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Revista Isla Negra
Casa de Poesía y literaturas
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21 de Noviembre, 2013 · General

En las letras, desde Puerto Rico


(Serie Libros valiosos encontrados en la espesura

David Capiello reflexiona sobre Comunión antropoética

 

Carlos Esteban Cana Rivera

 

El David Capiello que conversó conmigo acerca de su primer libro es diferente al David Capiello actual, director de Ediciones Aventis. El David que conversó conmigo iniciaba su etapa como escritor publicado. El David actual hizo del 2011 un año de logros en su empresa editorial publicando cuatro libros de autores tan diversos como Federico Irizarry Natal (Minoría  Absoluta), Jan Martínez (Trasunto de Transilvania/ El sur y su siniestra), Carlos Vázquez Cruz (Asado a las doce) y Jorge Volpi (Breve guía de la narrativa hispánica). También ha levantado un catálogo que cuenta con libros emblemáticos en la narrativa como La belleza bruta de Francisco Font y La vida a ratos de Christian Ibarra. Tampoco ha descuidado su propia obra con títulos que han despertado la curiosidad de la crítica: Casquillos (2008) y Mi sal (2011). Pero puntualizo, amigo lector, el David Capiello que escuchará es otro, aunque, en esencia, sea el mismo.

Sostuve esta conversación con David la semana después de la presentación formal de Comunión antropoética. Para ese primer libro Capiello contó con un grupo selecto: Carlos Roberto Gómez como editor, Rubén Ramos como fotógrafo, Sonia Marcus Gaia realizó  la invitación,  Janette Becerra y Carlos Vázquez Cruz la corrección. La mirada crítica durante el ‘bautizo’ del libro fue encomendada a Yaritza Aguilar. Antes, sin embargo, el poeta había compartido poemas de ese libro con estudiantes de la escuela superior Petra Mercado, en el pueblo de Humacao. “Si algo paga el ser escritor ha sido esa experiencia.” Me confesó en aquel momento cuando destacaba la capacidad de esos niños para enriquecer la lectura.

 

Para entonces los aforismos irreverentes de los Casquillos no estaban en el panorama. Aquella conversación incluso trascendió el contenido de Comunión antropoética y fue inevitable hablar sobre El Sótano 00931 (colectivo que gracias a Julio Cesar Pol se volvió a reunir recientemente en el Recinto de Ponce de la Universidad de Puerto Rico con motivo de los diez años de su fundación) ya que Capiello era uno de los integrantes más activos. Tampoco dejamos de lado sus inicios en la poesía, los autores fundacionales, y la narrativa que le dio a conocer en diversos certámenes. Cuentos  y relatos que esperamos ver algún día en libros.

 

David Capiello reflexiona en esta edición de En las letras, desde Puerto Rico, sobre Comunión antropoética.

 

En primer lugar puedes comentarme algo acerca del proceso. Esa travesía que convirtió Comunión antropoética en el libro que hoy tengo en mis manos

 

David Capiello: Lo primero fue el que yo me fuera para Minessota, porque me apartaba de El Sótano y me apartaba de mis amigos. El Sótano realmente nunca fue un junte de escritores, El Sótano éramos un junte de amigos, El Sótano no buscó gente para publicar una revista, El Sótano es el producto de un grupo de amistades que dijo vamos a publicar una revista, y lo hicimos totalmente conscientes de nuestra propuesta y a la misma vez con cierta prudencia cuando comenzábamos. Con el paso del tiempo me vi envuelto en tanta cosa, tantos eventos literarios, y entonces, de pronto, irme a Minessotta no fue perder la oportunidad de publicar en la revista, fue perder el contacto con mis amigos, con mi familia. De Minessotta me quedó mucho frío, mucha soledad, muchohomesick, porque el espacio era completamente desconocido, era volver al anonimato en todo el amplio espectro de lo que pudiera ser anonimato. Mi salida fue como una renuncia a regañadientes, a todo eso por lo que yo había trabajado y que por fin lo estaba viendo. Tener que irme fue una decisión bien fuerte.

 

Veo que el poemario tiene tres partes: la que le da nombre, Comunión antropoética; De cal y de arena; y Amor (A) tajada. Qué me puedes decir de esta estructura, de las partes del libro.

 

David Capiello: Hay poemas de cuando tenía 17 años. Yo estoy escribiendo desde los catorce años, desde el 96. Por recomendación de Janet Becerra, en vez de ordenar los poemas cronológicamente fueron organizados por unas tendencias temáticas. Es un trabajo de edición completo por el acomodo de unos poemas que a lo mejor no fueron tan intensos pero que así, estratégicamente distribuidos, le dieron  consistencia al texto, y le dieron esa tensión ni ascendente ni descendente, sino consistencia más que nada.

 

Hablemos de algunos de tus poemas

 

David Capiello: Pacto de palabras es un ars poetica y la columna vertebral de la segunda parte titulada De cal y de arena. Si te digo niña,  es un poema que subvierte toda la concepción de género. Se cuestiona incluso la expectativa de un rol. Cruzar la línea lo escribí estando en Minessotta, es un poema de los que me he enamorado. Panes y peces es la columna vertebral del libro. Corbatas,recitado, declamado, tiene el atractivo de la voz, de como la voz prima en el espacio performativo por encima del texto, pero eso no es un defecto del texto, es un defecto de nuestra lectura. En ese poema estaba consciente de que quería jugar con el sonido, que quería jugar con la presencia de la voz. 

 

Qué hay detrás de las páginas de Comunión antropoética

 

David Capiello: El deseo de establecer un lazo con el otro a través de la poesía. De convertir al otro incluso en dios, de verlo como dios hecho carne, de poder comulgar con ese otro tanto en lo cotidiano del pan. Como pasar por el proceso de transubstanciación con ese otro y poder ver también la carne como parte de esa comunión. Yo siento la necesidad con el otro.

 

Hay quienes comentan que el libro no es uno, sino tres

 

David Capiello: Son registros, tonos que están en la vida. Y todo eso está en nosotros, el discurso romántico, el discurso social, el discurso de lo metapoético, de las percepciones estéticas que tengamos, sobre la misma poesía, sobre la misma literatura. O sea, la vida completa es un texto y todos esos matices conviven, y no veo por qué tendría que dividir el libro en tres libros.

 

Háblame de tus comienzos

 

David Capiello: Yo empecé como cuentista, no sé que tanto me influyen pero mis primeras  lecturas apasionadas fueron con autores como Poe, Quiroga, Lugones y Borges… Siempre tenía conflicto con la poesía porque todo el mundo leía poesía, todo el mundo hacía noches de poesía, las bohemias eran de poesía, pero nadie tenía noches de cuentos, lecturas de cuentos, Por eso entro en conflicto con la poesía desde un principio, le tomo mala sangre, y entre otras cosas la poesía me parecía cursi, siempre me había parecido cursi.

 

Y con qué o con quién te tropezaste que te hizo cambiar

 

David Capiello: Con Vallejo. Es con Vallejo con quien me tropiezo. Porque para ese tiempo me  decía: “Bueno, pero algo tiene que tener la poesía que engancha tanto a la gente; algo tiene que haber en la poesía que no sea cursi; tenía que haber algo más que el deseo de lo bello.” A mí eso me parecía muy poca cosa. Entonces cuando me encontré con Vallejo pues yo dije: “¡Wao! Esto es bello pero hay un deseo por comunicar, un deseo por establecer una empatía hacia el otro”. Había incluso esa apertura visceral del poeta que no se esconde detrás del artificio, para mostrarse centro, para mostrarse firme; estructura, ¿no? Eso yo lo encontré en Vallejo.

 

Y después de Vallejo

 

David Capiello: Encuentro los poetas de la posguerra, encuentro a José Hierro, encuentro a Celaya, encuentro todas esas lecturas que son obligadas. Cualquier persona que lea a Vallejo y entienda el por qué Vallejo se fue a España, el por qué Vallejo cayó preso, y la influencia de todo lo que Vallejo significó tanto para hispanoamerica como para Europa. Si hay dos figuras que a mí me parecen inmensas dentro de la tradición literaria hispanoamericana son Vallejo y Huidobro, porque fueron los que cruzaron al otro lado, a enseñar que ya nosotros escribíamos y que ahora ellos tenían que aprender de nosotros. Figuras que demuestran que hispanoamerica ya es madura.

 

Y como llegas a tu pasión por escritores nuestros, como José María Lima o Angelamaría Dávila

 

David Capiello: En esos momentos me dije: ‘Bueno, pues si ya yo estoy leyendo a estos escritores, tengo que leer a los míos”. Y busco gente con ese tono, y me doy con la situación de que Vallejo es retomado por unos escritores del 60, entre ellos está Angelamaría Dávila y José María Lima. Y ahí olvídate. Lo que yo veo tanto en Vallejo, como en María Lima y en Angelamaría Dávila es que son hispanoamericanos. Y te soy honesto, escribo desde ahí, consciente de mi Isla, pero para mí el mar, más que una muralla de agua se ha convertido en una invitación al otro lado.

 

Tú tienes una mirada crítica acerca de la academia

 

David Capiello: Según en el mundo la guerra no se detiene, el neoliberalismo no se detiene, la muerte no se detiene, el hambre no se detiene, es estúpido ver que la academia siga en la postura en que sigue pensando que más allá de las cuatro paredes de la academia el mundo no existe, y que el mundo cobra sentido sólo cuando ellos lo teorizan. Es estúpido.

 

Cuando lees

 

David Capiello: Cada lectura tiene su espacio. Para leer como alimento, retroalimentación, generalmente de noche, porque soy una persona muy distraída. Y eso sí, no soporto el silencio de las bibliotecas. Pero entonces leo de noche con el televisor prendido, porque de alguna manera, no tengo las distracciones que en mi caso son más visuales, y tengo el sonido del televisor que me aísla de cualquier otro tipo de sonido que escuche fuera del apartamento.

 

Escribir…

 

David Capiello: Escribir, es algo que no decido, eso me decide a mí. Si de pronto tengo una idea y la escribo, igual la puedo dejar para trabajarla luego como igual la puedo empezar a trabajar. Recuerdo que una vez Mayra me pescó fuera de clase y me dice: “¿Estas escribiendo, verdad, cabroncito?”. Sabes por qué me pregunto si yo estaba escribiendo, porque llevaba dos semanas sin ir a clase. Entonces no es algo que yo decida. Ah, voy a escribir a esta hora de noche, con la musiquita de fondo. Es que me dan. Y es bien diferente la inspiración, porque no es que bajó una luz del cielo, golpeó mi frente y me preguntó: “Saulo, ¿por qué me persigues?” No. No es eso. Es que me llega la idea, la voy trabajando, hasta que me siento cómodo con la idea y estoy claro de pa’ donde voy, porque nunca me siento a ver donde el texto llega. No son las teclas las que me dictan el ritmo del poema. Ni es el escribir el que me lleva a cerrar un cuento.

 

Trabajas mucho

 

David Capiello: A lo mejor no trabajo sobre el papel, pero yo necesito hablar con los personajes como si los personajes ya fueran independientes a mí. Yo necesito incluso, a la hora de sentarme a escribir, tener la trama clara, tener sólidos y con carne mis personajes. Yo necesito incluso tener el tono, el oído para escuchar como ellos hablan, el oído para escuchar como ellos son presentados, el oído para yo saber quién es el que me va a contar el cuento.

Yo he tenido años en los que he escrito varios cuentos. No me considero una persona que escriba como un demente. Por ejemplo, Ray me dice a mí: “Ah, Capiello, esta semana escribí seis cuentos.” Vamos, eso es un cuento por día. Claro, también hay que ver la extensión. Yo considero que mis cuentos no son cuentos cortos. Incluso Luis Felipe dice que mis cuentos son pretensiones de novela. Básicamente lo dice por CODEAFA, pero particularmente en el caso de CODEAFA fue un cuento en el que yo supe del caso de la mujer que se prendió fuego en el departamento de la familia. Eso fue en enero y todavía en septiembre yo estaba compilando recortes de periódicos sobre ese caso. Entonces desde que yo digo quiero escribir sobre esto, hasta cuando me siento a escribir, habían pasado prácticamente ocho meses, nueve meses. Y después cuando me siento a escribir me encuentro con que quiero ir al correo a ver como funciona el correo, quiero ir al departamento de la familia para ver como es el espacio.

 

Entonces tú como escritor haces una lectura de tu entorno, de lo que te rodea… que importancia tiene para el escritor esa lectura…

 

David Capiello: No hay escritores si primero no son lectores. Y los espacios se leen, las personas se leen, las situaciones se leen. Como parte de mi trabajo como lector yo tengo que ir a esos espacios y leer esos espacios. Tengo que leerlos. Porque hay gente que dice: “Ah, tú haces investigación”, y entonces sigue esta pretensión de hacer esto tan solemne, tan profundo, tan serio. No, es simplemente vivir, yo quise ir a ese espacio, leerlo, vivirlo, entenderlo, decodificarlo. Eso es para mí parte de mi proceso y de mi responsabilidad como escritor.

Para mis poemas ya yo he hecho la lectura de lo que es mi propia vida. Y he hecho Mis lecturas de mis vivencias aportan temas, aportan contenido.

 

Crees, como Hemingway, que el escritor puede hablar de lo que no conoce

 

David Capiello: Claro, nosotros como escritores no tenemos que ser mujer para escribir desde nuestra idea de lo que es un personaje femenino. No habría que llevarlo al punto de acostarnos con un animal o con otra persona de nuestro propio sexo para de alguna manera acercarte, intentando entender esa experiencia. Pero me parece que todo lo contrario sería tan irresponsable, como decir que yo soy escritor pero no leo a nadie.

 

Cuando te metes con esos libros que resisten el paso del tiempo y son leídos por nuevas generaciones, cuando haces lectura de esos textos clásicos a los que llamas obligados, que dejan, que dan al David Capiello escritor…

 

David Capiello: Aportan estilo, aportan acercamiento, estructura y aportan diálogo. Mira que curioso, leer a Vallejo te convierte en un receptor, de Vallejo como portavoz. Pero cuando tú le contestas a Vallejo conviertes sus textos en receptores y en dialogantes, los conviertes incluso en narratarios. Es como que yo estoy hablando y hay receptores. Pero cuando digo hay  narratarios, se trata de este auditorio a los que yo les voy a decir esto porque quiero que lo escuchen como yo quiero que lo escuchen. Y ese juego se da con las lecturas.

 

Es decir, que esa lectura de tu espacio vivencial tiene que convivir con la lectura de esos textos que te preceden…

 

David Capiello: Las dos cosas tienen que estar ahí. Leer esos textos que me preceden es como tener vivencias también. No se qué ocurre cuando alguien lee un texto y no lo vive. De veras, no sé que paso ahí. ¿Por qué tenemos que seguir distanciando tanto una cosa de otra? ¿Por qué los textos están tan muertos? ¿Por qué esa necesidad de distanciar la escritura de lo vivencial? Y me preocupa porque se puede dar el caso en que mengüe el interés por la literatura, por la escritura y por la lectura.

 

Alguna vez te escuché decir: “Comunion antropoética es bien yo”, pero luego añadías que también en sus páginas habían otros… a qué te referías…

 

David Capiello: Ese primer libro es bien yo pero no tiene por qué implicar que no haya otro y que pueda jugar. Es bien lúdico. No es que una voz entra en conflicto con la otra, es que todas conviven. Es Girondo. Es Altazor. Soy el poeta y antipoeta, y habla con Huidobro y habla con Altazor, es eso. Y aunque mucha gente no lo quiere reconocer y usa como pretexto la misma poesía, pues yo, descaradamente, voy a decir: “Mira, no porque sea poeta me voy a escudar detrás de la poesía para decir que todos esos yo habitan en mí. Es que realmente ese soy yo. Y la poesía no es el pretexto, es que realmente así soy, y ahí está.” No sé por qué esta urgencia por querer ser consistente. Por querer caminar en línea recta, por querer decir: “No, yo me conozco.” Todas esas voces conviven. La poesía lo permite y realmente somos así. Incluso puede llegar el momento en que las mande a todas a la mierda.

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publicado por islanegra a las 18:48 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
28 de Agosto, 2012 · General

En las letras, desde Puerto Rico

 

Stefan Antonmattei y Gilberto Hernandez, dos escritores que honran el oficio.


por Carlos Esteban Cana


Este semestre se perfila interesante en la literatura puertorriqueña con las nuevas publicaciones de los escritores Gilberto Hernández y Stefan Antonmattei. Ambos autores se han caracterizado por su disciplinada constancia en el oficio. No han tenido prisa alguna por publicar estos títulos. Lo que, a mi modo de ver, muestra conciencia plena de lo medular e inherente a esta vocación. Con ninguna estridencia, sin prisa pero sin pausa, Hernández y Antonmattei se han labrado, con el transcurso de los años, un lugar propio en el panorama; desde esa artesanía constante de  crear y recrear lo escrito.


Escribir es una forma de mirar desde otras perspectivas la vida. A veces, en un sistema donde todo se cuantifica desde dólares y centavos, el Time is Money, parece a contra corriente con la escritura como modo de vida. Pero quien va contra lo que le dicta su alma se gana un boleto a la infelicidad perpetua.


¿Y qué se necesita para obtener formación en el oficio? Sin duda un acervo cultural, río caudaloso de formación personal y cívica, mediante la lectura de libros. Libros de todas clases, según el gusto particular. Las alternativas son infinitas: desde la narrativa de ficción, hasta lectura de temas especializados en psicología, sociología, historia, humanidades. Tampoco olvidemos la poesía y los clásicos. En fin, cualquier tema que a usted se le ocurra formular.


Pero acompañando ese acervo, que lentamente hace un total en la personalidad del autor, está la propia vida. Para poder describir, expresar con precisión un diálogo interesante, para transmitir matices de una situación climática en el párrafo de turno, hay que vivir con intensidad. En otras palabras, con los cinco sentidos en su máxima capacidad. No de otra forma se logra escribir.


A veces ocurre que los escritores trabajan en silencio. Las historias para manifestarse, en ocasiones, parecen tomar una ruta semejante a los ríos subterráneos. Están ahí, en la propia piel del escritor, pero para emerger tienen su momento particular, su kairós para nombrar un término filosófico. Y cuando salen y fluyen las palabras todo lo que parecía latente, casi  detenido en algún espacio neuronal o fisura del alma, adquiere relieve, nitidez y las letras se dibujan en el papel o en la pantalla.


Por eso, la presencia de dos libros de Gilberto Hernández (titulados La vigilia de Tannhaüser, y Estaciones sin memoria) y uno de Stefan Antonmattei (con el sugerente título de Erótica  con dos partes, la primera contiene 100 poesías, la segunda 60 páginas de cuentos contundentes), en medio del panorama literario boricua, colocan en primer plano lo que es tener verdadera vocación en el oficio. Mis respetos a ambos escritores por tal logro. En buena hora.


