Entre-vista
en tramos-e, realizada por Rolando Revagliatti
María Pugliese nació
el 29 de mayo de 1957 en la ciudad de Vicente López, provincia de Buenos Aires,
la Argentina. Reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es profesora adjunta
de la Universidad Nacional de Luján –ciudad de Luján, provincia de Buenos Aires- en el Departamento de Educación.
En tal carácter integra allí el equipo de Educación Intercultural. Es profesora
de Castellano, Literatura y Latín, egresada del Instituto Nacional del
Profesorado “Joaquín V. González” en 1981. En su condición de investigadora en
estas materias, es autora de varios libros y de numerosos artículos difundidos
en medios gráficos del país y del extranjero (una pequeña parte es hallable en
la Red). Éstos son los títulos de algunos de sus ensayos: “El desierto y la
memoria (La poesía argentina en la década 1980-1990)”, “Frank Kafka: La condena
o el triángulo de la ausencia”, “Antonio Machado y la ardua tarea de
desrealizar lo realizado”, “Francisco de Quevedo y Villegas o las máscaras de una carcajada”, “Ausencia y
silencio en la poesía de Alejandra Pizarnik”. Su poemario inédito “A paso de
hombre” obtuvo el premio “Sigfrido Radaelli”, otorgado en 1987 por la Fundación
Argentina para la Poesía. También permanecen inéditos “Cripta de amor” (2004),
“Ejecuciones” (2005), “El silencio” (2010). Y fueron publicados entre 1988 y
2007: “De uno y otro lado”, “Viento y cenizas y otros poemas”, “Sobre un puente
de cañas”, “Esquirlas”, “Voces como furias”, “Vigías en la noche” (Primer
Premio del Certamen Internacional Editorial Los Tilos, de la ciudad de La
Plata, provincia de Buenos Aires, 2004). Además de plaquetas con selecciones de
su quehacer poético, fue incluida en antologías no sólo de la Argentina, sino
también de Uruguay, Brasil, Venezuela, Canadá y España.
-Tu apellido –ya me dirás lo que tantos te
habrán preguntado: ¿algún parentesco con Osvaldo?- es el de un insoslayable de
nuestra música ciudadana. Podrías llamarte María Troilo, María Discépolo, María
De Caro, María Magaldi, María Arolas, María Cadícamo, María Gardel. Con las
letras de tango, María, con las milongas, con los valsecitos, con el lunfardo,
con Piazzola, con Susana Rinaldi, ¿qué onda?...
-Muchos
me preguntaron acerca de mi apellido, y otros tantos me trataron con cariño, ya
que les evocaba al maravilloso Osvaldo. Nuestro apellido es originario de la
zona de Puglia –Italia-, y sin dudas debe existir un parentesco lejano que no
verificamos, pero sospechamos, ya que físicamente mi abuelo, mi padre y mi tío
son muy parecidos a Osvaldo. Lo conocí
en una pizzería de Villa Crespo a la que asistía periódicamente; al verlo me
acerqué y le dije “¿Osvaldo Pugliese?”,
él se puso de pie con una sonrisa y mirada interrogantes…, me dio un beso y le
dije “Soy María Pugliese”, y nos
reímos un poco entre cierto intercambio
de palabras. Creo que podría llamarme “Simplemente
María”, bien tele-teatresco lo mío…Tengo poco de compadrita pero bastante de arrabalera
y chamuyera. La radio es una presencia constante en mis cotidianeidades,
desde muy chica, escucho mucho tango, sé las letras de mis autores e intérpretes preferidos y las canto en
principio bajo la ducha, y si me dan espacio, en cualquier lado. Conviven en mi
corazón Julio Sosa, Tita Merello, Roberto Goyeneche, Ferrer-Piazzola, Amelita
Baltar y muchos más.
-Participaste en el Primer Congreso
Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos, en la Universidad Popular
Madres del Plaza de Mayo, en 2002, y en el Tercero, en 2004, con sendas
ponencias. ¿Querrías dárnoslas a conocer y trasmitirnos cómo valorás esas
incursiones en una universidad tan emblemática? El ministro de Justicia y
Derechos Humanos acaba de presentar públicamente el proyecto de ley que
transformaría esa universidad en el Instituto Universitario Nacional de
Derechos Humanos “Madres de Plaza de Mayo”. ¿Algo para comentar?
