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Revista Isla Negra
Casa de Poesía y literaturas
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24 de Noviembre, 2016 · General

María Laura Decésare

Rufino, provincia de Santa Fe, Argentina - 1969

EL MILAGRO

 

Siempre esperamos que suceda algo,

quedamos en estado de alerta

y si nada ocurre caemos al suelo

mirando alrededor por si acaso

una estrella baje y nos cumpla el deseo.

                                                      Somos lo que damos, Ediciones Del Dock, 2015.

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publicado por islanegra a las 16:20 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
30 de Octubre, 2014 · General

María Rosa Maldonado: sus respuestas y poemas


Entrevista realizada por Rolando Revagliatti

María Rosa Maldonado nació el 4 de febrero de 1944 en Barcelona, España, y reside desde 1949 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Argentina. Nacionalidad: argentina-española. Es Profesora de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación. Desde 1989 coordina talleres de poesía y narrativa. Algunos de los seminarios y conferencias que ha dictado desde 1996 han sido “El Mito de Prometeo”, “El Origen del Teatro Griego”, “Filosofía Oriental: Hinduismo, Budismo, Taoísmo y Budismo Zen”, “Carlos Castaneda, El Chamanismo Americano”, “Kafka y la Filosofía de Zenón de Elea”, “La Filosofía de Baruch Spinoza”. Entre otras distinciones obtuvo el Primer Premio del Concurso de Poesía “La Nación” de 1988, por su poemario 

“Hasta que despertar es imposible” y el Segundo Premio Género Poesía, bienio 2002-2003,

otorgado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Sus críticas bibliográficas y otras colaboraciones se difundieron, por ejemplo, 

en los diarios “La Prensa” y “La Nación” (de la ciudad donde reside), en “La Gaceta” de la capital de la provincia de Tucumán, en el bonaerense “El Tiempo”, de Azul, y en las revistas “Letras de Buenos Aires”, “La Guillotina”, “Napenay”, “Tamaño Oficio”, “Generación Abierta a la Cultura”, “Tsé-Tsé”, “Mandorla”, “Aldebarán”, “Kokoro”. En 1996 fue invitada y participó en el “IV Festival Latinoamericano de Poesía” en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Publicó “Poemas” (1977), 

“Hasta que despertar es imposible” (1989), “El esplendor ajeno de las cosas”(1992), “el zumbido de Dios” (2002), “atzavara” (Kriller71 Ediciones, Barcelona, España, 2012), en el género poesía, y permanecen inéditas dos novelas: “El viaje a Mataró” y “La novela de Marito”.

           1 - Resulta, María Rosa, que justo en mayo de este año he estado por

primera vez en tu ciudad natal. (Quien lo desee podrá hallar en la Red reportajes en los que explicás sobre las circunstancias que impulsaron a tu familia a venirse y cómo se fueron insertando en el nuevo paisaje.) Muchas veces has ido para allá. Sería interesante que nos trasmitas de qué modo ha ido cambiando Barcelona, desde tus recuerdos de niñita hasta tu último viaje.

          MRM – Rolando, creo que, habiendo estado en mayo de este año en Barcelona,

vos estás en mejores condiciones que yo para hablar de ella como ciudad. Nada puede mejorar la primera mirada. En su libro “Las ciudades invisibles”

describiendo una de ellas, Fílides, Ítalo Calvino destaca esa condición que tienen de ir desapareciendo a medida que se prolonga nuestra permanencia. De ir convirtiéndose en una página en blanco con puntos concretos de referencia en los que cumplir con las rutinas cotidianas. Sin más cúpulas ni preciosas callejuelas ni fuentes ni glorietas.

          Es cierto que ese no es mi caso, ya que no vivo en Barcelona y mis visitas no son en realidad tantas ni de gran duración.

          Pero, por otra parte, en el mencionado libro, Calvino afirma por boca de Marco Polo: “Nadie sabe mejor que tú, sabio Kublai, que no se debe confundir nunca la ciudad con el discurso que la describe.”

          Sin embargo, creo que tu pregunta se desplaza hacia la subjetividad de mi memoria y entonces toca esa confusa y ambigua relación que durante muchos años he sostenido con mi ciudad de nacimiento. Y desde ahí sí creo que puedo intentar decir algo.  No de los cambios de Barcelona, sino de la perspectiva interna desde donde fui mirándola, sintiéndola.

Barcelona es, primero, y sin nombre, el cuerpo de mi madre, la lengua materna –castellano-, la galería donde jugaba con mi hermano a bañar y aceitar a nuestra tortuga, las plantas carnosas del balcón de mi iaia de las que salía un jugo verde cuando les clavaba mis uñas de tres, cuatro años, la balsa donde me bañaba sostenida por las manos de mi padre y rodeada por todos los insectos del verano –en el agua y fuera del agua- , el olor a cemento húmedo, a ajos, cebollas y patatas, del cuartito de las herramientas en el terreno de fin de semana de Esplugas de Llobregat. Esas primeras sensaciones guardadas y, seguramente, alteradas por la memoria de la memoria. Barcelona comienza a ser una generalización abstracta, con el alejamiento. La desterritorialización, en mi conciencia de niña, territorializó el lugar del que partimos. Concibió una comarca, la comarca abandonada, con un nombre: Barcelona. Generó una primera noción de lugar, pre-geográfico. Muchos inmigrantes lloran el resto de su vida por la añoranza de su tierra, otros no desean ni siquiera volver a oírla nombrar. En mi caso, mis padres construyeron el mito y Barcelona adquirió la categoría de paraíso perdido al que pronto íbamos a volver. El jamón de acá era carne cruda, las sardinas no las quería ni el gato, y qué decir de las rústicas panaderías de Lanús!  Las de allá parecían joyerías de lo bien que presentaban sus escaparates. Nada soportaba la comparación. Ni las cosas ni la gente.

          Y sin embargo, y sin embargo, las grandes zanjas de los fondos de Remedios de Escalada, cerca del club Talleres, abiertas en campo abierto, donde, con latas de tomate agujereadas, mi hermano y yo pescábamos mojarritas, tienen tanta sustancia metafísica como la balsa de agua de Esplugas de Llobregat. Una manera de decir.

          Y bien, ya estamos acá, en Argentina, y Barcelona es una abstracción a la que me religa el discurso de los padres, las cartas que van y vienen al ritmo de los grandes trasatlánticos y el recuerdo afectuoso de los tíos, los primos, los amiguitos y la iaia.

Durante muchos años España y Barcelona fueron sinónimos. Buenos Aires 

y Argentina también. Se trataba de acá y allá. Océano en el medio.

          Así pasó mi infancia, la escuela primaria y la secundaria, y el aprendizaje delimitó áreas, intelectualizó contenidos, fundamentó diferencias. Y profundizó el conflicto. La evidencia de que no había regreso no produjo el arraigo. O, mejor dicho, la conciencia del arraigo. Éramos extranjeros, y diferentes.

          A los dieciséis años, terminado el bachillerato, mis padres me enviaron a Barcelona.  Por primera vez andaba por mi ciudad de nacimiento mirando y admirando. Compartiendo con mis primos paseos y bailes. Pero yo era “la prima de América”. Y, por la calle, me consideraban una turista. Por mi acento. Por mi lenguaje. Porque me sentían diferente. No era como ellos. ¿Y cómo era? ¿Cómo se construye un yo sino con los materiales humanos con los que se va encontrando e interactuando la conciencia, su modo único de procesarlos?

Hace tiempo me contaron la historia de un hombre que salió de su pueblo en los primeros años de su juventud y al que regresó siendo mayor, digamos bastante mayor. Cuando llegó al pueblo no lo reconoció. Este no es mi pueblo, dicen que dijo. Un habitante de allí le preguntó cómo era posible que no lo reconociera si ni siquiera una piedra había sido cambiada de lugar en los últimos cien años: el mismo almacén en la esquina de la plaza, la misma iglesia, etcétera. A lo que nuestro hombre respondió que sí, que era posible que estuvieran las mismas casas y las mismas calles, pero que no estaban las mismas personas. Las que le daban alma al lugar. Aquellas que él había conocido y con las que había compartido su niñez y adolescencia. Ni don Ramón, ni don Nicanor, ni Marta ni Juancito…

Un lugar está significado por los vínculos humanos que generamos en él.

       

Y como a la vida le gusta tender hilos de un sitio a otro, y tejer y destejer tramas, ahora tengo una razón poderosa para volver a mi ciudad de nacimiento, sin necesidad de seguir preguntándome cuál es nuestra relación. Ahora, mis vínculos afectivos están equitativamente divididos entre Buenos Aires y Barcelona. Si tuviera el don de la bilocuidad, viviría en ambas ciudades. 

Pero ya no me pregunto a cuál de ellas pertenezco.  

La pertenencia es tranquilizadora, pero demarca. 

Uno no pertenece. Uno es su historia. Cuando una pregunta no puede responderse, tal vez la dificultad no esté en la respuesta sino en la incorrección de la pregunta misma.

Pienso en ésas increíblemente ingenuas –por no usar otro calificativo- que se

suele -o solía- hacer a los niños: a quién querés más, a tu mamá o a tu papá? de quién sos, de tu mamá o de tu papá?  Respóndalas el posible lector.

 Barcelona ha crecido, se ha enseñoreado en su propia belleza, en su geografía

privilegiada, en el legado de creadores como Antonin Gaudí, en la pluralidad de voces que la pueblan. Me encanta pasear por las Ramblas, ir al Mercado de la Boquería, contemplar una y mil veces la Sagrada Familia, caminar hasta el puerto saludando de paso a Colón, bañarme en el Mare Nostrum. Pero lo que me lleva a Barcelona y no a París, Roma o San Petersburgo, es el amor. Clara, sencillamente.

         

En cuanto a las ciudades, creo que hay diferentes formas de relacionarse con ellas. Puede uno buscar diversión (lo diverso, le divertissement de Pascal)  y visitarlas como turista. O puede uno viajar para buscar en ellas, en su arquitectura, en su música y, sobre todo, en sus gentes, la pluralidad de formas en las que se manifiesta el espíritu humano, ahora y a lo largo de toda la historia. Y, tal vez así, abrir un poco las propias perspectivas.

          2 – Has sido miembro fundador del Grupo “Informal”, dedicado a la divulgación de las artes, y de la Asociación de Poetas Argentinos –la que pronto cumplirá 25 años-, ocupando el cargo de Vicepresidenta en su período inicial. La condición de co-fundadora invita naturalmente a sugerirte que nos transfieras todo lo que recuerdes de aquellos tiempos, de aquellas iniciativas; y quiénes fueron, en cada caso, los otros impulsores.


        MRM – “Informal”

surge de una iniciativa de Osvaldo Moro. “Informal” fue Osvaldo Moro. La idea central, según sus propias palabras, era la de ayudar a la gente que no tenía cabida en los medios oficiales de difusión a divulgar su obra. Nace en 1981, en la calle, en una peña folklórica. Siempre con la característica de poder mostrar creadores poco conocidos, junto a gente de experiencia. Unos meses más tarde se iniciaron las reuniones de los sábados en el bar “El Conventillo” de Varela 60, en el barrio de Flores. Allí se realizaban lecturas de poemas y cuentos. Lecturas concertadas y lecturas espontáneas. Y siempre había una muestra de pintura y una presentación musical.

         

Pasaron por “El Conventillo”  reconocidas figuras de la literatura y la plástica como Abelardo Castillo, Alberto Girri, Juan José Hernández, Olga Orozco, Antonio Di Benedetto, Horacio Castillo, Dalmiro Sáenz, Celia Gourinski, Alfredo Hlito, Pérez Celis, Gyula Kosice y tantos otros.

          El Grupo Informal, que acompañaba y colaboraba con Osvaldo Moro, estaba integrado por Eduardo Bocco, José Pensa, Bárbara Wulman, Julio Cesar Invierno, Marga Schujman, Gregorio Ganopol y quien esto escribe. Un poco después comenzaron a funcionar los talleres literarios, en el subsuelo de la librería "El Zapallo", en Varela 22. Allí comencé a dictar mis seminarios de filosofía y, más tarde, el taller de poesía y narrativa que, en un principio, estuvo a cargo de Julio Cesar Invierno. Algunos talleres y seminarios eran gratuitos y en los arancelados la recaudación se destinaba a solventar los gastos de “Informal”. También se presentaba anualmente el Salón del poema ilustrado donde un plástico y un poeta trabajaban juntos. Fue la época de oro de “Informal”. Cada sábado, “El Conventillo” a tope.

 

Por razones nunca bien definidas, “Informal” partió de “El Conventillo” y fue a cobijarse en una antigua casona de Candelaria 65, barrio de Floresta.  Y, dos o tres años después, a un departamento, en Candelaria 13. Continuaron las actividades pero, poco a poco, se fueron reduciendo a talleres y cursos, convirtiéndose en un Centro Cultural bajo el nombre de “Yukio Mishsima”, hasta la muerte de Osvaldo Moro. 

