Por Teresinka Pereira
La colección de poemas
de Jaime Kozak que tengo en mis manos, lleva el misterioso título de “HABRÁ
OTRA VEZ (1)” sin la interrogación que le he agregado. El poema que da el
título dice:
Pregunté a los ancianos de las tribus
si puedo iluminar rostros en derivas amadas,
me respondieron:
cuando los pájaros
que anclan levanten vuelo,
no pedirán permiso.
¿Qué esperar sino el rayo
que devuelva al avaro la llave de la vida?
Habrá otra vez.
(pág. 79)
El tema es tan misterioso
cuanto el título y se presenta por eso con unos versos herméticos que abren una
pequeña luz de metáforas dejando al lector satisfecho por creer que lo ha
entendido todo. Los versos y el tema me recuerdan que en el pasado, debido a
una gran amistad que yo tenía con el poeta Henri de Lescoët, fui a visitarlo en
Nice, para entrevistarlo por ser candidato de la Asociación Internacional de
Escritores y Artistas al Premio Nobel de Literatura, en 2001. Cuando anuncié mi visita, Lescoët, quien había sido
amigo del poeta Jean Cocteau, me envió un poema del mismo, que seguía inédito desde
su muerte. Me decía en la carta, que el poema era un aviso. Pero en aquella
época yo no lo entendí muy bien.
Decía:
POEMA
INÉDITO DE JEAN COCTEAU
Alto, mi corazón
Es el final del viaje.
Partir es vivir,
También cambiar,
creyendo que se regresa
a esta edad
en la cual se escarnece
del peligro.
(Traducción de Teresinka Pereira)
Llegué a Nice unos días
después y Henri de Lescoët acababa de morir, a los 95 años de edad, sin llegar
a recibir el Nobel. Entonces entendí el poema que me había enviado. Desde
entonces el tema me dejó recelosa...
Sin embargo Jaime Kozak
siendo tan excelente como estos poetas citados, es todavía joven comparado con
ellos. Parece que se siente maduro, de una madurez positiva, como lo dice en su
poema “ La madurez no es la muerte”: “ es el fuerte puño/ que cubre el pan”. (
p.87). Todo en el libro me parece listo, no por vejez, sino por la “certeza de
muertes próximas”. Y es que la muerte de amigos nos dejan culpables, por
mayores que sean ellos.
Uno puede empezar a sentir
el peso de los años con mucha antecedencia, como el dramaturgo romano Terencio
que a los treinta años ya decía que “La vejez es en sí misma una enfermedad”.
Pablo Picasso no creía lo mismo, porque a los 92 años decía: “Lleva mucho
tiempo para volverse joven”. De esto vemos que edad, vejez, madurez es cuestión
de sentir las circunstancias. Jaime Kozak dice en el poema “Sólo hay que
andar”:
Veo frondosos valles de vejez,
mientras me palpo el mentón
en
acercamientos acuosos.
(p.50)
HABRÁ OTRA VEZ es un libro de tres parte: FÁBRICA DE ALMAS/ LITURGIA
PARA UNA OREJA/ HABRÁ OTRA VEZ. Cada parte corresponde a una etapa de vida, de
la más joven a la mayor y tiene una buena unidad de temas y estructuras. En la
primera parte, en el poema con el sugestivo título “ Al otro lado del libro”
encontramos que desde el principio el tema de la vejez gana el peso que va a
dominar el conjunto. Por eso el libro se hace tan interesante para el lector de
cualquier edad, porque lo que se tiene miedo al final no es a la vejez, sino a
la muerte, principalmente la muerte del amor, estando uno todavía vivo. Es el miedo de vivir solo y sin
amor. Pero la poesía del amor no muere nunca. Tampoco envejece, aunque uno
pueda pensar que sí se puede. En esto, para finalizar, quiero citar los versos
de “Al otro lado del libro”:
Trabajo el oficio de envejecer
donde no flojea el horizonte,
y la bella constancia
de lo que va a decirse,
se repite exactamente
sin trascendencia
como un saludo incomprensible.
(p.24)
Todos queremos la madurez de la poesía, y queremos a la vez que no
envejezca nunca...
(1) Kozak, Jaime: HABRÁ OTRA VEZ. Madrid, España:
Editorial Grupo Cero. 2014