeños; pero, lamentablemente los escritores en lenguas indígenas
pareciera que se nos puede contar con los dedos, somos muy pocos a pesar de los
miles de hablantes. Mentiría, si les dijera que en mi pueblo a pesar de que
desde el vientre de nuestras madres escuchamos las palabras hermosas en náhuatl
y después crecemos hablándola, no sabemos ni la escritura, esto, a pesar de que
supuestamente la educación básica es bilingüe, que nada tiene de bilingüe.
Solamente es letra muerta.
Por ello, los nativos y gente hablante de otras
lenguas debemos impulsar nuestros usos y costumbres, desde el punto de partida
de nuestras lenguas vivas y ya no permitir que mueran más, quienes la
escribimos debemos a su vez impulsar nuevos talentos. No hay que apagar la luz
de otro para que brille la nuestra… Reza la frase de Mahatma Gandhi.
Recuerdo que
cuando empecé a escribir en 1994, sólo algunos sobresalían por tener acceso a
publicaciones. Y quienes no, moríamos en el intento. Muchos se quedaron. Ahora,
debe ser lo contrario a nuestra egolatría, debemos multiplicarnos para que
nuestras lenguas sobrevivan en un mundo globalizado.
Debemos crear consciencia en nuestro entorno y en una
sociedad como lo es, la que vive en las grandes ciudades. Aquella que no es
culta, porque sabemos, que con quienes hemos tenido la oportunidad de convivir
(los poetas en lengua castellana) saben apreciar la riqueza de nuestras lenguas
maternas. Crear consciencia dentro de nuestras comunidades y hacerles saber de
la riqueza cultural que encierran nuestra cultura.
Por tanto la salida dará inicio en la Congregación de
Atzompa, municipio de Soledad Atzompa, Veracruz, ubicado en la inmensa Sierra
Fría de Zongolica, el día 11 de agosto del año en curso a las 10:30 a.m.
recorriendo primero el sur para bordear al centro yendo al norte, para regresar
al centro del país. Esto se traduce en lecturas en plazas públicas, casas de
cultura, autobuses, universidades, presentación de libro, etc., donde se abra un
espacio con la única intención de difundir la lengua de nuestros ancestros.
Partiré con las manos vacías y con los bolsillos
llorando, es decir, sin dinero, pero estoy seguro que sabré lidiar con ello.
Sé, que no me faltará un piso para dormir, un taco que compartir, y mucha
palabra que dar a conocer. Por lo que, qué más agregar. Me guío por la
necesidad de contribuir a que la lengua milenaria, la de los tlacuilos no se
decrete algún día muerta a falta de hablantes, que siga presente y cobre fuerza
para seguir sobreviviendo a pesar de que la globalización nos orilla, nos
arrincona, aquí, donde desde tiempos remotos se nos ha desplazado.
Quiero adelantar, que no seré el poeta que con este
movimiento pretende lograr mucho, porque no sé aún lo que suceda. Sólo espero
que sin egolatrías sumemos esfuerzos con la finalidad de que logremos rescatar
nuestras lenguas vivas del destino que les espera. Adelantar también, que no
tengo preparación académica, sino un autodidacta que nació hablando la lengua
materna por herencia de los abuelos.
Sea pues, todo esto en favor de nuestras lenguas
indígenas. Y desde ya, agradecer a todos aquellos que están en espera de la fecha. Y
alistándose para programar algo en su lugar de residencia. De antemano,
muchísimas gracias a todos ustedes.
F R A T E R N A L M E N T E
Sixto Cabrera González
Poeta náhuatl
Soledad Atzompa, Veracruz, México.
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islanegra a las 17:32 · Sin comentarios
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24 de Julio, 2014
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Entre-vista en tramos-e realizada por Rolando
Revagliatti
Silvia Guiard nació el 5 de
noviembre de 1957 en Buenos Aires (ciudad en la que reside), la Argentina.
Es Profesora para la Enseñanza Primaria y Bibliotecaria Escolar. Desde hace
treinta y cinco años se desempeña en escuela primarias dependientes del
Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, inicialmente como maestra de
grado y en la actualidad como bibliotecaria. Es Profesora de Español para
Extranjeros (durante algunos años en distintos institutos y en el Laboratorio
de Idiomas de la Universidad de Buenos Aires). Entre 1979 y 1992 formó parte del
grupo surrealista que editó las revistas “Poddema” (números 1 y 2) y “Signo Ascendente” (1 y 2-3)
y de la continuación del mismo como Grupo Surrealista de Buenos Aires. Desde entonces
se difunden versiones suyas al francés de artículos y poemas. Coordinó la
traducción del libro “La estrella de la
mañana: surrealismo y marxismo” de Michael Löwy, aparecido en 2006 a través
de Ediciones El Cielo por Asalto. Por invitación de su autor, en el volumen se
incluye un apéndice de su autoría: “Buenos Aires, el surrealismo en la lucha
contra la dictadura”, disponible en http://www.signosdeltopo.com.ar/SitioAnterior/surrealismovsdictadura.htm . Realizó diversas presentaciones o performances o
creaciones poético-musicales con Oscar Pablo Baldomá, Luis Conde y otros
músicos: uno de esos espectáculos ha sido “Pájaro de toque” en 1996. Dos son
las obras para chicos ya publicadas: “Lombrices”
(Libros del Quirquincho, 1997), “Cantos
de dinosaurios” (Editorial Amauta, 2011), y dos las que permanecen
inéditas: “Chantilly, el gato negro”
y “El duende del chaparrón”. Además
de colaborar en revistas y blogs, lo hizo en publicaciones del movimiento
surrealista: “Surr” (de París, Francia), “A phala 2” (de San Pablo, Brasil), con
su ensayo “Tierra adentro” en “Salamandra” (de Madrid, España). También en los
libros colectivos “The exteriority
crisis” (Berkeley, Oyster Moon Press, 2008), “Crisis de la exterioridad” (Madrid, Enclave de Libros, 2012), “Ce qui sera / Wht will be / Lo que será” (Amsterdam,
Brumes Blondes, 2014). Fue incluida en las antologías “Nueva poesía argentina” (selección de Jorge Santiago Perednik,
1989), “Surrealist women” (selección
de Penelope Rosemont, Austin, University of Texas Press, 1998), “Indicios de Salamandra” (Madrid,
Ediciones de la Torre Magnética, 2000). En 1999 apareció su plaqueta
“Mujer-pájaro en el círculo del sol” y en 2010 la titulada “Relampaguea”
(Cuadro de Tiza, Santiago de Chile). Poemarios publicados: “Salomé o la búsqueda del cuerpo” (1983), “Los banquetes errantes: diario de viajes” (1986) (ambos de
Ediciones Signo Ascendente y bajo el seudónimo Silvia Grénier). Ya con su
propio apellido aparecieron “Quebrada”
(1998), “En el reino blanco” (2006),
a través del sello Tsé-Tsé.
1 –
Tengo sabido que desde chica intentaste cuentos y poemas. Y que a los 17 años
participaste de uno de los grupos del taller de escritura Grafein. Te propongo,
Silvia, que evoques aquellos primeros escarceos antes de incorporarte al taller
y durante el mismo, quién coordinaba, cómo prosiguió tu evolución en los años
que llegaste a cursar en la Facultad de Letras.
SG – Mi experiencia infantil de escritura arranca sin
duda de la intensa y muy feliz experiencia de lectura. En mi casa de infancia los
libros brotaban de todas las paredes –incluso algunos muy viejos que habían
sido de mi abuelo. Era una selva que yo exploraba en total libertad, aparte de
mis propios libros y las Fabulandias,
aquellas maravillosas publicaciones de Editorial Codex que religiosamente nos compraban en el el
kiosco. Según mi recuerdo, fue una noche que estábamos viajando en auto y mis
dos hermanas se habían dormido cuando me fui contando a mí misma un cuento que
memoricé y escribí más tarde en casa. Siguieron otros, variaciones del cuento
de hadas típico. Como mamá me había enseñado a usar la máquina de escribir –de
las negras, altas, con un aro dorado en cada tecla- y me divertía usarla, fue
como un juego para mí pasar los cuentos
y poesías y abrocharlos en un librito que dedicaba a algún miembro de mi
familia. Desde luego era un juego serio y que me enorgullecía mucho. Hice dos o
tres de ellos entre los ocho y los diez años, quizás.
A los once la escritura se convirtió, por el contrario, en mi espacio
secreto. Aparte de comenzar a llenar un cuaderno Gloria tras otro con
reflexiones y confidencias personales, inauguré uno especial donde iba pasando
en limpio poemas ya con una pretensión más “seria” y que no le mostraba a
nadie, salvo muy rara vez. Eran mi fortaleza oculta.
Llegué al taller Grafein en 1975 por una amiga de mis padres que
estudiaba Letras. Participé durante un año de un grupo coordinado por Mario
Tobelem. Yo estaba en 5º año del secundario y era la única adolescente; los
demás eran estudiantes universitarios o adultos aun mayores. La propuesta del
taller era la acción, la escritura a partir de consignas o juegos colectivos –después
supe que muchos de ellos, como los cadáveres exquisitos que experimenté allí
por primera vez, tenían su origen en el surrealismo. Fue una experiencia de
maduración importante, el inicio de una relación objetiva con la escritura. Y
desde luego, como yo era una piba, escribir con adultos que me tomaban en serio
era estimulante. Entre los compañeros recuerdo a Fernando De Giovanni, que fue
muy afectuoso y me alentó a seguir escribiendo.
Entré a la Facultad de Filosofía y Letras en el 77. En la puerta del
viejo edificio de la avenida Independencia al 3000 nos recibía, por supuesto,
la policía. Salvo algunas amistades y las lecturas propuestas en la cátedra de
Graciela Maturo, lo más importante de mi paso por la facultad ocurrió en el bar
de la esquina, “Boliche”. Allí una amiga y yo descubrimos un cartelito convocando
a un “Club del Cuentista” que sería coordinado por Abelardo Castillo. Fuimos
juntas. Era en un Ateneo Cultural o algo así (no recuerdo el nombre preciso) en
un edificio de Corrientes y Suipacha. Castillo nunca apareció y entre los numerosos
jóvenes que nos encontramos en torno de esa mesa había más poetas que
cuentistas. Dos de ellos serían, con el tiempo, mis primeros compañeros del
grupo surrealista. Éste ya estaba en pie cuando, en el 80, abandoné la
facultad. La censura y estrechez intelectual que allí se respiraba contrastaba
demasiado con la libertad, la creatividad y el interés apasionado de nuestras
discusiones y actividades.
2 – En http://lainfanciadelprocedimiento.blogspot.com.ar/2007/08/silvia-guiard.html , respondiendo a una encuesta, en 2007, te referís
a “la infancia de la operación de índole mágica”, opino, de un modo excelente.
Unos años transcurrieron: ¿te animarías a añadir consideraciones sobre la escritura,
y acaso sobre “En el reino blanco”? ¿Hay por allí algún poemario inédito?
