Blog gratis
Reportar
Editar
¡Crea tu blog!
Compartir
¡Sorpréndeme!
¿Buscas páginas de poesía?
Revista Isla Negra
Casa de Poesía y literaturas
« Blog
Entradas por tag: poesía
Mostrando 21 a 30, de 245 entrada/s en total:
10 de Septiembre, 2014 · General

Norma Etcheverry: sus respuestas y poemas


 
Entrevista en tramos-e realizada por Rolando Revagliatti
 
  
 
Norma Etcheverry nació el 5 de mayo de 1963 en Ranchos, provincia de Buenos Aires, y reside en Ringuelet, localidad del aglomerado urbano Gran La Plata, en la citada provincia. En 1981 fue cuando se mudó a la ciudad de La Plata, en cuya Universidad Nacional de La Plata (UNLP) se graduó en la carrera de Periodismo. Publicó los poemarios “Máscaras del tiempo” (1998), “Aspaldiko” (2002) y “La ojera de las vanidades y otros poemas” (2009). Con el título “Lo manifiesto y lo latente” fue incluida en 2011, dentro de la colección “Cuadernos Orquestados”, dirigida por Abel Robino, una muestra de sus poemas concebidos después de 2009. Inédito permanece el volumen “La vida sin O.”, de poesía y relato breve, como así también“Viajar, leer, inundarse”. Actualmente trabaja sobre un poemario  (“México”) y una novela breve que aborda el amor y la política. Textos suyos fueron traducidos al francés, euskera y portugués. Invitada participó, por ejemplo, en el Primer Festival Internacional de Poesía “San Nicolás de los Arroyos”, en el Quinto Encuentro Poético (ciudad de Buenos Aires, abril 2010:http://es.calameo.com/read/00064806894a6df53cc91 ), en la Feria del Libro y de las Artes de la ciudad de Berazategui, en el Encuentro Argentino de Poesía Rosario 2012, en el Festival de Poesía ABBApalabra, en México. Poemas y comentarios bibliográficos de su autoría aparecieron en medios gráficos y digitales: Diarios “El Día” y “Diagonales”, de la ciudad donde reside, Revista “El Espiniyo” de la ciudad de City Bell, “Jornal Rascunho” y “Folha de San Pablo” de Brasil, entre otros. 
 
 
 
 
          1 – Ranchera de nacimiento, infiero por lo que he pesquisado,  que por decisión familiar te criaste a 45 kilómetros de la Capital Federal, en Alejandro Korn, y ya más por “imperio de las circunstancias” en tu adolescencia te vas unos 15 kilómetros más lejos de la Capital y allí te quedaste. Norma: tu familia, tus raíces, tu entorno…
 
          NE – Efectivamente, nací en un pueblo rural llamado General Paz (Ranchos), donde vivía “gente de campo”, con sus costumbres, sus creencias, sus sueños y  sus limitaciones. Por razones familiares, a mis seis años nos mudamos a Alejandro Korn, que si bien es también un pueblo provinciano, tiene más que ver con la ciudad que con el campo. Alejandro Korn es “el último cordón del conurbano hacia el sur”, y el contacto con la Capital era, ya en aquella época, muy  frecuente. La diferencia de idiosincrasia con Ranchos  fue algo que me marcó para siempre. En una novela que escribo y reescribo (hasta que me decida a “expulsarla” de mí), la primera línea narrativa recorre la oposición campo-ciudad y las antinomias que se me plantearon en la vivencia cotidiana desde entonces, en las cuales consciente o inconscientemente identifiqué el interior con el radicalismo  y el  conurbano  con el  peronismo. Esta cuestión implica otras  menores (o no tanto); por ejemplo, el hecho de ir a un colegio religioso en Ranchos, donde había ciertos lujos como un gran piano en la sala de música, y, por otro lado, asistir después a una escuela que me sorprendió por las modestas instalaciones y la situación económica de mis compañeros. Pero no me disgustó, al contrario, guardo en mi memoria algunos recuerdos entrañables, como cuando llegaba la hora del mate cocido con leche, en esas aulas de madera sin estufas durante las mañanas heladas del invierno. Yo fui allí sabiendo leer de corrido, mientras que la mayoría aún estaba aprendiendo, así que muchas veces me tocaba efectuar la lectura del día desde un libro que nunca olvidé: se llamaba “Caleidoscopio” e intuyo que incidió esa obra con mi pasión por viajar y compenetrarme con otras geografías y otras gentes. Cada capítulo se refería a un lugar o situación distinta, y para mí, exótica. Ya el caleidoscopio giraba y enfocaba una tribu del Amazonas, ya apuntaba en dirección a los Andes mientras San Martín cruzaba la cordillera, ya caía en medio del Círculo Polar Ártico, donde un grupo sami se deslizaba en trineo por el hielo de Laponia. Fomentó mi curiosidad; y mi entusiasmo por la  lectura.
          Otra cuestión que me marcó entonces tiene que ver con el mundo de los hombres y el de las mujeres. Me crié en una familia de mujeres fuertes, algunas por carácter (como mi abuela y mi tía, la única hermana de mi madre), y otras por necesidad, como mi madre, que tuvo la osadía de divorciarse y enfrentar sola la vida con cuatro hijos  (tres, varones). He aquí que también me imbuí del mundo masculino. Además, en el campo quedó mi familia paterna, compuesta de padre, tíos y primos, de sangre vasca y pocas palabras. Alterné entre ambos mundos gran parte de mi infancia y toda la adolescencia, y ese ir y venir me abrió interrogantes sobre los que indago todavía.
          Cuando terminé la secundaria, coincidieron algunas razones familiares para que, otra vez, nos mudáramos de ciudad, ahora a La Plata, donde vivía mi tía materna, una mujer emprendedora, de mucha personalidad, que muy pronto supo qué hacer conmigo y conseguirme un empleo público que me permitió estudiar y aprender a manejarme en un contexto de relaciones más complejo que el que yo conocía. Así, apenas con dieciocho años, ya trabajaba en el Ministerio de Economía mientras estudiaba Periodismo. Con la llegada de la democracia, participé en política y casi sin proponérmelo me encontré muy cerca de la entonces vicegobernadora Elva Roulet, otra mujer “fuerte”; por lo menos lo fue, simbólicamente. En esta instancia, aparece en mi esquema de pensamientos y acción, el tema del poder. De hecho, a menudo viajaba con ella a pueblos del interior como aquellos en los que yo había vivido, y observar las necesidades de la gente desde el escenario o desde la ventanilla del auto oficial, me producía una contradicción terrible. Volvía la antinomia peronismo-radicalismo, también en lo personal, ya que me enamoré de hombres peronistas (traicionando a mi padre, supongo) de los que después me separé. El amor también fue siempre oscilar entre dos mundos.
 
 
          2 - ¿Cómo “te explicarías” tus búsquedas formativas en Derecho, Letras, Filosofía, Técnicas de Psicodrama en la Escuela de Psicología Social, curso de Yo-auxiliar en la Asociación de Psicodrama, dibujo y pintura en los talleres de Manuel Oliveira y de Hebe Redoano, acercamientos a la interpretación de la Kabalah, seminarios de Cine y Literatura, así como sobre Nietzsche, o Estética, o sobre “Lo queer en la literatura del cono sur”, taller con Alicia Genovese en la Casa de la Poesía…?
 
          NE - Voy a empezar contando una breve anécdota. Cuando estaba en sexto grado, creo, debí abocarme a la redacción diaria y el título convocante era “Nerón incendia Roma”. Al día siguiente me llamó la vicedirectora para felicitarme: tuve por primera vez conciencia del acto de escritura en relación a los otros: me obsequió un hermoso cuaderno de tapas duras y me dijo “tenés que escribir tu diario”. Eso hice, y en uno de esos cuadernos (ya estaba en la secundaria), afirmé que estudiaría Psicología o Letras. Sin embargo, instalada en La Plata vine a estudiar Relaciones Públicas, y ese año los cursos estaban suspendidos, la carrera de Psicología no existía (se había cerrado durante el Proceso) y por alguna razón que no comprendo no opté por Letras. Terminé  en Periodismo, sin una verdadera vocación, aunque siempre lo asocié con el oficio de escribir, lo que me dio una formación bastante amplia. Mientras participé en  política estuve unos años en Abogacía, pero estudiar códigos de memoria me aburría. Por fin, decidí anotarme en Letras para cursar las Literaturas (argentina, alemana, francesa, española, clásicas, etc.), porque leía mucho y desordenadamente. Cursé las materias de Teoría y de Crítica Literaria, Filología y  optativas de Filosofía. No tengo una vocación definida; procuré buscar, hacer lo que sentía que era el camino por donde tenía que transitar para nutrirme. El psicoanálisis, la Cábala, Nietzsche o mezclar colores en un lienzo mientras leía las “Cartas a Theo” de Vincent Van Gogh, fueron surgiendo a medida que andaba por la vida, y así es todavía. Cuando asistí al seminario de literatura queer fue porque estaba leyendo “Austria-Hungría” y me entero que José Amícola (con quien había aprendido mucho en la Facultad), iba a dar ese seminario en el que, entre otros autores interesantísimos como Copi o Marosa Di Giorgio, estaba Néstor Perlongher. Es una búsqueda constante de ese momento de plenitud, en el que “ser y devenir son la misma cosa”, como dice John Berger. Una “cacería de instantes”, con las palabras de Leopoldo Castilla, refiriéndose estrictamente a la poesía.
 
 
 
          3 - ¿Ejercés o has ejercido el periodismo de modo sistemático? ¿Es o ha sido tu actividad laboral redituable?
 
          NE – Desde 1983, como dije antes, comencé a trabajar en el Senado de la provincia. Me recibí y comencé a hacer prensa. Mi primera experiencia fue ésa, en lo institucional, y no demasiado imparcial puesto que era un equipo que funcionaba alrededor de un cargo político. Hice algunas incursiones en radio pero no era el periodismo lo que más me motivaba sino el acto de la escritura. El hecho de hacer periodismo político (y en cierto modo partidario) me limitaba, me enojaba. Recuerdo esos comienzos como muy en contradicción conmigo. Odiaba ir corriendo con un micrófono detrás de alguien para que se dignara contestar mis preguntas. Prefería las notas donde podía escribir serenamente, aunque fuera una pequeña colaboración en un suplemento. No obstante, tal vez por comodidad o por cierta seguridad económica preferí quedarme en el área legislativa, en vez de, por ejemplo, irme a Buenos Aires y abrirme camino en el  periodismo en una época en que, en La Plata, todavía se discutía la profesionalización; el diario “El Día” evitaba dar trabajo a estudiantes de Periodismo. Incluso la carrera, si bien era universitaria, no tenía rango de Facultad. Eso fue cambiando y no sólo no se discutió el periodismo desde lo académico sino que adquirió niveles impresionantes. A ello contribuyó el avance tecnológico: a mediados de los ‘80 lo más sofisticado era tener un fax y en pocos años, internet explotó.
 
.
 
          4 – En esto de haber accedido a tu poética pero tener sólo algunos datos sueltos sobre vos, así operan en mí, sueltos, los datos referidos a que no sólo viajaste profusamente por nuestro país, sino que también visitaste Bolivia, Perú, Chile, Brasil, Uruguay, México, España, Italia y República Checa. Nos ayudaría a conocerte si evocaras aquellas “andanzas”.
 
          NE – Mi predisposición se habrá constituido por la vida un poco nómade que tuve, pero también por pura curiosidad. Cuando era chica, me quedaba a ver pasar los trenes en la vieja estación de Ranchos y me preguntaba por los pasajeros, adónde irían, qué historias tendrían esas personas que miraban un pueblo quieto en medio de la nada. Conservo enmarcada una nota de Luis Gruss, en una contratapa del diario “Sur”, de 1989, que se titula “Trenes porque sí”, en la que ilustra sobre la relevancia de los trenes para los pueblos y su mítica belleza. Cuando comencé a andar por el país y mi tren se detenía, en la noche, en estaciones solitarias desde las que se divisaba alguna lucecita prendida, en un pueblo, me veía a mí misma, niña, en la estación de Ranchos. Las primeras veces que salí del país fueron a Brasil, un país que aprendí a querer recorriendo sus vastas extensiones por tierra y leyendo las novelas de Jorge Amado. A los 26 años ya me había casado y separado, y decidí irme sola a Perú. Ahorré, pedí una licencia sin goce de sueldo y me fui por tres meses. Descubrí nuestro Norte maravilloso, Salta, Jujuy…, pasé a Bolivia, y después subí a Perú. Había conocido hacía muy poco al que sería el padre de mi hijo. Creo que me asusté, y por eso salí a buscar-me. Cuando llegué a lo más alto de la ciudadela, en ese paisaje imponente y celestial que es el Machu Picchu, con la Huayna Picchu enfrente (montaña vieja y montaña joven, tal lo que significa, con el Río Urubamba corriendo abajo…; allí, de pronto, supe que estaba dispuesta al compromiso afectivo y, fundamentalmente, a que, llegado el caso, tendría un hijo). Fue un gran viaje. Otro, aconteció cuando viajé a Euskadi, para visitar Iparralde, donde intuía estaban los orígenes de mis ancestros. Mi padre había muerto cuando yo tenía 18 años y mi tío abuelo vasco me decía palabras en euskera que nunca olvidé. Para entonces, ya había publicado “Máscaras del tiempo”, y en este viaje sembré la semilla de “Aspaldiko”. Cuando volví a La Plata, estuve un año aprendiendo la lengua vasca. Aspaldiko es una expresión del euskera que significa “cuánto tiempo sin verte”, y es un libro que busca raíces de España, pero también es mi libro más político, en el sentido en que, sin darme cuenta, está atravesado por la crisis de 2001 en nuestro país. Mientras tanto, seguí andando con mi hijo por toda la Argentina y Brasil. Recuerdo el verano de 2007, cuando hicimos el trayecto por tierra hasta Ushuaia. Su papá fue un hombre a quién amé profundamente y su desaparición física fue un quiebre para mí. De él aprendí una búsqueda singular atravesada por la psicología, el psicoanálisis  y (¡otra vez!), la política. No encontré más con quien dialogar –ese dialogar-, como lo hacía con él. La Patagonia seca y desértica fue como un bálsamo para mí, kilómetros y kilómetros de…; a veces, el mar. Después de cruzar hacia el Calafate y andar por el hielo del glaciar, bajamos hasta el fin del mundo.   
          Y hace poco cumplí el sueño de conocer Praga, lo que deseaba desde chica, cuando leía historias sobre los países que estaban “detrás de la cortina de hierro”, y sobre la Primavera de Praga; sobre la vida de Václav Havel, el dramaturgo que fue presidente, y  antes de eso, Kafka a través de sus “Diarios” más que de sus novelas, y supongo que Milan Kundera en “La insoportablelevedad del ser”. Viajar es como el segundo verbo, igual que escribir, aún antes que respirar. Ojalá pudiera más, pero no tengo medios para eso, ahorro lo que puedo y, cuando tengo vacaciones, aprovecho. En alemán, hay dos verbos que me gusta pronunciar, uno es  reisen, viajar, y otro es werden, devenir. Entre ambos, un lazo muy íntimo. El viaje, literal y metafóricamente, indica una búsqueda y en ese camino de buscar hay una transformación, algo deviene en otra cosa, generalmente superadora. El proceso es similar en el amor, en los vínculos, en la escritura. El viaje es el camino, como en el famoso poema de Constantino Cavafis: Itaca es el camino. Una vez, tendría diez o doce años, leí un artículo en las “Selecciones del Reader Digest” que narraba cómo un geólogo desquiciado había golpeado la estatua de la Piedad, fragmentando parte de su rostro y el brazo. Hace un par de años, cuando tuve a la Pietá frente a mí, detrás de un cristal, resguardada para evitar ataques salvajes como aquél, no pude evitar emocionarme. Lloré, pero creo que las lágrimas de mi niñez, cuando leí esa historia, se unían desde el libro a la realidad, como en el caleidoscopio que giraba y giraba hasta detenerse. Así, ahora, yo reúno mis partes en el tiempo.
 
 
 
          5 – “Poesía a la calle” fue una consigna que sostuviste en 1987 con Gustavo Caso Rosendi, Patricia Coto, Eduardo Rezzano, Susana Kakuyaku… Además de situarnos en los ámbitos donde se produjo, ¿cómo la caracterizarías? ¿Qué les dejó de grato y de insatisfactorio?
 
          NE –Éramos jóvenes y, en esa época, el mercado editorial nos quedaba lejos. Así es que la idea de hacer nuestros propios libros y ofrecerlos al transeúnte común, fue un hecho singular: el acto grupal “de unirse para”, con nuestros libros en mesitas improvisadas en medio de la Plaza San Martín. La gente nos miraba con curiosidad, no estaba acostumbrada a ver poesías expuestas en la calle. Lo hicimos varias veces en La Plata, y también en Berisso y Ensenada. Merece nombrarse a Esteban Tómaz, quien fue el gestor y puso mucho empeño, aunque también es cierto que cuando propuso pergeñar un reglamento para adecuarnos a un determinado funcionamiento, algunos nos alejamos. De esa época es mi amistad con dos grandes poetas de La Plata, cada uno en su estilo: Caso Rosendi, de quien estoy convencida que su libro “Soldados” es valioso en la transformación estética de un hecho histórico que jamás se olvidará: la gesta de Malvinas. El otro es Eduardo Rezzano, además músico, y cuyo estilo, imposible de encasillar, es original y desestructurado. Lo más grato de aquella iniciativa fue la camaradería, y al “reconocernos” alcanzar una noción de la entidad “poeta”. Por lo menos para mí, en cuanto recién empezaba a mostrar mis versos un poco más allá del círculo íntimo,  y ese ámbito me servía para reflejarme, para ver “dónde estaba parada” en esto de escribir. No había juicios entre nosotros porque la autoridad la tenía el tipo de la calle, la chica o  la señora que se paraba y rescataba algún poema de entre tantos. Insatisfactorio, nada, en todo caso, se aprende de los propios límites. Lo grupal no es fácil de continuar en el tiempo sin reglas de convivencia y, por otra parte, ¡es imposible pedirle a un poeta que acate las reglas! La idea de llevar la poesía adonde está la gente es algo que siempre me moviliza. Me gusta ir a leer a escuelas, cárceles, sindicatos… En los ‘90 hubo emprendimientos de escritores  más jóvenes que ya no están, como Mariano Ojea y Pablo Ohde. Versos lanzados desde avionetas, o afiches pegados en las paredes, fueron algunas de las propuestas. A partir de una iniciativa de la comuna por la que se editó una antología (en la que no participé porque la política y otras búsquedas me habían alejado de la poesía) se organizaron varios ciclos de lecturas que me ayudaron a reencontrarme con la gente. De esos ciclos, recuerdo especialmente el de “El Café de los Poetas”. Ana Emilia Lahitte iba a las lecturas y nos escuchaba y, en mi caso, como en tantos, ofreció su ayuda para divulgar mi poesía. En esa época conocí a Horacio Castillo, que nos recibió en su casa (yo fui con el querido César Cantoni) y conversamos largamente una tarde de verano hasta el anochecer; también a Rafael Felipe Oteriño, que ahora reside en Mar del Plata pero ama su ciudad natal.
 
 
 
          6 – ¿Algo que nos quieras trasmitir de lo que opinás de los Encuentros de Escritores y, en particular, del “Festival de Poesía ABBApalabra”?
 
