25 de Julio, 2011
· General |
Ricardo Zelarayán |
Paraná, Argentina – 1922 - 2010
Sombra quieta
Una plancha se detuvo junto a un árbol y del suelo brotó una lluvia de transistores. Nosotros también nos detenemos, y a veces un poco deslumbrados nos vamos por ahí... tambaleantes. Pero la cosa recomienza, y siempre volvemos a ser lo que éramos. El mobiliario se completa. Lo que no quiere decir que la silla vuelva a llevarse bien con la mesa. Habrá que ver lo que es seguir... Pero que siga, que siga... sin detenerse. Y cuando comienza uno a abanicarse a grandes rasgos, sin sentarse en una silla, el suelo comienza a anegarse y se termina por encontrar una rueda de esas en un rincón, completamente knockout. Momentos después la rueda recomienza y hay viento por ahí. Un viento que acomoda las últimas migajas (¿por qué habrá siempre últimas, me preguntaba los días pasados que siempre hay?) La quiebra del pavimento, la quiebra de los talones, la quiebra de las agujas y de los pelos, de las grúas y de los bancos de la plaza, tiene que ver con los paraguas que flotan a la deriva o con los humos que brotan interminablemente de las orejas gastadas. Una oreja sepulta caballos. Los cabellos sepultan caballos. Los caballos insepultos son todos orejeros. Las orejas se acomodan pero ya no se estacionan durante años en un rostro. Oreja de plaza, paraguas insepulto, rueda demoledora... Hubo que hacerse un lugarcito y esperar. La conversación lateral crecía y los rostros se abordaban salvajemente. Una almohada de cabellos. Una almohada de caballos. Orejas por el suelo, rodillas en la tierra, y todos los rinconcitos reservados para otras miradas. Hoy me pregunto por qué de todos lados se vienen caballos traídos de los pelos o de los cabellos. Y el porqué de tantos andenes sin rostro definido para colgarse de cualquier lado. Una vez fueron tres y no hubo palacios sino calles zancudas, y cómo se zancudían en cualquier sector de cabello o de espejo incontenible. ¿Por qué contener el agua? ¿Por qué la llama acentuaba su relieve para declinar y caer en un embudo? Había que enroscar los cables de las miradas. !Y pase otro más al frente! Un frente sin perfil, un filo iluminado para los que buscan asirse de los bordes. Ojos vacíos, ventanas vacías y vendaval. Hay un viejo asunto de cajones y de muelas del viento. Un centenar de antenas dopadas hacen brotar sus frutos por todas partes. Pero si hay partes no pueden ser todas para asomarse detrás de una loma, de debajo del agua, detrás de una puerta o simplemente detrás de los párpados.
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publicado por
islanegra a las 13:07 · Sin comentarios
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Isla Negra |
no se vende ni se compra ni se alquila, es publicación de poesía y literaturas. Isla Negra es territorio de amantes, porque el amor es poesía. Isla Negra también es arma cargada de futuro, herramienta de auroras repartidas. Breviario periódico de la cultura universal. Estante virtual de biblioteca en Casa de Poesía. |
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Sobre mí |
Gabriel Impaglione
poeta argentino residente en Italia director revista internacional de poesía Isla Negra fundada el 1 de abril de 2004
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