SG – En la encuesta que mencionás me refería a la escritura como operación
mágica capaz de transformar el plomo en oro o como fotosíntesis que crea el
oxígeno espiritual necesario a la vida. Ambas imágenes se corresponden al modo
en que surgieron los poemas de “En el
reino blanco”. Aunque editados en 2006, fueron escritos entre 1992 y 1997,
en un periodo de gran desolación marcado, en lo personal, por una separación
amorosa, el cese de actividades del grupo surrealista, la muerte de familiares,
enfermedad, duelo y soledad; todo ello
inscripto en el clima de derrota, disolución, pérdida de horizonte y retroceso que esos años
representaron a nivel político, cultural y social. Recuerdo que entonces caminaba
todo el tiempo mirando al suelo. Pero una noche, teniendo frente a mí ese vacío
-y mi inolvidable Olivetti- escribí el que sería luego el primer poema del
libro, y que no es sino la expansión de una única y obstinada afirmación: “Existe el mar”. Sea lo que sea ese “mar”
–el deseo, el principio vital, la propia escritura, el inconsciente, el Eros en
su más vasto sentido- puedo decir que, a la larga, en él se originó para mí
nuevamente la vida; pero también que su postulación en aquel contexto era un
abierto desafío a las circunstancias. Por lo cual, a lo escrito en 2007 cabe
agregarle ese carácter de desafío, rebelión, lucha, que entraña la escritura. Rasgo
que aparece, de modo explícito, en la introducción o “palabra preliminar” del
libro: “En el reino blanco toco mi pelo,
súbitamente encanecido y triste. ¿Qué hacer? ¿Tejerlo y destejerlo como una
lívida Penélope del aire? ¿Esperar en silencio la llegada de Nadie? / ¡Caramba:
no! Toco en mi sueño el talismán azul: mejor trenzar con esos melancólicos
cabellos cuerdas blancas. Tensarlas. Levantarse. Cantar. (…)”
Estas cuerdas evocan en principio las
de un instrumento musical o aun las propias cuerdas vocales, pero sin duda
también aluden a la cuerda sobre la que el equilibrista atraviesa el abismo y a
aquella que nos saca de un pozo y nos permite impulsarnos para ascender. “Cada poema es una cuerda blanca. Sobre esas
cuerdas me sostengo y bailo”, dice el final de la introducción. Hace poco y
por casualidad me topé en un viejo libro sobre la India con una descripción de
la llamada “prueba de la cuerda”. Un tradicional acto de magia yogui en el cual
el mago lanza hacia el cielo el extremo de una gruesa cuerda de varios metros,
cuya punta opuesta retiene en una canasta. La soga queda tensa, erguida y
rígida como una vara y el mago hace trepar por ella, como por un árbol, a un muchachito
que se pierde en las nubes. Desde que leí esta curiosa historia no dejo de
pensar que su dinámica subyacía de algún modo en la imagen que me formaba
entonces de esos “poemas-cuerda” que,
partiendo de la áspera tierra, ascienden
impulsados por el propio deseo y permiten alcanzar un plano superior –superador-
de emoción o conciencia, experiencia, expresión, comprensión, etc.
Me doy cuenta ahora de que esa cuerda
que une la tierra y el cielo aparece explícitamente en el libro. En el poema “Fugas” se evoca en un momento un mito
chaqueño según el cual las primeras mujeres vivían solas en el Mundo de Arriba
y bajaban de noche por una cuerda a robar la comida de los varones. El poema invierte
el sentido del movimiento, en una suerte de “huida hacia arriba”, diciendo: “O bien ir hacia el Chaco / redescubrir en
medio de la selva la cuerda legendaria que una vez fue cortada / y trepar otra
vez hacia el Mundo de Arriba / donde habitaron / solas / las primeras mujeres /
Criaturas del Cielo / poderosas hechiceras del aire / extenderme de galaxia a galaxia
sosteniendo en mi mano las tormentas / y acostada entre las constelaciones /
soltar mi baba blanca sobre el mundo / para crear las flores y las telas de
araña / y la almohadilla del rocío”. Quizás esta cuerda hacia el cielo es
condición o columna vertebral de toda creación o acto poético en general.
Con respecto a poemarios inéditos, lo
próximo que espero publicar tiene también un sentido ascendente pero más
literal: lo que asciende allí es en verdad un árbol y la mirada y el
pensamiento que lo acompañan. Hace unos años mi compañero y yo acampamos varios
días en un lugar a orillas del río Litrán, en la provincia de Neuquén, en medio
de un bosque de pehuenes. Tiempo después escribí varios poemas y este verano
volvimos para tomar más fotografías de este árbol extraordinario por su
antigüedad y por la personalidad y expresividad de su presencia.
3 – Cuenta con un poema-prefacio de tu autoría el poemario “Lilith”
(1987), de esa maravillosa poeta argentina, Carmen Bruna, fallecida a los 85
años en este 2014. Ya por teléfono, Silvia, te anticipé hace pocas semanas, que
si aceptabas este reportaje, te invitaría a que nos hables de ella. Y eso hago.
SG – Fui amiga de Carmen Bruna desde 1982, año en el que ella se incorporó
al grupo surrealista Signo Ascendente del que yo formaba parte. Ella tenía
entonces 54 años y yo unos 24. Nuestra amistad duró tres décadas. Compartimos
la pertenencia al grupo tanto como el vínculo personal, aun cuando cesaron las
actividades colectivas. Antes del prefacio al que aludís, le dediqué el poema
“Señas”, fruto de la emoción de aquel primer encuentro en el que nos
reconocimos todos como tripulantes del mismo barco ebrio. Carmen tenía publicado
ya su primer libro, “Bodas”,
aparecido recién en 1980 pese a que ella
había estado ligada al grupo Poesía Buenos Aires en los 50, época en la que
había descubierto además el surrealismo. Cuando la conocimos, había dejado
atrás una primera etapa de su vida en la que había estudiado Medicina –sobre
todo por presión de sus padres, inmigrantes italianos que trabajaron aquí como
albañil, el padre, y costurera, la madre- y había partido, ya con su compañero,
a trabajar durante doce años en poblados rurales y fronterizos de las
provincias de Salta, Misiones y Neuquén. De regreso a Buenos Aires –con tres
hijos- había sufrido dos golpes que marcaron su madurez: fue atropellada por un
auto en la autopista Panamericana, accidente que le valió meses de postración y
consecuencias físicas, como la sordera. El otro golpe fue la ruptura de su
matrimonio, que vivió dramáticamente. “Para amar sin medida / he convocado a las
negras olas de la desesperación” escribió. Pero en su desesperación de amor sintió la de toda la condición humana, todo el dolor de la vida
asediada por la muerte. Desde su regreso a Buenos Aires solo
se dedicó a escribir. La poesía
no era su carrera sino su vida, su manera esencial de respirar, de resistir la
condición humana, su búsqueda de un más allá de magia cotidiana.
Su voz es, como su vida,
esencialmente pasional. Sensual, traspasada de aromas, estremecimientos,
relámpagos y susurros; acariciadora o violenta, enamorada,
rabiosa o melancólica. El turbador
desborde de sus imágenes no deja indiferente a nadie. Y aunque para el gran
público su obra es desconocida, su difusión no es poca. Provino siempre de aquellos
que se apasionaron al leerla. Además de participar en Signo Ascendente –que
editó dos de sus libros: “Morgana o el
espejismo” y “Lilith”-, Carmen se
vinculó y mantuvo correspondencia con muchos poetas que admiraron su poesía y
la difundieron en revistas, ciclos de lectura, antologías o blogs e impulsaron
la edición de sus otros libros.
Actualmente se está preparando en Montreal
una versión en francés de poemas suyos en la Editorial Sonámbula, a cargo del
surrealista mexicano Enrique Lechuga. En enero de este año, Lechuga me propuso
escribir la presentación para el libro y me envió la lista de los poemas
seleccionados. La noche del 14 de enero, antes de acostarme, desparramé en mi
mesa todos los libros de Carmen para ir releyendo cada uno de esos poemas. Y
esa noche soñé con ella. En el sueño ella se había mudado y yo iba a conocer su
nueva casa. Era una suerte de cabaña en una isla que recordaba el Tigre. Para
llegar cruzaba a nado un río y era muy nítida la sensación de la frescura del
agua. Todo estaba muy verde, despejado y brillante de sol y Carmen llegaba a la
casa rejuvenecida, caminando junto a su compañero. Íbamos a comer, al parecer,
un pollo asado que se veía en el centro de una mesa. Lamentablemente, alguien
llamó por teléfono y me desperté.
Esa tarde recibí otro llamado
telefónico, esta vez de su hijo: Carmen había muerto un rato antes. Era 15 de
enero. Al día siguiente, su velorio fue íntimo y breve. Como en mi sueño, el
sol resplandecía en Buenos Aires. Pero también la luna llena se veía todavía en
el cielo. Los dos astros estaban así presentes en su despedida.
Ese mismo día llegó a mi domicilio un
ejemplar destinado a ella del Almanaque surrealista “Ce qui sera / What will be / Lo que será”, publicado en Amsterdam,
donde se incluye uno de sus poemas inéditos. Otros habían aparecido meses antes
en “A phala 2”, en San Pablo. Muchos permanecen inéditos, organizados en dos
volúmenes que ella misma tituló: “Perséfone”
y “Los ritos”. Nos esperan, aún.
4 – Mucho
valora tu impronta surrealista el escritor colombiano Raúl Henao. Y, en efecto,
es muy conocida tu poética por grupos surrealistas de otros países. ¿Nos
hablarías de esos otros grupos? ¿Cuál es el entramado vigente del movimiento?
SG – Existe
efectivamente un entramado vigente –es decir, vivo- vasto y complejo del
movimiento surrealista. Hay grupos y revistas con una larga historia y otros
surgidos no hace tanto. La relación que tengo con varios de estos grupos deriva
de la que entablamos desde el nuestro en la etapa en que se publicaba la
revista “Signo Ascendente”. Siempre me resultó asombroso y conmovedor el que
hayamos podido, en plena dictadura y en aquellos tiempos previos a internet,
vincularnos con el exterior. Contábamos solo con los nombres que figuraban en
las revistas editadas en París en los años 60. A partir de ese dato, gracias al
viaje de una amiga a Europa y el de dos de nosotros a Brasil, llegamos a
contactarnos con Sergio Lima, de San Pablo, y con el grupo de París. Del intercambio con éste derivó a su vez la
conexión con los grupos de Praga, Chicago, Estocolmo y Madrid. En 1982, el
número 2-3 de “Signo Ascendente” incluyó materiales enviados por estos grupos y
del libro colectivo la “Civilisation
Surréaliste” (París, Payot, 1976). Con el tiempo surgió la idea de un
Boletín Internacional del Surrealismo. Un primer número apareció en el 91 con
la intervención de los cinco grupos
mencionados y el nuestro, entonces integrado por Oscar Pablo Baldomá, Carmen
Bruna, Luis Conde, Julio Del Mar y yo. El Nº 2 salió en el 92. Incluía una declaración
colectiva firmada en doce países en repudio a las celebraciones del Vº
Centenario del “descubrimiento” de América. La versión inicial de la misma fue
redactada en París, pero a partir de una propuesta de Buenos Aires -y debo decir que tomando como base el texto de
mi autoría enviado junto a esa propuesta (“Tierra Adentro”). Pablo Baldomá,
Luis Conde y yo difundimos esa declaración en la Contramarcha realizada en
Buenos Aires para el 12 de Octubre. Poco después, por una conjunción de
situaciones, nuestro grupo dejó de funcionar como tal. Cierta impasse se produjo también a nivel
internacional, ya que el previsto número 3 de aquel Boletín nunca vio la luz. Sin
embargo, esos grupos continuaron activos y vinculándose entre sí. A mi
dirección siguió llegando correspondencia y, con el tiempo, retomé el contacto
con ellos. Años más tarde los conocí personalmente durante un viaje. Textos o
poemas de mi autoría han aparecido en sus revistas, en especial en “Salamandra”,
de Madrid, en antologías y libros colectivos. No me resulta fácil, sin embargo,
definir mi relación actual con el movimiento surrealista y por ello he optado
por no definirla y dejar que acontezca. Cada una de las propuestas o
iniciativas a las que decidí sumarme fueron inspiradoras y plenas de sentido.
En los últimos tiempos se produjo una
reanimación de las relaciones entre grupos. Este año 2014 ha visto ya varias
iniciativas importantes. Del 5 al 17 de junio, una muestra internacional en Montreal
reunió obras de unos 75 participantes de distintos países. En enero de 2014
apareció en Amsterdam el libro “Ce qui sera / What will be / Lo que será
: Almanac of the International
Surrealist Movement”. Presentado por Her de Vries y Laurens Vancrevel, de
la revista “Brumes Blondes”, como homenaje a los cincuenta años de la misma,
este almanaque incluye material de ciento setenta y tres colaboradores de veinticinco países. A las imágenes, poemas,
textos teóricos, encuestas o reseñas de juegos se suma la cronología realizada
por Miguel Pérez Corrales –español residente en Canarias- “Cinquante ans de
Surréalisme 1964-2013”. No todos los grupos o individuos representados en este
libro se vinculan entre sí de igual manera, ni coinciden en la totalidad de sus
posiciones. No hay un centro ni una dirección. Todos comparten la voluntad de considerar
al surrealismo, no como la repetición de lo que fue, sino como aquello “que
será”. Quiero citar un fragmento de un texto de José Manuel Rojo, de Madrid,
que aparece en la pág. 337 de este Almanaque: “(…) hoy en día no hay un estudio
mínimamente serio u honesto sobre el surrealismo que pase por alto su dimensión
radical y su intervención en el terreno político revolucionario. En efecto ya
nadie se asusta ni desconoce el programa subversivo que se escapaba de la littérature para cambiar la vida, pero lo que sin embargo no queda tan claro es que
la revolución surrealista no solo combatió a los poderes e ideologías que
reprimían la libertad y la imaginación, como la familia, el ejército, la
religión o el racionalismo castrador, sino también, y como un componente
explícito de sí mismo, al sistema capitalista que está detrás de la
civilización burguesa y de su dominación implacable.” Quizás no todos los
involucrados en el libro comparten estos conceptos con la misma convicción.