En cuanto a la Asociación de Poetas Argentinos, la idea de su creación le corresponde a Cayetano Zemborain, su presidente, quien, en aquel momento, me invitó a ocupar la vicepresidencia. Nos acompañaba Julio Bepré como secretario. Recuerdo a Carlos Federico Weisse, Adalberto Polti, Silvia Noemí Pastrana (la actual presidenta), Susana Fernández Sachaos, Beatriz Allocati… Buenos recuerdos. Como bien decís, pronto se cumplirán 25 años de su fundación y me alegra ver que el impulso y la diversificación de tareas a favor de la poesía y la cultura en general, siguen creciendo día a día.  

Por mi parte, me alejé de la Asociación no por diferencias ideológicas ni desacuerdos personales, sino porque mis actividades propias no me permiten disponer del tiempo que debe dedicarse a una institución. Y porque mi disposición vocacional no se adapta a las características generales de los desarrollos institucionales. Siempre, desde luego, estuve y estoy dispuesta a colaborar en cualquier actividad puntual para la que se me requiera. Cosa que sucedió en varias oportunidades después de mi despedida como miembro activo de la entidad.


    3 – Fuiste jefa de redacción de “El Cadáver Exquisito”, la revista del

Grupo “Informal”. La conocí, y hasta tuvieron la gentileza de publicarme. Y también lo fueron Luis Benítez, Néstor Colón, Luis Quadri Castillo, Agustín Tavitian, Luis Raúl Calvo, Daniel Berenstein, Luis Colombini, Santiago Espel... Sé que el primer número asomó en 1985 y que no asentaban la fecha de aparición. ¿Por qué esa decisión y cuál fue el último número y en qué año? ¿Quiénes y cómo decidían el armado de cada edición? Si perduraste durante todo el lapso de existencia de la revista, ¿qué motivó su cese?

          MRM – “El cadáver exquisito” fue una revista surrealista no por sus contenidos, que no estuvieron limitados a movimientos ni ideologías, sino por su realización concreta. Sin fechas, como bien señalás, sin tiempos determinados de aparición, libre, algo onírica y plasmada más por el azar que por una razón conductora.

          Tengo acá el número uno: Director: Osvaldo Moro. Subdirector: Eduardo Bocco. Jefa de Redacción: María Rosa Maldonado. Así fue hasta la muerte de Eduardo. En los  números siguientes, se agrega un Comité de Redacción: Marga Schujman, Gregorio Ganopol y María Rosa Maldonado. En los últimos números, Osvaldo me pasa la dirección y él queda como Fundador.

Esto en cuanto a los responsables. La idea de Osvaldo aparece en la tapa del número uno donde lo señala como “periódico”, tal vez por su tamaño. Dice allí bajo el título de El cadáver exquisito probará el vino nuevo

“INFORMAL es un grupo abierto, pluralista y democrático. 

Su propósito es difundir sin levantar ninguna bandera, pero ante la necesidad de ponerle un título a nuestro periódico, decidimos rendirle homenaje a uno de los  movimientos más importantes de nuestra era.” El contenido, como bien sabés, estaba constituido por poemas y cuentos de autores consagrados junto a otros poco conocidos y hasta inéditos, y, en casi todos los números, la representación gráfica realizada por un plástico de la idea del cadáver exquisito. Colaboraron con sus obras artistas como Osvaldo Svanascini, Cristina Ramos Siri, Silvia Ocampo, Elvira Luciano, Hermenegildo Sábat…

Te decía antes que hubo una época de oro de “Informal”, debo añadir que se debió a una hazaña heroica del grupo. Esto algunas veces ocurre. Hubo un líder que supo hacernos visualizar su sueño, y lo compartimos. Con placer, claro. Pero, ocuparse de la casa, los niños, el trabajo, ir desde Congreso hasta Mataderos a comprar kilos de chorizos, preparar un choriparty, juntar la plata para pagar la edición, pedir las colaboraciones, organizar los contenidos, hacer la pegatina, llevarlo a la imprenta… Como dice Cesare Pavese, “lavorare stanca”. Y, además, todo tiene un tiempo de vida. Un día se fue posponiendo la tarea hasta que quedó postergada para siempre. Sin premeditación. Sin llanto. Como nos vamos despidiendo de cada día vivido. Y sin embargo, todo permanece en ese “lugar” sin espacio ni tiempo que constituye nuestra mayor parte y que apenas atisbamos.

  4  – Durante unos meses de 2000 coordinaste en A. P. A. C. (Asociación de Plásticos Argentinos Ciegos), en su sede de la Universidad de Belgrano, un taller de escritura para no videntes, lo cual también realizaste entre 2000 y 2002 en el Museo “Eduardo Sívori”, con el auspicio de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Me pregunto cómo encaraste la tarea al principio y de qué modo habrás proseguido, a medida que te ibas asentando en tu rol en dichas instituciones.

          MRM – La tarea la encaré con entusiasmo (un regalo de los dioses, según los griegos), que es mi condición primordial en relación con la docencia. Y con mi vida.

Y aprendí mucho. En principio, aprendí braille. A escribirlo y a leerlo. No con los dedos sino con los ojos, claro. Louis Braille, que vivió en carne propia la falta de visión, creó ese sistema de lecto-escritura táctil basado en el que un militar llamado Charles Barbier de la Serre, a comienzos del siglo XIX, y bajo el nombre de “escritura nocturna”, usaba  para transmitir órdenes a puestos de avanzada. 

Braille lo simplificó convirtiéndolo en el sistema universalmente conocido de los seis puntos. Es interesante destacar que se trata de un sistema de numeración binario que precedió a la aparición de la informática.

Tal vez lo más importante que recibí de esa experiencia, fue la corroboración, una vez más, de que las generalizaciones –tan necesarias para la ciencia- son una de las fuentes más peligrosas de error y discriminación: no existen “los ciegos” como categoría humana.

Existe la falta de visión en personas particulares, cada una de ellas diferente de las otras, única. Como cada ente particular en la formidable abundancia de los entes. Por otra parte, y también una vez más, constaté cómo las brutas diferencias económicas inciden en el desarrollo de las personas. El sistema braille ha sido incorporado a anotadores parlantes y otros elementos de nueva tecnología que pueden portarse fácilmente e, incluso, adaptarse a las computadoras tradicionales. En la actualidad se dispone de gran cantidad de elementos que facilitan la lectura, el aprendizaje, la comunicación e, incluso, la vida doméstica, para personas con discapacidad visual, ya sean ciegos o amblíopes, pero son muy caros. Desde el elemental bastón blanco, la braille speek, los comunes grabadores de voz, el reloj parlante o un sencillo detector de líquidos para poder llenar una taza sin que se desborde. Todo depende del poder adquisitivo. Sin hablar de las dificultades en el acceso a puestos de trabajo… Aun así, también hay que mencionar que existen instituciones como la Biblioteca Argentina Para Ciegos (entidad no gubernamental sin fines de lucro) y varias otras, cuyo objetivo principal es contribuir a la plena integración de las personas con discapacidad visual a la sociedad.

          En cuanto a la motivación y metodología en general, no se me presentó ningún problema. Trabajamos con lecturas, música, objetos diversos que iban tomando de una bolsa y que reconocían por el tacto… y después escribían, cada uno con los elementos que tenía a disposición. Incluso manuscrito. Para facilitarles esa escritura, se me ocurrió doblar la hoja por cada renglón como se hace en el juego del cadáver exquisito: a medida que van escribiendo la van desdoblando y queda bien determinado el sitio de la escritura. Como te decía al principio, fue una experiencia enriquecedora y muy gratificante, como lo han sido, y lo son, mis otros talleres y seminarios. Creo que la conjunción de vocación y trabajo es un privilegio que nos libera del absurdo. Pero este es otro tema.

           5 – “el zumbido de dios” cuenta con prólogo (“Un insecto llamado

imago”) del poeta Reynaldo Jiménez, y “atzavara” con un posfacio (“Raíz abisal”) también de Jiménez y de una extensión inusual: veinte páginas. Los que conocemos algo de su obra sabemos cuánto y cómo discierne y profundiza en sus ensayos. ¿Qué nos podrías trasmitir sobre sus análisis a propósito de tu poética?

MRM – Primero hablemos un poco de Reynaldo. Sólo un poco,

porque sobre él es mucho lo que hay para decir. Multifacético,  talentoso  y “…con esa gracia/ que no tuvo nadie…”, como dice Gonzalo Rojas. Reynaldo Jiménez está considerado como un poeta neobarroco debido a que fue incluido en “Medusario”, la antología de Roberto Echavarren, José Kozer y Jacobo Sefami, que agrupó por primera vez a una serie de autores, originariamente no conectados, que presentaban en sus obras una común tendencia hacia el neobarroquismo. Pero hay que decir que esta calificación no agota ni determina las particularidades de su escritura. El propio Reynaldo, en una  entrevista emitida por el programa “Definición de Savia”, en Radio Círculo, Círculo de Bellas Artes, Madrid, dice: 

“En realidad lo mío tiene más que ver con la poesía lírica, en general… con una especie de trabajo con el oído y con la resonancia, más que con la enunciación directa… hacer algo que pueda ser trasladado hacia la voz, emitido en voz alta…Y también con una especie de intrusión de otras lenguas, mezcladas, mixturadas, palabras dentro de palabras…” Gabriel Bernal Granados, en su libro “Musgo”, 

dice de la poesía de Reynaldo Jiménez: es “un laberinto de mil puertas, se puede entrar a destajo y salir perplejo. Siempre perplejo pero no impune. Lo de Reynaldo es también una búsqueda de conocimiento, de mejora espiritual.”

          Dentro de sus múltiples actividades culturales está la de haber sido director de la revista-libro “tsetsé” y de la editorial del mismo nombre. Poeta, traductor, creador de eventos poético-musicales, performer, ensayista y un amigo excepcional a quien pedirle algo tan delicado como: podrías escribir unas palabras sobre “el zumbido de dios”? La respuesta fue “Un insecto llamado imago”. 

Diez años después, repetí la pregunta acerca de “atzavara”, y el resultado consistió en un posfacio titulado “raíz abisal”. Ambos textos con un valor poético intrínseco y, sobre todo el segundo, por su extensión y profundización en el tema, concernientes a la categoría de ensayos. Un placer y un hallazgo su lectura.

En cuanto a la relación de esos textos con mi propia creación poética, fueron una magnífica posibilidad de comprobar que se había producido esa extraña conjunción de sentido entre el escritor y su lector y, a la vez, me revelaron aspectos que no había percibido en ellos. El poeta, el escritor, es, en verdad, un escribiente. Como dice Heidegger, en el lenguaje no es el ser humano el que habla sino el lenguaje mismo. Para Umberto Eco:"Nada consuela más al novelista que descubrir lecturas que no se le habían ocurrido y que los lectores le sugieren”. 

Y agrega: “El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, sino, ¿para qué habría escrito una novela, que es una máquina de generar interpretaciones?" Esto es válido también para la escritura poética. 

Una lectura no desautoriza otra diferente. Cuantas más, mejor. 

Es la expansión del signo más allá del sentido estricto que tiene para cada subjetividad. Alberto Girri, no recuerdo si en “Cuestiones y razones” o “En la letra, ambigua selva”, afirma que la ciencia trata de resolver las ambigüedades, la poesía de crearlas.  Esa ambigüedad abre las visiones que cada lector puede ir extrayendo de su lectura. Y le permite al escritor ir descubriendo aquello que no sabía que iba a escribir.

            6 – Del francés has traducido textos de Charles Baudelaire, Albert

Camus, Jean-Paul Sartre…, y del portugués, poemas de los brasileños Sebastiao Uchoa Leite, Claudio Daniel… ¿Considerás la tarea de la traducción poética como un acto de creación poética en sí mismo?

          MRM – No he tomado nunca la traducción como un trabajo proyectado y ejercido por si mismo sino que, casi siempre, ha estado en referencia a mi propio placer de traer al castellano textos o poemas que me interesan –o sea, en los que deseo introducirme para apoderarme mejor de su condición indagatoria o estética. En este sentido, ese juego sutil y aventurado que es llevar una construcción lingüística de uno a otro idioma, tiene, como bien sugerís con tu pregunta, ciertas características del acto creativo. Por eso Alberto Girri, que, con gran generosidad y maestría, casi siempre acompañaba sus propias obras con la traducción de algunos poemas de autores consagrados e, indudablemente, admirados por él, en su libro “Lo propio, lo de todos”, le da el nombre deversiones

Allí tenemos Sweeney entre los ruiseñores de T. S. Eliot, Retrato de una muchacha de Conrad Aiken, 

Transplante de Theodore Roethke y Dios de nuestros padres de Robert Lowell. 

Y, en Monodias, nos regala cinco poemas de Robert Graves, sus preciosas versiones.

          Sin embargo, una versión no es un poema propio. 

La indeterminación (libertad?) inicial no es total. 