          ET – Estoy persuadida de que, como decía Alberto Vanasco, “la verdad de la poesía es la amistad  de los poetas”, no porque la amistad sea más importante que la poesía, sino porque en esa amistad se forjan vínculos y se comparten instancias que nos hacen dignos de ella. Por supuesto, como en todas partes, hay mezquindades y ambiciones, pero a la larga caen las máscaras y queda lo esencial. Los encuentros son positivos en todo sentido. Si no somos soberbios y aceptamos reconocer el nivel propio y ajeno, eso, a mí me motiva a trabajar más, a leer más, a aprender más. El Festival de ABBApalabra en México me otorgó la satisfacción de leer mis textos en lugares como Matehuala y Real de Catorce, en la sierra huasteca, en San Luis Potosí, conociendo y alternando con poetas de otras geografías y de otras culturas. Fue intensa la actividad.
 
 
 
          7 – Mantuviste, entre otros, www.diagonalconverso.blogspot.com y la revista del mismo nombre que se distribuía por correo electrónico. Te propongo que nos reseñes esas iniciativas, quiénes fueron divulgados, durante qué lapso.
 
          ET – Mi objetivo era delinear una especie de diario (yo lo llamé “revistual”), que diera cuenta de las actividades de los poetas de la ciudad. Entre 2005 y 2007 se publicó la revista “El  Espiniyo”, dirigida por José María Pallaoro: entrevistas, ensayos como el que hizo Alejandro Fontenla sobre Héctor Viel Temperley, la aparición de poetas nuevos y “novísimos”, en fin, que sacudió la modorra platense y dejó documentado en soporte papel un material valiosísimo. A mí me provocó el deseo de hacer algo, una especie de intercambio informativo continuado sobre las actividades del  “mundillo”, para no perdernos de vista. Envié por correo un primer número en el cual aparecían poemas de Rezzano de su “Gato barcino”. En cada edición redactaba una nota principal sobre la escritura, el amor, el tiempo, la poesía femenina... Y transcribía versos de consagrados y desconocidos. Concreté varias ediciones entre 2007 y 2009. Fueron divulgados Horacio Preler, Néstor Mux, Roberto Themis Speroni, Mario Porro, Guillermo Pilía, Diego Roel, Martín Raninqueo, Eric Schierloh, Carlos Aprea, Norberto Antonio, Sandra Cornejo, Silvia Montenegro, Ethel Alcaraz, Olga Romero, Horacio Fiebelkorn, Lara Villaró... Y hubo un artículo sobre Matías Behety, que aunque nacido en Montevideo, Uruguay, en 1843, tras haberse radicado acá y fallecido en 1885, es considerado el primer poeta de La Plata.
 
          8 – Roberto Daniel Malatesta publicó en 2004 su poemario “Por encima de los techos” (Editorial Leviatán, colección El Viaje, Buenos Aires), a partir de la tremenda inundación que se produjera un año antes en su ciudad de Santa Fe. Y vos, Norma, debiste pasar una noche con tu familia sobre el techo de tu casa durante la también tremenda inundación del año pasado. ¿Cómo afrontaste semejante avance de las aguas y qué instaló y desplegó en tu subjetividad y en tu obra?
 
          NE – Es increíble cómo, de alguna manera, el agua siempre me persiguió. La primera imagen que me viene a la mente es el desborde del Río Salado, y en el medio del campo un ranchito con el agua tapando las ventanas. En el techo, una heladera. Es un recuerdo de cuando tendría… no sé, menos de diez años. Luego siempre, cuando llovía en la noche, sentía angustia “por lo que se mojaba con la lluvia”,  pero en relación a la gente humilde, las casas modestas, las cosas que había afuera y se arruinaban. Ya en La Plata, no muy lejos de donde vivo desde hace veinte años, hay un arroyo que suele desbordar y afectar a decenas de familias que viven en la orilla. En “Máscaras del tiempo” hay un poema que se llama justamente “La inundación”. En 2002, cuando construían la Autopista La Plata-Buenos Aires, yo misma me inundé: cuarenta centímetros de agua en mi casa, hubo un antes y un después para mí, tiré algunos libros y papeles pero no fue lo principal, porque por ese temor eterno mío, cuando empezó a llover más fuerte levanté todo, absolutamente todo cuando nadie imaginaba que el agua subiría. Eso afectó sólo a la zona del norte, en Tolosa y Ringuelet. Así que, cuando volvió a suceder en 2013 y esta vez fue un desastre y tapó a toda la ciudad, yo no podía creer que volviera a pasar. En mi casa tuve casi un metro de agua, pero hubo otras donde subió hasta dos! Agradezco a Dios haber llegado a tiempo (había ido justamente a Ranchos) para estar con mi familia y resistir juntos esa noche espantosa, con gente que estaba en la calle, separada de sus seres queridos por  distancias insalvables. Todavía no pude escribir nada sobre esa noche, todavía me contengo. Un poema mío bastante divulgado es “Aguas”: creado a raíz de la inundación de 2002, y que recién  apareció en mi libro“La ojera…” en  2009. Sí estoy con un módico proyecto en imprenta (“Viajar, leer, inundarse”): rescate de unos treinta textos (no me animo a denominarlos poemas) de mis cuadernos pasados por agua: líneas que empiezan o terminan en puntos suspensivos, que son las borraduras del agua. Es algo experimental; aun en la falta de palabras de cada línea, se arma un sentido. Sobre todo porque eran registros de viajes, lecturas, películas que vi, momentos. Me parece milagroso que se pueda transformar en arte el dolor.
 
 
 
          9 – Milagroso…, agradecimiento a Dios: ¿cómo te llevás con la representación “Dios”?
 
          NE – Tengo un costado místico sobre el que se apoya una fe que me ha ayudado en circunstancias de dolor o tristeza, y también en esos instantes en que parece ser que uno está presenciando un milagro. Creo en Dios, o en los dioses, no sé, me da igual. En la soledad y en la visión de la muerte. No se trata de un Dios injusto que permite que mueran inocentes en Palestina: los hombres son los que matan. Pienso en algo superior en relación al universo: asirnos a algo que nos distraiga del inmenso absurdo de la existencia. Cuando se alcanza a vislumbrar la fenomenal contradicción que conlleva la condición humana, si uno no es un poco místico se arrima demasiado al suicidio o la demencia. Soy  optimista, opongo al absurdo mi entusiasmo por la vida. Me agrada repetir el significado griego del vocablo entusiasmo: “tener los dioses adentro”.
 
 
*
 
  
Norma Etcheverry selecciona para esta entrevista, en septiembre de 2014, siete poemas de su autoría:
 
  
Aguas
 
 
                                                  La lluvia es bella y triste
                                                   y acaso nuestro amor sea bello y triste.
                                                  Raúl González Tuñón
 
 
Dice la lluvia que esta vez
pasará de largo
que no se llevará los colchones
ni las fotos del bebé
ni los papeles del renó
ni la escritura del terreno
que no dejará su marca en las paredes
heridas de arroyo abierto
bajo un cielo de cartón
chapas grasas de la noche
en que resbalan las gotas
por la frente del barrio
dice la lluvia que luego
se tenderá  mansita
sobre el asfalto que viene a cuenta
de una promesa
o en otras sogas de la ropa
o en el escote del veranito
que arrima mesas
a la vereda
 
Va tan rápido el mundo, la vida,
pasan los nombres en el diario
y tantas cosas pasan
pero el agua
no
el agua se queda
estancada
un remolino de basura
frunce la banquina y tus labios, negra,
que antes del agua fueron de miel
ahora son dientes
perros en furia mordiendo el barro
 
dice la lluvia que ya basta
digo yo, negra, que ya basta
que así no se puede construir
ningún amor
ningún recuerdo
para mañana.
 
 
                                                                                                                                 (de “La ojera de las vanidades”)
 
 
*
 
 
 
Andamos por las calles de esta ciudad
y nos emborrachamos
y salimos a buscar cuerpos adonde perdernos
de lo que más amamos
 
donde extraviar la última posibilidad
de ser cotidiana y remotamente feliz.
 
       (de “Aspaldiko”)
 
 
*
 
 
 
El cable del teléfono
 
 
Sentada al sol
miro mi casa desde fuera de mi casa
la música del auto me envuelve lentamente
todo se detiene
y por un instante
reparo en el cable del teléfono.
Recortado en el fondo de este cielo
me impresiona pensar que todos estos años
ha sido el mismo cable.
Toda esta vida en esta casa
con ese mismo cable negro
péndulo apenas
mecido por los vientos
reseco al sol
lluvia tras lluvia
sobre el mismo objeto mudo
que estuvo allí permaneciendo cada día
cada noche
cada año de todos estos años y tantas voces
tantas conversaciones
tantas historias o fragmentos
de historias
que entraron y salieron
toda la vida y toda la muerte toda
pasando por allí.
Como un cordón umbilical que alimentara
de palabras al mundo.
 
 
 
                                                                                                                             (de “Lo manifiesto y lo latente”)
 
 
*
 
 
Angst
 
    La angustia permanece porque permanece
     la fragilidad.
 André Conpte-Sponville
 
 
 
Cada vez que anda cerca
es posible sentir
la limitada expiación
la inutilidad del gesto que pide clemencia
tanto como la persistencia de la lluvia
o la voracidad del viento.
Es pavorosa
la fragilidad
la entera fragilidad de todas las cosas
y también de nuestras existencias
nuestras mezquinas formas de ser en la profundidad
de la grieta
por donde hacemos agua.
 
 
 
                                                        (de “Lo manifiesto y lo latente”)
 
*
 
 
 
La otredad
En definitiva, si no fuéramos tan vulnerables nunca habría nada que decir.
 
Lo íntimo
Confiar. Habitar el oleaje, cada día, sin pertenecer a nada más que al insistente espejo de lo íntimo.
 
El viento
Escucho el viento, su nombre que viene desde la ruta del desierto cuando las caravanas de menhires deslizaban sus almas blanquísimas y ya estabas, estábamos ahí. Cuando todavía no teníamos designio de los ángeles ni rostro humano.
 
 
                                                                                                                                                    (de “La vida sin O”).
 
 
 
*
  
Ringuelet, departamento de la Ciudad de La Plata y Ciudad Autónoma de Buenos Aires, distantes entre sí unos sesenta kilómetros, Norma Etcheverry y R. R., septiembre 2014.
Palabras claves , , , , , ,
publicado por islanegra a las 07:36 · 1 Comentario  ·  Recomendar
 
31 de Agosto, 2014 · General

Rafael Alberto Vásquez: sus respuestas y poemas


 
Entre-vista en tramos-e realizada por Rolando Revagliatti
 
 
 
 
Rafael Alberto Vásquez nació el 11 de octubre de 1930 en Buenos Aires (ciudad en la que reside), la Argentina. Integró el Grupo Literario “Barrilete” y participó, entre 1963 y 1967, en la dirección de la revista del mismo nombre. En 1966 formó parte del equipo que condujo “ La Voz de la SADE ” –Sociedad Argentina de Escritores- en Radio Municipal, con María Elena Walsh y Héctor Yánover; y en 1969, con Alicia Dujovne Ortiz y Nelly Candegabe, de la misma audición en Radio Nacional. Fue candidato a vocal por la lista “Movimiento Gente Nueva” en las elecciones para la conducción de la SADE en 1965, así como en 1975 lo fue por la lista “Agrupación Gremial de Escritores”. Con otros poetas, entre 1983 y 1986, fue integrante del “Grupo de los Siete”, editores de cuadernillos de poesía. Por su libro“Apuesta diaria” le fue concedida en 1964 la Faja de Honor de la SADE. Ha sido incluido, entre otras antologías, en “Buenos Aires dos por cuatro” de Osvaldo Rossler (Editorial Losada, 1967), “El 60” de Alfredo Andrés (Editorial Dos, 1969), “Generación Poética del ‘60” de Horacio Salas (Ediciones Culturales Argentinas, Ministerio de Educación, 1975), “Dársena Sur. Selección de Poetas Argentinos Contemporáneos”(Edición Servilibro, Asunción, Paraguay, 2004), “Legado de Poetas. Poesía Social Argentina 1956-2006” de Roberto Goijman y Diego Mare (Ediciones Patagonia, 2007). Poemas suyos fueron incorporados al LP “Buenos Aires vuelta y vuelta” (1966) y a los CD “Buenos Aires, la noche” (2000), “Rita canta a los poetas” (2001), “Eduardo Baró. Urbango” (Bruselas, Bélgica, 2005). Publicó entre 1962 y 2011 los poemarios“La verdad al viento”“Apuesta diaria”“La vida y los fantasmas”“La piel y la alegría”“Hay sol en Buenos Aires”“Cercos de la memoria”“Ese sitio sin paz de la memoria”“Explicaciones y retratos”. En 2003, la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires editó el cuadernillo “Ciclo de Poetas del 60. Rafael Alberto Vásquez”. En ese mismo año, Editorial Libros de Tierra Firme da a conocer su ensayo “Informe sobre Santoro” (Aproximación bio-bibliográfica sobre el poeta Roberto Jorge Santoro, con apéndice y antología).
 
 
 
 
 
 
          1 - ¿Cómo nos armarías un boceto de tu transcurrir desde aquel primer 11 de octubre… hasta poco antes de la irrupción de “La verdad al viento”?
 
          RAV – Nací en el barrio de Boedo, concurrí a la escuela primaria argentino-alemana Germania Schule, etapa durante la cual perseguía a mi madre para leerle poemas de una antología infantil que me habían regalado, y el secundario lo hice en el Colegio Nacional de Buenos Aires.  A los quince años comencé a urdir poemas y fundé una “revista literaria” de pocas páginas, hecha a mimeógrafo, para vender en la misma división del Colegio, primero, y más adelante colocarla en librerías de la calle Viamonte, en cuyas inmediaciones estaba la Facultad de Filosofía y Letras. A fines de 1949 ingresé a la Facultad de Derecho y rendí las primeras materias. Fue recién en 1961 cuando después de aprobar una de tercer año, decidí abandonar la carrera. En 1950 trabajé unos meses como auxiliar administrativo en el Colegio Nacional: conocí a Manuel Antín, quien también trabajaba allí. Nos hicimos muy amigos, compartiendo estudios, salidas al cine y al teatro, y también la poesía, ya que Antín, antes de dirigir películas escribía poesía y dramaturgia. 1951 fue un año perdido, de marzo a diciembre, cumpliendo el servicio militar obligatorio en un cuartel de Ciudadela. Tres años después, en el nº 16 de la revista-libro “Buenos Aires Literaria”, soy publicado por primera vez: una nota bibliográfica de cinco páginas sobre tres libros de poesía aparecidos por entonces. En julio de 1955, en el nº 1 de la revista “Letras Mundiales”, se editan, en tres páginas, también por primera vez, poemas de mi autoría. En el mismo año en que abandono Derecho, en concurso organizado por la SADE y el Fondo Nacional de las Artes, fui uno de los veinte autores seleccionados para la edición de un libro con préstamo del Fondo. Uno de los jurados, Bernardo Ezequiel Koremblit, también director del área cultural de la Sociedad Hebraica Argentina, comenzó a reunirnos a los seleccionados y así fui conociendo a los escritores Luis Ricardo Furlan, Inés Malinov, Atilio Jorge Castelpoggi, Julio Arístides, Emma de Cartosio, Osvaldo Rossler, José Isaacson, con lo cual concluyó mi aislamiento. Además de esas reuniones, que no sé ya con qué periodicidad se hacían, recuerdo que Julio Arístides y José Isaacson conducían la FADRYGLI (Federación Argentina de Revistas y Grupos Literarios Independientes), con encuentros en un café de la calle Cerrito esquina Bartolomé Mitre. Y se organizaban lecturas de poemas, en la SADE , en un colegio, en Estímulo de Bellas Artes. Después, esta nueva forma de comunicación empalma con la creación del grupo Barrilete. Porque a Roberto Santoro también lo conocí en las escaleras de la Hebraica. Me lo presentó Luis Ricardo Furlan, que venía con él; y Santoro, con su libretita mágica llena de anotaciones, chistes, teléfonos y direcciones, supo darme el teléfono de otro poeta que yo quería conocer: Horacio Salas. El azar que interviene en la vida. Yo acostumbraba a cortarme el pelo en una vieja peluquería que estaba en la Avenida de Mayo entre las calles Chacabuco y Piedras, al lado de las oficinas del diario “ La Razón ”. Entre las revistas disponibles para los clientes que debían aguardar su turno, una tarde me puse a hojear un ejemplar de “Vea y Lea”, revista para todo público que compartía entonces una franja del mercado familiar con “El Hogar” y con “Mundo Argentino”: no sé si te suenan esos nombres… Todas ellas, además de chismes, notas de actualidad, fotos, traían algún cuento y algunos comentarios bibliográficos. El que me interesó, por la habilidad del cronista y por las trascripciones poéticas del libro comentado, era sobre el primero, “El tiempo insuficiente”, de un joven poeta, Horacio Salas. Esa conexión con su poesía dura hasta hoy, que sigo admirando su estilo y continuamos la amistad. Pero no mucho después aquel encuentro sirvió para que Santoro me pidiera un poema para publicar en su revista mensual de ocho páginas, “El Barrilete”, iniciada en agosto de 1963. Y hacia fines del mismo año me convocó para integrar un grupo de trabajo literario que, además, se hiciera cargo de su revista, crecida en páginas que, con altibajos, idas y venidas de sus integrantes, duró hasta fines de 1974.
 
         
          2 – En no menos de seis ocasiones –y porque me esmeré en repetirlo lo menos posible en tu presentación- debí asentar el nombre de tu ciudad (que es la mía), y en tres ocasiones –y aquí también me esmeré- quedó la inscripción de tu pertenencia a la generación “del ‘60”. Apuntando no tanto a los que jugamos de “locales” y estamos informados, Rafael, ¿intentarías devolvernos tu visión de porteño de estos puertos, del cómo la viviste a nuestra ciudad en las sucesivas décadas, de tus “grados” de consubstanciación con sus barrios y problemáticas, y de qué ha sido o significado la generación poética aquella, de la que has sido uno de sus insoslayables referentes?
 