Pero sí la gran mayoría. Y en estos tiempos de crisis capitalista, tanto el grupo
de Madrid como el muy joven de Atenas, han tenido una activa participación en las
movilizaciones desarrolladas en sus respectivos países.
5 – Sos co-fundadora del Grupo
Surrealista de Buenos Aires. Traigamos, Silvia, a estos treinta años después,
aquella iniciativa: quiénes fueron tus compañeros fundadores, quiénes se mantuvieron
permanentes y quiénes participaban con intermitencias, quiénes eran escritores
y quiénes artistas plásticos, durante qué lapso perduró, a qué se abocaron, con
qué otros grupos mantuvieron contactos sostenidos, por qué razones algunos
integrantes adoptaron apodos temporarios, reagrupamientos...
SG – Hice una historia pormenorizada del grupo
surrealista en el artículo “Buenos Aires: el surrealismo en la lucha contra la
dictadura” mencionado entre mis datos biográficos. El lector interesado podrá
rastrear en librerías el libro de Michael Löwy que lo contiene o seguir el link
(también arriba citado) del Sitio al que fue subido. Aquí recordaré sólo algunos aspectos de esta
historia y algunas presencias.
Este grupo
surgió en plena dictadura y lo primero a destacar es la fuerza aglutinante,
centrípeta y creadora que lo impulsaba, en oposición al contexto de dispersión
y destrucción cultural, política y social provocado por el terrorismo de
estado. Su rasgo principal fue la autonomía y podría incluso decirse que se
autogeneró. Aquel grupo bastante heterogéneo
de jóvenes que concurrimos en 1977 al Ateneo Cultural mencionado en la primera
respuesta de esta entrevista, al
descubrir que el anunciado Abelardo Castillo no estaba allí, no sólo no nos
volvimos a nuestras casas, sino que regresamos semanalmente desde entonces. ¿En
busca de qué? Cada cual habrá tenido su respuesta, incluso una tan vaga como:
hacer algo con otros. Los más inquietos y politizados propusieron desde el
comienzo discusiones que iban más allá de la lectura y comentario de textos
propios. Y junto a los debates en voz alta -sobre el sentido de la poesía y el
lugar del poeta en la sociedad, por ejemplo- surgieron aquellos que se hacían
en voz baja y confidencialmente. De hecho, había allí militantes de dos
agrupaciones trotskistas: el Partido Socialista de los Trabajadores y Política
Obrera. Pronto se destacó del grupo inicial uno más reducido que se
propuso conformarse como grupo de
estudios. El tema elegido por votación fue el surrealismo. Se armó un plan de
investigación, una distribución de subtemas, un cronograma, una bibliografía.
Me tocaba a mí ocuparme de los antecesores y fue de ese modo que, en una noche
de tormenta, descubrí a Lautréamont. Transcurrieron meses intensos de lecturas
y puestas en común, rotación por distintos lugares de encuentro, rastreo de
libros de André Breton en las librerías, discusiones políticas y poéticas,
salidas y otros etcéteras (como sesiones de expresión corporal y los primeros
juegos). En la primavera de 1979, la Crecefyl (Comisión por la Reorganización
del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras) organizó una peña en el Club
Villa Malcolm, en el barrio de Palermo, para la que planeamos una intervención
conjunta. Ya entonces había aparecido,
por iniciativa personal de Alberto Arias y con mi participación, “Poddema” 1,
con la que todos nos sentíamos identificados. Pero fue tras la intervención en
Villa Malcolm que pasamos a considerarnos directamente un grupo surrealista.
Los cuatro que estábamos allí fuimos el núcleo permanente a lo largo de toda la
dictadura: Alberto Arias (firmaba Alberto Valdivia), Julio Del Mar, Alejandro
Michel (firmaba Alejandro Mael) y yo, que firmaba Silvia Grénier. Otros
compañeros habían tenido una intervención importante en el proceso de formación
del grupo pero se alejaron por distintas circunstancias personales. Usábamos
seudónimos como un recaudo de seguridad –entre otros- porque conocíamos la
gravedad de la situación política. Todos teníamos conocidos o amigos
desaparecidos y algunos habíamos padecido en carne propia los embates
represivos, aunque con algo más de suerte que tantos otros.
Dije arriba
que el grupo se autogeneró: buscó en la sombra su propio camino para dar a luz
una identidad, sin tener “padre” ni “protectores”. Desde luego, existía una
conexión subterránea con la rica experiencia cultural y política anterior al
golpe, que cada cual había vivido a su modo y de donde traían algunos su
interés por el surrealismo. Y también, como he dicho, con las agrupaciones
políticas que subsistían clandestinamente. Nuestro grupo fue una expresión
singular, muy intensa y consciente de una tendencia más extendida a la
resistencia secreta y molecular a la dictadura. En esos años proliferaron, por
ejemplo, las revistas culturales y literarias. Algunas, incluida la nuestra,
conformaron la Asociación de Revistas Culturales de Argentina que se pronunció
contra la censura. Pronto nos vinculamos también con el movimiento de derechos
humanos, al que fuimos acompañando en sus crecientes movilizaciones. Uno de
nosotros participaba en las reuniones habituales de la subcomisión de
familiares de artistas desaparecidos de la Comisión de Familiares de Detenidos
y Desaparecidos por Razones Políticas y Gremiales. Esto formaba parte de
nuestra manera de entender al surrealismo como movimiento revolucionario. Desde
el punto de vista propiamente surrealista, no tuvimos al principio conexión
alguna con los antecesores locales, salvo un par de visitas al poeta Enrique
Molina, quien no mostró interés en vincularse con nosotros. Siendo todos muy
jóvenes (entre 21 y 24 años) buscamos nuestra orientación en la fuente
original: los textos de Breton, el primer surrealismo. Pero no queríamos ser meros lectores o
difusores de las ideas e imágenes que nos apasionaban, sino actualizarlas en
nuestro propio contexto histórico y cultural.
Encuestas
internas, juegos, discusiones y sesiones de escritura automática colectiva
moldeaban nuestra vida interna, que encontró su escenario natural cuando, tras
la aparición de “Signo Ascendente” 1, conocimos a Josefina Quesada, una
pintora que había participado del taller de Juan Battle Planas. Su
departamento, en un antiguo edificio de la avenida Belgrano, fue nuestro
espacio encantado. Allí se elaboró la revista siguiente -con la suficiente
demora como para ser “Signo
Ascendente” 2-3- durante meses de
debates, juegos y sesiones de automatismo. Nuestras revistas no consignaron
nunca un director porque, salvo en el caso de “Poddema” 1 -armada por Alberto Arias- el contenido fue siempre una decisión
colectiva. La editorial –así como otros textos o declaraciones comunes- surgían
de largos y a veces arduos debates. “Signo Ascendente” 2-3 es la que incluyó más declaraciones y pronunciamientos
individuales o colectivos sobre distintas cuestiones. También fue intensa
nuestra actividad exterior a lo largo de ese año 1981: en julio editamos para la
Comisión de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y
Gremiales, un libro con poemas de detenidos; en diciembre participamos de la
primera Marcha de la Resistencia y de un nuevo festival de la Crecefyl, con la
lectura de una declaración y de un boletín especial que, adelantándose a la
demorada edición de “Signo Ascendente”, incluía material nuestro y de los surrealistas
de París y Praga. La revista salió en mayo del turbulento 1982. Nuestro grupo
había estado en la calle el 30 de marzo –contándose uno de nosotros entre los
cientos de detenidos ese día- y lo estaría de nuevo en las movilizaciones
contra el dictador Galtieri, posteriores a la derrota. Mientras tanto, la
difusión de la revista nos valió algunos enemigos –por nuestra condena a los
concursos Coca-Cola y a quienes participaron como jurados-, pero más que nada
valiosas incorporaciones: Carmen Bruna, los jóvenes Gloria Villa y Ricardo
Robotnik, Juan Andralis con su compañera Sylvia Valdés y, algunas veces con
Mario Pellegrini. Nuestra presencia ese año en el Festival de “Arte
Alternativo” organizado por la revista “Pan Caliente” (con una muestra de
cuadros y un objeto de exploración táctil), una escandalosa irrupción
condenando el mercado del arte en la Velada Surrealista organizada en la
galería de Ruth Benzacar, la
participación en un encuentro de revistas culturales en Villa Malcolm y la
preparación, junto con otros poetas, del libro “65 poetas por la vida y por la libertad” -que aparecería ya en el
83 en beneficio de Abuelas de Plaza de Mayo- coronan nuestras intervenciones en
época dictatorial.
No podría
hacer aquí el relato de los años que siguieron, que figura también con todo
detalle en el artículo antes citado. Diré a grandes rasgos que el grupo
atravesó momentos de dispersión y reagrupamiento. Entre 1983 y 1988 publicamos
libros de poemas. Viajamos varios a San Pablo, invitados por Sergio Lima, para
intervenir en una semana surrealista; organizamos un seminario de Sergio Lima
en Buenos Aires. Continuamos poniendo nuestro pensamiento y nuestra
sensibilidad en común compartiendo lecturas, debates y juegos, y
manifestándonos con intervenciones públicas tanto poéticas (muestras y
recitales) como políticas, sobre todo en la lucha contra la impunidad, pero
también contra los avances del clericalismo, en defensa de los pueblos
originarios, contra el mercado del arte. Algunos compañeros se apartaron,
nuevos amigos ingresaron y, en función de estos cambios y de la diferencia de
contexto, comenzamos a firmar nuestras intervenciones como Grupo Surrealista de
Buenos Aires, integrado hasta 1992 por quienes mencioné en la respuesta 3 de
esta entrevista.
6 –
Dejo asentado acá que me he quedado con ganas de verte leyendo en más videos de
los que hasta ahora he encontrado en la Red (en uno un texto de Manuel J.
Castilla, en otro algo de tu “Cantos de dinosaurios”…). ¿Prevés poder editar
pronto tus inéditos para chicos? ¿Quiénes son tus referentes locales y del
exterior en lo concerniente a esa producción literaria, y por qué?
SG - Son muchos los autores de literatura infantil que admiro
y frecuento en mi tarea docente. Pero a la hora de escribir para los chicos la
referencia principal son las voces de la propia infancia, aquello que ha
quedado profundamente enraizado y resonando en mí. Y allí campea, sin duda,
María Elena Walsh. Y cerca de ella las recopilaciones folclóricas de Rafael
Jijena Sánchez –su “Don Meñique”. Los
dos libros que publiqué se inician con un poema que me parece ser un eco de los
limmeriks de María Elena en su “Zoo Loco”. Como si ella me hubiera dado
la nota inicial de una melodía que continuó luego siguiendo su tendencia
propia. Pero su poesía no solo me atraía por la musicalidad y el humor. Tiene
también momentos de un lirismo y una melancolía que me fascinaban, como el
poema “Los castillos”, cuyas imágenes me conmovían de chica y me siguen
conmoviendo. La oscuridad que para mí implicaba la palabra “alimañas” –aun
después de haber averiguado su significado- no restaba nada del encanto, sino
al contrario. Desde entonces sé que no todo lo que se lee o escribe para los
chicos debe ser inmediatamente asequible por ellos o de digestión rápida. La
lejanía, la extrañeza no son necesariamente obstáculos. Cuando la dificultad está,
de forma orgánica, integrada a algo significativo y valioso para el chico,
cumple un papel importante. Aquello que no se ve con claridad, pero se
vislumbra a lo lejos, incita a soñar y abre el horizonte.
