(Serie Libros valiosos encontrados en
la espesura)
David Capiello reflexiona sobre Comunión
antropoética
Carlos Esteban Cana Rivera
El David Capiello que
conversó conmigo acerca de su primer libro es diferente al David Capiello
actual, director de Ediciones Aventis. El David que conversó conmigo iniciaba
su etapa como escritor publicado. El David actual hizo del 2011 un año de
logros en su empresa editorial publicando cuatro libros de autores tan diversos
como Federico Irizarry Natal (Minoría Absoluta), Jan Martínez (Trasunto de
Transilvania/ El sur y su siniestra), Carlos Vázquez Cruz (Asado a las doce) y
Jorge Volpi (Breve guía de la narrativa hispánica). También ha levantado un
catálogo que cuenta con libros emblemáticos en la narrativa como La belleza
bruta de Francisco Font y La vida a ratos de Christian Ibarra. Tampoco ha
descuidado su propia obra con títulos que han despertado la curiosidad de la
crítica: Casquillos (2008) y Mi sal (2011). Pero puntualizo, amigo lector, el
David Capiello que escuchará es otro, aunque, en esencia, sea el mismo.
Sostuve esta conversación con David la semana después de la presentación
formal de Comunión
antropoética. Para ese primer libro Capiello contó con un
grupo selecto: Carlos Roberto Gómez como editor, Rubén Ramos como fotógrafo,
Sonia Marcus Gaia realizó la
invitación, Janette
Becerra y Carlos Vázquez Cruz la corrección. La mirada crítica durante el
‘bautizo’ del libro fue encomendada a Yaritza Aguilar. Antes, sin embargo, el
poeta había compartido poemas de ese libro con estudiantes de la escuela
superior Petra Mercado, en el pueblo de Humacao. “Si algo paga el ser escritor
ha sido esa experiencia.” Me confesó en aquel momento cuando destacaba la
capacidad de esos niños para enriquecer la lectura.
Para entonces los aforismos irreverentes de los Casquillos no estaban en
el panorama. Aquella conversación incluso trascendió el contenido de Comunión
antropoética y fue inevitable hablar sobre El Sótano 00931 (colectivo que
gracias a Julio Cesar Pol se volvió a reunir recientemente en el Recinto de
Ponce de la Universidad de Puerto Rico con motivo de los diez años de su
fundación) ya que Capiello era uno de los integrantes más activos. Tampoco
dejamos de lado sus inicios en la poesía, los autores fundacionales, y la
narrativa que le dio a conocer en diversos certámenes. Cuentos y relatos que esperamos ver algún día en libros.
David Capiello reflexiona en esta edición de En las letras, desde Puerto Rico,
sobre Comunión antropoética.
En primer lugar puedes comentarme algo acerca del proceso. Esa travesía
que convirtió Comunión antropoética en el libro que hoy tengo en mis manos
David Capiello: Lo primero fue el que yo me fuera para Minessota, porque
me apartaba de El Sótano y me apartaba de mis amigos. El Sótano realmente nunca fue un junte de escritores, El Sótano éramos un junte de amigos, El Sótano no buscó gente para publicar una revista, El Sótano es el producto de un grupo de amistades que dijo
vamos a publicar una revista, y lo hicimos totalmente conscientes de nuestra
propuesta y a la misma vez con cierta prudencia cuando comenzábamos. Con el
paso del tiempo me vi envuelto en tanta cosa, tantos eventos literarios, y
entonces, de pronto, irme a Minessotta no fue perder la oportunidad de publicar
en la revista, fue perder el contacto con mis amigos, con mi familia. De
Minessotta me quedó mucho frío, mucha soledad, muchohomesick, porque el
espacio era completamente desconocido, era volver al anonimato en todo el
amplio espectro de lo que pudiera ser anonimato. Mi salida fue como una
renuncia a regañadientes, a todo eso por lo que yo había trabajado y que por
fin lo estaba viendo. Tener que irme fue una decisión bien fuerte.
Veo que el poemario tiene tres
partes: la que le da nombre, Comunión antropoética; De cal y de arena; y Amor
(A) tajada. Qué me puedes decir de esta estructura, de las partes del libro.