Tenemos allí una creación que nos antecede y nos condiciona. Yo (y uso el pronombre personal para deslindar y enfatizar convicciones) no considero que sea un acto estricto de creación poética. Es, sí, algo cercano en donde entra en juego la práctica de un “yo estético” que acompaña al creador en su faena con el lenguaje. También creo que este “yo estético”, por su propia naturaleza fluyente, en constante construcción y transformación, es modificado por el contacto con los nuevos materiales. En esta dialéctica que es el ir y venir con las palabras y los sentidos de una lengua a otra, la ganancia –para el traductor, y tal vez también para el lector- está en relación con el riesgo y la honestidad con que se ejerce el acarreo de materiales. La construcción del nuevo poema, o texto. Incluso la lectura de un mismo poema, en cualquier lengua, por diferentes personas, o por la misma persona en diferentes momentos, también produce versiones.

      7 – Hay testimonios de escritores que han meditado durante extensos

lapsos antes de abocarse de lleno a la concepción de algunas de sus obras: Pío Baroja, Rilke, Malcolm Lowry, Marguerite Yourcenar, Flaubert, Gabriel García Márquez, Azorín, Agatha Christie, Miguel de Unamuno, Jean Genet, Ramón del Valle-Inclán… ¿Te ha sucedido, María Rosa, con alguno de tus poemarios? ¿Con tus ensayos? Y en tanto sos narradora inédita, extendemos la inquietud a las dos novelas que aguardan la socialización. Y respecto de ellas: ¿De qué tratan, qué asuntos abordan, cuánto hace que las concluiste, cuánto tiempo te demandaron desde la primera “página en blanco” hasta, después de pulirlas y pulirlas, asentar –como en las películas- la palabra “fin”? ¿A la novelística de qué autores dirías que se asemejan?

 

MRM – La palabra meditar oculta una interesante y radical contradicción: de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia, meditar es “Aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo, o discurrir sobre los medios de conocerlo o conseguirlo”. Es decir, meditar es pensar

Aplicar nuestras funciones cognitivas conscientes de un modo concentrado e intenso.

Pero, por otra parte, para muchas filosofías, sobre todo de cuño oriental, el objetivo principal de la meditación es concentrarte para, poco a poco, detener la mente hasta liberarse de la conciencia, de su vago e incesante fluir. Es decir, meditar es no pensar. Es llegar a un estado de desprendimiento del yo donde el conocimiento ha dejado de ser una actividad racional, una diferenciación sujeto-objeto, para convertirse en esa experiencia directa que nos revela la unión con todas las cosas. (La física cuántica parece corroborar esta intuición tan antigua.)

          Entonces, cómo medita su obra cada creador? Pensando, durante un tiempo más o menos prolongado, cómo llevarla a cabo? Discurriendo el modo de enfocar el tema? Decidiendo formas y contenidos? Desarrollando mentalmente la trama hasta el final? O dejando que su inconsciente madure aquello que él no sabe, pero intuye, que debe hacer? Cómo, digamos, armoniza su pensar con su no-pensar?

          El procedimiento de cada subjetividad es único y sólo podemos guiarnos por sus propias declaraciones. Creer en su palabra e indagar en sus silencios, ya que lo no-dicho tiene tanta presencia como lo nombrado.

      

Por mi parte, nunca tuve método ni horario en relación a la escritura. Uno de mis roles, y no el menos practicado, ha sido –y sigue siendo- el de ama de casa. Las tareas domésticas no me incomodan ni perturban, al contrario, las realizo con placer y son una viable actividad física, muchas veces silenciosa, que me permite abstraerme y conectarme con ese pensar no-pensar de donde nacen los poemas. Cuando nacen. Porque el estado de poesía, para mí, abarca mucho más que la estricta escritura del texto poético.

          Habrás notado, Rolando, lo exigua que es mi lista de libros publicados. Y la lejanía temporal entre ellos. No estoy tratando de ser poeta ni escritora, ni nada. Las cosas van aconteciendo y yo siento la disposición y el placer de que eso ocurra.

          En cuanto a las novelas, el deseo de expresarme a través de ese género, viene de mucho tiempo atrás, pero sólo hace aproximadamente cinco años que comencé a desarrollarlo. La primera novela se concretó en tres meses. Temas personales. La guerra civil española. Mis padres. Las calamidades que supone todo enfrentamiento bélico. Fue placentero y doloroso escribirla. Está bien, ya está hecho. Era mi iniciación en el género y tuvo su público: mi familia. 

          Después escribí muchos textos, comienzos de otras novelas, hasta que llegó el tema con el que sentí que despegaba de la catarsis y la memoria y comenzaba un proceso de creación abierto. En esa novela estuve trabajando más de dos años, y sigo corrigiendo. Y otro tema se inició que me genera mucha expectativa ya que no sé qué va a pasar allí, en la escritura. Ese lugar maravilloso donde todo es posible.

 

     8 - ¿Las poéticas de quiénes, muy diferentes a la tuya, te atraen mucho? 

¿Y las de quienes, con las que te identifiques, más admirás? Y en los

dos casos, ¿por qué?

MRM –Me resulta muy difícil evaluar las poéticas en relación a mi propia

escritura, ya que ésta es la menos perceptible para mí misma. No he adherido a escuelas –al menos no conscientemente- ni seguido a maestros. Al contrario, creo que toda la poesía leída y admirada ha dejado su rescoldo activo en mi propia creación, me sienta más o menos cercana a lo que llamamos usualmente estilo.

Tal vez podría intentar separar las poéticas que me han extasiado (producido placer estético) 

y siguen haciéndolo, desde otra perspectiva: 

las admiradas en sí mismas y por sí mismas, y las que, además, me han provocado 

un íntimo sentimiento de empatía en referencia a sus autores que va más allá de lo 

estético. Aunque esto no cuente en la apreciación de la obra.

          Entendida así la diferenciación, veamos algunos nombres. Me atengo a una memoria espontanea y me limitaré a no más de diez poetas ya que la lista completa seria un desatino.

Primer grupo: Ted Hugues, Wislawa Szymborska, Antonio Cisneros, Alberto Girri, 

Leopoldo María Panero,  Paul Celan, Sylvia Plath,Ferreira Gullar, José Lezama Lima…

Segundo grupo: Tomas Tranströmer, Héctor Viel Temperley, Gonzalo Rojas, 

Juan L. Ortiz, Jacobo Fijman, Antonio Gamoneda, Cesare Pavese, Georg Trakl, 

Robert Bringhurst

Pero, Rolando, más allá de esta clasificación ad hoc con la que intento dar una respuesta a tu pregunta, cada poeta nombrado es un caso único y singular. Al igual que su obra. Y, cada una de ella, junto con las numerosas no mencionadas, significa un universo de sentidos, emociones y asombros que me brindan su compañía en el camino. Quiénes seríamos nosotros si no hubieran estado ahí -si no estuvieran- ellos, los poetas?

9 - Transcribo del volumen “De un día a otro” de Ricardo H. Herrera (Grupo

Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1997): “Degradada socialmente, convertida en solitaria vergüenza individual, la palabra poética ha caído en estado de desgracia; vive como si no tuviera futuro. Condenada a negarse a sí misma, a aborrecerse incluso, a experimentar el dolor de habitar un tiempo sin sentido, sin contenido; así subsiste. Desarraigada del paisaje y del destino, perdida su ascendencia mítica, desplomándose en la mudez; de este modo comparte los infortunios de la pobreza.” ¿Adherís a esta visión, total o parcialmente? ¿Añadirías, retrucarías…?

MRM No he leído “De un día a otro”, y, así, descontextualizado, es difícil 

comprender la totalidad de sentido del párrafo. 

De todos modos, como vos decís, parece tratarse de una visión. O sea,

una apreciación personal, ideológica. En todo caso, no una afirmación justificada por la aplicación de un método consensuado. Simplifico: no es ciencia sino opinión. Y, tratándose de una opinión, nada hay para retrucar aunque no se comparta lo expresado. Se trata de la percepción personal que Ricardo H. Herrera tiene (o tuvo en 1997) de la palabra poética y su estado (de desgracia) en un tiempo sin sentido.

A qué se refiere? A un momento histórico particular? Al siglo pasado? A una crisis planetaria? Sólo puedo suponer, y eso significa entrar en un  juego de razonamientos falaces.

La percepción de lo que denominamos realidad, y de cada una de sus

parcialidades, depende de las significaciones y preconceptos que todos tenemos sobre ella. Caso contrario, enmarañados en la inagotable multiplicidad en la que estamos insertos y de la que formamos parte, no podríamos percibir nada. Así, lo que esperamos encontrar allí será, de alguna manera, lo que encontremos. Y, por lo tanto, lo que entendamos por palabra poética determinará nuestra percepción acerca de su presencia y abundancia.

          Por mi parte creo, como dice Gabriel Celaya, que “la poesía es un arma cargada de futuro”. Y de presente. 

Corroboro su presencia cada día en la numerosa edición de libros de poemas, 

en su mayoría publicados a cargo de sus autores; en la profusión de talleres, 

concursos y cafés literarios; en el surgimiento de nuevas editoriales independientes 

que se animan a luchar contra el sistema; en las revistas de poesía que se encuentran 

en librerías y quioscos; en la ingente cantidad de páginas, blogs, revistas virtuales, materiales subidos a facebook, linkedin, twiter, y, en fin, a toda la web en general. No alcanza el día para leer tantos poemas. Para conocer a tantos poetas. En muchos casos, singulares y admirables. Y todos, poetas y divulgadores, trabajando “por amor al arte”. Como es tu propio caso.

Tampoco creo en el mito urbano del “poeta oculto” o “la vergüenza de ser poeta”. Cuando se llena una planilla en la que se debe asentar el oficio, por supuesto que va a figurar abogado, peluquero, médico, profesor, etc. La razón no es que se avergüence de ser poeta, sino que nadie –o casi nadie- vive de la poesía. Me consta que somos muchos los que intentamos serlo, y lo manifestamos sin titubeos por el simple hecho de mostrar nuestras obras.

Y, en cuanto al tiempo sin sentido - pesimismo, escepticismo o nihilismo-, son modos de la sensibilidad humana que se han manifestado desde siempre, al igual que sus opuestos, en la historia de la humanidad. Baste mencionar, en tiempos cercanos, a dos pensadores tan importantes como Arthur Schopenhauer o Émile Michel Cioran. Y a sus contrarios: Henri Bergson y Max Scheler, por ejemplo.

Sin duda, no estamos en el Paraíso. El hombre no habita el mejor de los mundos. No voy a enumerar, todos conocemos las calamidades, las vemos y oímos, e incluso las vivimos, todos los días. Camus, nos habla del absurdo. Nos explica que entre los deseos de absoluto que subyacen en el hombre –vida, amor y verdad-  y la realidad hay una escisión insuperable. Y que esa injusticia es la madre de todas las injusticias. La vida es la condena de Sísifo, o sea, el trabajo absurdo. Y, sin embargo, Camus encuentra la salvación en los sentimientos de compasión y solidaridad. Sísifo no está solo subiendo la empinada cuesta, está con-los-otros, los que como él, llevan adelante la dura tarea. Y la perspectiva segura de la muerte. Pero en ese ascenso en comunidad, son iluminados por el sol de mediodía.

Los valores que dan sentido a nuestras vidas no son abstractos universales flotando en el mundo de las ideas. Cada ser humano colabora en la tarea de encarnarlos con sus propios actos y decisiones como, por ejemplo, quedarse en la ciudad apestada, luchando para mejorar las cosas, compartiendo el destino común. Adhiriendo a la resistencia. Eso creo.

Además, somos tan jóvenes!

          En lo que Carl Sagan llama “Calendario cósmico”, que es una escala en la que el periodo de existencia del universo, desde el big bang  hasta ahora, se extrapola a un calendario anual, los humanos aparecimos el 31 de diciembre a las 22.30 hs. y hemos llegado tan solo a las 24 hs. Tan limitada es nuestra perspectiva. Pensar en esto tal vez nos haga, como Sagan dice, un poco más humildes.


María Rosa Maldonado selecciona para esta entrevista, en octubre de 2014, 

seis poemas de su “atzavara”:

 

noche de las diatomeas: una meditación                                    

I

sílice

en la charca   

diminutas   mitades    cerradas  espinescentes

por el azul perfecto del espacio   avanza

el humo de los papiros

has estado ahí

migración   tras migración

entre los suaves pliegues de lila   devorando

esa oscura materia:

tu propio cuerpo cedido a la mutación  y el tránsito

vipassana bhavana

vipassana bhavana

lo que ves    ahora    es la primera noche de los cielos

sus enjambres protistas      

noctilucas

girando en torbellino

el hidrógeno de la gran explosión

la nada abandonada a su luminiscencia


II

hialina oscuridad                                                                                     

en los astrocitos   fulgores  de berilo

es esto el atman?     lo real intangible? 

agua para el culto?