No quiero cerrar esta referencia a la
literatura infantil sin resaltar lo emocionante que ha sido para mí descubrir
los llamados libros álbum, que despliegan un lenguaje intensamente poético y
cuya exploración, en la sección infantil de las librerías, recomiendo a todo adulto sensible. Encontrará
sorpresas.
Sobre los inéditos, por ahora solo
puedo decir que es probable que “El
duende del chaparrón” aparezca a
través de la Editorial Amauta.
7 – Estoy
seguro de que he llegado a ser espectador de un espectáculo con el poeta Oscar
Pablo Baldomá y elenco en algún reducto de un barrio porteño. Ahora la
invitación es a que nos “representes” aquellas performances. Desde luego,
objetivos, alcances, satisfacciones, generación de propuestas, nuevas
iniciativas…
SG – Fueron
varias las presentaciones que armamos desde mediados de los 90 con Baldomá y
con Luis Conde, que es músico. Surgieron en principio como juego y por el
placer de crear juntos, en algunas sesiones de improvisación casera. Luego
fueron apareciendo ocasiones o ideas a desarrollar. Creo que lo que buscamos
fue la confluencia de la palabra y la música sin ser una acompañamiento de la
otra, sino entretejiendo imágenes sonoras y verbales para crear un cierto clima
o paisaje o un espacio-tiempo diferenciado del ordinario, como en las ceremonias rituales. Cada intervención
la fuimos inventando colectivamente, pautando algunas cosas, dejando otras
libradas a la improvisación. Una de las más elaboradas y complejas fue “Pájaro de toque”, espectáculo que presentamos
en el 96 en la sala teatral “El árbol” con la participación de otros amigos, entre
ellos un percusionista que se sumó a los instrumentos de viento tocados por Luis.
Recitamos o leímos fragmentos del “Popol-Vuh”,
poemas de Manuel J. Castilla, Alejandra Pizarnik, Raúl Gustavo Aguirre, Jacobo
Fijman, Benjamín Péret, de Baldomá y míos, incorporando la expresión gestual y corporal, máscaras y vestuario, diapositivas y
al final, para coronar el poema de Benjamín Péret, la irrupción de la murga Los
Quitapenas. En lo personal, disfruté las dos funciones que hicimos y me quedé
con ganas de más. En el 98 armamos juntos la presentación de mi libro “Quebrada”, en la que intervino también,
cantando coplas, Mirta López, que ya nos
había acompañado desde la murga. En el 2002 armamos algo especial para los
festivales asamblearios de Plaza Palermo Viejo y Plaza Martin Fierro. Luis
Conde junto al guitarrista Alcides Larrosa intervinieron en 2007 en la
presentación de “En el Reino Blanco”.
Y hubo otras ocasiones más acotadas o menos planeadas, en sesiones de
improvisación musical o en lecturas a las que Baldomá o yo estábamos invitados,
en las que entrelazamos sonido y palabra. También cuando Carmen Bruna cumplió
80 años, en el homenaje que le organizamos sus antiguos compañeros del grupo
surrealista en el café Monserrat. Creo recordar, Rolando, que fuiste uno de los
amigos que estuvo esa noche, a pesar del copioso aguacero que inundaba entonces
la ciudad.
Silvia Guiard selecciona para acompañar esta
entrevista, en julio de 2014, seis poemas de su autoría:
Señas
A Carmen Bruna
En el paso del lobo me reconocerás
cuando las horas muelan su molicie al borde del camino
y las ciudades crezcan como hongos en la bella planicie
todos están borrachos pero el silencio tiene
pestañas abismales para abrirnos la puerta
éramos como piedras en el río de lava
éramos como fuegos en el lecho de piedra
éramos pocos muchos los de rostro velado
éramos vivos muertos los de dientes crecidos
tu mirada de loco me prepara el terreno
éramos los sonámbulos y la vida pasaba
como una tromba roja por el centro del cielo
éramos los perdidos
con nuestras
manos-brújula
tocábamos el mundo de las cosas vencidas
hay bailarines locos que atraviesan el cielo
de trapecio en trapecio como fósforos vivos
hay bailarines locos que cruzan el abismo
sobre la cuerda tensa de su propio suicidio
De “Salomé o la búsqueda del cuerpo”
*
Fábulas (Fragmento)
“Sobre
la arena, dos cuerpos confundidos trazan la primera letra de la palabra AMOR”
(Visión
anónima, 1982)
Entonces, estaban cerrados los caminos. En
los muelles el mar se desataba, persiguiendo a un vagabundo pueblo de delfines.
Con qué músicas tristes, con qué banderas tristes avanzaban los restos del amor
sobre la playa. Con qué urutaúes desolados se vestía de niebla el horizonte.
Entonces, el mundo daba vueltas sobre un punto cansino. Los padres devoraban a
sus hijos, los hijos a sus perros, los perros a sus huesos, los huesos a sus
flautas, las flautas a sus ramos de violetas. Entonces la guerra era un silbido
de tobillos cortados por el viento, el amor un silencio entre dos puertas, la
soledad un beso de tiniebla. ¿En qué huevo de piedra silenciosa estábamos
entonces; en qué escondite, en qué despeñadero, en qué agujero abierto entre
las rocas guardábamos las uvas para el canto, las uvas necesarias? Lo recuerdo:
el mar, la piedra blanca, la montaña. En las cumbres abrían las ballenas sus
misteriosas fauces y su mugido nos estremecía. ¡Las ballenas azules! ¡Las magníficas
reinas en su trono de tiempo! ¡La gigantesca mole de los sueños abriéndonos sus
grutas! Lo recuerdo. ¿Qué éramos entonces, colgándonos del viento como niños,
urdiendo los columpios y los puentes? Los pasadizos iban y venían como patinadores sobre el hielo. Me gustan los
columpios, su insensatez de péndulos sin hilo, su salto entre dos cejas, su
sílaba intermedia resbalando como un chorro de luz entre dos peñas bruscas.
¿Qué éramos entonces, masticando la hierba como vacas videntes? Perdidos en el
llano, temblorosos, buscando las ciudades fugitivas, montados en carretas de
salitre, devorando raíces de petróleo, trenzando nuestro pelo para montar las
tiendas necesarias. Entonces el viento era un cuchillo cortando la vía láctea y
el mundo daba vueltas sobre el ojo de un muerto: un ojo seco, que nos
arrebataba los espejos y quebraba los dedos de la sombra. Estaban cerrados los
caminos. Escuchen: es la sombra que mueve sus escobas, es el viento que lanza
sus aullidos sobre el pellejo de un caballo muerto. Escuchen: las ciudades se
aproximan. Bellas, con su humareda de petróleo, su corpiño de luces
despiadadas, sus fanfarrias grotescas. Bellas, con sus trenzas de brea, su
desfile de mierda engalanada, su cortejo de huesos triturados masticando raíces
de petróleo. En los muelles el mar se desataba, persiguiendo a un vagabundo
pueblo de delfines. Con qué banderas tristes, con qué músicas tristes avanzaban
los restos del amor sobre la playa. El mundo daba vueltas sobre un punto
cansino. Perdidos en el llano, huyendo –las ciudades nos buscaban- mordíamos la
hierba visionaria como vacas rabiosas, ¡y estaban cerrados los caminos!
De “Los banquetes
errantes: diario de viajes”
*
Existe el mar
Existe el mar - he visto su abismo con mis ojos
Existe el mar la multiplicidad de sus sombrillas y de sus
cabrilleos y el viento que le alza las polleras buscando el hueco dulce entre
los muslos el musgo suave la rodilla lenta de las altas mareas henchidas de
dolor y de alegría
existe el mar en medio de mi frente
existe el mar abierto y destemplado
su paso milenario de ballena su mugido lejano
las repisas del sol
las peinetas del viento
el cristal y la luz
Existe el mar en las cuerdas de un piano
desfondado y terrible
ebrio y afónico y doliente
existe el mar sobre ciudades crueles
o bajo
civilizaciones olvidadas
existe el mar bajo la piel
en las axilas
bajo las uñas
entre los colmillos
en las jaulas del circo y en los zoológicos atroces
existe el mar entre leones
sin domesticar
azululantemente indominable
existe el mar después de las tormentas
o más bien
apareado con su propia tormenta
como dos formas grises
gigantescas
contorsionadas en un mismo abrazo
existe el mar feroz
el tragabarcos
el abrecielos el
tragamontañas
el lanzallamas el
rompeportones
el mar-asmo el
mar-aña y el mar-tillo
el mar-supial relleno de sus hijos
que son ovillos dulces luz y sombra
peces-abismo
peces-acordeón
peces-bruma y peces-escalera
peces-lunas y soles
pez-tañeos
y tañidos profundos de campana
-de campana de buzo sumergido
para siempre entre pulpos-
existe el mar barbudo
salvaje
ceniciento
acróbata de innúmeros espejos
el mar como un tesoro
conservado en toneles y barriles panzudos
el mar negruzco como un pan antiguo
el mar empecinado como un necio
empinado sobre sus tobillos
el mar tozudo como un gran secreto
como un arca que al mismo tiempo es
su diluvio
existe el mar como una sed como una alucinación
como un prodigio
existe como sólo saben existir
los mares
entre glóbulos blancos rojos y ateridos de frío
entre glóbulos sin justificación sin redención y sin
destino
existe de cualquier modo el mar con sus escamas
sus cuerdas de violín
sus lengüetazos de profundidad
sus bombas de oxígeno increíble
su aletazo de monstruo
su hocico prehistórico y mugiente
su aliento de mamut.
Lo he visto.
7/11/92 - De “En el reino blanco”
*
Se sobrenada
Grandes oleajes me sostienen
y no obstante
no obstante
sé que hablo con los labios partidos
con la lengua quemada
para estatuas de yeso
es decir:
hablo con los labios partidos
con la lengua quemada
para estatuas de yeso
y no obstante
no obstante
grandes oleajes me sostienen
lentas vegetaciones me sostienen
largos
hondísimos ramajes agitándome en su estremecimiento
me sostienen
en silencio
las palas misteriosas que acarrean la noche
me sostienen
las lenguas agridulces
moteadas
serpenteantes
y terribles del sueño
me sostienen
la sed y su cortejo de violines con las cuerdas cortadas
el hambre y sus harapos
la garrapata ardiente de cada una de mis incertidumbres
me sostienen
He aquí que se acercan los incendios
veloces
más veloces que el miedo
tiernos como paraguas
y altos como impacientes rascacielos
los incendios me toman en sus brazos
y me acunan hasta hacerme dormir
Aún dormida escucho cloquear a los relojes
aún dormida veo cómo las casas huyen de sus propias paredes
se desprenden de sus propias ventanas como de medias viejas
se sacan el corpiño
los zapatos
los hijos
y bailan como mendigas en inmensos baldíos
saltan de terraplén a terraplén
pierden completamente la memoria
se burlan de los trenes
y se emborrachan en su propio velorio
aún dormida bailo con pies heridos y feroces
entre las casas locas
entre las casas tristes
entre las casas una tras otra derrumbadas
y observo en la piel acre y translúcida del aire
los movimientos casi imperceptibles de los enormes peces de
vacío
grandes peces de nada
cruzando lentamente las veredas
estrellando sin ruido las vidrieras
boquiabiertos y torpes
blanquísimos peces de silencio
desovando en las alcantarillas
su maravillosa inexistencia
vastos transatlánticos de nada
atravesando oleadas
oleajes profundos de vacío
me sostienen.
5/12/92 – De “En el reino blanco”
*
“No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz”
Dylan
Thomas.