David Capiello: Hay
poemas de cuando tenía 17 años. Yo estoy escribiendo desde los catorce años,
desde el 96. Por recomendación de Janet Becerra, en vez de ordenar los poemas
cronológicamente fueron organizados por unas tendencias temáticas. Es un
trabajo de edición completo por el acomodo de unos poemas que a lo mejor no
fueron tan intensos pero que así, estratégicamente distribuidos, le
dieron consistencia
al texto, y le dieron esa tensión ni ascendente ni descendente, sino
consistencia más que nada.
Hablemos de algunos de tus poemas
David Capiello: Pacto de
palabras es un ars
poetica y la columna vertebral de la segunda parte titulada De cal y de arena. Si te digo niña, es un poema que subvierte toda la
concepción de género. Se cuestiona incluso la expectativa de un rol. Cruzar la línea lo escribí estando en Minessotta, es
un poema de los que me he enamorado. Panes
y peces es la columna
vertebral del libro. Corbatas,recitado,
declamado, tiene el atractivo de la voz, de como la voz prima en el espacio performativo por encima del texto, pero eso no es un defecto
del texto, es un defecto de nuestra lectura. En ese poema estaba consciente de
que quería jugar con el sonido, que quería jugar con la presencia de la
voz.
Qué hay detrás de las páginas de Comunión antropoética
David Capiello: El deseo de establecer un lazo con el otro a través de
la poesía. De convertir al otro incluso en dios, de verlo como dios hecho
carne, de poder comulgar con ese otro tanto en lo cotidiano del pan. Como pasar
por el proceso de transubstanciación con ese otro y poder ver también la carne
como parte de esa comunión. Yo siento la necesidad con el otro.
Hay quienes comentan que el libro no es uno, sino tres
David Capiello: Son registros, tonos que están en la vida. Y todo eso
está en nosotros, el discurso romántico, el discurso social, el discurso de lo
metapoético, de las percepciones estéticas que tengamos, sobre la misma poesía,
sobre la misma literatura. O sea, la vida completa es un texto y todos esos
matices conviven, y no veo por qué tendría que dividir el libro en tres libros.
Háblame de tus comienzos
David Capiello: Yo empecé como cuentista, no sé que tanto me influyen
pero mis primeras lecturas
apasionadas fueron con autores como Poe, Quiroga, Lugones y Borges… Siempre
tenía conflicto con la poesía porque todo el mundo leía poesía, todo el mundo
hacía noches de poesía, las bohemias eran de poesía, pero nadie tenía noches de
cuentos, lecturas de cuentos, Por eso entro en conflicto con la poesía desde un
principio, le tomo mala sangre, y entre otras cosas la poesía me parecía cursi,
siempre me había parecido cursi.
Y con qué o con quién te tropezaste que te hizo cambiar
David Capiello: Con Vallejo. Es con Vallejo con quien me tropiezo.
Porque para ese tiempo me decía:
“Bueno, pero algo tiene que tener la poesía que engancha tanto a la gente; algo
tiene que haber en la poesía que no sea cursi; tenía que haber algo más que el
deseo de lo bello.” A mí eso me parecía muy poca cosa. Entonces cuando me
encontré con Vallejo pues yo dije: “¡Wao! Esto es bello pero hay un deseo por
comunicar, un deseo por establecer una empatía hacia el otro”. Había incluso
esa apertura visceral del poeta que no se esconde detrás del artificio, para
mostrarse centro, para mostrarse firme; estructura, ¿no? Eso yo lo encontré en
Vallejo.
Y después de Vallejo
David Capiello: Encuentro los poetas de la posguerra, encuentro a José
Hierro, encuentro a Celaya, encuentro todas esas lecturas que son obligadas.
Cualquier persona que lea a Vallejo y entienda el por qué Vallejo se fue a
España, el por qué Vallejo cayó preso, y la influencia de todo lo que Vallejo
significó tanto para hispanoamerica como para Europa. Si hay dos figuras que a
mí me parecen inmensas dentro de la tradición literaria hispanoamericana son
Vallejo y Huidobro, porque fueron los que cruzaron al otro lado, a enseñar que
ya nosotros escribíamos y que ahora ellos tenían que aprender de nosotros.
