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11 de Julio, 2014
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"Reiteración de cornisas", cuarto Poemario de Diana
Annabell Espinal Meza,escritora hondureña radicada en Ciudad Juárez, México,
está a punto de aparecer en aquella ciudad. Uno de los prólogos – que publicamos aquí- lleva la firma del
escritor cubano Manuel Verdecia:
LAS ALTAS CORNISAS DE
LA SENSIBILIDAD
Hay una raza de
poetisas que tienen el inexplicable don de convertir en acto de alto voltaje
estético las más complejas y hasta desusadas realidades de su intimidad. Aquí
podríamos citar nombres como Emily Dickinsosn, Sylvia Plath, Anne Sexton,
Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik,
por mencionar algunos. Es a este linaje que corresponde la obra poética ya en
consolidación de la escritora hondureño-mexicana Diana Espinal. Desde la
primera vez que oí sus textos en el encuentro de poesía de Veracruz algo en su
manera me atrajo y me conquistó como lector. Había un modo personal de decir,
una sinceridad escalofriante en lo que expresaba y una penetración poco común
en sus temas que la singularizaban. Ahora con este nuevo cuaderno que me confía
para presentarlo a los lectores corroboro las intuiciones de entonces. Estamos
ante una poetisa de raíz firme y mudo expresivo distintivo.
Ha pasado el tiempo. La autora ha atravesado procelosos percances, tanto
en lo personal como en su entorno. Ha cambiado su estatus afectivo, ha
enfrentado dificultades para asentarse y hacer vida nueva, pero, sobre todo, ha
visto su país ser golpeado por un cruento golpe que ha instaurado la violencia
y el pisoteo de muchos derechos, con su secuela de angustias, dolor y
desasosiego. Por supuesto que todo esto se convierte en humus dolorosamente
nutricio para su obra. Diana ha conseguido establecer una difícil correlación
entre lo que se mueve por sus entrañas y lo que sacude al espacio donde sus
ojos y manos tientan la luz. Es esta imbricación entre lo personal y lo
supraindividual una de las cualidades inobjetables de Reincidente en cornisas.
Este es un cuaderno de un amplio espectro de temas que se asumen con una
fuerte dosis de acento testimonial. Aquí está la pena de la mujer maltratada
(toda una galería de Dolores, Helenas, Guadalupes que nombran a las sin nombre),
ninguneada en el polvo del tiempo, pero también acribillada en sitios donde el
espanto es pan cotidiano, como Ciudad Juárez, también se asoma un país donde
las botas y los fusiles se aprestaron para desangrar el derecho y la armonía, pero también está la mujer que
siente y sabe que un mundo nace cuando dos se empalman. La voz que aquí clama
no lo hace desde el desierto sino desde la más caliente, encontradiza pero
perseverante vida.
La poetisa no es un mero ente contemplativo sino que es alguien que ha
sufrido en nervio y sangre los embates de estos días donde el amor cercano y el
afecto mayor del país la han puesto a pruebas. Todo esto se hace con un
singular universo de metáforas inusuales, un gusto por las personificaciones
como si todo el mundo se constituyera en una enorme colmena de seres
sintientes. Una y otra vez verificamos la presencia de lo vencido, lo derrotado
por ciertas contingencias así como lo que se inicia con esfuerzo. A pesar de
eso comprobamos que el ánimo de la voz lírica es de enfrentamiento más que de
aceptación, de reto más que de sometimiento.
La poesía de Diana
catalogaría en una suerte de neosurrealismo de poderosos signos tropológicos.
Aquí la voluntad de desnudar y presentar un mundo ilógico, terrible casi
enemigo del ser, obliga a la autora a presionar el idioma, las mismas palabras
cotidianas, para en inusuales conjunciones, sacarles nuevos deslumbres y alcanzar
mayor fuerza expresiva:
Esa mujer extraviada
tenía por ojos
piedras pómez
por boca andamios
por nariz barriletes
Esa mujer extraviada
está cauterizada de
lunas
y
Aunque llore cazuelas
y sople persianas
Ella es ella
y
tiene hipo de pez
puerto y espada
Los objetos, los
elementos de la naturaleza son lo que son y también lo que la poetisa quiere
que sean. Reviven metamorfoseados gracias a su voluntad de asociación expresa.
