UN POETA DE ARMAS TOMAR
por Marcela Pérez Silva
Necesario es aclarar que estas páginas son hijas del
amor. No sólo porque Tomás Borge, el comandante poeta, era de amor que
hablaba cuando invitaba a cambiar el mundo y a "hacer de Nicaragua un
paraíso donde construir la casa del hombre"(1); o cuando escribía
ardientes proclamas contra el tirano y desafiaba con los puños crispados al
imperialismo; o cuando "platicaba con las multitudes" anunciando
tiempos de libertad, de justicia, de soberanía. Digo que estas páginas
nacieron del amor porque los poemas clandestinos en ellas reunidos
sobrevivieron al destierro, a la tortura y a la legendaria vida de su autor,
gracias a las mujeres que lo amaron.
El poemario está organizado en cuatro secciones, ordenadas de forma
cronológicamente inversa.
Los textos más lejanos en el tiempo fueron escritos entre Bogotá y
Lima (1969-1970), durante su exilio clandestino en tiempos de Somoza. De no
haber sido por la musa colombiana que los inspiró y resguardó con celo, se
hubiesen extraviado en la noche del olvido. Gracias a ella, han podido llegar
hasta nosotros "la ortografía perfecta" de las pecas de María
Cristina, "las huellas de Armstrong" en la luna, los gamines,
Vietnam, el hermoso "Madrigales" (que fuera incluido entre "Los
más bellos poemas de amor y desamor")(2) y su "Promesa":
"Juntos quemaremos los afiches del Che para alumbrarnos con su
ejemplo".
El capítulo tres (1972-1978) contiene los poemas escritos en prisión:
a la hora de la capucha, el suplicio y la dignidad. La mayoría de ellos fueron
salvados de la ferocidad y la barbarie gracias a Josefina, "la de las
sandalias de espuma", quien habría de convertirse en su segunda esposa.
Lograron escabullirse del calabozo, ocultos en "su breve cinturón
café", o perdidos "bajo el bordado de su blusa". Sobresale
entre estos, el estremecedor "Carta a Ana Josefina".
"Encerrado en la cárcel me interrogaron y me dieron papel y lápiz
para que les hiciera una confesión. En vez de eso le escribí un poema a mi
hija recién nacida. Me
dieron una tremenda paliza"(3).
El segundo capítulo corresponde al período (1985-1989), es decir, a
los años de la Revolución Sandinista y su dirección colegiada. Años de
Tomás al frente del Ministerio del Interior: "Centinela de la Alegría
del Pueblo", en los que fundó una Policía destinada a brillar y un
Sistema Penitenciario de régimen abierto. Años de inventar una nueva ética
que hiciera prevalecer la solidaridad sobre el interés, el perdón sobre la
venganza: “Sólo un poeta podía haberse vengado de su torturador,
perdonándolo...” (4). Pero también años de amores intensos, breves,
resplandecientes. De extraordinarias aventuras.
Ya que no es posible que vos y yo
hagamos las veinte mil leguas de viaje submarino
o visitemos el rostro oculto de la luna
...
tengamos una aventura Dos
Tres aventuras
El capítulo primero (1990-2012) contiene los poemas de su etapa de
madurez: aquellos espléndidos años que tuve el privilegio de vivir a su lado.
Muchos de ellos nacieron del apuro de descubrir que había olvidado una fecha
importante. Llegaron al mundo en tarjetas de floristerías, en las páginas en
blanco arrancadas del comienzo y el final de los libros, en hojas de cuadernos
de espiral, escritos con indescifrable letra que sólo yo entendía, llenos de
tachaduras, flechas y correcciones.
Tomás era meticuloso y perfeccionista en su trabajo. Aquellas
alocuciones encendidas de pasión que daban la impresión de ser tan
espontáneas: “el comandante Tomás Borge abre la boca y sale un sol / y
detrás del sol Nicaragua /" (5), en realidad habían sido preparadas por
él con gran rigor, semanas antes. "¡Me salí del texto!" −solía
decir, orgulloso, después de un discurso. Y era que de tanto trabajarlo, lo
había interiorizado hasta el punto de permitirse improvisar sobre seguro. De
igual modo hacía con sus poemas: jamás dejaba de corregirlos. Aun después de
publicados, los seguía puliendo. Por eso existen tantas versiones, incluso
contrastantes, de un mismo verso: amaba jugar con las palabras, construir
frases ingeniosas, metáforas osadas, afilar el estilete, dar en el blanco.
Tomás escribía desde la Historia sabiéndose protagonista
imprescindible de ella. Urgido por la necesidad de amar, de dar, de darse. Era
bromista, jodón, fogoso, optimista, honesto, valiente, tierno, transparente.
Un poeta de armas tomar.
Managua, 19 de julio de 2014
1 Tomás Borge, El arte como herejía, Madrid: Gakoa, 1991, p.138.
2 Juan Manuel Roca, Los más bellos poemas de amor y desamor, Bogotá: Oveja
Negra, 2007. p. 44.
3 Amado y temido, Tomás Borge entrevistado por Frank Otero Luque, Nuestra
Bandera.
4 Arturo Corcuera, “Tomás Borge, entre la pistola y la pluma” en Tomás Borge,
A la sombra de un grano de sal, Lima, 2007. p. 8.
5 Juan Gelman,
“Mareas” en De palabra, Madrid: Visor, 1994. p. 443.