-Allí,
donde hay una puerta para abrir, me dispongo a pasar… La convocatoria a ese
Congreso me pareció una propuesta necesaria y acorde a los tiempos que corrían
y hacia allí fui con las conclusiones de un trabajo de campo que llevé a cabo
durante cinco años en el Área Metropolitana de la provincia de Buenos Aires
–distrito de José C. Paz-. El eje fue “Lengua materna y diversidad cultural”.
La Universidad desbordaba de estudiantes, profesionales de diferentes
disciplinas, miembros de organizaciones sociales…: una fiesta. La exposición del trabajo inquietó, por la
temática y por los grupos sociales involucrados –inspectores, directivos,
docentes y comunidad educativa de Jardines maternales y de infantes-. Lo que en ese trabajo se plantea como un
diagnóstico, con el transcurso de los años se convirtió en una trama que a modo de espiral se abrió a contextos mucho más complejos (sigo
profundizando en ellos). En los años 2003 y 2004, con un equipo multidisciplinario, propusimos talleres de juego en un hospital
infanto- juvenil de Salud Mental ubicado
en el Gran Buenos Aires. Quise centrarme en niños menores de seis
años, y con dolor y sorpresa descubrí que no había registro de niños menores de
ocho años…; elegimos casos de niños y niñas de ocho a doce años. En el Tercer
Congreso expusimos las conclusiones. Durante el mismo, se multiplicaron las
ponencias, los talleres, los asistentes. Otra fiesta. Las instituciones –como
tales- tienden a clasificar, y a mi criterio, toda clasificación y normativa es
excluyente.
-En
un Sitio declarás que tu primer poema lo pergeñaste a tus doce años. Dieciocho
años después una Institución premia un poemario tuyo. Y no lo has publicado. Ha
quedado allá, en 1987, acaso en un Word que mantenés en tu computadora, acaso
en un único ejemplar anillado. Ha quedado como un hito íntimo. ¿Cuál es la
historia, qué te fue pasando con esa obra? Algunos de los poemas de “A paso de
hombre”, quizá corregidos, ¿han sido incorporados a tus poemarios publicados?
-A los doce años comencé a escribir en forma
sistemática y exclusiva, poesía; desde los ocho escribí microrelatos, crónicas
y cartas, cientos de cartas a mis abuelos y tíos italianos en un idioma
precario y fabuloso, del que me atraía el sonido más que el significado. Cuando percibía que no contaba con el
vocabulario adecuado, tomaba como referencia las cartas recibidas desde Italia
y las reformulaba. En mi humilde casa no había más libros que los manuales
escolares. Mi mayor influencia fueron “las bibliotecas orales”, constituidas
por las narraciones de familiares y vecinos,
amigos de la familia, todos ellos emigrantes de las provincias o inmigrantes:
en dos cuadras a la redonda habitaban franceses, portugueses, alemanes,
polacos, holandeses, españoles, correntinos, paraguayos, bolivianos,
austríacos, chaqueños, árabes, italianos de Sicilia, Calabria, Potenza,
Bolognia, todos con sus costumbres y lenguas trasplantadas a una zona semipoblada del actual partido de Malvinas
Argentinas. Por lo tanto no nos quedaba más que visitar una y otra casa –la del
almacenero, la del zapatero, la modista, el albañil, el plomero, el obrero, el
mecánico y el cura-, y en cada lugar aromas y músicas diferentes, objetos
misteriosos. En la casa de mis vecinos franceses vi por primera vez una enorme
biblioteca ubicada en una galería muy luminosa. Su dueño, Rogelio –ex
seminarista- nos dejaba explorarla, mirarla. La presencia de esos objetos me
impresionaba. Cuando aprendí a leer descubrí que estaban ¡escritos en
francés!!! Ya no me importaba, ya me habían transportado a mundos de aventuras
y maravillas. Rogelio era buzo y había conocido en Francia a Jean Cousteau, nos
hablaba de él mientras recorríamos el mini museo marino que había armado en el
garaje. A medida que fui creciendo
entendí que en medio de tanta diversidad había una constante: todos llegaron a ese
barrio escapando de algo…
“A paso de hombre” iba a ser publicado de modo
independiente, con formato de cuadernillo por su brevedad; no hubo acuerdo ni morlacos, entonces decidí participar del
concurso con expectativas de una posible edición. Sólo hubo honores. Casi todos
los poemas fueron incluidos en “Esquirlas”,
sin modificaciones.
