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23 de Octubre, 2014 · General

Alberto Boco: sus respuestas y poemas

 

 

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Alberto Boco nació el 5 de noviembre de 1949 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, en la República Argentina. Poemas, reseñas y artículos suyos han sido difundidos en revistas literarias impresas (por ejemplo, “Río Grande Review – A bilingual journal of Contemporary Literature & Arts – Nº 36, otoño 2010 y “Nagari” Nº 1, de 2012, ambas de Estados Unidos de América) y en varias virtuales de Argentina, Colombia, Brasil, Rumania y USA. Obtuvo el Primer Premio (“Ciudad de Junín”, 2005) en el Primer Concurso Nacional de Poesía “César Domingo Sioli” y menciones en otros. Fue miembro del jurado del Certamen de Poesía “Leopoldo Marechal”, organizado por el Museo Saavedra y la Fundación Leopoldo Marechal, con motivo del centenario del nacimiento de dicho escritor, en 2000. Co-coordinó el Café Literario “Mirá Lo Que Quedó”, junto a Alicia Grinbank, Alfredo Palacio y Rolando Revagliatti, en el Centro Cultural “Raíces”, de la ciudad de Buenos Aires, en 2007. Entre 1986 y el corriente año publicó los poemarios“Arcas o pequeñas señales”“Galería de ecos”“Ausentes con aviso”“Cartas para Beb”“Riachuelo”“Malena”“Estación de nosotros” y “Visitas inoportunas”. Inéditos permanecen “Perro, de Goya”“Noticias del tiempo”“Redes o ciudad en su siglo”,“Palomas en el cable de la luz”“Para un programa de disolución”,“Árbol de oro”“Paisaje fronterizo”“Golpe de vista de Paraland”,“Opaca no es la noche”“Química orgánica”“Cosas que andan sueltas”“QO II”“Los perros cueteros (y otros abandonos)”,“Evanescentes, in propios y pequeño” “El desierto” (los dos últimos, en preparación).

 

 

          1 – Tu primer poemario acabo de leerlo por tercera vez, y el tercero, de 1997, acabo de leerlo por cuarta vez. Ambos aparecieron a través de una colección (Todos bailan) de un sello (Libros de Tierra Firme), cuyo responsable ha sido un editor y poeta de extensa trayectoria: José Luis Mangieri (1924-2008). Y de aquí salto a aquella noche en la que vos con Alicia Grinbank y Alfredo Palacio, en uno de los seis encuentros que conformó “Mirá Lo Que Quedó”, le realizaron una entrevista a Mangieri. ¿Quisieras referirnos cuál es tu recuerdo de él y en qué aspectos principalmente lo valorás?

 

          AB Rolando, en principio te agradezco, tamaño esfuerzo de lectura el tuyo. Espero no te hayan resultado muy pesados esos dos textos. Efectivamente, ambos publicados por el recordado José Luis, que en diciembre de este año estaría cumpliendo 90. Lo conocí tardíamente, recién en 1984, a poco de emerger de su largo exilio interior tras la sombra dictatorial que todos padecimos, en un encierro que no le debe haber sido fácil a un tipo activo y andariego como él. Fue en casa de viejos amigos. A partir de ahí, y desde que le llevé los originales de “Arcas o pequeñas señales”, se fue consolidando un vínculo, en su casa de la calle Mercedes, en largas charlas con mate o café, ginebra, empanadas, asados que rápidamente inventaba con el fácil expediente de “Albertito, ¿te quedás?..., ponemos un par de churrascos en la parrilla…” …, y yo…: “Dale, José Luis, cruzo a comprar un vino…”. Valoro su condición abierta, su generosidad, el sentido del humor, siempre irónico, su sencillez, su percepción para captar donde había un texto poético de calidad entre todo lo que pasaba por sus manos, su irrenunciable militancia y su honestidad para sostener sus ideas (no sólo las políticas), su sentido de la hombría… ; y entre lo más destacado, el apoyo que brindó a la generación de poetas que emergieron después de la noche ‘76-‘83, cuya publicación y difusión sostuvo con esfuerzo y convicción, la misma con la que había lanzado su ya legendaria editorial “La Rosa Blindada”. Tampoco hay que perder de vista que desde su militancia poética, política y social irrenunciable, cuando Juan Gelman, ya en democracia, no podía volver a la Argentina por no sé qué estúpida cuestión de formalidades legales paridas en tiempos de indigencia (tenía que pagar una ridícula multa de miles de dólares para no ir preso, o algo así, no recuerdo bien los detalles), él fue uno de los que movieron cielo y tierra, junto con Horacio Verbitsky, para que una de las mayores voces de la poesía argentina, pudiera ser  dignamente recibido en su país natal. Me pareció entender que algunos miembros del oficialismo de aquel momento se hicieron los distraídos.

          Supimos en 2008 que José Luis estaba enfermo y que había decidido quedarse en su casa, acompañado por sus hijos. El primero de noviembre, estábamos unos cuantos amigos comiendo un asado en casa de Leopoldo Castilla, “el Teuco”, cuando Marcos Silber atendió el teléfono y se enteró que había fallecido. Quedaban unos pedazos de carne en la parrilla, tibias por los rescoldos que aguantaban… Preveíamos para la nochecita meter más fuego y mandar carne para seguirla, pero la parca nos hizo cambiar los planes, fuimos al velatorio de José Luis en la Biblioteca Nacional. Me veo parado esa tarde, delante de la parrilla, cuchillo en mano y puteando, llorando al amigo, al poeta, al editor, todos callados; así es la vida.

 

 

          2 – No son tantos los autores que conforman un libro con un único poema. Sos uno de ellos. Tales el édito “Riachuelo” (de 2008) y los inéditos “Para un programa de disolución”, “Golpe de vista en Paraland”, “Opaca no es la noche”, “Química orgánica” y “QOII”. (Añado que de los cinco poemas que constituyen tu tercer libro, el que le da título, ocupa ocho páginas.) ¿Cómo los planeás, Alberto? ¿Cómo los elaborás? ¿Hay “desfallecimientos”, en ocasiones, durante cada proceso? ¿Hay alguno que hayas previsto y que desecharas o abandonaras  por no satisfacerte la ejecución?

 

          AB – Es posible que sean pocos, en el ámbito local, los que escriben poemas extensos, en todo caso yo no conozco, o a lo sumo a un par. Conmigo creo que tiene que ver con un algo, como una tendencia, que viene desde el principio. Mi primer poemario puede ser visto casi como un poema extenso, un solo tema con diferentes momentos, articulado como un solo poema. En ese caso fue planeado como un libro, con diferentes momentos y casi un mismo lenguaje, pero no como un solo poema. Con “Ausentes con aviso” ya aparece la visión de un solo poema extenso, que es el que da título al libro. Ahí, como en los otros casos que mencionás, ya se trata de un solo poema como proyecto.

          En general, cuando aparece la visión que dispara un texto uno empieza a escribir y en un momento sabe que el poema se está cerrando; y entonces hay que abandonarlo, como he escuchado que dicen: los poemas no se terminan, se abandonan. Pero en el caso de los extensos veo que empieza algo que pide pista y siento que no se cierra; es ahí donde se impone una especie de trabajo para organizarlo y que no se vaya de las manos. Desfallecimientos no hay, porque mientras están en proceso de escritura me campea una especie de obsesión, una curiosidad por lo que va apareciendo, por saber a dónde va; lo llevo a cuestas al poema. Ahí aparecen puntos como de condensación, como remansos de una corriente, que es por donde algo que parecía abandonado versos atrás, se precipita y reaparece como más condensado, completándose, o resignificado, y lo que parecía haber perdido su eje en una digresión, reaparece y restituye el foco del poema, que sigue siendo el mismo pero está en otro lugar. En la ejecución es como si supiera a donde voy pero sin saberlo del todo y el poema va encontrando el camino pero dando vueltas, haciendo como que se va por las ramas. El más extenso que he escrito es “Riachuelo”, que es una mirada histórica y personal llevada de la mano por ese curso de agua espesa donde vi flotando las botellas y los bidones en la capa de aceite, como dice al principio del poema. Esa fue la imagen que lo disparó. Coincidió con un tiempo en que viajaba a menudo a la ciudad de La Plata por trabajo, en el 2000; iba en tren, a la mañana temprano, cruzaba por ese puente de hierro viejo, bastante más arriba de la desembocadura, en invierno, con niebla, recién amaneciendo, un par de veces vi unos chicos que andaban cirujeando, ya a esa hora.

Entre el sueño, el frío, la niebla, el sol que apenas está asomando, la mirada se me hace muy distorsionada, muy subjetivizada sobre los seres y las cosas, y uno ahí está como con la guardia baja y las cosas te entran como más fácil, y más profundo, y esa creo que es la condición, en mi caso, con la mirada medio atravesada, para que se disparen visiones que van a parar a palabras y a veces a poemas, extensos o no. 

          Nunca deseché un poema extenso, en todo caso algunos los he retrabajado más que otros. El libro que acaba de publicar la editorial El Jardín de las Delicias, “Visitas inoportunas”, que no presenté todavía y espero poder hacerlo antes de fin de año, también es de poemas extensos; son sólo cuatro poemas, no tan largos como “Riachuelo” o los otros que están inéditos, que ocupan un solo libro, pero sí son poemas de varias páginas.  

 

 

          3 – El poeta Rubén Chihade (1941-2001) afirmó hace más de quince años que vos detenés y perpetuás las imágenes. Y si lo resalto es porque obviamente algo me sucede con esa afirmación. A vos, que sos su referente: ¿qué te sucede con ella? ¿Qué compartís? ¿Lo harías extensivo a todos tus tratamientos, a todos tus “asuntos”?

 

          AB – Mirá qué cosa, a pesar de que fuimos muy amigos y nos veíamos mucho con Rubén en sus últimos años de vida, nunca tuvimos oportunidad de discutir esa opinión. Me gustaría, ya que traés el tema, recordarlo y decirte, y decirme, que me gustaría tenerlo a Rubén cerca; se fue joven, nos dolió mucho su muerte a todos los que lo queríamos, que no éramos pocos; era un tipazo, muy buen poeta, gran animador y organizador de ciclos de poesía, encantador y siempre dispuesto a comunicar a los poetas entre sí.

          No sé si detengo y perpetúo las imágenes, puede que en su visión de mis textos él observara esa cualidad. En el proceso de la escritura, que, valga la digresión, considero el más importante de todos, incluyendo la corrección o el retrabajo, la lectura pública (hecha por el propio autor o por otros) y la publicación, con presentación incluida y panegírico a cargo de los amigos, es donde las imágenes aparecen y uno debe tratar de sujetarlas para que no pierdan su potencia, porque las imágenes tienen esa energía en sí misma, esa potencia, que tiende a dilapidar su fuerza y pueden llegar a desleírse en el texto; no se jode con las imágenes, hay que respetarlas, casi amarlas y hacerlas fluir escanciadas en el texto del poema para que su efecto sea preciso y no una dilapidación verbal, o la temible caída en un lugar común (que es como una imagen desbarrancada por un precipicio). Tal vez en ese sentido de querer sujetarlas, para que doten de máximo sentido y expandan el texto, es lo que Rubén captó y quiso expresar diciendo esto que plasmó en la contratapa del libro. Ya no tendremos modo de saberlo. Desde fines de aquel trágico diciembre de 2001, Rubén integra las vastas legiones de la nada.    

   

 

          4 – Están recién presentándose “Estación de nosotros”, a través de la colección Pippa Passes del sello Buenos Aires Poetry, y “Visitas inoportunas” por Editorial El Jardín de las Delicias. Considero oportuno inquirir sobre esas visitas, esa estación, ese nosotros.

 

          AB – Sí, el 23 de septiembre pasado, hace unos pocos días, acompañado por los poetas y amigos Luis Benítez y Alfredo Palacio, y al cuidado de Juan Arabia, otro querido y joven amigo y poeta, como editor de Buenos Poetry, se presentó “Estación de nosotros”, que fue escrito durante 2010. Aunque este año salieron casi juntos,“Visitas inoportunas”, publicado por la editorial dirigida por el poeta  y también querido amigo Luis Bacigalupo,  fue escrito mucho antes, entre 2000 y 2002. El azar, que rige cada instante de nuestra existencia, hizo que su publicación uniera los 8 a 10 años que separan a esos libros.

          “Visitas inoportunas” es donde se condensa la impresión de la mirada puesta sobre obras de arte, cosa que aparece suelta en varios trabajos míos. Como te decía, se trata de cuatro poemas basados en una pintura y tres esculturas. De algún modo fue resultado de los efectos que me produjo la lectura de “Autorretrato en un espejo convexo”, de John Ashbery, sumado a mi admiración por todo lo que una observación detenida sobre una obra de arte puede suscitar en la mirada, en mi caso particular, disparando múltiples reflexiones, imágenes, sentires y pensamientos. Son visitas y son inoportunas porque un visitante que mira una obra hasta querer arrancarle sus manifestaciones más escondidas, aunque sean producto de la imaginación del que mira, mínimamente es un sujeto poco oportuno, casi como una especie de usurpador.

          “Estación de nosotros” es un poemario cuyo eje es el amor; no es un libro de amor; suelo decir que es mi libro ‘sobre’ el amor y no ‘de’ amor, un diálogo entre lo tierno, lo hondo y oscuro que tiene el amor y el entorno en que suele darse, la vida diaria con su realidad, sus miserias y sus espantos, las imposibilidades, los recuerdos y las brutalidades de la vida y de la historia, todo junto y mezclado en la puta realidad, digamos.   

 

 

          5 - ¿Cómo “sobrellevás”, Alberto, mantener concluidos y sin socializar trece poemarios? Sobrevuelo los títulos y elijo algunos de los que me provocan curiosidad: “Para un programa de disolución”, “Opaca no es la noche”, “QO II”, “Evanescentes, in propios y pequeño”. ¿Podrías tentar una semblanza de esas propuestas?

 

          AB – En principio, no veo la escritura, la mía al menos, como un proceso que haya que socializar. La escritura de poesía la vivo como un ahondar en una experiencia vital y estética y a la vez como un proceso de conocimiento, algo que no se puede dar de otro modo que no sea intentando hacer poesía, y no estando seguro nunca de lograrlo. Por eso afirmaba antes que el momento más importante para mí es el de la escritura. Todo lo demás es suplementario; si se puede publicar, está bien; si el juicio estético de un determinado jurado lo premia, está bien; si se publica y muchos lo leen está bien; si se presenta y uno disfruta tomando un vino con los amigos, también está bien, pero insisto, lo más importante ya sucedió.

          “Para un programa de disolución” es donde describo mi conciencia del azar; por ejemplo, mi abuelo materno, que combatió en la primera guerra mundial 1914-1918, vio explotar cañonazos y destrozar compañeros a pocos metros de sus ojos y a él no le tocó morir; otra vez, enfermó de malaria (muy común en la guerra de las trincheras) y lo internaron: su regimiento (o como se llamara) de más de tres mil quinientos hombres, fue aniquilado pocos días después en una avanzada, sus enemigos no tomaron ni un prisionero. Si hubiera muerto ahí, yo no existiría. Eso aparece brevemente en ese libro, donde reforzar ese pensamiento del azar y convertirlo en un sentir se parece bastante a un proyecto de disolución de ciertas pretensiones del yo, esa cosa que hace que nos creamos que somos algo cuando somos menos que una brizna en el viento del universo. Aclaro que no tengo creencias religiosas, cosa que, sospecho, facilita estas aventuras del pensar y del sentir en la trabajosa tarea de integrarlos.  

          Los otros libros tienen que ver con que la opacidad no es un fenómeno de la oscuridad ni de la noche, tampoco del llamado espíritu o como prefieran denominarlo, sino que es un existir que lo portamos a la luz del día, está siempre presente, en todos los intersticios que podemos ver en cada instante de la vida, en nosotros y en los otros, falta nomás agudizar la mirada para percibirlo: la poesía puede aportar esos espacios de agudeza. La química orgánica (hay un libro que se llama “Química Orgánica” y este otro, al que vos te referís, “QOII”, cuyas iniciales responden a Química Orgánica II, como si fuera que al primero le quedaba algo por expresar) es la que regula este milagro de equilibrio inestable que es la vida, donde se despliega desde lo más denso de nuestra materialidad, hasta lo más sutil, eso que nombramos con las palabras alma o espíritu, “esa parte que no sale en las radiografías”, pero que forma unidad indisoluble de todo lo que somos y se diluye en la nada cuando nos llega el momento.

          “Evanescentes, in propios y pequeño” es un libro en preparación sobre el que mucho no sé todavía, son todos textos breves; los Evanescentes tal vez dan cuenta de lo que se escapa en palabras por entre los dedos de la escritura; los Impropios aluden quizá a lo que no nos pertenece (como si de verdad algo nos perteneciera); y lo Pequeño es acaso la mirada de la poesía sobre lo ínfimo, lo que desechamos o no percibimos, como convencidos de su irrelevancia, y sin embargo esas existencias o entidades nos dan algún testimonio de la existencia nuestra, como si la reafirmaran, y hablan de nosotros mucho más de lo que creemos. 

 

 

          6 – En algunas de tus respuestas denotás cuánto gravita en vos el sentimiento de la amistad. Me llega, me identifico. Y como resulta que anoche terminé de volver a leer –quinta vez- ese extraordinario “Argentino hasta la muerte” de nuestro César Fernández Moreno (la primera edición, la del ’63, por Sudamericana), arribo a la página que antecede al índice: “Dedicatoria”; allí, antes de nombrar a los once varones (Francisco Urondo, Miguel Brascó, Ramiro de Casasbellas…) a los que dedica cada uno de los once poemas que conforman el poemario, señala: “Los amigos son distintas versiones de uno mismo, piedras de toque de nuestro vivir, que en mi caso es tal vez sólo escribir, ya que sólo en el escribir he podido tal vez conquistar la plena libertad de mi vivir.” ¿Qué nos podrías agregar, Alberto?

 

          AB – En alguna etapa de la vida es probable que la amistad tenga más que ver con esa suerte de apareamiento de los afectos con un otro, más por lo que se nos parece que por lo que difiere de nosotros. Me parece razonable que así sea cuando el humano, en los primeros años de su vida, busca reafirmar su identidad, siempre frágil, ante la evidente superioridad, tanto de lo llamado real como de lo imaginario. Después, es discutible si los amigos son o no son otras versiones de uno mismo, o cuan bueno es que sea de ese modo. Tengo para mí que si algo me enriquece es lo diferente y no lo semejante, y que si algo me hace crecer como persona es lo que se me opone y no lo que me facilita las cosas o me mantiene en zonas de comodidad. Ya que estamos con esto recuerdo una frase del Zaratustra de Nietzsche que dice que el hombre del conocimiento tiene que aprender a amar al enemigo y a odiar al amigo. Si la experiencia poética es, como sostengo,  una forma azarosa e inefable de acceder a espacios de conocimiento (y a lo mejor por puertas no convencionales), además de una experiencia estética, de un lenguaje para dar testimonio, y muchas otras cosas más, entonces esa frase se comprende más fácilmente aunque no sea sencillo digerirla.

 

 

           7 -¿A qué cuestiones, iniciativas, vínculos…, estuviste abocado, y lo hayas o no obtenido el objetivo, te promovió decepción?

 

          AB – No sabría decirte. He tenido una vida simple, con sueños y pesadillas a mi escala, creo. Decía, siendo un chico, que me gustaría ser físico nuclear o piloto de aviones, pero nunca me lo propuse seriamente, tal vez por pereza o falta de determinación; cosas de chicos. Y por otra parte parece que he aprendido a manejarme bastante bien las decepciones como para dejarlas atrás en el tiempo sin sobredimensionarlas o llevarlas a cuestas como las famosas heridas abiertas…; también he tenido la fortuna hasta ahora de no padecer grandes desgracias personales, y esto debe ayudar bastante.

 

 

          8 - Parece que Juan Ramón Jiménez opinó que Pablo Neruda era un gran mal poeta. ¿Opinarías así de alguno?... Y si lo hacés, ¿por qué?

 

          AB – Creo que hay poetas y también hay escritores que escriben versos. Los poetas verdaderos han sido, son y serán pocos. La poesía es un algo muy hondo, una especie de juego grave y a la vez uno de los más serios que existen, y que se debe realizar a conciencia sin saber nunca del todo si sirven las herramientas que tenemos, o ni siquiera cuáles son, y cuál es el resultado. Especialmente, la gran obra me atrevería a decir, el gran trabajo, es el de la preparación del poeta, la construcción de sí mismo como poeta. Esta seriedad no quiere decir solemnidad, ni que uno de los recursos de la poesía no pueda ser el humor; hay humoristas que hacen un trabajo poético, y son poetas. Tampoco quiere decir que no nos riamos de nosotros mismos, y de nosotros mismos, también, en nuestros intentos con la poesía. Se trata de un hacer para ser, que debe ser tomado muy seriamente como para que cualquiera de los que escribimos algunos versos andemos por ahí llamándonos poetas. Voy a hablar por mí y de mí: escribo versos desde hace casi 40 años y si quienes los lean creen que lo soy, estaría bueno que, para sí mismos, lo fundamenten, más allá del halago que pueda significar para mí ser llamado poeta. Esta regla que me aplico, la uso como norma.