(plancton debajo de la lengua)

la postura 

- saber sin oscilaciones –

aparece con el desprendimiento

fosa ilíaca derecha:

la resurrección

izquierda:

                    crecimiento de las diatomeas  

cenozoicas cajitas de cristal 

su multiplicidad sin límite

manando

en la abisal  caída

para el desplazamiento:

nitrógeno de nautilo

- tantos millones de años en el gozo del mundo -

así

hundirse  uno   buenamente       en el océano de eso

 

III

sumersión   dulce     - o salada –

el agua es una tisana

donde te meces en suave maceración

un alcohol aromático

desciende por la costa del útero  

hipoxia  hipoxia   anoxia

gua lustral     funeral   

del amnios  a la grieta del deshecho

aquí es donde todo se detiene

en la lejana superficie una pradera de luz 

infiltrada de   florescencias

manchas de klimt:

cinias    amapolas     gencianas 

malvas   lirios      

acacias   tulipanes

o  asterionellas  eucampias    cymbellas  fragilarias

vivos silicios  microscópicos vistiendo de lujosa pedrería

tu advenimiento

al reino

qué reino?

a través de la cortina

el sol dibuja flores en el aire del cuarto:

cinias  gencianas  amapolas  

*

ontario hace pie en el sueño

II  el desfiladero de la adivinación

 sobre la clara  oquedad del mundo arktos finge soñar

su interminable invierno

desde ese borde nos observa la nada

morosa     morosa     se desliza

como un armiño (rata armenia)  por  la cripta del lago

hunde   sus dedos    infalibles

en la  garganta     del río     de los muertos

dice:

para la gran migración

no está previsto  ni barquero ni barca

tan sólo   un ojo   vivo    en la  boca del lobo

una  nube de espuma en el alma del cortex 

el frío

clausurando  una a una las puertas

y  la grieta de la resurrección

con su celda nupcial  y

sus reales crisálidas de fuego

 

III  (figura en  blanco)  la marcha de los lobos

 hacemos el camino en enorme silencio     bajo

la lisa cúpula

del aire

sobre el indiferente suelo de esta tierra

asediamos  nuestros propios perfiles   buscando:  

el gran deslumbramiento      la opacidad    y

finalmente    la caída     -bajamar de los mundos-

pero  el deseo no muere   (cuando clava el aguijón)   como la abeja

sino que se acrecienta     posee

la codicia imperiosa del  abismo

incoloro e inerte

nos rodea el argón 

como   una  joya    azul  

como un traje de fiesta en la noche del polo

con sus núcleos de hielo y aguas subterráneas

por donde  fluye   la luz       del     caribú

fantasma

del alimento consagrado

que nunca alcanzaremos

 

*


la delicada luz de los venenos

la madre:

II

atzavara   vara de atzavara 

madre de floración reciente  que entra por todas las ventanas

con sus muchas cabezas

lo que aparece no viene de esa tierra

      donde nunca

hubo planta ni mujer

del  tálamo nacen – cerebrales –  se enlazan con las regiones

más hondas    de la glía   

sueño

 hambre   

sed  

íntimamente unida        la piamadre

blandamente me abraza

sus flores  apoyan la mejilla en el cielo  gris   azulado de las hojas

allí mismo    estolones  del  sostén

de la reparación

pues  lo que cuerpo nace  

lleva la oscuridad entrelazada

del carbono   

  vitriolo de la respiración

- el precipicio que se muestra -

es ella y ella

    hablamos  

ahora   puedo decirle:

cómo voy a vivir   cerebral   en la asfixia

de tantos años bajo tierra?

me responde:

en este aquí nada es de nadie

yo soy  el padre     soy 

la  casa aquella   devastada       y  la   otra

y  ando suelta en el mundo

 

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, María Rosa Maldonado y R. R., octubre 2014.

http://www.revagliatti.com.ar/011010.html 

http://www.revagliatti.com.ar/030331.html  


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20 de Enero, 2014 · General

María Pugliese: sus respuestas y poemas

 

Entre-vista en tramos-e, realizada por Rolando Revagliatti

 

María Pugliese nació el 29 de mayo de 1957 en la ciudad de Vicente López, provincia de Buenos Aires, la Argentina. Reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es profesora adjunta de la Universidad Nacional de Luján –ciudad de Luján, provincia de  Buenos Aires- en el Departamento de Educación. En tal carácter integra allí el equipo de Educación Intercultural. Es profesora de Castellano, Literatura y Latín, egresada del Instituto Nacional del Profesorado “Joaquín V. González” en 1981. En su condición de investigadora en estas materias, es autora de varios libros y de numerosos artículos difundidos en medios gráficos del país y del extranjero (una pequeña parte es hallable en la Red). Éstos son los títulos de algunos de sus ensayos: “El desierto y la memoria (La poesía argentina en la década 1980-1990)”, “Frank Kafka: La condena o el triángulo de la ausencia”, “Antonio Machado y la ardua tarea de desrealizar lo realizado”, “Francisco de Quevedo y Villegas o  las máscaras de una carcajada”, “Ausencia y silencio en la poesía de Alejandra Pizarnik”. Su poemario inédito “A paso de hombre” obtuvo el premio “Sigfrido Radaelli”, otorgado en 1987 por la Fundación Argentina para la Poesía. También permanecen inéditos “Cripta de amor” (2004), “Ejecuciones” (2005), “El silencio” (2010). Y fueron publicados entre 1988 y 2007: “De uno y otro lado”, “Viento y cenizas y otros poemas”, “Sobre un puente de cañas”, “Esquirlas”, “Voces como furias”, “Vigías en la noche” (Primer Premio del Certamen Internacional Editorial Los Tilos, de la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, 2004). Además de plaquetas con selecciones de su quehacer poético, fue incluida en antologías no sólo de la Argentina, sino también de Uruguay, Brasil, Venezuela, Canadá y España.

 

      -Tu apellido –ya me dirás lo que tantos te habrán preguntado: ¿algún parentesco con Osvaldo?- es el de un insoslayable de nuestra música ciudadana. Podrías llamarte María Troilo, María Discépolo, María De Caro, María Magaldi, María Arolas, María Cadícamo, María Gardel. Con las letras de tango, María, con las milongas, con los valsecitos, con el lunfardo, con Piazzola, con Susana Rinaldi, ¿qué onda?...

 

       -Muchos me preguntaron acerca de mi apellido, y otros tantos me trataron con cariño, ya que les evocaba al maravilloso Osvaldo. Nuestro apellido es originario de la zona de Puglia –Italia-, y sin dudas debe existir un parentesco lejano que no verificamos, pero sospechamos, ya que físicamente mi abuelo, mi padre y mi tío son muy parecidos a Osvaldo.  Lo conocí en una pizzería de Villa Crespo a la que asistía periódicamente; al verlo me acerqué y le dije “¿Osvaldo Pugliese?”, él se puso de pie con una sonrisa y mirada interrogantes…, me dio un beso y le dije “Soy María Pugliese”, y nos reímos un poco entre  cierto intercambio de palabras. Creo que podría llamarme “Simplemente María”, bien tele-teatresco lo mío…Tengo poco de compadrita pero bastante de arrabalera y chamuyera. La radio es una presencia constante en mis cotidianeidades, desde muy chica, escucho mucho tango, sé las letras de mis autores  e intérpretes preferidos y las canto en principio bajo la ducha, y si me dan espacio, en cualquier lado. Conviven en mi corazón Julio Sosa, Tita Merello, Roberto Goyeneche, Ferrer-Piazzola, Amelita Baltar y muchos más.

 

      -Participaste en el Primer Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos, en la Universidad Popular Madres del Plaza de Mayo, en 2002, y en el Tercero, en 2004, con sendas ponencias. ¿Querrías dárnoslas a conocer y trasmitirnos cómo valorás esas incursiones en una universidad tan emblemática? El ministro de Justicia y Derechos Humanos acaba de presentar públicamente el proyecto de ley que transformaría esa universidad en el Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos “Madres de Plaza de Mayo”. ¿Algo para comentar?

 

     -Allí, donde hay una puerta para abrir, me dispongo a pasar… La convocatoria a ese Congreso me pareció una propuesta necesaria y acorde a los tiempos que corrían y hacia allí fui con las conclusiones de un trabajo de campo que llevé a cabo durante cinco años en el Área Metropolitana de la provincia de Buenos Aires –distrito de José C. Paz-. El eje fue “Lengua materna y diversidad cultural”. La Universidad desbordaba de estudiantes, profesionales de diferentes disciplinas, miembros de organizaciones sociales…: una fiesta.  La exposición del trabajo inquietó, por la temática y por los grupos sociales involucrados –inspectores, directivos, docentes y comunidad educativa de Jardines maternales y de infantes-.  Lo que en ese trabajo se plantea como un diagnóstico, con el transcurso de los años se convirtió en una trama  que a modo de espiral se abrió a  contextos mucho más complejos (sigo profundizando en ellos). En los años 2003 y 2004, con un equipo  multidisciplinario,  propusimos talleres de juego en un hospital infanto- juvenil de Salud Mental  ubicado en el  Gran Buenos Aires.  Quise centrarme en niños menores de seis años, y con dolor y sorpresa descubrí que no había registro de niños menores de ocho años…; elegimos casos de niños y niñas de ocho a doce años. En el Tercer Congreso expusimos las conclusiones. Durante el mismo, se multiplicaron las ponencias, los talleres, los asistentes. Otra fiesta. Las instituciones –como tales- tienden a clasificar, y a mi criterio, toda clasificación y normativa es excluyente.

 

      -En un Sitio declarás que tu primer poema lo pergeñaste a tus doce años. Dieciocho años después una Institución premia un poemario tuyo. Y no lo has publicado. Ha quedado allá, en 1987, acaso en un Word que mantenés en tu computadora, acaso en un único ejemplar anillado. Ha quedado como un hito íntimo. ¿Cuál es la historia, qué te fue pasando con esa obra? Algunos de los poemas de “A paso de hombre”, quizá corregidos, ¿han sido incorporados a tus poemarios publicados?

 

      -A los doce años comencé a escribir en forma sistemática y exclusiva, poesía; desde los ocho escribí microrelatos, crónicas y cartas, cientos de cartas a mis abuelos y tíos italianos en un idioma precario y fabuloso, del que me atraía el sonido más que el significado.  Cuando percibía que no contaba con el vocabulario adecuado, tomaba como referencia las cartas recibidas desde Italia y las reformulaba. En mi humilde casa no había más libros que los manuales escolares. Mi mayor influencia fueron “las bibliotecas orales”, constituidas por  las narraciones de familiares y vecinos, amigos de la familia, todos ellos emigrantes de las provincias o inmigrantes: en dos cuadras a la redonda habitaban franceses, portugueses, alemanes, polacos, holandeses, españoles, correntinos, paraguayos, bolivianos, austríacos, chaqueños, árabes, italianos de Sicilia, Calabria, Potenza, Bolognia, todos con sus costumbres y lenguas trasplantadas a una zona semipoblada del actual partido de Malvinas Argentinas. Por lo tanto no nos quedaba más que visitar una y otra casa –la del almacenero, la del zapatero, la modista, el albañil, el plomero, el obrero, el mecánico y el cura-, y en cada lugar aromas y músicas diferentes, objetos misteriosos. En la casa de mis vecinos franceses vi por primera vez una enorme biblioteca ubicada en una galería muy luminosa. Su dueño, Rogelio –ex seminarista- nos dejaba explorarla, mirarla. La presencia de esos objetos me impresionaba. Cuando aprendí a leer descubrí que estaban ¡escritos en francés!!! Ya no me importaba, ya me habían transportado a mundos de aventuras y maravillas. Rogelio era buzo y había conocido en Francia a Jean Cousteau, nos hablaba de él mientras recorríamos el mini museo marino que había armado en el garaje.  A medida que fui creciendo entendí que en medio de tanta diversidad había una constante: todos llegaron a ese barrio escapando de algo…

“A paso de hombre” iba a ser publicado de modo independiente, con formato de cuadernillo por su brevedad; no hubo acuerdo ni morlacos, entonces decidí participar del concurso con expectativas de una posible edición. Sólo hubo honores. Casi todos los poemas fueron incluidos en “Esquirlas”, sin modificaciones.

 

     -Me ha interesado la opinión que el poeta santafesino Rubén Vedovaldi instaló en uno de los blogs que administra el poeta neuquino Aldo Novelli, quien te presenta como “poeta de palabras aladas”, a propósito de una muestra de textos tuyos, María: “Versos de ágil claridad: un viaje de imágenes que nos abren a otras imágenes en creativo equilibrio entre la razón y la intuición.” Transcurrido un cierto lapso entre lo que refiero y hoy, más allá de la gratificación del halago, ¿qué añadirías? Hasta los títulos de tus libros nos aproximan a equilibrios…

 

     -Las imágenes y los equilibrios habitan tal vez en algunos lectores, en otros el misterio de lo incomprensible, en otros el interrogante: “¿Esta pérdida latente e inasible es de verdad, qué le pasó?”. Mi  poesía emerge desde todos los sentidos –administrados por la razón-, todo vale, lo de afuera y lo de adentro, en movimientos constantes, en desorden y caos, al ritmo de la respiración y con el cuerpo del trabajo. Las palabras con las que construyo los poemas son espejos, y lo que se refleja en ellos depende de la luz, el lugar desde donde se mire y la mirada…, sobre todo la mirada…

 

      -Hubo un poeta portugués, Al Berto (Alberto Raposo Pidwell Tavares), fallecido en 1997, que afirmó: “Escribo con un sólo fin: el de salvar cada día”. Y lo tenemos a Ernesto Sábato: “No he escrito nunca por placer, he escrito siempre por no morir”. Nabokov admitió que escribía por placer y para quitarse de encima el libro en que estuviera ocupado. Flaubert también: “Escribo sólo por el placer de escribir (…) En mi pobre vida, tan vulgar y tranquila, las frases son aventuras, y no obtengo otras flores que las metáforas.” Y Tolstoi, más o menos: “No escribo por ambición, sino por gusto.” Gabriel García Márquez blandió  que él escribía para que sus amigos lo quisieran. Otros, como Alberto Moravia, sentenció: “Escribo para saber por qué escribo”; o Arturo Uslar Pietri: “Escribo más para entender lo que busco que para expresar lo que entiendo”. Instalada vos, María, con ellos, en la pasarela, ¿por dónde te ubicás? Esto es: ¿de quiénes quedarías más cerca? Hablanos de tus fines y tus placeres y tus morires y tus saberes y entendimientos.