-Me ha interesado la opinión que el poeta
santafesino Rubén Vedovaldi instaló en uno de los blogs que administra el poeta
neuquino Aldo Novelli, quien te presenta como “poeta de palabras aladas”, a
propósito de una muestra de textos tuyos, María: “Versos de ágil claridad: un
viaje de imágenes que nos abren a otras imágenes en creativo equilibrio entre
la razón y la intuición.” Transcurrido un cierto lapso entre lo que refiero y
hoy, más allá de la gratificación del halago, ¿qué añadirías? Hasta los títulos
de tus libros nos aproximan a equilibrios…
-Las
imágenes y los equilibrios habitan tal vez en algunos lectores, en otros el
misterio de lo incomprensible, en otros el interrogante: “¿Esta pérdida latente e inasible es de verdad, qué le pasó?”. Mi poesía emerge desde todos los sentidos
–administrados por la razón-, todo vale, lo de afuera y lo de adentro, en
movimientos constantes, en desorden y caos, al ritmo de la respiración y con el
cuerpo del trabajo. Las palabras con las que construyo los poemas son espejos,
y lo que se refleja en ellos depende de la luz, el lugar desde donde se mire y
la mirada…, sobre todo la mirada…
-Hubo
un poeta portugués, Al Berto (Alberto Raposo Pidwell Tavares), fallecido en
1997, que afirmó: “Escribo con un sólo fin: el de salvar cada día”. Y lo
tenemos a Ernesto Sábato: “No he escrito nunca por placer, he escrito siempre
por no morir”. Nabokov admitió que escribía por placer y para quitarse de encima
el libro en que estuviera ocupado. Flaubert también: “Escribo sólo por el
placer de escribir (…) En mi pobre vida, tan vulgar y tranquila, las frases son
aventuras, y no obtengo otras flores que las metáforas.” Y Tolstoi, más o
menos: “No escribo por ambición, sino por gusto.” Gabriel García Márquez
blandió que él escribía para que sus
amigos lo quisieran. Otros, como Alberto Moravia, sentenció: “Escribo para
saber por qué escribo”; o Arturo Uslar Pietri: “Escribo más para entender lo
que busco que para expresar lo que entiendo”. Instalada vos, María, con ellos,
en la pasarela, ¿por dónde te ubicás? Esto es: ¿de quiénes quedarías más cerca?
Hablanos de tus fines y tus placeres y tus morires y tus saberes y
entendimientos.
-Me
siento un poco más cerca de Moravia, y parafraseándolo diría que “escribo para
saber por qué escribieron otros”. Los fines fueron virando en cada etapa de la vida, pero
coinciden con lo que expresan “los monstruos” que citás y me alejan totalmente
de lo expresado por Sábato.
-El amor, la lectura, el dinero, la
religión, la política… ¿Cómo dirías que te has ido relacionando con esos
asuntos en las distintas etapas de tu vida?
-El amor
a la política me enseñó a trabajar en grupos y con propósitos colectivos -y
como todo gesto amoroso, me ayudó a sobrellevar las derrotas-. Las lecturas compartidas y comparativas
contribuyeron a la organización de mi trabajo.
El dinero va y viene. Y el amor
en todas sus expresiones es casi mi religión. El texto que aparece en la
contratapa de “Voces como furias” -1996-, da cuenta de todo esto. Te invito a
que lo rastrees.
-Nuestros lectores conocen los títulos de
algunos de tus ensayos. Te insto a que nos acerques a ellos, sintetizando para
nosotros tus visiones (e inclusive, trasmitiéndonos si en algún caso se ha
modificado tu enfoque). Complementariamente, puesto que sé que tenés en
elaboración al menos un par de estudios sobre las obras de Myriam Fraga y
Aleilton Fonseca, de quienes, además, has traducido textos al español, también
te insto a que nos acerques a ellos.
-El primer ejercicio de análisis literario fue
acerca de Julio Cortázar; lo escribí a pedido de una compañera directora de la revista del colegio secundario -ya se
había difundido en ella un poema mío-. Y fue, en verdad, una excusa para adentrarme en la vida y obra de Julio
Cortázar, cuya lectura le estaba dando bastante trabajo a mis catorce años. Así
es como ocupándome, sin apuros, de uno u otro autor con el que me identifico
por alguna cuestión, escribir acerca de ellos me obliga a sistematizar las
lecturas. Intento en los ensayos concretar un análisis de un aspecto de la obra
–el mismo varía según el autor- desde una perspectiva socio-histórica.
