Ayotzinapa sintetiza los agravios cometidos por el imperio y la oligarquía local contra el pueblo de México, pero es también el modelo de dominación, impuesto por el neoliberalismo que no queremos para la humanidad.
Fuente La Jornada
La Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, creada en México en octubre de 2003, bajo los auspicios de intelectuales cubanos y mexicanos preocupados por la política neofascista y de terrorismo global de Estado puesta en marcha por el entonces presidente George W. Bush, se reunió en Caracas, Venezuela, del 11 al 13 diciembre de 2014, para conmemorar el décimo aniversario de la asamblea de la red en 2004, en la que el fallecido presidente Hugo Chávez logró consolidar su amplia representación internacional y su carácter anticapitalista, antimperialista y anticolonial, en el contexto de lo que Fidel Castro denominó como la imprescindible batalla de las ideas por parte de los intelectuales orgánicos de nuestros países.
Los miembros de la Red presentes en Caracas, esta vez provenientes de 31 países, consideraron fundamental repudiar el injerencismo del gobierno estadunidense al aplicar sanciones contra el pueblo y el gobierno revolucionario y socialista de la República Bolivariana de Venezuela. En su Declaración Política se destacó como prioritario defender a Venezuela y apoyar al presidente Maduro, quien es un estadista surgido de esta revolución chavista.
La Red, igualmente, se solidarizó con el pueblo de Estados Unidos en sus movilizaciones contra el racismo, la represión y brutalidad policiaca, el encarcelamiento de manifestantes, la criminalización de los dirigentes, y en su lucha contra la creciente pobreza que dicho pueblo sufre, victimado por las mafias bancarias y el infame y demencial negocio de la guerra impulsado por su gobierno.
La Declaración Política hizo un reconocimiento a los pueblos originarios y afrodescendientes, quienes a través de sus movimientos y procesos autonómicos, han fortalecido su protagonismo político y devenido importantes sujetos de trasformación social. A pesar de las políticas entreguistas de los gobiernos neoliberales, los pueblos latinoamericanos están resistiendo al despojo de sus territorios, saberes, culturas y biodiversidad por parte de las corporaciones trasnacionales de la muerte y la destrucción.
Se denunció que en su guerra planetaria, el Departamento de Defensa del gobierno de Estados Unidos no tiene empacho en contratar científicos sociales de diversas disciplinas, para realizar investigaciones en nuestros países con fines militares y corporativos, asociándose con universidades, ofertando fondos, becas e incentivos académicos con los que convierte en mercenarios a no pocos científicos e investigadores. En la intelectualidad al servicio del imperio, destacan aquellos que se reúnen en torno a Uribe y Aznar para alentar un pensamiento neofascista, enmascarado de liberal y cuya concreción se expresa en guarimbas, guerra sicológica y campañas mediáticas.
En declaración especial, aprobada por el pleno, después de que Luis Hernández Navarro expuso el contexto nacional mexicano actual, la Red en Defensa de la Humanidad hizo patente su profunda indignación por el crimen de Estado y lesa humanidad, consumado en Iguala, Guerrero, México, en el que seis personas fueron ejecutadas extrajudicialmente, tres de ellos estudiantes de la Escuela Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, mientras 43 normalistas sufrieron desaparición forzada, sin que hasta la fecha se sepa su paradero. En Iguala se condensó en unas horas de barbarie toda la violencia estructural y de Estado que ha padecido México durante más de una década, y que ha resultado en más de 120 mil muertos, en su mayoría jóvenes y pobres, al menos 30 mil de-saparecidos, así como medio millón de desplazados internos y fuera del país.
Juvenicidio y feminicidio son una constante en la cotidianidad mexicana. Estas políticas represivas forman parte de los cambios estructurales neoliberales que han impuesto los gobiernos de traición nacional, a partir del Tratado de Libre Comercio, que en los hechos sólo ha beneficiado a Estados Unidos y a las corporaciones trasnacionales que despojan a los pueblos de sus recursos naturales y estratégicos. ¡Fue el Estado! ¡¡Muera el mal gobierno! y ¡Fuera Peña Nieto! son los gritos que se escuchan en las calles del México en pie de lucha y en decenas de ciudades del mundo entero que han arropado con su solidaridad y ternura a los familiares de los masacrados y han denunciado el desvío de poder en el que han incurrido los tres niveles de gobierno. El crimen de Iguala rememora la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en 1968 y la perpetrada el 10 de julio de 1971, a los asesinados y desaparecidos durante la guerra sucia que duro más de 20 años, a los masacrados en Aguas Blancas y Acteal, crímenes todos en los que se identifica siempre la mano del Estado mexicano y las fuerzas armadas, con sus grupos paramilitares, como el Batallón Olimpia, Los Halcones, La Brigada Blanca y los que ahora operan bajo la cobertura del crimen organizado, que en realidad constituye la cara clandestina de un gobierno mafioso y delincuencial.
Estados Unidos, principal consumidor de estupefacientes y el más importante vendedor de armas en el planeta, impone una guerra interna contra el pueblo para beneficiar sus circuitos financieros y ejercer un control neocolonial sobre el país hermano. La Red en Defensa de la Humanidad señala a Enrique Peña Nieto, presidente de México, en su calidad de comandante en jefe de las fuerzas armadas, como principal responsable de la tragedia de Ayotzinapa y expresa su apoyo solidario con el pueblo mexicano, especialmente con los dignos padres y madres de los masacrados.