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publicado por islanegra a las 14:19 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
14 de Agosto, 2012 · General

Pasión, vivencia y conocimiento: El universo creativo de Lina Zerón -primera parte-

 

por Carlos Esteban Cana

Creo que fue el escritor puertorriqueño Mario Antonio Rosa la primera persona que me habló de esta poeta mexicana. Y desde ese entonces, hace diez años, he seguido la excelsa trayectoria de Lina Zerón, que continúa este año con la publicación de Liberen a los delfines, una selección de su poesía erótica que incluye además piezas inéditas.

Pero hablemos un poco más de Lina Zerón. Personalidad que con su obra creativa, desplegada en 21 libros hasta la fecha, se ha convertido en una de las mejores embajadoras culturales de su país y de toda Iberoamérica. Traducida a una veintena de idiomas (entre los que se encuentran el inglés, italiano, portugués, esloveno, árabe, ruso, el mongol y el hebreo) esta escritora nacida un 30 de octubre en Ciudad de México, es consecuentemente invitada a participar de festivales internacionales de poesía alrededor del planeta, así como a encuentros y congresos literarios. Y no es para menos, pues quien significa la poesía como pasión, vivencia y conocimiento, ha transformado su vocación literaria en un modo de vida. De ahí que su obra se pueda ocupar con intensidad y belleza de las encrucijadas internas del corazón, así como de la insaciable búsqueda de la justicia humana.

Como directora y editora de Linaje Editores Zerón ha creado, con el paso de los años, un catálogo que cuenta con valiosos títulos de autores tan importantes y necesarios como Norma Segades Manías o Gabriel Impaglione. Por otra parte, las preguntas medulares de su periodismo cultural, reproducido en periódicos como Milenio o Excelsior, le han colocado en lugar de privilegio. Por lo anterior, hemos conocido un poco más a personalidades del mundo literario como Mario Benedetti, Ernesto Cardenal o Thiago de Mello, entre otros. Y como gestora cultural ha desplegado un amplio y generoso circuito de intercambio continental.  

En las letras, desde Puerto Rico se complace en llevar a sus lectores, en dos partes, al universo creativo de Lina Zerón. En este primer episodio comparto los curiosos e interesantes comentarios que la autora de “Un gran país” formuló mientras le iba citando diferentes versos de su amplia obra. En la segunda parte, que reproduciremos próximamente, escucharemos a la poeta reflexionar sobre la vida y los libros, el desarrollo de su poética, y también nos hablará de algunos viajes y la etapa actual en la que se encuentra como ser humano, mujer y artista.

PASIÓN, VIVENCIA Y CONOCIMIENTO: EL UNIVERSO CREATIVO DE LINA ZERÓN (primera parte)

 

Carlos Esteban Cana: Podríamos comenzar esta conversación de forma cronológica. Libro por libro. Etapa por etapa, pero como hemos esperado mucho por esta conversación, quisiera alterar el formato tradicional que utilizo para cursar las entrevistas. Para eso, ingresé a tu obra, poesía por poesía, y fui seleccionando versos, algunos versos que, por una u otra razón, me tocaban. Así que aquí los lanzo.

 Estos versos tuyos, Lina, qué te recuerdan, qué evocan, Poeta…

CEC: Pez golondrina, sin nido fijo y sin cadenas…

Lina Zerón* LIBERACIÓN

CEC: El amor permanece/ nunca en vino añejo se convierte…

LZ* NO IMPORTA SI ESTÁ O NO PRESENTE A QUIEN AMAS, SIEMPRE LO LLEVAS EN EL CORAZÓN

CEC: Soy agua que arrasa los caminos/ turbulencia de duna en el desierto…

LZ * SOY UNA GUERRERA Y NADA PODRÁ VENCERME, NNGUNA ENFERMEDAD.

CEC: A veces soy luminoso texto/ otras, oscuridad de invierno/ pero nunca la misma

LZ *TOMO DESICIONES DRÁSTICAS EN UN SEGUNDO Y LAS EJECUTO, POR ESO NUNCA SOY LA MISMA. ME HE ARREPENTIDO ALGUNAS VECES DE SER TAN IMPULSIVA.

CEC: Benditas las hembras con facturas y fragmentos/

Benditas Nosotras, matriz del universo

LZ * ASÍ ES, TODAS LAS HEMBRAS SUFRIMOS DOLOR, DESDE EL CRECIMIENTO DE LOS SENOS Y LA APARICIÓN DE LA PRIMERA MESTRUACIÓN, HASTA EL QUE NOS PAGUEN MENOS POR EL MISMO TRABAJO PERO AL FINAL DE CUENTAS, NOSOTRAS PARIMOS A TODA LA RAZA QUE HABITA ESTE PLANETA

CEC: ¿Por qué no fui hombre como tú?

LZ * PORQUE LOS HOMBRES SON MÁS PRÁCTICOS Y CEREBRALES PARA EL AMOR.

CEC: Más sola que un viejo faro de mar…

LZ *LOS FAROS ESTAN TAN SOLOS PARA GUIAR A LOS BARCOS COMO YO A VECES CUANDO ESTOY SIN AMOR.

CEC: Ruega por las ignoradas de la tierra/ hacernos esclavas…

LZ *LAS MUJERES QUE SUFREN POR EL MACHISMO, LAS RELIGIONES EXTREMAS, LAS TRADICIONES. LAS MUJERES QUE POR VOLUNTAD SE DEJAR HACER ESCLAVAS.

CEC: Y sin embargo… el amor existe…

LZ * ESO ES VERDAD, LOS BUENOS AMAN, LOS MALOS AMAN, LOS QUE TIENEN ALGÚN RETRASO MENTAL, LOS QUE NACIERON DIFERENTES A LOS OTROS. TODOS AMAMOS, A PESAR DE CUALQUIER COSA QUE PASE.

CEC: Quien pudiera verte/ con estos ojos de niebla

LZ *LA NOSTALGIA POR LA PATRIA. MI MAESTRO DE CIENCIAS POLÍTICAS, MIGUEL ESCOBAR VALENCIA, REFUGIADO CHILENO, AÑORABA TANTO SU PAÍS QUE SE LE NOTABA EL SUFRIMIENTO.

CEC: Mas, no tengo a donde ir… / Pertenezco a esta jaula

LZ *TODOS PERTENECEMOS A UNA JAULA, INCLUSO LA QUE NOSOTROS HEMOS CONSTRUIDO.

CEC: La justicia no alcanza para todos

LZ * JAMÁS ALCANZARÁ PORQUE LOS GOBIERNOS ESTAS DIRIGIDOS POR LA CORRUPCIÓN A NIVEL MUNDIAL.

CEC: A los dioses que tejieron mis raíces en el agua […] / con ellos tengo comprometida mi palabra

LZ *CON ELLOS, CON MIS DIOSES AZTECAS Y MAYAS, CON LOS QUE ADORABAN AL SOL, AL AGUA, A LA FERTILIDAD. A LOS DIOSES DE MI RAZA LES TENGO ENTREGADA MI PALABRA.

CEC: anzuelo en el fondo sin carnada/ y yo hambriento pez en la noche del océano

tal vez seas flama desprendida del sol/ y yo espejo incapaz de reflejarte

LZ *HAY SITUACIONES EN QUE NO HAY PODER DIVINO, HUMANO, IMAGINARIO QUE PUEDA CON EL DOLOR QUE TE AQUEJA.

CEC: no quiero que la venganza sature la de muerte/ la existencia/ hay que erradicar el odio del corazón/ y el ojo por ojo que terminará por cegar al mundo

LZ *EN CUALQUIER TERRENO, LA VENGANZA, EL ODIO, LA DISCRIMINACIÓN, EL RACISMO, LA FALTA DE AMOR, ENCEGUECE Y TERMINA POR ANIQUILAR, POR ESO HAY QUE ERRADICAR LA MALDAD DE LOS CORAZONES.

CEC: A qué cielo iremos a parar/ cuando harta de tanta sangre/ bulímica la Tierra nos escupa

LZ *DEBEMOS SEMBRAR AMOR EN NUESTROS REDEDOR, HIJOS, FAMILIA, VECINOS, AMIGOS, CONOCIDOS, CON EL EJEMPLO. SI TODOS AMÁRAMOS A UNA PERSONA Y ESA A OTRA Y OTRA Y SE HICIERA UNA CADENA DE AMOR, NO HABRÍA DERRAMAMIENTOS DE SANGRE.

CEC: Esas cosas son del alma/ que solo entendemos los viejos

LZ *HAY COSAS QUE SÓLO LA GENTE CON MUCHA EXPERIENCIA, AÑOS, SABE PERFECTAMENTE. NO HAY NADA COMO ESCUCHAR A LOS VIEJOS.

(la segunda parte de la entrevista podrá encontrarse en archivo (más abajo)

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27 de Mayo, 2012 · General

En las letras, desde Puerto Rico (Serie Escritoras Internacionales)

 

 

El universo creativo de Lina Zerón  

-segunda parte-

por Carlos Esteban Cana

En esta segunda parte develamos detalles importantes en la trayectoria de esta autora mexicana. Ligada de diversas formas a Puerto Rico, ya sea a través de varios poemas o con la amistad que le une a escritoras y escritores boricuas, Zerón pasa revista sobre diferentes etapas en su vida. Por lo anterior, conocemos cuáles fueron los primeros libros en sus manos, cómo se acerca a la poesía, por qué su nombre inicial como autora cambió en París. Nos detenemos brevemente en cada uno de los títulos que conforman su obra, rememoramos algunos acontecimientos que gestó durante tres lustros de intensa presencia cultural, y también hablamos del presente, ciclo creativo caracterizado por una rica actividad interna de mayor sosiego.

Pasión, vivencia y conocimiento: El universo creativo de Lina Zerón   -segunda parte-

CEC: Háblame ahora de ti… de tu vida… de las tardes cuando eras niña… de los primeros libros… del proceso de secundaria

Lina Zerón: Soy la tercera de cuatro hermanos. Mi padre consanguíneo murió cuando yo tenía 6 años. Mi infancia fue muy difícil ya que de un jalón perdimos padre y madre porque el trabajo copaba todo su tiempo. La pobre abuela de casi 70 años tuvo que hacerse cargo de cuatro diablillos.

Tanto la primaria como la secundaria fui la niña de los dieces, amaba la escuela, bueno, siempre. Hacer tareas. Todos mis apuntes los pasaba en limpio y era súper traviesa. Si no fuera por mis calificaciones, me hubieran corrido de la secundaria.

En tercer año descubrí que era bonita y dejé de ser un tanto “machorra” para ser más femenina. Estaba acostumbrada a jugar con mis hermanos hombres, futbol, beisbol, lucha en patines, todo lo que fuera de hombre, incluso usaba el cabello tan corto como ellos. Mi hermanita, a la que adoro, era tan femenina que me caía mal y como castigo mi abuelita me ponía a jugar a las muñecas con ella. Un día le formé todas sus muñecas en la jardinera de la casa y las maté con una basuka, de juguete, claro. Me tocó una de tantas palizas.

A los 8 años mi madre me dio el primer libro para leer: Fábulas de Esopo, luego, Mujercitas, La edad de la inocencia y creó un hábito de lectura. Ella escribía poesía y yo comencé a hacer mis pininos a los 11 años pero desde los 8 concursaba declamando y casi siempre ganaba. En la Secundaria vendía cartitas de amor o poemas a un peso y me compraba una soda y un chocolate.

CEC: Y después, que tan fácil o tan difícil fue esa época…

LZ: La prepa fue un trago amargo ya que mi mamá se volvió a casar, cuando yo tenía 15 años, con un militar que nos trató de controlar como soldados y chocamos muchísimo con él. Ahora lo amo como a un padre pero tuvimos que adaptarnos todos a la nueva situación. Mis calificaciones bajaron de 10 a 8.9. Sufrí mucho por los celos de las compañeras y el acoso de los chicos. Todo esto me descontroló, no quería ir a la escuela.  

CEC: Hablemos ahora de tu etapa universitaria…

LZ: La universidad fue la etapa más maravillosa de mi vida en cuestión de escuelas. Retomé mis ganas de estudiar, con todo. Los tres primeros semestres los pasé en el área de arquitectura e ingeniería. Mis calificaciones volvieron a ser muy buenas. Estudié Relaciones Internacionales. Yo quería ser Médica pero no había cupo en esa carrera así que el novio que tenía en turno, me inscribió en Relaciones, ya que yo estaba trabajando mientras llegaban mis documentos.

Comencé a trabajar en la mañana, de 8 a 5 y de ahí salía corriendo a la universidad que era de 17 a 22 hrs. Un cambio total porque en el turno vespertino los compañeros eran mucho más maduros que los de la mañana.

Cuando salí de la universidad me contrataron en la Dirección de Posgrado como asistente A, B y luego como jefa de servicios escolares y ahí conocí al que hasta la fecha es mi esposo. Fue a pedir informes para un amigo y nos gustamos. A los 15 días ya estábamos viviendo juntos y luego nos casamos. Tuvimos 3 hijitos, ja ja. El oficio más difícil de la humanidad, ser padres.

CEC: Háblame ahora del oficio… cómo te acercas al poema…

LZ: El poema se acerca a mí, no yo al poema. Es algo muy lindo y extraño, puedo no escribir un poema durante 15 días o un mes y de pronto, todas las vivencias que he tenido, visto, he sido testigo, se agolpan en mi interior y comienzan a salir de un jalón y escribo y escribo hasta que me agoto. Luego los dejo descansar y los voy abriendo de a poco. Los reviso, los corrijo, los leo en voz alta y cuando ya estoy segura, en ese momento, los doy para publicación.

CEC: Me puedes hablar de lo que es poesía… para qué sirve…  cumple algún rol…

LZ: La poesía para mí, es pasión, vivencia y conocimiento. Y siempre parto de estas premisas para escribir. La poesía es para los ciudadanos de a pie. Nunca derrocará un gobierno ni detendrá una guerra pero sí denuncia, presta sus palabras a otros para que se expresen, mueve corazones.

CEC: ¿Qué te apasiona leer? ¿Cuáles fueron esas lecturas que te marcaron?

LZ: Me gusta mucho la poesía contemporánea, la que se gesta en este momento. Los clásicos ya los leí hace mucho y me sirvieron en su momento. Pero lo que me apasiona es leer todos los libros que me regalan cuando voy a los Encuentros de poesía, esa es la más fresca, lo verdaderamente actual.

Oliverio Girondo es uno de mis poetas preferidos. Lao Tse, Kavafis, Sabines, son muchos los poetas que he leído. Desde niña los románticos hasta los completamente desconocidos para otros. No me siento influenciada especialmente por alguno. Tal vez a los 15 años por Neruda, Sor Juana, pero a medida que he ido encontrando mi estilo, mis lecturas van cambiando.

En cuestión de narrativa, ya que me gusta escribir novela y cuento, leo sólo lo que me atrae. Si un libro no me atrapa en las primeras 50 páginas, lo cierro y comienzo otro. Me gusta mucho la literatura policiaca, la de suspenso. Las historias de amor, prefiero vivirlas.

CEC: Cómo se describe una mujer escritora como tú con respecto al ambiente literario

LZ: Soy una mujer muy apartada de los grupos, las camarillas literarias, no me gusta que me cataloguen en ninguna corriente ni como parte de nada. Soy un ser libre en todos los aspectos. Yo tomo mis decisiones, no siempre son las mejores pero son mías. Soy bastante ermitaña. No me gusta ir a las presentaciones de libros. No me gusta presentar mis libros. Prefiero que me inviten a leer mi obra en colegios o asistir a los Festivales.

CEC: En qué etapa te encuentras ahora

LZ: Antes tenía apuro por publicar, por ser reconocida. Ahora quiero descansar del torbellino en el que he vivido los últimos 15 años. Necesito paz y silencio, incluso he cambiado mis números de teléfono para que nadie me llame y pueda disfrutar el estar sola, sin visitas. Sola con mis pensamientos, mis libros. Disfruto mucho la naturaleza, el mar, amo el mar.

CEC: Dime, cuando escribes, hay alguna sensación que motive la creación

LZ: Sólo escribo cuando tengo deseos, o cuando sufro. Normalmente si estoy feliz y disfrutando de la vida, prefiero centrarme en ello y no distraerme en otras cosas. Cuando comienzo a escribir es difícil parar, como cuando un libro me atrapa. Soy capaz de no dormir con tal de terminarlo.

CEC: Tu poesía también tiene ese hálito de conmoverse ante el dolor ajeno, situación que también coloca, en ocasiones  al poeta en una encrucijada propia; manejar el dolor no es fácil 

LZ: Hace como un año dejé de estar informada de lo que pasa en el mundo. Sufro tanto con las noticias que ya no veo televisión, no leo periódicos y trato de no enterarme. Era tanto lo que sufría viendo a los niños acribillados, o abusados en cualquier forma que tuve una depresión fuerte. Ya lo condené en el papel, pero por salud mental y emocional, no quiero enterarme de nada. Tal vez es una estupidez pero no soporto el sufrimiento ajeno.  

CEC: Hablemos ahora de tu obra, libro por libro. Comencemos con tu primer poemario publicado en 1996, titulado Luna en abril, poemas

LZ: Luna en abril, poemas, es el primer libro que me editan en el que se recupera poesía de mis inicios en la adolescencia, mi primera juventud, mis deseos íntimos. Y ya se nota mi espíritu, mi compromiso en la defensa de los derechos de la mujer y con mi país. No hay un hilo conductor ya que son poemas de diferentes edades.

CEC: En 1997 publicas Luna en abril, sueños

LZ: Luna en abril, sueños, es prosa poética. Son pequeños relatos de todo tipo, sobre todo amorosos y donde comienzo a desarrollar el erotismo en mis escritos. También de varias edades. Tenía mucho escrito desde jovencita y la editorial del Centro de Investigación y Estudios Nacionales me contactó para iniciar su colección de Literatura, con lo mío.

CEC: En 1998 culminas esa trilogía con Luna en abril, cartas

LZ: Luna en abril, cartas, es el complemento de la trilogía de mis escritos a partir de los 15 años y que el CIEN divide en tres. Así surgen: poemas, sueños y cartas. En este libro hay prosa más directa y contiene misivas de todo tipo: amorosas, a mi padre muerto, a mi segundo padre, a un maestro, un(a) amigo(a). Desarrollo más mi buen sentido del humor en este libro.

No pensé que fuera a suceder mucho con estos tres libros y no tuve la precaución de guardar ni un solo ejemplar y resultó que Luna en abril, poemas, el primario o más primitivo, como lo llamaron en aquella época, logró vender 3mil ejemplares en 9 meses en los exhibidores de unos restaurantes de México.

CEC: A finales de esa década, la última del siglo XX, en 1999, circula tu libro La spirale du feu, Espiral de Fuego.