Conozco bastante la obra de Aleilton Fonseca
–contemporáneo-, es poeta y narrador. Al principio traduje algunos cuentos y el
año pasado comencé con la poesía. El
contacto con la obra de Myriam Fraga es más reciente, me interesa mucho, es muy
compacta y original, con identidad marcada; es contemporánea de Alejandra
Pizarnik, y en la actualidad me encuentro entrecruzando sus propuestas
poéticas. Veremos qué resulta.
-En
los últimos años expusiste en coloquios de literatura bahiana, en Brasil, y en
un simposio en Paraguay. Tanto en éstos como en otros eventos internacionales,
¿cómo te han resultado esas participaciones? Y, desde luego, sobre qué
expusiste.
-La
primera participación en San Salvador de Bahía –Brasil- fue en el 2011, por
gentileza de los miembros de la Academia de Letras de Bahía. Mi conferencia se
centró en el escritor Antonio Castro Alves, “el poeta de los esclavos”. El
título de la misma fue “Antonio Castro Alves: hermano de los pobres, hijo de la
tempestad”. Expuse en español; la presencia de estudiantes -en su mayoría
negros- me emocionó, literalmente hasta las lágrimas. La segunda fue en 2013, con
un ensayo acerca de la poesía de Myriam Fraga, quien estaba sentada en tercera
fila, atenta y sensible; otra emoción compartida…
En Asunción del Paraguay el eje fue la poesía en las
tres orillas: Paraguay, Argentina y Brasil.
Abordé al autor Aleilton Fonseca
–brasileño- en su libro de poemas “Un
río en los ojos”. Cada encuentro de
este tipo, cualquiera sea el lugar en el que se concrete, nos exige mucho
esfuerzo a los escritores, ya que en la mayoría de los casos tenemos
obligaciones laborales y/o personales. A
pesar de ello provocamos encuentros presenciales para reafirmar lazos que se
originaron a través del correo postal, luego el electrónico y ahora a través de
las redes. Por ejemplo, con los
escritores bahianos inicié el primer contacto catorce años atrás; pero lo mismo
sucede con escritores de mi propio país o barrio.
-En
tanto que además del castellano y el latín, no te son ajenos los idiomas italiano,
inglés y portugués, y uno de tus artículos éditos en 2007 es “Lengua y
literatura: ¿qué significa enseñar una lengua?”, te disparo: María, ¿qué
significa enseñar una lengua?
-Realmente
es un disparo, Rolando. Si tuviera la
respuesta… Ése fue el título de un seminario en el que participé –no fui la
única exponente- en el año 2006 en Buenos Aires, destinado a profesionales de
diferentes áreas que trabajaban con niños/as menores de seis años. El mismo fue grabado y desgrabado, aquí va un
fragmento: “Cualquier elemento puede ser un signo en la
medida en que signifique algo distinto de sí mismo, que lo represente. Un grito
espasmódico acompañado de la agitación de los miembros es signo de dolor, no es
el dolor. Lo esencial es que la señal que envía un mensaje a un receptor esté
dentro de un sistema -aunque se trate de códigos elementales-, y que el
receptor entienda el significado del mensaje. Todo lenguaje se articula a través de códigos y por ellos podríamos
distinguir al lenguaje verbal -cuyos
signos son artificiales, por lo tanto engañosos- del lenguaje natural manifiesto
en los rasgos fisonómicos, la indumentaria, la liturgia como reiteración de
formatos a modo de rito. La diferencia
entre los lenguajes naturales y las lenguas formalizadas es su relación con
el contexto; las naturales son
dependientes del contexto, por lo tanto
más concretas, en cambio las formalizadas son independientes y exigen un mayor
grado de abstracción y objetividad. Los niños/as más
pequeños se manifiestan muy receptivos ante los lenguajes no verbales, si esto
es tenido en cuenta por los adultos, cuanto más organizado sea el uso del
lenguaje verbal en situaciones cotidianas, más fluidos serán los vínculos
comunicacionales. En toda lengua existen palabras cuyo significado está
dado por el conjunto de circunstancias
externas que lo rodean, y esto da origen a un problema de carácter léxico que
aparece con mayor frecuencia en niños/as menores de cinco años: no existen
relaciones siempre exactas entre los planos significativos y el plano fonético
de cada una de las palabras de una lengua. A veces una misma combinación de
fonemas puede poseer diferentes significados, otras en cambio es un mismo
significado el que admite distintas combinaciones fonéticas. Estos matices que
abordaremos con más detalle más adelante, acarrean equívocos que interfieren en
los procesos de enseñanza-aprendizaje.”
