¿Hasta cuando las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad permitirán los crímenes de Marruecos contra el pueblo saharaui?
Por: Miguel Crispín Sotomayor.
Han transcurrido treinta y tres años desde que me despedí de mi amigo y compañero saharaui Breika Maachov. En aquél entonces escribí un poema que comenzaba con estos versos: “¡Hasta luego, amigo!/ Ya hemos de vernos en el camino.”
Me fue presentado una mañana a principio de 1979 por Ubeit Azizi, hasta ese momento embajador de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en la República Popular de Mozambique. Fue en el lobby del “Hotel Cardoso” de Maputo, donde Azizi vivía con su esposa Aisha y el bebé de ambos. Breika sería en lo adelante su sustituto.
Establecimos una amistad cultivada día a día por ideales compartidos de independencia, internacionalismo, anticolonialismo y antiimperialismo, así como de amor a Cuba. La que solo fue interrumpida en diciembre de 1980 en que él volvió a la RASD a recibir nuevas misiones y yo regresé a Cuba. Su regreso motivó estos versos: “/ Tú regresas al combate y yo, como en otras ocasiones, me reservo la despedida, el recuerdo/y algún objeto mutuo/para identificarnos en el futuro, /en cualquier parte.”/ / “Tú te vas con la sonrisa de volver a la arena y al fusil. /Con el pesar de no acompañarte, quedo.”
Hace varios años recibí una nota de Breika que no supe adonde contestar. Estaba bien, me decía, continuaba en la lucha por la independencia de su país, traicionado por el gobierno español, y ocupado aún por la corrupta monarquía marroquí y por quienes se benefician económicamente de la ocupación de su territorio.
No he vuelto a saber de Azizi ni de su familia, su hijo debe haberse hecho un hombre y seguramente continuó la lucha de sus padres.
Treinta y tres años después, los que teníamos por esa época veintitantos o treinta años hemos envejecido y tal vez alguno de esos amigos ha muerto y aún el pueblo saharaui no ha alcanzado su total independencia, y sigue su lucha.
Siguen los saharaui naciendo, viviendo, envejeciendo y muriendo en campamentos en medio del desierto del Sahara. Demasiado tiempo, siempre lo fue, pero las Naciones Unidas ni su Consejo de Seguridad han obligado a Marruecos a retirarse de los territorios de la RASD. Sin embargo, en igual período, numerosas e injustas guerras y agresiones se han desatado en diversas partes del mundo con la aprobación de esas instituciones.
Marruecos continúa explotando, reprimiendo y asesinando a ese pueblo y solo la solidaridad internacional lo ha acompañado, pero todavía es insuficiente. ¿Hasta cuando el mundo observará tranquilamente crímenes como éste?