LZ: Siento que con este libro di el salto ya que alguien que compró mi libro de Luna en abril, poemas, lo llevó a París. Se lo muestra al que en ese entonces era el Director del Instituto hispanoamericano de cultura, a quien le gusta la frescura de los poemas y hace contacto conmigo. Me hace la proposición de que el próximo libro, que todavía no tenía nombre, me lo traduzcan al francés y aparezca en París.

Hago maletas, viajo a París -1998- a conocer al traductor, al contacto, a mi anfitriona y a los de la editorial. Acepto su proposición de mudarme unos meses a París, cosa que exigió el traductor, para poder llevar a cabo el libro bilingüe. Yo, casada, con tres hijos pequeños, tuve que enfrentarme a la situación de combinar mis tareas de mamá, esposa y administradora de mi casa, mis clases, para perseguir mi sueño. Consigo una buena negociación con mi familia y me mudo 7 meses a París.

Ahí fue donde mi nombre inicial como escritora cambió de Lina De Mendoza en los primeros libros a Lina Zerón, ya que las compañeras latinas me hacían burla por el “de”. Todas ellas libres y feministas, sembraron la semilla de la liberación de espíritu y fue que adopté mi nombre de soltera para escribir: Lina Zerón.

El libro se termina de traducir en 1999, se edita en L’Harmattan y se sigue vendiendo por internet. En París conocí gente muy valiosa de quien aprendí mucho. Tuve una especie de “tutor”, Jorge Tafur, que me daba lecturas y lecturas. Me preguntaba como si estuviera en el colegio, revisaba mis poemas. Los que no le gustaban los arrugaba y los tiraba al suelo. Y yo, perceptiva de que era el camino correcto, acepté el reto de trabajar con un hombre tan enérgico y disciplinado para la literatura y reescribía las metáforas, pensaba en los adjetivos, los recursos literarios. En fin, todo lo que él me enseñó lo aproveché y mi vida cambió de la mamá de los güeritos, la esposa del Ing. Mendoza, la hijita del Mayor Zerón a la poeta mexicana, Lina Zerón.

Al salir publicada en París y comenzar la promoción del libro, fui incluida en antologías como: “Latinas en Paris” y muchas más. Así que el resto de mi producción se realizó en Europa ya que en varias lecturas había alguien de otro país al que le gustaba mi poesía y me invitaba a traducirme o a un Festival. Y me traducían 15 o 20 poemas para que pudiera asistir, como fue el caso de Alemania, Suecia, Francia, Yugoslavia, Italia.

Luego me tocó Suramérica. Comencé con una invitación a un Encuentro en Brasil y de ahí me invitan a La Habana al Festival de poesía, donde me escuchan poetas del mundo ex socialista y comienzo a viajar invitada a otros países como Rumania, Hungría, Checoslovaquia. Me convertí en la poeta errante, así me llamó el poeta Oscar Wong en un ensayo que hizo sobre mi poesía cuando me descubren en México en 2001. Y me invitan al Primer Encuentro de Mujeres Poetas en el país de las nubes y me piden contactar a poetas de otros países. Todo un cuento de hadas.

CEC: En el 2000 publicas Rosas negras para un ataúd sin cuerpo

LZ: Este poemario surgió de una forma simpática. En aquel entonces, 1999, yo dirigía una página web que se llamaba ENTRE AMIGOS, y me fui conectando con otros portales, incipientes, como el mío, pero que nos unía el amor a la literatura y quedamos de conocernos en 2000 en Barcelona, donde vivía el Director de Mizar, una publicación muy grande. Yo me encontraba en París cuando me llegó el momento de ir ya con el nuevo libro. Poesía más que nada de desamor y compromiso social y “Stel Blau” me lo publica.

CEC: En el 2002, sale tu poemario Moradas Mariposas, quizás uno de tus libros más conocidos…

LZ: Moradas Mariposas, es uno de los poemarios que más se ha traducido y vendido ya que en este viene por primera vez mis poemas: UN GRAN PAÍS y CORTESANAS, por el que fui conocida en Cuba y de ahí, recomendada al Festival de Suecia y otros más. Es un libro que amo porque comienza a marcar un estilo en mi escritura y a partir de éste, es que mis libros tienen mucho contenido feminista y de compromiso social, amén de lo amoroso y erótico. Ha sido como mi otro libro amuleto después de Spirale du Feu.

CEC: Con un sugerente titulo etílico publicas en el 2003  Vino rojo

LZ: Vino rojo es el primer libro solamente con el tema del amor, desamor, erótico. No meto poesía feminista ni de compromiso. Fue el segundo lugar del Premio Mellia de España. Se tradujeron varios poemas a otros idiomas y se musicalizaron 3 en Montevideo, Uruguay, junto con otros 3 de Moradas Mariposas.

CEC: Qué me dices de Un cielo crece en el fondo de tus ojos, del 2004

LZ: Sólo tengo un ejemplar de Un cielo crece en el fondo de tus ojos. Me lo pidió una editorial de Lyon, Francia, “La Barbacane”. Era un poemario de amor. Me invitaron a la Feria del Libro de la ciudad y no volví a saber de ellos.

CEC: En el 2005 publicas no uno, sino dos poemarios Nostalgia de vida y Ciudades donde te nombre

LZ: Nostalgia de Vida, son poemas de amor y también familiares. Es el primer libro donde le dedico un poema a cada uno de mis hijos, mi abuela, mi madre, padre, mi esposo. Digamos que es más vivencial que los otros.

Ciudades donde te nombre, fue todo un reto para mí porque es el único libro temático que tengo. Voy recorriendo con poesía, algunas de las ciudades del mundo donde he estado, los mezclo con el amor, la corrupción, el tráfico. Este libro me gusta en especial porque me costó mucho trabajo desdoblarme y escribir algo que significaba un reto para mí.

CEC: Dos años después, en Consagración de la piel, empiezas a experimentar con poemas más largos.

LZ: Consagración de la piel, salió publicado primero en Barcelona, “Atenas”, y luego en Cuba. Considero que en este libro alcanzo ya mi madurez como autora. Mi estilo se define bien y consigo escribir poemas de largo aliento. Poesía amorosa, con imágenes completamente renovadas y distintas a las que había escrito en los otros libros. Amo este libro porque me atreví a escribir poemas de 3 o 4 páginas, sin perder el hilo, conservando la emoción y la trama.

CEC: La primera década del siglo XXI la culminaste con dos antologías: Música de alas al viento en el 2008 y, un año después, Mágicos designios

LZ: Música de alas al viento y Mágicos designios, son dos compilaciones de poesía amorosa que me editaron, la primera en la FES Zaragoza y la Segunda en Morelia. La particularidad es que ambas selecciones tienen poemas que tenía inéditos y son distintos en cada libro.

CEC: El primer poemario que publicas en esta década, Las entrañas del viento, del 2011 transitas nuevamente por la poesía amorosa pero también incorporas otro tipo de poesía

LZ: Las entrañas del viento es un libro que me tocó escribir para exorcizar el dolor físico. Me habían operado y no podía moverme. Al mismo tiempo mi padre ha estado luchando contra el cáncer. Cumplí 50 años y de pronto sentí que me quedaba poco tiempo, que no es lo mismo pensar en 40 años que en 20. Así que la poesía, un tanto torturada, habla de eso, del dolor, la aceptación; hablo mucho de la muerte, y también tiene dos capítulos de poesía amorosa.

CEC: Y ahora andas de fiesta con tu nuevo título, Liberen a los delfines

LZ: Liberen a los Delfines. Salió este 2012 en La Habana, en el Festival de poesía. Es una selección de mi poesía erótica pero también trae varios poemas inéditos que sólo están en este libro y se presentará en Mayo en el Festival.

CEC: Hablemos ahora brevemente de tu obra en prosa. Aunque tus dos primeras novelas, Posdata para Ana publicada en el 2003 y Detrás de la luz, en el 2007, se llevan cuatro años de diferencia, en realidad fueron gestadas de forma simultánea

LZ: Ambas novelas las fui escribiendo al mismo tiempo, incluso en Detrás de la luz se hace referencia a un capítulo de Posdata para Ana. La primera abordó el tema del enamoramiento por internet, que cuando la comencé en 1999, aún estaba en auge esta modalidad. Y Detrás de la luz es una novela bastante política. Contiene siete historias distintas que confluyen en el final.

CEC: Con el género del cuento te ha ido excelente, llevas cuatro ediciones de Minicrónicas de Listón y otros cuentos, un libro que publicas en el 2007

LZ: Minicrónicas de Listón y otros cuentos es un libro que escribí cuando me operaron de las rodillas. Tuve que estar en cama dos semanas completas, así que se me ocurrió aprovechar el tiempo y escribir mini cuentos e incluí otros que ya había comenzado y terminé igual, en la cama. En total me llevó tres meses escribir este libro que ha tenido una recibida tan buena que, en la presentación del libro en la Universidad de Puebla, una Académica rusa me lo pidió para traducirlo. Ya se presentó en la Universidad de Puebla y en Ukrania. Lleva 4 ediciones. La primera en “Nido de Cuervos” en Perú, 2 en México y la rusa.

CEC: En el 2010, con Memorias de Claude Couffon te lanzaste a la aventura de publicar lo que se conoce como una novela biográfica. De qué se trata ese experimento híbrido y creativo.

LZ: Memorias de Claude Couffon es una biografía novelada acerca del gran traductor Claude Couffon, quien me invitó en el 2002 a ser la poeta de honor de Bretaña, Francia, en los talleres de traducción que él dirigía. Durante dos años convivimos mucho para realizar las traducciones con los alumnos de los colegios y así surgió el libro.

CEC: Y el año pasado le regalaste a los lectores Mamá Lolita, una novela que tiene cierto carácter histórico

LZ: Mamá Lolita, mi más reciente novela, es una historia de sobrevivencia de la Abuela Lolita y la gente que vivió los embates del Indio Inés Chávez en Cotija de la Paz, Michoacán. Tiene gusto a novela histórica sin llegar a serlo, ya que es la historia de un pueblo y sus habitantes desde el cambio del siglo XIX al XX.

CEC: A nombre de los lectores de En las letras, desde Puerto Rico te agradezco, Lina, por el tiempo que has dedicado a revisitar tu obra con este servidor; por reflexionar acercar de lo que implica el oficio poético y la creación.

 

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16 de Marzo, 2012 · General

Vistazo al panorama literario del 2011: lo que más me gustó en poesía

 

En las letras, desde Puerto Rico

Por Carlos Esteban Cana

En un año caracterizado por un alto volumen de publicaciones poéticas hemos disfrutado de un amplio espectro creativo. Desde la poesía destilada con paciencia, como si la emoción se añejara en la piel del autor, hasta propuestas que re-plantean el ejercicio de la lectura, ya no sólo desde el placer sino desde un lúdico juego conceptual, provocador de atractivos retos para el intelecto.  Entre esos polos se movió la activa producción de poetas que se dio en el 2011.

A continuación comparto con el público aquellos títulos que conmovieron al lector que soy, uno que no se cansa de buscar y nutrirse de la excelencia poética. Agradezco a los diversos editores, y a los libreros del casco urbano de Río Piedras, en particular a Alfredo Torres de La Tertulia y Arnaldo González de la Librería Mágica, por apoyar mi trabajo periodístico y crítico. De una forma u otra, diferentes personas pusieron a mi disposición gran parte de los poemarios producidos durante el año anterior.  

Por razones ajenas a nuestra voluntad no pudimos acceder a lo publicado por Atarraya Cartonera, un espacio editorial de valía en nuestro ambiente literario. Tampoco estaban disponibles los títulos más recientes de escritores importantes como Joserramon “Che” Melendes y Miguel Ángel Nater.  

Concluyo estas observaciones generales con una pequeña acotación. A diferencia de otros lectores que comparten impresiones en los medios -quienes se limitan a comentar solamente lo que llega a su escritorio- yo, por mi parte, busco todo aquello producido durante el pasado año. Por tal motivo establezco contacto con los diferentes integrantes de la industria del libro. Para hacer la tarea de forma responsable hay que proceder de esa manera, no de otra. 

 

1. Variaciones / Servando Echeandía / Folium -114 páginas

La excelencia poética en primer plano. Servando Echeandía, como bien apunta Noel Luna en las observaciones que acompañan el libro, se sirve de una conciencia cabal del oficio para obsequiar al lector una poesía seductora por la palabra precisa, el limpio uso de la imagen y el sosiego de metáforas luminosas en transparencia. Tres partes integran este poemario: Poética, Erótica y Retórica. Selección que recoge parte de su obra desarrollada entre 1976 y 1982. De particular interés resulta además la cronología que se incluye al final.

 

2. Viaje a los elementos/ Andrés González / Isla Negra Editores -75 páginas

Así como Echeandía, Andrés González no es de los autores que se andan pregonando en festivales, recitales o eventos relacionados. Ambos son poetas que trabajan como alquimistas en búsqueda de lo esencial de su poética. Viaje a los elementos, ejemplifica bien lo anterior. Integrado por El libro de Rá y El libro de los elementos, este poemario nunca es un libro abandonado porque una y otra vez el lector se ve tentado a volver. Es la poesía que invita incluso a leerse y degustarse en alta voz.

3. Zonas turbias / Eugenio García Cuevas / Ediciones Antrópodos -68 páginas

La más reciente entrega de un autor polifacético como Eugenio García Cuevas es un pequeño libro de poesía. Sin embargo detrás de las dimensiones físicas el autor regala una oda de contenido y forma. La voz del poeta espejea transito, la encrucijada del alma mediante un proceso de degradación y regeneración. La naturaleza en sus continuas mutaciones es materia prima en la confección del lenguaje.    

4. El imperio de los pájaros / Abdiel Echevarría / Editorial Vesarli@ -80 páginas

Consistente con su crecimiento como poeta, Abdiel Echevarría transita en este poemario por linderos míticos para registrar la trascendencia amatoria del cuerpo. Quien lee encuentra referencias, pinceladas enhebradas en versos que dan perfil completo al poema. Por eso alusiones a la civilización maya, a la mitología romana, al misticismo, a la cultura hindú, al concierto polifónico de escritores dan cauce adecuado a la lectura. Aquí nada queda incompleto, el poeta aventuroso y ambicioso pone a la mesa un mosaico armonioso. Con El imperio de los pájaros Abdiel Echevarría ofrece su mejor libro, hasta la fecha. 

5. Contigo he aprendido a conocer la noche/ Alberto Martínez Márquez /Arco de Plata Editores

El arte de la síntesis lirica lo domina a la perfección el poeta Alberto Martínez Márquez. Contigo he aprendido a conocer la noche se nutre de cuadernos poéticos realizados en diferentes etapas creativas, lo que ofrece un atractivo de contrastes y correspondencias. La poesía en dosis mínimas, piezas que conservan su esfericidad lírica sin necesidad de entrar en el aforismo.

6. Sobre la destrucción / Guillermo Rebollo Gil / La secta de los perros -55 páginas

Sobre la destrucción ejemplifica el discernimiento atinado de un autor cuando crea. Contenido, proporción y dimensión en las páginas de este poemario otorgan balance orgánico. Guillermo Rebollo Gil ofrece más que un daguerrotipo propio, una panorámica social y crítica del Puerto Rico contemporáneo. Con su particular uso del lenguaje urbano, que se nutre del spoken words, de los ritmos musicales e incluso de la combinación alternada del español y el inglés, el poeta afirma su propuesta en lo que Aurea María Sotomayor, en el prólogo, nombra como una poética nueva del poema político.

7. Mi sal / David Capiello-Ortiz / Ediciones Aventis -70 páginas

El universo del aforismo ha contado con dignos representantes en Puerto Rico como Julio César López, Félix Franco Oppenheimer y Fernando Cros, entre otros. Y ha sido David Capiello-Ortiz, entre los escritores contemporáneos, quien le ha dado vigor y relieve al aforismo, no tan sólo desde su obra, también desde su propia editorial. Mi sal utiliza el aforismo para desplegar un ars, una especie de manifiesto personal sobre lo que implica ejercer la literatura. A diferencia de otros autores, Capiello-Ortiz provoca indagando sobre supuestos, reformulando ideas, problematizando entendidos. Aquí el autor postula estéticamente la idea sin inhibición. Hace de la propia creación del aforismo un acto fehaciente de lo que postula. Mi sal invita a regresar a sus páginas.   

8. La actual fantasía de nosotr@s / Néstor Barreto / Colección Maravilla -120 páginas

Difiero de Harold Bloom cuando postula que una persona sólo adquiere personalidad con la lectura. Más allá del placer inherente al acto, también la lectura es un reto, provocación, a veces un acto lúdico, un ejercicio que, en muchos casos, no deja inmutable al lector. Y si un título representa eso en esta selección lo es La actual fantasía de nosotr@s. Néstor Barreto, en su forma particular de desencadenar la espesura del lenguaje pulveriza el concepto tradicional del nosotr@s. Mediante la fricción el poeta abole jerarquías. Lo que nombra mediante enumeración devela multiplicidad tras bastidores, anula simplificaciones, añade complejidad. Las vías presentadas dejan de ser las tradicionales y el guiño creativo se despliega en dinámicas de inclusión y exclusión.       

9. Segunda naturaleza / Alberto Prieto / Colección Maravilla -76 páginas

Alberto Prieto le propone al lector diversas rutas para acercarse al texto. La primera página titulada Recorrido (notas al asedio) ofrece coordenadas para acercarse de una forma u otra a los poemas. En Segunda naturaleza el autor construye imágenes que se nutren de la luz del día o el paso de las estaciones. El poeta con su mirada matiza la emoción en un lenguaje pensando, depurado, correcto.    

10. Tras la sombra de la luna / Ana María Fuster Lavín / Casa de los Poetas Editores -72 pág.

Balance y multiplicidad creativa es lo que encuentra el lector de Tras la sombra de la luna. Un boleto de entrada al universo poético de la autora de El libro de las sombras. Entre bitácoras y divagaciones,  despedidas y cartas, nocturnos y cierto lenguaje gótico que permea, culmina este poemario con la brevedad exquisita del haiku. Quien lee encuentra el mosaico apalabrado y artístico de una escritora en diálogo sosegado consigo misma, particularmente evidente en el gesto de pasar revista sobre su propia obra. Por todo lo anterior el verso y la metáfora incluso están disponibles para dialogar con otros escritores; Edgar Allan Poe, Amarilis Tavárez Vales, entre otros. En este poemario Fuster Lavín despeja sombras, se revela consciente de su propia poética.

11. Trashumante / Carmen Valle / Ediciones El Santo Oficio -85 páginas

Trashumante es puro dominio y confianza en el oficio poético. Acompañamos la voz lírica en un desplazamiento ágil y leve. Algo se queda en la mirada después de acompañar a la poeta en su tránsito. En estas páginas los lugares develados pernoctan de forma esencial en la memoria. La palabra precisa da presencia a las metáforas necesarias.