Figuras que demuestran que hispanoamerica ya es madura.
Y como llegas a tu pasión por escritores nuestros, como José María Lima
o Angelamaría Dávila
David Capiello: En esos momentos me dije: ‘Bueno, pues si ya yo estoy
leyendo a estos escritores, tengo que leer a los míos”. Y busco gente con ese
tono, y me doy con la situación de que Vallejo es retomado por unos escritores
del 60, entre ellos está Angelamaría Dávila y José María Lima. Y ahí olvídate.
Lo que yo veo tanto en Vallejo, como en María Lima y en Angelamaría Dávila es
que son hispanoamericanos. Y te soy honesto, escribo desde ahí, consciente de
mi Isla, pero para mí el mar, más que una muralla de agua se ha convertido en
una invitación al otro lado.
Tú tienes una mirada crítica acerca de la academia
David Capiello: Según en el mundo la guerra no se detiene, el
neoliberalismo no se detiene, la muerte no se detiene, el hambre no se detiene,
es estúpido ver que la academia siga en la postura en que sigue pensando que
más allá de las cuatro paredes de la academia el mundo no existe, y que el
mundo cobra sentido sólo cuando ellos lo teorizan. Es estúpido.
Cuando lees
David Capiello: Cada lectura
tiene su espacio. Para leer como alimento, retroalimentación, generalmente de
noche, porque soy una persona muy distraída. Y eso sí, no soporto el silencio
de las bibliotecas. Pero entonces leo de noche con el televisor prendido,
porque de alguna manera, no tengo las distracciones que en mi caso son más
visuales, y tengo el sonido del televisor que me aísla de cualquier otro tipo
de sonido que escuche fuera del apartamento.
Escribir…
David Capiello: Escribir, es
algo que no decido, eso me decide a mí. Si de pronto tengo una idea y la
escribo, igual la puedo dejar para trabajarla luego como igual la puedo empezar
a trabajar. Recuerdo que una vez Mayra me pescó fuera de clase y me dice:
“¿Estas escribiendo, verdad, cabroncito?”. Sabes por qué me pregunto si yo
estaba escribiendo, porque llevaba dos semanas sin ir a clase. Entonces no es
algo que yo decida. Ah, voy a escribir a esta hora de noche, con la musiquita
de fondo. Es que me dan. Y es bien diferente la inspiración, porque no es que
bajó una luz del cielo, golpeó mi frente y me preguntó: “Saulo, ¿por qué me
persigues?” No. No es eso. Es que me llega la idea, la voy trabajando, hasta
que me siento cómodo con la idea y estoy claro de pa’ donde voy, porque nunca
me siento a ver donde el texto llega. No son las teclas las que me dictan el
ritmo del poema. Ni es el escribir el que me lleva a cerrar un cuento.
Trabajas mucho
David Capiello: A lo mejor no
trabajo sobre el papel, pero yo necesito hablar con los personajes como si los
personajes ya fueran independientes a mí. Yo necesito incluso, a la hora de
sentarme a escribir, tener la trama clara, tener sólidos y con carne mis
personajes. Yo necesito incluso tener el tono, el oído para escuchar como ellos
hablan, el oído para escuchar como ellos son presentados, el oído para yo saber
quién es el que me va a contar el cuento.
Yo he tenido años en los que he escrito varios cuentos. No me considero
una persona que escriba como un demente. Por ejemplo, Ray me dice a mí: “Ah,
Capiello, esta semana escribí seis cuentos.” Vamos, eso es un cuento por día.
Claro, también hay que ver la extensión. Yo considero que mis cuentos no son cuentos
cortos. Incluso Luis Felipe dice que mis cuentos son pretensiones de novela.
Básicamente lo dice por CODEAFA, pero particularmente en el caso de CODEAFA fue
un cuento en el que yo supe del caso de la mujer que se prendió fuego en el
departamento de la familia. Eso fue en enero y todavía en septiembre yo estaba
compilando recortes de periódicos sobre ese caso. Entonces desde que yo digo
quiero escribir sobre esto, hasta cuando me siento a escribir, habían pasado
prácticamente ocho meses, nueve meses. Y después cuando me siento a escribir me
encuentro con que quiero ir al correo a ver como funciona el correo, quiero ir
al departamento de la familia para ver como es el espacio.