          RAV - Yo siempre sostuve que mi contacto con la ciudad tuvo sus peculiaridades. En razón del lugar donde vivía de chico con mis padres: Barrio Norte, después San Nicolás, no tuve calle ni “potrero”. Pero al crecer, siempre me gustó caminar las calles de la ciudad que quise y quiero. Con amigas o amigos o solo, era lindo recorrerla. Pero también por la poesía entró la ciudad: Evaristo Carriego, Jorge Luis Borges, Nicolás Olivari, José Portogalo, Baldomero Fernández Moreno, Raúl González Tuñón, Mario Jorge de Lellis. La ciudad también fue creciendo en mis poemas. En mi segundo libro, de 1964, “Apuesta diaria”, la última sección se llama “Buenos Aires en mí” y se cierra con el único poema largo que escribí en mi vida, que ocupa seis páginas y titulé “Canto confidencial a Buenos Aires”, con un epígrafe de Borges y que dedicara a Horacio Salas. Esa forma de situarme en la ciudad me hermanó con los otros poetas que integramos el Consejo de Redacción de la revista  a la que me refiriera en mi respuesta anterior y que fuimos: Daniel Barros, Ramón Plaza, Miguel Ángel Rozzisi, Horacio Salas, Roberto Santoro, Marcos Silber y yo. Más otros que también la sintieron y vinieron al grupo, como Martín Campos, Alberto Costa, Alicia Dellepiane Rawson, Ana Fernández, Diego Jorge Mare, Miguel Ángel Páez, Carlos Patiño y Felipe Reisin. Aunque ciñéndome a la visión de tu pregunta, “porteño de estos puertos”, muy pronto quienes habitamos la ciudad nos perdimos el puerto, como entrada y salida de los grandes barcos. Recuerdo haber despedido a Martín Campos en la Dársena Norte , cuando se fue a Italia por varios años. Después sólo quedaron las salidas de aquellos barcos más chicos que partían, desde la Dársena Sud , hacia Colonia o Montevideo en la República Oriental del Uruguay. Y los aliscafos con el mismo destino. Pero el puerto en sí fue un recuerdo o una nostalgia para generaciones anteriores. En el tema generacional de repente mis coetáneos o los poetas cinco años más jóvenes nos encontramos con una pertenencia casi impuesta –pero aceptada- de integrar la Generación del 60. Antonio Requeni en diversas notas, Alfredo Andrés (“El 60”), Horacio Salas (“Generación poética del 60”), comenzaron a hablar de esta generación. Algo que resultó cierto. Por las fechas de publicación de nuestros libros, por el estilo más directo y conversacional, por el acercamiento al mundo del trabajo, también por la ciudad recorrida, los primeros libros de cada uno mostraban algo o mucho de esos factores aglutinantes. Mucho después, en 1990, apareció “El 60, poesía blindada” (Los Libros de Gente Sur), con selección de Rubén Chihade y María del Carmen Suárez y un valioso prólogo de Ramón Plaza; más una lista de 150 poetas, 70 publicaciones de la época y una veintena de poetas antologados. Aunque el proyecto de continuar la muestra se frustró, es otra obra para consultar.
 
 
 
          3 – Resalta –según los datos que poseo-, que allá lejos en el tiempo, en dos oportunidades te involucraste en la disputa por, integrando listas de conducción, promover cambios en la cuestionada –y con lapsos horrendos, bastante después- Sociedad Argentina de Escritores. Además, fuiste co-conductor de dos programas radiales, que se llamaban nada menos que “ La Voz de la SADE ”. ¿Qué SADE prevalecía por entonces? ¿Qué proponían en 1965 y en 1975 los perdidosos movimientos que integrabas? ¿Cómo ha proseguido tu vinculación con las instituciones gremiales?  
 
          RAV – Es cierto. Desde la revista “Barrilete” abogamos por “cambiar” la SADE. E incitábamos a que los jóvenes poetas se asociaran, para poder tener voz y voto en las elecciones. Por supuesto, en esas dos ocasiones salimos últimos. Pero buena cantidad de escritores nos votaron. Y el esfuerzo, los ideales que sosteníamos y el trabajo compartido fueron distintos, sobre todo por las épocas y por los resultados que se dieron a posteriori. En 1965 la lista del “Movimiento Gente Nueva” proponía, en primer término, “la profesionalización de la actividad del escritor mediante una eficaz y dinámica estructura de la SADE como organismo gremial”. Y vale la pena trascribir los nombres de quienes éramos candidatos. Titulares: Pedro Orgambide, Alberto Vanasco, Dalmiro Sáenz, Juan José Sebrelli, Luis Ricardo Furlan, Antonio Requeni, Germán Rozenmacher, Juan José Saer, Ariel Ferraro, Esteban Peicovich, Federico González Frías, Arnoldo Liberman y Alberto Luis Ponzo. Suplentes: Roberto Santoro, Horacio Salas, Marcos Silber, Héctor Yánover y Rafael Alberto Vásquez. Asesores Letrados: Santiago Bullrich y Vicente Zito Lema. Pero pese a diferencias ideológicas y gremiales me parece útil consignar qué escritores integraron la lista que ganó y condujo la entidad en el período 1965/1967. Titulares: Córdova Iturburu, Ulyses Petit de Murat, Lisandro Galtier, María Angélica Bosco, Osvaldo Rossler, Florencio Escardó, Beatriz Guido, Gustavo García Saraví, Bernardo Ezequiel Koremblit, José Luis Lanuza, Sixto Pondal Ríos, César Rosales, María de Villarino. Suplentes: Julio Arístides, Juan José Ceselli, Ezequiel de Olazo, María Elena Walsh y Emilio Zolezzi. Todos nombres de peso. Ahora voy a los hechos posteriores. Lo positivo: abrir el juego a los jóvenes. En octubre de 1965 se creó en la SADE la Comisión de Literatura Nueva, que integramos César Rosales y María Elena Walsh por la Comisión Directiva y Abelardo Castillo, Arnoldo Liberman, Carlos Moneta Testa, Rafael Felipe Oteriño, Romilio Ribero, Horacio Salas, Alberto Vanasco y yo, por “los jóvenes”. ¿Qué ocurrió después? El golpe de estado en 1966 del general Onganía, uno más en la larga lista de los que me tocó sufrir, que desplazó al gobierno constitucional del presidente Arturo Illia. La conducción de la SADE trató de adecuarse, a su manera, a la situación institucional, lo que motivó, el 29 de agosto de 1966, mi extensa y detallada renuncia a aquella comisión. Mientras tanto, como mencionás, mi designación entre abril y junio de 1966 para conducir –con María Elena Walsh y Héctor Yánover- la audición “ La Voz de la SADE ” por Radio Municipal. Ciclo suspendido de improviso por la radio el día que íbamos a reiniciarlo, en el mes de julio. Pero antes de este final un poco turbio y desprolijo quiero volver sobre uno de los recuerdos más felices de entonces. Un acto que organizamos, aireando un poco las vetustas conferencias de la vieja casa de la calle México, haciendo entrar el tango a la SADE. Ese acto se hizo el 16 de noviembre de 1965, con la denominación de “Poesía y Tango”, y consistió en una lectura de poemas dichos por Anadela Arzón, Susana Rinaldi, José María Gutiérrez y Rodolfo Relman, y en un pequeño concierto de tangos que interpretó el Cuarteto de Tango Contemporáneo de Alberto Núñez Palacio. Héctor Yánover, que mantuvo el hilo conductor del acto y los comentarios entre poemas, puntualizó que se trataba de “un homenaje a los grandes viejos, a los maestros de nuestra generación”. Y también dijo: “No creemos en los ostracismos políticos de los poetas, creemos en la poesía”. Los poemas que se leyeron fueron: “El Salón Lacavour” de Enrique Cadícamo; “Justo el 31” de Enrique Santos Discépolo; “Panegírico a Nuestra Señora de Luján” de Ricardo Molinari; “El ligador” de Felipe Fernández (Yacaré); “Guarda de ómnibus” de Celedonio Flores; “Barrio Once” de Carlos de la Púa ; “El Rosedal” de Homero Manzi; “Letanía del domingo” de Horacio Rega Molina; un fragmento de “Bajo la Cruz del Sur” de José Portogalo; “Elogio un poco cursi a las chicas de Flores” de Luis Cané; “A un buzón del barrio céntrico” de Gustavo Riccio; “Antiguo almacén ‘A la Ciudad de Génova’” de Nicolás Olivari; “Profesoras de piano y solfeo” de Fernández  Moreno; “Los ladrones” de Raúl González Tuñón; y “El tango” de Jorge Luis Borges. La enumeración es índice suficientemente claro de los fines que se pretendieron con ese acto. No sólo tocar tangos en la SADE sino escuchar poemas vitales, ciudadanos, solidarios; algunos, de poetas olvidados en ese ámbito. Y hay que reconocer que fue mucha gente y que se premió a todos con cálidos y prolongados aplausos. La otra “aventura” electoral para ganar la SADE fue en setiembre de 1975. Copio la lista. Titulares: Elías Castelnuovo, Bernardo Kordon, David Viñas, Roberto Santoro, Alberto Luis Ponzo, Rafael Alberto Vásquez, María Rosa Oliver, Iverna Codina, Humberto Costantini, Héctor Borda Leaño, Carlos Alberto Brocato, Alberto Costa, Luciana Daelli. Suplentes: Guillermo Harispe, Martín Campos, Hugo Di Taranto, Isidoro Blaisten, Hebe Benasso, Nyra Etchenique, Simón Kargieman, Lubrano Zas, María Cristina Taborda y Liliana Heker. La lista, “Agrupación Gremial de Escritores”, eligió estos lemas: “Por una SADE al servicio de los escritores. Por una literatura al servicio del pueblo. Por la constitución del Frente de Trabajadores de la Cultura.” De esta lista y de los grupos de escritores que la apoyaron, el golpe de marzo de 1976 y la dictadura aberrante que lo mantuvo en el poder alimentó agendas de exiliados y de desaparecidos. Con esta historia atrás no me quiero extender respecto de los actuales gremios de escritores. Apenas mencionar que mi pertenencia a la SADE , a la que me asociara en diciembre de 1962, a poco de publicar mi primer libro, terminó con mi renuncia, en febrero de 2000. Luego comenzó mi acercamiento a la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA), a la que me asocié en julio de 2007 y a la que sigo vinculado.
     
 
 
          4 – Lleguemos al “Grupo de los Siete”. Los otros seis: Rubén Chihade, Alicia Dellepiane Rawson, Rubén Derlis, María del Carmen Suárez, Oscar González, Norma Pérez Martín. ¿Sabrás que el cuadernillo de 14 páginas, en buen estado, editado en 1984, cuyo título es “Siete contra la desesperanza”, con comentarios de Graciela Maturo y Antonio Requeni, se encuentra a la venta por $ 100.- en Mercado Libre?... “Contra la desesperanza”: a poco de haber asumido la presidencia de la Nación un abogado del partido Radical y en elecciones libres después de nuestra última dictadura. A treinta años estamos de aquel cuadernillo y de aquella posición. ¿Rememoramos al Grupo? ¿Y cómo andamos con la esperanza?...
 
          RAV – Primero debo hacerte una aclaración. El “Grupo de los Siete” se armó a mediados de 1983, luego de una charla en el café “Tortoni”, pero los integrantes iniciales fuimos Rubén Chihade, Rubén Derlis, Oscar González, Carlos Massetti, Roberto Selles, María del Carmen Suárez y yo. La presentación pública se hizo el 16 de noviembre con una lectura de poemas en el café “ La Poesía ”, Chile 502 esquina Bolívar, barrio de San Telmo. Massetti duró poco, entonces se incorporó Alicia Dellepiane Rawson. Después se fue Roberto Selles y convocamos a Norma Pérez Martín. En 1986, en lugar de Alicia Dellepiane Rawson y María del Carmen Suárez se incorporaron Carlos Penelas y Susy Quinteros. Y así quedó hasta l987, en que el grupo se disolvió. En casi cuatro años, además de reuniones y lecturas, no sólo en esta ciudad sino también una en la “Casa del Poeta” en La Plata y otra en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, publicamos varios cuadernillos de poesía. En el primero, que se denominó llanamente “Grupo de los 7”, se decía: “Y los que ahora formamos el Grupo de los 7 recuperamos la convicción de que el aislamiento –el mero trabajo individual- no es sino la expresión empobrecedora del poeta que la persecución, el exilio y el miedo no lograron matar en cada uno de nosotros. Y decidimos reunirnos para elaborar objetivos y trabajos comunes, para expresarnos como seres sociales de una generación que aun sostiene en alto sus banderas de libertad, y la convicción de que la poesía es una disciplina creadora que contribuirá a ennoblecer el futuro.” Esos trabajos comunes se reflejaron en cinco cuadernillos: “Siete poetas en la calle del agujero en la media” (homenaje a Raúl González Tuñón); “Siete poetas contra la desesperanza” (ratificando la democracia y la libertad recuperadas); “Siete poetas y un rayo misterioso” (evocación de Carlos Gardel); “Siete poetas y el crimen fue en Granada” (homenaje a Federico García Lorca); “Siete poetas y la América invisible” (fijando nuestra pertenencia americana). También, entre medio, una carpeta –“Contracuerpos”- con siete poemas ilustrados por seis artistas plásticos.  El grupo fue –para mí- una valiosa experiencia y un aporte real que me demostró la posibilidad del trabajo común con otros poetas conocidos. Por lo menos, “conocidos” por nuestra avidez lectora de poesía. Ignoraba  cómo nuestra obra –a través de ese cuadernillo que mencionás- pudo valorizarse tanto en el mercado informático. Tengo el mejor de los recuerdos de todos aquellos compañeros, con quienes me veo ocasionalmente, con la excepción de Rubén Chihade, que se nos murió antes de tiempo. En cuanto a la esperanza, anda bien, hemos cumplido treinta años de gobiernos elegidos por el pueblo, quienes tienen mi edad no lo hubiéramos creído…            
 
 
 
          5 – Nada me cuesta imaginar que a cualquier poeta le hubiera encantado ser musicalizado y cantado por la talentosa Rita Paolucci. “Rita canta a los poetas” lo he escuchado muchas veces. Y algunos, como vos, Rafael, como Yoli Fidanza, han tenido esa satisfacción (añadamos que en el CD fueron interpretados también textos de Alfonsina Storni, Carmen Conde, Jorge Luis Borges y Gabriela Mistral, con recitación a cargo de Ariel Osiris). A los que no hemos tenido la suerte de ser musicalizados y cantados –o que apenas lo hemos sido con un texto del que no ha quedado un registro profesional-, ¿qué podrías -hurgando en vos, algo muy tuyo- trasmitirnos?
 
          RAV – Quienes supimos gustar a los poetas del tango, como Homero Manzi, o del folklore, como Manuel J. Castilla, y luego a cantautores como Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, sabemos que no hay nada mejor que el “letrista” de calidad que escribe una canción, sea o no también el autor de la música. A propósito cito un nombre solo, relegando a los que se atropellan en la memoria, porque olvidarme de uno solo sería injusto. Una vez aclarada esta prioridad, para mí insuperable, voy a los poetas y músicos que han sabido dotar de otra vida a algún poema. Rita Paolucci, a quien conocí en 1964, es una excelente creadora, ejecutante y cantante que musicalizó –entre muchos otros- varios temas míos. También Hugo Pardo y Eduardo Baró lo hicieron en algún caso, pero fue Rita la más generosa y perseverante. ¿ Qué puedo decirte? Primero la extrañeza, la rara sensación de que la voz de uno tenga otra entonación, una cadencia, una armonía distinta. Y luego la alegría insuperable de que te hayan elegido, de que un poema, por la magia del sonido y la música, pueda volar hacia otro público.
 
 
 
          6 – Sucesos resonantes ocurren todos los años, ¿no? Del año en que vos naciste hay un tango maravilloso en la voz de Tita Merello –“Yo soy del treinta, yo soy del treinta, cuando a Irigoyen lo embalurdaron…, …cuando a Carlitos se lo llevaron…,cuando a Corrientes me la ensancharon…”, cuya letra es del actor Héctor Méndez y la música es de Aníbal Troilo. ¿Qué se siente siendo del treinta en esta megalópolis, creciendo en el treinta, residiendo en pleno Centro en la actualidad y a tus ochenta y cuatro?
 
          RAV - Creo que das en el clavo cuando citás el tango “Yo soy del 30”, porque sería fácil antologar una guía barrial y musical de Buenos Aires. “Barrio de tango” o “Mano blanca” en Pompeya, gracias a Manzi. Y en el centro, “Corrientes y Esmeralda” de Celedonio Esteban Flores. O “El 45” de María Elena Walsh. O “Viejo Tortoni” de Héctor Negro y Eladia Blázquez. Aquí me detengo, para no aburrir. No me acuerdo de la calle Corrientes angosta, aunque sí de que el sentido del tránsito era inverso, venía del bajo hacia la Chacarita. Tampoco recuerdo la construcción del obelisco, inaugurado en 1936, pero sí los tranvías, en los que viajaba con mis padres. Y, por supuesto, los cambios en la calle Florida, la desaparición de las grandes tiendas departamentales, como “Harrod’s” y “Gath y Chaves”, los bancos que coparon el centro. En fin, la modificación de mi pequeño paisaje cotidiano. A veces uno se ve como un sobreviviente en la ciudad querida.
 
 
 
          7 – Hace poco ha mantenido el nieto del poeta Martín Campos una charla con vos y fue reproducida enhttp://alcielounbarrilete.blogspot.com.ar/2014/08/entrevista-rafael-vasquez-informes.html . Allí el lector podrá impregnarse del espíritu de los “Informes” de esa revista que tanto solemos evocar, con sus dos títulos, “El Barrilete” o “Barrilete”. Me entero de que conservás un amplio archivo. Y esto me remite, Rafael, a una cena de fin de año que había organizado la Asociación de Poetas Argentinos, en la que la entidad te agradece públicamente por una donación que habías hecho a la hemeroteca. ¿En qué consistió la donación? ¿Puede ser (me suena) que a la hemeroteca de APOA le hayan puesto tu nombre?
 
          RAV – Con Pablo Campos –nieto de Martín- nos conocimos cuando presenté mi último libro, en octubre de 2011. Desde entonces nos vemos cada tanto, por sus indagaciones sobre el grupo y la revista “Barrilete” y quienes fuimos compañeros de su abuelo. Una tarde, es cierto, me grabó en casa sus preguntas y mis respuestas. El armado de la nota fue generoso porque incluyó las portadas de varios “Informes” y mis poemas incluidos en ellos. En cuanto a los “títulos” de la revista, durante los primeros cinco números que editó Roberto Santoro solo (aunque su madre figuraba como “Secretaria”) se llamó “El Barrilete”. Al conformarse el grupo se decidió suprimir el artículo, por lo que –desde el Nº 6 hasta el final- la revista se llamó “Barrilete”. Lo del archivo es cierto. Por mi continuidad, por ser mi casa sede de las reuniones durante mucho tiempo, por mi temperamento ordenado, fui guardando anotaciones, material, noticias, algunas pocas colecciones de la revista, y siempre que me lo requirieron facilité su acceso a quienes quisieran conocer la historia del grupo. Una vez, ya no recuerdo cuándo, les di una colección de “Barrilete” a Cayetano Zemborain y a Silvia Pastrana, que conducían la Asociación de Poetas Argentinos. APOA le dio a esa donación un valor que yo no creí que tuviese y por ese motivo su copiosa hemeroteca pasó a llamarse con mi nombre desde el 11 de diciembre de 1999. ¿Por qué esta fecha cierta? Porque coincide con la cena de fin de año de la entidad en que me entregaron una bandeja de metal con la inscripción. Y también porque (gracias a mis archivos) conservo la fotografía del momento en que el poeta Jorge Calvetti me entregó ese regalo. Que fue doble, porque aunque yo no tenía amistad con este gran poeta, él recordó haberme premiado un conjunto de poemas en un concurso de 1986, algo que me desconcertó y me alegró.
 
 
 
          8 – Acaso recuerdes que en una oportunidad te comenté que había mantenido una cierta correspondencia con un poeta de nuestra provincia de Córdoba, también llamado Rafael Vásquez -autor por ejemplo, de “En escorzo” (1998), “Esclusas”, “Timbal ultravioleta” (ambos de 2000)-. Y esto lo ligo con que alguna vez comenzaste a firmar retirando tu segundo nombre. ¿A qué se debió –a qué te parece que pudo haberse debido- tu decisión?
 