12. La flor amarilla del litoralPetra Camacho / Terranova Editores -94 páginas

Este flamante poemario inicia la serie Mitigación Eco-lógica de Terranova Editores. Dar belleza a lo que ya es bello de por sí es el logro de esta poeta-bióloga. La mirada se deleita con pinceladas apalabras en un lienzo repleto de flores amarillas y multicolores, habitantes silvestres del litoral costero, el arenal desértico o el pantano salobre. Asombra la capacidad de observación y la síntesis en cada prosa poética. La flor amarilla del litoral merece incluir en futuras ediciones fotografías.  

13. Trasunto de Transilvania /  / Jan Martínez / Ediciones Aventis -41 páginas

En prosa poética Jan Martínez traza la voz vampiresca mediante una serie de cartas, fechadas en un periplo temporal que trasciende límites cronológicos normales. Aquí la eternidad es un peso que se torna suplicio para el personaje redactor epistolar, Severino, que nos hace partícipe de su mundo íntimo. Todo lo amado se torna itinerante en estas páginas y la amada de turno es brisa, agua que se escapa entre las manos. El poeta logra transmitir peculiaridades, la atmósfera propia de una tradición que inicia en el siglo XVIII y que ha sido materia prima para infinidad de escritores y cineastas.

14. Canto al hermetismo / Carlos López Dzur / Colección Maravilla -75 páginas

Con tres partes muy acrisoladas Canto al hermetismo es una crónica-indagatoria sobre el devenir histórico que transforma. Aquí los hilos que mueven lo micro dan cauce a lo macro. El río desemboca en el delta del mismo modo en que se transforma en imperio una nación. López Dzur dota al lenguaje poético de cierto sustrato whitmaniano con el tono que utilizó Nietzsche en Así habló Zarastustra. Por lo anterior, el preámbulo, el ciego con la potencia de su voz y la sandalia perdida de una cenicienta escurridiza y mítica, armonizan un todo coherente -con matices, luces y sombras- aunque cada compartimiento tiene perfil propio. No es casual la referencia del hermetismo en el título, la voluntad del poeta es firme cuando devela circunstancias y motivos.  

15. Tambor de espuma / Félix Córdova Iturregui/ Isla Negra Editores/ 175 páginas

El poeta utiliza el tambor, el sonido y la palabra como metáforas del devenir, del tránsito del ser en un País donde la memoria y el olvido están a flor de piel. Aquí el ritmo del lenguaje provoca metamorfosis, y mediante los dinámicos senderos del sueño una celda se transforma en plaza. El péndulo creativo se mueve entre la negación y la afirmación. Cuatro partes dan textura al cuero de Tambor de espuma. 

Siete títulos más para quienes deseen continuar este viaje poético

16. Palabras en Santa María Magdalena de Pazzis/Jan Martínez/Publica. Gaviota -140 pág

Un hermoso libro donde el poeta conceptualiza la experiencia de la muerte. Uno de los lugares más emblemáticos del Viejo San Juan, el cementerio de Santa María Magdalena de Pazzis, y un acervo fotográfico impecable armonizan la belleza de este poemario.

17. Poemas de mis exilios/ Coqui Santaliz /Ediciones Patagónicas -45 páginas

Coqui Santaliz expone en este breve poemario los ciclos de su alma poética y exiliada. El viaje y la distancia fomentan versos, a veces complejos por la concatenación de imágenes, que tras lo fragmentario, adquieren lúcido y nítido perfil. 

18. Caneca de anhelos turbios / Raquel Salas / Editorial Educación Emergente-130 páginas

La palabra como recurso esencial para la supervivencia del ser. La calle, la sociedad, lo necesario ante lo vacuo. Caneca de anhelos turbios es contundente, da testimonio. La poesía como herramienta imprescindible.

19. Tiempo de los escarabajos / Ángel Antonio Ruiz Laboy / Editorial Erizo -68 páginas

En este poemario los cuerpos se encuentran y tropiezan con versos alusivos al encuentro y desencuentro. La voz lírica del poeta expresa en migraciones, retornos y relicarios un manifiesto existencial.

20. Minoría Absoluta / Federico Irizarry/ Ediciones Aventis-55 páginas

Quizás el aforismo final de la página 26 ha motivado juicios inmerecidos para este libro. El tono en estos aforismos a veces suena “rabioso. vengativo.” Sin embargo, esa crudeza del lenguaje, de tono acre como apunta Font Acevedo, afirma un ciclo creativo del poeta, en el que la voz plantea y replantea su praxis, a la vez que enjuicia.    

21. Imaginería/ Lynette Mabel Pérez/ Isla Negra Editores -62 páginas

Un primer libro que devela una voz femenina que se afirma. La indagación vivencial mediante un lenguaje fluido, pulcro. Prudencia en las proporciones, Imaginería hace alusión además a diferentes tradiciones míticas como recurso de quien pretende nombrarse.

22. El olor de la palabra rota/ Doris Melo/ Ediciones Carnaval -92 páginas.

La poesía de Doris Melo es un manjar para quienes gusten leer en voz alta la poesía. Se cuida de no ser cacofónica en los versos, ninguna vocal final de una palabra se traga a la otra inicial de la próxima. Esa cautela con el lenguaje salta y prevalece, aunque lo que ocupa estos poemas amorosos requiera síntesis.

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07 de Marzo, 2012 · General

Mario Antonio Rosa: el placer de la lectura o la poética esencial

 

En las letras, desde Puerto Rico (Serie En sus propias palabras)                          

por Carlos Esteban Cana

Este poeta regresó de México, lugar donde participó intensamente de la vida cultural, con un compromiso generacional hacia el País. Sentía, según él mismo lo revela, que en ciertos espacios en Puerto Rico la literatura se estaba convirtiendo en una tarde aburrida del viernes en un salón de fiesta. Por eso se dio a la tarea de salir de recintos académicos y de zonas metropolitanas y buscó, entre la diversidad, excelencia en voces creadoras que trascendían el compadrazgo y la norma.

Después ha viajado al escenario donde Lorca fundamentó el motivo de sus versos, y poco a poco, sin necesidad de padrino alguno, ha desarrollado una firme trayectoria como poeta. Libros como Misivas para los tiempos de paz, Tristezas de la erótica o Duelo a la transparencia deben figurar en la biblioteca de todo amante de la buena poesía. Paralelamente, este escritor ha desarrollado un estilo propio como crítico literario, que lo ha llevado a reseñar la obra de los principales creadores de los últimos 20 años. Oficio que le permite, además, comunicar con belleza y pasión lo que implica el ejercicio de la lectura. Mérito asombroso en una comunidad literaria donde muchos quieren ser leídos, pero en la que casi nadie, muy pocos, se dan al placer de leer y escuchar a los demás.

Su libro más amado le ha tomado 15 años para llevarlo a su punto final. El poeta se confiesa muy revisionista, por lo que no descansa hasta que la palabra exprese con exactitud lo que desea comunicar. Así, bajo esa exigencia autoimpuesta, comenzaron a surgir los poemas de este poemario en Kingston, Jamaica. Libro que desde su nacimiento, a mediados de la década del 90, no dejaba de retarlo una y otra vez. Tres lustros después, Kilometro sur llega a manos del lector. Por tal motivo, En las letras, desde Puerto Rico dedica esta edición al poeta, ensayista y crítico literario Mario Antonio Rosa.

 

Mario Antonio Rosa en sus propias palabras

Comienzos

Mi padre siempre me estimuló desde muy niño a leer. Mi papá era ingeniero pero antes fue maestro normal. La práctica de ingeniería la hizo en Cataño en una fábrica de motores aviones. Sin embargo él era un lector, disfrutaba muchísimo la lectura. Muchas de las asignaciones que me daban en el Colegio Nuestra Señora de Lourdes, las hacíamos juntos, especialmente las de historia y estudios sociales. Recuerdo que un día, que me asignaron buscar información sobre Gabriela Mistral, la gran poeta Premio Nobel, papi me ayudó con la enciclopedia y con unas referencias. Gabriela Mistral fue la primera poeta que me llamó la atención. Papi me dijo: “Sería bueno que transcribieras unos de los poemas”. Mi padre, que siempre me estimuló a que tuviera contacto con la lectura y la vida cultural, consiguió el libro que se titula Desolación, y yo transcribí unos cuantos poemas de ese libro. Y puedo decir que desde ese momento comencé a sentir un apego, una cosa instantánea hacia la poesía y la literatura en general.

Papi, que siempre me traía libros, llegó un día con un libro que se titula Romancero gitano de García Lorca. Y ese primer contacto con el Romancero me llevó a escribir poemas. Era poesía que utilizaba todo el tiempo la estructura del romance. Y ya a los 12 ó 13 años estaba haciendo poemas para mí. Siempre fui algo tímido para exponer mi poesía ante lo demás. A lo único que me atreví fue a escribir el poema de la clase graduanda 1984 en la Escuela Superior Rafael Roca de Naguabo. Si no me equivoco a la pieza le titulé Exodo y encomienda. Durante el transcurso, antes de que pasara eso, llegaron muchos autores a mi mesa de lectura. Llegó Neruda, llegó Rilke, llegó Heaney. Comenzó en mí una particular identificación con la poesía europea, la poesía de vanguardia francesa, la moderna, la poesía simbolista. Esos libros los compraba o papi me los traía, y con otros simplemente aprovechaba la hora de almuerzo y los leía en la biblioteca escolar. Esa biblioteca estaba al día gracias a la Profesora Peña y la misma estaba dotada de una buena colección de poesía. Después llegó también Vallejo, el creacionismo de Huidobro y Leopoldo Lugones.

Los que están inmersos en el placer de la poesía tienen una comunicación muy íntima con los libros. No se lee por leer. Hay mucha gente por ahí que lee por leer. Lo ideal es leer y sentir a la vez. Leer y visualizar lo que estás leyendo. Leer y sentir que no eres tú, sino sentirte el propio poeta y ver qué estaba contemplando, por dónde estaba caminando -lo digo en el plano espiritual y lo digo también en el plano terrenal-. ¿Qué estaba viviendo? ¿Cómo sería eso? Es como cuando tú lees el poema que le escribe Federico a Ignacio Sánchez Mejía, La sangre derramada. Tú cierras los ojos y lo puedes sentir. Puedes ver toda esa situación cuando el toro, prácticamente, masacra a Ignacio, lo mata en la cornada. Entonces tú ves todas esas imágenes como en una película. Siempre se da una situación de que tocas el libro y sientes lo que te puede decir. Si no te dice nada no lo debes abandonar, lo pospones hasta que llega el momento que ese autor, ese libro, te pueda decir algo. Yo digo que yo conozco a los autores, por ejemplo, cuando me encontré con el libro La estación violenta, ya yo conocía a Octavio Paz pero lo conocí mejor a través de ese libro. Es como un diálogo, como si nos sentáramos aquí, el autor y yo, y empezáramos hablar me dijera: “Mira, esto es lo que te quiero decir.” Entonces tú lo sientes, te estremeces, y en algunas ocasiones reflexionas sobre varios momentos de tu propia vida.

Yo crecí, como todo adolescente, con unos conflictos muy profundos, pero papi siempre me alentaba y añadía una cosa muy curiosa. Decía que no siguiera a la mayoría. “Tú nunca sigas la mayoría”, me decía. “Tú siempre lucha por ser de los pocos, porque ahí es que vas a encontrar verdaderamente el conocimiento. Hay muchas cosas que la vida misma te va a enseñar, pero si toda una muchedumbre va por un pasillo corriendo, tú no sigas también corriendo por ese lugar. Vete al pasillo donde menos gente halla y verás que siempre te vas a llevar muchas sorpresas.” Y echo de menos eso, echo de menos a ese hombre que era un sabio, y que en alguna época no supe valorarlo. A mami yo la adoro, de ella aprendí la verdadera filosofía del trabajo. Antes de casarse mami trabajó en el restaurante Bonaire que estaba ubicado, si no me equivoco, en la parada 22 en Santurce. Ella supervisaba a los mozos en el turno de noche, que era hasta la madrugada. A ese restaurante, que estuvo muy de moda, iban artistas como Silvia Rexach. Y ahí fue que ella conoció a Papi y después dejó de trabajar. En cuanto a que yo escribiera poesía mami no quería saber nada. Me decía que dejara esas loqueras, que eso era una porquería, por eso cuando papi y yo hablábamos de poesía lo hacíamos en el patio pero no delante de ella. Él me decía: “Si escribes poemas me los enseñas a mí, no se lo enseñes a tu madre.” Incluso una vez papi me dijo: “Haz una cosa, no tires a la basura esos poemas. Guárdalos y un día de estos, más adelante, siéntate y léelos de nuevo, reevalúalos, y entonces trabájalos. Pero nunca renuncies a eso.”

Mi proceso de seguir caminando en la poesía no fue fácil, se hizo muy difícil porque con la primera persona que tuve que luchar, en una época de mi vida, fue conmigo mismo porque no creía en mi trabajo. Quizás por la dinámica que tuve con mami. No sé. Ya yo me estaba identificando con una primera forma de trabajo que era el poema largo, me gustaban los poemas épicos. Trastocaba a Homero, pero te confieso que aún al principio no lo entendía. Aunque lo veía como una cosa tan maravillosa no lo entendía. Coqueteaba un poco con Paraíso perdido de John Milton, que es una de las propuestas más poderosa que se ha hecho en la historia de la poesía universal; del hombre frente a su yo interno, frente a su alma, y el acercamiento al universo en todos los planos. Entonces empecé a entrar en esos mundos de la observación interior, con una rebeldía que buscaba una liberación. Buscaba una identificación con la plenitud de la vida, con la plenitud del amor, con la plenitud de la libertad. Aquí hablamos de democracia y no somos libres. Vete un día y transita las principales avenidas por la tarde, para que veas que la gente está prisionera de su vida. A veces ni la propia familia proporciona un espacio de libertad y de realización. Y tú ves todo eso y notas que el ser humano no es libre. Por eso pienso que el poeta tiene que ser un ser humano completamente libre y los que estén compartiendo su vida tienen que comprender ese modo de vida, saber que esa libertad no se puede tocar. No es la libertad que conocemos de derechos, sino que es la libertad de acá dentro, de la esencia. Tiene que ser así para que uno, como poeta, pueda alcanzar o pueda aspirar a la cercanía de la excelencia.

La continuación del proceso: lo demoledor de la poesía

En el transcurso de mi liberación poética fueron capitales dos personas. Mi hermano Juan Antonio Rodríguez Pagán fue el primero, aparte de papi, que me dijo: “Esto vale.” Tuvimos mucho pulseo, muchos debates intelectuales, porque yo me resistía a publicar y él insistió, insistió hasta que llegó el momento en que me atreví. Por eso le dedico a él y a unos amigos inolvidables Misivas para los tiempos de paz. Pero fue Juan y Francisco Matos Paoli las dos personas que me enseñaron que yo tenía una labor que hacer y que esa labor conllevaba unos principios. No sólo se trataba de escribir sino que asumir la poesía era en su sentido esencial un acto de compartición y no un acto egoísta. Para asumir la poesía había que hacerlo con humildad. Y es así. No se puede ver la poesía como si fuera un juego de baloncesto, a ver quién mete más canastos de tres puntos, quién defiende mejor y quién es el mejor anotador. No. La poesía no es eso. En la poesía no se compite. La poesía es un proceso de compartición y un proceso de discernimiento continuo. Y cuando tú estás en un País como este, con la situación que estamos viviendo, la poesía tiene que ser un testimonio de verdad y un testimonio que permita despertar conciencias. La poesía no es pretender que me rindan pleitesía y que me hagan una estatua. No. La creación se da mediante un proceso colectivo, un proceso que se da entre todos. Por eso no debe existir esa actitud de egos en la que uno piense que el otro le puede opacar, que es un complejo que tienen muchos escritores aquí. Los egos hay que dejarlos a un lado.

En mi proceso creativo he explorado el ensayo y la dramaturgia pero el primer andamio se da con la poesía. Aunque trabaje en otros géneros siempre permanecen los elementos que nutren al poema. Siendo cartesiano por naturaleza, dudo, pienso y existo. Siempre tengo la duda presente en mis creaciones, esa duda de si el poema  cumple realmente con lo que yo quiero comunicar. Si no es muy hermético o soy demasiado denso. Cosas así. Por eso digo que mi proceso siempre es un proceso de observación. Cada día vivo no mirando, sino observando todo lo que me rodea. Las observaciones se hacen desde el corazón y no desde el intelecto, y esas observaciones te empujan a un título, te dicen un título, te nombran un título: yo quiero llamarme esto. Desde ese título, que es lo mismo que decir toda esa observación diaria, van surgiendo temas que adquieren cuerpo y forma. Temas que piden que hagas luz, que le des forma adecuada para comunicar. Incluso ocurre en el momento de escribir la columna en Claridad, en la que siempre trato de tener la frialdad propia y característica de los periodistas, pero como siempre parto de la poesía es inevitable que esa luz que da el verso y la metáfora no sea parte de la historia. No puedo excluir la poesía del reportaje de turno que esté realizando. El proceso poético esta inherentemente relacionado a la capacidad de observación y se logra cuando a la misma vez se vive lo que estás observando. Siempre lo resumo así. Incluso aunque el poema sea negativo, aunque sea de crítica, siempre hay una aceptación y una exposición de espiritualidad. El poeta es un ser espiritual lo quiera o no. Lo niegue o no lo niegue. En el mismo Nerval, en Rubén Darío, en Vallejo, Huidobro o en Nicanor Parra con toda su antipoesía, está el complemento de cierta unidad espiritual. Tengo una definición muy personal sobre lo que es espiritualidad y para mí es, sencillamente, acercarse a una expresión transparente. No necesariamente tiene que ser pura pero sí transparente, una expresión que permita libertad al propio ser y al ser con respecto a lo que le rodea. No hablo de la libertad que predican los proselitistas, ni la espiritualidad que se conoce de las iglesias. Sino de esa libertad que la misma expresión te permite y te hace capaz de hacerte un humano espiritual. Y esa espiritualidad personal de cada poeta no es algo en la que uno esté como flotando ajeno a todo, sino que también se traduce en la búsqueda de la verdad, por eso la denuncia. Y cuando esa expresión se logra de una manera exacta y perfecta, es demoledora. Por eso ciertos sectores rechazan tajantemente, temen y abominan esa verdad. Por eso para ellos la poesía es inaceptable.