          Respecto de lo que dijo Jiménez, pienso que Neruda era un coloso de la imagen y la palabra, sin embargo tan disímil de Vallejo, o de Montale, o de su tradicional rival Vicente Huidobro, por hablar de naves del mismo calado y para hacer corta la lista; habría que ver con qué comparaba en su interior y hacia afuera Juan Ramón Jiménez cuando emitió esa opinión. No obstante me parece un buen juego de palabras, una especie ingeniosa de oxímoron.

 

 

          9 - ¿Las poéticas de qué autores dirías que han logrado –satisfactoriamente- “descolocarte”?

 

          AB – La primera gran descolocación tuvo que ver con mi descubrimiento del lenguaje poético y sin duda fue Rilke. Fue para mí una suerte de dislocación del mundo…; algo de límites y alcances antes insospechados. Felizmente la capacidad de asombro y la mirada inocente sobre el espacio poético (ojo, dije inocente, no ingenuo) sigue viva y me logro asombrar siempre que aparece algo que me descoloca. No me engancho con la cosa sentimental o el juego deliberadamente efectista; sí, lo hago, con esas relaciones que permite el lenguaje que abren la mente a ver las cosas de otro modo; ése es el gran trabajo poético, así se crea un mundo que amplía la mirada sobre lo que nos rodea. Desde ese lugar nos sorprende Juan Gelman. Desde su talento para estas cosas nos deslumbran Pound y su hijo Eliot, o Dylan Thomas, y más aquí cerca Juanele Ortiz o Francisco “Coco” Madariaga, o el ingenioso y meticuloso Borges.

          No pierdo de vista que hay una muy interesante movida poética entre los jóvenes, con resultados sorprendentes y procedimientos absolutamente innovadores de ver el mundo.

 

 

          10 - Ante la eventualidad de que te impongan la multi reencarnación en un científico, en dos deportistas, en tres árboles, en cuatro aves, en cinco directores cinematográficos: ¿A quiénes elegirías? Y si te es posible dilucidarlo, ¿por qué?

 

          AB – No creo en la reencarnación pero vamos a jugar un poco. No tomaría ninguna de esas opciones, elegiría el innumerable aire (con ese adjetivo que usó un poeta griego para denominar la brillantez de mar picado en un mediodía de sol; dijo: “la innumerable risa del mar”. Hace unos días, leyendo una novela que me prestó un amigo y que me tiene atrapado (“El reino de los réprobos”, de Anthony Burgess), un personaje, de los múltiples que pueblan la obra, piensa: “acaso las palabras no fueran sino formas del aire”. Otro ejemplo de mirada poética de un escritor que escribe novelas y que bien puede ser un poeta. Sí, elegiría el aire, sin duda, por ser metáfora de la libertad, y por esa probabilidad que nos abre la frase.

 

          11 - ¿Creés que fue modificándose en las últimas décadas la relación de la poesía con el mercado editorial del libro? ¿Y el panorama de la creación y difusión de la poesía en la actualidad?

 

          AB – Sí, absolutamente. No sólo por la irrupción de la web, los blogs, las redes sociales y todo lo basado en la tecnología, con su sueño de instantaneidad y omnipresencia. Casualmente, hace una semana, escuché a una poeta decir que una potencial alumna de sus talleres no podía enviarle poemas, de los más recientes, porque le habían robado el celular: la chica escribía sus poemas y los tenía guardados en la memoria del celular.

          En otro orden, Amazon poniendo en jaque a la industria editorial, es una incógnita en el sentido de no saber a dónde va a parar la producción y comercialización de libros. Igual creo que es un tema que no desvela a los poetas, aunque sí, creo, no debe ser visto con liviandad. No obstante, escritores y poetas van a seguir habiendo. En el ámbito local, la irrupción de editoriales independientes, pequeñas, muchas de ellas muy buenas, van ampliando el panorama para la publicación de poesía.

 

 

          12 - ¿De qué atributo, que tengas o hubieras podido tener, jamás te jactarías? ¿Qué te saca de quicio? ¿En qué tipo de situaciones es más factible que des tu brazo a torcer? ¿Te cuesta, en ocasiones –o te costaría-, explicar –o explicarte- por qué te atrae determinada cosa o asunto? ¿Te tocó, en alguna etapa de tu vida, sentirte “un bicho raro”, o sospechar que los demás pudieran estar percibiéndote de ese modo?

 

          AB – No lo sé, no me he puesto a pensar mucho en lo que me preguntás. Sí, me saca de quicio la injusticia, una “cualidad” ampliamente distribuida, socializada, en este pedazo de tierra y agua, con aire respirable, que llamamos planeta. Han habido (hay y habrá) muchos momentos en mi vida en que, por alguna causa, no siempre del todo clara, o absolutamente oscura,  me he sentido descolocado del mundo, como mirando los seres y las cosas desde atrás de un cristal y aislado en un universo propio y ajeno a todo. Pero he aprendido bastante a convivir con estas zonas opacas de uno mismo, donde pasan  cosas que uno nunca sabe porqué ni para qué ocurren pero están allí, salen de allí, suceden, son parte nuestra y, eso sí, son nuestra responsabilidad. No nos hagamos los pelotudos de decir “ay, no sé..., es que me puse medio loquito y no sabía qué hacía o qué me pasaba”: …esa historieta de irresponsables, no. 

 

 

          13 - ¿Dirías que sos intuitivo o que a veces actuás a base de corazonadas? Y además encomillo un par de frases de una novela de Murakami: “No era un dolor intenso”: ¿es prosa? “Era tan sólo el recuerdo de un dolor intenso”: ¿es poesía?

 

          AB – A esta altura de mi vida no sé bien lo que soy, me resisto a ese verbo que te congela en un modo fijo “de ser”, prefiero el verbo hacer, y ser lo que hago mientras el tiempo me de. Procuro alguna forma de equilibrio entre esas dos supuestas oposiciones: lo intuitivo y lo racional. ¿Y si lo intuitivo fuera una racionalidad no racionalizada todavía porque nadie lo pensó de ese modo? Me gusta a veces hacerme estas preguntas aunque puedan parecer absurdas. Recuerdo en algún poema, escrito hace mucho tiempo, haber puesto algo así como que “el azar es, acaso, una certeza desconocida”. Y las palabras, la palabra…con su feroz y hermosa cualidad: poder decir cualquier cosa; debemos tener un enorme cuidado con la palabra y las palabras.

          Hay un algo de poesía flotando en lo de Murakami. Hay novelistas que son poetas (lo quieran o no). Si no mirá cómo Thomas Pynchon comienza su famoso libro “El arco iris de gravedad”: “Llega un grito a través del cielo. Ya ha ocurrido otras veces, pero ahora no hay nada con qué compararlo.”

 

 

 

Alberto Boco selecciona para acompañar esta entrevista, en octubre de 2014, seis poemas de su autoría:

 

  

Árbol de oro

 

 

 

Es fácil ver metal en la copa

brillo de oro con el sol inclinado

primero la mirada con el sol de través

y no hay otra cosa más que simple fresno

una mañana tibia de mayo por la calle del triunvirato

entre el asfalto y las paredes los vidrios

devuelven la escena que pasa

y detrás la mirada rumbo a lo que viene

a cada metro en un día que crece

la calle del triunvirato

donde un árbol que no es de oro

no es más que la mirada

la carga de nuestra ilusión

en un punto de lo azaroso

como ha sido siempre

cuando miramos

detenidamente

algo

 

                       (del libro inédito “Árbol de oro” – Escrito durante 2005 – 2006)

 

 

 

*

 

 

ciudad en su siglo

 

mirado de cierto modo

cualquier alejandría que se hunde

tiene agonistas y mercaderes

 

verseadores putas y cronistas del tiempo

cabalgan en el azar

pasiones breves e incestos de época

 

bares pobres y nurseries por si las moscas

levantan artefactos y cosas

para después del derrumbe

 

 

                        (del libro inédito “Redes”  –  Escrito durante 2002 – 2003)

 

 

 

*

 

 

 

Los perros cueteros

 

“Mientras buscaba la estrella vespertina en una fría ventana

                                           y silbaba cuando Arturo derramaba su luz,

                                           oí reñir a los lobos, y dije: Entonces esto

                                           es el hombre”

Allen Tate

 

 

festejos tradicionales y ellos aparecen

un despertar cuando medra la noche y las explosiones comienzan

andar solos por ahí hasta el ritual de lo que se pudre

y disimular en el ruido y el olor de la pólvora barata

efectos de la temporada…

 

sucios de arenas el gesto distraído

pelo encrespado como en un enojo

se van amontonando en el andar cansino hasta que lo avivan

donde se junta la presa casi nadie mira

tal vez algún chico que adivina y alguna mirada

otra porque intuye

gesto veloz de repente contra el estampido

fuego en la boca y otra vez hacia allá

lejos

 

qué canta en el fuego y el humo en el chasquido

como rama reseca que se quiebra cada vez

qué canta en la sangre y en la carrera de súbito despierta

y vos que los mirás como se mira el amor

esa química orgánica con ropa de ternura

mirar que no se nubla en el farolero simular de la época

quién sabe qué piensa –decís

detenido ahora en el alto de la mañana

como sombra contra el moverse del mar

ahí las nubes coloreando como si vos y yo no supiéramos

que nada de todo eso es intención mientras ellos están ahí

con esa cosa que raspa como espera debajo de la sangre

cada estallido que apure la caída

del que no mira duerme y se divierte mientras

ellos con la traza del viejo mapa y el ojo que parece apagado

pero detrás de la mirada esa sombra

que apenas campea                sabe y espera

desde lejos y a su modo

sabe y espera

siempre

desde bien allá

 

                                      Para Pugnax (*)

(*) Nombre de un perro que integra la tripulación de un dirigible en la novela Contraluz, de Thomas Pynchon.

 

  (del libro inédito “Perros cueteros y otros abandonos” – Escrito durante 2011)

 

 

 

*

 

 

Palomas en el cable de la luz

 

 

 

Caminamos junto al paredón del gran cementerio del oeste

sin martingalas con el viejo trance.

Hay palomas en el cable de la luz.

 

Peripatéticos de hoy

nada parece falso ni verdadero al sonido de los celulares

el contacto con la palabra todavía produce algunas imágenes

y han evolucionado mucho los medios de transporte.

 

Los niños geniales gozaron su olimpo y su fidias,

los altos de lycavitto y el parnaso ahí nomás

ideas de altura al alcance de la mano.  Los césares en Roma

obtuvieron sus mil años de humedad cristiana en los huesos...

 

Las palomas volaron.

Hay cicatrices de caca todavía en las veredas.

Señales en el gran cementerio del oeste.

 

                          (del libro inédito “Palomas en el cable de la luz”  –  escrito durante 2003 -2004)

 

 

 

*

 

 

Puente Saavedra

 

Llega un grito a través del cielo. Ya ha ocurrido otras veces,

                                       pero ahora no hay nada con que compararlo.

           Thomas Pynchon

 

 

conjurados con algún bulto que arrastrar

en la zona gris de los apeaderos y los transportes

la opacidad se respira en grandes y pequeños tráficos al paso

se bebe y se come con la niebla de la desconfianza

los gestos no necesitan de nada más

desde un lado del canal Pirata Prentice(*) cultiva bananas

y espera  la parte que le toca en la ruleta rusa del mundo

algo después dos paredes alambradas y una tierra de nadie

ni la grandeza ni la grandilocuencia de la Gran Muralla

en la escena un borracho y un predicador

alguna prostituta un policía y una nena

puede haber un río una cordillera y gente de armas

entre las placas del transformador late una diferencia de potencial

como en todo pasaje también una forma de la teatralidad

presentida en el aire la descarga eléctrica dibuja una fotografía

es previsible por otra parte una solución así

una épica de los bordes

tecnología y redes en el gran carrusel

menos y más explícito que un circo romano

camino al “22” con menos y más peligro por la línea divisoria

vamos y venimos atentos al efecto doppler

cambia el sonido de lo que se aleja

lo que se acerca. 

 

(*) Uno de los personajes de la novela “El arco iris de  gravedad”, de Thomas Pynchon

 

 (del libro inédito “Paisaje fronterizo” – Escrito durante 2007 – 2008)

 

 

 

*

 

 

Tardecitas

 

 

te digo que hay cosas que la mirada no sabe

las devela te digo como si las llamara de reojo

por un sendero del parque lo descubro

picotea el pasto el pájaro carpintero y también ahí

en otra parte deshecha contra la pala excavadora

un revoltijo de pluma gris y rojo la paloma

dirían algunos que los dioses la han dejado

sombra sin memoria en el orco dirían pero

yo que trabajé con celo la carne para no caer

en la clausura de allá y elegí lo abierto de aquí

esta cerrazón cerca de las cosas como para volar bajo

apenas veo la piel de la belleza en este reflujo de todo

como cuando tus ojos en vos capturan el matiz

el cuerpo fugaz en los trazos y de golpe pareciera

que toda la pena del mundo le caben

como cuando ves pequeñas tragedias y no se te nota

entonces yo que soy un confidente que no sabe traicionar

te miro hecho un animalito furtivo para llegar en vano

al tacto de lo que ya ni te pertenece de tan tuyo

no llegar nunca –esto es lo digno–

a lo inapresable de vos y lo desconocido de mí.

 

 

                      (del libro “Estación de nosotros” – Editorial Buenos Aires Poetry – Buenos Aires – 2014)

 

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Alberto Boco y R. R., octubre de 2014.

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http://www.revagliatti.com.ar/070620a.html

http://revagliatti.com.ar/030804_boco.html

 

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13 de Octubre, 2014 · General

Alberto Luis Ponzo: sus respuestas y poemas


 
Entrevista realizada por Rolando Revagliatti
 
 
 
Alberto Luis Ponzo nació el 12 de junio de 1916 en el barrio de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires y reside en la ciudad de Castelar (desde 1951), en la zona Oeste del Gran Buenos Aires, la Argentina. Dirigió y codirigió, entre otras revistas literarias, plaquetas y  colecciones, “Vigilia” (con Fulvio Milano, 1961-1965), “Encuentro” (1966-1977), “Por la Poesía”, “Empresa Poética” (con Luis Iadarola y Simón Kargieman, 1984-1988), “Mano de Obra” (con Carlos Vitale), “Hojas del Caminador” (con Alba Correa Escandell, 1981-2005), “El Poema Ilustrado”, “Otros Cielos” (bilingüe). Su quehacer fui incluido, por ejemplo, en Poesía Argentina Contemporánea” (Volumen Octavo, Fundación Argentina para la Poesía, 1981), “40 años de Poesía Argentina” (Tomo tercero (1950-1960), Editorial Aldaba, 1964),“Poesía Argentina  - Hacia el 2000” (Ediciones Kir, 1997),“El ‘60” (selección de Alfredo Andrés, Editores 2, Serie Plural, 1969), “Poesía Hacia el Nuevo Milenio” (Tomo 1, La Luna Que, 1999), así como en innumerables publicaciones periódicas no sólo de su país, sino que, también, en “Hora de Poesía”, “Kurpil”, “El Indio del Jarama” de España; “Enlace”, “Románica” de Estados Unidos; “Norte” de México; “Zona Franca” de Venezuela; “Andrómeda” de Puerto Rico; “Alero” de Nicaragua, etc. Citamos algunos de sus poemarios: “Equivalencia de la tierra” (1960, el primero),“De ayeres y desmemorias”, “Ramos de invierno”, “Cuaderno Martín”, “Lugares / En otras palabras”, “Obra en construcción”, “Canto en la arena”, “Exploraciones (sobre la poesía y lo demás)”, “Anotaciones para mi nacimiento”, “La casa de Azara y otros poemas”, “A puertas abiertas”, “Uno en el mundo”, “Poemas para Antonio Porchia”, “Historias salvajes”, “Cuadro de situación”, “Diálogo de escrituras”, “Labio oscuro de nacer”, “De este mundo (instantáneas y miradas)”. Y algunos de sus volúmenes de ensayo: “Pasión de la soledad y el misterio de Juan  L. Ortiz”, “Antonio Porchia: El poeta del sobresalto”, “Poéticas / Poetas de la experiencia a la escritura“, “César Vallejo: Verbo, destino y unidad”, “Poetas del vértigo y otros ensayos”, “Osvaldo Milano Arrieta, una forma sensible de indagación”, “Juan L. Ortiz / El aura de un lenguaje esencial”. Así como las siguientes antologías de su obra: “Ocupaciones y límites” (1960-1981, Fundación Argentina para la Poesía, 1982), “Poesía recobrada”(1972-1995, Libros del Empedrado, 1996), “Ochenta vueltas al mundo de todos los días” (1960-1996, Araucaria Editora, 1997), “Poemas olvidados” (1962-2004, Hojas del Caminador, 2004), “Antología breve” (incluye “Pulsos ocultos” de Alba Correa Escandell), Araucaria Editora, 2008.
 
 
 
 
          1 – Quienes deseen saber más de vos, Alberto, tendrán posibilidades si te buscan en la Red. Encontrarán muestras de tu poesía, otros reportajes y videos. Y podrán advertirte en fotografías con tu esposa y compañera de más de seis décadas, Alba Correa Escandell (1918-2008), de nacionalidad uruguaya, que además de profesora universitaria era poeta y narradora. ¿Nos referimos a ella?
 
          ALP – Entre las actos que considero imprevisibles no puedo dejar de mencionar cómo conocí a Alba, como un hecho "milagroso" por medio de la Radio Sténtor, muy popular entonces en Buenos Aires. Ella había participado en un concurso de poesía desde su país, obteniendo una distinción, y yo traté de comunicarme a través de los datos logrados por la amistad que me unía a una locutora de la radio. Alba vivía en Nueva Palmira, pequeño pueblo frente al río Uruguay, y yo había iniciado mi carrera universitaria; además comenzaba a "imitar" a los poetas del ‘40. Mantuve con Alba una incesante correspondencia y la visitaba cuando lograba conjugar mi disponibilidad de tiempo y económica. Los dos escribíamos coplas y sonetos, y nos consubstanciábamos con los bardos de esa época: Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Almafuerte,  parte de poesía española y francesa. Eran los años de "fórmulas neorrománticas" y acontecimientos históricos  y socio-culturales que determinaron las expresiones de una "nueva poesía". Existían las tendencias modernistas y, sin mayor influencia, seguimos juntos cumpliendo "carreras" diferentes: ella era Profesora de Idioma Español e Historia y yo ejercía mi profesión de Odontología. Mientras Alba realizaba una labor de desarrollo en la vida cultural palmirense, aún derivada de la producción tradicional, yo me dedicada a atender mis pacientes, en Castelar, concurriendo en ocasiones a la Capital Federal, donde me fui relacionando con los poetas Roberto Juarroz, Raúl Gustavo Aguirre, Enrique Molina, Francisco Madariaga, Alejandra Pizarnik, Antonio Porchia y unos cuantos surrealistas. Alba en Nueva Palmira fue delineando una obra silenciosa y ligada a sus recuerdos de infancia y actualidad familiar. Sus libros fueron editados mucho después de los míos.
 
 
          2 – Sobre tu poética se opinó que huía “del retoricismo y de los excesos sentimentales y que se caracteriza por el tono reflexivo”. Y sobre vos, el poeta Carlos María Romero Sosa destacó un rasgo: “Una de las pocas personas que conservan la sana costumbre de escribir extensas cartas manuscritas.” Ha existido el “Premio de Poesía Concurso Dr. Alberto Luis Ponzo de la Universidad de Morón”. Has ido obteniendo reconocimientos institucionales por tu trayectoria (Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (en 1992), Sociedad Argentina de Escritores Central y también de la Seccional Oeste, Socio Honorario de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (en 2011), Fondo Nacional de las Artes…). Yen la ciudad de Morón podríamos acceder a la “Biblioteca Popular y Centro Cultural Alberto Luis Ponzo”. Suspendo acá, para no abrumar, esta salpimentada intervención. ¿Cómo atinás a sobrevolar sobre todo esto?
 
