En 1945, GABRIELA MISTRAL (1889-1957) se convirtió en la primera voz latinoamericana premiada con el Nobel de Literatura.
Por Rosina Valcárcel
Fue
la poeta de la infancia ardua, de la familia abandonada por el padre
cuando ella tenía apenas 5 años, la niña a quienes los campesinos le
llevaban un caballo cada domingo para que paseara.
Gabriela
desgrana el maíz con los campesinos narrándoles cuentos rusos y
escuchando los suyos. Tenía labios rasgados por el dolor y personalidad
áspera. Se recogía la cabellera, era de andar lento meciéndose en dulce
ritmo grave.
Un
viejo analfabeto que tocaba la guitarra iba todas las noches a darle
una bella serenata. Y fue una noche también cuando le besó el cuello y
el rostro a un huérfano estudiante sordo.
Entre
1918 y 1920, dirigió el Liceo de Niñas de Punta Arenas y dictó clases a
las obreras y a los trabajadores rurales. Aquí escribió parte de Desolación y contempló la nieve melancólica de esta tierra que no tiene primavera. En el Sur de América se dedicó al ideal del magisterio; sin embargo, la maestra alcanzaría la fama mundial.
OPOSITORES
En
consejo de profesores de la Escuela Normal de La Serena, el capellán
docente exigió que se excluyese a Mistral porque escribía composiciones
paganas y podía convertirse en caudillo de las alumnas. “Había tenido en
Santiago unos meses antes una rara visita nocturna de la policía a mi
casa de la población Huemul durante mi ausencia, y el hurto de mis
archivadores de cartas cuando visitaba a ciertas personas de la
oposición, como don Manuel Rivas Vicuña; el policía diligente hacía
seguir estos hechos, (…) mas otros menos visibles persuadieron a mi
viejecita y mi hermana que
me aconsejasen irme de Chile y aceptar el nombramiento de Ginebra”,
escribió.
LA VOZ DE LOS POETAS
Leía
La Biblia, a Tolstoi, a Vargas Vila, a Darío, a Juan Ramón Jiménez, a
Tagore. Su fuerza está en su sentimiento del amor y la muerte, esos
cabos de la especie humana. La crítica chilena, no aceptaba una voz
femenina desprovista de los cánones tolerados a las mujeres, y menos la
insolencia de una migrante provinciana que exigía, a través de la
prensa, derechos
esenciales para todos en igualdad de condiciones. La Academia Sueca la
descubrió antes que el jurado chileno del Premio Nacional que obtuvo en
1951, seis años después del Nobel. Radicaba en Petrópolis, y glosó: “Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza”. Con el poema “Desolación” llegó a la cima. Decían: -“Es la primera poetisa chilena”. Luego. –“Es el primer poeta”.
Su obra se inscribe en el colectivo, ocupando su sitial. La nota tónica
de su personalidad es un canto de amor exasperado al borde del abismo
de lo ignoto. La presencia de la mujer, y su reconocimiento como parte
primordial en el desarrollo de la sociedad moderna, es uno de los temas
recurrentes en la prosa de Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila de
María del Pepetuo Socorro Godoy Alcayaga. Su seudónimo es un homenaje a
dos de sus poetas favoritos:
Gabriele D’Annunzio y Fréderic Mistral.
LA INTIMIDAD
La
poeta vestía de “saya parda”. La imagen de una humilde profesora rural y
autora de poemas de rondas y de niños, no era suficiente para explicar
su genio creativo, padeció honda sensación de soledad.
“Hablaba de sus universos subterráneos, declara María Elena
Wood, directora del documental Locas Mujeres (título que alude a
una frase bastante común en los últimos poemas de Mistral), en el que
relata los dos grandes amores de Mistral: su hijo adoptivo Juan Manuel
Godoy “Yin Yin” –quien se suicidó con arsénico a los 18 años- y Doris
Dana, hermosa estadounidense quien estableció una relación amistosa y
amorosa durante el último decenio de su vida, etapa en la que se sintió
menos sola. “La vida sin ti es una cosa sin sangre, sin razón alguna. Tú
eres (mi casa), mi hogar, tú misma. En ti está mi centro, le escribió
en una carta. Sobre la muerte de “Yin Yin” (hijo de su medio hermano)
anotó: “La mala muerte entró por mi casa y más malvada que nunca. Mi
niñito no se fue por dolencia, se me mató (…). No tocaré fondo de
estabilidad mientras no entienda el absurdo”.
Gabriela
fue viajera, autodidacta y controversial. La censura alternó con el
elogio. Se le acusa de no ser precursora del espíritu moderno, ¿sus
libros sólo reflejan el pasado, el amor a la naturaleza, a los niños y
niñas?
(El Dominical, Lima, 20 octubre, 2013, D 10)
Pdta.- El 19 de enero de 1957 en casa escuché: Los restos de Gabriela Mistral ya llegaron a Chile. Guayasamín pinta Gabriela Mistral-1956, retrato de la escritora I Premio Nobel de Literatura de Sudamérica (1945).