 

     -Me siento un poco más cerca de Moravia, y parafraseándolo diría que “escribo para saber por qué escribieron otros”. Los fines fueron virando en cada etapa de la vida, pero coinciden con lo que expresan “los monstruos” que citás y me alejan totalmente de lo expresado por Sábato.

 

      -El amor, la lectura, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo dirías que te has ido relacionando con esos asuntos en las distintas etapas de tu vida?

 

      -El amor a la política me enseñó a trabajar en grupos y con propósitos colectivos -y como todo gesto amoroso, me ayudó a sobrellevar las derrotas-.  Las lecturas compartidas y comparativas contribuyeron a la organización de mi trabajo.  El dinero va y viene.  Y el amor en todas sus expresiones es casi mi religión. El texto que aparece en la contratapa de “Voces como furias” -1996-, da cuenta de todo esto. Te invito a que lo rastrees.

 

       -Nuestros lectores conocen los títulos de algunos de tus ensayos. Te insto a que nos acerques a ellos, sintetizando para nosotros tus visiones (e inclusive, trasmitiéndonos si en algún caso se ha modificado tu enfoque). Complementariamente, puesto que sé que tenés en elaboración al menos un par de estudios sobre las obras de Myriam Fraga y Aleilton Fonseca, de quienes, además, has traducido textos al español, también te insto a que nos acerques a ellos.

 

      -El primer ejercicio de análisis literario fue acerca de Julio Cortázar; lo escribí a pedido de una compañera directora de  la revista del colegio secundario -ya se había difundido en ella un poema mío-. Y fue, en verdad, una excusa para adentrarme en la vida y obra de Julio Cortázar, cuya lectura le estaba dando bastante trabajo a mis catorce años. Así es como ocupándome, sin apuros, de uno u otro autor con el que me identifico por alguna cuestión, escribir acerca de ellos me obliga a sistematizar las lecturas. Intento en los ensayos concretar un análisis de un aspecto de la obra –el mismo varía según el autor- desde una perspectiva socio-histórica.

Conozco bastante la obra de Aleilton Fonseca –contemporáneo-, es poeta y narrador. Al principio traduje algunos cuentos y el año pasado comencé con la poesía.  El contacto con la obra de Myriam Fraga es más reciente, me interesa mucho, es muy compacta y original, con identidad marcada; es contemporánea de Alejandra Pizarnik, y en la actualidad me encuentro entrecruzando sus propuestas poéticas. Veremos qué resulta.

 

    -En los últimos años expusiste en coloquios de literatura bahiana, en Brasil, y en un simposio en Paraguay. Tanto en éstos como en otros eventos internacionales, ¿cómo te han resultado esas participaciones? Y, desde luego, sobre qué expusiste.

 

     -La primera participación en San Salvador de Bahía –Brasil- fue en el 2011, por gentileza de los miembros de la Academia de Letras de Bahía. Mi conferencia se centró en el escritor Antonio Castro Alves, “el poeta de los esclavos”. El título de la misma fue “Antonio Castro Alves: hermano de los pobres, hijo de la tempestad”. Expuse en español;  la presencia de estudiantes -en su mayoría negros- me emocionó, literalmente hasta las lágrimas. La segunda fue en 2013, con un ensayo acerca de la poesía de Myriam Fraga, quien estaba sentada en tercera fila, atenta y sensible; otra emoción compartida…

En Asunción del Paraguay el eje fue la poesía en las tres orillas: Paraguay, Argentina y Brasil.  Abordé al autor  Aleilton Fonseca –brasileño- en su libro de poemas  “Un río en los ojos”. Cada encuentro de este tipo, cualquiera sea el lugar en el que se concrete, nos exige mucho esfuerzo a los escritores, ya que en la mayoría de los casos tenemos obligaciones laborales y/o  personales. A pesar de ello provocamos encuentros presenciales para reafirmar lazos que se originaron a través del correo postal, luego el electrónico y ahora a través de las redes.  Por ejemplo, con los escritores bahianos inicié el primer contacto catorce años atrás; pero lo mismo sucede con escritores de mi propio país o barrio.

  

      -En tanto que además del castellano y el latín, no te son ajenos los idiomas italiano, inglés y portugués, y uno de tus artículos éditos en 2007 es “Lengua y literatura: ¿qué significa enseñar una lengua?”, te disparo: María, ¿qué significa enseñar una lengua?

 

      -Realmente es un disparo, Rolando.  Si tuviera la respuesta… Ése fue el título de un seminario en el que participé –no fui la única exponente- en el año 2006 en Buenos Aires, destinado a profesionales de diferentes áreas que trabajaban con niños/as menores de seis años.  El mismo fue grabado y desgrabado, aquí va un fragmento: “Cualquier elemento puede ser un signo en la medida en que signifique algo distinto de sí mismo, que lo represente. Un grito espasmódico acompañado de la agitación de los miembros es signo de dolor, no es el dolor. Lo esencial es que la señal que envía un mensaje a un receptor esté dentro de un sistema -aunque se trate de códigos elementales-, y que el receptor entienda el significado del mensaje. Todo lenguaje se articula a través de códigos y por ellos podríamos distinguir al lenguaje verbal -cuyos signos son artificiales, por lo tanto engañosos- del lenguaje natural  manifiesto en los rasgos fisonómicos, la indumentaria, la liturgia como reiteración de formatos a modo de rito.  La diferencia entre los lenguajes naturales y las lenguas formalizadas es su relación con el contexto; las naturales son dependientes del contexto,  por lo tanto más concretas, en cambio las formalizadas son independientes y exigen un mayor grado de abstracción y objetividad. Los niños/as más pequeños se manifiestan muy receptivos ante los lenguajes no verbales, si esto es tenido en cuenta por los adultos, cuanto más organizado sea el uso del lenguaje verbal en situaciones cotidianas, más fluidos serán los vínculos comunicacionales. En toda lengua existen palabras cuyo significado está dado  por el conjunto de circunstancias externas que lo rodean, y esto da origen a un problema de carácter léxico que aparece con mayor frecuencia en niños/as menores de cinco años: no existen relaciones siempre exactas entre los planos significativos y el plano fonético de cada una de las palabras de una lengua. A veces una misma combinación de fonemas puede poseer diferentes significados, otras en cambio es un mismo significado el que admite distintas combinaciones fonéticas. Estos matices que abordaremos con más detalle más adelante, acarrean equívocos que interfieren en los procesos de enseñanza-aprendizaje.”

 

     -¿Perdura inédito desde el 2005 ese ensayo que titularas “Poesía e infancias”? Me atrae muchísimo. ¿Cómo está encarado? ¿Nos transcribirías un párrafo?

      -Sí, cada vez encuentro una nueva arista y sigo. Muchos escritores abordaron el tema –Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, María Elena Walsh, Federico García Lorca, José Martí, Juan Ramón Jiménez, entre otros-. Ellos me aportaron mucho desde lo conceptual, pero en la organización metodológica del trabajo estoy más cerca de Federico García Lorca. Aquí transcribo uno de los apartados de “Poesía e infancias”:

 

“Nana, arrullo, regazo.”

 

“Algunos autores reconocen en las nanas el primer contacto con el lenguaje práctico, tal vez por su esencia evocativa, sintética, eficaz, rítmica y, sobre todo, por ser un vehículo de emoción y sentimientos. Las nanas no admiten dispersiones, exigen una respuesta inmediata ante una necesidad concreta biológica y/o afectiva. Arrullar, inducir al sueño, calmar, consolar, jugar, son sus funciones genuinas. En forma directa ― a través del contacto de los cuerpos ― o indirecta ― con la voz y el ritmo como mediadores ― constituyen un diálogo íntimo. El encuentro es corporal, en él tanto  la posición de los brazos como el tono muscular del regazo, la placidez del sostén, los ritmos de la respiración “del otro”, los latidos de la sangre, delimitan ese espacio de contención. El vaivén del arrullo se refuerza con la mirada, la caricia y un suave murmullo.

¿Cuándo y por qué surge, entonces, la palabra? El lenguaje verbal es evocación, es una representación “artificial”, no se puede prescindir de la presencia concreta durante el arrullo, pero sí de la palabra y ésta a la vez puede prescindir del regazo. El término “nana” alude a la mujer cuidadora, encargada de amamantar y asistir a los bebés hijos de nobles.

¿Cuál es su relación con las primeras composiciones poéticas? Imagino a estas mujeres, en ocasiones con varios niños a cargo, inclusive sus propios hijos, yendo y viniendo desde los quehaceres domésticos  hacia  las cunas desde donde reclamaban “su presencia corporal”. Las cunas contaban con un arco en su base que permitía la oscilación rítmica del vaivén, imagino a estas mujeres ocupadas tratando de hacerse presente a la distancia, con un pie sobre el arco al ritmo del vaivén: la voz, el ritmo, el canto y las palabras constituían entonces esa otra presencia física, la del lenguaje emotivo.”

 

“Son las pobres mujeres las que dan a los hijos este pan melancólico y son ellas las que lo llevan a las casas de los ricos.  El niño rico tiene la nana de la mujer pobre, que le da al mismo tiempo, en su cándida leche silvestre, la médula del país.

Para provocar el sueño del niño intervienen varios factores importantes si contamos, naturalmente, con el beneplácito de las hadas. Las hadas son las que traen las anémonas y las temperaturas. La madre y la canción ponen lo demás”. De: “Las nanas infantiles”,  Federico García Lorca, español (1898-1936).

 

“Los rastros de estas composiciones simples, breves, improvisadas, hasta a veces sin rimas, permanecieron a lo largo de la historia por su transmisión en cada núcleo familiar a modo de secreto con poderes mágicos. Constituyeron un recurso apropiado para “hacer tiempo” antes del auxilio; en sus melodías y en sus palabras se reconocen al decir de García Lorca “la sangre” del calor histórico. Monotonía y melancolía conforman las esencias de las nanas. Son necesarios dos ritmos: el ritmo físico de la cuna, la silla o el vaivén del cuerpo, y el ritmo intelectual de la melodía. El adulto alterna estos dos ritmos con distintos compases y silencios; los combina hasta conseguir el tono justo que encante al bebé. El texto no tiene valor, el cansancio o el dolor ceden ante el ritmo y la vibración de la voz sobre ese ritmo.

En la melodía se refugia la añoranza de tiempos pasados ya que define los caracteres geográficos y la línea histórica de una región. La canción de cuna perfecta se podría lograr con la repetición de dos notas entre sí, alargando sus efectos. El objeto fundamental es dormir al bebé que siente ganas de jugar, por lo que el canto es un modo de incentivación al juego que él mismo genera a través del balbuceo.

Las palabras, entonces, son un instrumento de los adultos al que transfieren sus propias necesidades; asimismo, a través de ellas los niños se trasladan fuera de sí, a la lejanía, a sitios fabulosos habitados de aventuras… para hacerlos volver a sus regazos, para que cansados, concilien el sueño. Los personajes recurrentes de las nanas son seres “activos”, con movimientos gráciles. A oídos de los niños constituyen una precoz iniciación al lenguaje poético, quienes fueron iniciados en este rito acuden a él aún en edad avanzada a través no sólo de la apreciación poética sino también de los juegos con el lenguaje, adivinanzas, enigmas, etc.…”

 

      -No sé si elegirás para acompañar este reportaje textos de tus poemarios inéditos. En todo caso, ¿nos interiorizarías sobre lo que primordialmente subyace en cada uno de ellos?

 

     -Los dos primeros  poemas que transcribo pertenecen a “Cripta de amor”, que permanece inédito en su versión gráfica pero que fue difundido en forma parcial en diferentes sitios web.  Esta cripta está construida por diez bloques, en cada uno hay dos textos espejados en el que se narra una misma situación desde una perspectiva diferente; el enlace entre uno y otro texto se da a través de una cita bibliográfica. Los otros pertenecen a  “Ejecuciones” (empecé a escribirlo en 2005 y aún sigo en su elaboración).

 

María Pugliese selecciona para esta entrevista, en enero de 2014, seis poemas de su autoría:

De “Cripta de amor”

 

I

            Nadie es el otro.  Nada importa saber qué  piensa y  por qué  había llegado hoy allí.