          ALP – Hay una línea que separa lo que se escribe de las opiniones, resoluciones, prescripciones y otros elementos externos. Esa línea representa el lugar de la creación, la obra ya realizada y presentada, como hecho elaborado por el autor, independiente de nuestras ideas o condiciones en las diferentes formas de su existencia. Al otro lado de la línea imaginaria está el reconocimiento luego de la lectura, que puede resumirse diciendo que "vale" y tiene alguna importancia. Hay también un aspecto que no deja de influir en el trabajo escrito o del material que sea: la circunstancia de la ejecución, o sea lo que da vida y mayor actualización. Es cuando se estiman las razones para premiar, otorgar una mención, celebrar, elegir un plano para destacarlo entre otros. Yo creo, Rolando, que ha surgido en los últimos lustros una política excesiva y dudosa para otorgar los premios: se ha desvirtuado lo que entendemos como Arte. 
          En cuanto a mi obra de poesía, ensayo o cosa realizada, sólo puede disculparse por los años de su realización, "sobrevolando", como decís, entre características de varias generaciones. No hago comentarios o afirmo si es merecido, pero no he interrumpido mis esfuerzos.
 
 
          3 – Las diversas ocasiones en las que has participado en colaboración con el pintor y dibujante Salvador Galup, me brinda la posibilidad de preguntarte cuáles han sido, en qué han consistido, y que lo evoques como artista y como persona.
 
          ALP –  Poco después de trasladarme a Castelar (yo viví en Buenos Aires, frente al Parque Chacabuco, desde que me casé en 1946 hasta 1951) y ya instalado con mi consultorio dental en la calle Italia 830, concurrió por un problema de prótesis Salvador Galup. Al realizar su ficha, aparte de los datos acostumbrados, me enteré que era pintor y dibujaba en el diario “La Razón”. Un día me invitó a conocer su taller, a pocas cuadras de mi casa. Me mostró varios cuadros que se exhibían en el comedor y numerosas obras –dibujos, óleos, estudios- ordenadas en su tallercito, en el piso superior. Yo admiraba esa producción y las colaboraciones en el diario, caricaturas en su mayor parte con hechos políticos o simplemente las pruebas de sus trabajos. Seguimos cerca, conversando de arte, la situación social, su familia (tenía esposa y tres hijos), sin dejar de incluir a la poesía, pues le había contado que escribía. No recuerdo todo lo que me ayudó a ilustrar y diagramar desde entonces. Lo cierto es que nos hicimos muy amigos y cuando le pedía la opinión acerca de mis poemas, a los pocos días me mostraba lo que él había sentido al leerlos. Así fue concibiendo tapas con ilustraciones de mi obra. Pero lo que deseo destacar, sobre todo, es su personalidad, la humildad y el desinterés sobre lo que hacía, obsequiándolo a quienes les complacía. Lo que más tengo presente es la publicación de "Hojas del Caminador", con la imagen de cada autor en la tapa y dibujos de los poemas elegidos. Durante tres años consecutivos y un número mensual, han aparecido las ilustraciones, con un breve ensayo, de más de treinta poetas. Escribió Galup en una Hoja que le dediqué: "El arte no se puede definir. Es algo que hace cambiar al ser humano, es la comunión de todos los seres humanos. El artista no puede ser individualista: tiene que dar cosas, tiene que decir lo que sucede. Es el mundo que lo hace pintar o escribir. Otra cosa no me interesa... Uno es como la realidad y después trabaja, se comunica con otro." En un reportaje afirmó: "Tengo un gran respeto por la pintura. No me siento con capacidad de mostrar mis cuadros. Cuando pinto no pienso en otra cosa que la pintura. Si alguien mira un cuadro y le gusta, ya estoy conforme. Si llega lo que hago, ya he cumplido con mi obra."  Había nacido en el porteño barrio de Caballito el 2 de noviembre de 1907 y falleció en Castelar el 20 de marzo de 1991.
 
 
          4 – Integraste el Centro Cultural Almafuerte, el Grupo Roberto Arlt, dirigiste “La Voz de Castelar”, fuiste jurado en certámenes, obtuviste primeros premios tanto en ensayo como en poesía, y es debido a tu iniciativa que diversas propuestas se fueron llevando a cabo en la esfera cultural. ¿Cuáles propuestas te satisficieron más y cuáles te decepcionaron por su deficiente ejecución? ¿Quiénes integraban el Grupo que cité y cuáles fueron los objetivos cumplidos? ¿Qué te dejó tu paso como director de un periódico?
 
          ALP –  Cada caso conlleva una significación según las distintas épocas o situaciones. No se puede sentir lo mismo y responder al paso de los años. Cuando ingresé a la Sociedad Fomento de Castelar, mi trabajo consistió en integrar el equipo de odontólogos, en distintos horarios. Entonces no se cobraba, como Entidad de Bien Público. Poco después propuse la realización de actos culturales con artistas de Castelar y Morón, y así se fundó la Asociación  Permanente de Artes Plásticas, donde intervine con Salvador Galup, Helios Gagliardi, Renée Pietrantonio, Rita Kafetzis y muchos más. Recientemente falleció Gagliardi, el principal organizador. Ese período fue uno de los más hermosos por las exposiciones, los debates, los certámenes (alguno, de poesía ilustrada). Surgió un grupo de escritores y se formó el Taller Literario, denominado Roberto Arlt en sus comienzos (en San Antonio de Padua). Participaron Juan Alberto Núñez, Antonio Aliberti, Elsa Fenoglio, Beatriz Pico… y como invitados, escritores de la Capital. No puedo negar inconvenientes o desacuerdos, pero la organización nunca fue discutida o negada por la Comisión Directiva de la Entidad. Integré esta Comisión varias veces, ocupé la Presidencia y lo que más me conmueve ha sido el desarrollo, los objetivos cumplidos de ampliación y modernización de la Sala de Auxilios, y desde luego las reuniones literarias, los diálogos con Raúl González Tuñón, Alejandro Schmidt, Roberto Santoro, Rafael Alberto Vásquez, César Fernández Moreno, Miguel Ángel Viola, Luis Ricardo Furlan, Héctor Miguel Ángeli... En otra instancia se me confió la dirección del periódico "La Voz de Castelar", donde ya venía colaborando en mi "Kiosco Literario" con biografías, poemas, críticas. A veces me refería a temas políticos y actualizaciones históricas, pero nunca me he sentido "periodista". Sólo escribía para comentar los sucesos destacados, las vicisitudes sociales y los dedicados a la literatura. Hasta hoy aparecen  artículos de directa difusión cultural (desde 1962). Acoto que Alba participaba con notas que confluyen en su libro "El duende y otros cuentos".
 
 
          5 – Más allá de profesores, licenciados y doctores en Letras, abundan abogados, periodistas, médicos y psicólogos que, además, son poetas. Hay, pero no abundan los poetas que además son meteorólogos, ingenieros, físicos, arqueólogos, veterinarios, administradores de empresas, antropólogos, químicos. En tu caso, Alberto, en 1943 te recibiste de doctor en Odontología (el otro poeta y odontólogo que se me viene a la mente, y que casualmente también reside en el oeste del conurbano bonaerense, es Norberto Alessio). ¿Coincidís con mi observación? Y, coincidas o no, ¿qué conexiones procurarías establecer entre el ejercicio de las profesiones universitarias y las producciones poéticas?
 
          ALP Cuando tuve que decidir, al finalizar el Colegio Nacional, qué podía hacer -sin tener ninguna idea especial- le dije a mi hermano mayor: Filosofía y Letras. Ya sea porque me atraía escribir y tenía buenas notas, o porque no atisbaba otro camino, la elección fue la expresada. El se negó y me respondió que estudiando "eso" en la universidad "me iba a morir de hambre"! Fue entonces que surgió el propósito de ingresar a la Facultad de Medicina,  donde en aquella época (1938) se estudiaba Odontología. Mi ambición de la otra carrera quedó archivada. Nada de filosofía, de lenguaje, de historia de las artes. Durante la carrera empecé a escribir, y concurría a conferencias, recitales y seminarios. No me perdía las lecturas y producciones generacionales, los movimientos existentes, las tendencias renovadoras, ni dejaba de consultar obras de autores extranjeros. Disfrutaba de Baldomero Fernández Moreno, Olga Orozco, Federico García Lorca, Macedonio Fernández, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal, Antonio Machado, Luis Cernuda, los autores del grupo "Martinfierrista": Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal, Jorge Luis Borges, Horacio Rega Molina, Evar Méndez, Francisco Luis Bernárdez, Ricardo Molinari, Eduardo González Lanuza, Carlos Mastronardi, Conrado Nalé Roxlo, Norah Lange, Jacobo Fijman. Todos los representantes del romanticismo, sin olvidar a nadie o recordando ahora a algunos con más afinidad u oscilaciones con el verso tradicional, el tono metafísico y las ideas sociales. Esto nos lleva a una pregunta: ¿Y la Odontología? Entre 1938 y 1943 cursé mi carrera
universitaria. Ya había escrito sonetos, romances, versos rimados o libres... Éste ha sido mi caso, Rolando, pero conozco ingenieros, químicos, contadores, que escribían poesía. Hay siempre buenas explicaciones, si pensamos en una vocación o predisposición de carácter espiritual. Entramos así en la psicología, en la mente y las conexiones que escapan a mis conocimientos, modestamente.
 
 
          6 – Has visto desarrollar durante más de seis décadas a tu ciudad de residencia. Permitime que antes de pedirte que te refieras a ella, informe sobre las circunstancias que determinaron lo que muy pocos argentinos saben: quién era el Castelar en cuestión. Resulta que a un político y novelista local (rosarino), Estanislao Zeballos, le aceptaron su proposición de instituir  dicho apellido como homenaje al escritor y político Emilio Castelar y Ripoll (Cádiz, 1832 – San Pedro del Pinatar, Murcia, 1899), presidente del poder ejecutivo de la Primera República Española.  
 
          ALP  En aquella "pampita", como la denominaba uno de mis vecinos, me interesaba trabajar y no me impedía abocarme a la literatura. Denominada en la segunda mitad del siglo XIX como "Kilómetro 22", sí, las autoridades de entonces decidieron cambiarle el nombre, y en homenaje al personaje que señalás, la estación ferroviaria fue llamada como hoy y la zona empezó a desarrollarse, debido -como siempre he oído decir- a su clima y naturaleza. Al llegar comprobé  la gran cantidad de casas quintas, terrenos deshabitados y características que atraían a numerosas familias. Con Alba y mi primer hijo, Ariel (1947), me trasladé. Después nacieron nuestras hijas: Ada, en 1949, y Ariana, en 1960. Y ahora, aquel “Kilómetro 22” cuenta con cerca de 120.000 habitantes.
 
 
          7 – Admitiendo que no debo haber conocido cada una de las revistas que has dirigido, Alberto, ¿coincidirías con mi impresión de que “Empresa Poética” debe haber sido la de mayor impronta, más abarcativa y elaborada?... ¿Nos darías un perfil de alguna de las publicaciones periódicas de poesía de las que has sido responsable?
 
          ALP –  Si denominamos "perfil" al conjunto de publicaciones, los períodos de su elaboración y autores seleccionados en cada una de las revistas que he difundido, amigo Revagliatti, sería infinita la lista de nombres de autores, ensayos, comentarios, selecciones poéticas… Ocuparía centenares de páginas. No puedo asegurarte la importancia de "Empresa Poética", con la colaboración de Simón Kargieman, que ha fallecido hace varios años, y Luis Iadarola, con quien me he comunicado hace pocos días. Esta revista-libro ofrecía un panorama de la poesía argentina y latinoamericana, y en cada número elegíamos un autor para iniciarlo con un ensayo y dábamos a conocer la obra de consagrados y de jóvenes desconocidos. Fue para nosotros un período de gran interés y valorización si pensamos en un "perfil", como me proponés, de los autores que vemos actualmente en las más completas antologías.
 
 
          8 – Has tratado mucho a los poetas Fulvio Milano y Simón Kargieman. ¿Nos harías una semblanza de cada uno de ellos?
 
          ALP – Has nombrado a dos de mis grandes amigos, los primeros que traté al comenzar la "vida poética", los pasos iniciales. A Simón lo conocí en uno de los actos de la época inaugural de mi experiencia, y luego de muchas charlas, frecuenté su casa y conocí también a su esposa, odontóloga, y a sus tres hijos. Hubo un día trágico, cuando por una razón que nunca comprenderé, su mujer se suicidó. Simón había publicado ya "Tiempo de lágrima cerrada""Niño del asombro""Antipoemas 1962". Después aparecieron "Ella y el amor" y "Acto de fe". Otras obras: "El círculo inmóvil " (1969) y "La palabra decisiva" (1977). Había nacido en marzo de 1926. Trabajó de visitador de médicos y en los últimos años había atendido una estantería de libros a la entrada de un Instituto de Psicología de Buenos Aires. Nuestra amistad ha sido conmovedora. Estuvo internado y falleció en un hospital, abandonado por su segunda mujer y lejos de sus hijos. Un auténtico creador: "El que nos habla en el idioma sensible afín a todas las estructuras humanas". Esto determinó Simón en "Encuentro", además de confesar que "los campos psíquico y social son lascircunstancias contingentes esenciales, que animadas coinciden  en provocar la irrupción creadora". Me es imposible resumir aquí su posición estética, las condiciones personales,
su orientación artística. 
          A Fulvio Milano lo vi en uno de los actos tan frecuentes en las décadas del ‘50 y ’60. También residía en Castelar. Pasado un tiempo, vino a verme con su hijo a mi casa. Era maestro de escuela y tenía  conocimientos de literatura, lingüística, temas generacionales, y una visión de su existencia campesina, regional, que se extendía en el barrio de La Boca y el sur del conurbano bonaerense. Colaboró con entusiasmo en las revistas que editábamos,
con admirables ensayos y estudios sobre poetas argentinos, críticas de grupos de distintos lugares. Era callado -como suele decirse-,  muy riguroso, alejado de los "falsos mitos y encasilladores de poesía" (como definió Simón). Había nacido en Buenos Aires en marzo de1929 y publicó "Nevado de silencio" (1959), "Intemperie"(1965) y "Días  pintados en las ventanas del aula", poco después. En cierta época, pasaba largos meses en una villa
marplatense, preparando la edición de su plaqueta periódica de poesía "Mar de Monte Hermoso"; y después del fallecimiento de  su esposa fue a vivir a la ciudad que había conocido de chico: General Belgrano. Nos veíamos poco, y no tuve ninguna noticia hasta hace tres años, cuando me comunicaron desde allá, sin proporcionarme los detalles de las circunstancias, que había fallecido.
 
 
          9 – Un escritor que te quiere y conoce mucho, sabiendo que estamos desde hace varias semanas, charlando a través del correo electrónico, me sugirió, Alberto, que te formule la siguiente inquietud: ¿Tiene una identidad definida la poesía del oeste bonaerense?...
 
          ALP - Si este amigo escritor pregunta sobre la poesía del oeste, recordará que la Dirección de Arte y Cultura del Municipio me encargó, para la colección "pluma 'e gallo", una antología de poetas de Morón. En agosto de 2007 fue editado el volumen que reúne a veintitrés autores. Dedicar la respuesta sobre la "identidad" a cada uno, o en un concepto que los incluya a todos, excedería  tu pregunta, querido Rolando. En estos años de vivir aquí, los he tratado a todos, a unos más, a otros menos, y he leído sus poemas. En la introducción de la antología consigné: "No hay reglas absolutas, no entran rígidos moldes ni aparecen recetas ya consagradas. Si hay que identificar de algún modo, en su gestación y sus logros, a cada uno de los poetas de la Antología, nos sorprendería la validez de la creación que se despliega desde lo cotidiano y lo real al mundo más vasto del pensamiento, la actitud social, la descarnada visión del mundo actual y también el ejercicio misterioso de las mismas palabras, como instrumentos que se transforman y nunca alcanzan a mostrar todo lo que pensamos". La Dirección de Cultura del Oeste bonaerense la distribuye desde su presentación en la Biblioteca. Si hay que expresar  "una identidad definida", es oportuno repetir lo afirmado por Raúl Gustavo Aguirre: "Ver, en pocas palabras, si los poemas tienen alguna relación con nuestra existencia, en qué medida apelan a ella y demandan nuestra contestación".
 
 
          10 – Si inquiero por poetas que admires y en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, la ironía, el ingenio, la sorna, la causticidad, ¿qué me responderías?
 
          ALP - Dice muy bien Julio Cortázar que para definir y entender habría que estar fuera de lo definible y entendible. Lo cito porque estoy leyendo "Rayuela". En lo que me pedís tengo que recordar ensayos e innumerables historias de los poetas que más me han dado y puede ser "entendible", entre tantas experiencias y estilos de su lenguaje. Las condiciones que señalás se aplican  o no tienen nada que ver, en los autores más leídos y admirados, por pertenecer a modalidades humanas. Me atrevería a sostener  que ningún autor es ajeno a alguna de las características que has indicado. Y es así como respuesta ante la vida, de acuerdo a los hechos de mayor alcance. La poesía, como sabés muy bien, no tiene  mejor definición que... ¡hacerla!
 
 
          11 - ¿Has llegado a vacilar bastante o con fastidio durante lapsos más o menos extensos, a la hora de elegir títulos?
 
          ALP –  En casi todas las librerías parece más importante un atractivo título que el contenido, siendo incalificable o un mejor método de venta, de programación, un "negocio" de tapas, aparte del interés que pueda despertar. En mi caso, como en tantos de nuestros fines de mayor modestia y sana intención, los títulos han obedecido a la experiencia, las ideas o circunstancias. He publicado mis obras y nunca he vacilado para elegir su título, ni me he roto la cabeza procurando el más adecuado. Los títulos han acompañado lo que he querido expresar, se correspondían con el material "de adentro". Han formado parte de mi propuesta.
 
 
          12 - ¿La primera frase o párrafo o verso los trabajás mucho y después seguís, o te lanzás más bien a un borrador, y por ejemplo, al día siguiente o a la semana, pulís?
 
          ALP Cuando escribía, hace muchos años, era muy raro que corrigiera o puliera la escritura. En los primeros libros, por ejemplo, "Equivalencia de la tierra"(1960) o "Canto en la arena" (1961), era espontáneo, directo, podría decirte "inspirado" por lo que sentía o pensaba. ¡Qué épocas, al pasar el tiempo y adquirir  recursos más rigurosos! Como si cumpliera una misión , seguí escribiendo y publicando, mientras trabajaba para "vivir" y tenía una familia, una admirable esposa y tres hijos. Había que leer a los poetas más importantes, conocer las tendencias, los elementos artísticos, las viejas y nuevas formulaciones... Cuando siguieron los años, entendía lo que el lenguaje imponía, digamos, para hacer mejor la poesía, o lo que más nos conformaba o revelaba con una corrección oportuna o la eliminación de lo superfluo. En la actualidad hago borradores, dejo escritas palabras que más tarde  borro o reemplazo. Busco y espero lo esencial, sin pretender nada perfecto, pero  sí lo más honesto. Cuando le preguntaron a Roberto Juarroz por qué escribía, respondió: "Escribo porque amo la vida". De ahí surge nuestra responsabilidad y lo que, en la medida en que me es posible, intento.
 
 
          13 - Releyendo –y despidiéndome del ejemplar- el nº 1, julio de 1989, de la revista “Poesía 2000”, doy con estas líneas de la poeta Raquel Jodorowsky (1927-2011): “Existe un ámbito místico, una comunión entre el lector y la poesía impresa. Entre el libro y el que lee se amarra un silencio que sólo la poesía desata en el alma. Así ella entra por los ojos. Por eso es tan difícil dar lecturas en recitales. Desde los escenarios hasta los oídos del público, la poesía no llega en su totalidad. Creo que se hace nube. Se diluye, se fuga. Sólo deja un poco de su sombra. Pero eso es algo.” ¿Qué te suscita este recorte que te facilito?
 
          ALP – Estamos ante conceptos que pueden aprobarse o no, ampliarse y analizarse en profundidad. No deseo ir más allá de lo que he realizado, calificarlo y hacer afirmativo su resultado. Pueden recordarse numerosas opiniones para apoyar todo lo que se ha sugerido en tu mensaje y  descifrar otras cosas. Pero hay algo que es indiscutible: en la poesía debe darse el sentimiento, la naturalidad, la originalidad, el sentido espiritual y el misterio de la palabra. Como bien dice Raquel, si se tiene en cuenta la lectura, "un poco de su sombra", lo que "se hace nube" en los recitales. Es muy cierto que todo "se fuga", si no se comprende lo que decía Jacobo Fijman: "Hice conducta de poesía. Pagué por todo". ¡Éste es el gran secreto! ¡La conducta de los autores que poseen un lenguaje para todo lo humano!   
             (Aprovecho para compartir con nuestros lectores algo para sonreír y sorprenderse. Hace unos días, ordenando mi biblioteca, encontré el libro de Raquel"Sin antes ni   después", con la dedicatoria firmada en México el 11 de diciembre de 1985. En la solapa dice que nació dentro de una mina de cobre, en el norte de Chile. Y agrega: “He publicado quince libros. Tengo un hijo y un loro. Y tengo el mundo entero. Es todo." En la contratapa, con un breve comentario , su foto. ¡Una hermosa mujer!)
 