Uñas contra
la sombra, pelos, dientes
y el
aullido larguísimo en los huesos
La rabia
con sus perros amarillos
espumarajeando
mi saliva
La rabia de
la luz
y de la
sombra
La cólera
de sangre y de burbuja
reventando
en las venas
El ácido de
luz sobre los dientes
La
hinchazón de la sangre
Su
estallido
de bronca y
de dolor golpeando el aire
terriblemente
frágil
y desnudo
Nudo
del ansia y del hastío
Nudillo de
estar harta
Desnuda
soledad de los tobillos
Ácida
desnudez
Ácido mudo
Pica roja
el dolor sobre mi frente
Pica roja
los dientes abrasivos
Pica roja la sed
Pica roja
la rabia del aullido
Pica roja
la sangre inexplicada
Pica roja
mi cuerpo
contra el
cielo
Relampaguea:
No habrá
sido mudo
(Dic.’98) De “Relampaguea” (Poema incluido
previamente en la plaqueta “Mujer- pájaro
en el círculo del sol”, 1999)
*
Aquí donde los
árboles caminan… (Fragmento)
Una mujer, un hombre, un río
junto al árbol
A veces el árbol es un hombre
el hombre, un río
el río, una mujer
y la mujer, un árbol
La mujer en el río, bañándose
y el hombre
bañado en la mujer
y el árbol
bañándose en el cielo
Que es un río
Un hombre que es un árbol se baña
en la mujer
que es río
Y un hombre que es un río
sueña en la mujer
que es árbol
Y la mujer del árbol con el hombre del río
y la mujer del río con el hombre del árbol
se abrazan bajo el amor
y sueñan
cuando un hombre y una mujer se aman
y duermen
junto al árbol
a la orilla del río.
(Inédito)
En la ciudad de Buenos Aires, Silvia Guiard y R. R., julio 2014.
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16 de Julio, 2014
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ACUERDO DE DUELO ANTE LA MUERTE
DEL POETA NACIONAL OSCAR ACOSTA
UNIÓN DE ESCRITORES Y ARTISTAS DE HONDURAS
UEAH
La Unión de Escritores y Artistas de Honduras (UEAH),
ante el deceso del ilustre y extraordinario humanista de la literatura nacional, el poeta,
narrador, periodista, investigador, diplomático, animador cultural y editor,
Òscar Acosta, emite el siguiente acuerdo de duelo:
1. Que el
escritor Oscar Acosta representó una de
las más recias personalidades de la intelectualidad nacional y cuya obra y acción personal
impactó enriquecedoramente en el desarrollo del arte y la literatura hondureña
por más de cinco décadas continuas de aportes sustanciales con pleno vigor
estético y cultural.
2. Que el
insigne escritor fue un reconocido intelectual en el ámbito iberoamericano y
europeo que figuró en importantes antologías, diccionarios e historias
literarias continentales, además fue muy apreciado en los círculos literarios
de las capitales culturales de países como Perú, México, Panamá, Colombia,
Ecuador, Chile, Argentina, España (y demás naciones), y naturalmente, por los cinco países del istmo centroamericano,
en cuyo seno convivía familiarmente con todas las generaciones artísticas
cercanas más representativas a las cuales impulsó de manera franca y
generosamente.
3. Que la
obra personal literaria, intelectual y editorial de Oscar Acosta, constituye
per se un legado bio bibliográfico invaluable que su familia y el Estado
Nacional deberán preservar para el aprendizaje de las generaciones posteriores
sobre el ser y qué hacer de la conciencia colectiva cultural y estética del
hondureño trascedente.
4. La generación vanguardista constituida por Antonio José Rivas, Roberto Sosa, Pompeyo del Valle y Oscar Acosta, representó un grupo esencial
en el decurso de la historia literaria hondureña como pilares de la poesía
contemporánea. En este grupo el poeta Acosta desempeñó un papel difusor sin
precedentes.
5. La muerte
de nuestro querido poeta nacional causa
un vacío irreparable en el ámbito
literario e intelectual; en fe de lo anterior,
nuestra organización gremial la Unión de Escritores y Artistas de
Honduras (UEAH) se declara en duelo nacional y presenta a sus familiares las
muestras más sentidas de pésame, deseándoles resignación cristiana ante la
partida del poeta nacional Òscar Acosta
hacia el orto de la gloria inmarcesible.
Dado en la ciudad de Tegucigalpa a los diez y seis
días del mes de julio del año dos mil catorce.
Galel Cárdenas
Jorge Miralda
Presidente
Secretario
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11 de Julio, 2014
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"Reiteración de cornisas", cuarto Poemario de Diana
Annabell Espinal Meza,escritora hondureña radicada en Ciudad Juárez, México,
está a punto de aparecer en aquella ciudad. Uno de los prólogos – que publicamos aquí- lleva la firma del
escritor cubano Manuel Verdecia:
LAS ALTAS CORNISAS DE
LA SENSIBILIDAD
Hay una raza de
poetisas que tienen el inexplicable don de convertir en acto de alto voltaje
estético las más complejas y hasta desusadas realidades de su intimidad. Aquí
podríamos citar nombres como Emily Dickinsosn, Sylvia Plath, Anne Sexton,
Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik,
por mencionar algunos. Es a este linaje que corresponde la obra poética ya en
consolidación de la escritora hondureño-mexicana Diana Espinal. Desde la
primera vez que oí sus textos en el encuentro de poesía de Veracruz algo en su
manera me atrajo y me conquistó como lector. Había un modo personal de decir,
una sinceridad escalofriante en lo que expresaba y una penetración poco común
en sus temas que la singularizaban. Ahora con este nuevo cuaderno que me confía
para presentarlo a los lectores corroboro las intuiciones de entonces. Estamos
ante una poetisa de raíz firme y mudo expresivo distintivo.
Ha pasado el tiempo. La autora ha atravesado procelosos percances, tanto
en lo personal como en su entorno. Ha cambiado su estatus afectivo, ha
enfrentado dificultades para asentarse y hacer vida nueva, pero, sobre todo, ha
visto su país ser golpeado por un cruento golpe que ha instaurado la violencia
y el pisoteo de muchos derechos, con su secuela de angustias, dolor y
desasosiego. Por supuesto que todo esto se convierte en humus dolorosamente
nutricio para su obra. Diana ha conseguido establecer una difícil correlación
entre lo que se mueve por sus entrañas y lo que sacude al espacio donde sus
ojos y manos tientan la luz. Es esta imbricación entre lo personal y lo
supraindividual una de las cualidades inobjetables de Reincidente en cornisas.
Este es un cuaderno de un amplio espectro de temas que se asumen con una
fuerte dosis de acento testimonial. Aquí está la pena de la mujer maltratada
(toda una galería de Dolores, Helenas, Guadalupes que nombran a las sin nombre),
ninguneada en el polvo del tiempo, pero también acribillada en sitios donde el
espanto es pan cotidiano, como Ciudad Juárez, también se asoma un país donde
las botas y los fusiles se aprestaron para desangrar el derecho y la armonía, pero también está la mujer que
siente y sabe que un mundo nace cuando dos se empalman. La voz que aquí clama
no lo hace desde el desierto sino desde la más caliente, encontradiza pero
perseverante vida.
La poetisa no es un mero ente contemplativo sino que es alguien que ha
sufrido en nervio y sangre los embates de estos días donde el amor cercano y el
afecto mayor del país la han puesto a pruebas. Todo esto se hace con un
singular universo de metáforas inusuales, un gusto por las personificaciones
como si todo el mundo se constituyera en una enorme colmena de seres
sintientes. Una y otra vez verificamos la presencia de lo vencido, lo derrotado
por ciertas contingencias así como lo que se inicia con esfuerzo. A pesar de
eso comprobamos que el ánimo de la voz lírica es de enfrentamiento más que de
aceptación, de reto más que de sometimiento.
La poesía de Diana
catalogaría en una suerte de neosurrealismo de poderosos signos tropológicos.
Aquí la voluntad de desnudar y presentar un mundo ilógico, terrible casi
enemigo del ser, obliga a la autora a presionar el idioma, las mismas palabras
cotidianas, para en inusuales conjunciones, sacarles nuevos deslumbres y alcanzar
mayor fuerza expresiva:
Esa mujer extraviada
tenía por ojos
piedras pómez
por boca andamios
por nariz barriletes
Esa mujer extraviada
está cauterizada de
lunas
y
Aunque llore cazuelas
y sople persianas
Ella es ella
y
tiene hipo de pez
puerto y espada
Los objetos, los
elementos de la naturaleza son lo que son y también lo que la poetisa quiere
que sean. Reviven metamorfoseados gracias a su voluntad de asociación expresa.
Todo para aumentar la fuerza de significados que transmite. El lector debe
entrar en su juego, aceptarlo y no buscar los significados al uso sino dejarse
llevar por la riada de su peculiar modo de decir, donde al dolor de eventos
penosos se junta el goce de su transformación en palabras redentoras que
estallan como cohetes de luz. La poeta vence porque impone la magia de su
palabra a la tétrica visión de un mundo nihilista y cínico:
Como el óxido al
olvido
Perdimos memoria y
ganamos mortaja
Perdimos luz y
ganamos estiércol
Perdimos balance y
ganamos espanto.
Sin embargo en medio
de tantas pérdidas y derrotas está la victoria cierta de una mujer segura de su
convicción y del manejo de su palabra por donde rehace y redime el mundo.
Y hay que decirlo
esta es poesía sufrida, digerida y sudada por una mujer. O se trata de una
simple postura feminista, de esas de consigna y pose. Es la energía ventral de
un ser que enaltece y dignifica un género que ha sido expoliado y ninguneado y
que ella, en su disfrute y potenciación de lo que es no solo exalta sino que
resucita para arrechar su incógnita pujanza movedora de mundos. De aquí que el eros se alce como un exorcismo donde se
libera el cuerpo y la fe:
Tengo los pies fríos
y
el anfiteatro de mis
latidos
golpea los girasoles
que tengo en el ombligo
alguien deletrea mi
nombre
y germinan semillas
Es ese germinar el
que queda tras la ardua pero inquietante lectura. Reincidente en cornisas es un libro hermoso en su pesadilla,
enternecedor en su dolor, tremendamente atractivo en su pedrería metafórica. Un
poemario que trasciende el tiempo del horror para desbrozar el del amor, la
aceptación y la belleza.
Manuel García Verdecia, en
Holguín, a 26 de junio de 2014.
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03 de Julio, 2014
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Falleció hoy el poeta, crítico literario y ensayista
carioca Iván Junqueira, a los 79 años.
El académico brasileño nació el 3 de noviembre de 1934
en Río de janeiro, donde estudió medicina y filosofía, pero se dedicó al
periodismo.
Junqueira dejó a la casa editora con la que era
vinculado, dos libros inéditos, una colección de ensayos y un poemario (Esa
Música) que podrían salir para el próximo octubre.
Eu te amo tanto que não pode o peito
conter dentro de si amor tão vasto.
E te amo há tanto que do amor me basto,
sem fêmea alguma que arda no meu leito
ou lembrança que ali sirva de pasto
às larvas de um desejo satisfeito
e que, farto de si, seja perfeito,
como perfeito é o vértice onde o engasto.
Eu te amo desde aquele agudo instante
em que tudo se faz irreal e eterno,
pouco importa se o céu ou o duro inferno,
posto que um nunca do outro está distante.
E assim é porque a mim tocou-me a sina
deste amor que me cega e me ilumina
O Outro Lado, poemas 1998-2006 , Editora Record, Rio
de Janeiro, 2007
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03 de Julio, 2014
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Entre-vista
en tramos-e realizada por Rolando Revagliatti
Marcos Silber nació el 4 de
agosto de 1934 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, la Argentina. A partir
de 1958 ha publicado los poemarios “Volcán
y trino”, “Las fronteras de la luz”,
“Libertad” (poema escénico), “Sumario del miedo”, “Dopoguerra”, “Ella” (Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores), “Suma poética”, “Historias del oeste”, “Primera
persona”, “Boca a boca: cuaderno del
resucitado”, “Thrillers (Historias en “16”)” (finalista en certamen de Casa de
las Américas, Cuba), “Bajo continuo”,
“Noticia sobre el incendio en la nave
mayor”, “Doloratas” (con Carlos
Levy), “Cono de sombra y casa de pan”,
“Preposiciones y buenos modales” (primer premio en Mérida, España), “Roca viva” (Primer Premio Concurso de
Poesía “La Luna Que”), “Cabeza, tronco y
extremidades”. En 2010, la Editorial Monte Ávila, de Venezuela, editó “Convocados”, antología de su obra
poética. El volumen “Visita guiada”
es otra selección de sus textos, desde
1968 hasta 2012 más algunos inéditos, por él realizada y con prólogo de Ivonne
Bordelois (Ediciones Desde la Gente, Instituto Movilizador de Fondos
Cooperativos, 2013). Además de ser incluido en numerosas antologías de su país
y de Francia, Venezuela, Colombia, Perú y Cuba, colaboró en innumerables
diarios y revistas soporte papel, y muestras de su poética es hallable en la
Internet. Es uno de los fundadores de la Sociedad de los Poetas Vivos
(integrada por Carlos Carbone, Eugenio Mandrini, Santiago Espel, Hugo
Toscadaray, Carlos Levy…). Participó en el Programa de Lecturas del Ciclo
“Poetas del ‘60”, desarrollado durante 2004 en bares notables, invitado por la Secretaría de Educación del
Gobierno de su ciudad. Obtuvo el Primer Premio Municipal en el género poesía,
correspondiente al bienio 1998-1999.