 

Primeros libros

Mi primer libro se titula La soledad despierta, poemario que apenas menciono pero que marca el principio del proceso, cuando salía del caparazón hacia afuera. En ese libro se materializaba la conciencia de que tenía que aceptar mi relación con la escritura. Lo escribí a los 19 ó 20 años y señaló ese destino que teníamos la poesía y yo. Se compuso sin ninguna intención de unidad temática, pero son principalmente poemas de amor, poemas nerudianos completamente. Habita y cohabita el Neruda de Residencia en la tierra, el Neruda de Los sonetos de amor. Bajo el crisol de mi crítica actual, que es como un toro desbocao, yo diría que el poema que cierra y que da título al poemario, sería el único poema que sobreviviría. Incluso he pensado re-escribirlo, pero soy muy cauteloso a la hora de retomar un libro. Sería un proceso hermoso pero, a la vez, es delicado porque si uno le sigue puliendo, puliendo, como dice Miguel Hernández: “¡Dale, dale, ay, hasta la perfección!” podría convertir el libro en algo muy seco, muy estructurado. Por eso estoy alerta para cuando el mismo libro te dice: “¡Déjame!” Y ahí tú tienes que ejercer tu libertad, y decir: “Bueno, está bien, te dejo” Hay que dejarlo ir. Eso es parte del proceso.

Para el primer libro estudiaba humanidades en el Recinto de Humacao, de la Universidad de Puerto Rico. Y también para la época colaboré con Juan en un documental titulado Francisco Matos Paoli: la entrevista esencial. Yo estaba en calidad de libretista y fuimos un sábado a casa de don Paco. Estuvimos desde las diez de la mañana hasta las siete u ocho de la noche, y el impacto fue demasiado, podría nombrarlo como un verdadero acontecimiento en mi vida. A Juan Antonio y a Francisco Matos Paoli les debo mucho.

La amanecida, fue un segundo libro ya de carácter artesanal. Se divide en dos partes, la empírica y la que experimenta con el ars poética. La amanecida es un solo poema en 50 páginas. Versos chiquitos que son como cuenta gotas.  Lo hice bajo Ediciones Cundiamor.

Para esos años había comenzado a leer poemas en público, pero para nada había pensado en publicar de manera formal. Sí me había traslado a finales de los 80’s al Recinto de Rio Piedras y allí me encuentro con poetas como Eric Landrón, el primer Elidio La Torre, jovencito, con sus poemas de Embudo, Angelamaría Dávila. Y, sin embargo, el estar en ese recinto tan enorme, me hacía ser más reservado, aun cuando en Humacao yo había fundado una pequeña revista literaria llamada Aurora. Por eso Juan y don Paco fueron tan importantes en esa época de mi vida. También me inspiraron a seguir adelante los poetas de Guajana, específicamente Vicente Rodríguez Nietzche y Andrés Castro Ríos.

Acuérdate que yo estudié en una época, entre los 80’s y los 90’s, que la poesía era una práctica exclusiva de académicos. Era difícil acercarse a los poetas que ya tenían nombre, y recibir algún estimulo de ellos era casi imposible. Por eso es que muchos de los egresados de la generación del ochenta todavía tienen esa actitud. Y fue esa actitud la que nuestra generación, los que hemos venido después, fuimos rompiendo poco a poco, a marronazos. Esa pared era una pared enorme, y poquito a poco fuimos cambiando la cosa. En aquella época, que alguien que estaba comenzando se les acercara a esos escritores era como decirles malas palabras. Ellos creían, y algunos todavía lo creen, que para ser poeta hay que hacer estudios graduados y conseguir un doctorado. Y algunos de los poetas jóvenes que emergieron después y han logrado un poco de fama también cayeron en esa misma práctica. Por eso siempre tengo presente las palabras de Rosa Montero cuando dice que la fama es la manera más barata del éxito, y yo creo totalmente en eso. También hay otros poetas de los 70’s que son recalcitrantemente indeseables, en el sentido de que uno no se les puedes acercar si antes no te identifican; de no saber quién tú eres te rechazan. Es una mala práctica. El ego no puede nublar una conciencia literaria. O sea, si doy un taller de poesía no es para que me adulen, doy el taller para compartir y brindar el concepto de la poesía, el principio de la poesía. La mejor manera que un poeta tiene para sentirse fiel a sí mismo, sentirse más libre, más pleno, es brindando el conocimiento de libertad que la poesía otorga. Cuando hago un taller literario no lo hago queriendo hacer un club de modelos para pasarelas, y es ahí, en esas “pasarelas” que se adquieren malas actitudes y malas practicas; eso de que quítate tú pa’ ponerme yo, no tiene nada que ver con ser poeta. La competencia no es con nadie sino contigo mismo, con nadie más. Tú haces poesía, yo hago poesía y podemos caminar juntos ese amplio pasillo creativo. Y tú tienes tu estilo y yo tengo mi estilo. Pero pretender que el foco de atención esté todo el tiempo en uno, es algo absurdo. Completamente absurdo.

 

El poeta en pleno curso: Misivas para los tiempos de paz, Tristezas de la erótica y Duelo a la transparencia

Misivas para los tiempos de paz es integrado por poemas que recorren el estado de soledad del poeta, que es un estado necesario. La soledad como un planteamiento existencial del ser es un tema que yo trabajo desde diferentes aspectos. Hablo de la necesidad que tiene el ser de alcanzar esa verdad necesaria que permite al sujeto complementar muchas cosas que rodean su propia vida. Misivas para los tiempos de paz se ocupa del planteamiento político de 1950, en sus páginas también el lector encuentra la fascinación con los mitos bíblicos como el de Jonás y la ballena. Está el planteamiento del héroe en la Epístola para el Ché Guevara. Está el dilema del amor y está el dilema de enamorarse en la línea de piquete en una huelga obrera. Los poemas de este libro son tipo carta. Originalmente las piezas iban a ser todas contra la guerra, pero otros temas fueron ocupando la piel del libro. Vivencias acerca de lecturas y un re-encuentro con ese embrión cristiano, que estaba antes de la bohemia, antes de todo.

Tristezas de la erótica empieza a escribirse en el 2001, aunque se publica en el 2004. Y cuando la gente me pregunta por la razón del título les digo que la erótica aunque la relacionamos generalmente con el placer, con lo que llaman en inglés el glee, también esta asociada a la consumación de todos los sentidos. Son tristezas porque llega la ruptura con la persona amada, se rompe el cauce, se rompe todo y en esa tristeza se recuerdan esos momentos hermosos. Un libro estructurado, escrito con toda la intención de hacer una unidad temática que se da con naturalidad. Yo me propongo esa unidad temática pero después me olvido de que me la había propuesto. Ese libro recrea esos momentos de felicidad del cuerpo y del espíritu pero ya en un plano de completa soledad. Y en ese plano se recuerdan así, con tristeza. Irremediablemente esa es la emoción que te otorga la soledad para observar esos momentos. Tristezas de la erótica se ocupa de la relación que tuve con la que fue mi esposa.

Duelo a la transparencia es una búsqueda de una autenticidad de la palabra. Lo comencé a escribir en Guadalajara en 1997 y lo termino en Puerto Rico. Hasta cierto punto dialoga con el libro anterior. Es una continuación de lo que pasa después. En ese poemario intento retomar unos símbolos que había abandonado. Quería acercarme, a como diera lugar, a una expresión pura. Y tengo que reconocer que aunque en ocasiones esa ambición extrema pueda ser mala es también de deliciosa. Los temas del alma y el ser, el ser humano ante la vida, la soledad y la muerte, habitan las páginas.

Una anécdota curiosa con ese libro fue que tuvo dos portadas. La primera contenía una obra de una artista reconocida, que la editorial había asignado a mi libro sin problema alguno, pero hubo que retirarla porque la artista en cuestión protestó: era ella y no la editorial quien seleccionaba los autores que recibirían su obra. Finalmente se realizó una segunda portada con la obra del pintor dominicano Ezequiel Taveras.

 

El proceso creativo en el poeta o ese lugar fuera de la coordenada terrenal

La poesía en momentos se me da por las tardes. Hay otros momentos en que la plena luz del día me incita a escribir. Tanto Misivas como Tristezas de la erótica, son hijos del medio día y del crepúsculo. Misivas se daba siempre de medio día hasta por la tarde o la noche. Podía estar más de cinco o seis horas escribiendo, por segmentos o fragmentos. Sucede que un fragmento puede estar descansando una semana, dos semanas, o puede que lo siga al otro día. Me la paso haciendo observaciones durante el día y en otros momentos quedo en una especie de mutismo, callado, como si me fuera de la coordenada terrenal. Una cosa como que te hala hacia adentro, pero que cuando estás así vas viendo los versos escritos. Casi siempre hay silencio cuando trabajo la poesía, y también la trabajo con boleros o música clásica. Uno se transporta hacia un mundo interior, y me ocurre cuando estoy solo y también cuando estoy entre la gente. Así me pasa cuando escribo las columnas.

Estoy leyendo a Sylvia Plath. Me encanta. Murió muy joven, en el 1963. A veces estoy leyendo tres libros a la vez. Confieso que todo el tiempo leo poesía. Sí leo prosa, pero soy más selectivo. Por ejemplo, recientemente estaba leyendo un libro de Rosa Montero que se titula La loca de la casa que habla de la situación del escritor hoy. Habla de lo que es la literatura, de las traiciones que esta sociedad puede hacerle a un escritor.

El escritor, el verdadero escritor, volvemos, es un ser espiritual, aunque lo niegue. La moda en los tiempos que nos ha tocado vivir es de escribir y vender. Pero el verdadero escritor siempre tiene que buscar en cada obra que escribe, la navegación de su propia espiritualidad. No lo vacuo o pueril. Incluso es evidente hasta en los casos de aquellos escritores más renegados. La sensibilidad nutre la lectura, la lectura nutre la sensibilidad, la misma lectura incita al ser a la búsqueda. El escritor es una esponja y recibe del mundo exterior visiones que el hombre y la mujer cotidiana no pueden ver. El verdadero creador tiene el gran problema de que es doble y hasta triplemente más sensible que ese otro ser humano que es normal, que se dedica a comprar autos nuevos,  de llevar al detalle las cuentas bancarias, y que cada año termina en Disney con la familia. El escritor tiene el problema de que no puede limitarse a eso. Aunque tenga que sobrevivir haciendo todo tipo de trabajos, jamás podrá instalarse de forma completa. Incluso hasta en la rutina de dar clases se da la abstracción de lo cotidiano; se transporta uno y los estudiantes a otro mundo, a otro estadio, a otra dimensión tan terrenal y tan válida como la del hombre o la mujer que tiene otro oficio.

Siempre supe y me sentí identificado con la reseña crítica, pero no la reseña que enfatiza el elemento que solamente se ocupa de decir qué es feo y que es liviano en una propuesta literaria. Yo, sin embargo, busco una manera de develar al sujeto que está implicado en la propuesta creativa. Busco otras cosas a la hora de acercarme al género. La misión en las columnas es buscar lo que está detrás de esa obra y siempre hay algo que ese poeta, ese narrador o ese dramaturgo dice, comunica, revela con novedad, aunque estemos hablando de temas eternos y transitados en la literatura. No me voy por las vías tradicionales de la crítica. En cambio, trato de sintonizar con lo que expone el artista, y me doy a la tarea de hacer esa búsqueda del sujeto artístico en su propia obra.

Hacer crítica y análisis de una obra casi me susurra al oído cuál será el próximo paso que ese escritor dará en el futuro, y eso es algo maravilloso.

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03 de Marzo, 2012 · General

Artesanía y dolor en la poética de Alfredo Villanueva

En las letras, desde Puerto Rico

por Carlos Esteban Cana

La noche que conversé y conocí a Alfredo Villanueva fue memorable. A pocos escritores les he podido sacar tanto en una breve entrevista. Aunque esa visita lo instalaba nuevamente, de forma cercana, en el circuito literario del patio, Villanueva venía realizando su obra poética y cultural de forma consistente, desde mediados de la década del 80 en Nueva York. A la hora de acercarme a su hoja de ruta, encuentro que son referentes importantes títulos como El imperio de la papa frita, Pan errante o Mala Leche, por mencionar sólo algunos.

Esa noche, entre copas de vinos y un grupo selecto de amigos, la poeta Etnairis Rivera se refirió a Alfredo Villanueva como un escritor que luchaba con el tiempo con una especie de nostalgia; un creador que levantaba su voz, con cierto anarquismo, contra fundamentalismos de cualquier tipo. Y así es. Es evidente la irreverencia visceral en la poesía erótica de un artista que disfruta coleccionar cristales de diferentes lugares.

Pero no hablemos más, dejemos que el propio poeta nos hable de aquellas lecturas que le apasionan, del significado que le da a la poesía, de lo que implica ser escritor. Alfredo Villanueva es el invitado en esta edición de En las letras, desde Puerto Rico.

Alfredo Villanueva: Yo he querido escribir una poesía que yo llamo somática. Esto es que se escribe, como yo digo, con cuatro tintas. Siempre he dicho que yo escribo con sangre, semen, sudor y lágrimas. Digo que no es con el corazón que se siente, sino con el estómago. Porque cada vez que yo siento una emoción muy fuerte a mí lo que se me encoge es el estómago, no el corazón. Yo creo que para escribir hay que sufrir bastante, y si no se tiene una vivencia muy fuerte uno termina ensartando palabras que pueden ser muy buenas pero que no comunican. Porque el acto de la comunicación se da cuando la persona que lee siente que la persona que escribe le presta su garganta, le presta su voz para poder decir algo. El cumplido más grande que le hace un lector a un poeta es cuando le dice: “Me hubiera gustado escribir eso”, o “usted ha dicho algo que he sentido toda la vida”, “usted ha escrito algo por lo que yo he pasado”.

Yo digo que yo soy más Mallarmé. Para mí  es la flor que está ausente en todo el ramillete. La poesía tiene que ver mucho con las ausencias, con los vacíos, con los agujeros. Pero son ausencias que son presencias porque viajan con uno todo el tiempo. Uno no puede dejar de recordar, ¿no?  Para mí es muy importante. La poesía comienza en el cuerpo, no en la mente, no en el logos, en el soma. Una de mis líneas favoritas de aquella obra de Tenesse Williams es: No recuerdo el rostro pero las manos me son familiares. Nosotros somos un cargamento de trazas de otros que nos han impactado, y las cargamos. La ventaja del poeta es que puede recuperar esas trazas; y otros a través del poeta encuentran las trazas de ellos mismos.

Siempre he dicho, nadie se acuerda de un poema completo pero se acuerda de un fragmento de poema. Y ese fragmento del poema le estalla una y otra vez. Tú puedes estar 20 años después de haber leído lo que llamo un poema cursi Este domingo triste pienso en ti y de repente llega un domingo que estás tristes, piensas dulcemente en alguien, y ese poema te vuelve a salir, y tú te quedas como ¡Auch! te duele. Porque la poesía que es buena duele, duele por que es como un cuchillazo que le dan a uno, porque la memoria hace que uno recupere. Yo vivo obsesionado por fragmentos de poemas. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. La noche está estrellada y ya no está conmigo. No tiene que ver con el idioma,  es cualquier poema que tú hayas podido leer en el original. Tú te quedas con una de esas líneas y la llevas toda la vida contigo. Cuando menos tú lo esperas salta de nuevo y vuelve a ser vigente.

Cuando yo comencé a escribir aquí en Puerto Rico hubo una poeta muy famosa en su época del grupo Guajana, no era del grupo Guajana como tal sino que era la musa de los guajanos que me dijo que yo tenía que quemar toda mi poesía porque no estaba escribiendo poesía política. Yo no tenía la madurez para escribir poesía política. En ese momento Mercedes López Baralt me había regalado para mi cumpleaños un libro llamado Cuatro poetas españoles que tenía a Gabriel Celaya, a Blas de Otero, creo que a Alberti y a José Hierro. Y a ese yo le tengo que añadir un quinto que es Emilio Prado. Yo, de repente, encontré que eso me salvó… Me salvó de Darío y me salvó de Lorca, que yo creo que son las influencias más terribles que hay sobre todos los poetas. No porque sean malos sino porque uno los llega a imitar como esclavos. ¿No? Yo empecé por la poesía intimista. Después con mis estudios de literatura, Wallace Stevens. Sobretodo Wallace Stevens, más que nadie. Whitman, Elliot, el Dante que lo leí a muerte con un profesor de la Universidad de Puerto Rico. No se hablé de los simbolistas, Mallarmé, Verlaine. Pier Paolo Pasolini que mucha gente no lo ha leído como poeta. Yo tuve la suerte de que me obligaron a leer, casi a punta de pistola, a los herméticos italianos. Y para mí fue una revelación, Salvatore Cuasimodo, lo que yo llamo poesía seca, no poesía mojada. Poetas en los que triunfaba la imagen sobre la palabra. No eran sentimentales pero dolían muchísimo más. Unas cosas tan labradas, tan bien hechas, y no digo yo que eran cerebrales, es la imagen. Lo más importante es que uno tiene que decir algo. Escribir por escribir a mí me deja frío. Yo quiero comunicar, y yo creo que eso es lo que define mi poesía, la comunicación. Lo más importante en mi vida es que venga alguien que no conoce de poesía y me diga: “Yo sentí eso que usted escribió.”

A mí me han criticado mucho mi poesía homoerótica, por ejemplo, y sin embargo cuando yo leí sobre la muerte de mi compañero hubo gente que se atacó a llorar en el auditorio. Yo me quedé como ¡wow! ¿qué es esto? Y vino una señora y me dijo: “Gracias por compartir tu dolor con nosotros.” Porque la muerte no tiene sexo y es una experiencia universal. Y yo que he visto morir a tanta gente. El amor no tiene que ver con sexo. Cuando yo le escribo un poema a un cuerpo que tengo al lado, con el que he vivido por un montón de años y que todavía no conozco, pero ha quien ya le he jurado fidelidad o hecho un compromiso. Y lo digo así, aquí hay un extraño. Yo creo que todo el mundo, en los matrimonios, llega una noche en que se despierta y mira el cuerpo de al lado y dice: “¿éste quién es o ésta quién es? pero aquí me quedo. Ya no me queda más remedio. Aquí estamos. Ese conocimiento de que son dos extraños que van a estar juntos para siempre.

Cada libro es un libro muy especial. Un libro llamado Glimorio, que es un libro de magia y una gramática, ese es muy especial porque yo intenté universalizar mi experiencia. Es muy importante En el imperio de la papa frita, que es mi primer poemario político sobre la situación colonial de Puerto Rico. Pero, en realidad, cada libro es importante, y yo no dejo a mis libros atrás. Hay poetas que escriben y se olvidan del libro, y sin embargo, en mi caso, mis libros forman una secuencia. Cada uno añade a lo que han dicho los demás. En los recitales, por ejemplo, no puedo leer nada más que lo último, sino que tengo que leer un poquito de todo.