 
          14 - ¿La idea romántica de que el conocimiento no se puede trasmitir, aplicada a cualquier disciplina, a cualquier arte, es sumamente retrógrada? ¿Podés disfrutar de la lectura de obras de escritores con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?
 
          ALP Son muy difíciles tus preguntas, Rolando, pero tienen gran interés al intentar respuestas adecuadas. En mi larga trayectoria tendría que recordar muchas lecturas, conocimientos, sucesos, aprendizajes. No es posible en escasos términos, en base a ideas poéticas aceptables, referirme a lo que he vivido y escrito a partir de mis primeras experiencias. Empezaré con una época en la que mi lenguaje, lejos de los recursos tradicionales, buscaba una forma despojada, sobre temas íntimos, emotivos, sin abandonar del todo otras disciplinas, como suele sospecharse a veces entre autores españoles y también de Francia en esos años de nuevas técnicas y fórmulas, en oposición decidida a las luchas sociales. En mis primeros libros, "Equivalencia de la tierra" (1960) y "Canto en la arena" (1961) , y después en ensayos, comentarios, biografías, estaba en esa línea romántica que me proporcionaba elementos para una escritura más profunda, más significativa, dejando atrás los movimientos propios de las palabras como "arte", sin un contenido vital. Lo que más necesitaba, sin tener todavía verdadera conciencia, era "saber" de cada autor su modalidad, su actitud, su estilo. No me importaban mucho las ideologías, como se las interpreta ahora. Por eso te aseguro que, desde luego, he disfrutado de creaciones diversas, de la belleza, de logros de índole amorosa, sentimental. "Hay aspectos -escribió Roberto Juarroz- que no comparto totalmente, pero esos casos que llamamos "vanguardia", están por encima de la esencialidad, delante en cuanto a experiencias del lenguaje". En mi caso, sigo siendo tolerante, a pesar de lo que no me convence. Continúo mi camino con las obras que he realizado. He vivido etapas que se integran con las revistas literarias, los estudios biográficos, las tendencias, las actividades que no pertenecen a "un tiempo", sino a una prolongada existencia. No puedo dejar de sentir todavía la gravitación de "escuelas" o grupos con sus características íntimas, sus diferencias, sus valores expresivos. La culminación sería el surrealismo, con Aldo Pellegrini y su historia, que conocerás. En otras épocas, por ejemplo, en mis libros "Uno en el mundo" (1965), "A puertas abiertas" (1969) y"Obra en construcción" (1974-1978), tenía  una orientación más seria de "conducta", como diría Fijman. Este ejemplo me apartó del concepto señalado.  Más tarde fui a lecturas de tipo más elocuente, pues la escritura es lo que me dio libertad en mi vida. Pude expresarme mejor en "Historias salvajes" (1976) y "Cuadro de situación" (1980). Opino que si una idea poética es aceptable y enriquecedora, si no se refiere a aspectos verbales como sería "un romanticismo dulzón y trasnochado" -como he leído en un buen artículo- no puede negarse su válida relación. 
 
 
 
 
*
 
 
 
Alberto Luis Ponzo selecciona para acompañar esta entrevista, en octubre de 2014, siete poemas de su autoría:
 
 
 
 
Me acostumbro a ser viento
 
 
Desde las manos salgo.
Mis palabras son uñas
sobre la tierra, dedos
torpes y fatigados.
 
Desde ellas
siento lo que sucede
y me sostengo para mirar,
cavar secretamente el horizonte,
empezar a creer en lo que digo.
 
Desde las manos hablo
y alimento la piel,
aprendo en su corteza,
tomo el aire y me digo;
con las palabras voy a la existencia,
describo mi esperanza, grito
o reniego del nombre que me imponen
y lentamente
desde este umbral cercano y movedizo
me acostumbro a ser viento,
ligera decisión de la memoria.
 
 
 
                                            (De "Uno en el mundo", 1965)
 
                                 
 
*
 
 
Como el amor
 
 
Eres
el cuerpo de la noche,
el silencio del tiempo,
el color de la voz
que nunca he visto.
 
Eres racimo y arco,
parábola,
constelación,
círculo de diversos
centros.
 
Eres
un punto del espacio
donde el amor
puede seguir latiendo
sin consumir
su llama.
 
 
                                                (De "Poemas comunes",1966)
 
                         
*
 
 
El oficio
 
 
Escribo con el tiempo
con el fuego en los dedos
sobre el muro del día
 
Escribo cuando duermo y no me escuchan
escribo para despertar
escribo dando vueltas como un pájaro
escribo en el aire y en la tierra
 
Escribo porque no tengo otro lugar
porque mis hijos me preguntan
escribo para contestarles
para mirarlos diariamente
 
Escribo con los brazos que encuentro
escribo para el mundo que no encuentro
 
Escribo
para no repetirme
 
 
                                    (De "A puertas abiertas", 1969)
 
                           
*
 
 
El oprimido
 
 
 
Qué puedo hacer aquí
cuando nadie
se reconoce en mis ropas
cuando nadie habita
mis gestos oprimidos?
 
Qué puedo hacer
yo que habito el idioma de todos
para ser dueño de lo que todos dicen?
 
Sólo en la máscara de mi plato
el mundo se conmueve
 
 
                                    (De "Los dioses extinguidos", 1974)
 
                             
*
 
 
Nombres
 
 
El día se desliza sobre techados rotos
las plantas olvidan su violencia natal
 
Nombres que crecen
Nombres devorados
 
Estoy vivo en lo que nace
en lo que hago
fuera de mí
dentro de todo
 
en el rumor que escapa del origen
 
 
                                           (De "Ejercicios provisorios",1987)
 
                                 
*
 
 
Para el amor
 
 
Basta la palabra?
Huída de sí misma
calla en la mano
                que espera
 
desde su piel
                 respira
bordea los objetos
interroga
 
persigue el aire
ensaya letras adheridas
                 al hilo de la voz
 
basta saber que busca
arrojar el misterio
que cubre su pasar?
 
sólo hace lo que detiene
la agotadora sombra
sobre una línea inútil
dispuesta a su nacer
 
dará vida al ramaje
de un revelador
                acto de amor
 
 
                                (De "De estar aquí", 2011)
 
                                   
*
 
 
Cubiertos
 
 
Entre los cubiertos
usados desde mi niñez
he puesto a reposar la noche
 
En el lugar de los dedos
hay un corte abierto
del raspado cuchillo
con la honda tibieza llevada a la boca
 
El ardiente amenazador
aguarda a su costado
 
La infantil cucharita huele
como el deseado postre
 
Los vasos y platos silenciosos
reviven el sabor
                   en vos
 
 
                                                  (A Alba)
 
                                                  (De "De este mundo", 2014)
 
                                
 
*
 
 
Entrevista realizada a través del correo electrónico: ciudades de Castelar y Buenos Aires, distantes entre sí  unos 30 kilómetros, Alberto Luis Ponzo y R. R., octubre 2014.
 
 
 
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31 de Agosto, 2014 · General

Rafael Alberto Vásquez: sus respuestas y poemas


 
Entre-vista en tramos-e realizada por Rolando Revagliatti
 
 
 
 
Rafael Alberto Vásquez nació el 11 de octubre de 1930 en Buenos Aires (ciudad en la que reside), la Argentina. Integró el Grupo Literario “Barrilete” y participó, entre 1963 y 1967, en la dirección de la revista del mismo nombre. En 1966 formó parte del equipo que condujo “ La Voz de la SADE ” –Sociedad Argentina de Escritores- en Radio Municipal, con María Elena Walsh y Héctor Yánover; y en 1969, con Alicia Dujovne Ortiz y Nelly Candegabe, de la misma audición en Radio Nacional. Fue candidato a vocal por la lista “Movimiento Gente Nueva” en las elecciones para la conducción de la SADE en 1965, así como en 1975 lo fue por la lista “Agrupación Gremial de Escritores”. Con otros poetas, entre 1983 y 1986, fue integrante del “Grupo de los Siete”, editores de cuadernillos de poesía. Por su libro“Apuesta diaria” le fue concedida en 1964 la Faja de Honor de la SADE. Ha sido incluido, entre otras antologías, en “Buenos Aires dos por cuatro” de Osvaldo Rossler (Editorial Losada, 1967), “El 60” de Alfredo Andrés (Editorial Dos, 1969), “Generación Poética del ‘60” de Horacio Salas (Ediciones Culturales Argentinas, Ministerio de Educación, 1975), “Dársena Sur. Selección de Poetas Argentinos Contemporáneos”(Edición Servilibro, Asunción, Paraguay, 2004), “Legado de Poetas. Poesía Social Argentina 1956-2006” de Roberto Goijman y Diego Mare (Ediciones Patagonia, 2007). Poemas suyos fueron incorporados al LP “Buenos Aires vuelta y vuelta” (1966) y a los CD “Buenos Aires, la noche” (2000), “Rita canta a los poetas” (2001), “Eduardo Baró. Urbango” (Bruselas, Bélgica, 2005). Publicó entre 1962 y 2011 los poemarios“La verdad al viento”“Apuesta diaria”“La vida y los fantasmas”“La piel y la alegría”“Hay sol en Buenos Aires”“Cercos de la memoria”“Ese sitio sin paz de la memoria”“Explicaciones y retratos”. En 2003, la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires editó el cuadernillo “Ciclo de Poetas del 60. Rafael Alberto Vásquez”. En ese mismo año, Editorial Libros de Tierra Firme da a conocer su ensayo “Informe sobre Santoro” (Aproximación bio-bibliográfica sobre el poeta Roberto Jorge Santoro, con apéndice y antología).
 
 
 
 
 
 
          1 - ¿Cómo nos armarías un boceto de tu transcurrir desde aquel primer 11 de octubre… hasta poco antes de la irrupción de “La verdad al viento”?
 
          RAV – Nací en el barrio de Boedo, concurrí a la escuela primaria argentino-alemana Germania Schule, etapa durante la cual perseguía a mi madre para leerle poemas de una antología infantil que me habían regalado, y el secundario lo hice en el Colegio Nacional de Buenos Aires.  A los quince años comencé a urdir poemas y fundé una “revista literaria” de pocas páginas, hecha a mimeógrafo, para vender en la misma división del Colegio, primero, y más adelante colocarla en librerías de la calle Viamonte, en cuyas inmediaciones estaba la Facultad de Filosofía y Letras. A fines de 1949 ingresé a la Facultad de Derecho y rendí las primeras materias. Fue recién en 1961 cuando después de aprobar una de tercer año, decidí abandonar la carrera. En 1950 trabajé unos meses como auxiliar administrativo en el Colegio Nacional: conocí a Manuel Antín, quien también trabajaba allí. Nos hicimos muy amigos, compartiendo estudios, salidas al cine y al teatro, y también la poesía, ya que Antín, antes de dirigir películas escribía poesía y dramaturgia. 1951 fue un año perdido, de marzo a diciembre, cumpliendo el servicio militar obligatorio en un cuartel de Ciudadela. Tres años después, en el nº 16 de la revista-libro “Buenos Aires Literaria”, soy publicado por primera vez: una nota bibliográfica de cinco páginas sobre tres libros de poesía aparecidos por entonces. En julio de 1955, en el nº 1 de la revista “Letras Mundiales”, se editan, en tres páginas, también por primera vez, poemas de mi autoría. En el mismo año en que abandono Derecho, en concurso organizado por la SADE y el Fondo Nacional de las Artes, fui uno de los veinte autores seleccionados para la edición de un libro con préstamo del Fondo. Uno de los jurados, Bernardo Ezequiel Koremblit, también director del área cultural de la Sociedad Hebraica Argentina, comenzó a reunirnos a los seleccionados y así fui conociendo a los escritores Luis Ricardo Furlan, Inés Malinov, Atilio Jorge Castelpoggi, Julio Arístides, Emma de Cartosio, Osvaldo Rossler, José Isaacson, con lo cual concluyó mi aislamiento. Además de esas reuniones, que no sé ya con qué periodicidad se hacían, recuerdo que Julio Arístides y José Isaacson conducían la FADRYGLI (Federación Argentina de Revistas y Grupos Literarios Independientes), con encuentros en un café de la calle Cerrito esquina Bartolomé Mitre. Y se organizaban lecturas de poemas, en la SADE , en un colegio, en Estímulo de Bellas Artes. Después, esta nueva forma de comunicación empalma con la creación del grupo Barrilete. Porque a Roberto Santoro también lo conocí en las escaleras de la Hebraica. Me lo presentó Luis Ricardo Furlan, que venía con él; y Santoro, con su libretita mágica llena de anotaciones, chistes, teléfonos y direcciones, supo darme el teléfono de otro poeta que yo quería conocer: Horacio Salas. El azar que interviene en la vida. Yo acostumbraba a cortarme el pelo en una vieja peluquería que estaba en la Avenida de Mayo entre las calles Chacabuco y Piedras, al lado de las oficinas del diario “ La Razón ”. Entre las revistas disponibles para los clientes que debían aguardar su turno, una tarde me puse a hojear un ejemplar de “Vea y Lea”, revista para todo público que compartía entonces una franja del mercado familiar con “El Hogar” y con “Mundo Argentino”: no sé si te suenan esos nombres… Todas ellas, además de chismes, notas de actualidad, fotos, traían algún cuento y algunos comentarios bibliográficos. El que me interesó, por la habilidad del cronista y por las trascripciones poéticas del libro comentado, era sobre el primero, “El tiempo insuficiente”, de un joven poeta, Horacio Salas. Esa conexión con su poesía dura hasta hoy, que sigo admirando su estilo y continuamos la amistad. Pero no mucho después aquel encuentro sirvió para que Santoro me pidiera un poema para publicar en su revista mensual de ocho páginas, “El Barrilete”, iniciada en agosto de 1963. Y hacia fines del mismo año me convocó para integrar un grupo de trabajo literario que, además, se hiciera cargo de su revista, crecida en páginas que, con altibajos, idas y venidas de sus integrantes, duró hasta fines de 1974.
 
         
          2 – En no menos de seis ocasiones –y porque me esmeré en repetirlo lo menos posible en tu presentación- debí asentar el nombre de tu ciudad (que es la mía), y en tres ocasiones –y aquí también me esmeré- quedó la inscripción de tu pertenencia a la generación “del ‘60”. Apuntando no tanto a los que jugamos de “locales” y estamos informados, Rafael, ¿intentarías devolvernos tu visión de porteño de estos puertos, del cómo la viviste a nuestra ciudad en las sucesivas décadas, de tus “grados” de consubstanciación con sus barrios y problemáticas, y de qué ha sido o significado la generación poética aquella, de la que has sido uno de sus insoslayables referentes?
 
          RAV - Yo siempre sostuve que mi contacto con la ciudad tuvo sus peculiaridades. En razón del lugar donde vivía de chico con mis padres: Barrio Norte, después San Nicolás, no tuve calle ni “potrero”. Pero al crecer, siempre me gustó caminar las calles de la ciudad que quise y quiero. Con amigas o amigos o solo, era lindo recorrerla. Pero también por la poesía entró la ciudad: Evaristo Carriego, Jorge Luis Borges, Nicolás Olivari, José Portogalo, Baldomero Fernández Moreno, Raúl González Tuñón, Mario Jorge de Lellis. La ciudad también fue creciendo en mis poemas. En mi segundo libro, de 1964, “Apuesta diaria”, la última sección se llama “Buenos Aires en mí” y se cierra con el único poema largo que escribí en mi vida, que ocupa seis páginas y titulé “Canto confidencial a Buenos Aires”, con un epígrafe de Borges y que dedicara a Horacio Salas. Esa forma de situarme en la ciudad me hermanó con los otros poetas que integramos el Consejo de Redacción de la revista  a la que me refiriera en mi respuesta anterior y que fuimos: Daniel Barros, Ramón Plaza, Miguel Ángel Rozzisi, Horacio Salas, Roberto Santoro, Marcos Silber y yo. Más otros que también la sintieron y vinieron al grupo, como Martín Campos, Alberto Costa, Alicia Dellepiane Rawson, Ana Fernández, Diego Jorge Mare, Miguel Ángel Páez, Carlos Patiño y Felipe Reisin. Aunque ciñéndome a la visión de tu pregunta, “porteño de estos puertos”, muy pronto quienes habitamos la ciudad nos perdimos el puerto, como entrada y salida de los grandes barcos. Recuerdo haber despedido a Martín Campos en la Dársena Norte , cuando se fue a Italia por varios años. Después sólo quedaron las salidas de aquellos barcos más chicos que partían, desde la Dársena Sud , hacia Colonia o Montevideo en la República Oriental del Uruguay. Y los aliscafos con el mismo destino. Pero el puerto en sí fue un recuerdo o una nostalgia para generaciones anteriores. En el tema generacional de repente mis coetáneos o los poetas cinco años más jóvenes nos encontramos con una pertenencia casi impuesta –pero aceptada- de integrar la Generación del 60. Antonio Requeni en diversas notas, Alfredo Andrés (“El 60”), Horacio Salas (“Generación poética del 60”), comenzaron a hablar de esta generación. Algo que resultó cierto. Por las fechas de publicación de nuestros libros, por el estilo más directo y conversacional, por el acercamiento al mundo del trabajo, también por la ciudad recorrida, los primeros libros de cada uno mostraban algo o mucho de esos factores aglutinantes. Mucho después, en 1990, apareció “El 60, poesía blindada” (Los Libros de Gente Sur), con selección de Rubén Chihade y María del Carmen Suárez y un valioso prólogo de Ramón Plaza; más una lista de 150 poetas, 70 publicaciones de la época y una veintena de poetas antologados. Aunque el proyecto de continuar la muestra se frustró, es otra obra para consultar.
 
 
 
          3 – Resalta –según los datos que poseo-, que allá lejos en el tiempo, en dos oportunidades te involucraste en la disputa por, integrando listas de conducción, promover cambios en la cuestionada –y con lapsos horrendos, bastante después- Sociedad Argentina de Escritores. Además, fuiste co-conductor de dos programas radiales, que se llamaban nada menos que “ La Voz de la SADE ”. ¿Qué SADE prevalecía por entonces? ¿Qué proponían en 1965 y en 1975 los perdidosos movimientos que integrabas? ¿Cómo ha proseguido tu vinculación con las instituciones gremiales?  
 