Todo para aumentar la fuerza de significados que transmite. El lector debe
entrar en su juego, aceptarlo y no buscar los significados al uso sino dejarse
llevar por la riada de su peculiar modo de decir, donde al dolor de eventos
penosos se junta el goce de su transformación en palabras redentoras que
estallan como cohetes de luz. La poeta vence porque impone la magia de su
palabra a la tétrica visión de un mundo nihilista y cínico:
Como el óxido al
olvido
Perdimos memoria y
ganamos mortaja
Perdimos luz y
ganamos estiércol
Perdimos balance y
ganamos espanto.
Sin embargo en medio
de tantas pérdidas y derrotas está la victoria cierta de una mujer segura de su
convicción y del manejo de su palabra por donde rehace y redime el mundo.
Y hay que decirlo
esta es poesía sufrida, digerida y sudada por una mujer. O se trata de una
simple postura feminista, de esas de consigna y pose. Es la energía ventral de
un ser que enaltece y dignifica un género que ha sido expoliado y ninguneado y
que ella, en su disfrute y potenciación de lo que es no solo exalta sino que
resucita para arrechar su incógnita pujanza movedora de mundos. De aquí que el eros se alce como un exorcismo donde se
libera el cuerpo y la fe:
Tengo los pies fríos
y
el anfiteatro de mis
latidos
golpea los girasoles
que tengo en el ombligo
alguien deletrea mi
nombre
y germinan semillas
Es ese germinar el
que queda tras la ardua pero inquietante lectura. Reincidente en cornisas es un libro hermoso en su pesadilla,
enternecedor en su dolor, tremendamente atractivo en su pedrería metafórica. Un
poemario que trasciende el tiempo del horror para desbrozar el del amor, la
aceptación y la belleza.
Manuel García Verdecia, en
Holguín, a 26 de junio de 2014.
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islanegra a las 15:03 · Sin comentarios
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20 de Julio, 2012
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Una mirada desde el Feminismo, a propósito del libro de Diana Miloslavich (Perú)
Rosina Valcárcel
No se nace mujer, se llega a serlo
En 1968, las reformas del velasquismo llegan a la escuela, Diana las defiende. Los años 1969-1970 en la secundaria influyen en su destino. Discute las propuestas de Pablo Freyre y de la Reforma Educativa. Entre 1973 y 1975 labora con el historiador Antonio Núñez Jiménez, embajador de Cuba. Estudia literatura en San Marcos en los turbulentos años libres. Diana, la joven inquieta trotskista, preside el Centro de Estudiantes de Literatura de San Marcos (1976-1979); se compromete con la campaña de Fernando Lozano y Edmundo Sanabria, por el juzgamiento de los policías asesinos (1977-1978), y lucha contra la pena de muerte (1978). Se va a México por quince días y se queda casi cinco años. Ahí milita con las feministas; apoya a los refugiados guatemaltecos con Carlos Martínez y Tania Álvarez y entra al Taller de Derechos Humanos y Minorías Étnicas, en El Colegio de México (1984-1985), donde conoce a Rodolfo Stavenhagen. Vuelve al Perú llena de libros bajo el brazo: Rosario Castellanos, Elena Garro, Elena Poniatowska, y con imágenes de Frida Kahlo y Remedios Varo . Entonces comparto con ella una amistad festejando nuestro México en todo su esplendor. En nuestras charlas teníamos como referente a grandes activistas del movimiento femenino, como Clara Zetkin (Alemania, 1857-Rusia, 1933), Rosa de Luxemburgo (Imperio Ruso, 1871-Alemania, 1919), quienes fueron las fundadoras del Día Internacional de la Mujer, y también del Partido Comunista de Alemania (antes, Liga espartaquista) con Karl Liebknecht y Franz Mehring (biógrafo de Karl Marx). Clara Zetkin muere en la Unión Soviética y Rosa de Luxemburgo es ejecutada juntamente con Karl Liebknecht. Y Alexandra Kollontai (San Petersburgo, 1872-Moscú, 1952), revolucionaria y comunista rusa, quien en 1918 fue una de las organizadoras del Primer Congreso de Mujeres Trabajadoras de toda Rusia. Kollontai lucha por los derechos de la mujer, por las igualdades de la mujer y el hombre; modifica leyes para suprimir la subordinación de la mujer. Con ella se aprueba el divorcio y el aborto. Pero Stalin se encarga, en la década