Entonces tú como escritor haces una lectura de tu entorno, de lo que te
rodea… que importancia tiene para el escritor esa lectura…
David Capiello: No hay
escritores si primero no son lectores. Y los espacios se leen, las personas se
leen, las situaciones se leen. Como parte de mi trabajo como lector yo tengo
que ir a esos espacios y leer esos espacios. Tengo que leerlos. Porque hay
gente que dice: “Ah, tú haces investigación”, y entonces sigue esta pretensión
de hacer esto tan solemne, tan profundo, tan serio. No, es simplemente vivir,
yo quise ir a ese espacio, leerlo, vivirlo, entenderlo, decodificarlo. Eso es
para mí parte de mi proceso y de mi responsabilidad como escritor.
Para mis poemas ya yo he hecho la lectura de lo que es mi propia vida. Y
he hecho Mis lecturas de mis vivencias aportan temas, aportan contenido.
Crees, como Hemingway, que el escritor puede hablar de lo que no conoce
David Capiello: Claro,
nosotros como escritores no tenemos que ser mujer para escribir desde nuestra
idea de lo que es un personaje femenino. No habría que llevarlo al punto de
acostarnos con un animal o con otra persona de nuestro propio sexo para de
alguna manera acercarte, intentando entender esa experiencia. Pero me parece
que todo lo contrario sería tan irresponsable, como decir que yo soy escritor
pero no leo a nadie.
Cuando te metes con esos libros que resisten el paso del tiempo y son
leídos por nuevas generaciones, cuando haces lectura de esos textos clásicos a
los que llamas obligados, que dejan, que dan al David Capiello escritor…
David Capiello: Aportan
estilo, aportan acercamiento, estructura y aportan diálogo. Mira que curioso,
leer a Vallejo te convierte en un receptor, de Vallejo como portavoz. Pero
cuando tú le contestas a Vallejo conviertes sus textos en receptores y en
dialogantes, los conviertes incluso en narratarios. Es como que yo estoy
hablando y hay receptores. Pero cuando digo hay narratarios, se trata de este auditorio a los que
yo les voy a decir esto porque quiero que lo escuchen como yo quiero que lo
escuchen. Y ese juego se da con las lecturas.
Es decir, que esa lectura de tu espacio vivencial tiene que convivir con
la lectura de esos textos que te preceden…
David Capiello: Las dos cosas
tienen que estar ahí. Leer esos textos que me preceden es como tener vivencias
también. No se qué ocurre cuando alguien lee un texto y no lo vive. De veras,
no sé que paso ahí. ¿Por qué tenemos que seguir distanciando tanto una cosa de
otra? ¿Por qué los textos están tan muertos? ¿Por qué esa necesidad de
distanciar la escritura de lo vivencial? Y me preocupa porque se puede dar el
caso en que mengüe el interés por la literatura, por la escritura y por la
lectura.
Alguna vez te escuché decir: “Comunion antropoética es bien yo”, pero
luego añadías que también en sus páginas habían otros… a qué te referías…
David Capiello: Ese primer libro es bien yo pero no
tiene por qué implicar que no haya otro y que pueda jugar. Es bien lúdico. No
es que una voz entra en conflicto con la otra, es que todas conviven. Es
Girondo. Es Altazor. Soy el poeta y antipoeta, y habla con Huidobro y habla con
Altazor, es eso. Y aunque mucha gente no lo quiere reconocer y usa como
pretexto la misma poesía, pues yo, descaradamente, voy a decir: “Mira, no
porque sea poeta me voy a escudar detrás de la poesía para decir que todos esos
yo habitan en mí. Es que realmente ese soy yo. Y la poesía no es el pretexto,
es que realmente así soy, y ahí está.” No sé por qué esta urgencia por querer
ser consistente. Por querer caminar en línea recta, por querer decir: “No, yo
me conozco.” Todas esas voces conviven. La poesía
lo permite y realmente somos así. Incluso puede llegar el momento en que las
mande a todas a la mierda.