          RAV – Es cierto. Desde la revista “Barrilete” abogamos por “cambiar” la SADE. E incitábamos a que los jóvenes poetas se asociaran, para poder tener voz y voto en las elecciones. Por supuesto, en esas dos ocasiones salimos últimos. Pero buena cantidad de escritores nos votaron. Y el esfuerzo, los ideales que sosteníamos y el trabajo compartido fueron distintos, sobre todo por las épocas y por los resultados que se dieron a posteriori. En 1965 la lista del “Movimiento Gente Nueva” proponía, en primer término, “la profesionalización de la actividad del escritor mediante una eficaz y dinámica estructura de la SADE como organismo gremial”. Y vale la pena trascribir los nombres de quienes éramos candidatos. Titulares: Pedro Orgambide, Alberto Vanasco, Dalmiro Sáenz, Juan José Sebrelli, Luis Ricardo Furlan, Antonio Requeni, Germán Rozenmacher, Juan José Saer, Ariel Ferraro, Esteban Peicovich, Federico González Frías, Arnoldo Liberman y Alberto Luis Ponzo. Suplentes: Roberto Santoro, Horacio Salas, Marcos Silber, Héctor Yánover y Rafael Alberto Vásquez. Asesores Letrados: Santiago Bullrich y Vicente Zito Lema. Pero pese a diferencias ideológicas y gremiales me parece útil consignar qué escritores integraron la lista que ganó y condujo la entidad en el período 1965/1967. Titulares: Córdova Iturburu, Ulyses Petit de Murat, Lisandro Galtier, María Angélica Bosco, Osvaldo Rossler, Florencio Escardó, Beatriz Guido, Gustavo García Saraví, Bernardo Ezequiel Koremblit, José Luis Lanuza, Sixto Pondal Ríos, César Rosales, María de Villarino. Suplentes: Julio Arístides, Juan José Ceselli, Ezequiel de Olazo, María Elena Walsh y Emilio Zolezzi. Todos nombres de peso. Ahora voy a los hechos posteriores. Lo positivo: abrir el juego a los jóvenes. En octubre de 1965 se creó en la SADE la Comisión de Literatura Nueva, que integramos César Rosales y María Elena Walsh por la Comisión Directiva y Abelardo Castillo, Arnoldo Liberman, Carlos Moneta Testa, Rafael Felipe Oteriño, Romilio Ribero, Horacio Salas, Alberto Vanasco y yo, por “los jóvenes”. ¿Qué ocurrió después? El golpe de estado en 1966 del general Onganía, uno más en la larga lista de los que me tocó sufrir, que desplazó al gobierno constitucional del presidente Arturo Illia. La conducción de la SADE trató de adecuarse, a su manera, a la situación institucional, lo que motivó, el 29 de agosto de 1966, mi extensa y detallada renuncia a aquella comisión. Mientras tanto, como mencionás, mi designación entre abril y junio de 1966 para conducir –con María Elena Walsh y Héctor Yánover- la audición “ La Voz de la SADE ” por Radio Municipal. Ciclo suspendido de improviso por la radio el día que íbamos a reiniciarlo, en el mes de julio. Pero antes de este final un poco turbio y desprolijo quiero volver sobre uno de los recuerdos más felices de entonces. Un acto que organizamos, aireando un poco las vetustas conferencias de la vieja casa de la calle México, haciendo entrar el tango a la SADE. Ese acto se hizo el 16 de noviembre de 1965, con la denominación de “Poesía y Tango”, y consistió en una lectura de poemas dichos por Anadela Arzón, Susana Rinaldi, José María Gutiérrez y Rodolfo Relman, y en un pequeño concierto de tangos que interpretó el Cuarteto de Tango Contemporáneo de Alberto Núñez Palacio. Héctor Yánover, que mantuvo el hilo conductor del acto y los comentarios entre poemas, puntualizó que se trataba de “un homenaje a los grandes viejos, a los maestros de nuestra generación”. Y también dijo: “No creemos en los ostracismos políticos de los poetas, creemos en la poesía”. Los poemas que se leyeron fueron: “El Salón Lacavour” de Enrique Cadícamo; “Justo el 31” de Enrique Santos Discépolo; “Panegírico a Nuestra Señora de Luján” de Ricardo Molinari; “El ligador” de Felipe Fernández (Yacaré); “Guarda de ómnibus” de Celedonio Flores; “Barrio Once” de Carlos de la Púa ; “El Rosedal” de Homero Manzi; “Letanía del domingo” de Horacio Rega Molina; un fragmento de “Bajo la Cruz del Sur” de José Portogalo; “Elogio un poco cursi a las chicas de Flores” de Luis Cané; “A un buzón del barrio céntrico” de Gustavo Riccio; “Antiguo almacén ‘A la Ciudad de Génova’” de Nicolás Olivari; “Profesoras de piano y solfeo” de Fernández  Moreno; “Los ladrones” de Raúl González Tuñón; y “El tango” de Jorge Luis Borges. La enumeración es índice suficientemente claro de los fines que se pretendieron con ese acto. No sólo tocar tangos en la SADE sino escuchar poemas vitales, ciudadanos, solidarios; algunos, de poetas olvidados en ese ámbito. Y hay que reconocer que fue mucha gente y que se premió a todos con cálidos y prolongados aplausos. La otra “aventura” electoral para ganar la SADE fue en setiembre de 1975. Copio la lista. Titulares: Elías Castelnuovo, Bernardo Kordon, David Viñas, Roberto Santoro, Alberto Luis Ponzo, Rafael Alberto Vásquez, María Rosa Oliver, Iverna Codina, Humberto Costantini, Héctor Borda Leaño, Carlos Alberto Brocato, Alberto Costa, Luciana Daelli. Suplentes: Guillermo Harispe, Martín Campos, Hugo Di Taranto, Isidoro Blaisten, Hebe Benasso, Nyra Etchenique, Simón Kargieman, Lubrano Zas, María Cristina Taborda y Liliana Heker. La lista, “Agrupación Gremial de Escritores”, eligió estos lemas: “Por una SADE al servicio de los escritores. Por una literatura al servicio del pueblo. Por la constitución del Frente de Trabajadores de la Cultura.” De esta lista y de los grupos de escritores que la apoyaron, el golpe de marzo de 1976 y la dictadura aberrante que lo mantuvo en el poder alimentó agendas de exiliados y de desaparecidos. Con esta historia atrás no me quiero extender respecto de los actuales gremios de escritores. Apenas mencionar que mi pertenencia a la SADE , a la que me asociara en diciembre de 1962, a poco de publicar mi primer libro, terminó con mi renuncia, en febrero de 2000. Luego comenzó mi acercamiento a la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA), a la que me asocié en julio de 2007 y a la que sigo vinculado.
     
 
 
          4 – Lleguemos al “Grupo de los Siete”. Los otros seis: Rubén Chihade, Alicia Dellepiane Rawson, Rubén Derlis, María del Carmen Suárez, Oscar González, Norma Pérez Martín. ¿Sabrás que el cuadernillo de 14 páginas, en buen estado, editado en 1984, cuyo título es “Siete contra la desesperanza”, con comentarios de Graciela Maturo y Antonio Requeni, se encuentra a la venta por $ 100.- en Mercado Libre?... “Contra la desesperanza”: a poco de haber asumido la presidencia de la Nación un abogado del partido Radical y en elecciones libres después de nuestra última dictadura. A treinta años estamos de aquel cuadernillo y de aquella posición. ¿Rememoramos al Grupo? ¿Y cómo andamos con la esperanza?...
 
          RAV – Primero debo hacerte una aclaración. El “Grupo de los Siete” se armó a mediados de 1983, luego de una charla en el café “Tortoni”, pero los integrantes iniciales fuimos Rubén Chihade, Rubén Derlis, Oscar González, Carlos Massetti, Roberto Selles, María del Carmen Suárez y yo. La presentación pública se hizo el 16 de noviembre con una lectura de poemas en el café “ La Poesía ”, Chile 502 esquina Bolívar, barrio de San Telmo. Massetti duró poco, entonces se incorporó Alicia Dellepiane Rawson. Después se fue Roberto Selles y convocamos a Norma Pérez Martín. En 1986, en lugar de Alicia Dellepiane Rawson y María del Carmen Suárez se incorporaron Carlos Penelas y Susy Quinteros. Y así quedó hasta l987, en que el grupo se disolvió. En casi cuatro años, además de reuniones y lecturas, no sólo en esta ciudad sino también una en la “Casa del Poeta” en La Plata y otra en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, publicamos varios cuadernillos de poesía. En el primero, que se denominó llanamente “Grupo de los 7”, se decía: “Y los que ahora formamos el Grupo de los 7 recuperamos la convicción de que el aislamiento –el mero trabajo individual- no es sino la expresión empobrecedora del poeta que la persecución, el exilio y el miedo no lograron matar en cada uno de nosotros. Y decidimos reunirnos para elaborar objetivos y trabajos comunes, para expresarnos como seres sociales de una generación que aun sostiene en alto sus banderas de libertad, y la convicción de que la poesía es una disciplina creadora que contribuirá a ennoblecer el futuro.” Esos trabajos comunes se reflejaron en cinco cuadernillos: “Siete poetas en la calle del agujero en la media” (homenaje a Raúl González Tuñón); “Siete poetas contra la desesperanza” (ratificando la democracia y la libertad recuperadas); “Siete poetas y un rayo misterioso” (evocación de Carlos Gardel); “Siete poetas y el crimen fue en Granada” (homenaje a Federico García Lorca); “Siete poetas y la América invisible” (fijando nuestra pertenencia americana). También, entre medio, una carpeta –“Contracuerpos”- con siete poemas ilustrados por seis artistas plásticos.  El grupo fue –para mí- una valiosa experiencia y un aporte real que me demostró la posibilidad del trabajo común con otros poetas conocidos. Por lo menos, “conocidos” por nuestra avidez lectora de poesía. Ignoraba  cómo nuestra obra –a través de ese cuadernillo que mencionás- pudo valorizarse tanto en el mercado informático. Tengo el mejor de los recuerdos de todos aquellos compañeros, con quienes me veo ocasionalmente, con la excepción de Rubén Chihade, que se nos murió antes de tiempo. En cuanto a la esperanza, anda bien, hemos cumplido treinta años de gobiernos elegidos por el pueblo, quienes tienen mi edad no lo hubiéramos creído…            
 
 
 
          5 – Nada me cuesta imaginar que a cualquier poeta le hubiera encantado ser musicalizado y cantado por la talentosa Rita Paolucci. “Rita canta a los poetas” lo he escuchado muchas veces. Y algunos, como vos, Rafael, como Yoli Fidanza, han tenido esa satisfacción (añadamos que en el CD fueron interpretados también textos de Alfonsina Storni, Carmen Conde, Jorge Luis Borges y Gabriela Mistral, con recitación a cargo de Ariel Osiris). A los que no hemos tenido la suerte de ser musicalizados y cantados –o que apenas lo hemos sido con un texto del que no ha quedado un registro profesional-, ¿qué podrías -hurgando en vos, algo muy tuyo- trasmitirnos?
 
          RAV – Quienes supimos gustar a los poetas del tango, como Homero Manzi, o del folklore, como Manuel J. Castilla, y luego a cantautores como Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, sabemos que no hay nada mejor que el “letrista” de calidad que escribe una canción, sea o no también el autor de la música. A propósito cito un nombre solo, relegando a los que se atropellan en la memoria, porque olvidarme de uno solo sería injusto. Una vez aclarada esta prioridad, para mí insuperable, voy a los poetas y músicos que han sabido dotar de otra vida a algún poema. Rita Paolucci, a quien conocí en 1964, es una excelente creadora, ejecutante y cantante que musicalizó –entre muchos otros- varios temas míos. También Hugo Pardo y Eduardo Baró lo hicieron en algún caso, pero fue Rita la más generosa y perseverante. ¿ Qué puedo decirte? Primero la extrañeza, la rara sensación de que la voz de uno tenga otra entonación, una cadencia, una armonía distinta. Y luego la alegría insuperable de que te hayan elegido, de que un poema, por la magia del sonido y la música, pueda volar hacia otro público.
 
 
 
          6 – Sucesos resonantes ocurren todos los años, ¿no? Del año en que vos naciste hay un tango maravilloso en la voz de Tita Merello –“Yo soy del treinta, yo soy del treinta, cuando a Irigoyen lo embalurdaron…, …cuando a Carlitos se lo llevaron…,cuando a Corrientes me la ensancharon…”, cuya letra es del actor Héctor Méndez y la música es de Aníbal Troilo. ¿Qué se siente siendo del treinta en esta megalópolis, creciendo en el treinta, residiendo en pleno Centro en la actualidad y a tus ochenta y cuatro?
 
          RAV - Creo que das en el clavo cuando citás el tango “Yo soy del 30”, porque sería fácil antologar una guía barrial y musical de Buenos Aires. “Barrio de tango” o “Mano blanca” en Pompeya, gracias a Manzi. Y en el centro, “Corrientes y Esmeralda” de Celedonio Esteban Flores. O “El 45” de María Elena Walsh. O “Viejo Tortoni” de Héctor Negro y Eladia Blázquez. Aquí me detengo, para no aburrir. No me acuerdo de la calle Corrientes angosta, aunque sí de que el sentido del tránsito era inverso, venía del bajo hacia la Chacarita. Tampoco recuerdo la construcción del obelisco, inaugurado en 1936, pero sí los tranvías, en los que viajaba con mis padres. Y, por supuesto, los cambios en la calle Florida, la desaparición de las grandes tiendas departamentales, como “Harrod’s” y “Gath y Chaves”, los bancos que coparon el centro. En fin, la modificación de mi pequeño paisaje cotidiano. A veces uno se ve como un sobreviviente en la ciudad querida.
 
 
 
          7 – Hace poco ha mantenido el nieto del poeta Martín Campos una charla con vos y fue reproducida enhttp://alcielounbarrilete.blogspot.com.ar/2014/08/entrevista-rafael-vasquez-informes.html . Allí el lector podrá impregnarse del espíritu de los “Informes” de esa revista que tanto solemos evocar, con sus dos títulos, “El Barrilete” o “Barrilete”. Me entero de que conservás un amplio archivo. Y esto me remite, Rafael, a una cena de fin de año que había organizado la Asociación de Poetas Argentinos, en la que la entidad te agradece públicamente por una donación que habías hecho a la hemeroteca. ¿En qué consistió la donación? ¿Puede ser (me suena) que a la hemeroteca de APOA le hayan puesto tu nombre?
 
          RAV – Con Pablo Campos –nieto de Martín- nos conocimos cuando presenté mi último libro, en octubre de 2011. Desde entonces nos vemos cada tanto, por sus indagaciones sobre el grupo y la revista “Barrilete” y quienes fuimos compañeros de su abuelo. Una tarde, es cierto, me grabó en casa sus preguntas y mis respuestas. El armado de la nota fue generoso porque incluyó las portadas de varios “Informes” y mis poemas incluidos en ellos. En cuanto a los “títulos” de la revista, durante los primeros cinco números que editó Roberto Santoro solo (aunque su madre figuraba como “Secretaria”) se llamó “El Barrilete”. Al conformarse el grupo se decidió suprimir el artículo, por lo que –desde el Nº 6 hasta el final- la revista se llamó “Barrilete”. Lo del archivo es cierto. Por mi continuidad, por ser mi casa sede de las reuniones durante mucho tiempo, por mi temperamento ordenado, fui guardando anotaciones, material, noticias, algunas pocas colecciones de la revista, y siempre que me lo requirieron facilité su acceso a quienes quisieran conocer la historia del grupo. Una vez, ya no recuerdo cuándo, les di una colección de “Barrilete” a Cayetano Zemborain y a Silvia Pastrana, que conducían la Asociación de Poetas Argentinos. APOA le dio a esa donación un valor que yo no creí que tuviese y por ese motivo su copiosa hemeroteca pasó a llamarse con mi nombre desde el 11 de diciembre de 1999. ¿Por qué esta fecha cierta? Porque coincide con la cena de fin de año de la entidad en que me entregaron una bandeja de metal con la inscripción. Y también porque (gracias a mis archivos) conservo la fotografía del momento en que el poeta Jorge Calvetti me entregó ese regalo. Que fue doble, porque aunque yo no tenía amistad con este gran poeta, él recordó haberme premiado un conjunto de poemas en un concurso de 1986, algo que me desconcertó y me alegró.
 
 
 
          8 – Acaso recuerdes que en una oportunidad te comenté que había mantenido una cierta correspondencia con un poeta de nuestra provincia de Córdoba, también llamado Rafael Vásquez -autor por ejemplo, de “En escorzo” (1998), “Esclusas”, “Timbal ultravioleta” (ambos de 2000)-. Y esto lo ligo con que alguna vez comenzaste a firmar retirando tu segundo nombre. ¿A qué se debió –a qué te parece que pudo haberse debido- tu decisión?
 
          RAV – Es curiosa la anécdota. De repente te enterás que tenés un homónimo en otra provincia, que además es poeta y de quien no sabés absolutamente nada. Un par de veces me hablaron de él pero fuiste vos quien –a mi pedido- me pasaste su dirección, en Villa Allende, provincia de Córdoba. Como no recordaba cuándo había sido, también gracias a mis archivos (pero esta vez de la computadora), encontré que mi intento de comunicación fue por correo, con unas líneas del 4/6/2003  y mi libro “Cercos de la memoria”. No tuve respuesta alguna, así que la incógnita permanece. Ignoro si el correo perdió mi envío o el destinatario lo traspapeló. La decisión de quitar mi segundo nombre –Alberto- en la firma de lo que escribo se debió sólo a aligerar el apelativo. Ya lo había hecho antes Roberto Santoro. Así que desde “Cercos de la memoria” (1992) firmo lo que publico: Rafael Vásquez. No hubo algo más profundo, por lo menos en lo consciente. Y el único que cada tanto me lo recrimina al vernos, es este gran poeta y amigo Antonio Requeni. Venga o no al caso quiero mencionarte –sin ánimo de comparación- que uno de mis poetas preferidos, Baldomero Fernández Moreno, firmó después “B. Fernández Moreno” y al final lisa y llanamente “Fernández Moreno”. Y llegó a escribir un breve poema al respecto, que comienza (lo cito de memoria): “Me borré el doctor / hace mucho tiempo. / Borré la inicial / de mi nombre feo.”
 
 
          9 – Fuiste publicado en el número 10 de la renombrada “Cormorán  y Delfín” –en la que habían constado estos subtítulos: Revista Internacional de Poesía; Mar – Poesía – Buenos Aires – Mundo; Revista Planetaria de Poesía-, dirigida por Ariel Canzani D. (nº 1, en 1964 – nº 28/29, diciembre de 1972). ¿Conociste, lo trataste a Canzani, ese poeta que durante mas de veinte años recorrió el mundo como capitán de ultramar navegando a bordo de buques mercantiles argentinos? ¿Tus impresiones sobre esta revista que se compaginaba en cada viaje?
 
          RAV – Creo que la vida diaria no me alcanza para revolver y releer tanta publicación que guardo en mi biblioteca. Entre otras, esta revista valiosísima de los ’60. Guardo los números 1 a 16 y me fui a hojear algunos. ¿Por qué interrumpí su compra, entre 1968 y 1972, cuando dejó de aparecer? Realmente no lo sé. A Canzani lo conocí, hablamos alguna vez, pero no lo traté tanto y su recuerdo, desgraciadamente, se difumina en la memoria. Al regresar al número 10 de “Cormorán y Delfín” (octubre de 1966), evoqué mejor la circunstancia. Fue una publicación de parte del grupo “Barrilete” de entonces: Alicia Dellepiane Rawson, Roberto Jorge Santoro, Anadela Arzón, Alberto Costa y yo. Un par de páginas antes, va también Marcos Silber. Te reitero: fue una de las mejores revistas de poesía de la década del sesenta.
 
 
 
          10 - Dice Borges en el prólogo de “Del amor y los otros desconsuelos” de Gustavo García Saraví: “Coleridge escribió que los hombres nacen aristotélicos o platónicos. Para el aristotélico, lo verdadero son los individuos, las circunstancias, lo temporal; para el platónico, los géneros, lo que de algún modo persiste bajo las apariencias mudables. A este segundo estilo de intuir corresponden la imaginación y la obra de Gustavo García Saraví.” ¿A qué estilo de intuir te parece que respondés?...
 
          RAV – Creo que me quedo con el Borges que prologa muy brevemente a Evaristo Carriego en 1950, pero ésta puede ser una respuesta apresurada, ya que no ubico el prólogo que citás ni esa obra de Gustavo García Saraví. Que fue premio “ La Nación ” con un libro de sonetos que llamó “Con la Patria adentro”, título que mereció alguna broma en una revista de la época. Libro que tengo, es de 1964, pero tampoco tengo fresca la memoria poética de su obra para opinar. Salvo de sus sonetos, que eran excelentes. En cuanto al corazón de tu pregunta, pienso que mi intuición respondería a un modelo aristotélico, aunque descreo de los encasillamientos.
 
 
 
          11 - ¿Tenés libros que releas cada tantos años? ¿Subrayás  frases o párrafos, versos o estrofas?
 
          RAV – Toda mi vida he marcado en los libros de narrativa y de teatro párrafos y frases. Y en los de poesía, poemas, versos y estrofas. El libro que no tiene marcas es porque no se llevó bien con mi sensibilidad. Eso sí, siempre lo hice con lápiz, como si pudiera permitirle a un lector posterior hacer borrón y cuenta nueva. Sobre libros que releo, te diré que organicé mis bibliotecas temáticamente: unas para poesía, otras para narrativa, otra para teatro y otra para ensayo. Dentro de cada tema, alfabéticamente por autor; lo que me permite encontrar un libro con cierta facilidad. Pero más a mano, en un estante cerca de mi mesa de escribir, tengo determinados poetas para releer: Fernández Moreno, Mario Jorge de Lellis, Luis García Montero, Yadi María Henao, Leonardo Martínez, Carlos Marzal, Néstor Mux, Idea Vilariño, Jorge Paolantonio, Antonio Requeni, Marcos Silber, Paulina Vinderman, Máximo Simpson, Horacio Preler, Laura Yasan. Y es un sector que admite incorporaciones y cambios.
 
 
 
          12 - No seré original, pero estamos en el año en el que se ha disputado la Copa Mundial de Fútbol Brasil 2014: seré oportuno: no sé si sos futbolero, Rafael; lo seas o no, se me ocurre proponerte la formación de dos equipos, desde luego, conformado por once, mujeres y hombres (de todos los tiempos): una selección internacional de poetas y otra selección internacional de narradores.
 