-¿Perdura inédito desde el 2005 ese ensayo
que titularas “Poesía e infancias”? Me atrae muchísimo. ¿Cómo está encarado?
¿Nos transcribirías un párrafo?
-Sí, cada
vez encuentro una nueva arista y sigo. Muchos escritores abordaron el tema
–Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, María Elena Walsh, Federico García Lorca,
José Martí, Juan Ramón Jiménez, entre otros-. Ellos me aportaron mucho desde lo
conceptual, pero en la organización metodológica del trabajo estoy más cerca de
Federico García Lorca. Aquí transcribo uno de los apartados de “Poesía e
infancias”:
“Nana, arrullo, regazo.”
“Algunos autores reconocen en las nanas el
primer contacto con el lenguaje práctico, tal vez por su esencia evocativa,
sintética, eficaz, rítmica y, sobre todo, por ser un vehículo de emoción y
sentimientos. Las nanas no admiten dispersiones, exigen una respuesta inmediata
ante una necesidad concreta biológica y/o afectiva. Arrullar, inducir al sueño,
calmar, consolar, jugar, son sus funciones genuinas. En forma directa ― a través
del contacto de los cuerpos ― o indirecta ― con la voz y el ritmo como
mediadores ― constituyen un diálogo íntimo. El encuentro es corporal, en
él tanto la posición de los brazos como el
tono muscular del regazo, la placidez del sostén, los ritmos de la respiración
“del otro”, los latidos de la sangre, delimitan ese espacio de contención. El
vaivén del arrullo se refuerza con la mirada, la caricia y un suave murmullo.
¿Cuándo y por qué surge, entonces, la
palabra? El lenguaje verbal es evocación, es una representación
“artificial”, no se puede prescindir de la presencia concreta durante el
arrullo, pero sí de la palabra y ésta a la vez puede prescindir del regazo. El
término “nana” alude a la mujer cuidadora, encargada de amamantar y asistir a
los bebés hijos de nobles.
¿Cuál es su relación con las primeras
composiciones poéticas? Imagino a estas mujeres, en ocasiones con varios niños
a cargo, inclusive sus propios hijos, yendo y viniendo desde los quehaceres
domésticos hacia las cunas desde donde reclamaban “su
presencia corporal”. Las cunas contaban con un arco en su base que permitía la
oscilación rítmica del vaivén, imagino a estas mujeres ocupadas tratando de
hacerse presente a la distancia, con un pie sobre el arco al ritmo del vaivén:
la voz, el ritmo, el canto y las palabras constituían entonces esa otra
presencia física, la del lenguaje emotivo.”
“Son las pobres mujeres las que dan a
los hijos este pan melancólico y son ellas las que lo llevan a las casas de los
ricos. El niño rico tiene la nana de la
mujer pobre, que le da al mismo tiempo, en su cándida leche silvestre, la médula
del país.
Para provocar el sueño del niño
intervienen varios factores importantes si contamos, naturalmente, con el
beneplácito de las hadas. Las hadas son las que traen las anémonas y las
temperaturas. La madre y la canción ponen lo demás”. De: “Las nanas
infantiles”, Federico García Lorca, español (1898-1936).
“Los rastros de estas composiciones
simples, breves, improvisadas, hasta a veces sin rimas, permanecieron a lo
largo de la historia por su transmisión en cada núcleo familiar a modo de
secreto con poderes mágicos. Constituyeron un recurso apropiado para “hacer
tiempo” antes del auxilio; en sus melodías y en sus palabras se reconocen al
decir de García Lorca “la sangre” del calor histórico. Monotonía y melancolía
conforman las esencias de las nanas. Son necesarios dos ritmos: el ritmo físico
de la cuna, la silla o el vaivén del cuerpo, y el ritmo intelectual de la
melodía. El adulto alterna estos dos ritmos con distintos compases y silencios;
los combina hasta conseguir el tono justo que encante al bebé. El texto no
tiene valor, el cansancio o el dolor ceden ante el ritmo y la vibración de la
voz sobre ese ritmo.