          RAV – Es curiosa la anécdota. De repente te enterás que tenés un homónimo en otra provincia, que además es poeta y de quien no sabés absolutamente nada. Un par de veces me hablaron de él pero fuiste vos quien –a mi pedido- me pasaste su dirección, en Villa Allende, provincia de Córdoba. Como no recordaba cuándo había sido, también gracias a mis archivos (pero esta vez de la computadora), encontré que mi intento de comunicación fue por correo, con unas líneas del 4/6/2003  y mi libro “Cercos de la memoria”. No tuve respuesta alguna, así que la incógnita permanece. Ignoro si el correo perdió mi envío o el destinatario lo traspapeló. La decisión de quitar mi segundo nombre –Alberto- en la firma de lo que escribo se debió sólo a aligerar el apelativo. Ya lo había hecho antes Roberto Santoro. Así que desde “Cercos de la memoria” (1992) firmo lo que publico: Rafael Vásquez. No hubo algo más profundo, por lo menos en lo consciente. Y el único que cada tanto me lo recrimina al vernos, es este gran poeta y amigo Antonio Requeni. Venga o no al caso quiero mencionarte –sin ánimo de comparación- que uno de mis poetas preferidos, Baldomero Fernández Moreno, firmó después “B. Fernández Moreno” y al final lisa y llanamente “Fernández Moreno”. Y llegó a escribir un breve poema al respecto, que comienza (lo cito de memoria): “Me borré el doctor / hace mucho tiempo. / Borré la inicial / de mi nombre feo.”
 
 
          9 – Fuiste publicado en el número 10 de la renombrada “Cormorán  y Delfín” –en la que habían constado estos subtítulos: Revista Internacional de Poesía; Mar – Poesía – Buenos Aires – Mundo; Revista Planetaria de Poesía-, dirigida por Ariel Canzani D. (nº 1, en 1964 – nº 28/29, diciembre de 1972). ¿Conociste, lo trataste a Canzani, ese poeta que durante mas de veinte años recorrió el mundo como capitán de ultramar navegando a bordo de buques mercantiles argentinos? ¿Tus impresiones sobre esta revista que se compaginaba en cada viaje?
 
          RAV – Creo que la vida diaria no me alcanza para revolver y releer tanta publicación que guardo en mi biblioteca. Entre otras, esta revista valiosísima de los ’60. Guardo los números 1 a 16 y me fui a hojear algunos. ¿Por qué interrumpí su compra, entre 1968 y 1972, cuando dejó de aparecer? Realmente no lo sé. A Canzani lo conocí, hablamos alguna vez, pero no lo traté tanto y su recuerdo, desgraciadamente, se difumina en la memoria. Al regresar al número 10 de “Cormorán y Delfín” (octubre de 1966), evoqué mejor la circunstancia. Fue una publicación de parte del grupo “Barrilete” de entonces: Alicia Dellepiane Rawson, Roberto Jorge Santoro, Anadela Arzón, Alberto Costa y yo. Un par de páginas antes, va también Marcos Silber. Te reitero: fue una de las mejores revistas de poesía de la década del sesenta.
 
 
 
          10 - Dice Borges en el prólogo de “Del amor y los otros desconsuelos” de Gustavo García Saraví: “Coleridge escribió que los hombres nacen aristotélicos o platónicos. Para el aristotélico, lo verdadero son los individuos, las circunstancias, lo temporal; para el platónico, los géneros, lo que de algún modo persiste bajo las apariencias mudables. A este segundo estilo de intuir corresponden la imaginación y la obra de Gustavo García Saraví.” ¿A qué estilo de intuir te parece que respondés?...
 
          RAV – Creo que me quedo con el Borges que prologa muy brevemente a Evaristo Carriego en 1950, pero ésta puede ser una respuesta apresurada, ya que no ubico el prólogo que citás ni esa obra de Gustavo García Saraví. Que fue premio “ La Nación ” con un libro de sonetos que llamó “Con la Patria adentro”, título que mereció alguna broma en una revista de la época. Libro que tengo, es de 1964, pero tampoco tengo fresca la memoria poética de su obra para opinar. Salvo de sus sonetos, que eran excelentes. En cuanto al corazón de tu pregunta, pienso que mi intuición respondería a un modelo aristotélico, aunque descreo de los encasillamientos.
 
 
 
          11 - ¿Tenés libros que releas cada tantos años? ¿Subrayás  frases o párrafos, versos o estrofas?
 
          RAV – Toda mi vida he marcado en los libros de narrativa y de teatro párrafos y frases. Y en los de poesía, poemas, versos y estrofas. El libro que no tiene marcas es porque no se llevó bien con mi sensibilidad. Eso sí, siempre lo hice con lápiz, como si pudiera permitirle a un lector posterior hacer borrón y cuenta nueva. Sobre libros que releo, te diré que organicé mis bibliotecas temáticamente: unas para poesía, otras para narrativa, otra para teatro y otra para ensayo. Dentro de cada tema, alfabéticamente por autor; lo que me permite encontrar un libro con cierta facilidad. Pero más a mano, en un estante cerca de mi mesa de escribir, tengo determinados poetas para releer: Fernández Moreno, Mario Jorge de Lellis, Luis García Montero, Yadi María Henao, Leonardo Martínez, Carlos Marzal, Néstor Mux, Idea Vilariño, Jorge Paolantonio, Antonio Requeni, Marcos Silber, Paulina Vinderman, Máximo Simpson, Horacio Preler, Laura Yasan. Y es un sector que admite incorporaciones y cambios.
 
 
 
          12 - No seré original, pero estamos en el año en el que se ha disputado la Copa Mundial de Fútbol Brasil 2014: seré oportuno: no sé si sos futbolero, Rafael; lo seas o no, se me ocurre proponerte la formación de dos equipos, desde luego, conformado por once, mujeres y hombres (de todos los tiempos): una selección internacional de poetas y otra selección internacional de narradores.
 
          RAV – Paradoja de mi existencia futbolera. Desde la escuela me gustó jugarlo, pero siempre fui malo, nunca tuve dominio de la pelota. Pero seguí jugando, cada tanto, entre compañeros o amigos, generalmente como defensor. Simpatizante desde la infancia de River Plate, pero no “hincha”. En toda mi vida fui a ver un solo partido, un amistoso River-Peñarol. Odio la violencia y sobre todo a las barras bravas. Durante este campeonato mundial vi todos los partidos de la Argentina y algo de otros. Me gustó el equipo. Ahora, elegir una selección internacional de escritores sería azaroso y tal vez injusto. Podré escribir once nombres y acaso arrepentirme cuando esto se publique. Pero voy a complacerte y no será una novedad sino algo que viene de mis respuestas anteriores. Poetas: Pedro Salinas, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Manuel J. Castilla, Baldomero Fernández Moreno, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Raúl González Tuñón, Horacio Salas, Marcos Silber, Wislawa Szymborska. Once nombres de narradores: Emilio Zola, Georges Simenon, Antón Chéjov, Simone de Beauvoir, Humberto Costantini, Gabriel García Márquez, Milan Kundera, Juan Marsé, Alberto Moravia, Juan Carlos Onetti, Mario Vargas Llosa. Pero para estar en paz con mi conciencia, te diré que en mi juventud leí más teatro que narrativa; y si abandonamos la parábola futbolera querría agregarte otra selección, la de los dramaturgos. Que enumeraría así: William Shakespeare, Jean Anouilh, Albert Camus, Federico García Lorca, Gabriel Marcel, Arthur Miller, Eugene O’Neill, Luigi Pirandello, Armand Salacrou, Jean-Paul Sartre, Tennessee Williams.
 
 
 
          13 – ¿Nos despedimos con algo que no conste en tu presentación curricular?
 
          RAV – Un día de 1970, no recuerdo de qué mes, me llamó por teléfono Alberto Gibelli, actor y director del Teatro Libre “Florencio Sánchez” de la ciudad de Rojas, provincia de Buenos Aires, derivado por Horacio Salas, para contarme sobre un proyecto que estaban armando: un espectáculo de tango y poesía, que interpretara a la ciudad y mezclara textos de viejos y jóvenes poetas. Venían ya con poemas elegidos de Jorge Luis  Borges, Nicolás Olivari, Carlos de la Púa , Felipe Fernández (Yacaré), Enrique Cadícamo, Ernesto Sábato, Raúl González Tuñón, Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal. Traían además la creación y la interpretación musical de Alberto Garralda, ex bandoneonista de la orquesta de Alfredo Gobbi. Querían incorporar a poetas de la generación del sesenta. Y así fue que nos sumamos Eduardo Romano, Juan Gelman, Alberto Szpunberg, Alberto Costa, Jorge B. Rivera, José Peroni, Abelardo Castillo, Luis Luchi, Horacio Salas, Rodolfo Alonso y yo. Eligieron uno, dos o tres poemas de cada uno. Para la apertura y el cierre tomaron un poema mío, “No pasa nada”, y decidieron llamar al espectáculo “Aquí no pasa nada”. Organizaron cuatro funciones en nuestra ciudad, dos en octubre y dos en noviembre de 1970, en la Sala “Theatron” de la avenida Santa Fe 2450. Los poemas, bien dichos y jugados por los tres actores y una actriz del grupo teatral, más la música de Alberto Garralda, otorgaron un marco distinto y eficaz a la poesía. Fue una experiencia inolvidable, que cerraron luego invitándonos al estreno en la ciudad de Rojas, con un agasajo posterior.
 
 
 
*
 
 
Rafael Alberto Vásquez selecciona para esta entrevista, en septiembre de 2014, seis poemas de su autoría:
 
 

LA  CACERÍA  DEL  SOL

 

El sol sabe seguirte para adentro

atraviesa tu continuada fuga
clava
una espina de luz en medio de tus ojos
y se tiende contigo
para darle a tu cuerpo
la apariencia perfecta del verano.
Cuando te encuentra
sé que le crecen manos
y despega las nubes por donde acaso viajas.
Entonces
cuando el amor te cierra los ojos
el último destello de sol
es una chispa viva debajo de tus párpados
que te suelta el silencio a medianoche.
 
                                                                                                      (De “La piel y la alegría”)
 
                                  
*
 
 

NO  PASA  NADA

 
 
Aquí no pasa nada.
Es el país, la parte que nos toca,
la imagen que este tiempo nos desvive.
No pasan grandes cosas. 
                                        Muere gente
de muerte natural todos los días.
Hay huelgas, pero en orden.
De vez en cuando, es cierto, renuncia un funcionario.
Pero no pasa nada.
La calle, el eco suelto
nos dice el fútbol, la vergüenza
y el costo de la vida.
Nos insulta despacio, como un tango,
nos achica el país
hasta este barrio
dividido
que es todo Buenos Aires.
Nos deja discutiendo en una esquina
porque es tarde
y aquí no pasa nada.
 
                                                                                                                        (De “La vida y los fantasmas”)
                                  
 
*
 
 

ME  ACUSO          

 
                                                                                                                “Porque me duele si me quedo
                                                                                                                             pero me muero si me voy”
                                                                                                                             María Elena Walsh
                                                                                                                            (“Serenata para la tierra de uno”)
 
No puedo imaginar
este final de invierno en otro sitio.
Ni cambiar soledades, afectos o paisaje.
Elijo esta crueldad de no mirarnos,
de sufrir la ciudad,
de los primeros gritos que despiertan.
Cómo hiere el exilio es lo que ignoro.
Porque tardan las cartas.
                                        O se callan.
Y los amigos nos desencontramos.
Ahora que hasta el aire se nos cambia
quiero reconocer: no fui valiente.
No di la otra mejilla
ni grité la injusticia por las calles:
lo dije en mis poemas.
Me acuso de esta voz sin resonancia.
Me acuso de estar vivo.
 
                                                                                              (De “Cercos de la memoria”)
 
*
 
 
MEMORIA  DE  SANTORO
 
                                                                                    a Roberto Santoro, poeta y amigo.
                                                                                    Secuestrado el 1º. de junio de 1977.
                                                                                                                     Desaparecido.
 
Han pasado los años.
No ha cambiado tu cara en el recuerdo:
la ventaja maligna de la ausencia.
Cada vez que me llaman y repito la historia
el tiempo se hace trizas en un vidrio empañado.
Y aparecen las fotos que no se muestran nunca,
los amigos, los libros, el café, las raíces
del barrio que sostuvo las voces de tu vida.
Aquel diálogo inútil –saber qué nos decíamos-
es una adivinanza que pierde su sentido.
Para la muerte no hay categorías,
pero la duda, el cuándo, los adioses sin fechas,
los supuestos más tristes desde un momento aciago
como el motor de un auto que parte hacia la nada,
no dejaron un punto final, sólo un suspenso.
Pasaron veinte años desde un viejo poema
que te escribí con culpa.
Más años todavía desde que te llevaron:
esa cuenta la cargan tu mujer y tu hija.
Yo apenas me confundo la sombra de tu abrazo
pero me sé tus versos
y te cuido ese sitio sin paz de la memoria.
 
                                                                                        (De “Ese sitio sin paz de la memoria”)
 
*
 
 
GENEALOGÍA
 
 
Mi padre no me hablaba de su padre o su abuelo
y yo no fui el curioso rastreador del silencio.
No supe indagar sombras ni fantasmas
porque bastaba el rito de ignorarnos.
Y estaba el sol.
Era difícil conversar conmigo.
Tal vez por eso las palabras
se fueron despertando en mi escritura.
La muerte lo llevó de madrugada,
sin despedida y sin explicaciones,
no me sirvió siquiera de experiencia.
Volver hacia otro tiempo ya no cabe:
del pasado se vuelve sin testigos.
 
                                                                                                    (De “Explicaciones y retratos”)
 
*
 
 
 
FOTOS
 
 
Miro una serie de viejas fotos de una nena.
Son pruebas de retratos, actitudes distintas y sonrisas.
El fondo oscuro, algún objeto a mano,
una sombrilla, un libro,
poses sencillas que el fotógrafo guiaba
para encontrar la toma exacta
que complaciera a toda la familia.
Tiene cinco años esa nena. O cuatro.
Sólo una vez reconozco sus rasgos,
apenas,
aquel gesto que durará en su cara
para enamorarme.
Nada del futuro entonces,
nada del misterio que hará venir su vida
hasta mi encuentro.
Todavía
los años la embellecerían hasta la madurez.
Pérdidas y ganancias, hijos, un nieto,
cuántas expectativas imposibles de discernir.
Algo puede nublarse en mis ojos:
la culpa de no hacerla más feliz.
 
                                                                                                                          (Inédito)
 
*
 
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Rafael Alberto Vásquez y R. R., septiembre 2014.
 
 
Palabras claves , , , , , , ,
publicado por islanegra a las 15:54 · 3 Comentarios  ·  Recomendar
 
31 de Agosto, 2014 · General

Gabriel Impaglione


Argentina - 1958

 

El espejo negro se desgrana

sobre un gallo de hoguera

que crepita en sus filos.

 

Vencedor de cronómetros,

guardián de la torre del día.

 

Erguido en su gobierno

de mínimas campanas

merodea el humus

abierto por la azada.

 

Desde su ojo de planeta riguroso

el alba gotea maíz encendido.

Palabras claves , , ,
publicado por islanegra a las 07:23 · 1 Comentario  ·  Recomendar
 
20 de Agosto, 2014 · General

Argentina: Biblioteca Nacional, distinción al poeta cubano Víctor Casaus

La Biblioteca Nacional de la República Argentina anunció la entrega de su Premio Rosa de Cobre, edición especial, al poeta, investigador y cineasta cubano Víctor Casaus, quien ha dirigido por 15 años el prestigioso Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, institución que generosamente ha contribuido a la promoción y rescate de la memoria y ha construido un puente cultural excepcional entre Cuba y Argentina.

El acto que establece una más que merecida distinción en el marco de hermandad entre ambas culturas, tendrá lugar el viernes 22 de agosto a las 14 hs en la Sala César Tiempo, 1er piso, de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, en Buenos Aires.

Desde la revista Isla Negra saludamos la iniciativa y celebramos a Víctor Casaus, uno de nuestros poetas de patriagrande imprescindibles.

Palabras claves , , , , , , , , ,
publicado por islanegra a las 14:56 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
20 de Agosto, 2014 · General

Andrés Eloy, el poeta que supo pintar angelitos negros





** El pueblo venezolano sabe de la obra del escritor cumanés porque anda siempre prendido a los caminos más hondos de esta tierra de ternuras y solidaridades.



Daniela Saidman

En estos días nos sorprendió la muerte. Lo que pensábamos lejos nos tocó próximos y prójimos. Y convocados todos a la ternura nos conmueven los cientos de niños asesinados en Gaza. De ese dolor hondo vinieron los versos de Andrés Eloy Blanco, porque “Cuando se tienen dos hijos / se tiene todo el miedo del planeta, / todo el miedo a los hombres luminosos / que quieren asesinar la luz y arriar las velas / y ensangrentar las pelotas de goma / y zambullir en llanto ferrocarriles de cuerda”. Es el mismo poeta venezolano que nos cantó el Coloquio bajo la palma, animándonos a ser mejores, a “dar más sin decir lo que se ha dado” porque “lo que hay que dar es un modo de no tener demasiado y un modo de que otros tengan su modo de tener algo”.
Este poeta nuestro fue un escritor, dramaturgo, humorista, abogado y político, que nació en Cumaná el 06 de agosto de 1896 y falleció en Ciudad de México, el 21 de mayo de 1955.
El supo conjugar la vocación de quijote con la de poeta, para ser un político capaz de sumarse a las causas más justas y un escritor convencido de la magia y la palabra que tiene sabor a pueblo. En él todo fue canto y entrega. Y tal vez por esta razón, sea uno de los poetas venezolanos más queridos y más recordados. ¿O es que hay alguien que no sepa recitar “píntame angelitos negros”? ¿Y que no ponga alguna emisora AM, el 31 de diciembre, un ratito antes de las doce, para esperar el año nuevo con las Uvas del tiempo?
El poeta cumanés estudió derecho en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la agitada vida estudiantil de aquellos años lo envolvieron pronto en el encendido ejercicio de la libertad. Aunque ya desde antes, cuando apenas contaba ochos años, partió con sus padres a Margarita por desavenencias con el gobierno de Cipriano Castro.
Se incorporó al Círculo de Bellas Artes en 1913 y apenas cinco años después recibió su primer galardón por el poema “Canto a la Espiga y al Arado”, mientras publicó El huerto de la epopeya, su primera obra dramática. Ese mismo año (1918), siendo estudiante de derecho, fue encarcelado por participar en manifestaciones contra el régimen de Juan Vicente Gómez.
Luego de recibir el título de abogado, Andrés Eloy Blanco comenzó a ejercer pero sin abandonar jamás su vocación por la palabra. En 1923 obtuvo el primer premio en los Juegos Florales de Santander, en España, por su poema “Canto a España”. Durante su viaje a recibir el galardón decidió quedarse durante un año en la península ibérica y tuvo la oportunidad de relacionarse con los poetas españoles de esos tiempos. Nombrado miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, en 1924, se trasladó a La Habana donde sostuvo encuentros con intelectuales y escritores cubanos, y venezolanos que se encontraban en el exilio.