A Ana María le agradezco infinitamente que no importa lo escabroso que yo escribiese me ha publicado en Borinquen Literario. Yo creo mucho en el Internet. De hecho, tengo dos libros que no están publicados en papel. Se pueden bajar gratis del Internet, y mi intención, mi ‘mala leche’, como yo llamo a uno de los poemarios, es regalar la poesía. Porque ya me cansé de cargar con libros en la maleta. No hay nada más subversivo que decir: lo mío se reparte pero no es comercial. Ahí los editores se mueren. A mí me cuesta treinta dólares poner un libro en internet, lo puede bajar todo el mundo y en estos tiempos la gente puede entrar a las bibliotecas digitales. Como puertorriqueño, y yo lo proclamo a todo tren, es fascinante que me estén leyendo en diferentes partes del mundo. A veces me da gracia porque yo llego a Puerto Rico y se me conoce ahora. Pero hace tiempo se me lee afuera. Tengo contacto en todos lados y eso es muy importante

Primero que todo no creo en la vaina de las generaciones. No hay poetas viejos y poetas jóvenes. Hay poetas. Y yo creo que todos nosotros jamás dejamos de aprender unos de los otros. Yo todavía, cuando escribo y se me queman las pilas, agarro mis poetas y aprendo de nuevo. De manera que no veo el por qué de esta división artificial. A mí me encanta trabajar los nuevos o los que comienzan a formarse porque yo he cometido toda clase de errores en la poesía y sé dónde están en los peligros. El diamante hay que pulirlo para que brille. Tú escribes con inspiración después de estar tres días trabajando en ese poema… ¡Perdón! ¡Nada de tres días, toda la vida! Yo tengo poemas que escribí hace treinta años atrás que cuando los leo nuevamente los cambio. Y yo creo que es lo más importante. La artesanía es el alma del arte.

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24 de Febrero, 2012 · General

Reminiscencias del principio: los pasos iniciales de Carlos Roberto Gómez Beras, un Poeta-Editor.

En las letras, desde Puerto Rico:

 

por Carlos Esteban Cana

 

Fue con el paso de los años que Carlos Roberto Gómez Beras pudo cumplir su sabática autoimpuesta, a la que hace alusión al finalizar esta conversación. Cuando nuestras conversaciones fragmentarias iniciaron, Isla Negra Editores cumplía su primera década. Recuerdo que había conocido al Poeta-Editor en la presentación del segundo número de Taller Literario, en la Biblioteca José M. Lázaro, en el 1994. Si no me equivoco fue la narradora Nilda Soto Méndez quien nos presentó. Desde ese entonces coincidíamos en ferias, presentaciones y tertulias culturales. Y cuando se dio esta entrevista en El Viejo San Juan el respeto hacia su obra no era poca.

Por lo anterior sé que el mismo Carlos Roberto se sorprenderá de los detalles que la entrevista devela, sobre sus inicios como poeta y el desarrollo de la pequeña editorial que fundó a principios de los 90’s. Veinte años después, aquel proyecto generacional se ha convertido en un proyecto de dimensiones amplias que consolida su presencia regional caribeña con escritores y artistas de diversas latitudes del planeta. Con un catálogo dotado de 300 títulos Isla Negra Editores figuró el pasado año como invitada en la Feria del Libro de Frankfurt. Y el propio Carlos Roberto da el debido espacio a su poesía, después de años de silencio, con la publicación de su nuevo poemario, Mapa al corazón del hombre y la puesta en circulación de su antología personal, titulada Sobre la piel del agua.

 

Ahora escuchemos reminiscencias del principio, en la voz del Poeta-Editor.

 

Carlos Roberto Gómez: Realmente Isla Negra comenzó oficialmente en el 92 porque fue el año que incorporamos la editorial en el Departamento de Estado. Pero el concepto comenzó cuando publiqué mi primer libro. Yo escribo este primer libro, Viaje a la noche, y decido que lo voy a publicar porque se lo había entregado a un maestro querido que se llamaba José Emilio González. Y José Emilio lo leyó y dijo que sí, que eso era un libro, que se podía publicar y me hizo unas observaciones.

Viaje a la noche es un poemario de entrada, en el que estoy un poco reproduciendo el resultado de mis primeras lecturas serias. Las lecturas de Neruda, Vallejo, y, sobre todo, los poetas malditos franceses: Baudalaire, Rimbaud, que eran mis lecturas de literatura comparada. El texto es uno de corte romántico lirico, pero un lirismo bastante mediado por lo surrealista y el juego con las imágenes. Luego de haber pulido Viaje a la noche, cuando le incorporé algunas de las observaciones de José Emilio, me comunico con mi amigo Iván Figueroa, que ese momento trabajaba con una editorial que todavía existe, Publicaciones Puertorriqueñas. Entonces Iván pide permiso para que dentro de su tiempo y con el equipo de Publicaciones se le permitiera levantar este libro para uno de sus mejores amigos. Entonces se levanta el libro y lo enviamos al Pen Club. Lo levantamos en el sentido de que Iván y yo concebimos los dibujos, detalles de diseño, aunque fue Iván quien lo materializó. Recuerdo que en medio de todo eso yo le digo: “Mira, Iván, esto puede ser el proyecto de un proyecto. Vamos a llamarle a esto Editorial Isla Negra”. Pero como estábamos sacándolo dentro de Publicaciones Puertorriqueñas pues tuvimos que tranzar. Salió bajo el sello de Publicaciones pero bajo una colección que se nombra Colección Isla Negra. Y ese Premio del Pen Club fue mi entrada al mundo literario puertorriqueño, porque nunca había participado en ningún grupo, ni había tenido ninguna presencia destacada en ningún tipo de coloquio. Yo era completamente desconocido.

En términos literarios lo primero que hice fue que participé en el certamen de Contornos, la famosa revista Contornos; una experiencia muy bonita porque resulta que cuando llego a la Universidad yo no escribía. En mi familia sí había una tradición de escritores, pero casi todos son historiadores. Mi mamá escribía poesía y, en su tiempo, fue una poeta con algo de peso; apareció en varias antologías. Pero cuando entro a la Universidad yo no escribía. No era escritor joven. Lo que hacía era lo propio de los muchachos: jugar baloncesto, ir detrás de las muchachas. La literatura era para mí algo que recién estaba comenzando a descubrir.

Hay un detonante al nivel de escuela superior y podría mencionar la menor dos detonantes a nivel de universidad. El de escuela superior fue que ese último año, antes de entrar a la universidad, tomamos las pruebas del College Board. Salí mal porque yo no era lo que se conoce como un estudiante sobresaliente, al menos no en ese nivel. Yo era un estudiante promedio. Entonces el director de la escuela llamó a mi mamá preocupado y ella fue y allí me puso en cintura al frente de todo el mundo. Ya entre los dos me dijo que yo tenía que ponerme sobre mis ruedas para entrar a la Universidad. Entonces me acuerdo que llegó un maestro a la escuela. Se llamaba Melvin Torres, y entró como maestro nuevo de español. Me acuerdo que empezó a darnos una clase de español muy interesante, y me identifiqué mucho con él por su forma de dar la clase. Podríamos decir que me convertí no en su mejor estudiante pero sí en uno de sus más insistentes. Y me di cuenta que yo podía funcionar bastante bien dentro del mundo del español y de la literatura. Así que esa primera experiencia con ese maestro como que me empezó a inclinar hacia eso. Pero todavía yo no escribía poesía ni nada.

 

Cuando entré a la Universidad, que entonces experimento la vida universitaria con todos sus matices,  supuestamente iba estudiar dentista porque en mi familia había una gran tradición de dentistas. Pero al segundo año decidí que no iba a ser dentista, que yo iba a ser abogado. Mi mamá era abogada y también en mi familia hubo abogadas. Lo de abogado iba un poco más serio porque me transferí a Ciencias Sociales, y en ese tiempo ya había empezado a escribir poesía.

 

Era mucha poesía la que me salía. Era como si tuviera una necesidad de comunicar algo. Y me di cuenta que la mejor forma de lograrlo era a través de la poesía. Entonces empecé a escribir cosas que creía que eran poemas. Me salieron ciento y pico de cosas, un montón de cosas. Y yo andaba siempre con mi mazo debajo del brazo buscando víctimas. Cualquiera que veía con cara de buena gente le decía ‘ven acá’, y le espetaba uno. Y a los maestros los tenía locos. Me acuerdo que fue de esos primeros poemas que envié algunos a Contornos. Esa revista era el primer espacio que encontré como escritor. Entonces recibí una notificación de que no me habían aceptado los poemas, y eso para mí fue una gran tristeza. Yo dije: ‘Pues…’ pero algo me decía que llamara. Todo joven escritor piensa que ha escrito algo así como Cien años…, y que lo que tiene es lo más importante. Entonces llamé para ver si me podían, al menos, devolver los trabajos. Y cuando lo hice me dijeron: “Pero es que no podemos devolverle nada porque usted está incluido en la revista”. --“Pero yo recibí una carta”. --“Ah, no, eso fue un error”. Y resultó que estaba dentro de la primera selección que se hizo, y para mí eso fue como que ¡wao! El director de la revista era Pedro Santaliz. Luego con el tiempo me enteré que la revista se había convertido en la publicación del Cuadro de Honor. Creo que llegué a publicar en Contornos como dos veces.

 

Mientras tanto ya estaba en Ciencias Sociales, y allí fue que ocurrió el tercer gran evento, que, tal vez, fue el más grande de los que me inclinaron hacia la literatura de forma total y obsesiva para el resto de mi vida. Sucedió que me quedaba un semestre para graduarme en Ciencias Políticas, entonces enviaron unas instrucciones de que los que iban a entrar a Pre-legal tenían que tomar unos cursos en humanidades. Y me pusieron en un año a tomar lo clásico: música, arte, filosofía y literatura. Lo cierto es que como tal, hasta aquel momento, nunca había tomado un curso de literatura, y el maestro que me tocó fue José Emilio González. Así que durante un año tomé clases con José Emilio. Y cuando terminé ese curso me acuerdo que salí de la clase, fui al Departamento de Ciencias Sociales y les dije: “Yo me quiero cambiar de concentración”. –“¿Pero tú estás loco, si lo que te queda un semestre?.” --“Yo me quiero cambiar.” Me dijeron: “¿Hacia donde?”. Yo dije: “A literatura comparada.” Y me preguntaron: “¿Qué es eso?” Porque no era un Departamento muy conocido. Y contesté: “Yo no sé, pero ahí es que me quiero cambiar”. Y entonces ahí me metí a Literatura Comparada.

 

Y eso ocurría mientras yo iba haciendo esta amistad entre comillas, amistad entre maestro y estudiante. Porque José Emilio tenía su particular forma de hacerse amigo. Él era duro con los estudiantes pero sabía por qué. Yo de vez en cuando le llevaba poemas y un día le dije: “Yo quiero enseñarte un libro. José Emilio, yo quiero que tú leas esto”. Entonces le entregé ese mazo de poesías, se lo llevó, regresó un día y no me acuerdo exactamente de las palabras pero en síntesis dijo que aquello era una mierda. Me dijo: “Esto no sirve, esto es una porquería.” Imagínate como lo tomé, durísimo porque yo tenía toda esa cosa, toda esa producción. Sin embargo descubrí algo bien importante en esto: que yo había estado escribiendo pero no había estado leyendo. Y que si quería ser escritor debía ser primero lector. Entonces empecé a leer poesía, lo que no había estado haciendo. Estuve un tiempo largo leyendo, solamente leyendo poesía. No escribía nada. Empecé a leer y a descubrir otras cosas, otras lecturas. A repasar lo que había leído, entonces ahí fue el encuentro con Baudelaire, Neruda, sobre todo el Neruda de Residencia en la tierra que es mi favorito. Vallejo, la poesía latinoamericana. Y entonces me senté a escribir un libro, no a escribir poesía, sino a escribir un libro. Y desde ese día, los cuatro libros escritos hasta la fecha han nacido libros. Hasta este momento siempre me ha funcionado escribir libros, ya nada de poemas sueltos. Me senté y empecé a escribir Viaje a la noche en sus partes. Lo que concebí fue un viaje hacia la experiencia amorosa, y lo dividí en tres partes: primero el motivo, después el viaje, concluí con el naufragio y lo armé. Entonces ahí surgió un evento importante que fue el certamen de Tríptico, que en ese tiempo estaba capitaneado por Zoé Jiménez y Rubén Moreira.

 

Tríptico era gente que se habían separado de los escritores vinculados a Filo de juego y crearon Tríptico, que después de revista se convirtió en certamen. Fue un certamen espectacular. Casi toda la generación del 80 estaba participando. En términos de lo que fue la generación del 80, fue bien significativo porque conformó a la generación. Después Tríptico se convirtió en una editorial. En el certamen participaron ciento y pico. Yo envié la primera versión de Viaje a la noche. El primer lugar lo ganó Mayra Santos, y yo gané un segundo lugar compartido con Edgardo Nieves Mieles. Entonces cuando me gané ese segundo lugar, como que me di cuenta de que había algo interesante, entonces me atreví a llevarle no un mazo de poemas a José Emilio, sino ya un libro, ese libro. “José Emilio -le volví a decir- aquí tengo un libro”. Se lo llevé. Entonces pasaron dos o tres semanas. Silencio total. Un día me llamó y me dijo: “¡Carlos Gómez, esto es poesía!”. También yo se lo había enviado a don Manuel de la Puebla, que rápido me había comentado: “Es un libro excelente. Te felicito”. Entonces ahí es cuando lo trabajo con Iván. Como ya te dije, le dimos carácter de libro y lo enviamos al Pen Club.

 

Lo envío al Pen Club. Y como pensábamos hacer un sello editorial le saqué un box para el sello. Sacamos uno cerca de lo que fue la librería Bell, Book & Candle. Pero a mí se me olvidó ese box, nunca buscaba la correspondencia. Sucedió que un día estoy caminando por los pasillos de comparada, y me acuerdo que vino Ruben Ríos, o Gelpí, y me dijo: ‘felicidades’. Yo no sabía por qué me estaba felicitando, será porque era navidad, pensé. Entonces sigo de frente y me encuentro con Ana Lydia y me dice lo mismo: “Carlos, felicidades, ese premio, que bueno”. Ahí fue que le dije: ¿De qué tú me hablas? Y yo, ¡qué! ¡No puedo creerlo! Ese mismo día me picó la curiosidad y fui al box y ahí estaba la carta que notificaba que había ganado el Premio de Poesía del Pen Club. Había llegado hacía como una semana. Fuimos a buscar el premio y fue muy interesante el laudo porque el jurado estaba integrado por gente de varias generaciones. Julio César López, que fue el jefe del jurado, me comentó que cuando mi poemario llegó, ya ellos habían descartado otros poemarios. Pero cuando él recibió mi poemario y lo leyó, dijo: “No. Esto es distinto”. Entonces se lo pasó a los otros, y los demás integrantes del jurado dijeron que era el 1er premio.  Después todo el mundo preguntaba: “¿Pero quién es él?” Porque nadie sabía. Yo era un poco conocido sólo entre la gente de mi generación, que en ese momento éramos los soterrados, y que en realidad nos conocíamos entre nosotros. Yo conocía algo de Mayra, de Edgardo. Pero acuérdate que contrario a Mayra, a Edgardo, a Rafa Acevedo, a esa gente de los 80’s, yo nunca participé de ninguna revista, de ningún grupo. Yo caí directamente al certamen de Tríptico, y de hecho cuando llegué a ese certamen también empezaron a indagar sobre quién era. Un día Zoé Jiménez Corretjer me llamó. Ella quería saber quién era yo, que nunca me había oído. Porque yo nunca había estado en ninguna revista de esos grupos. Y después pasó lo mismo en el Pen Club. En esa ocasión la curiosidad fue mayor porque los finalistas de ese año eran escritores ya establecidos que tenían varias publicaciones, e incluso habían ganado premios. La pregunta entre el jurado era obvia: ¿Vamos a darle el premio a una persona completamente desconocida? Entre los finalistas, yo era por mucho el más joven. Todos los finalistas eran de la generación del 70 y del 60. Entonces a la luz de ese premio, la gente empezó a acercarse y preguntaban quién me había hecho el libro. Pues lo hicimos entre Iván y yo, contestaba.  Y como comenzaron a preguntar por Isla Negra usamos ese primer libro como un trampolín para presentar el proyecto editorial. Publicaciones Puertorriqueñas siempre entendió que era un proyecto que Iván estaba haciendo y ellos cedieron como buena voluntad su sello.

 

Yo me atrevería a decir que mi premio debió haber sido de los primeros que recibió algún integrante de la generación del 80, a nivel de ese tipo de premio, a nivel nacional. Y sin duda había otros poetas, Edgardo con Mairena, creo que el mismo Rafael Acevedo había tenido un libro finalista con Casa Las Américas. Ya después Isla Negra se convierte en una especie de paladín de la generación. Siempre he visto que la editorial inició precisamente como un proyecto de generación. Mi principal compromiso era con mi generación pero lo que ha pasado es que lo he ampliado.

 

Inmediatamente después de ese primer libro, Viaje a la noche, escribo tres libros. El segundo se titula La paloma de la plusvalía, el tercero Poesía sin palabras, y el cuarto se llama Animal de sombras. Y son tres libros escritos sucesivamente. Terminé uno, completé otro y luego otro. Cuando los publiqué tomé la decisión de reunirlos en un sólo volumen y titularle La paloma de la plusvalía y otros poemas para empedernidos. Pero adentro están esos tres con Viaje a la noche; los concebí como libros que se pueden leer separados.

 

Para la época ya Isla Negra es un proyecto un poco más maduro y tomo la decisión editorial, como te mencioné, de publicarlos en un solo volumen en el 96. La realidad es que no le presté atención editorial a ese libro, un poco en casa del herrero cuchillo de palo. No lo envié a ningún certamen, no hice nada con él, sino que lo empecé a correr entre los amigos y entre algunas librerías. Casi cuatro años después fue que decidí presentarlo oficialmente. Sin embargo, se empezó a correr la voz, la gente empezó hablar un poquito de libro. Pero la publicidad grande se generó cerca del 2000 cuando lo presenté junto con un pintor dominicano que se llama Ezequiel Tavera. Sin embargo la gente había empezado a leerlo, y el libro tuvo una vida editorial interesante pese a mí, pese a que yo no hice todo el esfuerzo que pude haber hecho.

No he escrito más nada. Tengo proyectos que hace años los tengo ahí comenzados; unos cuentos comenzados, una novela… Quiero volver a escribir y lo haré, ya sea que me tome una sabática de verano autoimpuesta. Eso implicaría limitar los proyectos en verano a cero. Ya una vez hicimos una moratoria, podemos hacer otra. Yo no voy a tocar libros de otros y voy a trabajar en los míos. Eso me gustaría mucho, porque a la verdad que lo necesito.