del 20, que sus hazañas no continúen y la confina a la vida diplomática en el extranjero. Sus biógrafos la recuerdan como “uno de los paladines del movimiento feminista”. Hemos oído afirmar, sueltos de huesos, que: “Una ideología tan insólita y desmesurada como el feminismo, que pretende explicar la historia de la humanidad, desde los orígenes de la civilización hasta nuestros días, como un proceso ininterrumpido de opresión de todos los hombres sobre todas las mujeres, por fuerza tiene que dejar en la oscuridad enormes porciones de la realidad histórica y social para que su argumentario conserve cierta coherencia”. Diana Miloslavich inicia su libro, Literatura de mujeres: Una mirada desde el feminismo (Lima, 2012, Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán) , con tres seres increíbles, cuya pasión fue la escritura y el anhelo de una mejor condición de vida para las mujeres. Autoras emblemáticas en la historia de la mujer por su defensa de las reivindicaciones desde perspectivas y épocas diferentes: Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1651-1695), Flora Tristán (Franco Peruana, 1803-1844) y Simone de Beauvoir (Francia, 1908-1986). Diana acertó al elegir a estas escritoras transgresoras del statu quo, que han aportado y siguen contribuyendo al desarrollo del pensamiento y la praxis feminista. A cada una de estas protagonistas, Diana le da un tratamiento y análisis singular: Sor Juan Inés de la Cruz, debido a las circunstancias históricas que le toca vivir, recurre a simulaciones de recursos literarios con el fin de mostrar la inconformidad ante el orden establecido social y eclesiástico. “Primero sueño” (1692) es el poema más importante, según la crítica. De acuerdo con el testimonio de la poeta, fue la única obra que escribió por placer y publicado como parte del tomo primero de sus obras completas. Flora Tristán (París, 1803-Burdeos, 1844), en cambio, por su historia familiar y su posición ideológica, si se quiere, de clase, no acude a dichas simulaciones; más bien, es abierta como se expresa en sus crónicas, viajes, testimonios, porque lleva en sus entrañas el feminismo (Peregrinas de una paria, 1838) que luego desarrolla con mayor solidez en su apuesta por el socialismo (Unión obrera, 1843). Entre 1833 y 1834, Flora Tristán emprende un viaje a Arequipa en búsqueda de la redención de su condición de paria. Al nombrar su libro como “Peregrinación”, la escritora alude el carácter de expiación que acompaña su peregrinar al nuevo mundo. El artículo se centrará en el reconocimiento de la representación de Tristán como sujeto escindido entre el mundo europeo y el mundo colonial, condición a la que sobrepone el enmascaramiento propio de lo femenino proveniente de la cultura patriarcal. La propuesta de lectura busca develar cómo se construye Tristán como sujeto y cómo se representa mediante el enmascaramiento. Al titular el libro Peregrinaciones de una paria, Tristán se adscribe a la concepción moderna de la identidad como creación coherente y unívoca. El peregrino es un ser en búsqueda que se sabe de tránsito tanto en el espacio como en el tiempo que habita, su errancia lo lleva al encuentro consigo mismo. La lectura de la obra desde los postulados de la autobiografía, hace posible situar el personaje histórico en su autorrepresentación. La memoria autobiográfica se ciñe al tiempo en que —la escritora— emprende su viaje al Nuevo Mundo, su mirada es la de una mujer burguesa, mediada por la ideología posnapoleónica que se cifra en la búsqueda de la libertad. Flora Tristán se construye como sujeto moderno; esto es, como sujeto unívoco y coherente que peregrina en búsqueda de una verdad. Regresar al texto autobiográfico decimonónico en Peregrinaciones de una paria hace posible la valoración del discurso que le es propio y la comprensión de la construcción de Tristán como sujeto moderno . Simone de Beauvoir, desde un enfoque filosófico, cuestiona la sociedad hegemónica masculina. El segundo sexo, libro de bandera para los círculos feministas, convoca a mujeres de distintos niveles, tanto social como cultural. Abre puertas e internacionaliza su pensamiento de