El imparcial
Porque el ser humano siempre tiene cosas que contar y sueños por cumplir, empezó a editar en la clandestinidad, en 1928, el periódico disidente “El Imparcial”, que pronto se convirtió en el órgano de difusión de la Unión Social Constructiva Americana y el Frente de Acción Revolucionaria.
Tras el golpe de Estado del 7 de abril fue confinado en Puerto Cabello hasta 1932, cuando lo liberaron por motivos de salud. Encerrado escribió Barco de Piedra, dicen que son sus poemas más tristes. Cuando finalmente le devolvieron la libertad, se la dieron a medias, tenía prohibido realizar cualquier tipo de manifestación pública, por lo que se volcó nuevamente a las letras, publicando Poda en 1934, libro donde se encuentran Las uvas del tiempo y La renuncia, poemas entrañables del pueblo venezolano.
Fue nombrado jefe del Servicio de Gabinete en el Ministerio de Obras Públicas por Eleazar López Contreras. Aunque su posición siempre crítica y libertaria lo alejaron del gobierno después de la represión de las manifestaciones del 14 de febrero de 1936 y su militancia en la Organización Revolucionaria Venezolana.
Como diputado del Partido Democrático Nacional llegó al Congreso, pero jamás abandonó los versos. Y comenzando 1940 integró su partido en la recién fundada Acción Democrática, desde donde trabajó para la candidatura de Rómulo Gallegos.
Fue electo presidente de la Asamblea Nacional Constituyente en 1946. Y dos años después fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores por el presidente Gallegos. Tras su derrocamiento por Carlos Delgado Chalbaud, se exilió en México, donde dedicó el resto de su vida la poesía.
Andrés Eloy es una de las voces imprescindibles de la poesía venezolana, porque en él habitaron la belleza y la justicia. Supo darse entero a la construcción de un país que hoy sigue germinando en sus versos. Jamás se alejó de sus convicciones, por eso tal vez, su obra sigue sonando en los radios cada diciembre y en las calles las madres venezolanas se alegran cuando ven pintados angelitos negros que le dan la bienvenida al futuro.



Píntame angelitos negros (fragmento)
Por Andrés Eloy Blanco

“No hay un pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mangos
por las barriadas del cielo”.

  
Palabras claves , , , , , ,
publicado por islanegra a las 14:41 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
16 de Agosto, 2014 · General

Eduardo Romano: sus respuestas y poemas


 

Entre-vista en tramos-e realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Eduardo Romano nació el 8 de junio de 1938 en la ciudad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, la Argentina , y reside en la Capital Federal. En 1965 egresó de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde en la carrera de Letras fue profesor adjunto de la cátedra de Literatura Argentina, cuyo profesor titular era David Viñas, así como Asociado de  Literatura Argentina II, a cargo de Beatriz Sarlo. Entre 2001 y 2012 dictó Problemas de Literatura Argentina. En la misma Universidad fue profesor titular del Seminario de Cultura Popular y Masiva en la Facultad de Ciencias Sociales. Entre otros medios gráficos, como periodista  colaboró con los diarios “ La Opinión ”, “Clarín”, “Tiempo Argentino”, “Página 12” ; con crítica literaria, artículos, poemas, con las revistas “Crisis”, “Hoy en la Cultura ”, “El Escarabajo de Oro”, “Zona”, “El Barrilete”. Entre 1967 y 2008 publicó, por ejemplo, los siguientes volúmenes en el género ensayo: “Análisis de Don Segundo Sombra”, “Sobre poesía popular argentina”, “Medios de comunicación y cultura popular” (con Jorge B. Rivera y Aníbal Ford), “Claves del periodismo argentino actual” (con Jorge B. Rivera), “Las huellas de la imaginación”, “Voces e imágenes en la ciudad. Aproximaciones a nuestra cultura popular urbana”,“Revolución en la lectura. El discurso periodístico-literario de las primeras revistas ilustradas rioplatenses”, “Haroldo Conti, alias Mascaró, alias la vida”. A través del sello La Crujía , en 2012, como principal redactor y director de un equipo de investigadores, se editó “Intelectuales, escritores e industria cultural en la Argentina ”. Y éstos son sus poemarios: “18 poemas” (1961), “Entrada prohibida”(1963), “Algunas vidas, ciertos amores” (1965), “Mishiadura” (1978), “Doblando el codo” (1986), “Entre sobrevivientes y amores difíciles” (2004), “Puro biógrafo y otras inconveniencias” (Ediciones Activo Puente, Buenos Aires, 2013). En 1997 el Fondo Nacional de las Artes, en su colección Poetas Argentinos Contemporáneos, edita “Eduardo Romano – Antología Poética”.

 

 

 

          1 – Precede este contacto una presentación formal. Te propongo otra.

 

          ER – De los comienzos, las canciones (tangos, boleros) a las cuales les cambiaba su letra mientras caminaba por la finca de mis tíos, en San Rafael, provincia de Mendoza, donde pasé todos los veranos entre los cinco y los diez años. A los quince las escribía (creo que desde el día en que cerré la tapa del piano), y a los veinte reuní mi primer poemario. Consecuencia de haber conocido a Jorge Rivera y al Movimiento Madí, cuya retórica consideré de vanguardia –en cierto modo lo era-, fueron los “Poemas para la carne heroica” (1960), que luego extirpé de mi bibliografía. La que admito se inicia con “18 poemas”, por el sello Aguaviva, nombre de una revista –hoja impresa de los dos lados y doblada- de la que editamos seis números con Rivera, Alejandro Vignati, Susana Thénon y Juan Carlos Martelli. Un conjunto heterogéneo, tanto que cuando incluí mi editorial “Contra todo”, los dos últimos hicieron constar al pie que no coincidían (claro, eran miembros del Partido Comunista y mi alegato estaba entre el anarquismo y la beat generation). El más entusiasta era Vignati y fue a través de él que nos relacionamos con Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, etc. Editamos una traducción del poema de Ferlinghetti en contra de Eisenhower y lo repartíamos gratuitamente por la calle cuando nos visitó el presidente norteamericano ( la Coca-Cola se le había adelantado). También le enviamos al juzgado del fiscal Guillermo De la Riestra respuestas tajantes contra la censura: él era funcionario en la dictadura de Juan Carlos Onganía –“¡el onganiato!”-, y había ordenado secuestrar libros y películas como “Los amantes”…

          Yo estaba estudiando en la Facultad de Filosofía y Letras desde 1957. Allí hicimos un par de lecturas públicas. Trabé amistad con Alberto Szpunberg, conocí a Juana Bignozzi y nos reuníamos los tres para leer lo que andábamos escribiendo. Las lecturas públicas eran frecuentes y en los reductos más dispares. La más importante fue en 1962 en la Facultad de Medicina de la UBA , en cuyo Auditorio habría unas doscientas personas: inusitado. Varios cuadernillos con los diferentes autores invitados por el Centro de Estudiantes de esa Facultad conservan testimonio del suceso. Conservo el que incluye mi participación junto a Juan Gelman, Héctor Yánover, etc. Época en la que concurríamos semanalmente a casa de la “tana” Marcella Milano, quien nos reveló las entretelas de Cesare Pavese (yo la ayudé en una traducción de “Dialoghi co Lucò” que editó Siglo Veinte). Por entonces se produjo el acercamiento de sectores de la izquierda y del peronismo: por ejemplo, en el Movimiento Nacional de Liberación, de Ismael Viñas, con el que me vinculé a través de Rivera; y en ANDE (Agrupación Nacional de Estudiantes) de Filosofía y Letras, adonde llegué detrás del poeta Horacio Pilar. Otro poeta, y editor, José Luis Mangieri, me incorporó al sello Nueva Expresión: “Entrada prohibida” y “Algunas vidas, ciertos amores”. Este último corrió la suerte del depósito donde Mangieri guardaba sus ediciones: llegó la policía y secuestró todo, buscando libros políticos, claro, incluida casi la edición completa de mi libro, del que sólo conservo un ejemplar con la impresión de tapa sin colores. Colaboré con “ La Rosa Blindada ”, la revista del maoísmo naciente en Buenos Aires. Pero también lo hice en “18 de Marzo”, periódico del peronismo combativo. Con Rivera, René Palacios More y Luisa Futoransky, otra mezcla rara de “Museta y de Mimí”, editamos dos números de una revistita abrochada, “Cuadernos de Poesía Hoy”. Y debuto con mi primer artículo crítico (aunque ya había borroneado algo de crítica en breves notas de “ La Gaceta de Mariano Moreno”, en el colegio secundario, sobre Pablo Neruda y Vicente Huidobro), titulado “¿Qué es eso de una generación del ’40?”. Allí manifestaba mi admiración por el lenguaje coloquial de algunos poetas del tango y la oponía a ciertas retóricas de la poesía letrada (para ser leída). Acababa de recibirme de Profesor de Letras, me iniciaba como docente y me fue absorbiendo la crítica literario-cultural. Escribía poemas que quedaban rigurosamente guardados y leía, además de Pavese, a T. S. Eliot, a Antonio Machado, y por sobre todos, a César Vallejo. Pero sin privarme de Paul Valéry, de muchos españoles y latinoamericanos, de la poesía lunfarda –me deslumbró, por cierto, “La crencha engrasada” de Carlos de la Púa-. En tanto la política y el periodismo me atrajeron, colaboré mayoritariamente con bibliográficas en “Clarín Cultura y Nación”, en “ La Opinión Cultural ”, en “Crisis”, etc., donde también me difundieron artículos y poemas.

 

 

          2 – Más de diez años transcurrieron hasta “Mishiadura” (traduzcamos a nuestros lectores lejanos al dialecto local: Indigencia, miseria).

 

          ER - Sí, reaparecí respaldado por Colihue-Hachette, quienes irrumpían con mucho entusiasmo en el mercado editorial. Yo trabajaba intensamente en la revisión de productos y géneros populares con el ya viejo amigo Rivera y con Aníbal Ford, narrador y ensayista. Publicamos mucho desde comienzos de los ’70 hasta 1982 (y una parte conformó “Medios de comunicación y cultura popular” en el 83). Con muy buena repercusión, aunque diletantes y ortodoxos (de varias biblias) nos calificaban de “populistas”, por interesarnos en canciones, historietas, fotonovelas, programas radiales, cine nacional, etc. En la década siguiente enarbolarían la bandera de los “estudios culturales” para ocuparse de asuntos parecidos –según Williams, Anderson, Richard Hoggarth (fallecido en abril de este año), Thompson…- e ignorar o disimular lo que veníamos investigando nosotros. Y bueno… soy argentino, diría el siempre socarrón César Fernández Moreno. En una de aquellas lecturas mencionadas, esa vez en una Galería céntrica, se burló de un poeta joven, creo que Marcelo Fox, y discutí airadamente con él. Años después nos reconciliamos, intercambiamos un interesante epistolario cuando yo estaba preparando la edición de su “Argentino hasta la muerte”, selección, estudio preliminar y notas para el Centro Editor de América Latina. Hasta me propuso suplantarlo en la Universidad de Caen, porque se iba como funcionario del presidente Alfonsín a Cuba; mi situación familiar era complicada pero sólo al año siguiente me divorcié. Si hubiera aceptado, seguro que mi vida hubiera sido distinta, pero como siempre es una sola (por desgracia o por mezquindad divina), aquí estoy. Recuperé parte de dicho epistolario en un dossierdel “Diario de Poesía” dedicado a César. Bueno, creo que desde “Doblando el codo”en adelante mi poesía cobra más contacto con la suya, puesto que ambos articulamos un poco de narrativa y otro poco de ensayo valiéndonos de los “renglones cortitos”, aunque de forma diferente, incluso por razones ideológicas. Y también por concebir series de poemas sobre ciertos asuntos: él, por ejemplo, sus automóviles; yo (que no manejo, ni siquiera mi vida), las fotos familiares o los lugares y casas en los que he residido. Mi poemario del ’86 estuvo muy vinculado con la experiencia periodística en “Tiempo Argentino”, la de mayor inserción en un diario: coordinaba la doble página de bibliográficas de los domingos y hasta alguna vez, de paso, redacté un obituario (el de la narradora Marta Lynch) y varios artículos para “Tiempo Cultura”, al cual Osvaldo Cherkasky, Miguel Briante y Matilde Sánchez, entre otros, le habían dado un nivel poco habitual. En la redacción armé, con Alberto Perrone, al que había conocido como empleado en la Universidad de Morón, una tapa collage con dibujo, foto, viñeta de fotonovela, que me sigue gustando.

 

            3 – Y más o menos desde aquí nos quedaría tu derrotero en los últimos veinticinco años.

 

          ER – Con otro formato. Porque después de haber entrado y salido por las puertas de la Universidad de Buenos Aires al son de las marchas partidarias o de las marchas militares, gané en 1986 un concurso de Adjunto en Literatura Argentina I y tres años después el de Asociado de Literatura Argentina II: me radiqué en el ámbito académico. Con su estabilidad y sus miserias. Como la condición de docente universitario se extendió, primero a la Universidad de Lomas de Zamora, después a la Universidad de La Matanza, dejé otras tareas, en especial las periodísticas o editoriales (para el Centro Editor había escrito mucho, durante mediados de los setenta y de los ochenta). Una experiencia interesante fueron los doce o más programas que asesoré, y en los cuales hacía intervenciones críticas de un par de minutos, para la señal Educable, y que en un momento difundió ATC. Incluyó a algunos poetas, como Almafuerte o Sor Juana Inés de la Cruz.

          Todo eso me restó tiempo para la poesía, nunca abandonada, siempre acumulada en servilletas, hojas rayadas sueltas, copias mecanografiadas, y al fin la bendita era de la computación, cortar y copiar. Fantaseé que le dejaría ese legado a mi viuda (Miriam) o a mis dos hijas (Laura y Constanza, una de cada matrimonio), para que resolvieran si era editable o combustible contra el frío. De pronto, un joven salteño que había sido alumno mío en dos oportunidades y lugares (la carrera de Letras y la carrera en Ciencias de la  Comunicación Social de la UBA –ah, me estaba olvidando de contarte que entre 1989 y 2001 inauguré allí un Seminario de Cultura Popular y Cultura de Masas-), me propuso editar un tomo en su colección El Suri Porfiado. No entraba lo escrito a lo largo de casi veinte años en libros de formato manuable y austero. Pero, ante una posibilidad así, no te vas a hacer el estrecho o el larguirucho… Corté varias secciones de lo que tenía guardado, porque en todos mis libros agrupé siempre los poemas en series bajo un título particular, y se las remití como “Entre sobrevivientes y amores difíciles”.

 

 

  

          4 – Y unos años después surge la posibilidad de volver a editar.

 

          ER – Concluyendo 2012. Raúl Santana, el “negro” Santana, con el que habíamos compartido días de francachela y mishiadura allá por nuestros veinte años –no por esa década, aclaro-, me propone telefónicamente una antología en la colección que dirigía para el sello Activo Puente. “No”, le contesté, “ya que el Fondo Nacional de las Artes me publicó una de la etapa que llega a los ’80, prefiero mostrarte un libro inédito y añejo de veinticinco años.” Por supuesto que excluí casi todo lo que ya estaba en la edición de El Suri y armé el resto. Para fortificarlo o qué sé yo, le sumé, con añadidos, una sección, la de “Viejas Fotos Familiares” de“Doblando el codo”, pero con otro título. Y así se fue conformando (y confirmando)“Puro biógrafo y otras inconveniencias”, título que, entre otras virtudes, tiene el de no parecer propio de un volumen de poemas. Con “biógrafo”, tal vez esté de más aclararlo, aludo a la vida y también al cine como un componente inexcusable de esa vida -lo que hoy les sucede a los más jóvenes con la televisión-, pero también a la ensoñación. Cines de barrio (les dediqué un radiopoema), de pueblo (en Escobar), de rambla marplatense, de auditorio al aire libre… películas vistas, entrevistas, narradas, recordadas y mezcladas, perdidas en el desván de la memoria… y divinas divas (Marylin, Brigitte, Sofía, la Cardinale) que te dejaban insomne, entre otras cosas.

 

 

            5 – Y además de la Antología personal del Fondo, fuiste difundido en otras (al menos en una integramos el reparto).

 

          ER – Me alegra figurar en varias, que no me tomo el trabajo de contar pero son alrededor de diez. Las últimas, “200 años de poesía argentina” (selección y prólogo de Jorge Monteleone, Editorial Alfaguara, 2010) , “El cine y la poesía argentina” (selección y ensayo de Héctor Freire, Ediciones en Danza, 2011) y “Antología de poesía argentina contemporánea, 18 poetas” (bilingüe, co-edición Reflet des Lettres / Alción Editora, 2012). Ellas abren la posibilidad de ser leído por un público heterogéneo e imprevisto. El libro de poemas de autor es una rareza, cada vez se editan menos ejemplares y acaban por desaparecer nadie sabe exactamente dónde, pero desaparecen… Y, entre ensayo y ensayo, entre artículo y artículo, entre investigación e investigación, dirigida o elaborada, a pesar de que el viento jubilatorio ya me esparció, escribo algunos poemas. Generalmente en un rapto o en un rato. Y guardo. Tal vez…

 

 

 

          6 – Tengo cerca mi ejemplar de tu cuarto poemario. En la contratapa se informa sobre otras antologías en las que figurás: “Buenos Aires dos por cuatro” de Osvaldo Rossler, “Los mejores poemas de la poesía argentina” de Juan Carlos Martini Real… Y se informa también que esta edición de “Mishiadura” alberga una selección –once- de los textos que escribieras para la audición “Latitud Buenos Aires” de LS4 Radio Splendid, entre setiembre y diciembre de 1977. Te estoy instando, Eduardo, a que rememores ese paso tuyo por la radiofonía porteña, cómo era el programa, quién lo conducía, y te refieras a lo que sucintamente explicás en unas pocas líneas introductorias al volumen, tituladas “Advertencia”.

 

          ER – Esa oportunidad llegó, como todas, inesperadamente. Una amiga, docente de música y locutora, me dijo que el interventor militar de la radio, tanguero y poeta (en la Argentina, como verán, todo puede suceder), se marchaba y hasta allí había escrito las glosas para una audición con tangos de Gardel. Aníbal Cufré, que leyó al efecto algunos poemas míos, me ofrecía reemplazarlo. Le contesté que sí pero con poemas, no con glosas. Escribí una cortina fija, que iniciaba el programa todos los días al anochecer, y luego un texto poético para cada audición que se iba intercalando entre las versiones del “mudo”. Mudo me quedé yo el día que viajando en un colectivo me escuché, junto con el colectivero y algunos pasajeros. La voz de Cufré era impresionante, hasta cuando no sabía lo que estaba diciendo. Inauguré una rutina de trabajo poético: sábados y domingos escribía los cinco textos de la semana, siempre precedidos por alguna cita. Me acuerdo que cuando usé una de Luis Luchi, Cufré me la mandó de vuelta, porque eso no le parecía poético. Yo tuve ganas de contestarle que, si supiera ya lo que era la poesía, habría dejado de escribir. Luego recuperé una selección de esos textos para incluirla en mi libro “Mishiadura”, como “Radiopoemas 77”.

 

 

            7 – Entresaco unos versos de distintos poemas tuyos: “no deben arrojarse los restos del amor dentro del mundo”, “qué haré con su costumbre lenta de hablar y envejecer?”, “el gato pasea por el ocio rollizo de mi hermana mayor”, “y por ti, pero más por mí, pormigo mismo”, “Es la hora de la preñez extrema del aire”, “lucía las bananas podridas del sombrero”, “y su terrible renguera de conciencia”, “Me gustaría encontrarte hace diez años”. Aquí están. Y entonces pregunto: ¿En qué términos resumirías tu poética?