1 –
“Nací en un barrio donde el lujo fue un albur…” (primer verso del maravilloso tango
“El corazón al sur” de nuestra compatriota Eladia Blázquez; ella se refería a
un barrio pobre de la ciudad de Avellaneda, del otro lado del Riachuelo,
lindando con la Capital Federal; y nos cedía allí un esbozo sobre su infancia,
su entorno familiar, su nostalgia, su devenir). Te transfiero, Marcos, aunque
sea en prosa y a vuelapluma la inquietud: “Nací…”
MS - Nací pegado al
Mercado de Abasto: ese universo que define a la época: algo así como el hotel
de inmigrantes del trabajo. La polifonía representativa del hervor social
-1930-1940-; la infancia o los juegos (que es lo mismo) se desarrolló en un
campo de batalla, el escenario mundial de entonces. Jugábamos a la guerra, a la
vida y a la muerte. Mamá, la mensajera del incendio europeo, con las cartas
cada vez más espaciadas, hasta que cesó. Por entonces, la memoria visual se
remonta hasta la mesa de la cocina, ella y yo; el silencio, la noche donde se
repetiría la ceremonia de la lectura de ella para los dos. Por eso siento a
veces que escribo para ella que leyó por mí. Me nutrió con alimento del mayor
valor calórico: Dostoievsky, Tolstoi, Puskin, Chejov, Gorki… Oigo su voz
todavía, apenas cascada, su dulce afonía. No es posible precisar por qué
ventanal ingresó el entusiasmo, el trabajo con la palabra, su necesidad. Sí
debo señalar esos encuentros como nacimientos, puntos de partida, fuente de
emociones, destino de una travesía ineludible. Marea fatal, forzosa, que se
instaló y va conmigo, convive conmigo y completa mi identidad. Si uno no asume
esa realidad, no la atiende, padecerá un fatal desvelo como castigo por
“incumplimiento del deber de creador”. Mi cabeza no dejó de generar y fraguar
imaginerías, invenciones, fantasías que consiguieron se me premie con el título
de mentiroso. Ignorancias y confusiones de entonces. Mi ser y mi quehacer
asumieron la sobrecarga de la pulsión creativa. Pinté y no prosperó; toqué el
violín y tampoco. Cada intentona se derrumbaba ante la ansiedad de la conquista
del “absoluto”, lo grande y definitivo. Y las empresas se vieron interferidas
por la oleada incontenible del desvelo y la imperiosa proclividad a cantar
presente y expresarlo. La provisión materna de literatura convivió con la dura
limitación de papá analfabeto. “Suma
poética” abre con lo siguiente: “NOTICIA – Papá era analfabeto y durante toda
su esforzada vida padeció esa infame condición. Tal vez, de allí, provenía esa
veneración, ese como culto reverencial por la palabra impresa. Cierta vez
descubrí el faltante de algunos ejemplares de un título que acababa yo de
publicar. A mi requisitoria, mamá, no sin previo juramento de reserva, me
confesó: ‘Es tu papá que se los lleva al mercado (donde trabajaba), allí los
reparte’. Con el tiempo, una de mis más caras aspiraciones, apunta a que cada
una de las palabras escritas por mí, acuda al espacio desierto de cada una de
las palabras no escritas por él. Ése, tal vez se constituya en el lugar más
intenso del encuentro, el del deseo satisfecho, el del consuelo y la
reparación; al fin, el de la victoria de la palabra de los dos sobre los hielos
del silencio.” Se fueron sucediendo trabajos variados en un contexto de agitado
transcurrir. Siempre perturbado por la visita infalible de la pulsión
“escribidora”. Como mandato, como fiera hambrienta que nunca abandonó el centro
del ring. En el revés del papelerío laboral se apuntaba la idea urgente, una
sola palabra espontánea, resumen de una ráfaga emocional o una evocación.
Persistía la impronta de construir la “gran sinfonía”, la sonoridad, esa voz,
ese tono de cada vocablo, y el ritmo, la marcha musical, la cadencia acosándome
(con gusto). Sobre el papel escribo –con pretensión de escritor- pero el
dictado proviene del adentro del compositor. La poesía –amante inmortal-
actuará como dueña, con rigurosa presencia soberana. Sobre mis veinte años el
contacto con el periodismo militante permite que participe con notas y
entrevistas. Se destaca –foto mediante- la realizada a Nicolás Guillén. Y fue
Raúl González Tuñón quien me condujo hasta el “último de los editores románticos”,
como lo denominó a don Manuel Gleizer. El último título de su sello fue mi
primer poemario. (Suelo repetir con Julio Rutman, periodista de la provincia de
Mendoza, y nieto de Gleizer, que el editor murió por la publicación de mi
trabajo…) A esos tiempos corresponde la lectura sembradora y generadora de
Vladimir Maiakovski, Serguéi Esenin, Miguel Hernández, César Vallejo, los
chilenos Vicente Huidobro y Pablo Neruda, Juan L. Ortiz, T. S. Eliot, Whitman,
Fernando Pessoa, Eluard, Aragón, Ungaretti, Quasimodo, Eugenio Montale, los
norteamericanos. El vértigo aluvional de éstos acompañaron mis años juveniles.
Ingreso a la Facultad de Medicina con el sueño de una profesión de entusiasta
sentido solidario y el mandato de “mi hijo el Doctor”. Todo se dispone y
propone como labor poética central. En la casa del sentimiento conviven la
anécdota callejera, el guión doméstico, la expectante mirada sobre el mundo.
Con pedido de ubicación preferencial aterriza mi fascinación por el cine, que
se me instala e incorpora con inusitada intensidad y seguirá presente en toda
mi obra. La pantalla parroquial del barrio me ganó con vigor de fe. El “biógrafo”
del barrio con “las de convoy”…
2 –
Aprovechemos la cámara, encendámosla, e improvisá unos acercamientos sin afán
cronológico ni exhaustivo, una “panorámica” sobre tus libros y algún apunte de
contexto.
MS - “Las de convoy” me remiten a “Historias del oeste”; la pasión
amorosa, no sin alguna incursión atrevida: “Dopoguerra”.
Un episodio histórico provoca el poema escénico “Libertad”, representado varias veces y dedicado a don David Álvaro
Siqueiros (de quien atesoro carta desde su prisión). Con papeles especiales
aparece la carpeta “Las palomas”, ilustrada por Mabel Rubli y con tirada
reducida para bibliófilos. Es mientras aparece “Cono de sombra y casa de pan” cuando me integro al Grupo
Barrilete, con los poetas Carlos Patiño (1934-2013), Alberto Costa, Horacio
Salas, Martín Campos, Rafael Alberto Vásquez, Roberto Santoro (1939; director
de la revista “Barrilete” y detenido-desaparecido
en 1977 por la última dictadura cívico-militar), Miguel Ángel Rozzisi, y otros
cercanos al Grupo, como Humberto Costantini. Aquello supuso un fuerte
compromiso político-cultural. Del que surgió la colección conformada por siete
separatas cuyo título fue “Informes”. A través del sello Ediciones El Barrilete
aparece “Sumario del miedo”. “Doloratas” es una suerte de oratorio
que memora el Holocausto. “Noticia sobre
el incendio en la nave mayor” surge desde los cuentos de piratas que le
contaba a mi nieto. “Bajo continuo” se distribuyó acompañando, en un sobre de plástico,
una edición de la revista de poesía “La Guacha”, por lo que llegó a unos 2500
lectores. “Cabeza, tronco y extremidades”
vale como pago de asignatura pendiente saldada con el médico –yo- que desertó.
3 -Estoy
casi seguro que debo haber leído tu poema escénico “Libertad” … ¿Cuál es el hecho histórico que provocó su
concepción? ¿Quién o quienes lo representaron? Imagino que si lo has dedicado a
Siqueiros, gravitará en la obra la figura del gran muralista. ¿Qué te dice en
la carta que te envió?
MS - La carta es de agradecimiento. “Libertad” fue generado a raíz de la
detención de él, que parece que había liquidado a un tipo a los tiros. Fue
editado por “El Barrilete” y lo representaron los actores Adriana Aizemberg,
Hugo Álvarez y Jorge Amosa en la primavera de 1963.
4
-Me encantaría que nos cuentes sobre una experiencia que conozco desde la
excelente edición en C. D.: textos de “Thrillers” que con tu lectura y en
contrapunto con el saxo de Sergio Paolucci, se representó en unas cincuenta
ocasiones y no sólo en nuestra ciudad. ¿En qué ámbitos se representó, en qué
localidades, alguna anécdota?
MS - Así es: además de
dar funciones, la mayoría en nuestra ciudad y en el Gran Buenos Aires, las
dimos en las provincias de Mendoza, Córdoba y Tucumán. Un episodio que recuerdo
aconteció cuando ofrecimos el espectáculo en la sala central de la Biblioteca
Nacional: Paolucci solía entonarse un
tantito antes de cada función. Esa vez llegaba la hora de inicio y no apareció
sino recién cuando yo ya estaba a punto de suicidio público. De lo más exultante copó el centro del escenario
acostándose en el piso, desde donde la emprendió con lo suyo. Los espectadores,
sorprendidos, habrán pensado que actuaba. Cuando se puso se pie, lo
ovacionaron.
5
-No ignoro que asististe como invitado a encuentros internacionales de poesía
en algunos países. ¿Qué ha caracterizado a cada uno de ellos? ¿Nos precisarías
cuáles han sido, en qué años, si hallaste alguna marcada diferencia con los que
se realizan en estas pampas…? Si llegaras a colaborar en la organización de
uno, ¿qué propondrías? ¿Qué “le faltan” a los festivales?
MS - Estimo que las motivaciones
organizativas son semejantes: auténtico interés cultural y de difusión de una
honesta minoría y afán de protagonicidad en el resto (la condición humana,
¿vio?). El festival de mayor peso y nivel en el que participé fue el de Medellín,
en junio de 1993. Luego concurrí al de Bogotá, en dos ocasiones. Funcionaba la
Casa de Poesía Silva, fundada por Belisario Betancurt (excelente poeta él mismo
y ex presidente de Colombia). La Casa estaba dirigida por la poeta María
Mercedes Carranza, quien en 2003 llegó a quitarse la vida en la misma
habitación donde José Asunción Silva lo había hecho. Ella y yo estuvimos en el
Festival de Poesía Internacional de Lima. Impactante resultó el Festival
Mundial de Poesía en Caracas, en el Teatro “Carreño” (equivalente a nuestro
Teatro “Colón”): lectura individual en un escenario enorme. Además, lecturas en
varios estados de Venezuela: conmovedor. Conocí al Nobel caribeño Derek
Walcott, de quien me traje un texto con su firma. Los encuentros que se conciben
en nuestras pampas, básicamente, conllevan similares virtudes y defectos. ¿Qué
propondría yo?: que los organizadores se abstengan de incluirse en la
programación. No considero ético que lo hagan. Los festivales carecen de
dinamismo, sentido crítico (mirada y oído de espectador / oyente). Debieran
ingeniárselas para no mortificar ni aburrir. Imbuirse del cómo juega la imagen
y la actuación y operar en consecuencia.
