Por Arturo Corcuera
Lima concentra estos días a las figuras políticas en
desuso que patean latas en América Latina, y que ejercieron en algún
momento el poder en sus países (concluyeron su mandato con los más bajos niveles de aceptación). Ahora, convocados por el Nobel peruano apoyan
y azuzan los movimientos violentistas de
la oposición venezolana. Se reúnen en eventos aparentemente inofensivos, con temas como la democracia, la
libertad, los derechos humanos, pero que en el fondo se montan para
estimular el golpe de estado al gobierno
del presidente Maduro.
A Lima también
llegan los agentes en gira, enemigos de la Revolución Bolivariana que sirven al
poder mediático de la derecha internacional, integrado por empresas que
distorsionan las noticias y atienden a
intereses personales. No faltan también
aquellos vandálicos que han participado
en manifestaciones violentistas llamando a la guerra, en medio de hordas con el rostro cubierto (incendio de
universidades, muerte a funcionarios del gobierno, sabotajes, trampas
mortales), métodos y acciones de la oposición que la prensa escrita y
televisiva no condena y que, por el contrario, propaga y ensalza. Sus héroes
son sucios agitadores como Capriles, Leopoldo López o la envalentonada diputada María Corina que ahora
intenta una forma de asilo en la OEA aceptando una representación de Panamá que
violenta las normas legales de su país.
Resulta que el coraje de la diputada había estado poblado de miedos.
Quiero repetir que
nuestro Nobel, cuando no era Nobel, opinaba de los diarios: “mienten como respiran, son la
abyección hecha tinta y papel”. Ese
mismo periodismo hoy lo engríe y acoge cuando insulta a los presidentes de América Latina que no se pronuncian contra
el presidente venezolano. Los llama cobardes,
haciendo un mal uso de la fama que le otorga el Premio Nobel, tan distante de
sus antecesores que defendieron con su voz las causas más nobles.
Los millones de españoles que salieron recientemente a
la calle a protestar por la política ecónomica, la receta liberal que tanto
fascina a Vargas Llosa y que ha llevado a España a la desesperación,
abatida en la actualidad por seis millones de desempleados, por un 50% de paro juvenil que obliga a
emigrar del país, ¿tiene cabida acaso esta información en los diarios limeños?
¿Le han dado sus mejores espacios los medios de incomunicación como los llama
Eduardo Galeano?
La presidenta Bachelet, no bien asumió el gobierno,
expresó su apoyo al presidente Maduro y defiende el pronunciamiento de los
cancilleres que integran UNASUR. Lo han hecho también con valentía otros
presidentes, voces soberanas que defienden la verdad y la dignidad de América.
envió
Rosina Valcarcel