 

          ER –  Esas cosas son más fáciles de decir acerca de otros que de uno y haciendo eso me he ganado en gran parte la vida. Pero… bueno, me tiro a la pileta como poeta de la palabra conversada, del diálogo. Algo que nos vino (uno nunca está solo, aunque se lo imagine) seguro que de Pavese, pero también del tango, de “Eche, amigo, nomás, écheme y llene…” y tantos otros ejemplos. Empecé a escribir argentino, dice Cortázar, hacia 1950. Yo sentía que los de Movimiento Poesía Buenos Aires, algunos, excelentes poetas, parecían, muchas veces, traducidos. Y si no podía escribir argentino, al menos lo haría en porteño y sin  tergiversar mi habla cotidiana. Sentía que en el poema, como en los mejores tangos, se podía contar de manera breve e intensa  y que eso era un desafío. En ocasiones debo de haberlo conseguido. Con el tiempo, las series poéticas me permitieron ampliar el relato, los momentos fulgurantes de ciertas situaciones vividas, imaginadas, soñadas… o todo un poco a la vez.

 

 

  

          8 – Por un lado, en tu último poemario leo estos dos versos: “con Horacio Pilar (del peronismo mágico) que era capaz / de disertar hasta dos días sobre una araña pensativa”.  Y por el otro, yo, que tarde –en 2002- descubrí en su totalidad la obra poética de Horacio Pilar (1935-1999) y quedé asombrado, organicé y conduje en mayo y junio de 2003 el Ciclo de Poesía “Horacio Pilar” –cinco encuentros: entre los poetas invitados estuvieron José Peroni, Jorge Quiroga, Hilda Rais, Francisco (Pancho) Muñoz, Raúl Santana-. Has sido su amigo. ¿Lo evocarías para nosotros a quince años de su fallecimiento? 

 

          ER – Claro, cómo no. Horacio había cursado el Liceo Militar y comenzado Medicina. Era inesperadamente marcial y sorpresivamente gastronómico. Me acuerdo de haber comido en algún boliche de los que frecuentábamos, gasolineros, y pedir primero sopa y luego dos bananas; explicarle al mozo, sin duda desconcertado, las virtudes de esa dieta. Sin mencionar la principal: gastar poco. Tenía una labia espontánea y generosa; una vez, en mitad de uno de tales discursos, a propósito de cualquier cosa, se detuvo y nos preguntó sobre qué estaba hablando, se le había perdido el asunto. Charlamos mucho de filosofía, de calle, de señoritas, de política. Era el mejor ejemplo de que cada peronista tiene su propio peronismo y él te convencía del suyo. Un poeta reflexivo y modesto; siempre me decía que formábamos una segunda línea y que eso no debía desalentarnos. Un gran tipo, de ésos que te dejan mucho y haberlos conocido justifica también un poco  haber vivido. Valdría la pena reencontrarlo para seguir charlando, seguro nos quedaron cuestiones pendientes.

 

 

            9 – Sé que para “Francisco Urondo, la palabra en acción – Biografía de un poeta y militante” de Pablo Montanaro (Homo Sapiens Editora, Rosario, Santa Fe, 2003) has participado con tu testimonio. Para quienes como yo, no hemos accedido al libro en cuestión, ¿nos lo ofrecerías?

 

          ER – Mi relación con Paco Urondo fue especial, con largas intermitencias y mucho afecto. Lo conocí cuando vino a una lectura de poemas (participamos Jorge Rivera, Alejandro Vignati, el petiso Alfredo Carlino y yo): creo que en el salón de un diario sobre la avenida de Mayo. Leí textos que pasarían a “18 poemas”. A la salida se acercó y me comentó que le habían interesado, quedamos en vernos en otro momento, almorzamos a los pocos días con Noé Jitrik, de Souza y otros amigos, me presentó a Clarita Fernández Moreno, y por ella conocería luego a Haroldo Conti… Otra instantánea es de cuando él vivía en el barrio de San Telmo, en una de aquellas casas colectivas de los setenta y a la que acompañé a Lola Thorne. Charlamos largo, me presentó a uno de sus hijos, intercambiamos libros. Tercera foto: una noche lo esperé con dos amigas, en el viejo bar “Unión” que tanto frecuentaba y me encantaba, allá en la avenida Paseo Colón, cerca de Independencia, hasta que salió de trabajar en “La Opinión” y cada uno por su lado, pero otra vez buena charla, agradecimiento por el “aguante”. También nos encontramos en lo de Rivera: ambos militaban en el Movimiento de Liberación Nacional (MLN -Malena) y discutimos un poco, en buenos términos. Después coincidimos en la Facultad de Filosofía y Letras, donde vino como Director del Departamento y yo quedé a cargo del Instituto de Literatura Argentina. Allí no discutimos, exactamente, pero diferíamos en cuanto a lo que esa intervención debía producir en la carrera de Letras. Tengo presente una larga caminata por Rivadavia estrecha, desde la Plaza de Mayo, y olvidar lo político para hablar de poesía, lo que siempre nos había acercado. Bueno, a partir del ‘76 sabemos lo que pasó. Pero lo vi una última vez, en el barrio Caballito: yo estaba parado en la esquina de Rosario y José María Moreno, y desde un auto agitó la mano y su sonrisa, que era muy particular. Tuvo la valentía de sostener hasta el final lo que creía, a diferencia de tantos otros.

 

 

 

           10 – Mas allá de los consagrados poetas del tango  –Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Celedonio Esteban Flores, Enrique Cadícamo, Homero Expósito, Eladia Blázquez, Horacio Ferrer, Héctor Negro…-, ¿estás al tanto de la letrística tanguera más reciente? ¿Por dónde andan tus actuales preferencias musicales? ¿Hay algún tipo de música que juzgues “mala” y que te atraiga (o te haya atraído)?

 

          ER – Estoy al tanto, porque soy miembro de la Academia Nacional del Tango, pero creo que cada ritmo tiene su época y la del tango ya fue. He dado clases sobre letras de tango en la Academia y en la Universidad acerca de la canción, en las cuales incluí también al llamado folklore, al rock nacional y a cantantes que no tuvieron mucho que ver  con la poesía, pero cuyo humor los justificaba. Estoy pensando en Rodolfo Zapata, el de la chacarera “La Gorda”, que manejaba un uso del doble sentido muy gracioso y que los folkloreros comprometidos despreciaban. Claro, para ellos  “Si se calla el cantor calla la vida” y me imagino que, para el cantautor Zapata, “si se calla el cantor calla la risa”. Y el humor es un combustible irremplazable para sobrevivir, sobre todo en el mundo periférico. A la poesía argentina le ha faltado humor, sus cultores prefirieron la seriedad, la gravedad, aunque estuviera hueca. Nicolás Olivari, Conrado Nalé Roxlo, Luis Cané, César Fernández Moreno… son de los pocos, en una cuerda que va del humor sutil al sarcástico. Si me dejan, me subo al carro, por lo menos por el costado del humor irónico. Hoy día el gran público está en contacto con la poesía de las canciones, acompañadas de música. Así como lee novelas acompañadas de imágenes (telenovelas, pero obvia el prefijo). La lectura en silencio y recoleta está avejentada, aunque nunca va a desaparecer del todo. Yo convertí un poema (Cartas II) en el tango “La zorra tristeza” (con música de Alberto Garralda), que tuvo dos grabaciones, pero no seguí adelante con la experiencia. Está entre las cosas que me debo para el ballotage.

 

   

          11 - En un número de la revista de poesía “El Jabalí”, que estuve releyendo, reprodujeron una parte de una entrevista realizada a Orson Welles (originariamente reproducida en su totalidad en una revista extranjera): Me apropio yo de algunas, y adaptándolas te las despliego: Si hubieras podido escoger el país y período en que te hubiera gustado nacer, ¿hubieras escogido qué país, qué período? ¿Hay algunas figuras de la historia argentina con las que te identificás? ¿A quién escogerías como modelo de comportamiento masculino hacia las mujeres?

 

          ER – ¡Esto ya no es una entrevista sino un bombardeo! Me pongo el casco y voy contestando.

          1: Me gustaría vivir en el mismo lugar y en el mismo tiempo pero de nuevo, para reincidir en algunas cosas y para rectificar otras. Vivir de nuevo, varias veces, entre los veinte y los sesenta, en lo posible descartando la inexperiencia o las malas experiencias anteriores y la excesiva experiencia posterior (dejémosle este placer a los orientales).

          2: Me identifico con los muchos que construyeron nuestro país y con los pocos que lo siguen haciendo, ¡lástima que los otros eran más!

          3: A mí, por supuesto. Pero preferiría hablar de lo mal y de lo bien que me han tratado, porque sería hacer el resumen de mi vida. Si unas me abandonaron, desde el comienzo, otras me recogieron y me cuidaron. En “Entrada prohibida” hay una cita de Pavese que dice, en parte, “mis buenas compañeras estarán siempre vivas, / sufriendo en silencio y pagando por todos”. Sin ellas faltaría en mi CV la poesía y estaría de más este diálogo.

 

            12 - Alejandra Pizarnik le expresó en una carta a la poeta bonaerense Ida Julia Casella, a propósito del poemario de ésta cuyo título es “Antes de nacer” (1ª Edición, Ed. Colombo, 1966): “...sus poemas son, entre otras cosas, modos de conocimiento (es evidente el ‘yo me he vuelto del revés / me he vuelto del derecho’), de conocimiento de usted, naturalmente, pero cuando el modo es auténtico y necesario (esto sobre todo), el lector se conoce en la comunión poética: un simple y terrible espacio de encuentro perfecto...” ¿Te provocan, Eduardo, estas líneas, alguna apreciación?

 

          ED – Si la literatura –incluida la poesía- no es conocimiento, es apenas palabras sueltas, cháchara, nada… Uno aspira a la experiencia compartida, a que algo resuene en el otro y lo transforme, lo cambie de lugar, de posición, de ánimo, se le haga carne viva… Por lo menos son las vivencias que nos transmitieron algunos de esos escritores que preferimos y que seguimos leyendo a través del tiempo. Una novela de Benito Pérez Galdós, pero también otra de Paul Auster y, para cambiar de registro, un poema del Arcipreste de Hita y otro de Homero Manzi. Y lo que hicimos siempre, incluso sin saberlo, reescribir las palabras que se reagrupaban, de otra manera, entre las ya leídas y escuchadas, entre las que dijimos y las que nos dijeron. La literatura es, en definitiva, el lugar de cruce donde los otros nos hablan, o se hablan a través de nosotros, aunque ilusionemos poseer “el uso de la palabra”.

 

*

 Eduardo Romano selecciona para esta entrevista, en agosto de 2014, siete poemas de su autoría:

 

 

BRINDIS

 

 

Por la mano que hundo y arranca el poema

por el verbo que comunica como una llave

por el hijo pródigo que vendió su corazón al contado

por la joven madre que no abortó de perezosa

por los que de tanto en tanto se dicen algo al espejo

por los que sólo recuerdan a garrotazos

por la ventana cerrada de los muertos

y por el que desde mucho antes fue cadáver.

 

Por el ojo sin importancia de la risa

por los que hoy aquí y mañana no se sabe

por la noticia falseada en treinta idiomas

por el que pide permiso en todas partes

por el que usa apenas mujeres usadas

por el que brilla una noche y catequiza

por el silbido que se perdió en la boca

y por la triste escalera que solamente baja.

 

Por una blusa roja hasta la sangre

por la firme respuesta del seno adolescente

por la manzana madre de este mundo

por el que tira sus besos al retrete

por el que perdió la cabeza en el griterío

y por el hueso auténtico el hueso duro de roer.

Por el hueco de los que ya se resignaron

por la fiel amistad de las enfermedades incurables

por la que todavía aguarda hecho preguntas

por la felicidad del hombre amaestrado

por la palabra que nos dará el olvido

por un cielo de puentes y llegadas

y por una verdad a cada rato.

 

Por el marinero que no aprendió a desembarcar

por el clavo caliente de estar vivo

por la alegría exacta de los tristes

por el vino de rostros que nadie puede arrebatarnos

y por la desesperación del vaso en la garganta.

Por los que mercan cada día tu trabajo

por los que “sí, cómo no, de cualquier modo”,

por los principios con que algunos terminan sus crímenes

por todas las maneras de andar al descubierto

por los que memorizan cada día de sus años

y por ti, pero más por mí, pormigo mismo,

junto a esos zapatos caminando sin dueño a medianoche

brindo, tal vez de manera vulgar,

levanto mi copa enardecida

por los que ya nombré y por los que no me acuerdo,

dejo paga mi última sonrisa,

toco fondo.

                                                (de “18 poemas”)

 

 

 LA LOCA

 

 

Me decían sentate al lado de la  loca

y dale cuerda.

La loca, a todas horas

destrozada,

y después -si existe algún después

bajo las ruedas-

dibujaba muñecos en el vidrio,

cantaba letras sucias,

daba pena,

Me decían recitale a la loca

tus poemas.

La loca consumía

el café más amargo con leche

y apagado,

se sonaba los huesos

traqueteados en camas informes

o en baldíos,

se daba una medida de esperanza.

Sentada en un rincón,

lucía las bananas podridas del sombrero,

un perfume bien rancio, recocido,

su careta de humo,

su cuello pergamino.

Me decían conversá con la loca

de la vida en orsai,

de su hijo roto.

La loca masticaba estampitas lentamente

preguntando si el sol

seguía afuera

o lo habían llevado, en bandeja,

hasta su cuarto.

Me decían con guiños, por lo bajo,

explicale a la loca que está muerta.

 

 

                                                                          (de “Entrada prohibida”)

 

 

 

 

CAMINATA

 

 

Tengo veintiocho años cumplidos

esta hermosa tarde que ahora desciende

por la avenida viento norte, Palermo,

pensando qué hacer con lo que resta.

Ya no soporto los gestos de Francisco,

según las circunstancias.

No me alcanzan las palabras de Luis,

el estudiante de izquierda

que me quiere explicar causa remotas.

No quiero más los proyectos comunes y promesas

que nunca les pedí, ni equivocada.

He visto y oído sus trabajos,

los oficios delicados, inútiles, vacíos,

humillantes o alegres, de los hombres amados.

Los adolescentes que se concentran

hasta la seriedad en mis piernas delgadas

apenas casi me entretienen.

Las amigas que recitan siempre,

hasta el cansancio,

comienzos o restos de aventuras

ocultas por el humo y sus caras mundanas,

no pueden disimular la soledad que las desborda.

Quedan, es claro, el arte y los paisajes,

pero una ha comprendido el mecanismo

y para qué engañarse en estos tiempos.

Veintiocho años al sol,

camino sostenida por esta escasa juventud

y la incipiente madurez de mis recuerdos.

Sólo deseo tomar un poco de noche,

cara al húmedo cielo,

jugar a la paz, al deseo, a la ternura,

tener una larga conversación sobre estrategia

con algún general que nunca hizo la guerra.

 

                                                    (de “Algunas vidas, ciertos amores”)

 

 

 

TERCERA FOTOGRAFIA DE AMOR

 

 

Es peligroso vivir una última noche con vos.

Hay, por ejemplo, rápidos incendios

sobre los pastos secos de tus ojos.

Hay un aborto reciente y desdichado

-la careta señores los guantes señorita-

que dejó en tu sonrisa enorme cicatriz.

Yo la recorro con paciencia de domingo lluvioso

bajo los pliegues de nuestra lenta soledad.

Crecen hongos salvajes en tu pelo

cuando hablás del marido y los dos hijos

envenenados por la vida en común.

Tiritan nuestras ropas por el suelo,

la tarde se arrodilla y en la pieza desnuda

contra tantos, somos apenas dos.

A las catorce y treinta se incorpora

para decirme nadie

debe saber que aquí estuvimos juntos

porque el amor  voló desde el balcón.

A las catorce y treinta años perdidos

sos apenas tu sombra sobre la palma abierta del andén.

 

 

 

                                                                                                               (de “Mishiadura”)

 

 

 

NI TAN DERECHOS NI TAN HUMANOS III

 

 

Cuando oyó la primera sirena se apartó

un poco del alféizar y cerró las persianas.

Era una lástima renunciar a esa luna

tenue y meliflua, ingenuamente pálida,

pero los gases tóxicos enturbiaban

tanta dulzura y al parecer la noche ardía ya

por los cuatro costados.

A los primeros tiros dio un paso atrás

y entornó la puerta –casi recién pintada-

de su habitación interior.

En las tinieblas se oía el crepitar

lujurioso de la violencia desatada.

Ahora forzaban una entrada gritos roncos

puteadas subrepticias órdenes silbatos

estallaban quién sabe desde dónde desde cuántos.

Empujado por los primeros sollozos ahogados

se metió en el baño, echó la doble llave,

se acurrucó en un rincón los brazos

sobre la cabeza los ojos hacia adentro.

Tras una breve pausa en que creyó –lo principal

es la fe, Dios te sonríe- haberse aislado

sintió un líquido espeso que goteaba

justo encima justo arriba justo no soy

se dijo en un susurro, casi tartamudo.

Entonces se encendió la luz potente luz de la crueldad

y al suave al apartado al buen muchacho

al nunca te metás en esas cosas al hijo de mamá

al siga siempre así felicitado

también lo desaparecieron brutalmente.

 

                                                                     (de “Doblando el codo”)

 

 

 AVERGONZADO

 

 

¿Sabe una cosa usted que a lo mejor me lee

en una larga tarde de domingo sin nada

o en algún otro hueco semejante?

Me da tanta vergüenza ensuciar con versitos

esta hoja impoluta (mentira, apenas si se trata

de una vulgar y servicial servilletita)

y en especial porque murmuro

unas palabras llanas sin metafísica legibles

carenciadas de notas o aparato erudito

sin un despliegue intertextual muy pobretonas.

Y no le cuento, amigo lectorcito amodorrado,

si pienso que en lugar de ganar a toda costa

de apostar de transar de aplastar con denuedo

pierdo mi tiempo así alumbro frases sueltas

la culpa que me da saber el alfabeto

pasear por el lenguaje gratuita suficiencia.

Al menos debería hipotecar tal perversión

en lujuriosos avisos masticables

que un músico por horas, alquilado,

supiera a la sazón sonorizar

para el sagaz público medio (¿o ya

electrocutado del todo y aún consume?).

Me sonrojo realmente, no se extrañe,

cuando sopeso una por una las palabras

las pongo boca arriba en el platillo

me detengo a escucharles viejos ecos

como si fueran rumorosos caracoles.

Es un oficio antiguo, otrora respetable,

pero que ha ido cayendo en el descrédito

en sonrisitas de burla rápidos codazos

una especie de vicio solitario

que hoy practican tan sólo idiotas de la casa.

Por eso acepto caminar hasta el patio

desolado sentarme en un banquito lánguido

esperar que repartan esa sopa mugrienta

que se supone mata los huevos empollados

de todas las metáforas.

