La estupidez de la muerte
O la estupidez de los PasticHes
Estoy escribiendo un cuento. Estoy escribiendo el cuento del ensayo, y estoy escribiendo el metaensayo de los cuentos de los poetas despolitizados. Quiero y serestoy quebrando la gramática, porque me place. La orgasmo y la inconscientizo, porque la poesía se ha sublevado contra toda escritura. (Los roquedantistas avanzan armados. Hay lápices quebrados, hay tizas quebradas y hay falos quebrados en los ojos purulentos de los lectores. En los que callan, en los que temen por un pedazo de pan y parianizan por un pedazo de sueño.)
Un poeta despolitizado es un excecrador, un imbécil; es un taifa. Un poeta, o un intelectual, que roba los temas y que se aprovecha de la situación pariánica y ostracida del acólito, del camarada, del revolucionario real, y no critica a los pastiches que fingen pessoamente, es un canalla. La imitación de los “caracteres” del Erebo es un disparate. El plagio de los enigmas, por parte de los Pastiches, es el sentido mismo del patíbulo. ¿Cuántos poetas desaparecerán en la historia de la poesía? Los Pastiches desaparecerán en la furia del tiempo (o en las máscaras siniestras del chota, o en los hornos fascistas de los fingidores o de los alevosos). Los Pastiches son los colaboracionistas del full-time y de la demokracia. Por los que viven económica y culturalmente de los invasores son infames.
Aborrezco, pues, a los hipócritas, porque nosotros somos la lucha poética que no se ha suspendido en las esquinas del tiempo, y que no podrá suspenderse, porque el capitalismo crudo, el capitalismo busconista, o quevedista, no hace otra cosa que moverse de crisis en crisis. Desde el Renacimiento hasta la crisis de los bancos del siglo XXI el capitalismo no ha hecho otra cosa que tropezar criminalmente (moderna, globalista, nihilista, cínica y neoliberalmente) consigo mismo.
El capitalismo es una blasfemia.
La censura contra los poetas absolutos (del ser o de la nada) y el desempleo infame (o el “part-time” como castigo), no nos han derrotado. Nada, ni siquiera la muerte, podrá derrotarnos. Porque la frivolidad de la televisión, el aburrimiento de los intelectuales, la traición de los editores y de los libreros, la desgenialidad de la cultura folklórica, su tradición, su nacionalismo de pacotilla, su mito, se han derrumbado en el intento de traicionar al poeta (José Martí, Julia de Burgos, Josemaría Lima, Martín Adán, Alejandra Pizarnik), o en el intento de fusilar al poeta (Roque Dalton), o en el intento de ahorcar al poeta mismo (Gérard de Nerval). Algún día, pues, el tiempo desatado de la poesía alcanzará a los poetas despolitizados en la presencia de los héroes caídos y en la presencia luminosa de los genios constantes e irreductibles. Algún día, y ese día es hoy, los Pastiches, los xeroxistas, los postmodernos, los pitiyanquis, los independentistas de las tacitas de té, y los poetas despolitizados se enfrentarán a lo insólito de ser lo que somos, y a lo exótico de ser lo que no sospecha España, pero que ya late latinoamericanamente en nosotros mismo. Porque el poeta paradigmático es inevitable y es fatal.
Somos, pues, lo insospechado del inconsciente político. Somos los que se levantan contra nosotros mismos. “Ellos”, los anexionistas, los muñocistas o los trepadores, no pueden hacer nada despolitizadamente, y tampoco pueden hacer nada ante la imbecilidad de ser-Stalin, ante la estupidez de ser-Hitler, o ante la ingenuidad de ser-Lincoln o de ser-Obama. ¿Cuántos ensayos, pues, han escrito los poetas aquí reunidos a favor de la REPÚBLICA de Puerto Rico? Es inevitable no pensar en Pedro Albizu Campos, en Juan Antonio Corretjer, en Klemente Soto Vélez, en Graciany Miranda Archilla y en Francisco Matos Paoli. Los poetas despolitizados son los que hacen nada. Los poetas despolitizados colaboran con el sistema y se idiotizan haikumente. Los poetas despolitizados afasian.
La poesía está esta noche y serestará siempre de pie ante sí misma. La poesía está mostrando su ser esquizo en la iluminación budista de los espejos. La poesía es furiosamente Zen. La poesía es furiosamente insospechada. Los costumbristas ideólogos de la pastichería, o del kitsche, están profundamente derrotados. Y sólo les queda copiar platónicamente a la copia. Pasar, como si fueran ciertos o desapercibidamente, en la manifestación colonial del pastichismo.
Somos la guerra cultural contra la frivolidad, el cliché y la cursilería de los lectores “light”. Sus “valores” y sus espejos vacíos yacen en los retretes y se han tornado demokráticamente oscuros y hediondos. Sus espejos necros son inlimpiables. La colonia no se limpia, ¡hay que destruirla! Y los aplausos vacíos de los imbéciles ya son inútiles, ya se han hipotecado, se han desintelectualizado a pesar del sonido vacío de los que pretenden “chatear”, sucumbir barbiemente en la gloria fallida de la Internet, o en la sociedad narcodemokrática de la crisis capitalista. Recordemos, pues, “El pequeño manifiesto” de El pájaro loco de 1972.
Los costumbristas han sido históricamente sodomizados. Los Pastiches se han convertido en sodomitas de la moda. Y los gobernadores de Puerto Rico eunucan en el odio de los que mueren y de los que son cómplices (en los jueces, en los abogados, en los periodistas y en los politólogos) y de los que se han convertido en la “virtud” de los fantoches. (¡El amo les ha dado, y los sigue sodomizando!) Antinihilicemos, pues, porque la demokracia es el excremento de la libertad en los shows de las elecciones. No hay en dónde refugiarse, entonces, porque los asteroides avanzan y los gobiernos del mundo, con sus grandes excepciones, se imbecilizan. La estupidez pretende sustituir a la libertá, pero eso es inútil. La poesía avanza cargada de metralla hacia el suicidio final del hombre. Y los poetas diosan y no hay burgués que pueda derrotarlos. ¡La poesía es la droga de Dios! ¡El Ángel Cara de Lata es invencible! ¡La poesía del Orco es filípica! ¡La poesía del Erebo es, y será, invencible! Y los poetas morirán en el sentido mismo de las calles.
¡Estoy escribiendo un cuento; estoy firmando el inconsciente!
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