6
- Atmósfera de homenajes y reconocimientos explícitos o implícitos –y no sólo
por tu trayectoria de seis décadas- es la que advertimos alrededor tuyo, desde
hace un largo rato, los que estamos atentos.
MS - Homenajes y
reconocimientos sospechosos de avisos de esos que señalan la recta final y que
resultan, por lo menos, inquietantes. Con Joaquín Giannuzzi jodíamos: “estamos
en lista de espera”. Procuro ubicarme en términos existenciales y soy conciente
de ello: prolongar el recorrido con trabajo poético como resistencia, como
vital expresión afirmativa.
7 – Siempre quise preguntarte sobre aquella
intervención tuya –creo que única-, sobre los sesentas, como co-adaptador al
castellano nuestro, el de los porteños, junto con Jorge Hacker, de “Raíces”, la
pieza teatral del prolífico inglés (ahora Sir) Arnold Wesker, que inicia la
trilogía que prosigue con “Sopa de pollo” y “La cocina”. Yo fui espectador de
las tres (asistía a todos los espectáculos del grupo “Nuevo Teatro” de Pedro
Asquini y Alejandra Boero).
MS - La primera
traducción de esa pieza fue en la Argentina a través de Ediciones Nueva
Visión, en 1966. En 1971 salió con el sello del Centro Editor de América
Latina. Se representó, con la dirección de Jorge Hacker y actuaciones de Norma
Aleandro, Héctor Alterio, Rubens Correa, Alejandra Boero… Tres años en cartel.
Eso fue comenzar a bailar con la más linda: “no conveniente”, porque lo que
sigue queda por debajo…
8
– A varias personas –y probablemente no a vos- les he referido lo mucho que me
quedó grabado nuestro primer encuentro (fue en el bar “La Ópera”, de la esquina
de las avenidas Callao y Corrientes).
Habrá sido alrededor de 1990, días después de recibir yo una carta tuya,
manuscrita, en la que me trasmitías tus impresiones tras la lectura de mi
primer poemario (yo rondaría mis 45 años), y hasta tus asociaciones con cierto
sesgo de uno de tus libros. Fue mi primera verdadera conversación –casi lo
juraría- con uno de los poetas que yo más seguía desde mi adolescencia. Todo
este prologuito lo instalo para inquirir sobre tus primeros encuentros
personales con escritores que más se te hayan grabado.
MS - De impacto emocional: con Olga Orozco
(también ella había sido invitada a Colombia, pero se negó a concurrir en
nombre de no sé qué conjuro que la esperaba para atentar contra ella; en vano
–me lo habían encomendado- procuré disuadirla). Con gran placer charlé con Juan
L. Ortiz, Raúl González Tuñón, Marco Denevi, Nicolás Olivari (en un cabarute del barrio de La Boca),
Leopoldo Marechal (a quien visité con Roberto Santoro). Por teléfono te conté
que de jovencito yo me paseaba como novio –presuntuoso, ¿no?- con Lila
Guerrero, la notable traductora al español de Vladímir Maiakovski: ella me
introdujo en el mundo social de la literatura. Con Bernardo Ezequiel Koremblit,
fallecido en 2010, tuve una especial amistad y profundo afecto. Talentoso como
pocos e ingenioso como ninguno: arrancó con la presentación de uno de mis
poemarios declarando: yo este libro no lo
leí para evitar que influya en mi opinión… ¿Otros?: Sábato había dejado en
mi casa una copia del todavía inédito “Informe sobre ciegos” y se me extravió entre
tanto papelerío. A Neruda lo conocí donde vivía Margarita Aguirre, su
secretaria. Y en Santa Fe, en ocasión de aquel largometraje memorable, “Los
inundados”, charlé con Juan José Saer.
9
– Una noche de abril de 2007, en el hermoso departamento de la recientemente
fallecida poeta Graciela Wencelblat, estábamos comiendo, bebiendo y chacoteando,
la dueña de casa, nosotros, los escritores Alfredo Palacio, Alicia Grinbank, el
venezolano Luis Gilberto Caraballo, Beatriz Shaefer Peña, Roberto Glorioso, el
español Antonio Quiroga, Emilce Strucchi y tu hijo Ramiro; yo, después de
canturrear un tramo de la milonga “Yo soy Graciela oscura” -letra de Ulises
Petit de Murat y música de Astor Piazzola-, te pregunté si habías llegado a
tratar a Petit de Murat. Vos hiciste un chiste, tipo “¿qué se creen, que soy
tan mayor como para haber conocido a Esteban Echeverría o Florencio Sánchez o
Miguel Cané?”, y me quedé sin saber siquiera si te habías cruzado con él. Y
bueno, pues: aquí estoy con el
interrogante. Y como también recuerdo que algunos jóvenes poetas de tu
generación fueron a visitar a Antonio Porchia, en una época de mucha difusión
de sus aforismos, me gustaría saber si lo visitaste y qué recuerdo conservás.
MS - De Ulises Petit
de Murat tengo presente que me contó no pocas intimidades de su amigo Jorge
Luis Borges. (Estela Canto, que visitó mi casa –cabe destacar-, jamás me contó
nada de su relación con Borges.) A Porchia no llegué a conocerlo: le había
enviado uno de mis primeros poemarios y me respondió con manuscritos de sus
textos originales –que me dedicó- y que también atesoro. Tanto como cartas
manuscritas de Vicente Alexandre y Carlos Fuentes.
10
– Fuiste uno de los responsables de la colección de poesía Elefante en el Bazar,
que a través de ediciones de La Sociedad de los Poetas Vivos promovió
certámenes –Concurso Nacional de Poesía “Ramón Plaza”- y ediciones no sólo de los ganadores de dichos
certámenes. ¿Cuáles fueron los objetivos de ese grupo?
MS - La Sociedad de
los Poetas Vivos surge, claro, después de ver el film de Peter Weir con Robin
Williams: “La sociedad de los poetas muertos”, decadente y desalentador. Con una
práctica político-cultural, el grupo encaró la impresión y difusión de miles de
pequeños volantes con poemas breves y ocasionales. El concurso homenaje al
poeta Ramón Plaza resultó un acierto: participación masiva y nivel creativo.
11
-¿Algún suceso que vos consideres que ha incidido muchísimo en tu inmersión en
la vida literaria?
MS - Uno de los dos que
ha sido determinante en mi vida literaria –que es mi única y elegida vida-, es
éste: Sobre los ’80 yo llevaba ya varios años como representante de ventas –o
como se nos denominaba: corredor- en
el rubro textil, con zona de privilegio. Gané suficiente dinero como para
convertirme en propietario de varias viviendas y otros bienes. En el ’84, a la
salida de un Banco, me asaltaron. Fue muy cruento. Terminé internado con serias
lesiones craneanas. La tomografía (“desgracia con suerte” asevera el vulgo)
detectó un tumor hipofisario con mal pronóstico. Fui operado durante ocho horas
y el postoperatorio demandó quince días en
terapia intensiva. La empresa me jubiló por incapacidad y por la tremenda
depresión que me invadió. Aspirando a eludir interpretaciones sicologistas de
ocasión y sin atribuirme “mano mágica” o fatalismo, sigo creyendo que los
acontecimientos tendieron a ubicarme en la centralidad de mi pasión creativa,
sobre todo con la poesía. Gracias (vale la ironía) a la depre fui perdiendo los bienes. Al punto de sólo quedarme con mi
pequeño departamento, y ninguna otra cuestión más que atender fuera del trabajo
poético. Y sin percibirme contrariado, en la medida en que prevalece la
satisfacción, tras haber logrado conciliar el ser y el quehacer. Dentro del
laburo poético estoy vivo, presente y digno. Fuera de él: huérfano en el
desierto.
Marcos Silber selecciona para esta entrevista, en
julio de 2014, cinco poemas de su autoría: Un cabello apareció en el lavatorio;
suficiente para interrumpir el inmaculado
paisaje,
suficiente para quebrar su casta blancura.
Vaya a saberse qué asuntos lo afligían,
qué pesadumbre lo abatió.
porqué decidió saltar, vaya a saberse.
Allí aparece ahora el moribundo, vencido,
entregado.
Pero no se exhibirá más de la cuenta
su ya esmirriado cadáver. Alguien irá por agua
y el desdichado rodará y entrará
en tinieblas de abismos sin retorno.
Un cabello.
También fue vida.
Es todo.
(De “Primera persona”) TRES
La pelirroja se para en medio de la pista
como en el trono del centro del mundo.
Los hombres susurran y ella lo sabe
por eso avanza las tetas,
el mascarón de su proa.
La rubia de pelito corto sonríe,
los hombres susurran y ella lo sabe,
por eso todo el tiempo sonríe
con dibujo de tonta felicidad.
La morena planta en la escena
su cabeza de mar nocturno que perturba,
y ella lo sabe.
Los hombres apuntan
al camino de seda negro de su pelo
después que pone el cielo en el grito:
"el que no se desnuda bajo la lluvia
no juega;
el que no trepa hasta la cocina de la pasión
no juega.
Vamos muchachos, vamos,
hasta la victoria siempre" !...
(Inédito incluido en “Visita guiada”)
LLUVIA
La lluvia es Dios.
Con mano una de piedad
y de furia la otra.
Si la lluvia se retira
la tierra abandona la tierra
el mar cierra la boca
y toda la palidez se cita
para caerle a la soñadora del ventanal.
La lluvia es Dios.
Si se niega la lluvia
encallan los barquitos de papel,
ningún corazón se dibuja en los cristales
y se queda sin bendición
el pelo de las mujeres de la casa.
Si se retira la lluvia
cómo se lava el demasiado dolor del mundo
y a la carne de la tontita
echada sobre las lozas del patio
quién la lava?
Si se queda la lluvia, si no sale,
se miran perdidos los amantes
debajo del cinc difunto.
Dios es la lluvia.
Si la lluvia se retira
qué será de la sin rostro
que viene cada vez que agua
y no sabe que canta para mí.
(Inédito incluido en
“Convocados”)
LA MOJADITA
(A la sagrada de su entrepierna)
Allí vive, allí, en el centro
del arco de triunfo de sus caderas;
al pie de los terciopelos del horizonte pubiano.
Me llama. La llamo. Nos llamamos.
Habla la siempreviva o lo que es lo mismo
deja oír sus correntadas.
Con mi nave a la vista
se aluviona, se anega,
y a mi mano responde con sus fuentes termales.
Ni pensar cuando el llamado del timbre divino;
entonces ocurren olas de una marea
incontenible.
Juega. Juego. Jugamos.
Los disparos que dan en el blanco
agitan el carrillón de su cielo.
Me llama. La llamo. Nos llamamos.
La insaciable, la voraz
muerde el collar que la visita
y en cada pequeña muerte me devora.
Lavas nacidas en el centro de la tierra
trepan hasta la caldera
de una y otra boca de los dos.
A la conclusión
la mojadita va a decir y dice:
que haya paz, una breve tregua.
Yo, el amador voy a decir y digo:
estamos vivos y esto que sucede es la felicidad.
Ella, la amada, va a decir y dice:
me dio un poquito de frío,
tápame por favor.
(Inédito incluido en “Convocados”)
* Estampida, fogonazo; los dos dieron en el blanco.
Para que todo se corra, se retire.
Abrió sus ventanas el cielo. Y apareció el Arco
Iris.
Allí, en la noche. En el cielo de la
noche.
(Vale, adentro de la caja del sueño).
Vértigo, luego vahído, desarreglo, sismo.
Nada deja de temblar.
Cada algo se asusta, huye, se guarda.
Impasible el Arco. El de la noche.
En el cielo de la noche.
Y continúa fantasmal con luz y luces
sobre uno que allí baila
(tengo cinco años)
y otra, Jeanette McDonald que allí canta
(y tiene, no sé...)
Que ocurrió ? Por qué ruta llegó el hechizo?
Se dislocó el destino?
Se le fue la mano a la razón?
(Tomó de más, seguro)
Afónica, la vitrola alumbra el entonces.
No cuenta preguntar: en la noche,
en el cielo de la noche, qué ocurrió?
Se amotinó el sentido?
De todos modos, a quien le importa.
Dejémoslo así.
Estampida hubo y fogonazo.
En la noche. En el cielo de la noche.