En la melodía se refugia la añoranza
de tiempos pasados ya que define los caracteres geográficos y la línea
histórica de una región. La canción de cuna perfecta se podría lograr con la
repetición de dos notas entre sí, alargando sus efectos. El objeto fundamental es
dormir al bebé que siente ganas de jugar, por lo que el canto es un modo de
incentivación al juego que él mismo genera a través del balbuceo.
Las palabras, entonces, son un instrumento
de los adultos al que transfieren sus propias necesidades; asimismo, a través
de ellas los niños se trasladan fuera de sí, a la lejanía, a sitios fabulosos
habitados de aventuras… para hacerlos volver a sus regazos, para que cansados,
concilien el sueño. Los personajes recurrentes de las nanas son seres
“activos”, con movimientos gráciles. A oídos de los niños constituyen una
precoz iniciación al lenguaje poético, quienes fueron iniciados en este rito
acuden a él aún en edad avanzada a través no sólo de la apreciación poética
sino también de los juegos con el lenguaje, adivinanzas, enigmas, etc.…”
-No sé si elegirás para acompañar este
reportaje textos de tus poemarios inéditos. En todo caso, ¿nos interiorizarías
sobre lo que primordialmente subyace en cada uno de ellos?
-Los dos
primeros poemas que transcribo
pertenecen a “Cripta de amor”, que permanece inédito en su versión gráfica pero
que fue difundido en forma parcial en diferentes sitios web. Esta cripta está construida por diez bloques,
en cada uno hay dos textos espejados en el que se narra una misma situación
desde una perspectiva diferente; el enlace entre uno y otro texto se da a
través de una cita bibliográfica. Los otros pertenecen a “Ejecuciones” (empecé a escribirlo en 2005 y
aún sigo en su elaboración).
María
Pugliese selecciona para esta entrevista, en enero de 2014, seis poemas de su
autoría:
De “Cripta de amor”
I
Nadie es el otro. Nada importa
saber qué piensa y por qué
había llegado hoy allí.
Toda idea fue previa.
Ahora la única inquietud sitia la expresión de los labios
semiabiertos. ¿Cómo saben los besos?,
¿con qué frecuencia se rozan o se alejan?, ¿cuál es el punto en que los propios rasgos desvanecen en
mullidos impactos? Una tenue presión más y el encuentro de lenguas, es el
momento de un giro sinuoso e imprescindible de los cuellos, cóncavo y
convexo. Acompasados.
Sólo labios sin cuerpo, sólo lenguas sin voz, sólo
ritmos alientados por respiros.
Abrir y cerrar.
Hacia adelante un desfiladero de ráfagas que intentan espiarse. Como ojos, imaginan las líneas aplastadas de
los rostros e intentan tomar distancia para abrir la mirada. Pero se alargan: caer y sostener para volver
a caer y sostener. Dos en la multitud,
dos aleteos de palomas sobre un cable a la espera del vuelo. Dos en un vuelo sin cielos, arrumbados,
bajotecho.
Persiste la inquietud por saber el sabor de los
besos. ¿Vendavales? ¿Salitre? ¿Miel de
pétalos? ¿Aromas de glicinas? Ajenjo.
No hay sabor en los besos transmutable en esencias.
Danza de ensalmos.
Algo quebró y se aúna para embestir una y otra vez: ¿quién es? ¿quién soy?.
No hay sabor en los besos y sin embargo nada está quieto,
todo es asombro, nuevo.
boca
entrada, agujero,
orificio, hueco, raja, grieta, rendija, jeta, abertura, tragaderas, salida,
pico, embocadura, fauces, tragadero, bocacha, hocico, labios, morro, bocaza
Diccionario
de sinónimos y antónimos. Espasa Calpe.2005
Para nada y en soledad
extrema
con el único afán
de profanar insignias
hubo quien ideó el
primer criptograma
para nada ni nadie
a ras del
suelo
En este instante
me ciñe por los flancos
y un suspiro amargo
imanta los alientos
puja médanos
con labores pacientes
de intemperie y viento
bajotecho
Para nada
una sobre otra
dentro de
Ciertos sabores
me llegan encubiertos por las reminiscencias del recuerdo, atados a las circunstancias,
a los preparativos -quién, cuándo, cómo
presentaba los alimentos-. Comer
era una fiesta. Y sentarse a la mesa un ritual habitado de palabras y
risas. ¿Tienen edad los paladares? Hay días en que hasta mastico sin ganas, es
como si la saliva empastada lijara mi garganta;
y ese vacío en el estómago que debería alertar al apetito, se niega por la
sed, una sed insaciable que distorsiona
todos los sabores.