          RAV – Paradoja de mi existencia futbolera. Desde la escuela me gustó jugarlo, pero siempre fui malo, nunca tuve dominio de la pelota. Pero seguí jugando, cada tanto, entre compañeros o amigos, generalmente como defensor. Simpatizante desde la infancia de River Plate, pero no “hincha”. En toda mi vida fui a ver un solo partido, un amistoso River-Peñarol. Odio la violencia y sobre todo a las barras bravas. Durante este campeonato mundial vi todos los partidos de la Argentina y algo de otros. Me gustó el equipo. Ahora, elegir una selección internacional de escritores sería azaroso y tal vez injusto. Podré escribir once nombres y acaso arrepentirme cuando esto se publique. Pero voy a complacerte y no será una novedad sino algo que viene de mis respuestas anteriores. Poetas: Pedro Salinas, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Manuel J. Castilla, Baldomero Fernández Moreno, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Raúl González Tuñón, Horacio Salas, Marcos Silber, Wislawa Szymborska. Once nombres de narradores: Emilio Zola, Georges Simenon, Antón Chéjov, Simone de Beauvoir, Humberto Costantini, Gabriel García Márquez, Milan Kundera, Juan Marsé, Alberto Moravia, Juan Carlos Onetti, Mario Vargas Llosa. Pero para estar en paz con mi conciencia, te diré que en mi juventud leí más teatro que narrativa; y si abandonamos la parábola futbolera querría agregarte otra selección, la de los dramaturgos. Que enumeraría así: William Shakespeare, Jean Anouilh, Albert Camus, Federico García Lorca, Gabriel Marcel, Arthur Miller, Eugene O’Neill, Luigi Pirandello, Armand Salacrou, Jean-Paul Sartre, Tennessee Williams.
 
 
 
          13 – ¿Nos despedimos con algo que no conste en tu presentación curricular?
 
          RAV – Un día de 1970, no recuerdo de qué mes, me llamó por teléfono Alberto Gibelli, actor y director del Teatro Libre “Florencio Sánchez” de la ciudad de Rojas, provincia de Buenos Aires, derivado por Horacio Salas, para contarme sobre un proyecto que estaban armando: un espectáculo de tango y poesía, que interpretara a la ciudad y mezclara textos de viejos y jóvenes poetas. Venían ya con poemas elegidos de Jorge Luis  Borges, Nicolás Olivari, Carlos de la Púa , Felipe Fernández (Yacaré), Enrique Cadícamo, Ernesto Sábato, Raúl González Tuñón, Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal. Traían además la creación y la interpretación musical de Alberto Garralda, ex bandoneonista de la orquesta de Alfredo Gobbi. Querían incorporar a poetas de la generación del sesenta. Y así fue que nos sumamos Eduardo Romano, Juan Gelman, Alberto Szpunberg, Alberto Costa, Jorge B. Rivera, José Peroni, Abelardo Castillo, Luis Luchi, Horacio Salas, Rodolfo Alonso y yo. Eligieron uno, dos o tres poemas de cada uno. Para la apertura y el cierre tomaron un poema mío, “No pasa nada”, y decidieron llamar al espectáculo “Aquí no pasa nada”. Organizaron cuatro funciones en nuestra ciudad, dos en octubre y dos en noviembre de 1970, en la Sala “Theatron” de la avenida Santa Fe 2450. Los poemas, bien dichos y jugados por los tres actores y una actriz del grupo teatral, más la música de Alberto Garralda, otorgaron un marco distinto y eficaz a la poesía. Fue una experiencia inolvidable, que cerraron luego invitándonos al estreno en la ciudad de Rojas, con un agasajo posterior.
 
 
 
*
 
 
Rafael Alberto Vásquez selecciona para esta entrevista, en septiembre de 2014, seis poemas de su autoría:
 
 

LA  CACERÍA  DEL  SOL

 

El sol sabe seguirte para adentro

atraviesa tu continuada fuga
clava
una espina de luz en medio de tus ojos
y se tiende contigo
para darle a tu cuerpo
la apariencia perfecta del verano.
Cuando te encuentra
sé que le crecen manos
y despega las nubes por donde acaso viajas.
Entonces
cuando el amor te cierra los ojos
el último destello de sol
es una chispa viva debajo de tus párpados
que te suelta el silencio a medianoche.
 
                                                                                                      (De “La piel y la alegría”)
 
                                  
*
 
 

NO  PASA  NADA

 
 
Aquí no pasa nada.
Es el país, la parte que nos toca,
la imagen que este tiempo nos desvive.
No pasan grandes cosas. 
                                        Muere gente
de muerte natural todos los días.
Hay huelgas, pero en orden.
De vez en cuando, es cierto, renuncia un funcionario.
Pero no pasa nada.
La calle, el eco suelto
nos dice el fútbol, la vergüenza
y el costo de la vida.
Nos insulta despacio, como un tango,
nos achica el país
hasta este barrio
dividido
que es todo Buenos Aires.
Nos deja discutiendo en una esquina
porque es tarde
y aquí no pasa nada.
 
                                                                                                                        (De “La vida y los fantasmas”)
                                  
 
*
 
 

ME  ACUSO          

 
                                                                                                                “Porque me duele si me quedo
                                                                                                                             pero me muero si me voy”
                                                                                                                             María Elena Walsh
                                                                                                                            (“Serenata para la tierra de uno”)
 
No puedo imaginar
este final de invierno en otro sitio.
Ni cambiar soledades, afectos o paisaje.
Elijo esta crueldad de no mirarnos,
de sufrir la ciudad,
de los primeros gritos que despiertan.
Cómo hiere el exilio es lo que ignoro.
Porque tardan las cartas.
                                        O se callan.
Y los amigos nos desencontramos.
Ahora que hasta el aire se nos cambia
quiero reconocer: no fui valiente.
No di la otra mejilla
ni grité la injusticia por las calles:
lo dije en mis poemas.
Me acuso de esta voz sin resonancia.
Me acuso de estar vivo.
 
                                                                                              (De “Cercos de la memoria”)
 
*
 
 
MEMORIA  DE  SANTORO
 
                                                                                    a Roberto Santoro, poeta y amigo.
                                                                                    Secuestrado el 1º. de junio de 1977.
                                                                                                                     Desaparecido.
 
Han pasado los años.
No ha cambiado tu cara en el recuerdo:
la ventaja maligna de la ausencia.
Cada vez que me llaman y repito la historia
el tiempo se hace trizas en un vidrio empañado.
Y aparecen las fotos que no se muestran nunca,
los amigos, los libros, el café, las raíces
del barrio que sostuvo las voces de tu vida.
Aquel diálogo inútil –saber qué nos decíamos-
es una adivinanza que pierde su sentido.
Para la muerte no hay categorías,
pero la duda, el cuándo, los adioses sin fechas,
los supuestos más tristes desde un momento aciago
como el motor de un auto que parte hacia la nada,
no dejaron un punto final, sólo un suspenso.
Pasaron veinte años desde un viejo poema
que te escribí con culpa.
Más años todavía desde que te llevaron:
esa cuenta la cargan tu mujer y tu hija.
Yo apenas me confundo la sombra de tu abrazo
pero me sé tus versos
y te cuido ese sitio sin paz de la memoria.
 
                                                                                        (De “Ese sitio sin paz de la memoria”)
 
*
 
 
GENEALOGÍA
 
 
Mi padre no me hablaba de su padre o su abuelo
y yo no fui el curioso rastreador del silencio.
No supe indagar sombras ni fantasmas
porque bastaba el rito de ignorarnos.
Y estaba el sol.
Era difícil conversar conmigo.
Tal vez por eso las palabras
se fueron despertando en mi escritura.
La muerte lo llevó de madrugada,
sin despedida y sin explicaciones,
no me sirvió siquiera de experiencia.
Volver hacia otro tiempo ya no cabe:
del pasado se vuelve sin testigos.
 
                                                                                                    (De “Explicaciones y retratos”)
 
*
 
 
 
FOTOS
 
 
Miro una serie de viejas fotos de una nena.
Son pruebas de retratos, actitudes distintas y sonrisas.
El fondo oscuro, algún objeto a mano,
una sombrilla, un libro,
poses sencillas que el fotógrafo guiaba
para encontrar la toma exacta
que complaciera a toda la familia.
Tiene cinco años esa nena. O cuatro.
Sólo una vez reconozco sus rasgos,
apenas,
aquel gesto que durará en su cara
para enamorarme.
Nada del futuro entonces,
nada del misterio que hará venir su vida
hasta mi encuentro.
Todavía
los años la embellecerían hasta la madurez.
Pérdidas y ganancias, hijos, un nieto,
cuántas expectativas imposibles de discernir.
Algo puede nublarse en mis ojos:
la culpa de no hacerla más feliz.
 
                                                                                                                          (Inédito)
 
*
 
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Rafael Alberto Vásquez y R. R., septiembre 2014.
 
 
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05 de Agosto, 2014 · General

Francisco Alberto Chiroleu: sus respuestas y poemas

 

Entre-vista en tramos-e realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Francisco Alberto Chiroleu nació el 27 de marzo de 1950 en Rosario (ciudad en la que reside), provincia de Santa Fe, la Argentina. Es Maestro Normal Nacional, Maestro de Música, creativo publicitario, webmaster, fotógrafo, redactor independiente. Desde 1980 se desempeña como editor no lineal y soporte técnico en Canal 5 de la empresa Telefé. Es secretario de actas de SATSAID (Sindicato Argentino de Televisión) en la seccional de su ciudad. Entre 1971 y 1976 editó la revista “El Vidente Ciego” (nueve números). En esos años participó en diversas actividades culturales, así como en cuatro festivales de poesía en la ciudad de Villa Dolores, provincia de Córdoba. Fue jurado en concursos y disertante en mesas redondas articuladas a partir de temas afines al universo poético. En 1981-1982 coordinó la sección literaria de la publicación “Todo Río” y en 1982-1983  de “Lo Mejor de Rosario y su Gente”. Fue incluido, entre otras, en la antología “El Verbo Descerrajado” -poemas en solidaridad con los presos políticos de Chile- (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile, 2005). Colaboró en diarios y revistas del país y del extranjero y parte de su quehacer se tradujo al italiano y al catalán. Participó en el  Dossier Roberto J. Santoro (Nº 20 de “El Colectivo”, Paraná, provincia de Entre Ríos, 2008). En 2003 su relato documental “Carrera contra el destino” fue seleccionado por el Movimiento Argentino de Documentalistas en el certamen “Rodolfo Walsh”, publicado en “Escritos Documentales” en 2004 y presentado en la ciudad de Buenos Aires y en Rosario (en ocasión del “Congreso de las Lenguas”). Además de ser sus textos divulgados en blogs y revistas electrónicas, desde 2001 es el responsable de www.lexia.com.ar. Es miembro de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina y de la Asociación de Poetas Argentinos. En reconocimiento a su trayectoria, el 22 de noviembre de 2011 le fue otorgado por COSITMECOS (Confederación Sindical de Trabajadores de los Medios de Comunicación Social de la República Argentina) el Premio “Alberto Olmedo”. En 1974 se edita el volumen antológico (1969-1974) “El reloj de humo”; dos años después su poemario “Memorias de la estación de las lluvias”; y en 2011, “Blues del Desarmadero”.

 

 

 

 

          1 – Acaso pudiéramos comenzar este reportaje con tu trasmisión de cómo estuvo conformada tu familia nuclear, de qué visión tenés, Francisco, de tu niñez y adolescencia, de tu formación docente, de tus derivas laborales, de tus búsquedas artísticas, de tus logros y vicisitudes en las diversas áreas, de tus compromisos a través del tiempo, de tu actualidad.

 

          FCH – Bueno, podríamos decir que tres de mis abuelos eran piamonteses y el paterno, francés. Esa sensación de extranjeridad, de no estar ni aquí ni allá fue un poco la constante de la familia. Mis padres eran gente de “trabajo” que se desvivieron para que a mis dos hermanas y a mí no nos faltaran ni educación ni las cosas elementales. Yo siempre me incliné por lo técnico y electrónico, pero el mandato familiar prevaleció y terminé de maestro normal; y de piano, teoría y solfeo (como se decía en esa época): de hecho, estuve trabajando tres años de maestro de música en una escuela de extramuros. Comencé medicina y psicología pero no las seguí, siempre la vida planteaba alguna excusa. Paralelamente empezaba a desarrollar esa relación tan extraña con la palabra y con las imágenes que se esconden tras sus infinitas combinaciones. Es decir, leer todo lo que pasaba por mis manos y tratar de expresar un montón de ideas con lo escrito. Primero había conseguido un puesto en Sanidad Municipal, sección vacunas, donde estuve siete años. El sueldo era ínfimo, pero me permitía vivir la “bohemia” de esa época. De ahí salté a la etapa  de maestro, después fui cuentapropista y terminé hace mas de treinta años ingresando al actual trabajo. En honor a la verdad, ingresé como “creativo publicitario”. Puedo decir que viví del “verso” durante mucho tiempo, hasta que migré al área informática en la que me muevo bastante bien.

          En medio de todo esto estuvo el proyecto del Vidente y el vendaval de un mundo que podría haber cambiado. El golpe cívico-militar de 1976 se encargó de eliminar todo atisbo de inteligencia. Cualquier persona que pensaba era peligrosa. Allí empezó una etapa de muertes, desapariciones y el exilio para otros, los mas afortunados. Otros padecimos el exilio interior… Desarticuló nuestra generación. Higa, Santoro, Haroldo Conti entre otros colegas, fueron secuestrados y desaparecidos. Las derrotas se superan, los amigos perdidos, no…; para colmo, hace unos años me enteré de la muerte de Tito Gigli, otro entrañable –un poeta enorme-. A pesar de todo, con mi pequeño aporte siento que hice numerosos amigos (entre los que te cuento) con los que compartir esta tarea.

          En mi actual trabajo comencé a desarrollar una actividad sindical en la que hay un fuerte compromiso. Entre todas las actividades me hago un tiempo para lo que realmente me gusta -jugar con las palabras-, trabajar en la web, y a veces sigo buceando como antes en ese interminable viaje hasta el final de la noche.

 

 

 

          2 – ¿Tendrás presente que en nunca supe qué número de 1975 de “El Vidente Ciego” me publicaste un poema?... En verdad, no sé cómo lo sé, pero lo tengo anotado… ¿Me habrán informado bien? Y es de este modo que te instalo en aquella propuesta. Y que te invito a que te refieras a ella. Es consultando el volumen “30 Años de Revistas Literarias Argentinas” (1960-1989), cuyo autor es el fallecido investigador  de estos temas, José M. Otero, médico de profesión y vecino mío, que me entero que, entre otros, se han difundido en “El Vidente Ciego” a María del Carmen Vitullo, Homero Manzi, Amaro Nay, Enrique D. Záttara, Fernando M. Martínez, Juan Carlos Higa y Eduardo A. Vergara.

 

          FCH – Podría asegurar que fuiste publicado en el número 8. El proyecto del Vidente motivó que un grupo de jóvenes entusiastas nos reuniéramos a discutir y analizar poesía. Todos estábamos empezando. Fue una satisfacción que Záttara, Vedovaldi y Vitullo fueran colaboradores. No puedo dejar de mencionar al periodista Zoilo García Quiroga, que aportaba no sólo sus poemas sino su experiencia en los medios gráficos. Tito Gigli trasmitía su vasta cultura. También Rubén Sevlever, Alberto Luis Ponzo, Martha Isa y muchos más pasaron por nuestro proyecto. Sin olvidar el lado audiovisual: “El Vidente Ciego Cuenta” y “Aries la espalda llena de luces”, nuestro segundo proyecto en el cual nada menos que Daniel Querol interpretó los textos y que fue pasado durante bastante tiempo en “La Sala de Bolsillo”, además de la Galería “Meridiana” en tu ciudad -toda una aventura-. Combinábamos las presentaciones con poemas ilustrados, cantautores locales y hasta proyecciones de cine español de vanguardia.

          Estaban los viajes a los encuentros de escritores (Villa Dolores) y las participaciones

en los mismos. Presentamos en Rosario el último número de la Revista “Barrilete” con sus autores y todo en “La Pequeña Muestra” del poeta Armando Santillán, que siempre colaboraba con la “causa”. El artista plástico Aldo Ciccione (Chacal) nos acompañó en nuestra última etapa. Publicamos y difundimos cuatro libros  y numerosas plaquetas y separatas. Por un tema de costos la imprenta siempre estuvo lejana. Cuando pretendimos cambiar de soporte, ya el mundo se caía a pedazos y nosotros con él.

          La experiencia llegó un poco tarde, pero dicen que al hecho consumado nunca hay que negarlo. He notado con sorpresa que siempre hay gente que se acuerda cálidamente del Vidente, parece que tan malo no ha sido el intento. Celebro la mención en el estudio de Otero. La gente de la Revista “Amaru” también ha hecho lo propio en otro artículo.

 

 

 

          3 – Diría que “El Verbo Descerrajado” –propuesta de la que he sabido cuando se gestaba- merecería que nos refirieras, Francisco, cuáles fueron sus características, qué repercusión obtuvo, si es hallable en la Red.

 

          FCH – En el año 2005, a través de www.poetasdelmundo.com recibí la noticia de que se estaba seleccionando material poético para apoyar la resistencia de un grupo de presos políticos chilenos, que había iniciado una huelga de hambre en la Cárcel de Alta Seguridad, pidiendo por su libertad. Eso había sucedido durante el primer gobierno democrático post Pinochet. Poetas del Mundo es otra de las experiencias que comparto; es un movimiento internacional que nuclea a numerosos “trabajadores de la palabra” alrededor de postulados universales como la paz, la libertad y el respeto entre los pueblos. El material fue publicado por  Ediciones Apostrophes en Santiago de Chile, compilado por Luis Arias Manso. Una excelente edición. Por lo que sé la distribución fue un éxito, tuve que esperar una reedición para poder conseguir otros ejemplares.  En estos momentos habría que pedirlo a la editorial o consultar a los sitios de venta on-line en internet que lo tengan.  Participaron más de ochenta poetas de la Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Nicaragua, España, Portugal, entre otros países. Desconozco si existe una versión en PDF.

 

 

          4 –“Carrera contra el destino”, relato documental: he aquí una obra que también estaría bueno que nos la “muestres”.

 

          FCH – Cuando en 1975 desapareció por primera vez Juan Carlos Higa, yo estaba a la sazón en tu ciudad, con Santoro, Humberto Costantini, Vicente Zito Lema, Conti, etc.: teníamos una reunión con gente de Cultura. Al pasar el tiempo y no encontrarlo, primó la solidaridad y se organizaron diversas búsquedas, hubo falsos datos, dinero dado a informantes… A mí me tocó ir con Haroldo es su auto hacia uno de esos supuestos contactos. Como él no veía bien o tenía la vista cansada, no recuerdo bien, me pedía que lo guiara. Imaginate la situación –un ciego guiando a otro ciego-, yo no conocía los lugares. Le informaba lo que veía, pero no sabía hacia donde íbamos y él me contaba de sus viajes y el río. Pero llegamos a buen puerto. Hubo después otros eventos, una mujer, golpes de la vida y un final triste. De eso se nutrió  “Carrera contra el destino”; se fue armando como antídoto contra el olvido. Y cuando el Movimiento de Documentalistas convocó en 2003 al “Primer Concurso Internacional de Escritos Documentales Rodolfo Walsh” y vi las bases, no lo dudé. Cuando empecé a darle forma salió casi de un tirón. Después vinieron las correcciones. Pero me gusta como quedó. “Escritos Documentales” fue publicado en 2004 y allí figura junto a otros quince relatos  finalistas. Nunca fue un “cuento”; es un relato documental, con sus verdades y sus ficciones, pero es mi pequeño homenaje a Haroldo Conti. De paso te cuento que siempre conservé como una reliquia un trozo de la carta escrita a máquina y firmada, en la que él me autorizaba a usar una cita de su cuento “Tristezas de la Otra Banda” para un epígrafe de uno de mis libros.

 

 

 

          5 – Desde luego, pinchando sobre www.lexia.com.ar quienquiera puede de inmediato dar con cuantiosos materiales de diversas fuentes. Tras más de una década como único responsable del Sitio, te propongo que compartas con nosotros cómo te has ido sintiendo –entusiasmos y decaimientos-, qué satisfacciones y qué decepciones te dieron alcance, cómo prevés proseguir.