Con Arco Iris y luz y luces
sobre uno que allí baila
(tengo cinco años)
y otra, Jeanette McDonald que allí canta
( y tiene, no sé...)
(Inédito)
* En la ciudad de Buenos Aires, Marcos Silber y R. R., en julio de
2014.
www.about.me/rrevagliatti
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13 de Junio, 2014
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Por Teresinka Pereira
La colección de poemas
de Jaime Kozak que tengo en mis manos, lleva el misterioso título de “HABRÁ
OTRA VEZ (1)” sin la interrogación que le he agregado. El poema que da el
título dice:
Pregunté a los ancianos de las tribus
si puedo iluminar rostros en derivas amadas,
me respondieron:
cuando los pájaros
que anclan levanten vuelo,
no pedirán permiso.
¿Qué esperar sino el rayo
que devuelva al avaro la llave de la vida?
Habrá otra vez.
(pág. 79)
El tema es tan misterioso
cuanto el título y se presenta por eso con unos versos herméticos que abren una
pequeña luz de metáforas dejando al lector satisfecho por creer que lo ha
entendido todo. Los versos y el tema me recuerdan que en el pasado, debido a
una gran amistad que yo tenía con el poeta Henri de Lescoët, fui a visitarlo en
Nice, para entrevistarlo por ser candidato de la Asociación Internacional de
Escritores y Artistas al Premio Nobel de Literatura, en 2001. Cuando anuncié mi visita, Lescoët, quien había sido
amigo del poeta Jean Cocteau, me envió un poema del mismo, que seguía inédito desde
su muerte. Me decía en la carta, que el poema era un aviso. Pero en aquella
época yo no lo entendí muy bien.
Decía:
POEMA
INÉDITO DE JEAN COCTEAU
Alto, mi corazón
Es el final del viaje.
Partir es vivir,
También cambiar,
creyendo que se regresa
a esta edad
en la cual se escarnece
del peligro.
(Traducción de Teresinka Pereira)
Llegué a Nice unos días
después y Henri de Lescoët acababa de morir, a los 95 años de edad, sin llegar
a recibir el Nobel. Entonces entendí el poema que me había enviado. Desde
entonces el tema me dejó recelosa...
Sin embargo Jaime Kozak
siendo tan excelente como estos poetas citados, es todavía joven comparado con
ellos. Parece que se siente maduro, de una madurez positiva, como lo dice en su
poema “ La madurez no es la muerte”: “ es el fuerte puño/ que cubre el pan”. (
p.87). Todo en el libro me parece listo, no por vejez, sino por la “certeza de
muertes próximas”. Y es que la muerte de amigos nos dejan culpables, por
mayores que sean ellos.
Uno puede empezar a sentir
el peso de los años con mucha antecedencia, como el dramaturgo romano Terencio
que a los treinta años ya decía que “La vejez es en sí misma una enfermedad”.
Pablo Picasso no creía lo mismo, porque a los 92 años decía: “Lleva mucho
tiempo para volverse joven”. De esto vemos que edad, vejez, madurez es cuestión
de sentir las circunstancias. Jaime Kozak dice en el poema “Sólo hay que
andar”:
Veo frondosos valles de vejez,
mientras me palpo el mentón
en
acercamientos acuosos.
(p.50)
HABRÁ OTRA VEZ es un libro de tres parte: FÁBRICA DE ALMAS/ LITURGIA
PARA UNA OREJA/ HABRÁ OTRA VEZ. Cada parte corresponde a una etapa de vida, de
la más joven a la mayor y tiene una buena unidad de temas y estructuras. En la
primera parte, en el poema con el sugestivo título “ Al otro lado del libro”
encontramos que desde el principio el tema de la vejez gana el peso que va a
dominar el conjunto. Por eso el libro se hace tan interesante para el lector de
cualquier edad, porque lo que se tiene miedo al final no es a la vejez, sino a
la muerte, principalmente la muerte del amor, estando uno todavía vivo. Es el miedo de vivir solo y sin
amor. Pero la poesía del amor no muere nunca. Tampoco envejece, aunque uno
pueda pensar que sí se puede. En esto, para finalizar, quiero citar los versos
de “Al otro lado del libro”:
Trabajo el oficio de envejecer
donde no flojea el horizonte,
y la bella constancia
de lo que va a decirse,
se repite exactamente
sin trascendencia
como un saludo incomprensible.
(p.24)
Todos queremos la madurez de la poesía, y queremos a la vez que no
envejezca nunca...
(1) Kozak, Jaime: HABRÁ OTRA VEZ. Madrid, España:
Editorial Grupo Cero. 2014
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islanegra a las 05:57 · Sin comentarios
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09 de Junio, 2014
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Presentan: Jenny
Asse y Félix Suárez
Martes 17 de junio, 7:00 pm
Casa del Poeta Ramón López Velarde
Av. Álvaro Obregón 73, Col. Roma, México D.F.
Padre tiene la
cabeza llena de estrellas
poco dice en enigmas de su visión oracular
pero mide el pálpito del día
al seguir los caprichos de la luz
trazando el contorno de la niebla
Despacio bebe a sorbos el elixir del olvido
como si en sus aguas bautismales encontrara al fin
la clave para desvelar el misterio
como si importara certeza alguna
cuando sus labios faltan a la promesa de ser
Y ya siendo silencio
lejana debe parecerle
esta otra orilla
desde la cual
lo miro alejarse
en resplandor.
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islanegra a las 18:31 · Sin comentarios
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09 de Junio, 2014
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** Bajo el lema “La letra y la
paz” esta edición del encuentro poético reunirá las voces de Argentina, Chile,
China, Colombia, Cuba, Brasil, Ecuador, El Salvador, Francia, Jamaica, Kenia,
Nicaragua, Palestina, Perú, Sahara Occidental, Siria y Turquía junto a 29
poetas venezolanos, para cantarle a la vida.
Daniela Saidman
Nadie sabe aun que fue
primero, si la noche o el verso. Lo cierto es que el paisaje estalla en
las palabras que lo nombran, o tal vez resulte que la caricia o la tormenta se
hagan una y otra vez en el papel que trata de contenerlos.
Nadie sabe, pero en todo caso
la poesía lleva entre sus pliegues el comienzo de aquel primer sonido que luego
se hizo palabra o a lo mejor la mirada que luego nació en un beso.
Así lo hemos comprobado a lo
largo de estos once años, en los que voces de los cinco continentes vienen a
Venezuela a contarnos la tierra y las humanas pasiones que nos convocan siempre
y desde tiempos inmemoriales.
Y es que el Festival Mundial
de Poesía año a año nos encuentra para preguntarnos la vida y sobre todo para
llenarla de versos.
Del 13 al 18 de junio en todos
los estados del país se reunirán poetas para ofrecernos ese saber decir que
cantando estremece certezas y dudas, porque la poesía cuando llega donde debe
llegar no nos deja como antes. Eso tiene precisamente de magia y hechizo.
Homenajes
En cada oportunidad este
encuentro que organiza el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a
través de La Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, no solo rinde tributo a
lectores de todo el país y ciudadanos desprevenidos que se encuentran queriendo
o sin querer con los recitales, talleres de creación y libros que difunden la
obra de poetas de aquí y más allá, sino que además sirve de homenaje a
escritores venezolanos a los que se dedica el Festival. El encuentro poético
pone entonces el acento en la difusión de su obra para que no se nos olviden
nunca sus nombres y los versos que se hacen necesarios para pensar y repensar
el país desde la ternura y la profundidad de la palabra. Nombres unidos a
nuestra memoria han estado durante esta década dedicada a llenar de poesía la
geografía enorme de esta Venezuela, entre ellos Ramón Palomares (2006); Ana
Enriqueta Terán (2007); Gustavo Pereira (2008); Juan Calzadilla (2009) ;
William Osuna (2010); Reynaldo Pérez Só (2011) y Enrique Hernández-D'Jesús
(2012). Y justamente en el décimo Festival la poesía le ofrendó sus versos a
Hugo Chávez, el más nuestro de los nuestros, el que hizo posible que este
evento se hiciera cada año para mostrarnos que este es un país de utopías
realizables que ha sabido izar las banderas de la solidaridad y la palabra para
conquistar los mejores sueños de los seres humanos. Por cierto, que los diez
años del Festival también supieron nombrar la poesía más honda de esta tierra
en las voces de “Chelías” Villarroel, Carlos César Rodríguez y José Antonio
Escalona Escalona.
Tres quijotes, tres paisajes
En esta oportunidad el
Festival Mundial de Poesía nos encuentra con tres voces imprescindibles de las
letras venezolanas. Tres poetas, tres lugares y tres paisajes que se dibujan en
las páginas y que saben cada cual a su modo nombrarnos.
El primero dice sueños como
quien hace llover sobre el Orinoco. Todo en Luis Camilo Guevaraes
transcurrir de aguas. Así, es el poeta que nació en Tucupita, en 1937. Del río
le debe haber quedado el tacto de las corrientes y el rumor de las orillas que
se juntan en el Delta formando remansos y caños que despacito llegan al mar. En
su palabra estalla la luz que hace sombras sobre los árboles dibujando los
fantasmas que cada quien lleva a cuestas y susurran amores y viejas pasiones
anidadas en las copas. Festejos y sacrificios; Las cartas del verano; La daga y
el dragón; Vestigios rurales, Devociones y un largo y memorioso relato cuyo
título definitivo es Aún no se hace firme, son algunos de sus libros.
Edmundo Aray, nació en Maracay
en 1936 y es un buscador de palabras, que anda entre poemas, cuentos, ensayos e
imágenes y es el segundo de los homenajeados del XI Festival Mundial de Poesía.
Pertenece al grupo de los rebeldes con causa que juntando sueños e irreverencias
fundó El Techo de la Ballena (1963-1968). Atilio Rey fue el seudónimo que usó
para firmar sus artículos de prensa. En él cabe el paso y el abrazo como si la
ciudad irrumpiera siempre en sus versos o como si le pesara el andar distraído,
por eso lleva memorioso todo lo que sabe de un grito que hace nacer el tiempo
que viene.
Entre sus libros se encuentran
La hija de Raghú; Nadie quiere descansar; Tierra roja, tierra negra; Cambio de
soles; Cantata del Monte Sagrado; Heredades y Mi amado Martí, entre otros. Además,
en 1991 obtuvo el Premio Nacional de Cine.
Cuando en la poesía se nombra
al llano no hay caso, el nombre de Luis Alberto Crespo anda
cabalgando versos repartidos en el aire. El paisaje de este poeta, también
homenajeado en esta edición del Festival, nació con él, allá en Carora, en
1941. Periodista, crítico y columnista, Luis Alberto es un poeta que sabe de la
heredad de la tierra recién amanecida, de ordeños y cantos, de provocaciones y
amores que nacen con el sol para despedir siempre el día cuando atardece
calladito el llano inmenso de Venezuela. Para leerlo están sus libros Si el
verano es dilatado; Novenario; Costumbre de sequía; Sé y Por nada, pero la
lista es más larga. Actualmente es embajador de Venezuela ante la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Tres paisajes y tres poetas
que son lectura necesaria de la literatura de nuestro país en esta edición del
Festival Mundial de Poesía, con ellos y con todos hagamos nuestro el lema de
este año, “la letra y la paz” que cantan los amores buenos del
pueblo venezolano.
Si quiere acceder a la
programación del Festival Mundial de Poesía, ver los afiches de ediciones
anteriores o ampliar la información, los invitamos a visitar la página web de Casa Nacional de las Letras
Andrés Bello, que actualmente dirige el
poeta William Osuna. La dirección es: http://casabello.gob.ve/
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islanegra a las 18:26 · Sin comentarios
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Isla Negra |
no se vende ni se compra ni se alquila, es publicación de poesía y literaturas. Isla Negra es territorio de amantes, porque el amor es poesía. Isla Negra también es arma cargada de futuro, herramienta de auroras repartidas. Breviario periódico de la cultura universal. Estante virtual de biblioteca en Casa de Poesía. |
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Sobre mí |
Gabriel Impaglione
poeta argentino residente en Italia director revista internacional de poesía Isla Negra fundada el 1 de abril de 2004
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