            Toda idea fue previa.  Ahora la única inquietud sitia la expresión de los labios semiabiertos.  ¿Cómo saben los besos?, ¿con qué frecuencia se rozan o se alejan?, ¿cuál es el punto  en que los propios rasgos desvanecen en mullidos impactos? Una tenue presión más y el encuentro de lenguas, es el momento de un giro sinuoso e imprescindible de los cuellos, cóncavo y convexo.  Acompasados.

            Sólo labios sin cuerpo, sólo lenguas sin voz, sólo ritmos  alientados  por respiros.

            Abrir y cerrar.  Hacia adelante un desfiladero de ráfagas que intentan espiarse.  Como ojos, imaginan las líneas aplastadas de los rostros e intentan tomar distancia para abrir la mirada.  Pero se alargan: caer y sostener para volver a caer y sostener.  Dos en la multitud, dos aleteos de palomas sobre un cable a la espera del vuelo.  Dos en un vuelo sin cielos, arrumbados, bajotecho.

 

            Persiste la inquietud por saber el sabor de los besos.  ¿Vendavales?  ¿Salitre? ¿Miel de pétalos? ¿Aromas de glicinas?  Ajenjo.  No hay sabor en los besos transmutable en esencias.

 

            Danza de ensalmos.  Algo quebró y se aúna para embestir una y otra vez:  ¿quién es? ¿quién soy?.

 

            No hay sabor en los besos y sin embargo nada está quieto, todo es asombro, nuevo.

 

 

boca

 

 

        entrada, agujero, orificio, hueco, raja, grieta, rendija, jeta, abertura, tragaderas, salida, pico, embocadura, fauces, tragadero, bocacha, hocico, labios, morro, bocaza

 

 

 

Diccionario de sinónimos y antónimos. Espasa Calpe.2005

 

Para nada y en soledad extrema

con el único afán

de profanar insignias

hubo quien ideó el primer criptograma

para nada ni nadie

                              a ras del suelo    

 

En este instante

me ciñe por los flancos

y un suspiro  amargo  imanta los alientos

puja  médanos

con labores  pacientes

de intemperie y viento

                              bajotecho

 

Para nada

una sobre otra

dentro de

 

            Ciertos  sabores me llegan  encubiertos por las  reminiscencias del recuerdo, atados a las circunstancias, a los preparativos -quién, cuándo, cómo  presentaba los alimentos-.  Comer era una fiesta.  Y sentarse a  la mesa un ritual habitado de palabras y risas.  ¿Tienen edad los paladares?    Hay días en que hasta mastico sin ganas, es como si  la saliva empastada lijara  mi garganta;  y ese vacío en el estómago que debería alertar al apetito, se niega  por  la sed, una sed insaciable  que distorsiona todos los sabores.

 

Labios sin cuerpo

sobre piernas

que alegan algún vago estertor

se abren

como fauces

 


*

 

 

De “Ejecuciones

 

el olfato ondula

entre los vestidos que  conservan   la fragua

de los aromas íntimos

y me traiciona

 

el sabor del café

oscila  por el borde de la taza

y  refiere a  los  sellos de la boca

sobre el esternón

y me traiciona

 

el discurso de un andar constante

bajo sauces sombreados

evoca  pasillos maullidos vidrios rotos

escritos llantos  desesperos

vanidades

y me traiciona

 

el erizo cautivo

se resiente

se niega al alimento

se encrespa y se contrae

cuando el único peligro es la huída

cuando la única certeza es la ansiedad

y me traiciona

 

la estela

enaltece con ráfagas

aristas que devuelve el sueño:

mejillas en roce

cinturas trenzadas

piernas en arco

ensalmos  placidez

y me traiciona

 

son una niebla espesa

que transmuta en desprecio

cualquier rastro de amor

 

 

**


a contrapelo 
cabalgamos llanuras 
desiertos estepas 
cima y sima 


nos elegimos viento 


flameamos entre mástiles 
proas y popas 
enaltecimos al agua 
y aplacamos al polvo 

por las terrazas y los terraplenes 
por los sinuosos senderos de las villas 
a la hora de la siesta 
escandalizamos  el meneo de las hamacas y los barriletes 
con alas de gaviotas 
y temblor de palomas en celo 

fuimos viento 
herederos 
del miedo a las catástrofes 
fuimos giro torbellino ímpetu 
trashumancia 
                                             huérfanos 
                                             del tibio arrullo 
                                             previo 
                                             al sueño profundo 
nos elegimos viento 
para deambular 
por ciudades oscuras 
a medianoche 
y desprender sin pudores 
las vestiduras del paisaje

ingenuos e ignorantes 
nos elegimos viento 
                                            dónde virar 
                                            cómo reconocer 
                                            encontrar 

 

***

 

esas estampas

por detrás

son huellas?

 

hubo  pies  territorios rutas

allí entre las madejas?

 

los  residuos que deprenden aromas nauseabundos

contienen  algo más que abandonos y muertes?

 

fiel a los hilos de

deshacer  las tramas

y  desatar los nudos

atraviesa lo enmarañado

a paso lento

se encauza hacia el plácido sendero de sus ojos

e interroga

queda algo por decir?

 

en  medio de  las sombras que se desperezan

sobre  un haz oblicuo  de la lámpara

al  ras del vaho extendido por  las hojas del tilo

encima  de  los paños que ondulan  la terraza como fantasmas

en frente del ocaso en el que la ciudad se aletarga

y  nos devuelve las voces de los niños allí abajo

los cantos de los obreros que penden de una soga

el crujir de los carros y las bocinas

las  sirenas

las  cortinas de agua

 

todavía

queda mucho por decir

 

los sitios de la espera y el desencanto

debieron   haberse poblado de palabras

los gestos de su pulgar en mi mejilla

debieron  haberse poblado de palabras

las  bocas entrelazadas  en los besos

debieron  haberse poblado de palabras

el sudor el cansancio el llanto la traición  la cobardía

debieron   haberse poblado de palabras

 

cada  país habitación  suelo lecho manta

que  nos atravesó  distanciados vacíos tristes extraños

debieron  haberse poblado de palabras

las tenues nevadas sobre las acacias

el sopor del asfalto en los eneros

los zorzales y tacuaras en pugna por tan solo una rama

debieron haberse poblado de palabras

los  aeropuertos  las estaciones  y los equipajes

testigos  permanentes

debieron  haberse poblado de palabras

 

 

por los bálsamos del sol al mediodía

por los túneles del miedo y las retaguardias

por los escondites que gestaron y dieron a luz estigmas de esperanza

por las voces desperdigadas en soliloquios

y por todos los espacios del desencuentro

 

aún

queda  tanto 

                      por decir

 

 

**

dispone sus manos

blancas  pequeñas de uñas cortísimas

sobre  las hojas

en movimientos opuestos hacia afuera

las recorre

como si fueran las yemas

-no el índice ni el pulgar-

las portadoras de  llaves

que con rasgos prolijos gráciles y equilibrados

abrirán  puertas 

en medio del silencio y los desechos

 

dispone sus manos

y con sólo dos gestos

traza  los límites: ya no más inocencias

 

 

  En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, María Pugliese y R. R., enero 2014.

 


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11 de Diciembre, 2013 · General

Un magnolio para dos: La novela de Marina Mayoral


 Maria Sergia (Guiral) Steen

Assistant Professor, University of Colorado, Colorado Springs

 

De acuerdo con Freud  el ser humano es por naturaleza una dualidad: “...operating both consciously  and unconsciously” (The Bedford Glosar 311). Dentro de esta definición podíamos situar a los dos personajes principales de la novela de Mayoral Bajo el magnolio, Paco y Laura, que desarrollan su relación amistosa de forma compleja. Su comportamiento se debe a dos formas diferentes de ver la vida: el mito de la cultura como forma de proceder, en el caso de Paco, o la ruptura con éste y el deseo de huida a la ciudad, que es el caso de Laura. Los dos mantienen un concepto de la vida distinto y sustentan ambivalencias sobre su relación amistosa

 

De forma consciente se relacionan como amigos, paisanos de una tierra; sus familias han crecido juntas y se respetan, pero comprenden que  tienen ideas significativamente contrapuestas en cuanto a valores humanos y puntos de vista. Inconscientemente los separa la clase social, un dictamen establecido de vida. Sin darse cuenta, huyen el uno del otro aunque se atraen. En esencia, desean aunarse para siempre, pero no a costa de su independencia, de su forma particular de entender la vida.

Hay dialogüismo y polifonía (Mijail Bajtin) en esta novela, cuya perspectiva narrativa se consigue a través del personaje-narrador principal, o extradiegético, y la voz de Laura, imponiéndose a la de una supuesta narradora-testigo que resulta ser más bien un narratario intradiegético: el interlocutor del que se vale para contarle su lado de la  historia,  ya dictada por Laura en Un árbol, un adiós. Paco se dirige, en tanto a una supuesta escritora que quiere saber el lado de su historia, como a Laura, cuya voz se sitúa dentro de la historia principal y fuera, como narradora metadiegética o secundaria.

 

Laura es el ser que ha dirigido la vida de Paco, aunque arrancó un granado que le obligó ella a plantar en su juventud, porque no tenía sentido ni la planta, ni el lugar más que nada, para que Laura no manipuleara su vida. Sin embargo, no hizo lo mismo con el magnolio que cuidó para ella  por 25 años a pesar de estar ya casados.  Cuidarlo pero...¿para qué o por quién se pregunta Paco?

Es una novela de amor en la que la clase social sale a flote, así como la fidelidad a un sistema de proceder legendario sin saber si lo que él defiende es mejor que lo de ella. La dualidad persiste hasta el final con el triunfo del subconsciente al reunirse bajo el magnolio, idea sublime, telúrica, sugerida  por Laura, como una posible solución posmodernista.

 

Marina Mayoral, gallega, afincada en Madrid, perteneciente a esa nueva generación de los 80(Holloway 17) que nos presenta como tema principal de su obra al individuo y sus relaciones humanas. Dentro del texto aflora la tensión entre lo que supone vivir en el  terruño o la  ciudad, no como espacio físico sino ideológico, psíquico. Y que según María Camino Noia representa: “...espacio-lugar de origen como base sustentadora del ser, un espacio al que recurrir,  presente siempre como referencia”(40). La tensión surge, precisamente por el desajuste de los dos mundos y su manera de percibir la vida, haciendo que sus personajes se muevan tomen caminos opuestos, aunque espiritualmente queden unidos sin convergencia.

Comenzaremos con la pregunta ¿Qué significado tiene el que Laura le haya pedido a Paco que cuide del magnolio que plantó, aun sabiendo que no tiene propósito, ni el plantarlo, ni el hacerlo crecer en una tierra impropia para su desarrollo? Esto es lo que intentaremos aclarar. Con esta anécdota Mayoral se desliza en el interior del personaje y construye esta novela polifónica, cuyo propósito es conocer la verdad entre los dos.

 

El mito de la cultura es la forma adoptada por Paco para hacer su vida, para mantener su posición, ya que elige permanecer en el pueblo. En retrospección, nos va descubriendo su relación con Laura; nos revela que él siempre supo que ella nunca se quedaría en el terruño. También lo atestigua Laura en la novela complementaria de ésta Plantar un árbol. El personaje principal protagoniza los mismos hechos, pero vistos y narrados por ella. Dirigiéndose al padre y hablando de su desarraigo testifica: “...porque siento que algo estaba mal desde el comienzo, no sé bien desde dónde, pero también sé que volvería a dejaros...”(93-94). Laura conscientemente, desconoce la razón de su alejamiento. La respuesta quizá sea compleja y muy arraigada a su necesidad de independizarse. Laura quiere más de cuanto está a su alcance en el pueblo. En este punto los valores humanos entre Paco y Laura difieren. Paco a pesar  de parecer consentir a sus deseos, va a lo suyo.. Él la sigue viendo como  la señorita Laura, la del Pazo,  a la que  siempre consideró algo grande: su propio mito; a quien cree inalcanzable sociamente. Ha sido su sueño de amor, como fue la finca de Laura que más tarde pasó a manos de Paco.

 

Germán Gullón asegura en cuanto a las declaraciones cruzadas de los personajes que: “Las versiones nunca encajan una con la otra, al contrario, forman un mosaico de relatos superpuestos”(66). Lo de la finca lo sabemos, no por este texto, sino por lo que dijo Laura en Plantar un árbol, novela  germen de  otra Un árbol, un adiós, a su vez gemela de la nuestra. 

 

Sabemos por sus monólogos interiores que Paco nunca se arranca. Siempre la deja a ella decidir y  lo mismo que ella lo sacó a bailar, le podía haber pedido que fuera su novio, dependía de ella. Paco se excusa por no haberse comprometido más con Laura, aunque al mismo tiempo atestigüe que no le convencen las ideas que tiene sobre la vida: carecen de lógica. Esta ambivalencia  que mantiene la tensión del texto: un sí y un no. María Socorro Suárez  dice que ambos se separan,  porque si no lo hicieran supondría renunciar a su ideal de vida(4). El terruño atrae a Paco y no va a saltar la valla de la tradición e irse a estudiar fuera; no necesita arriesgarse como Laura. Conscientemente, lo que le sujeta es el deber hacia su familia, con toda esa garantía de valores que da el terruño.