 

          FCH – Sabés que siempre me interesó la difusión del trabajo de los otros. Mi sueño hubiera sido tener una editorial. El soporte virtual es excelente para nuestro trabajo en cuanto permite una comunicación rápida y aceitada con los lectores y/o autores. Empecé el sitio como algo personal y se transformó por esa interrelación con los otros . Siempre dentro de las normas legales de registro nacional e internacional, por supuesto. Todos los costos de alojamiento y mantenimiento están a mi cargo. A veces algún autor preguntaba si la colaboración se pagaba…  No: quien lo desee, ofrece sus materiales y luego de un proceso de selección, se publica. Hay autores que agradecían emocionados la publicación y otros que nunca “acusaron recibo”. Se mantiene una constante de 500 visitas mensuales, con altos picos ocasionales. Con el tiempo se ha formado un grupo de gente con los que mantengo una fluida relación vía correo electrónico. Muchas veces tuve ganas de cerrarlo, sobre todo cuando se armaban polémicas en torno a poetas publicados o ciertos hechos políticos. Polémicas inútiles porque no se sacaba nada en limpio. Pero puede más el optimismo y es así que ahora estoy en una etapa en la que lo migraré a un servidor local mas potente y con más prestaciones. Lo que me permitirá “lavarle la cara”, sacar las hojas secas y revitalizarlo. Hay alrededor de veinte poetas esperando que los suba y estoy preparando sus colaboraciones. Es un trabajo que no se puede detener. Hay que hacerlo todos los días. El diseño web lleva su tiempo, la ventaja es que siempre es perfeccionable. Todo se puede modificar o corregir.

 

 

 

          6 – En “Preliminares de un juego canibalístico”, título del prólogo que el poeta santafesino Rubén Vedovaldi concibiera para tu último poemario, afirma: “Entro a estas páginas con las resistencias de quien tiene que ir a la morgue a reconocer cadáveres queridos.”  Para quienes no han entrado a esas páginas: ¿Por qué Blues, por qué Desarmadero? ¿Por qué esas ilustraciones (técnicas mixtas) en tapa e interior creadas por Bruno Chiroleu? ¿Por qué una de las citas que constan en la página 5, tomada de “El siglo de las luces” de Alejo Carpentier, expresa que “Hay épocas hechas para diezmar los rebaños, confundir las lenguas y dispersar las tribus”?

 

          FCH – Cuando le encargué a mi hijo Bruno que me ilustrara el poema “Blues del Desarmadero”, no sabía que allí se iba a terminar de armar el libro. No le sugerí nada, tenía total independencia para desarrollar su trabajo. (Te aclaro que  hace tiempo que es historietista y tiene su propio proyecto editorial, “Términus”, que ya va por el quinto número). Cuando me mostró el resultado entendí que esa sería la tapa del libro. El desarmadero puede ser la metáfora siniestra de un país que se devoró a lo mejor de su futuro. Sus hijos…. También el rebaño es eso, un grupo, una clase, una generación. Los que no pueden elegir. Los que no pueden levantar la cabeza y solo les queda aceptar una muerte o un escape a otro prado.

          El querido prologuista entró a las paginas del “Blues…” sabiendo que iba encontrar cadáveres. Su interpretación en perfecta: nadie quiere entrar a una morgue, pero alguien tiene que hacerlo, es de cristiano el cerrarle los ojos al compañero muerto y efectuar ese ritual –si se puede- del último saludo. El libro se fue gestando a través de los años de silencio; la selección final y los retoques obsesivos permitieron armar en menos de una semana el “muestrario de atrocidades”. Entiendo, soy conciente de que a mucha gente le molesta esa temática. Tengo la sensación de que hacen como que no saben de qué se habla, pero sí, se irritan y algo se les remueve en sus pequeños mundos de falso confort . Pero tenía que hacerlo. Por mis amigos, por el recuerdo de mis amigos, como testimonio de una época. Por el recuerdo de los ideales perdidos. Por todo eso.

 

 

 

 

          7 - ¿Tenés en lista de espera, Francisco, otros poemarios, o inéditos en algún otro género? ¿Y qué libros, o qué autores, tenés en lista de espera para ser leídos?

 

          FCH – Estoy embarcado en el proyecto de Libros Fractales que organiza  Rubén Eduardo Gómez en sus ediciones patagónicas de “Vela al Viento”. El mío sería el libro décimo segundo. Ya tengo casi todos los poemas y la duda es el armado temático. Estoy trabajando otros materiales con los cuales terminaría otro para este año. Y ando concluyendo una especie de novela policial, que como diría Reynaldo Sietecase, es un género que lo permite todo.

          Siempre he leído y leo en cualquier circunstancia. Me adapté a hacerlo desde la pantalla, lo que me da un margen extra. Aunque me fascina el sustrato “libro” y creo que moriré con él. Estoy leyendo el volumen tres de la correspondencia de Cortázar.  Releyendo “Fragmentos de un discurso amoroso” de Roland Barthes, junto al  manual del Photoshop Cloud, un clásico de la gráfica. Y ahora me reencontré con “El lugar” de Mario Levrero.

En lista de espera por tercera vez, José Lezama Lima y su “Paradiso” y la edición bilingüe de la poesía completa de Walt Whitman.

 

 

 

          8 - ¿Qué es un poema?... ¿En qué consiste la vivencia poética?

 

          FCH – No sé si alguien lo dijo o lo imaginé…: “hacemos poesía por lo que nos falta”; siempre pensé de esa forma, desde el momento en que el mundo puede ordenarse mágicamente. Como que todo es posible dentro del poema, siempre por obra y gracia de la palabra. Es un cable a tierra donde no siempre lo que se dice es lo que se quiere decir. Aunque un verso mejora al otro, lo complementa, lo completa. Muchas veces he leído en público, tímidamente, un poema mío y de pronto los gestos humanos de los que escuchan me revelan que una imagen llegó, que ese instante que se congeló en el poema fue entendido. Que todavía se puede compartir algo, a pesar del tiempo.  Hay algunos que salieron “redondos”, se gestaron así  y no se tocaron. Y gustan y ME gustan.

 

 

 

          9 - Es de un ensayo sobre poesía que sustraigo de un párrafo “la visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. ¿Cómo reordenarías a tu gusto, parcial o totalmente, esta serie? Y puede ser más de un reordenamiento.

 

          FCH – Las miniaturas, la visión, el bosque, el sacrificio, el sufrimiento, el desajuste, la ciudad, la danza, el azar, la autenticidad, el pensamiento, la lengua, la muerte.

          La ciudad, el bosque, las miniaturas, el azar, el desajuste, la visión, la danza, el sufrimiento, el pensamiento, la lengua, la autenticidad, la muerte.

          Estos elementos dan como para un relato breve: “En el bosque de las miniaturas, la única visión de la autenticidad era la muerte. El sacrificio en la ceremonia impedía el pensamiento. En la ciudad solo el azar y el desajuste eran los aliados de la lengua…”: salió medio borgiano.

 

 

 

          10 - ¿Qué es más importante en poesía, suscitar imágenes o conseguir cadencias musicales?

 

          FCH – Hablo por mí, me encanta el proceso de creación, si es que se puede crear algo todavía. El armado y la combinación de las palabras para que la imagen sea justa. O al revés, darle forma a esa imagen que apareció de pronto sobre la hoja en blanco, o en la pantalla. El armado de las imágenes inevitablemente lleva a una cadencia musical, si entendemos como que hay todo un hilo musical que atraviesa las palabras, sube y baja en escalas y que cierra todo ese desarrollo con un acorde perfecto (si aparece). Gaston Bachelard decía: “Se renueva el sueño de un soñador en la contemplación de una llama solitaria”; y el soñador se introduce en el mundo de los poetas. Y la poesía es y no es un sueño. Es un suicida que no se mata porque la muerte existe (Cioran dixit). Es un ser que hay que cuidar, acompañar, sentir, es algo más que el amor, es algo más que un todo perfecto.

 

 

 

          11 - ¿Cuál debe ser la postura del escritor ante la injusticia de una situación política?

 

          FCH – El escritor hace su trabajo en la soledad. El mundo exterior a veces lo golpea y entonces es que reacciona. De cualquier forma lo único que tenemos es la palabra y con ella hay que moverse. La contradicción entre obra y acción ha llenado bibliotecas. Desde que Jean Paul Sartre sentenció “De qué sirve la literatura en un mundo que tiene hambre…”

corrió mucha tinta y mucha sangre. Una cosa es lo que se pueda hacer como escritor y otra como ciudadano. El hombre en su tiempo es algo que hay que contemplar porque de alguna forma también condiciona la obra. Y ante la injusticia nos queda la denuncia, la difusión, la organización. Por ejemplo ahora, el crimen y la injusticia siguen asesinando al pueblo palestino.

 

 

 

          12 - ¿Qué opinás de la poesía de tu generación? ¿Te sentís identificado con una generación literaria?

 

          FCH - Tengo dos identificaciones “mortales”: el surrealismo y la  Beat Generation.

Sin olvidar los clásicos Pablo Neruda, Amado Nervo, Gustavo Adolfo Bécquer, César Vallejo… El inmenso Raúl González Tuñón. Paul Eluard, Charles Bukowski, Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg… En cuanto a “mi generación”, reconozco la obra de Eduardo Dalter, Amaro Nay, Jorge Boccanera, Alejandro Schmidt, Guillermo Ibáñez, Celia Fontán, Gustavo Tissoco, María Teresa Andruetto, Rubén Vedovaldi, Lina Caffarello, la tuya, por supuesto. Todos con sus luces y sombras. Se me escapan ahora un montón de  nombres que aportaron lo suyo a esta odisea terrestre.

 

 

 

          13 - ¿Qué agrupamientos de poetas de Rosario, de las últimas seis décadas,  podrías rememorar para nosotros?

 

          FCH - ¡Ay!, es complicado… “El Lagrimal Trifurca” de los Gandolfo (padre e hijo, Francisco y Elvio), que marcó un parámetro de calidad cultural. Estaba “Runa”, dirigida por  Guillermo Ibáñez, que más tarde iba a generar “Poesía de Rosario”, publicación que sigue activa. “La Ventana” de Orlando Calgaro, que devenida en editorial destacó por su labor entre los 60 y 70. ”Juglaría”, con el recordado Reynaldo Uribe, fallecido el 12 de enero de este año. Ediciones “Ciudad Gótica”, con su más que interesante revista. Sin olvidar lo que fue el proyecto de la Biblioteca Constancio C. Vigil con su editorial.

 

 

*

Francisco Alberto Chiroleu selecciona para esta entrevista, en agosto de 2014, seis poemas de su autoría:

 

  

POEMA 10

                                                       (al gorrión



Sabés ese es el problema

cuando se toma agua

de un pozo en la noche estrellada

Se tragan algunas estrellas

y duelen

Caminan por el cuerpo

se clavan en el corazón

salen por los ojos

brillan en la boina

 

(también hay otras tiernas cuando me miras y te miro)

 

Y entonces no importa

que la mesa tenga tres patas

si querés hacer un barco de azúcar

que navegue en un mar de café

aunque la gente haga ruido

y vos  tomés una ginebra y te marees

marinera en tierra

                             y las estrellas se mareen también

Y al final sos una mezcla rara

de estrellas con ginebra

que se agitan

                   ríen

                         hablan

                                   brillan

                                              y suenan...

 

 

                                                                         26/06/73 ( De “El Reloj de Humo”)

 

*

 

 

 

El notario

 

Salta los charcos

bajo la lluvia de febrero

Lleva la historia de su vida

bajo el brazo izquierdo.

Febril manuscrito

de noches sin sueño

Hojas numeradas,

cientos de papeles

Pesados testigos

de una inexistente vida exterior

 

No sabe porqué

la lluvia no lo moja,

ni humedece su doloroso tesoro

Pasa entre las gotas

sin involucrarse con ellas

Como su corazón

que de tanto equivocarse

despertó una mañana

en otro pecho.

                                                                                                                                (De “Ceremonia’s”- inédito)

 

 

 

*

 

Réquiem por Polosecki

 

 

La diesel ligera avanza

en el mediodía

de la estación de Santos Lugares

En la noche del hombre

que había visto demasiadas cosas

A ese hombre

al que ya no le cabía ni siquiera su nombre

Había visto su pesadilla una y otra vez

en los ojos de sus entrevistados

los ignorados/marginados/usados

/deshechos del sistema

Ellos también tuvieron su instante de gloria

mientras el grababa en su cabeza esas historias

Las manchas de sangre en las ruedas motrices

de la locomotora se van secando lentamente

Se desvanece una ilusión de vida

en el otro lado del espejo

Molesto testigo del sistema

el periodista rubricó su mejor reportaje

Sus verdaderos compañeros de ruta

murieron con él ese fatídico 3 de diciembre.

 

                                                                                                                                                       (Inédito)

 

 

*

  

 CHANI

 

 ¿En qué rincón olvidé el brillo de tus ojos

y la ternura del beso clandestino?

¿En qué veleta el viento de la historia

señaló ese primero de Mayo

en que nos vimos frente a frente,

en la ciudad extraña y sus lloviznas,

por esas raras paradojas de los trenes

Entre tanto desamparo tu mano

fue el único puerto conocido

Esa vez fuimos dos/tal vez uno

solo vos y yo podríamos decir qué

Tu pequeño nombre se dibuja entre mis sueños

busco rastros de tus cabellos cortos/

encuentro paisajes desolados

La risa de ayer es un grito vacío/tu mundo convertido/

en andenes sucios/miseria suburbana/

con sicarios de la muerte en todas las plazas

No me queda nada por llorar/ni piel que recordar/

acudo al rincón de mi cerebro/donde siempre estás

No sirve

Es inútil hablar con las paredes

Recrear una ceremonia nocturna de adioses/

Negar por tercera vez una certeza/

que se ha vuelto tan real como tu ausencia.

 

                                                                                                                           (de “Blues del desarmadero”)

 

 

 

 *

“Jack The Ripper”

 

 

Jack

artesano incomprendido

Entre niebla y ladillas

en los bajos fondos del deseo

Las chicas de la vida

extrañan

tu visita inesperada.

 

                                                                                                                                            (de “Ceremonia’s”- inédito)

 

 

*

 

 

Ceremonia Secreta

 

 

En el viejo café

hormigas alborotadas

alimentadas con trozos de piel

Silbando aires de Mingus

Diarios fotografiando peces

impregnados de venenos industriales

Nadie recordaba

el barco perdido del almirante Cook

Tu índice recorría

el borde de mis labios

El deseo nos llevaba

a una zona defoliada

 

Tu piel

          interminable

                             leyenda

La brevedad de una rosa negra

sumergida

en oxígeno líquido.

 

                                                                                                                                    (de “Ceremonia’s” –inédito)

 

*

 

Ciudades de Rosario y Buenos Aires, distantes entre sí unos 300 kilómetros, Francisco Alberto Chiroleu y R. R., agosto 2014.

 

*

http://www.revagliatti.com.ar/050512_chiroleu.html  

www.about.me/rrevagliatti

 

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09 de Mayo, 2014 · General

Hugo Alberto Patuto: sus respuestas y poemas


 

Entre-vista en tramos-e realizada por Rolando Revagliatti

 

 

Hugo Alberto Patuto nació el 26 de enero de 1961 en Conesa, provincia de Buenos Aires, la Argentina, y reside desde 1990 en otra localidad de la misma provincia: Pergamino. Es Profesor Nacional de Castellano, Literatura y Latín. Fue docente y empleado judicial. Y uno de los fundadores, en 1982, del Grupo Literario “Disámara” de la ciudad de San Nicolás, también en la provincia de Buenos Aires, donde dictó las conferencias “Ernesto Sábato: aproximación a su narrativa” (1988), “Federico, qué corazón!”, compartida con el poeta Astul Urquiaga, hijo (1997), “Homenaje a Roa Bastos” (1999) y el seminario “La metáfora: señal de la intemperie sin fin” (1997). Además de actuar como jurado en certámenes literarios regionales, nacionales e internacionales, obtener numerosos premios y ser incluido en antologías de su país y de Italia, fue difundido su quehacer, por ejemplo, en las revistas “Clepsidra” y “Sr. Neón” (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), los diarios “Rosario” (Rosario, Santa Fe, la Argentina), “El Norte” (San Nicolás), “La Opinión” (Pergamino) y en propuestas electrónicas.  Con el artista plástico Sergio Bonzón y el actor Miguel Fanchovich organizó dos muestras pictórico-literarias en el Colegio ICADE de Pergamino (1997 y 1998). Coordinó en 2001 el taller literario “La posta de los versos”, dependiente de la Escuela Municipal de Bellas Artes de Pergamino. Sus libros de narrativa breve son “Acuario de sorpresas” (1994), “Jauría y otros relatos” (2012), mientras que  son sus poemarios editados: “Precioso ángel en llamas” (1982), “Orilla en la sangre” (1989, Faja de Honor otorgada por la Asociación de Escritores Nicoleños en 2012), “El destino de la nube” (1993), “Como podría decirse del viento” (2001), “El tatuaje de las voces” (2009).

 

          RR – Conesero durante casi treinta años, Hugo, habrás ido tornando a pergaminense por adopción y con intensos lazos nicoleños. Sos un exponente de escritor bonaerense consubstanciado con el transcurrir de una de las zonas más ricas de nuestro país. Sos testigo y partícipe privilegiado de las derivas de Conesa, Pergamino (“La Perla del Norte”) y San Nicolás de los Arroyos. Te propongo que nos interiorices sobre tu transcurrir en dichas localidades.

 

          HAP – Cursé estudios primarios y secundarios en Conesa; egresé como técnico mecánico de la Escuela de Educación Técnica Nº 1 "Juan Bautista Alberdi" en 1979. Había obtenido, en 1978, una mención honorífica en el Certamen Literario "XXXVII Aniversario de la Asociación Cultural Rumbo" de San Nicolás; conocí a Jimmy Urquiaga, también galardonado. Su padre, Astul Urquiaga, poeta que integrara el Grupo "Arroyo del Medio", fue inspirador y acompañó hasta su muerte (ocurrida en 1990) a "Disámara". Fui empleado administrativo en la Cooperativa Agrícola Conesa entre los años 1981 y 1985. Inicié el Profesorado de Letras en San Nicolás, en 1983, obteniendo el título en 1988. Desarrollé tareas en el Juzgado Federal de San Nicolás, en el período 1986 y 1990. En ese último año me establecí en Pergamino, cubrí suplencias como profesor, me casé con Adriana Mínguez y nuestros hijos se llaman Ignacio (1992) y Gastón (1997).

          Conesa, San Nicolás y Pergamino han significado para mí la ferviente adhesión a un movimiento social y artístico, cuya relevancia pulsa en el teatro, la plástica, la música y la literatura. Destaco la labor del Teatro Estable de Conesa, dirigido por Miguel Ángel Mutti: “Bon your Tailandia”, su última puesta en escena. El Grupo Literario "Disámara" está abocado al homenaje al poeta Astul Urquiaga, con motivo de cumplirse en julio de 2014 el centenario de su natalicio. En Pergamino tuvo lugar el estreno de "La Piaf", exitosa comedia musical. Con el Grupo Literario “Hojarasca” llevé a cabo la edición de mi libro "El destino de la nube", y con el Grupo Literario “Siete Mujeres”, la presentación de "El tatuaje de las voces", además de la participación en cafés literarios. El Taller Libre de Poesía y Narrativa de la Casa de la Cultura de Pergamino, coordinado por Edna Pozzi (1997 a 1999), fue una experiencia que valoro; aprendí a replantear el hecho estético dentro de la creación. 

 

          RR – A los 21 años, en simultánea con la aparición de tu primer poemario, ¿con qué otros escritores fundás el Grupo Literario “Disámara”? ¿Qué iniciativas sostuvo el grupo?

 


          HAP – Me acompañaron en la fundación los escritores Miriam Cairo, Laura Malatesta, Ana Santillán, Piero De Vicari, Daniel Erne, Jorge Maciel, Sebastián Olaso, Daniel Ruiz, Pedro Antonio Salinas, Pablo Scervino (quien ha fallecido), Javier Tisera, Astul y Jimmy Urquiaga.  Del editorial del Nº 1 transcribo: "Aunque sean molestas y parezcan frías y súbitas, las explicaciones un poco técnicas o científicas son necesarias en este principio y queremos ser entendidos. Disámara es un fruto seco, con pocas semillas y pericarpio extendido a manera de ala como la del fresno, el olmo, el arce, la tipa y otros cuya diseminación se realiza por medio del viento (anemófila), pero además, a partir de este momento y por su humilde condición de vehículo de vida, Disámara pasa a constituir el nombre de esta revista... Nosotros creemos en la tierra fértil, pero también consideramos el asfalto interno y el frío albergue del cemento. Hemos emprendido vuelo deseando no caer, o caer, para radicarnos definitivamente en la luz o en la oscuridad que te acompañe. Sabemos que no es fácil afrontar esta condición de Disámara solitaria y, desde este inicio, esperamos no caer en el lado asfaltado del mundo."

 


          RR – Vos y yo nos contactamos por correo postal no mucho antes de la irrupción de “Orilla en la sangre”. Nos vimos en dos oportunidades: cuando como invitado de un evento que amigos nuestros organizaron en San Nicolás, realicé una lectura, tal vez como parte de una entrevista, y cuando como invitado mío realizaste una lectura y respondiste un par de preguntas, en el segmento a mi cargo que durante cuatro años formó parte del café literario “Último Infierno”. Introducción ésta para proponerte que nos aportes tus impresiones sobre los efectos en el público de las lecturas de poemas por sus propios autores. Y, además, sobre los efectos en vos como público y en vos como lector.