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03 de Febrero, 2012 · General

Angelica Gorodischer: entre la inocencia y el lenguaje

 

por Carlos Esteban Cana

En la extensa trayectoria de Angelica Gorodischer, una llena de universos narrativos que trascienden la ciencia ficción que le ha dado a conocer a nivel mundial, es evidente su compromiso con lo que es ser mujer y escritora, ya sea en latinoamerica o en cualquier latitud del planeta. Puntualizaba esta autora en 1992, en el prólogo del libro Mujeres de palabra: “Somos mujeres de palabras. Estamos construidas de palabras y damos las palabras que tenemos y cumplimos la palabra dada. Cuerpos hechos de palabras a la vez que la palabra es cuerpo, hemos empezado un día a escribir contra todo porque somos mujeres y porque habitamos un continente desgarrado. Cuando escribíamos nuestros primeros textos no nos atrevíamos o no sabíamos abrirnos hacia lo hondo de nosotras mismas para dejar pasar lo necesario, lo inevitable, lo que estaba ahí como un bezoar, cada día más duro y más poderoso. […] Hasta que un día descubrimos que la cara del éxtasis llegaba desde un lugar misterioso y contradictorio en el que la sangre no es herida sino vida, en el que cae en gotas una savia espesa que resuena en los rincones sólo habitados por la memoria, en el que hay un lugar más que gozoso para las abuelas morenas o venidas desde el otro lado del mundo, para las viejas diosas de caderas anchas y vocales líquidas, para la voz. Cuando ellas hablan, cuando sabemos cómo dejarlas hablar y oírlas, pasan estas cosas y de pronto somos mujeres de palabra que cumplen su palabra, hecha de palabra, dadoras de palabra.”

Cuando conocí a Angelica Gorodischer once años después, cuando se efectuaba el V Encuentro Internacional de Escritoras, evento que pude cubrir por encomienda de la Oficina de Revistas del Instituto de Cultura Puertorriqueña, tenía un conocimiento parcial de la escritora que iba a entrevistar. En los estantes de mi biblioteca personal estaban libros como Las jubeas en flor o Mala noche y parir hembra, pero desconocía, por ejemplo, que en ese mismo año circulaba en librerías del mundo anglosajón la traducción de su novela más conocida, Kalpa Imperial, realizada por la eminente escritora de ciencia ficción Ursula K. Le Guin.  Desconocía que Gorodischer llegaba al Encuentro en Puerto Rico después de haber organizado simposios similares en Argentina entre 1998 y 2002.

Después Gorodischer ha continuado su obra, publicando novelas y colecciones de cuentos. Continuó también con sus Grupos de reflexión sobre la escritura, y en el 2007 recibió un premio por toda su obra (integrada por más de 30 títulos) en Estados Unidos y fue declarada Ciudadana Ilustre de Rosario ese mismo año. Han sido muchos los premios recibidos por una obra que ha sido publicada en diversas editoriales como Lumen y Emecé. También recibió el Premio Dignidad de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Por todo lo anterior no me sorprendería de que fuera galardonada con el Premio Cervantes o que fuera nominada al Premio Nobel por alguna prestigiosa institución cultural.

A continuación guardo silencio y dejo que sea la propia Angelica Gorodischer quien nos hable, en sus propias palabras.

Angélica Gorodischer: La gente en general empieza con poemas, intenta con la poesía. Yo nunca escribí poesía. Ni siquiera a los 16 años. Cuando una está enamorada y el otro no te quiere, y entonces son las grandes tragedias de amor. Nunca escribí poesía. Tampoco he escrito teatro. Bueno, ensayitos pequeños para los periódicos o para revistas o para lo que fuera sí, pero yo digo que he venido a este mundo a contar.

Yo aprendí a leer a los cinco años. Además nací en una casa llena de libros. Los libros fueron mis juguetes. ¡Las muñecas me parecían horribles! Siempre me parecieron horribles y estúpidas. En cambio, los libros tenían de todo. A los cinco años aprendí a leer y empecé a leer desesperadamente todo. Claro, lo primero que leí fueron los libros que mi mamá me prohibió, como es lógico. “Esto no lo leas”. A los cinco minutos yo lo estaba leyendo. Algunos no los entendí. Otros los entendí y me encantaron. Y bueno, leí todo, todo lo que encontraba. Y a los siete años -a los siete años- lo recuerdo perfectamente, decidí que iba a ser escritora. Estaba leyendo Las minas del rey Salomón y dije: ‘Yo quiero escribir esto’, pero claro, Las minas del rey Salomón ya estaba escrito. Así que tenía que escribir otra cosa. Bueno, y después leí de una manera omnívora. Me tragué todo, pero todo. Leí libros buenos, libros regulares, porquerías, genialidades. El siglo de oro, los griegos, novelas policiales, pornografía, novelas rosa, best-sellers, lo que me cayera a las manos. Leía todo.

Los escritores nacen de los lectores. No hay otra. Los escritores también nacen de los lectores. Yo creo que una vez que uno lee, lee, lee, se vuelve loca escribiendo. Se quema las pestañas, sigue leyendo y un día una escribe. No hay otra.

Yo nací en Buenos Aires por casualidad, porque mi papá estaba ahí, con mi mamá. Claro, porque tenía un trabajo en Buenos Aires pero después nos volvimos a Rosario, de donde era la familia de mi mamá, y yo he vivido toda la vida en Rosario. Rosario queda ahí, no más. Queda a 300 km de Buenos Aires que para nosotros no es nada. 300 km es la vuelta a la esquina.

Rosario es casi una prolongación de Buenos Aires, es el mismo tipo de ciudad. Tiene el mismo tipo de literatura urbana. Más chica que Buenos Aires. Buenos Aires tiene 9 millones de habitantes y Rosario tiene millón y medio. Las dos están al lado de ríos monstruosos. Las dos tienen el mismo clima. Y bueno, hay una autopista que uno va a la mañana a Buenos Aires y vuelve a la tarde, cosa que yo hago a menudo. En general voy dos veces por mes a Buenos Aires porque mi editorial está en Buenos Aires, y también una cantidad enorme de amigos y compromisos. Así que cada 15 días yo estoy en Buenos Aires. Mucho no aguanto porque es una ciudad monstruosa, pero dos días o día y medio aguanto. Después digo: ‘¡Ay! Quiero ir a mi casa” y me vuelvo.

Dije lo que había dicho Bernard Shaw, a los siete años tuve que interrumpir mi educación para entrar a la escuela. Entonces hice la escuela primaria, hice la escuela secundaria, entré en la universidad. ¿Qué iba a hacer? Aprender las letras, filosofía y letras. Entré en la facultad. Entonces llegué a cuarto año y dije: ‘Que diablos estoy haciendo acá’. Y me fui, si yo no quería ser profesora, yo quería ser escritora. Y es cierto, es lo que encuentro. A veces no, pero en general el marco de la academia es algo que limita mucho y que impone un lenguaje, un discurso que es muy contraproducente cuando uno quiere hacer narrativa, poesía o teatro. Es muy difícil que salgan de allí buenos poetas, buenos narradores, buenos dramaturgos. Salen excelentes investigadores, excelentes críticos, a quienes yo respeto muchísimo porque yo no podría hacer eso. Se me haría absolutamente imposible. Pero también reconozco que no sólo lo respeto y me parece admirable, sino que no quiero hacerlo.

Me puse a escribir y yo invento todo. Imaginación e invención pura. Como te puedo decir. No investigo nada, no me importa ir a las fuentes. Bueno, no escribo novelas históricas tampoco. Pero todo lo que yo escribo es invento. Todo. Todo. Entonces, a propósito de una novela mía que salió el año pasado decían: ‘¡Que barbaridad! Cómo habrás investigado con este asunto de la botánica’. Pues escuchadme, todas esas plantas no existen. Me las inventé yo. No puedo ir a investigar. No tengo tiempo, ni paciencia. Entonces yo me invento todo. Por eso y durante un tiempo hice ciencia ficción, porque ahí me parecía que tenía más libertad, pero la ciencia ficción me duró tres libros, más o menos. Y después ya me harté.

Además me alimenté de Borges como nos alimentamos de Borges todos los argentinos. Borges es el papá de todo el mundo, en toda la Argentina. Borges defendió siempre la ciencia ficción. Fue el primero que hizo un prólogo a un libro de ciencia ficción. Hizo el prólogo de las Crónicas marcianas de Ray Bradbury. Y si vos vas a los textos de Borges te vas a encontrar con mucho de eso. Tlon, Uqbar, Orbis, Tertius, por ejemplo, La biblioteca de babel. Todas esas cosas son absolutamente ciencia ficción. Las ruinas circulares. Realmente Borges fue un defensor de la novela policial y de la ciencia ficción. Defendió las literaturas marginales, cosa que me llena de emoción, de ternura y de amor. Yo también estoy de acuerdo en que las literaturas marginales son las que hacen crecer la literatura.

Todos mis libros son distintos. Lo que pasa es que la marca de la ciencia ficción es muy fuerte. Yo no escribo literatura realista. No puedo. No me sale. Siempre pasa algo. Siempre empieza todo muy suavemente y de repente le doy con el fierro al lector en la cabeza. Y Bueno, lo jodo. ¿Qué quieres que le haga? Porque hay algo que interviene allí que no tiene nada que ver. ¡Y Dios me libre y me guarde, no me vayas a hablar de realismo mágico porque te pego!

La literatura de Cortázar sí, después ya me traicionó ese hombre. Pero todos esos cuentos hasta Rayuela, el Libro de Manuel ya no. Cuando se puso ideologizante dejó de interesarme. Mi único compromiso es con el lenguaje. Aparte del compromiso con el lenguaje, que es lo que me marca como escritora, yo puedo tener una posición política que efectivamente la tengo. Pero eso no tiene nada que ver con mi escritura. Yo no voy a escribir un libro para demostrar que tal. No. ¡Un corno! A la narrativa se entra por la puerta de la narrativa, no por la puerta de la ideología. Si vos entrás por la puerta de la ideología puedes escribir un ensayo, un panfleto. Bueno, que sé yo, un libro de filosofía, lo que se te cante. Pero si vas a escribir narrativa entrás por la puerta de la narrativa y no importa. Lo único que importa, como decía el maestro Borges, es escribir en estado de inocencia. Es decir, sin plantearte a donde va eso. Eso no va a ninguna parte, va al trabajo con el lenguaje.

El día que la humanidad adquirió la palabra, adquirió el hecho de ser humanidad. Antes no. Sin palabras no se es humanidad. Cuando se produce lo que se llama la política del nombre, ahí es donde se va realizando esa humanidad que venía de lo que venía del hommo habilis, o del hommo erectus, y todavía no el hommo sapiens.

De mi propia obra, mi novela preferida es Prodigios, que es lo mejor que he escrito en mi vida. Prefiero la novela y el cuento como género. Los dos me gustan y depende de qué es lo que estoy escribiendo. Cada texto reclama su propia forma. En cuento hay un libro que se llama Menta, que es uno de los que a mí me gusta. Hay un libro que se llama Como triunfar en la vida, cuidado, eh, que no es un libro de auto ayuda. ¡Dios me libre y me guarde! Es un libro de cuentos siniestros. Bastante siniestros. Las Jubeas en flor, ese es un libro de cuentos y algún otro que está por ahí.

El cuento es un género más difícil. Lo que pasa es que la novela es más absorbente. Yo he estado cinco años escribiendo una novela. Una novela. Y está bien. Es una cosa como una enfermedad, pero el cuento es más difícil porque tiene que ser redondito y lisito, y brillante si es posible. La novela puede dejar cabos sueltos, puede incluso ser una especie de batiburrillo de un montón de cosas. El cuento jamás.

El cuento se vende muy bien, pero las editoriales tienen sus líneas. Las editoriales son un negocio, finalmente. Entonces ellos dicen que la novela se vende mejor que el cuento. Cosa que es cierto hasta cierto punto, porque el cuento es un género muy territorio de la plata, tanto uruguayo como argentino, muy del río de la plata. Y hay cuentistas extraordinarios que se venden muy bien, pero es una especie de círculo vicioso. Las editoriales dicen que se vende mejor la novela, y entonces la gente escribe novelas. Y el cuento, no escriben cuentos pero entonces... Es una tontería total. Para las editoriales el cuento es un muy terreno raro.

Cuando recién empezaba a escribir en forma profesional, escribí dos novelas que eran horribles. Por supuesto las tiré. Las rompí y las tiré. Después escribí una novela con la que gané un premio, un premio importante, se llama Floreros de alabastro, alfombra de bokhara, una novela semi policial, por supuesto, sobre las cosas que le pasan a una mujer. Contada en primera persona. Después viene una novela que se llama Jugo de mango, después Kalpa Imperial, que ha tenido cuatro o cinco ediciones, no sé cuántas. Después viene Prodigios. A nivel editorial no pasó nada con Prodigios, la compraron tres gatos, pero yo creo que es lo mejor que he escrito en mi vida. Lo que pasa es que es una novela muy difícil. Difícil de leer. Yo comprendo que el lector la abre y dice: ‘¡Ay! ¡Qué horror!’ y la deja. Juego con el lenguaje constantemente. La estructura es una estructura lineal perfectamente clara, no pasa nada, lo que es difícil es el lenguaje usado.

De vez en cuando escribo un cuentito porque como la novela es una especie de enfermedad. Uno tiene que poder respirar y para poder respirar escribo un cuento. A mí me pasa por lo menos que los libros de cuentos se hacen así. De repente, yo digo: ‘Ah, pero tengo 17 cuentos, ¿a ver de estos cuáles sirven? Sirven estos diez. Bueno, ya tengo un libro de cuentos.’ En general ni me doy cuenta que estoy haciendo un libro de cuentos. Pero ahora estoy escribiendo otra novela. Qué se le va a hacer. Es como irremediable. Y no te puedes imaginar como re-escribo. Re-escribo, re-escribo y después re-escribo. Harto corrijo y corrijo y corrijo constantemente. Corrijo siempre en pantalla. No imprimo hasta tener todo perfectamente claro. Y como te decía antes, yo escribo en estado de inocencia como decía Borges. Escribo por escribir, y escribo por escribir porque tengo que escribir, porque es mi misión en la vida. ¡Caramba!

 

Carlos Esteban Cana es comunicador, escritor y crítico. Edita el boletín cibernético En las letras, desde Puerto Rico. Periodista cultural, ha entrevistado y conversado con escritores de todo el orbe iberoaméricano, es además poeta y narrador. Fue miembro de la Junta Directiva del Pen Club y se ha desempeñado como Coordinador Editorial para el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Publicado por el Movimiento Cultural Abrace e incluido en diversas antologías como Los rostros de la Hidra, La gaceta virtual o Estancias del sol, este autor es fundador de Taller Literario, revista en su primera época y colectivo que en el 2011 cumplió 20 años de fundación.

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20 de Enero, 2012 · General

La poesía necesaria de Magaly Quiñones (Segunda parte)

En las letras, desde Puerto Rico

Un verso creando lo creado

 

por Carlos Esteban Cana

 

 

De colores y versos

 

Ahora que el sol desgrana su alimento

y la tarde se escapa,

háblame en verde, amor,

desnúdate y florece en cada hoja,

cuéntale nuestro amor a la montaña.

 

Ahora, que el sol desangra

por los acantilados de mi cuerpo,

por los jardines de mi entraña,

bésame en verde, amor, -verde espesura-,

recógeme en la umbela de tu pecho

y enlaza mi cintura con tus lianas.

 

¡Suéñame verdiflor, sé tú mi verdiagua! .

Piénsame verdiamor,

borda renuevos y despierta al jilguero

que aprisiona tus sueños en mi almohada.

 

¡Y, háblame en verde, amor,

háblame en verde!.

Los desiertos se esparcen,

los cielos se desgajan,

las aves se refugian en las ramas….

Sobre el lomo escamoso del lagarto,

bajo la luna trajeada de plata,

alárgate en mi flor,

¡que no haya invierno, amor,

que no haya invierno!

¡Enciéndeme de amor!

 

Ahora que el sol desgrana,

y estoy aquí, a tu lado,

prendida, florecida, acurrucada,

¡trae colores y versos a mi alma!.

 

Desconozco si el poema que inicia esta segunda parte de En las letras, desde Puerto Rico, dedicada a la trayectoria de Magaly Quiñones, será incluido en su nuevo poemario titulado Cuerpo a Cuerpo. Según tengo entendido ese libro está conformado por poemas breves,

algunos de los cuales se acercan a la forma del haiku. Y es que la poeta se sigue acercando, quizás con más intensidad, a la brevedad y a la concisión. Por eso sería bueno preguntarle si De colores y versos, que no va necesariamente en esa línea, será el primer peldaño para otro libro.

 

En esta segunda parte Magaly nos explica sin rodeos las columnas que estructuran su poética.

En un periodo de 20 años, a partir de 1989, Quiñones ha publicado cuatro libros: Razón de lucha, razón de amor (1989), Sueños de papel (1996), Patio de fondo (2004) y Poemas de pasión y libertad (2008). Como la primera parte, antes de entrar en cada título hemos incluido una pieza del libro que nos ocupa en ese momento. También hacemos un espacio para dialogar con la poeta sobre la escritura para niños. Tres libros ha dedicado Magaly para los más pequeños:

Mi mundo: palabras de niños (2004), Poemas para los pequeños (2006) y Quiero una noche azul (2007). Quiñones además adelanta algo de sus proyectos futuros.

Aún cuando su último libro, Poemas de pasión y libertad, ha tenido una circulación limitada,  refiriéndose al mismo, el crítico Ángel Aguirre ha expresado: “Cada nueva lectura de este rico poemario revela grandes aciertos y deslumbra con insólitas sorpresas en ese mundo sentimental. Magaly Quiñones, indudablemente, ha entrado plenamente en su mejor

etapa creadora; madura y selectiva en el manejo de la palabra desnuda y definitiva.” Yo, que he tenido la oportunidad de leer cada uno de los libros de Quiñones, concurro con la opinión de Aguirre.

La poeta continúa incansable, sin que mine su constancia un ambiente que quita aliento a quienes, contra viento y marea, sacan sus libros.

Ya sea porque los que tienen que pagar no pagan, por la vagancia de quienes no quieren y deberían trabajar de forma efectiva el mercado del libro.

Y la poca iniciativa que genera la burrocracia institucional, que ciegos, ya sea para favorecer a unos o excluir a otros, no hacen su trabajo.

Pero todo lo anterior no hace mella en la escritora. Magaly cocina lentamente seis nuevos libros

(tres para niños y tres para adultos) con la certeza de que serán publicados antes de que concluya esta década, década en la que su primer libro, Entre mi voz y el tiempo, cumplirá 50 años de haberse publicado. Si yo fuera el director de alguna flamante editorial no demoraría en publicar una antología de su obra, que incluyera además un CD para escuchar las piezas en la propia voz de la poeta. Me atrevo asegurar que apenas he escuchado a dos o tres poetas

del patio que logran comunicar sus creaciones como ella lo hace.