vanguardia feminista, legando a lideresas y autoras su rebeldía intelectual y gestando, así, el movimiento feminista. Posteriormente, De Beauvoir acentúa: no una emancipación superficial, sino la descolonización de la mujer (1972). Simone, “El castor de guerra”, como la llamó Jean Paul Sartre, quien tanto habría de marcar su existencia. El segundo sexo (1949) en su época se convirtió en un auténtico best seller y un escándalo, pues abordaba de una forma clara y contundente temas hasta entonces poco menos que tabú (el aborto, la menstruación, el lesbianismo, la prostitución…) y trataba desde puntos de vista opuestos a los tradicionales otros tan ‘sagrados’ como la maternidad. Se considera una de las obras fundacionales del feminismo, además de una obra enciclopédica, ya que aborda la identidad de la mujer y la diferencia sexual desde varios puntos de vista: psicológico, histórico, biológico, antropológico… para llegar a la conclusión de que “no se nace mujer, se llega a serlo” y de que “ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino”. Como sostiene Danièle Sallenave en su magnífico libro Simone de Beauvoir: contra todos y contra todo …“lo que asombra hoy, en una época radicalmente diferente, no es la intrepidez, por no decir la imprudencia, de los compromisos de esos intelectuales; ni siquiera sus ideas, sobre las que se podría discutir infinitamente (…) Asombra la seguridad de esos intelectuales, su modo de proclamar la verdad y de sentirse autorizados a proclamarla”. Ahora bien, estamos hablando de otra época en la que, los pensadores, como Simone de Beauvoir, gozaban de un reconocimiento público de su autoridad... De estas mujeres epígonos, que han participado en la construcción del pensamiento feminista, como bien lo destaca Diana Miloslavich, sin desmerecer el discurso poético de sor Juana Inés de la Cruz, ni la descollante narrativa de Simone de Beauvoir, yo, personalmente, me identifico más con la revolucionaria y precursora del socialismo: Flora Tristán por cuanto se involucró en las luchas populares. Invita a la reflexión la entrevista de Alice Schwarzer (publicada en 1984) donde enfatiza Simone de Beauvoir: “antes no había militado porque el feminismo era reformista, pero el que surge después de mayo del 68 es un feminismo radical y en este sí merece la pena enrolarse” (p. 67), y a finales de 1970, suscribe el manifiesto a favor del aborto y evoca la marcha. Veamos un pasaje: “Entonces nuestro cortejo se puso a gritar: ¡No tendremos hijos para los cuarteles! Y todos nos pusimos a cantar La Internacional” (p. 67). Aquí, De Beauvoir ya concibe que la praxis política sea un derecho que fortalece la conciencia de la mujer. Actividad que realiza un siglo antes Flora Tristán. Dentro de sus preocupaciones, Diana también se detiene en las escritoras mexicanas y en las peruanas como Clorinda Matto de Turner (1852-1909) con Aves sin nido, 1889, Magda Portal (1901-1989), poeta vanguardista; Yolanda Westphalen (1925-2000), de la generación del 50; Cecilia Bustamante, de la generación del 60, entre otras escritoras del XX. Subrayamos la apuesta de Diana. Este libro cautiva por su aproximación al quehacer de una Historia de la literatura feminista y a los fundamentos y herramientas para el cuerpo de una Crítica y teoría literarias. Saludemos el nacimiento de este libro.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS.-
-c/f: Blog de revisión crítica del feminismo y otros descarrilamientos de la historia.
-Diana Miloslavich. Literatura de mujeres: Una mirada desde el feminismo. Lima, Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, 2012.
-“Autobiografía y representación en Peregrinaciones de una paria de Flora Tristán”: Blanca Inés Gómez Buendía. Universitas humanística , págs. 61-67.
-Danièle Sallenave: Simone de Beauvoir: contra todos y contra todo. Galaxia Gutenberg, 2010.
-Rosina Valcárcel. Diario de talismanes. Lima. Santo Oficio, 2005.
Lima, 20 de julio de 2012. 17 Feria Internacional del Libro Lima 2012. Rosina Valcárcel
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islanegra a las 15:07 · Sin comentarios
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