 

          HAP – La lectura de poemas genera calidez; una sensación recíproca, de encuentro. En los primeros recitales de "Disámara", escuché el comentario: "Los poetas no saben leer sus poemas", aludiendo a esa rara combinación de timidez, ansiedad y pavor que me invadía; y recibí, luego de mi participación en el Segundo Festival Internacional de Poesía  (2012), la opinión de los poetas John Oliver Simon y Craig Czury. Un gesto relacionado con lo maravilloso de cada lectura. Siempre la voz del poeta extiende, al leer, un secreto que la palabra recrea en el público. Así lo he vivenciado al escuchar a Joaquín Giannuzzi, Ana Emilia Lahitte, Diana Bellesi, Astul Urquiaga, Mario Verandi, entre otros autores. Y como lector, intento una asimilación del motivo lírico para que la gente disfrute, con pausas, armoniosamente.


                           RR – Varios años transcurren entre cada uno de los poemarios que fuiste dando a conocer.¿Podrías describir un poco cuál fue el punto de partida para la composición de “Precioso ángel en llamas”?  En 1993 aparece otro libro tuyo: “El destino de la nube”. 

¿Qué dirías que ha cambiado en 2001, al llegar a “Como podría decirse del viento”? 

¿Cuáles serían las preguntas esenciales que recorren “El tatuaje de las voces” y cuáles son las respuestas que propone?

 

          HAP – “Precioso ángel en llamas” tuvo, desde la idea original, un propósito: divulgar algunos trabajos que había compartido en reuniones de mate y lectura. “Lo mejor de mí quedará cuando yo no sea visible; para ese fin me he preparado sin tregua”… La cita de Walt Whitman, epígrafe de “Enunciación”, el texto que cierra el libro, sintetiza el afán de comunicación, de búsqueda. Y éste es uno de sus poemas: “Lenta, tu mano recorre la piedra/ Quieta, de sol y de miedo, de tiempo/ Ebria, tu mano en mi pecho reclama/ Tierna, delicia de viento y parral.// Vital, la danza aflora del núcleo/ Ardiente, por tanto fuego y memoria/ Agreste, el cabello tiene misterio/ Breve, como una ilusión que se apaga.”

          Según Daniel Mastroberardino, poeta y escritor pergaminense radicado en Buenos Aires, “El destino de la nube” señala uno de los posibles momentos futuros de la Humanidad… El agua como refugio y alternativa”. Del poema “Ofrenda y Retorno”, la segunda estrofa: “Llevo al dominio de la poesía mi tributo/ de hombre que se funde a los murmullos/ de un bosque infinito.” El libro consta de tres partes, “Mutación”, “Escala de mi llamado” y “El poema”; un planteo existencial, el amor y la creación, respectivamente.

          “Como podría decirse del viento” tiene otra energía. En una cita inicial, declaro: “Mi casa tiene que ver con las palabras y con el adiós a la llanura. Irme canción como podría decirse del viento.” También dividido en tres partes, “Mejillas de laurel robado” (el amor, los hijos), “Cercos de niebla” (los devaneos del amor) y “La textura del río” (homenajes a Borges y Olga Orozco, un poema dedicado a mis abuelos).   

          En “El tatuaje de las voces”, dividido en dos partes, me pregunto por esa huella vital que la pasión ha dejado… El tesoro inagotable de los artistas, amalgamado con detalles familiares y personales. “Con sed acaso ebrio”: “Un destello vibra con el andar de la serpiente./ Aunque parezca imperceptible, su magia/ toca las paredes del corazón/ y al instante crece la dentellada/ en el paisaje más puro de quien mira/ con sed acaso ebrio/ por el dolor o la espera.”

          Mi poesía intenta bucear en el amor como un modo de conocimiento; retoma el devenir humano desde la palabra, entendida y consolidada por el misterio de iluminar con sencillez, gracias al poema.

 

          RR – Llamas, sangre, nube, viento, voces… ¿Cómo has ido decidiendo el título de cada uno de tus poemarios? ¿Qué trascendencia tiene para vos y qué alcance creés que tendrá en el lector?

 

          HAP – La elección de cada título se ha vinculado con la atmósfera que define el contenido. “Precioso ángel en llamas” es un poema; sin embargo, “Orilla en la sangre” pone el acento en esa limitación humana (o, mejor dicho, condición) que prepara el viaje a la otra orilla, no reflejada en versos. “El destino de la nube” comienza con una cita de Olga Orozco, y tampoco lo trasladé a un poema. “Como podría decirse del viento” abre a la perspectiva de irse como canción, de transformarse. “El tatuaje de las voces”: especie de racconto lírico de impresiones afectivas.

          Personalmente, creo en la identidad que fundará  –con el lector- un motivo para trascender el espacio del instante.

 

          RR – Algo así como dieciocho años pasaron entre la aparición de tu primer libro de narrativa y el segundo y último. ¿Qué asuntos abordan uno y otro? ¿Cómo ha ido modificándose o no tu forma de encarar los relatos? ¿Tenés ya material para un tercero? ¿Cuál sería su título?

 

          HAP – “Acuario de sorpresas” fue el primer título de la Colección Narrativa “Fin de Siglo” de Yaguarón Ediciones, de San Nicolás. Consta de trece relatos. He proyectado la ironía, el desamor y la pincelada poética a una serie de motivos; lo autobiográfico cede con la irrupción del misterio. La influencia de Cortázar es notoria.

          “Jauría & otros relatos” fue publicado por Ediciones Baobab. Lo integran veinticinco textos, en su mayoría breves. Los fantasmas del pueblo (amor, venganza, locura, etc.) surgen con aparente naturalidad. Uno de los cuentos, “Justine Ducrot”, fue concebido inicialmente como nouvelle… Reconozco mi dificultad para escribir prosa; y debo a la síntesis del discurso poético una cadencia que hace más atractiva la lectura. Voy anotando y corrigiendo… Me gustaría publicar minificciónes. ¿Un título?:  “Caminata en el corazón de la tarde”.

 

          RR - ¿Cuando te das cuenta que un poema o un cuento están terminados, que sólo es cuestión de pulir? ¿Hay palabras que jamás utilizarías?

 

          HAP – Ha sido materia de discusión en todas las épocas, y sostengo la idea del “borrador”. La intuición a través de la palabra consigue un sentido. El desafío latente guiña desde cada lector y se percibe un grado de conmoción, que puede abrazar o no al poeta o escritor.

          Las palabras que jamás utilizaría: aquéllas donde la idea y el contenido pudieran desvirtuarse.   

 

 

          RR - Alberto Girri en una carta le trasmite a Jorge Calvetti: “...y eso que más admiro en un hacedor de poemas: la constante coherencia de un punto de vista propio sobre la realidad. ¿No es eso el verdadero estilo de un creador?” ¿Te promueven, Hugo, estas líneas, un comentario?...

 

          HAP – Uno lee a Whitman, Rimbaud,  Auden, Pessoa –enumeración personal que denota preferencias, claro- y entra en contacto con el estilo. Una irrepetible combinación de perspectiva, sabiduría y enorme talento.

 

 

         RR - ¿Te ha sucedido que corrijas poemas después de haberlos leído en voz alta delante de otros? ¿La poesía te ha cambiado, o encauzado, o reencauzado o…?

 

          HAP – Si comparto una lectura, trato de reunir el material considerando el vuelo de la última línea en cada poema elegido. Con Edna Pozzi hablamos acerca del valor de la primera línea… Esa que va a permitir que la poesía fluya. En cuanto a la poesía, siento que cambia conmigo, así de simple.

 

 

          RR - ¿Qué es más importante en poesía, suscitar imágenes o conseguir cadencias musicales?

 

          HAP –  Ritmo: el equilibrado espacio de la imagen dentro de la música. 

 

 

 

          RR2 - ¿Qué relación existe entre superarse y resignarse? ¿Solés estar en desacuerdo con vos mismo?

 

          HAP – Un poema escrito a los catorce años dejó de volar en el secreto de cuanto imaginaba; confirma, treinta y nueve años más tarde, el aprendizaje y señala un desapego. Tal vez, aquel asombro de los primeros versos haya convertido lo estético en otra forma de celebrar la vida. Superarse y resignarse valen (y cuánto) para aceptarse… Volver al camino, con el entusiasmo del creador, con uno mismo reinventándose por las palabras.

 

 

         RR - ¿En una entrevista que le realizaran a Alberto Laiseca, él mentó algo que Oscar Wilde dijo: “El mero espíritu creador no crea, sólo imita. Sólo el espíritu crítico permite acceder a la creación.” ¿Cómo definirías el rol de los críticos?

 

          HAP – El crítico debe concentrar su esfuerzo, como el creador, para mirar en todas las direcciones, sensible y profusamente.

 

 

Hugo Alberto Patuto selecciona para esta entrevista, en mayo de 2014, seis poemas de su autoría:

 

 

 

CUANDO LA TARDE

 

 

El cabello suelto como el dibujo de una galaxia,

las ganas de correr hacia el nudo mismo

cuando la tarde se piensa noche

dentro del código de la siembra.

Atenazado por el viento,

ese papel trae un reflejo dorado

que te nombra.

 

 

                                                  (Inédito)

 

 

 

 

TEMBLOR AGAZAPADO

 

Vas a recorrer la mínima sensación del futuro

en el temblor agazapado que te desborda.

Y vas a soltar, como una promesa, los vicios

que nombran aquella luz inabarcable.

Vas a pensar el corazón furtivo de la piedra

cuando los barcos enumeren lo soñado,

voces que tramarán con el espejo

tu revés de plegaria y frutos.

Vas a decir, frente al andamio de las cosas,

que la sangre te desafía largamente

o que murmura el bosque

cuando la tarde

inunda el deseo más claro.

 

                                                            (Inédito)

 

 

     

 

POCILLOS

 

 

Ahí quedan los ojos,

cerca del remolino fugaz y temerario

que alimenta la mirada de los pocillos

en tanto crece, como dádiva del sueño,

tu boca

para nombrar eso que el mundo no sabe.

 

 

                                                                                                                       (Inédito)

 

 

AMOROSA CALIGRAFÍA DE OTOÑO

 

 

En la penumbra de la casa

una línea que va desatando

lo complejo del misterio

vuelve a probar que tu mano resiste.         

 

 

 

                                                        (de “El tatuaje de las voces”)

 

 

LOS MAGOS DE LA SIESTA

 

                                                            A Ignacio y Gastón Patuto

 

Construyen la mejor visión de lo real y despiertan

a la marcha sanguínea con héroes impulsivos,

un juego de identidades que perfora

el diminuto bosque de adrenalina.

Saber de su raro mutismo

vale tanto como la palabra de los dioses

o la sonrisa teñida por el vino

cuando la mesa familiar colma nuestra espera.

Hay veces en que los pedales confunden

al pobre conejo y nadie busca salidas

con el agobiante calor

trocando sueño por agua.

Que los brazos de un soldado aparecen

detrás del modular, sin el color de la victoria;

que la Ferrari olvida su terco destino

de rayar el cielo a pura cilindrada.

Vamos a convertir en peces

el misterio del conejo hecho de alarmas

que siempre hablan del mágico perfume

donde cabe la pasión por la vida. 

 

 

                                                      (de “Como podría decirse del viento”)

 

 

                     

CONOZCO LA SALIDA, GEORGIE

 

 

Hay que desarmar la biblioteca del siglo

y pensar dos minutos en Babilonia.

Enseguida borrar los pasos de Chiclana,

de Nicanor Paredes, de Servando Cardoso

y poner luz en la garganta de Quiroga.

Con la memoria de Funes recuperar los caballos

que denotan al atardecer una fuga perpetua.

Celebrar en Ulises el amor prodigioso,

como si la máscara del amor nos condenara.

Sentir el hambre de la llanura en Acevedo

y los labios de Emma Zunz, vengativos.

Imaginar a Caín lejos de Abel, sin golpes.

Que Dios retorne como pájaro de sombra,

lloviendo secretamente varias lunas

en el gastado camino de los muertos.

Música, fuego y leones para inventar el vino

cerca de Heráclito, de Spinoza, de Whitman,

de Stevenson, de Poe, de Kipling.

A través del aleph espiar al unicornio herido.

Todavía jugar en Islandia con el mar de ceniza.

Conozco la salida, Georgie:

Mañana volaré a Ginebra.        

 

                                                                     (de “Como podría decirse del viento”)

 

 

 

Ciudades de Pergamino y Buenos Aires, distantes entre sí unos 230 kilómetros, Hugo Alberto Patuto y R. R., mayo 2014.

 

http://www.revagliatti.com.ar/ultimo2008.htm#patuto     

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03 de Febrero, 2012 · General

Vallejo y Barba Jacob en el espejo del desarraigo

 
Carlos Alberto Villegas Uribe
(con reconocimiento a Laura Ospina)
 
Decid cuando yo muera y el día esté lejano, soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento, en el vital deliquio por siempre insaciado, era una Llama al viento. De esta manera, otro poeta de la angustia, el dolor y el desarraigo, el colombiano Porfirio Barba Jacob, podría reflejar la personalidad atormentada del poeta peruano por excelencia: César Vallejo. Porque de alguna manera, estos hombres eran hermanos, y no solo en poesía; sus rostros angulosos, sus huesos fuertes y una estampa alargada hasta la sombra, les conferían aire de familia.
Abordar Sermón de la Barbarie, poemario póstumo de Vallejo, salvado del olvido gracias al persistente amor de su esposa Georgette, es volver a la poesía profunda del poeta americano.
 Ya en Trilce, César Vallejo hacía sonar las trompetas de la vanguardia en su propio continente, cuyos ecos repercutían en una Europa aún adormecida por las triunfales fanfarrias del modernismo de Ruben Darío y José Asunción Silva. 
Estos ecos modernistas, es necesario acotarlo, aún resonaban en el Vallejo de Los Heraldos  Negros –1918– (Sauce, Medialuz, Ascuas), pero ya el desarraigo empezaba a abrir un camino de salida a esa angustia insondable.
Hay días en la vida, tan fuertes… yo no sé, golpes como el odio de Dios… (Los heraldos negros).
Estos versos aislados en su primer poemario ya portaban el germen de ese  dolor incognito o de ese conocimiento lúgubre y letal que acompañarían al poeta, como bien lo podría haber señalado Barba Jacob.
Trilce –1922–, poemario angular de la poesía universal, profundiza ese dolor intenso de Los Heraldos Negros, e introduce un malestar en la forma y en el lenguaje para instaurar a este lado del Atlántico, la personal vanguardia de Vallejo, precursora de la voz timbrada de Huidobro en su poemario Altazor –1931– otro de los hitos de la vanguardia poética en Occidente.
Trilce es para Vallejo una manera nueva de asumir el verso libre y vulnerar el lenguaje canónico con voluntad de señorío, pero también una conciencia de nadar contra la corriente como lo señalara el libertario José Carlos Mariátegui en el libro 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana –1928–. En el ensayo “El proceso de la literatura”, el Amuata, nombre con el que lo conocen en el Perú, cuenta que Vallejo remitió una carta a Antenor Orrego donde defiende su posición y evidencia su conciencia poética, su voluntad de instaurar, a través de Trilce, una nueva estética en las letras.
 
"El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética. Hoy más que nunca quizá, siento gravitar sobre mí, una hasta ahora desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista. ¡La de ser Libre! Si no he de ser libre hoy, no lo seré jamás. Siento que gana el arco de mi frente su más imperativa fuerza de heroicidad. Me doy en la forma más libre que puedo y ésta es mi mejor cosecha artística”.
 
 Trilce constituye entonces la expresión inicial de su desasosiego, de su primigenio desarraigo: la lucha desde la palabra escrita contra ese lenguaje impuesto  que de alguna manera no podía conciliar los ancestros europeos con la sangre milenaria que ascendía por sus venas desde las alturas de Machu Pichu hasta su creciente conciencia universal. Ese primer y principal desarraigo es sobre todo un desarraigo con su tierra, con sus circunstancias históricas, con el propio lenguaje.
 
Sermón de la Barbarie, parecería ahondar en ese desarraigo vallejiano, extremándolo:
 
Yo no soy el único que parte,
de este barro me voy, de mis calzones
de mi gran situación, de mis acciones,
de mi número hendido parte a parte,
de todo estoy yo soy el único que parte. (París, Octubre de 1936)
 
Pero en esta oportunidad escribe  desde la conciencia de sentirse desarraigado, ya no de un lenguaje impuesto pero propio, sino desde un lenguaje ajeno, extraño, de sonoridades hermosas pero de realidades inicuas. Un  lenguaje que segrega y hunde en más oscuras profundidades a pesar de su mito libertario.
 
Un pedazo de pan, ¿tampoco habrá para mi?
ya no más he de ser lo que siempre he de ser,
pero dadme
una piedra en que sentarme,
pero dadme un pedazo de pan en que sentarme,
pero dadme en español
algo, en fin, de beber, de comer, de vivir, de reposarme,
y después me iré (La rueda del hambrientto)
 
Vallejo, lejano de su tierra, encuentra en la íntima conversación consigo mismo –sus poemas no son editados como libro, hasta después de su muerte– el reflejo de esa otra patria lejana que, como todo desarraigado, añora, desea, adolece.
El desarraigo tiende puentes a otras partes, quema las barcas, pero deja intacta la orfandad para que se añore el regreso o se valore un pedazo de tierra que tampoco será del desarraigado, ni cuando éste regrese y, menos aún, cuando ese regreso se produzca. Quizás por esta razón los poemas de Sermón de la Barbarie le cobran a la tierra que lo acogió, el despojo históricamente padecido por esa América lejana a la cual él tampoco pertenece. Reclamo  que su militancia ideológica y su conciencia política demandan con persistencia, en compensación por el dolor de todos los despojados.
Esos desarraigos los entiende César Vallejo desde la entraña y por eso, ante la perspectiva de algún improbable regreso, prefiere y predice su muerte en esa tierra ajena pero también suya en el dolor, como cualquier tierra que sus plantas pise. Terrenalidad y añoralgia –añoranza mezclada con nostalgia– pan de cada día del desarraigado, y juego de tiempos y regresos imaginados, como en los versos premonitorios donde hoy será ese mañana que nunca regresa.
 
Me moriré en París con aguacero
una tarde de la cual tengo ya el recuerdo
 
Juegos del lenguaje entre la materialidad y lo espiritual construyendo, dialécticamente, una escalera de significaciones para dejarnos al borde del abismo. Tesis y antítesis que puede llegar a ser síntesis impronunciable en los labios arrobados del lector silencioso, quien apenas intuye un asomo de la verdadera intención del poeta, pero a quien le han sido abiertas las puertas del asombro profundo, inenarrable, ese abismo del dolor compartido, pero apenas enunciado.
 
Consolado en terceras nupcias
pálido, nacido.
Voy a cerrar mi pila bautismal, esta vidriera,
este susto con tetas
este dedo en capilla,
corazonadamente unido a mi esqueleto. (S. T.)
 
Desarraigo de la tierra, de la historia, desarraigo del lenguaje, pero igualmente, como lo ha señalado con propiedad, el también poeta peruano, Paul Guillen, desarraigo de sí mismo, de su propia materialidad, magistralmente expresado en los poemas de Sermón de la Barbarie.
Y de nuevo los grandes vuelven a mirarse en el espejo de las hermandades, porque  César Vallejo y Porfirio Barba Jacob, a pesar de sus distantes latitudes, vuelven a encontrarse en la vidriera de los tiempo y los templos, los mismas angustias, los mismos ojos hundidos, los mismos rostros angulosos y altaneros, los mismos húmeros hendidos parte a parte. Entonces el espejo del desasosiego los refleja en sentimientos para hermanarlos en la palabra, en la conciencia de visiones compartidas, en los incesantes pasos por tierras y latitudes distintas que los acogen a pesar de ellos mismos, de su insondable desarraigo.
Por eso cualquier fragmento de la palabra, cualquier verso, tiene en ese espejo compartido, las propias imágenes del otro. Por esa condición de hermandad profunda, Porfirio  Barba Jacob no solo habla de sí mismo en el poema Futuro, por el contrario parece  retratar con sus versos a ese otro grande desarraigado de América: César Vallejo.
 
De simas no sondadas subía a las estrellas,
un gran dolor incógnito vibraba por su acento,
fue sabio en sus abismos –y humilde, humilde, humilde–
porque no es nada una llamita al viento…
 
Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,
que nunca humana lira jamás esclareció,
y nadie ha comprendido su sórdido lamento…
 
Era una llama al viento y el viento la apagó. (Barba Jacob, Futuro)
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