 

 

                                                   (de “Entre sobrevivientes y amores difíciles”)

 

 

 

EL POETA DEVUELVE LA PALABRA

 

 

                                                           Para morir mejor

                                                            hay que estar sano (anónimo callejero)

 

 

 

Le entregan sus análisis completos

bajo colesterol sin índice de riesgo

glucemia uremia y uricemia

(no es el medio campo de la selección bratislava

ni una suntuosa aliteración esteticista)

con valores normales adecuados millones

de leucocitos y hematíes como para empedrar

las joyas de varias coronas coronarias

en buen funcionamiento vespertino

(de noche lo asaltan imágenes compactas

que pueden provocarle taquicardia a un dinosaurio)

y camina derecho por lugares torcidos

se busca buenos tragos los malos vienen solos

sigue fiel al Azar que lo guía desvía recombina

empieza a salirse de la ví(d)a a pesar de todos y de todo

de lo que informan estos laboratorios alcahuetes

porque la máquina ha comenzado a ratear

es el momento justo de tomar esa curva

(me parece que ya tomaste demasiado).

Resultas de lo cual lo felicitan por haber elegido

morir saludable en buen estado con el humor erecto

de cara a tan adversas circunstancias convencido

de que fue bueno rebajar las grasas los empachos

las borracheras y resacas aquellas dos mujeres en un día

los ratos de mirar nomás mirar hasta perderse

el horizonte los devastados espacios interiores.

Lo felicitan –reitero y no es una ironía-

porque ha llegado al cruce de caminos saludable

ni se le nota el austero carcinoma que lo convierte

en candidato seguro en colaborador anticipado

de la página oscura del Gran Diario donde otrora

incluyeran artículos suyos a veces ponderados

sesudas bibliográficas anónimas o nomás discutibles

que con los vientos light se disiparon.

Algún periodista apresurado querrá corroborar

si es cierto que escribía fascículos seriados

escritores de acá de ahí de más al fondo

para el sueño de Boris en el saber distributivo

si compartió con Paco los destinos de una carrera

donde enseñaban las formas de las letras

que nunca coincidieron pero igual dialogaban

si una vez despertó con la que hubiera amado

entre los brazos prefirió que durmiera tan cansada.

Igual se irá pensando por el viaje –algunos gurúes afirman

que no es largo- las mejores respuestas las posibles

al máximo misterio de este confuso crucigrama.

 

 

      (de “Puro biógrafo y otras inconveniencias”)

 

 

 

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Eduardo Romano y R. R., agosto 2014.

http://www.revagliatti.com.ar/010822.html 

Palabras claves , , , , , ,
publicado por islanegra a las 15:05 · 3 Comentarios  ·  Recomendar
 
09 de Agosto, 2014 · General

Poesía Clandestina Reunida, del Comandante Tomás Borge

 

UN POETA DE ARMAS TOMAR 
por Marcela Pérez Silva


Necesario es aclarar que estas páginas son hijas del amor. No sólo porque Tomás Borge, el comandante poeta, era de amor que hablaba cuando invitaba a cambiar el mundo y a "hacer de Nicaragua un paraíso donde construir la casa del hombre"(1); o cuando escribía ardientes proclamas contra el tirano y desafiaba con los puños crispados al imperialismo; o cuando "platicaba con las multitudes" anunciando tiempos de libertad, de justicia, de soberanía. Digo que estas páginas nacieron del amor porque los poemas clandestinos en ellas reunidos sobrevivieron al destierro, a la tortura y a la legendaria vida de su autor, gracias a las mujeres que lo amaron.

El poemario está organizado en cuatro secciones, ordenadas de forma cronológicamente inversa.

Los textos más lejanos en el tiempo fueron escritos entre Bogotá y Lima (1969-1970), durante su exilio clandestino en tiempos de Somoza. De no haber sido por la musa colombiana que los inspiró y resguardó con celo, se hubiesen extraviado en la noche del olvido. Gracias a ella, han podido llegar hasta nosotros "la ortografía perfecta" de las pecas de María Cristina, "las huellas de Armstrong" en la luna, los gamines, Vietnam, el hermoso "Madrigales" (que fuera incluido entre "Los más bellos poemas de amor y desamor")(2) y su "Promesa":

"Juntos quemaremos los afiches del Che para alumbrarnos con su ejemplo".

El capítulo tres (1972-1978) contiene los poemas escritos en prisión: a la hora de la capucha, el suplicio y la dignidad. La mayoría de ellos fueron salvados de la ferocidad y la barbarie gracias a Josefina, "la de las sandalias de espuma", quien habría de convertirse en su segunda esposa. Lograron escabullirse del calabozo, ocultos en "su breve cinturón café", o perdidos "bajo el bordado de su blusa". Sobresale entre estos, el estremecedor "Carta a Ana Josefina".

"Encerrado en la cárcel me interrogaron y me dieron papel y lápiz para que les hiciera una confesión. En vez de eso le escribí un poema a mi hija recién nacida. Me dieron una tremenda paliza"(3).

El segundo capítulo corresponde al período (1985-1989), es decir, a los años de la Revolución Sandinista y su dirección colegiada. Años de Tomás al frente del Ministerio del Interior: "Centinela de la Alegría del Pueblo", en los que fundó una Policía destinada a brillar y un Sistema Penitenciario de régimen abierto. Años de inventar una nueva ética que hiciera prevalecer la solidaridad sobre el interés, el perdón sobre la venganza: “Sólo un poeta podía haberse vengado de su torturador, perdonándolo...” (4). Pero también años de amores intensos, breves, resplandecientes. De extraordinarias aventuras.

Ya que no es posible que vos y yo
hagamos las veinte mil leguas de viaje submarino
o visitemos el rostro oculto de la luna
...
tengamos una aventura Dos
Tres aventuras

El capítulo primero (1990-2012) contiene los poemas de su etapa de madurez: aquellos espléndidos años que tuve el privilegio de vivir a su lado. Muchos de ellos nacieron del apuro de descubrir que había olvidado una fecha importante. Llegaron al mundo en tarjetas de floristerías, en las páginas en blanco arrancadas del comienzo y el final de los libros, en hojas de cuadernos de espiral, escritos con indescifrable letra que sólo yo entendía, llenos de tachaduras, flechas y correcciones.

Tomás era meticuloso y perfeccionista en su trabajo. Aquellas alocuciones encendidas de pasión que daban la impresión de ser tan espontáneas: “el comandante Tomás Borge abre la boca y sale un sol / y detrás del sol Nicaragua /" (5), en realidad habían sido preparadas por él con gran rigor, semanas antes. "¡Me salí del texto!" −solía decir, orgulloso, después de un discurso. Y era que de tanto trabajarlo, lo había interiorizado hasta el punto de permitirse improvisar sobre seguro. De igual modo hacía con sus poemas: jamás dejaba de corregirlos. Aun después de publicados, los seguía puliendo. Por eso existen tantas versiones, incluso contrastantes, de un mismo verso: amaba jugar con las palabras, construir frases ingeniosas, metáforas osadas, afilar el estilete, dar en el blanco.

Tomás escribía desde la Historia sabiéndose protagonista imprescindible de ella. Urgido por la necesidad de amar, de dar, de darse. Era bromista, jodón, fogoso, optimista, honesto, valiente, tierno, transparente. Un poeta de armas tomar.

Managua, 19 de julio de 2014

1 Tomás Borge, El arte como herejía, Madrid: Gakoa, 1991, p.138.
2 Juan Manuel Roca, Los más bellos poemas de amor y desamor, Bogotá: Oveja Negra, 2007. p. 44. 
3 Amado y temido, Tomás Borge entrevistado por Frank Otero Luque, Nuestra Bandera.
4 Arturo Corcuera, “Tomás Borge, entre la pistola y la pluma” en Tomás Borge, A la sombra de un grano de sal, Lima, 2007. p. 8.
5 Juan Gelman, “Mareas” en De palabra, Madrid: Visor, 1994. p. 443.

Palabras claves , , , , , , , ,
publicado por islanegra a las 14:41 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
05 de Agosto, 2014 · General

Francisco Alberto Chiroleu: sus respuestas y poemas

 

Entre-vista en tramos-e realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Francisco Alberto Chiroleu nació el 27 de marzo de 1950 en Rosario (ciudad en la que reside), provincia de Santa Fe, la Argentina. Es Maestro Normal Nacional, Maestro de Música, creativo publicitario, webmaster, fotógrafo, redactor independiente. Desde 1980 se desempeña como editor no lineal y soporte técnico en Canal 5 de la empresa Telefé. Es secretario de actas de SATSAID (Sindicato Argentino de Televisión) en la seccional de su ciudad. Entre 1971 y 1976 editó la revista “El Vidente Ciego” (nueve números). En esos años participó en diversas actividades culturales, así como en cuatro festivales de poesía en la ciudad de Villa Dolores, provincia de Córdoba. Fue jurado en concursos y disertante en mesas redondas articuladas a partir de temas afines al universo poético. En 1981-1982 coordinó la sección literaria de la publicación “Todo Río” y en 1982-1983  de “Lo Mejor de Rosario y su Gente”. Fue incluido, entre otras, en la antología “El Verbo Descerrajado” -poemas en solidaridad con los presos políticos de Chile- (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile, 2005). Colaboró en diarios y revistas del país y del extranjero y parte de su quehacer se tradujo al italiano y al catalán. Participó en el  Dossier Roberto J. Santoro (Nº 20 de “El Colectivo”, Paraná, provincia de Entre Ríos, 2008). En 2003 su relato documental “Carrera contra el destino” fue seleccionado por el Movimiento Argentino de Documentalistas en el certamen “Rodolfo Walsh”, publicado en “Escritos Documentales” en 2004 y presentado en la ciudad de Buenos Aires y en Rosario (en ocasión del “Congreso de las Lenguas”). Además de ser sus textos divulgados en blogs y revistas electrónicas, desde 2001 es el responsable de www.lexia.com.ar. Es miembro de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina y de la Asociación de Poetas Argentinos. En reconocimiento a su trayectoria, el 22 de noviembre de 2011 le fue otorgado por COSITMECOS (Confederación Sindical de Trabajadores de los Medios de Comunicación Social de la República Argentina) el Premio “Alberto Olmedo”. En 1974 se edita el volumen antológico (1969-1974) “El reloj de humo”; dos años después su poemario “Memorias de la estación de las lluvias”; y en 2011, “Blues del Desarmadero”.

 

 

 

 

          1 – Acaso pudiéramos comenzar este reportaje con tu trasmisión de cómo estuvo conformada tu familia nuclear, de qué visión tenés, Francisco, de tu niñez y adolescencia, de tu formación docente, de tus derivas laborales, de tus búsquedas artísticas, de tus logros y vicisitudes en las diversas áreas, de tus compromisos a través del tiempo, de tu actualidad.

 

          FCH – Bueno, podríamos decir que tres de mis abuelos eran piamonteses y el paterno, francés. Esa sensación de extranjeridad, de no estar ni aquí ni allá fue un poco la constante de la familia. Mis padres eran gente de “trabajo” que se desvivieron para que a mis dos hermanas y a mí no nos faltaran ni educación ni las cosas elementales. Yo siempre me incliné por lo técnico y electrónico, pero el mandato familiar prevaleció y terminé de maestro normal; y de piano, teoría y solfeo (como se decía en esa época): de hecho, estuve trabajando tres años de maestro de música en una escuela de extramuros. Comencé medicina y psicología pero no las seguí, siempre la vida planteaba alguna excusa. Paralelamente empezaba a desarrollar esa relación tan extraña con la palabra y con las imágenes que se esconden tras sus infinitas combinaciones. Es decir, leer todo lo que pasaba por mis manos y tratar de expresar un montón de ideas con lo escrito. Primero había conseguido un puesto en Sanidad Municipal, sección vacunas, donde estuve siete años. El sueldo era ínfimo, pero me permitía vivir la “bohemia” de esa época. De ahí salté a la etapa  de maestro, después fui cuentapropista y terminé hace mas de treinta años ingresando al actual trabajo. En honor a la verdad, ingresé como “creativo publicitario”. Puedo decir que viví del “verso” durante mucho tiempo, hasta que migré al área informática en la que me muevo bastante bien.

          En medio de todo esto estuvo el proyecto del Vidente y el vendaval de un mundo que podría haber cambiado. El golpe cívico-militar de 1976 se encargó de eliminar todo atisbo de inteligencia. Cualquier persona que pensaba era peligrosa. Allí empezó una etapa de muertes, desapariciones y el exilio para otros, los mas afortunados. Otros padecimos el exilio interior… Desarticuló nuestra generación. Higa, Santoro, Haroldo Conti entre otros colegas, fueron secuestrados y desaparecidos. Las derrotas se superan, los amigos perdidos, no…; para colmo, hace unos años me enteré de la muerte de Tito Gigli, otro entrañable –un poeta enorme-. A pesar de todo, con mi pequeño aporte siento que hice numerosos amigos (entre los que te cuento) con los que compartir esta tarea.

          En mi actual trabajo comencé a desarrollar una actividad sindical en la que hay un fuerte compromiso. Entre todas las actividades me hago un tiempo para lo que realmente me gusta -jugar con las palabras-, trabajar en la web, y a veces sigo buceando como antes en ese interminable viaje hasta el final de la noche.

 

 

 

          2 – ¿Tendrás presente que en nunca supe qué número de 1975 de “El Vidente Ciego” me publicaste un poema?... En verdad, no sé cómo lo sé, pero lo tengo anotado… ¿Me habrán informado bien? Y es de este modo que te instalo en aquella propuesta. Y que te invito a que te refieras a ella. Es consultando el volumen “30 Años de Revistas Literarias Argentinas” (1960-1989), cuyo autor es el fallecido investigador  de estos temas, José M. Otero, médico de profesión y vecino mío, que me entero que, entre otros, se han difundido en “El Vidente Ciego” a María del Carmen Vitullo, Homero Manzi, Amaro Nay, Enrique D. Záttara, Fernando M. Martínez, Juan Carlos Higa y Eduardo A. Vergara.

 

          FCH – Podría asegurar que fuiste publicado en el número 8. El proyecto del Vidente motivó que un grupo de jóvenes entusiastas nos reuniéramos a discutir y analizar poesía. Todos estábamos empezando. Fue una satisfacción que Záttara, Vedovaldi y Vitullo fueran colaboradores. No puedo dejar de mencionar al periodista Zoilo García Quiroga, que aportaba no sólo sus poemas sino su experiencia en los medios gráficos. Tito Gigli trasmitía su vasta cultura. También Rubén Sevlever, Alberto Luis Ponzo, Martha Isa y muchos más pasaron por nuestro proyecto. Sin olvidar el lado audiovisual: “El Vidente Ciego Cuenta” y “Aries la espalda llena de luces”, nuestro segundo proyecto en el cual nada menos que Daniel Querol interpretó los textos y que fue pasado durante bastante tiempo en “La Sala de Bolsillo”, además de la Galería “Meridiana” en tu ciudad -toda una aventura-. Combinábamos las presentaciones con poemas ilustrados, cantautores locales y hasta proyecciones de cine español de vanguardia.

          Estaban los viajes a los encuentros de escritores (Villa Dolores) y las participaciones

en los mismos. Presentamos en Rosario el último número de la Revista “Barrilete” con sus autores y todo en “La Pequeña Muestra” del poeta Armando Santillán, que siempre colaboraba con la “causa”. El artista plástico Aldo Ciccione (Chacal) nos acompañó en nuestra última etapa. Publicamos y difundimos cuatro libros  y numerosas plaquetas y separatas. Por un tema de costos la imprenta siempre estuvo lejana. Cuando pretendimos cambiar de soporte, ya el mundo se caía a pedazos y nosotros con él.

          La experiencia llegó un poco tarde, pero dicen que al hecho consumado nunca hay que negarlo. He notado con sorpresa que siempre hay gente que se acuerda cálidamente del Vidente, parece que tan malo no ha sido el intento. Celebro la mención en el estudio de Otero. La gente de la Revista “Amaru” también ha hecho lo propio en otro artículo.

 

 

 

          3 – Diría que “El Verbo Descerrajado” –propuesta de la que he sabido cuando se gestaba- merecería que nos refirieras, Francisco, cuáles fueron sus características, qué repercusión obtuvo, si es hallable en la Red.

 

          FCH – En el año 2005, a través de www.poetasdelmundo.com recibí la noticia de que se estaba seleccionando material poético para apoyar la resistencia de un grupo de presos políticos chilenos, que había iniciado una huelga de hambre en la Cárcel de Alta Seguridad, pidiendo por su libertad. Eso había sucedido durante el primer gobierno democrático post Pinochet. Poetas del Mundo es otra de las experiencias que comparto; es un movimiento internacional que nuclea a numerosos “trabajadores de la palabra” alrededor de postulados universales como la paz, la libertad y el respeto entre los pueblos. El material fue publicado por  Ediciones Apostrophes en Santiago de Chile, compilado por Luis Arias Manso. Una excelente edición. Por lo que sé la distribución fue un éxito, tuve que esperar una reedición para poder conseguir otros ejemplares.  En estos momentos habría que pedirlo a la editorial o consultar a los sitios de venta on-line en internet que lo tengan.  Participaron más de ochenta poetas de la Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Nicaragua, España, Portugal, entre otros países. Desconozco si existe una versión en PDF.

 

 

          4 –“Carrera contra el destino”, relato documental: he aquí una obra que también estaría bueno que nos la “muestres”.

 

          FCH – Cuando en 1975 desapareció por primera vez Juan Carlos Higa, yo estaba a la sazón en tu ciudad, con Santoro, Humberto Costantini, Vicente Zito Lema, Conti, etc.: teníamos una reunión con gente de Cultura. Al pasar el tiempo y no encontrarlo, primó la solidaridad y se organizaron diversas búsquedas, hubo falsos datos, dinero dado a informantes… A mí me tocó ir con Haroldo es su auto hacia uno de esos supuestos contactos. Como él no veía bien o tenía la vista cansada, no recuerdo bien, me pedía que lo guiara. Imaginate la situación –un ciego guiando a otro ciego-, yo no conocía los lugares. Le informaba lo que veía, pero no sabía hacia donde íbamos y él me contaba de sus viajes y el río. Pero llegamos a buen puerto. Hubo después otros eventos, una mujer, golpes de la vida y un final triste. De eso se nutrió  “Carrera contra el destino”; se fue armando como antídoto contra el olvido. Y cuando el Movimiento de Documentalistas convocó en 2003 al “Primer Concurso Internacional de Escritos Documentales Rodolfo Walsh” y vi las bases, no lo dudé. Cuando empecé a darle forma salió casi de un tirón. Después vinieron las correcciones. Pero me gusta como quedó. “Escritos Documentales” fue publicado en 2004 y allí figura junto a otros quince relatos  finalistas. Nunca fue un “cuento”; es un relato documental, con sus verdades y sus ficciones, pero es mi pequeño homenaje a Haroldo Conti. De paso te cuento que siempre conservé como una reliquia un trozo de la carta escrita a máquina y firmada, en la que él me autorizaba a usar una cita de su cuento “Tristezas de la Otra Banda” para un epígrafe de uno de mis libros.

 

 

 

          5 – Desde luego, pinchando sobre www.lexia.com.ar quienquiera puede de inmediato dar con cuantiosos materiales de diversas fuentes. Tras más de una década como único responsable del Sitio, te propongo que compartas con nosotros cómo te has ido sintiendo –entusiasmos y decaimientos-, qué satisfacciones y qué decepciones te dieron alcance, cómo prevés proseguir.