Labios sin cuerpo
sobre piernas
que alegan algún vago
estertor
se abren
como fauces
*
De “Ejecuciones”
el olfato
ondula
entre los
vestidos que conservan la fragua
de los
aromas íntimos
y me
traiciona
el sabor
del café
oscila por el borde de la taza
y refiere a
los sellos de la boca
sobre el
esternón
y me
traiciona
el
discurso de un andar constante
bajo
sauces sombreados
evoca pasillos maullidos vidrios rotos
escritos
llantos desesperos
vanidades
y me
traiciona
el erizo
cautivo
se
resiente
se niega
al alimento
se
encrespa y se contrae
cuando el
único peligro es la huída
cuando la
única certeza es la ansiedad
y me
traiciona
la estela
enaltece
con ráfagas
aristas
que devuelve el sueño:
mejillas
en roce
cinturas
trenzadas
piernas
en arco
ensalmos placidez
y me
traiciona
son una
niebla espesa
que
transmuta en desprecio
cualquier
rastro de amor
**
a contrapelo
cabalgamos llanuras
desiertos estepas
cima y sima
nos elegimos viento
flameamos entre mástiles
proas y popas
enaltecimos al agua
y aplacamos al polvo
por las terrazas y los terraplenes
por los sinuosos senderos de las villas
a la hora de la siesta
escandalizamos el meneo de las hamacas y los
barriletes
con alas de gaviotas
y temblor de palomas en celo
fuimos viento
herederos
del miedo a las catástrofes
fuimos giro torbellino ímpetu
trashumancia
huérfanos
del tibio arrullo
previo
al sueño profundo
nos elegimos viento
para deambular
por ciudades oscuras
a medianoche
y desprender sin pudores
las vestiduras del paisaje
ingenuos e ignorantes
nos elegimos viento
dónde virar
cómo reconocer
encontrar
***
esas
estampas
por
detrás
son
huellas?
hubo pies
territorios rutas
allí
entre las madejas?
los residuos que deprenden aromas nauseabundos
contienen algo más que abandonos y muertes?
fiel a
los hilos de
deshacer las tramas
y desatar los nudos
atraviesa
lo enmarañado
a paso
lento
se
encauza hacia el plácido sendero de sus ojos
e
interroga
queda algo por decir?
en medio de
las sombras que se desperezan
sobre un haz oblicuo de la lámpara
al ras del vaho extendido por las hojas del tilo
encima de los
paños que ondulan la terraza como
fantasmas
en frente
del ocaso en el que la ciudad se aletarga
y nos devuelve las voces de los niños allí
abajo
los
cantos de los obreros que penden de una soga
el crujir
de los carros y las bocinas
las sirenas
las cortinas de agua
todavía
queda mucho por decir
los
sitios de la espera y el desencanto
debieron haberse poblado de palabras
los
gestos de su pulgar en mi mejilla
debieron haberse poblado de palabras
las bocas entrelazadas en los besos
debieron haberse poblado de palabras
el sudor
el cansancio el llanto la traición la
cobardía
debieron haberse poblado de palabras
cada país habitación suelo lecho manta
que nos atravesó
distanciados vacíos tristes extraños
debieron haberse poblado de palabras
las
tenues nevadas sobre las acacias
el sopor
del asfalto en los eneros
los
zorzales y tacuaras en pugna por tan solo una rama
debieron
haberse poblado de palabras
los aeropuertos
las estaciones y los equipajes
testigos permanentes
debieron haberse poblado de palabras
por los
bálsamos del sol al mediodía
por los
túneles del miedo y las retaguardias
por los
escondites que gestaron y dieron a luz estigmas de esperanza
por las voces
desperdigadas en soliloquios
y por
todos los espacios del desencuentro
aún
queda
tanto
por decir
**
dispone
sus manos
blancas pequeñas de uñas cortísimas
sobre las hojas
en
movimientos opuestos hacia afuera
las recorre
como si
fueran las yemas
-no el
índice ni el pulgar-
las
portadoras de llaves
que con
rasgos prolijos gráciles y equilibrados
abrirán puertas
en medio
del silencio y los desechos
dispone
sus manos
y con
sólo dos gestos
traza los límites: ya no más inocencias
En la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, María Pugliese y R. R., enero 2014.