Ayotzinapa sintetiza los agravios cometidos por el imperio y la oligarquía local contra el pueblo de México, pero es también el modelo de dominación, impuesto por el neoliberalismo que no queremos para la humanidad.
Los miembros de la Red presentes en Caracas, esta vez provenientes de 31 países, consideraron fundamental repudiar el injerencismo del gobierno estadunidense al aplicar sanciones contra el pueblo y el gobierno revolucionario y socialista de la República Bolivariana de Venezuela. En su Declaración Política se destacó como prioritario defender a Venezuela y apoyar al presidente Maduro, quien es un estadista surgido de esta revolución chavista.
La Red, igualmente, se solidarizó con el pueblo de Estados Unidos en sus movilizaciones contra el racismo, la represión y brutalidad policiaca, el encarcelamiento de manifestantes, la criminalización de los dirigentes, y en su lucha contra la creciente pobreza que dicho pueblo sufre, victimado por las mafias bancarias y el infame y demencial negocio de la guerra impulsado por su gobierno.
La Declaración Política hizo un reconocimiento a los pueblos originarios y afrodescendientes, quienes a través de sus movimientos y procesos autonómicos, han fortalecido su protagonismo político y devenido importantes sujetos de trasformación social. A pesar de las políticas entreguistas de los gobiernos neoliberales, los pueblos latinoamericanos están resistiendo al despojo de sus territorios, saberes, culturas y biodiversidad por parte de las corporaciones trasnacionales de la muerte y la destrucción.
Se denunció que en su guerra planetaria, el Departamento de Defensa del gobierno de Estados Unidos no tiene empacho en contratar científicos sociales de diversas disciplinas, para realizar investigaciones en nuestros países con fines militares y corporativos, asociándose con universidades, ofertando fondos, becas e incentivos académicos con los que convierte en mercenarios a no pocos científicos e investigadores. En la intelectualidad al servicio del imperio, destacan aquellos que se reúnen en torno a Uribe y Aznar para alentar un pensamiento neofascista, enmascarado de liberal y cuya concreción se expresa en guarimbas, guerra sicológica y campañas mediáticas.
En declaración especial, aprobada por el pleno, después de que Luis Hernández Navarro expuso el contexto nacional mexicano actual, la Red en Defensa de la Humanidad hizo patente su profunda indignación por el crimen de Estado y lesa humanidad, consumado en Iguala, Guerrero, México, en el que seis personas fueron ejecutadas extrajudicialmente, tres de ellos estudiantes de la Escuela Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, mientras 43 normalistas sufrieron desaparición forzada, sin que hasta la fecha se sepa su paradero. En Iguala se condensó en unas horas de barbarie toda la violencia estructural y de Estado que ha padecido México durante más de una década, y que ha resultado en más de 120 mil muertos, en su mayoría jóvenes y pobres, al menos 30 mil de-saparecidos, así como medio millón de desplazados internos y fuera del país.
Juvenicidio y feminicidio son una constante en la cotidianidad mexicana. Estas políticas represivas forman parte de los cambios estructurales neoliberales que han impuesto los gobiernos de traición nacional, a partir del Tratado de Libre Comercio, que en los hechos sólo ha beneficiado a Estados Unidos y a las corporaciones trasnacionales que despojan a los pueblos de sus recursos naturales y estratégicos. ¡Fue el Estado! ¡¡Muera el mal gobierno! y ¡Fuera Peña Nieto! son los gritos que se escuchan en las calles del México en pie de lucha y en decenas de ciudades del mundo entero que han arropado con su solidaridad y ternura a los familiares de los masacrados y han denunciado el desvío de poder en el que han incurrido los tres niveles de gobierno. El crimen de Iguala rememora la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en 1968 y la perpetrada el 10 de julio de 1971, a los asesinados y desaparecidos durante la guerra sucia que duro más de 20 años, a los masacrados en Aguas Blancas y Acteal, crímenes todos en los que se identifica siempre la mano del Estado mexicano y las fuerzas armadas, con sus grupos paramilitares, como el Batallón Olimpia, Los Halcones, La Brigada Blanca y los que ahora operan bajo la cobertura del crimen organizado, que en realidad constituye la cara clandestina de un gobierno mafioso y delincuencial.
Estados Unidos, principal consumidor de estupefacientes y el más importante vendedor de armas en el planeta, impone una guerra interna contra el pueblo para beneficiar sus circuitos financieros y ejercer un control neocolonial sobre el país hermano. La Red en Defensa de la Humanidad señala a Enrique Peña Nieto, presidente de México, en su calidad de comandante en jefe de las fuerzas armadas, como principal responsable de la tragedia de Ayotzinapa y expresa su apoyo solidario con el pueblo mexicano, especialmente con los dignos padres y madres de los masacrados.
Ayotzinapa sintetiza los agravios cometidos por el imperio y la oligarquía local contra el pueblo de México, pero es también el modelo de dominación, impuesto por el neoliberalismo que no queremos para la humanidad.