 

          FCH – Sabés que siempre me interesó la difusión del trabajo de los otros. Mi sueño hubiera sido tener una editorial. El soporte virtual es excelente para nuestro trabajo en cuanto permite una comunicación rápida y aceitada con los lectores y/o autores. Empecé el sitio como algo personal y se transformó por esa interrelación con los otros . Siempre dentro de las normas legales de registro nacional e internacional, por supuesto. Todos los costos de alojamiento y mantenimiento están a mi cargo. A veces algún autor preguntaba si la colaboración se pagaba…  No: quien lo desee, ofrece sus materiales y luego de un proceso de selección, se publica. Hay autores que agradecían emocionados la publicación y otros que nunca “acusaron recibo”. Se mantiene una constante de 500 visitas mensuales, con altos picos ocasionales. Con el tiempo se ha formado un grupo de gente con los que mantengo una fluida relación vía correo electrónico. Muchas veces tuve ganas de cerrarlo, sobre todo cuando se armaban polémicas en torno a poetas publicados o ciertos hechos políticos. Polémicas inútiles porque no se sacaba nada en limpio. Pero puede más el optimismo y es así que ahora estoy en una etapa en la que lo migraré a un servidor local mas potente y con más prestaciones. Lo que me permitirá “lavarle la cara”, sacar las hojas secas y revitalizarlo. Hay alrededor de veinte poetas esperando que los suba y estoy preparando sus colaboraciones. Es un trabajo que no se puede detener. Hay que hacerlo todos los días. El diseño web lleva su tiempo, la ventaja es que siempre es perfeccionable. Todo se puede modificar o corregir.

 

 

 

          6 – En “Preliminares de un juego canibalístico”, título del prólogo que el poeta santafesino Rubén Vedovaldi concibiera para tu último poemario, afirma: “Entro a estas páginas con las resistencias de quien tiene que ir a la morgue a reconocer cadáveres queridos.”  Para quienes no han entrado a esas páginas: ¿Por qué Blues, por qué Desarmadero? ¿Por qué esas ilustraciones (técnicas mixtas) en tapa e interior creadas por Bruno Chiroleu? ¿Por qué una de las citas que constan en la página 5, tomada de “El siglo de las luces” de Alejo Carpentier, expresa que “Hay épocas hechas para diezmar los rebaños, confundir las lenguas y dispersar las tribus”?

 

          FCH – Cuando le encargué a mi hijo Bruno que me ilustrara el poema “Blues del Desarmadero”, no sabía que allí se iba a terminar de armar el libro. No le sugerí nada, tenía total independencia para desarrollar su trabajo. (Te aclaro que  hace tiempo que es historietista y tiene su propio proyecto editorial, “Términus”, que ya va por el quinto número). Cuando me mostró el resultado entendí que esa sería la tapa del libro. El desarmadero puede ser la metáfora siniestra de un país que se devoró a lo mejor de su futuro. Sus hijos…. También el rebaño es eso, un grupo, una clase, una generación. Los que no pueden elegir. Los que no pueden levantar la cabeza y solo les queda aceptar una muerte o un escape a otro prado.

          El querido prologuista entró a las paginas del “Blues…” sabiendo que iba encontrar cadáveres. Su interpretación en perfecta: nadie quiere entrar a una morgue, pero alguien tiene que hacerlo, es de cristiano el cerrarle los ojos al compañero muerto y efectuar ese ritual –si se puede- del último saludo. El libro se fue gestando a través de los años de silencio; la selección final y los retoques obsesivos permitieron armar en menos de una semana el “muestrario de atrocidades”. Entiendo, soy conciente de que a mucha gente le molesta esa temática. Tengo la sensación de que hacen como que no saben de qué se habla, pero sí, se irritan y algo se les remueve en sus pequeños mundos de falso confort . Pero tenía que hacerlo. Por mis amigos, por el recuerdo de mis amigos, como testimonio de una época. Por el recuerdo de los ideales perdidos. Por todo eso.

 

 

 

 

          7 - ¿Tenés en lista de espera, Francisco, otros poemarios, o inéditos en algún otro género? ¿Y qué libros, o qué autores, tenés en lista de espera para ser leídos?

 

          FCH – Estoy embarcado en el proyecto de Libros Fractales que organiza  Rubén Eduardo Gómez en sus ediciones patagónicas de “Vela al Viento”. El mío sería el libro décimo segundo. Ya tengo casi todos los poemas y la duda es el armado temático. Estoy trabajando otros materiales con los cuales terminaría otro para este año. Y ando concluyendo una especie de novela policial, que como diría Reynaldo Sietecase, es un género que lo permite todo.

          Siempre he leído y leo en cualquier circunstancia. Me adapté a hacerlo desde la pantalla, lo que me da un margen extra. Aunque me fascina el sustrato “libro” y creo que moriré con él. Estoy leyendo el volumen tres de la correspondencia de Cortázar.  Releyendo “Fragmentos de un discurso amoroso” de Roland Barthes, junto al  manual del Photoshop Cloud, un clásico de la gráfica. Y ahora me reencontré con “El lugar” de Mario Levrero.

En lista de espera por tercera vez, José Lezama Lima y su “Paradiso” y la edición bilingüe de la poesía completa de Walt Whitman.

 

 

 

          8 - ¿Qué es un poema?... ¿En qué consiste la vivencia poética?

 

          FCH – No sé si alguien lo dijo o lo imaginé…: “hacemos poesía por lo que nos falta”; siempre pensé de esa forma, desde el momento en que el mundo puede ordenarse mágicamente. Como que todo es posible dentro del poema, siempre por obra y gracia de la palabra. Es un cable a tierra donde no siempre lo que se dice es lo que se quiere decir. Aunque un verso mejora al otro, lo complementa, lo completa. Muchas veces he leído en público, tímidamente, un poema mío y de pronto los gestos humanos de los que escuchan me revelan que una imagen llegó, que ese instante que se congeló en el poema fue entendido. Que todavía se puede compartir algo, a pesar del tiempo.  Hay algunos que salieron “redondos”, se gestaron así  y no se tocaron. Y gustan y ME gustan.

 

 

 

          9 - Es de un ensayo sobre poesía que sustraigo de un párrafo “la visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. ¿Cómo reordenarías a tu gusto, parcial o totalmente, esta serie? Y puede ser más de un reordenamiento.

 

          FCH – Las miniaturas, la visión, el bosque, el sacrificio, el sufrimiento, el desajuste, la ciudad, la danza, el azar, la autenticidad, el pensamiento, la lengua, la muerte.

          La ciudad, el bosque, las miniaturas, el azar, el desajuste, la visión, la danza, el sufrimiento, el pensamiento, la lengua, la autenticidad, la muerte.

          Estos elementos dan como para un relato breve: “En el bosque de las miniaturas, la única visión de la autenticidad era la muerte. El sacrificio en la ceremonia impedía el pensamiento. En la ciudad solo el azar y el desajuste eran los aliados de la lengua…”: salió medio borgiano.

 

 

 

          10 - ¿Qué es más importante en poesía, suscitar imágenes o conseguir cadencias musicales?

 

          FCH – Hablo por mí, me encanta el proceso de creación, si es que se puede crear algo todavía. El armado y la combinación de las palabras para que la imagen sea justa. O al revés, darle forma a esa imagen que apareció de pronto sobre la hoja en blanco, o en la pantalla. El armado de las imágenes inevitablemente lleva a una cadencia musical, si entendemos como que hay todo un hilo musical que atraviesa las palabras, sube y baja en escalas y que cierra todo ese desarrollo con un acorde perfecto (si aparece). Gaston Bachelard decía: “Se renueva el sueño de un soñador en la contemplación de una llama solitaria”; y el soñador se introduce en el mundo de los poetas. Y la poesía es y no es un sueño. Es un suicida que no se mata porque la muerte existe (Cioran dixit). Es un ser que hay que cuidar, acompañar, sentir, es algo más que el amor, es algo más que un todo perfecto.

 

 

 

          11 - ¿Cuál debe ser la postura del escritor ante la injusticia de una situación política?

 

          FCH – El escritor hace su trabajo en la soledad. El mundo exterior a veces lo golpea y entonces es que reacciona. De cualquier forma lo único que tenemos es la palabra y con ella hay que moverse. La contradicción entre obra y acción ha llenado bibliotecas. Desde que Jean Paul Sartre sentenció “De qué sirve la literatura en un mundo que tiene hambre…”

corrió mucha tinta y mucha sangre. Una cosa es lo que se pueda hacer como escritor y otra como ciudadano. El hombre en su tiempo es algo que hay que contemplar porque de alguna forma también condiciona la obra. Y ante la injusticia nos queda la denuncia, la difusión, la organización. Por ejemplo ahora, el crimen y la injusticia siguen asesinando al pueblo palestino.

 

 

 

          12 - ¿Qué opinás de la poesía de tu generación? ¿Te sentís identificado con una generación literaria?

 

          FCH - Tengo dos identificaciones “mortales”: el surrealismo y la  Beat Generation.

Sin olvidar los clásicos Pablo Neruda, Amado Nervo, Gustavo Adolfo Bécquer, César Vallejo… El inmenso Raúl González Tuñón. Paul Eluard, Charles Bukowski, Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg… En cuanto a “mi generación”, reconozco la obra de Eduardo Dalter, Amaro Nay, Jorge Boccanera, Alejandro Schmidt, Guillermo Ibáñez, Celia Fontán, Gustavo Tissoco, María Teresa Andruetto, Rubén Vedovaldi, Lina Caffarello, la tuya, por supuesto. Todos con sus luces y sombras. Se me escapan ahora un montón de  nombres que aportaron lo suyo a esta odisea terrestre.

 

 

 

          13 - ¿Qué agrupamientos de poetas de Rosario, de las últimas seis décadas,  podrías rememorar para nosotros?

 

          FCH - ¡Ay!, es complicado… “El Lagrimal Trifurca” de los Gandolfo (padre e hijo, Francisco y Elvio), que marcó un parámetro de calidad cultural. Estaba “Runa”, dirigida por  Guillermo Ibáñez, que más tarde iba a generar “Poesía de Rosario”, publicación que sigue activa. “La Ventana” de Orlando Calgaro, que devenida en editorial destacó por su labor entre los 60 y 70. ”Juglaría”, con el recordado Reynaldo Uribe, fallecido el 12 de enero de este año. Ediciones “Ciudad Gótica”, con su más que interesante revista. Sin olvidar lo que fue el proyecto de la Biblioteca Constancio C. Vigil con su editorial.

 

 

*

Francisco Alberto Chiroleu selecciona para esta entrevista, en agosto de 2014, seis poemas de su autoría:

 

  

POEMA 10

                                                       (al gorrión



Sabés ese es el problema

cuando se toma agua

de un pozo en la noche estrellada

Se tragan algunas estrellas

y duelen

Caminan por el cuerpo

se clavan en el corazón

salen por los ojos

brillan en la boina

 

(también hay otras tiernas cuando me miras y te miro)

 

Y entonces no importa

que la mesa tenga tres patas

si querés hacer un barco de azúcar

que navegue en un mar de café

aunque la gente haga ruido

y vos  tomés una ginebra y te marees

marinera en tierra

                             y las estrellas se mareen también

Y al final sos una mezcla rara

de estrellas con ginebra

que se agitan

                   ríen

                         hablan

                                   brillan

                                              y suenan...

 

 

                                                                         26/06/73 ( De “El Reloj de Humo”)

 

*

 

 

 

El notario

 

Salta los charcos

bajo la lluvia de febrero

Lleva la historia de su vida

bajo el brazo izquierdo.

Febril manuscrito

de noches sin sueño

Hojas numeradas,

cientos de papeles

Pesados testigos

de una inexistente vida exterior

 

No sabe porqué

la lluvia no lo moja,

ni humedece su doloroso tesoro

Pasa entre las gotas

sin involucrarse con ellas

Como su corazón

que de tanto equivocarse

despertó una mañana

en otro pecho.

                                                                                                                                (De “Ceremonia’s”- inédito)

 

 

 

*

 

Réquiem por Polosecki

 

 

La diesel ligera avanza

en el mediodía

de la estación de Santos Lugares

En la noche del hombre

que había visto demasiadas cosas

A ese hombre

al que ya no le cabía ni siquiera su nombre

Había visto su pesadilla una y otra vez

en los ojos de sus entrevistados

los ignorados/marginados/usados

/deshechos del sistema

Ellos también tuvieron su instante de gloria

mientras el grababa en su cabeza esas historias

Las manchas de sangre en las ruedas motrices

de la locomotora se van secando lentamente

Se desvanece una ilusión de vida

en el otro lado del espejo

Molesto testigo del sistema

el periodista rubricó su mejor reportaje

Sus verdaderos compañeros de ruta

murieron con él ese fatídico 3 de diciembre.

 

                                                                                                                                                       (Inédito)

 

 

*

  

 CHANI

 

 ¿En qué rincón olvidé el brillo de tus ojos

y la ternura del beso clandestino?

¿En qué veleta el viento de la historia

señaló ese primero de Mayo

en que nos vimos frente a frente,

en la ciudad extraña y sus lloviznas,

por esas raras paradojas de los trenes

Entre tanto desamparo tu mano

fue el único puerto conocido

Esa vez fuimos dos/tal vez uno

solo vos y yo podríamos decir qué

Tu pequeño nombre se dibuja entre mis sueños

busco rastros de tus cabellos cortos/

encuentro paisajes desolados

La risa de ayer es un grito vacío/tu mundo convertido/

en andenes sucios/miseria suburbana/

con sicarios de la muerte en todas las plazas

No me queda nada por llorar/ni piel que recordar/

acudo al rincón de mi cerebro/donde siempre estás

No sirve

Es inútil hablar con las paredes

Recrear una ceremonia nocturna de adioses/

Negar por tercera vez una certeza/

que se ha vuelto tan real como tu ausencia.

 

                                                                                                                           (de “Blues del desarmadero”)

 

 

 

 *

“Jack The Ripper”

 

 

Jack

artesano incomprendido

Entre niebla y ladillas

en los bajos fondos del deseo

Las chicas de la vida

extrañan

tu visita inesperada.

 

                                                                                                                                            (de “Ceremonia’s”- inédito)

 

 

*

 

 

Ceremonia Secreta

 

 

En el viejo café

hormigas alborotadas

alimentadas con trozos de piel

Silbando aires de Mingus

Diarios fotografiando peces

impregnados de venenos industriales

Nadie recordaba

el barco perdido del almirante Cook

Tu índice recorría

el borde de mis labios

El deseo nos llevaba

a una zona defoliada

 

Tu piel

          interminable

                             leyenda

La brevedad de una rosa negra

sumergida

en oxígeno líquido.

 

                                                                                                                                    (de “Ceremonia’s” –inédito)

 

*

 

Ciudades de Rosario y Buenos Aires, distantes entre sí unos 300 kilómetros, Francisco Alberto Chiroleu y R. R., agosto 2014.

 

*

http://www.revagliatti.com.ar/050512_chiroleu.html  

www.about.me/rrevagliatti

 

Palabras claves , , , , , , ,
publicado por islanegra a las 14:34 · 4 Comentarios  ·  Recomendar
 
31 de Julio, 2014 · General

Arturo Corcuera, Perú

Fiebre amarilla

 

Amarillo,

amarillo, amarillo,

amarillo, amarillo, amarillo,

¿de qué color nacerán los canarios,

la retama, el limón y el membrillo,

si el otoño sigue despilfarrando

todo el amarillo,

amarillo, amarillo,

amarillo?

Palabras claves , , ,
publicado por islanegra a las 14:08 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
31 de Julio, 2014 · General

Gabriel Impaglione: entrevista en revista Margutte

La estupenda revista literaria italiana Margutte ha publicado una intrevista realizada por su director Attilio Ianniello a Gabriel Impaglione.

Puede leerse (tanto in italiano come spagnolo):
 
 
Palabras claves , , , , , ,
publicado por islanegra a las 14:07 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
Al margen
Isla Negra
no se vende ni se compra ni se alquila,
es publicación de poesía y literaturas.
Isla Negra es territorio de amantes, porque el amor es poesía. Isla Negra también es arma cargada de futuro, herramienta de auroras repartidas. Breviario periódico de la cultura universal. Estante virtual de biblioteca en Casa de Poesía.
Sobre mí
FOTO

Gabriel Impaglione

poeta argentino residente en Italia
director
revista internacional de poesía Isla Negra
fundada el 1 de abril de 2004

» Ver perfil

Calendario
Ver mes anterior Mayo 2024 Ver mes siguiente
DOLUMAMIJUVISA
1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031
Buscador
Blog   Web
Nube de tags  [?]
Más leídos
» Alberto Luis Ponzo: sus respuestas y poemas
» Eduardo Romano: sus respuestas y poemas
» entrevista del poeta Rolando Revagliatti a Gabriel Impaglione:
» Francisco Alberto Chiroleu: sus respuestas y poemas
» Graciela Perosio: sus respuestas y poemas
» Homenaje al poeta Dardo Dorronzoro
» Manuel Ruano: sus respuestas y poemas
» Marcela Predieri: sus respuestas y poemas
» María Pugliese: sus respuestas y poemas
» Roberto Sosa
Se comenta...
» PELIGRA LA CONTINUIDAD DEL FESTIVAL DE PERFOPOESÍA
2 Comentarios: Gclub, Gclub
» encuentro en Buenos Aires y libros de Néstor Sánchez
1 Comentario: Gclub
» Francisco Alberto Chiroleu: sus respuestas y poemas
4 Comentarios: Online MBA 1 Year, Guillermo Ibáñez, Rolando Revagliatti, [...]
» Acerca de Poesía reunida (1966-2013) de Rosina Valcárcel
1 Comentario: Rosina Valcárcel
» Manuel Ruano: sus respuestas y poemas
3 Comentarios: Mónica Angelino, Gonzalo Iruzún, Lina Caffarello
Tópicos
» General (513)
Secciones
» Inicio
Enlaces
» revista isla negra / poesía
» Revista Koyawe
» argenpress
» Festival de Poesia de Medellin
» artistasalfaix
» FIP Palabra en el mundo
» Rebelion
» La Insignia
» Proyecto Cultural Sur
» Poesia y Politica
» Mesa de Poesia
» Esquina Paradise
» Poetas Siglo Veintiuno
» La Maquina de Escribir
» Mis Poetas Contemporaneos
» Le chasseur abstrait
» Todo Tango
» Agencia Rodolfo Walsh
» Revista Topia
» La Jiribilla
» Centro Pablo
» Victor Casaus
» Triunfo Arciniegas
» Contrapunto
» Festival de Poesia de La Habana
» Sociedad Escritores y Escritoras de Argentina
» Neruda Vive
» Alejandro Schmidt
» Poemania / Inventario
» Silvio Rodriguez
» Miguel Angel Olivera
» El Polvorin
» Casa Nacional de las Letras Andrés Bello
» José Luis Farinas - Juana Abas
» Manlio Argueta
» Paolo Fresu
» Il Dialogo
» Luis Britto Garcia
» Caza de Poesia
» Revista Con-fabulacion
» Amparo Osorio
» Gonzalo Marquez Cristo
» Palabra Virtual
» Casa de Poesia de Uruguay
» Revista La Otra
» Revista Triplov
» Fernando Aguiar
» Revista Aromito
» Red de Escritores en Español
FULLServices Network | Blog gratis | Privacidad