 

En principio, el motivo principal de quedarse en su tierra fue su madre, cuyo pasado ha vivido de cerca, con la que ha adquirido un compromiso y a quien debe lealtad. Inconscientemente vivir en la finca de Laura es sentirla, arroparse de su historia, de ella, poseerla. También es la vida del pueblo con sus interrelaciones humanes lo que le satisface. Por su monólogo interior nos descubre personajes y relaciones  y se nos detallan las costumbres de la tierra; las de una sociedad que tenía unas directrices, pero que ha cambiado; la que postulaba normas sobre la servidumbre y el sexo que van desapareciendo. Pero no era eso todo. Paco, aparte de  vivir con sus amigos e integrar las tertulias, lo que anhela es el sosiego de una vida ya conocida, sin riesgos. De esta interacción se sirve la escritora para darnos a conocer a los múltiples personajes secundarios, para recrear un mundo rico en vivencias en el que se da una orquestación de seres, y en el que aflora la intertextualidad de sus propias novelas.

 

María Camino Noia  escribe que: “ Este tipo de discursos están dirigidos a menudo a una segunda persona, un narrador intradiegético sin presencia en el espacio narrativo”(37). En este caso serán la supuesta escritora de la novela, que se va contando, y Laura, como complemento del pensamiento de Paco a la cual se dirige inconscientemente. El problema es que Laura ha sido siempre su centro de gravedad y aunque no quiere dejarse convencer,  ni rendirle su persona, la sigue y le atrae como un imán. De ahí esa dependencia continua y la tensión consecuente en su relación amistosa. Pero sus voces no se unen sino que se bifurcan; por eso, surge una polifonía de pensamiento y acción, en paralelo, creyendo el uno dominar al otro. Laura presume de que Paco siempre respondió a sus llamadas; sin embargo, él nos explica que Laura no lo tuvo nunca a sus pies. No era sino pura fantasía por su parte y centra su explicación en el incidente del perro rabioso. Paco aclara su conducta, diciendo que lo que él hizo y lo que ella interpretó eran dos cosas diferentes. Para Laura él superó la prueba de héroe, defendiéndola. Pero Paco afirma que ella se inventa historias y aunque la comunidad le dio un aplauso, él afirma que lo que hizo era lo único que se podía hacer. Correr hubiera supuesto un riesgo: no podían competir con el perro. Dos versiones distintas producto de la defensa de sus posturas personales, del deseo inconsciente de querer dominar y no querer ser dominado.

 

Las dos voces narrativas se dan en esos apartes de secciones marcadas, extrapoladas; las de ella en letra bastardilla, las de él en cursiva. La de Laura  responde paralelamente, desde un más allá, sin encuentro posible. Esto constituye la polifonía del texto. Algo semejante ocurre en Cándida otra vez (1979), primera novela de Mayoral, donde apuntan estas relaciones casi absorbentes entre ciertos personajes, siendo el centro una mujer que atrae  por su fuerza e independencia. Pedro, el protagonista, al igual que Paco, no quiere que la influencia de ella le desvíe su camino, aunque llegado el momento, no le pueda negar su ayuda (70).

 

Según Bajtin (The Dialogic Imagination, 263) dentro del lenguaje de un mismo se dan voces que conciben una misma idea de forma diferente y se expresan por separado. Esto da lugar a que se puedan conocer las perspectivas de los narradores-personajes sobre  lo que es la historia, y de este modo poder acercarse a la verdad. Y es lo que la autora nos va a ofrecer: una visión al menos doble de por qué Paco y Laura no unieron sus vidas, a pesar de que se atrajeran, a pesar de que se entendieran, aunque hicieran el amor, aunque Laura fuera para él el eje de su vida. Con sus declaraciones se forma un palimpsesto del que nos habla Germán Gullón(66), y con cuya idea coincide Margaret Jones(89).

 

La síntesis de sus encuentros, de la vida que llevan sin unión, va a coincidir finalmente, en ese último árbol,  el magnolio, que ella decidió en principio plantar sola, hasta que se dio cuenta de que no lo podía hacer. Laura lo manifiesta en esa voz aparte: “ Quiero plantarlo sola, Paco, no te ofendas...Tienes razón va a quedar torcido. Hacen falta dos, igual que para tener un hijo...”(Bajo el magnolio, 20).Quizá el propósito de plantar el árbol fuera, por parte de Laura, un gesto sublime, una forma de trascender la imposibilidad de unión total en sus vidas, o tal vez la esperanza de un futuro.  En esta ocasión Paco consiente al gesto de ella, y acepta su presencia en forma de magnolio. Paco ya maduro, la echa de menos y  la desea. Por sus declaraciones sabemos que existía entre ellos algo sublime: “Tú eres la única persona con la que he hablado de Dios, y de la muerte, y del sentido de la vida, y de la culpa, y del sacrificio, y del amor”(Bajo...137).

Inconscientemente,   Laura le atrae;  conscientemente, la rechaza porque quiere desviarlo de su camino.  Seguirla, sería traicionar su ideal de vida, cancelar sus obligaciones familiares y amistosas. Las que contrajo cuando decidió  quedarse en su tierra: el mito del terruño. Concha Alborg menciona que esto es común en los personajes de las novelas de Mayoral(184). Y que el quedarse representa disfrutar de la seguridad que la tradición le proporciona tal y como comenta Germán Gullón: “La leyenda proporciona una seguridad consoladora frente a la falta de absolutos” (66). Y es también la falta de interés por lo que hace Laura, lo que impulsa a Paco a quedarse, a no seguirla. No puede comprender que Laura abandone el hogar y al padre, ya tan mayor y tan querido de todos. El hombre que no se casó por no darle madrastra, aunque ella nos lo desmienta y nos diga que fue porque la imagen de la mujer muerta, su madre, era demasiado poderosa. De nuevo dos perspectivas en paralelo, dos acciones en defensa de su propio ‘yo’.

 

Y por eso nos ha dicho Paco que arrancó el granado para que ella no le desarreglara la vida, para que no lo llevara por un sendero contrario a sus ideas. Tuvieron sus encuentros, incluso hicieron el amor en el hórreo a instancias de ella; se casaron por separado; se comunicaron y se vieron en el pueblo con frecuencia. Sin embargo, aunque lo del magnolio viene a ser otra intromisión de Laura, esta vez la deja obrar;  la deja que lo plante. Para esta  época la mujer de él ya había muerto. Hemos de tener en cuenta que Laura dispone del habitat de Paco como si fuera suyo; simplemente  porque lo fue y  por aquello de que ella pertenecía a una clase más alta y se creía con el derecho de disponer de la tierra a su antojo. Haber sido propiedad de su padre y antepasados,  parecía darle el derecho de hacer y deshacer sin necesidad del consentimiento de nadie.

 

Las contradicciones y ambivalencias siguen cuando él asiente que sí, que estuvo enamorado de ella, pero que no le pidió que fuera su novia. Para novia eligió a Isabel su mujer, a quien todo lo que fuera de él le parecía fenómeno; contrariamente a Laura que siempre le recriminaba la falta de vigor para desarrollar su talento, para hacerse arquitecto, para salir de la comodidad del pueblo y para experimentar. Paco, ya viudo, y a pesar de todo,  no quiere caer bajo el embrujo de su presencia cuando su hija Maíta le propone que Laura vaya a la finca para convalecer, a raíz de la muerte del marido. Continuamente, cuando el momento de posible  reconciliación surge, él lo rechaza: nunca viene bien. Y es esa postura ambivalente manifestada por sus acciones lo que crea la tensión de la novela y por la que se estructura. Laura,  narradora metadiegética, nos afirma lo mismo: “Ahora siento cada vez más fuerte la nostalgia de lo que dejé y de lo que pudo haber sido.” (Bajo...141). El personaje se contradice porque ya nos había dicho que volvería a dejar el pueblo. Este intercambio de posiciones carece de sentido, máxime cuando Paco le pregunta a Laura si alguna vez se acordó de él; si la verdad es otra de la aparente; si apostó tan fuerte en la primera decisión que ya no podía echar marcha atrás.

 

¿Cuál es la verdad en todo esto? ¿Estaba enamorada de Fernando, su esposo? La voz de Laura quizá pueda servirnos de respuesta: “Pero como le vas a decir a una monja enclaustrada que no hay vida eterna?” (Bajo...203). En otras palabras, tuvo que seguir ‘su verdad’. A lo largo de su amistad, siempre ha existido una especie de intercambio mental entre ellos, una omunicación que se traduce en las semejanzas de los hijos: en personalidad o físicamente. Maíta es prácticamente como Laura, aunque él lo justifica diciendo que fue la convivencia la causa de que tuvieran gustos semejantes. El hijo de ella se parece a Paco y nunca sabemos si fue producto del encuentro en el hórreo, “ ella se lo hubiera dicho” nos menciona Paco, o es pura coincidencia.

 

Paco atestigua a favor de lo que la gente decía que él era el novio de Laura, aunque mantiene   la realidad de que nunca se habían comprometido. Contrapone la falta de esta verdad al hecho de que su mujer ya andaba enamorada de él de tiempos de la escuela. Por ella, nos dice, si que hubiera dado la vida, cuando relata el incidente del perro. Sabemos que Isabel se sentía celosa de lo que la gente contaba y de no haber sido ella la protagonista de aquella anécdota. Era guapa, no de la clase social de Laura, pero rica. Mujer que le dio sosiego y ocho hijos.

 

Los monólogos de Paco van descubriendo esa especie de lucha que lleva consigo mismo, justificando que a quien quiso fue a su mujer, pero con quien quiere conversar y estar es con Laura. Esa contradicción interior le sigue toda su vida, a pesar de la familia, de su éxito profesional y de su vida holgada. En la entrevista con Aurora Intxausti, Mayoral le hace este comentario sobre los dos amores del protagonista: “ Uno es de su mundo real, y el otro, del de los sueños”(2). ¿Es esto lo que le ha ocurrido a Paco? Porque Paco, en el momento de contar la historia, nos dice que va una vez por semana al cementerio y cada día se sienta en el banco que construyó frente al magnolio para hablar con Laura. Con ella, nos dice, se puede hablar de todo. Los dos coinciden en eso. Lo sabemos por medio de la narración metadiegética de Laura narradora, al responder a Paco. Laura es el otro lado, la otra verdad de ese amor que se manifiesta por la polifonía, pero sin verse realizado. Bien podía encarnar al Paco que le falta a él: al hueco que tiene por llenar.

Las dos formas de vida, la de la generación vieja y la de la joven, se hacen obvias tanto en el terreno social y profesional como también por el contraste hombre/mujer. Los hijos de Paco son casi todos profesionales y muchos han estudiado fuera; aunque ninguno le salió médico como quería, solamente el hijo mayor de Laura, que está en América. Antes eran los hombres quienes llevaban vidas sexuales dobles o fuera del canon, tal es el caso de Paco y sus escapadas para ver a Manuela; ahora es Maíta, quien convive con un hombre casado. Paco nos da una buena idea de lo que se esperaba del hombre y la mujer,  a través de su constante monólogo interior. Los varones podían echar una cana al aire; las chicas eran diferentes, menos Laura. Y ahora Maíta, casi el retrato de ella,  Hay pues, ambivalencia del proceder de dos generaciones. Esto no se desmiente ni se cuestiona, pero sí, la supuesta hombría que todos asumen debe protagonizar el hombre.

 

La polifonía se ha revelado por medio de un dialoguismo que contiene las interferencias  de los tiempos, dependiendo del momento. Por eso los hechos resultan diferentes; se relacionan con el cronotopo de la historia que se relata. Las mujeres de la posguerra actuaban de una forma y las de la democracia viven el momento de las libertades.

 

Mayoral nos ha ofrecido un panorama de amplia libertad personal, mientras nos cuenta una historia principal y muchas más. Según Roberta Johnson: “...proyecta unas vidas modernas que también se encuentran atrapadas en una tensión entre las normas tradicionales, restrictivas,  y lo moderno que quiere destruir las castas sociales y los papeles anticuados de los sexos”( 63). Al mismo tiempo, la ideología de Mayoral parece adscribirse, según García Rey, al convencimiento humano de: “La vivencia de la doble faceta del ciclo vital del hombre __la universalidad del ser vivo en tanto hombre y la particularidad de los individuos concretos que se encuentran inmersos en un medio social especifico y agrupados en generaciones antagónicas”(221). Dentro de este ser humano coexisten su propia dualidad, y una forma de vida fragmentada. El discurso no es lineal; se nutre de la voz de muchos y de la analepsis para incluir el pasado, la memoria, a fin de que tengamos una historia interrelacionada. Y es precisamente por el monólogo interior y los narradores, Inter   o metadiegéticos, como percibimos la polifonía de las verdades. Termina con un final circular que nos lleva desde un encuentro de dos personajes en un ámbito y tiempo, a otro posible reencuentro que puede ser, por parte de Laura, la aceptación de que se equivocó al marcharse y por Paco a aceptar a Laura tal como era.