La trayectoria de Magaly Quiñones ha sido una de las más vigorosas en el panorama de las letras caribeñas.

Ha ejercido con pasión y libertad la poesía, con todo lo que implica asumir la creación; no como algo para enaltecer egos, sino como un servicio, como un medio para comunicarse de forma horizontal y vertical con los demás, como un verdadero modo de vida.

Hoy, en estas coordenadas espaciales y temporales, pocos escritores lo hacen.

 

Por lo pronto, no digo más. Sigamos escuchando a la poeta en Un verso creando lo creado: la poesía necesaria de Magaly Quiñones.

 

Imagen, palabras, belleza y espíritu, el proceso creativo

 

La imagen lo que trae es la belleza. Yo oí decir a alguien una vez que no entendía por qué los poetas se alejaban de lo feo, y yo creo que hay formas de decir y hay formas de decir; no es que el poeta se apegue a lo feo.

La persona en cuestión abogaba por lo contrario: había que apegarse a lo feo, a lo desnudo y a lo grotesco si se quería sacudir a la gente para que despierte.

Yo pienso que eso se puede hacer sin llegar a ser soez, ni llegar a hacer algo que disguste.

Por mi ojo de artista sigo la belleza. Tanto lo veo en la literatura como lo veo en la pintura y lo veo en la naturaleza.

Hablar de cómo aspirar a la belleza es una cosa maravillosa que se debe hacer, que es edificante para el espíritu.

Hablar de la belleza y la imagen hace crecer al ser humano. El escritor no planifica atrapar la belleza de una forma concentrada.

El escritor sigue escribiendo y ya, al final, cuando ha terminado, es que cae en cuenta de lo que dice.

 

La mayor parte de las veces no estamos conscientes de lo que dijimos al principio.

Claro, yo siempre vuelvo sobre mi obra, la escudriño y la vuelvo a editar.

Todo escritor responsable debe hacerlo porque a veces el sentimiento no sale como debe salir.

En ocasiones, sale interrumpido e inconcluso. Los versos que deben estar al final salen al principio, y a eso hay que darle la vuelta para que caiga y cuadre, para que sea posible la comunicación.

¿Para qué vas a escribir una cosa que no se entienda y que cuando alguien lo lea se quede igual?

No. Una de las funciones básicas de la literatura es comunicar y la otra es cantarle a la belleza, expresar la belleza y todos los valores altos del espíritu.

Lo que edifica al ser humano. ¿Para qué voy a hablar de cosas que lo que hacen es fastidiarte la cabeza?

Cosas que no te dan nada, que no te abren puertas ni ventanas, que no integran nada positivo.

Dejar al lector en la oscuridad, en el disgusto o en el lamento, sin buscar otras alternativas, no es lo mío.

Yo creo que la imagen en mi poesía ha sido bien importante, pero la imagen siempre va a la par con el mensaje.

Yo no sacrifico el mensaje por ser purista ni con el idioma ni con la imagen.

 

Desde bien jovencita soy caculo de museo. Cada vez que viajo, voy a dos sitios sin fallar: al zoológico y al museo.

Al zoológico porque me gustan los animales y la naturaleza.

Me gusta ver la vida primigenia en su estado más puro, y la pintura porque me fascina.

Yo no tengo mucho tiempo para pintar. He ilustrado dos de mis libros pero, en realidad, me considero escritora más que pintora.

Empecé a pintar muy tarde y a instancias de una profesora. Aunque, eso sí, siempre he realizado mi dibujito cuando escribo.

Yo tengo cuadernos, desde los diez años, en los que escribía cartas, poesías; mis impresiones del momento y de las clases, todo lo que me pasaba en el día, y en esas páginas hay dibujos. Muchos nacieron a la par con los poemas.

 

*

 

Para grabar tu nombre

 

Para que yo me cure

el indio que hay en mí baila su danza

quemando la memoria de tus días

frente a la gigantesca fogata.

 

Y para que yo suba sin resbalar

sobre el despeñadero de mis ansias,

el negro que en mí vive

mezcla yerbas y savias en prietas calabazas

y me obliga a beber tu sudor y tu sangre

en feroz exorcismo.

 

Y para que yo olvide

el dolor que tu piel dejó en mi piel,

la moral religiosa del colono español que vive en mí,

obedeciendo al dogma desata

la frialdad en mi mano, la firmeza en mis ojos,

mudez en mi palabra.

 

La última vez que me atreví a salir a enfrentar a mi dolor

las tres razas me dieron de comer

pero no pude contener las lágrimas.

La última vez que quise anochecerte el alma,

vi al sol que se escondía tras mis versos

para grabar tu nombre.

 

 

Razón de lucha, razón de amor (1989)

 

 

Con Razón de lucha, razón de amor recuerdo como hoy, el día que yo recibí una carta  de California, pidiéndome 375 copias de ese libro.

¡Me estaban leyendo en la escuela superior de allá! ¿Cómo llegó Razón de lucha, razón de amor a California?

Para mí sigue siendo un misterio.

Ha sido un libro que me ha dado grandes satisfacciones. Cuando yo recito incluyo mucho de su poesía.

Creo que fue a finales de los 90’s que tuve una lectura en la Biblioteca del Congreso, allá en Washington.

Y el público era de siete Estados distintos, un público masivo que recibió la poesía de Razón de lucha…

con un entusiasmo que me dejó maravillada. La experiencia me fascinó.

 

 

Mairena-Julia-don Manuel

 

 

Mairena me ayudó en la distribución, pero yo era la responsable de los costos de los libros. Ese gran español-puertorriqueño que se llama Manuel de la Puebla hizo por la literatura puertorriqueña mucho más de lo que algunos de los nuestros han hecho.

Don Manuel siempre ha estado muy pendiente a mi obra. Siempre me alentó y ayudó.

Yo también fui parte de la Junta Editorial de su revista. Primero en Mairena y después en Julia.

Le ayudé en la corrección de pruebas, le daba ideas y él me consultaba mucho. Él me ayudó en la distribución de algunos libros.

Es un hombre con una infinita dedicación y amor a la literatura, así como a nuestra patria.

 

 

Me quedo lela

 

Esta tarde sin sol me has preguntado

de qué lado se estrena el corazón

cuando amor nace y nos sentimos viejos.

Ahora que caminamos

por las calles obscenas de New York,

que recortamos sueños y poemas

desde Strawberry Fields hasta West Village,

apurando, a lo Lennon,

la música del alma sobre el cuerpo,

se te nubla la voz y aún me preguntas…

 

Te podría decir que todo importa.

Que tú y yo, como todos, en la medida justa,

conformamos la inmensa postal de rascacielos.

Podría hasta jurar que amar, libar, besar

son ejercicios sin edad ni tiempo.

Pero, me quedo lela,

meditando en la hondura de tus ojos.

Me quedo lela ansiando, sopesando

lo que cuesta soltar nudos y velas

en medio de una historia de hundimientos.

Esta tarde sin sol en que preguntas,

rimando el fuego de tu corazón,

con qué mano se enciende el universo,

no hallo respuestas en mi corazón,

a lo sumo unos versos, estos versos…

 

 

Sueños de papel (1996)

 

 

Para Sueños de papel yo andaba buscando dinero para publicar, y andaba buscando una editorial y no la encontraba.

Finalmente, para esa misma época, de la Editorial de la Universidad se comunicaron y me preguntaron si tenía algún manuscrito, porque ellos consideraban que mi obra estaba afianzada; que tenía una obra fuerte en Puerto Rico.

Ellos querían desarrollar esa serie que titularon Aquí y Ahora. Les dije: “¡Claro que sí! Aquí está durmiendo en la gaveta.”

Cuando llevé Sueños de papel lo encontraron demasiado largo porque ese libro tiene alrededor de 200 poemas.

Entonces me dijeron: “Pero la serie va a ser bien pequeñita. ¿A usted no le molesta que sigan los poemas sucesivos en la misma página?

¿Que se termine uno y comience otro?” Con lo que me indicaron yo pensaba que el libro no se iba a ver tan bonito, pero la otra alternativa que me estaban dando era que lo cortara. Y les dije: “No. No lo corto. Publíquenlo así”.

Un libro no es un montón de poemas juntos. Un libro como Sueños de papel tiene unidad, tiene un hilo interno, una intención detrás.

 Todo está configurado. Y no cedí. “Póngalo corridito si quieren, –añadí- siempre y cuando, entre uno y otro poema, aparezcan los títulos.”

 Así lo hicieron y salió completo en esa cosa tan pequeñita en que lo metieron.

Ese vestido tan pequeño. No sé cómo lo lograron pero ahí está.

Sueños de papel, dicen algunos críticos -y después que hablan uno se pone a pensar- que es un libro de afirmaciones.

Y estoy de acuerdo con ellos. Sueños de papel es un libro que afirma. Me afirma a mí como puertorriqueña.

Me afirma como poeta antillana, me afirma como caribeña. Es un libro que habla de la reivindicación de la mujer.

Escrito en tono de mujer y tiene mucha fuerza. Afirma mi compromiso con la patria. Todo lo que yo he venido cocinando desde un principio, que se da en ese libro con afirmación, ya está solidificado. Ya estoy plantada. Los poemas hablan de que esto es así, así y así.

Y como te dije, es un libro enorme. Se hizo cinco años antes de que se publicara. Salió en el 1996 pero ya desde el 90 ó 91 ese libro empezó a crecer, a crecer y a crecer. Y creció tanto que yo andaba tocando puertas. Es uno de mis libros favoritos.

De Sueños de papel se han hecho traducciones, y en Estados Unidos hubo personas que hicieron tesis ocupándose del libro.

 

 

Sismo –en miniatura-

 

Hurtándole al jardín unas flores de maga

y una que otra canaria amarilla, he provocado,

con una sola, torpe, inocente pisada,

un terremoto inmenso que enloqueció,

dejándolas sin techo, ni miga ni sustento

a millones de hormigas.

 

 

Patio de fondo (2004)

 

Son muchas las cosas que podría decir sobre Patio de fondo. Es un libro denso, toda vez que lo tomo en mis manos y lo releo me sorprende

como si fuera nuevo o desconocido. Tiene infinidad de rincones donde me escondo, me desdoblo o me acomodo.

Es fruto de un proceso de mirarme por dentro,-introspección y flujo de conciencia- de escudriñar las peculiaridades de mi yo poeta.

En este poemario me acerco a lo que significa la naturaleza de las palabras. Me ocupo de analizar cómo surge en mí el proceso de creación.

Cuáles son las dificultades y peripecias de mi oficio. Es una vía fértil para ubicarme y reafirmarme en mi entorno caribeño.

También abarca anécdotas que sustraigo al recuerdo y meditaciones sobre temas que me preocupan o me asombran.

 

Hay un verso breve que se ha repetido una y otra vez en mis visitas a las escuelas, o en foros de intelectuales amantes de la poesía.

 Sismo -en miniatura-  da la voz de alerta sobre la indolencia del hombre moderno, pero que también deja entrever una cualidad que se ha ido adueñando de mi yo, a medida que he ido creciendo y madurando.

Como Tomás de Aquino me conduelo, me conmisero de los seres pequeños, frágiles, débiles, o en desventaja en este mundo que se torna cada día más feroz e inhumano.

Esa es una de las razones, entre muchas otras, por la cual escribo para los niños.

En este poemario, como en casi todos los que he escrito, se mezclan una vez más la vía amorosa y la corriente social.

Creo que el título es acertado porque describe, en parte, el cuerpo del libro -Ese patio de fondo que es mi vida...—

 

 

Poesía para niños

 

Carlos Esteban, mi poesía para los niños comenzó no como un ejercicio en lo abstracto sino como una vivencia muy cercana.

Fue mi sobrino Joshua quien, apenas teniendo 6 o 7 años, me pidió que le escribiera un poema sobre una experiencia que vivió junto a mí cuando lo llevé a la playa y le mostré lo que era una puesta de sol. 

Se impresionó con la belleza del fenómeno natural que sucede a diario, pero que sólo un niño o un artista, en ocasiones, puede verdaderamente apreciar.

El niño era huérfano y tuvo una niñez muy difícil así que decidí ampararlo integrándolo a algunas de las actividades, para mí rutinarias: ir al teatro a ver una obra, escuchar un concierto, ir al museo o a una galería de arte a ver y apreciar las pinturas, ir a la playa, al parque, al Yunque a observar la naturaleza...  El poema solicitado se titula El Sol, el Niño y el Mar y dio pie al nacimiento de mi primer libro para niños: Mi mundo. Así, mirando en el espejo de Joshua, redescubrí el mundo desde otra perspectiva, la de la niñez. Me convertí no en su tía abuela sino en su amiga, compañera de juegos, de deportes, de aventuras, de asombros diarios.

 

Cuando escribo para los niños no lo hago desde mi adultez, miro como ellos, me cuestiono los misterios como sólo ellos se los cuestionan, y me acerco a mi adultez cuando surge una pregunta que les puedo contestar como lo haría una hermanita mayor.

Eso sí, los temas que abordo son los temas que me interesan que ellos evalúen: la ecología; el deterioro del planeta por descuido del hombre; la deshumanización e insensibilidad ante la fauna; la flora; la niñez misma; la sobrevaloración de los bienes materiales. 

Y, por supuesto, el aprecio por la belleza, los valores anímicos que son los que verdaderamente perduran. 

Estoy consciente de que de los niños, futuros hombres y mujeres, depende la salud y el progreso de nuestro mundo.

Y les hablo en su idioma para que me entiendan.

Al visitar las escuelas me percato de que no sólo me entienden sino que comparten conmigo mis inquietudes.

Al publicar Mi mundo decidí hacerlo en forma bilingüe. Traduje los poemas al inglés porque ya intuía que, en algún momento, Joshua sería adoptado e iría a vivir a los Estados Unidos, y así fue. Ya tiene 16 años y reside en un hogar de adopción en el estado de Florida. El libro ayudó a levantar su auto-estima y eso me hace sentir

enormemente satisfecha porque hay muchos Joshuas en el mundo abocados al desamparo.
 
Al presente tengo tres libros para niños inéditos, uno para pequeñines, otro para preadolescentes y uno que trae música
 (un CD) que será exclusivamente para niñas. Como sabes, es muy difícil publicar en Puerto Rico y aunque mi poesía infantil ha recibido una aceptación verdaderamente significativa, aún ando buscando quien los auspicie.

 

 

Tengo un mal

 

 

Tengo un mal incurable que crece y me devora,

se hace insaciable según pasa el día,

trae aguijón y luce como una araña boba;

es un mal en poesía.

 

Porque no cese, por mantenerlo siempre

aquí, a mi lado,

voy a hacer un embrujo.

Pondré, con luz de luna,

en un coco, añejados,

tres onzas de ron blanco y ambrosía,

para curarte la melancolía,

para que no te duela tu pasado.

 

Traeré un espejo en flor y en el tejado

que separa tu casa de la mía,

sembraré salvia, menta, lenguas de cundeamor,

algodón blanco y un manojo de sol

que aclare el día.

 

Y para resguardar tus alegrías,

para que no te asalte el mal del llanto,

en el caracol de tu mano

pondré frescura, ruda y yerbabuena

y al pie de tu ventana, en la mañana,

dos varas de olorosas azucenas.

 

Tengo un mal incurable

que me provoca espasmos y temblores,

que no respeta credos ni colores,

cargado de adjetivos, sinalefas y hemistiquios

traidores,

es un mal en poesía.

Para fortuna mía

hoy tengo mal de amores.

 

 

Poemas de pasión y libertad (2008)

 

 

Y hablando de Poemas de pasión y libertad puedo decirte que aunque pasé mil trabajos para publicarlo no me arrepiento de haberlo hecho.

Lo ofrecí a alguna que otra editorial, sin respuesta alguna, o insinuaciones de que -la poesía no se vende- y terminé por publicarlo por mi cuenta, utilizando mis ahorros. La tipografía se hizo en Florida y la encuadernación en P.R. Pero al tratar de ubicarlo en las librerías del patio pues o no me pagan mi por ciento o no me lo aceptan, como me pasó con Borders, porque diz que no tenía mi nombre en el lomo y no era “anaquelable”. Luego me enteré de que eso no es obstáculo para los Borders en los EE.UU. Pero, en fin, traté de venderlo vía internet y sí obtuve algunas respuestas. Pero era muy cuesta arriba enviarlo por correo, luego de recibir el pago y, a decir verdad, no recuperaba los gastos ni compensaba el esfuerzo de empacar y enviar.

En cuanto al contenido, muchos de los poemas me han traído grandes satisfacciones aún antes de ingresar al libro.

El titulado Posibilidades lo leí frente a un público joven y muchos de los asistentes me lo pidieron para enviarlos a sus novios o parejas.

Atada a los caprichos me lo pidió una colega en Canadá para traducirlo al francés e hizo un trabajo excelente.

La apuesta me trae lindos recuerdos de un viaje que hice en tren a las cercanías en España, donde escuché a un niño hablando con su abuela en el tono de que -Abuela, a que no, abuela a que sí... Y de ahí nació la chispa que dio pie a su cuerpo.

El de Boleros y tragos me trae gratos recuerdos de mi pre-adolescencia en Puerto Nuevo, ya que me crié en esa zona, muy cerca de donde vivían Felipe Rodríguez y Marta Romero. El titulado El primer día me fue solicitado en un pueblecito en Valencia, España, para publicarlo en un boletín literario que circulaba a mano por el pueblo.

Entiendo que el libro es altamente erótico en su sección amorosa y que la crítica social no se escapa como en el poema Exilio y Clases, entre otros. Yo te diría que Poemas de pasión y libertad es mi libro favorito.

 

Nuevos libros


Y hablando de nuevos libros destinados al lector adulto, tengo en preparación tres. Uno es el de Recuentos de viajes
(en prosa, por supuesto). El otro es un poemario bilingüe--(recopilación de todos los poemas que a lo largo del tiempo se han ido traduciendo al inglés). En cuanto a la antología tengo una idea bastante clara de lo que debe ser incluido, pero el problema de la publicación en el país me tiene desanimada. La EDUPR y la del ICP están casi inoperantes y mis ahorros no aguantan el empuje de seis libros nuevos. No sé qué pasará con estos proyectos en ciernes, pero, quién sabe, a lo mejor viene un golpe de suerte y logro que alguno de ellos vea la luz.

 

 

La palabra es el germen

 

Ya no soy

sino un tallo de energía

suspendido en un cráneo.

 

Una casa en la sombra,

una vieja memoria que se inventa.

En el monte de Dios que habita el hombre

mi alma es piedra y grano que se crece

como espiga de sol entre mis manos.

 

La palabra es el germen

y en medio de la noche, en cuclillas,

va dando forma a la matriz del Templo.

 

Ya no soy

sino un verso

creando lo creado.

 

 

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publicado por islanegra a las 10:43 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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