 

Y volviendo a la pregunta ¿cuál es la verdad, intención o significado, por parte de Laura, de  querer  plantar el magnolio si nunca lo va a disfrutar o ver crecer? ¿Significa tratar de conocer la verdad, la verdad de la vida, de una existencia que no parece tener sentido sino en la muerte? ¿Puede ser que el magnolio sea simplemente, en términos posmodernistas, la imagen de lo que debió ser, la vida de ellos juntos, pero sin compromiso?¿Representa una solución fácil a esa controversia de vidas que aun amándose no pudieron vencer las condiciones del tiempo y espacio? Quizá sea la materialización de un amor que ya no hiere, ni quema, mudo, que no necesita o pide correspondencia

 

En el posmodernismo, siguiendo a Linda Hutcheon (52), se crea un mito y se cuestiona. Aquí es la leyenda de Paco frente a la de Laura  la que se cuestiona. También hemos presenciado las paradojas de sus vidas; Paco nos ha expuesto al pasado para mejor comprender el presente y  también, al comportamiento de unos personajes dentro de una cultura en crisis.Hay retorno al mito y especialmente a la búsqueda de lo real, de  la Verdad. Creo que el magnolio representa esa búsqueda, la verdad de ellos, la de si los dos se negaron una convivencia por encima de los tiempos. Pero hay más: es también la verdad que el posmodernismo persigue aunque nos quede abierta a interpretación. Roberta Johnson asevera que “La narrativa de Marina Mayoral rompe barreras literarias y sociales. Su hábil combinación de elementos genéricos y técnicas narrativas cruza una frontera para llegar a un lugar en que hay una plena libertad literaria al mismo tiempo que responde, de una forma muy tradicional, al primer requisito de toda narración__contar una historia que interesa al lector”(62-63).

 

Finalmente, será ‘la mirada estética’, la mirada del otro, según Elsa Drucaroff al interpretar a Bajtin, lo que nos complete la idea. “ El héroe es la totalidad creada por el autor ¿‘Por qué totalidad’? En el pensamiento de Bajtin los humanos son seres inconclusos, abiertos al devenir, sumergidos en una visión necesariamente parcial y fragmentada, por egocéntrica. ¿Quién los completa, los une con su mirada? Otro ser humano, un semejante, un otro”(89). En otras palabras, el yo se construye con la mirada del tú. E insiste diciendo que los humanos  estamos todos: “Atrapados en la cárcel de la subjetividad, sólo contamos con el prójimo que nos observa para que se atenúe la prisión”(89). Al final, consciente e inconsciente, parecen unirse por el deseo de Paco de habitar el magnolio con Laura, en un acto sublime de liberación.

 

Después de leer Un árbol, un adiós, nos llega repetida, y más redonda, la idea de la autora de confrontar estas dos vidas que van en paralelo y no se unen. No se descubre más en esta última, de lo que ya conocíamos en Bajo...solamente se reitera lo ya sabido. La voz de Paco, sin embargo, se manifiesta de manera más amplia, con una certidumbre de que lo elegido, el terruño, es sin cuestión su destino. Bajo el Magnolio está más hecha, mejor pensada y enriquecida  por el monólogo interior de Paco, que sus precedentes Plantar un árbol y Un árbol, un amor.

 

Pero es sin embargo la decisión de Laura de volver al cobijo del árbol, de la tierra, y la introspección de Paco de querer saber la verdad o intención de querer plantarlo, lo que ha unido las dos voces bajo el magnolio: uno ha podido completar al otro. El final es inconcluso, depende del lector, del ser que lee la novela, para poder juzgar en conjunto la verdad de la relación entre los protagonistas. Bajo el magnolio es, según Antonio Valencia, “ Obra que crece en las manos” (9).

 

  Bibliografía

 Alborg, Concha. “Marina Mayoral’s Narrative: Old Families and New Faces from Galicia”.

     Women Writers of Contemporary Spain: Exiles in the Homeland. Edited by Joan L.     

      Brown. Newark: University of Delaware Press, 1984

 Bajtin, Mijail. The Dialogic Imagination. Edited by Michael Holquist. Translated by Caryl and

      Michael Holquist. Austin: University of Texas Press, 1981

 

Drucaroff, Elsa. MiJail Majtin: La guerra de las culturas. Buenos Aires: Editorial Almagesto.

      I996

 García Rey, José Manuel. “La sociedad que se cuestiona en medio de una dudosa realidad”.

     Cuadernos hispanoamericanos, Vol. 394 (1983)

 Gullón, Germán. “El novelista como confabulador de la realidad: Mayoral, Merino,                  

     Guelbenzun...” Nuevos y Novísimos: Algunas perspectivas críticas sobre la

     narrativa española de los 60. Eds. Ricardo Landeira y Luis González del Valle.                         

     Boulder, Co.: Society of Spanish and  Spanish-American Studies, 1987 (59-70)

 

Holloway, Vance R. El posmodernismo y otras tendencias de la novela española (1967-95).

     Madrid: Fundamentos, 1999

 Hutcheon, Linda. A poetics of Postmodernism. New York: Routledge, 1988

 Intxausti, Aurora. “Marina Mayoral se adentra en Bajo el magnolio en la pasión de un amor

     imposible”. http://www.elpais.es/articuloCompleto.html. 1 nov 2004

 Jones, Margaret E. W. “El mundo literario de Marina Mayoral”. España contemporánea.

     Vol 52, 1992 (83-91)

 Johnson, Roberta. “La narrativa revisionista de Marina Mayoral”. Alaluz, Vol. 2 (1990)

 

Mayoral, Marina. Al otro lado. Madrid: Editorial Magisterio español, 1981

_____________. Bajo el magnolio. Madrid: Alfaguara, 2004

_____________. Cándida, otra vez. Madrid: Editorial Castalia, 1992

_____________. Plantar un árbol. Orihuela: Caja de ahorros de Alicante y Murcia, 1981

_____________. Un árbol, un adiós. Madrid: Acento editorial, 1996

 Noia, María Camino. “Claves de la narrativa de Marina Mayoral”. Letras Femeninas, Vol.

     XIX, Nos. 1-2(1993)

 Suárez Lafuente, María Socorro. “Subversión e intertexto en la obra de Marina Mayoral.                                                             

    Oviedo: http://letras hispanas.unlv.edu/Vol1/suarez.htm

 The Bedford Glossary of Critical and Literary Terms. Boston: McMillan  Press Ltd, 1998

 Valencia, Antonio. “Prólogo” en Al otro lado. Madrid: Editorial Magisterio: Madrid, 1981

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29 de Mayo, 2013 · General

Ana María Mur: Musa y compañera de Panchito Izquierdo

rosina valcárcel


(a la familia de Panchito y Ana María, con cariño)

Ella era bella y misteriosa como una estrella lejana. Su piel capulí y sus ojos grandes hechizaban.Se me abrieron los ojos una mañana cuando la vi sentada en una banquita de la Ciudad Universitaria deSan Marcos. Vestía como una "mujer fatal", una hippie, una surrealista, medias largas negras, ropa gitana,un aire despreocupado.
Se me abrieron los ojos, sólo Agueda Castañeda tenía ese don no apacible. Ana María se sumó a esas
muchachas "raras", que hacían lo que les diera la gana. Aprendieron a ver la verdad sin los ojos.
Ana María fue una hilandera invisible. Sus amigos primigenios, los poetas jóvenes Óscar Málaga, Tulio Mora, Alfredo Pita, José Rosas Ribeyro. A veces nos encontrábamos en el café-bar Melville de Quilca, cerca a María Emilia Cornejo, Elqui Burgos, Cecilia Tello, Marta Lobato, y los citados poetas de Estación Reunida.

Luego apareció en escena la figura carismática del pintor Panchito Izquierdo. Se enamoraron a primera vista, como en las novelas. Solía ir a Bellas Artes con Pancho Izquierdo...Pero, principalmente, tuvieron un amor de película, se amaron como pocos. Anita fue la gran musa de Pancho. Evocamos las tertulias en su casa de La Perla. Tuvieron hijos maravillosos; un tiempo pudieron sobrevivir al amor loco de los artistas genuinos. El pintor escapó a ratos y se involucró con una nisei...Nuestra amiga Ana María sufrió mucho. Felizmente,  estuvo cerca el camarada poeta Julio Carmona, quien le brindó solidaridad singular hasta hace pocos meses.
Ana María esbozaba versos sobre las hojas del otoño. Leía en voz alta poemas de sus paradigmas. Algunas revistas estudiantiles registran su vocación literaria. Pasó por el reconocido Taller de Poesía de nuestra Alma Mater. Le interesaba aprender, dialogar, leer, caminar, escuchar música, brindar por la vida. Se les veía en el Palermo, en el Café -bar Wony, en El Merville, adonde confluían María Emilia Cornejo, Cecilia Tello,  Marta Lobato, Laura Bracamonte Del Solar, Lucila Walqui, Ana María Mur, esta peregrina y diversos artistas como Lorenzo Osores, y poetas jóvenes: Óscar Málaga, Elqui Burgos, José Rosas Ribeyro, Alfredo Pita, entre otros. Más se le veía  en los refugios de nuestra universidad de San Marcos y entre las calles irritadas de Lima.
Sus bellos hijos crecieron. Panchito fue perseguido por sus ideales, su simpatía política con la izquierda "subversiva". No pudo cuidar del hogar, como tantos luchadores sociales. Anita sabía torear la adversidad sin perder su fulgor.
Colmados por la desolación una tarde Pancho y Anita se desconocieron. Entraron en una vorágine sin salida. Como si arrastrasen un karma remoto. Ambos enfermaron. La familia se fue desintegrando, como tantas familias de nuestra capital, de nuestro país condenado, enajenado. El círculo se repitió y se fue cerrando. Panchito entró en crisis una y varias veces. Fue internado. Anita vivía fuera de Lima. El sueño del harakiri rondaba por esas cabecitas soñadoras. El arte comprometido que abrazó Panchito, le daba valor, en medio del caos. Anita, iconoclasta, irreverente, siguió su destino: la soledad frente a la naturaleza viva, la soledad frente a la alienación de la sociedad dominante, la incomunicación con sus descendientes amados y amadas. El viernes ingirió más pastillas de las debidas, el sábado la agonía la abrazo. El domingo, "Día de la Madre" (como estilan nuestras sociedades consumistas), la hallaron sin vida. Bella, pálida, aún tenía el resplandor de nuestros años juveniles.

Enrique Polanco no ha podido dejar el recuerdo de noches en La Perla cuando la familia Izquierdo-Mur era muy sólida, Pancho y Anita unidos fuertemente. Rodolfo Ybarra le dice adiós a Ana María: "Siempre nos acordaremos de tu sonrisa amable y de tus historias de nunca acabar. Seguro Pancho estará pintando tus trenzas a lo lejos; o quizás sigas molesta porque Francisco --tu hijo, mi viejo amigo-- dijo que no quería ser artista porque había visto el sufrimiento "en vivo y en directo" y no quería repetirlo, aunque para él siga siendo fácil tocar la guitarra clásica o flamenca, como la última vez en que pudimos levantar las copas y decir ¡Por los buenos tiempos! La memoria sigue despierta. Un abrazo para todos"".
¿Sabrán ellos, Panchito y Ana María, que sus amigos éramos (somos) muchos y cómo aguantaremos con tristeza sus partidas? Fanny Palacios Izquierdo, Bruno Portuguez quedaron en llevarme a visitar a Ana María, pero la lucha por la sobrevivencia lo impidó. Asimismo Ivette Taboada, Alfredo Alcalde, entre pocos, tuvieron la voluntad, tampoco se pudo cristalizar el paseo hasta la casita de Ana María. Ellos pudieron darle la mano en diversos momentos, felizmente.

 Julio Carmona, me ofreció llevarme en fiestas patrias próximas, pero Anita jugó su propia partida. Sin embargo me quedo con la sonrisa misteriosa de Ana María, y con la carcajada sincera de Panchito.

 JULIO CARMONA A ANA MARÍA MUR

"A ANA María Mur que conoce a la que amo
y me ayudó a crear y creer en estos sonetos"

Supiste hacer de ti una sola idea
sin cambiarle una letra a la pelea
llamaste al mar amar y a sus mareas
las hiciste correr entre tus venas
Muchos ignorarán tu voz huida
con sus tonos de sombra amanecida
con sus timbres de risa adolorida
y ahora nadie dirá que eras divina
porque eres material como el silencio
que acompaña a tus últimos recuerdos
con mezcla de alegría y sufrimiento
porque no has muerto aunque ya eres sueño
en este corazón que siempre habitas
amiga de mi amor por siempre Anita


Lima, 15 de mayo de 2013.

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09 de Febrero, 2012 · General

Canción de amor para Luis Alberto Spinetta

 

José María Pallaoro

Argentina

 

OTRA CANCIÓN DE NOCHE

 

La canción de la noche se hizo noche.

Una rueda de frío vegetal surcando el cielo de moras blancas.

 

¿Dónde estabas cuando el día concluyó la canción del sol?

¿Dónde tu guitarra de belleza y luz, encierro de tu alma?

 

La belleza es un mundo colmado de vos.

El mejor de los mundos entre los estruendos del mundo, misil que arrasa.

 

Mi corazón te añora, en la canción que comienza.

En lo que falta de mí, siempre estás vos.
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