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Casa de Poesía y literaturas
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20 de Enero, 2012 · General

La poesía necesaria de Magaly Quiñones (Segunda parte)

En las letras, desde Puerto Rico

Un verso creando lo creado

 

por Carlos Esteban Cana

 

 

De colores y versos

 

Ahora que el sol desgrana su alimento

y la tarde se escapa,

háblame en verde, amor,

desnúdate y florece en cada hoja,

cuéntale nuestro amor a la montaña.

 

Ahora, que el sol desangra

por los acantilados de mi cuerpo,

por los jardines de mi entraña,

bésame en verde, amor, -verde espesura-,

recógeme en la umbela de tu pecho

y enlaza mi cintura con tus lianas.

 

¡Suéñame verdiflor, sé tú mi verdiagua! .

Piénsame verdiamor,

borda renuevos y despierta al jilguero

que aprisiona tus sueños en mi almohada.

 

¡Y, háblame en verde, amor,

háblame en verde!.

Los desiertos se esparcen,

los cielos se desgajan,

las aves se refugian en las ramas….

Sobre el lomo escamoso del lagarto,

bajo la luna trajeada de plata,

alárgate en mi flor,

¡que no haya invierno, amor,

que no haya invierno!

¡Enciéndeme de amor!

 

Ahora que el sol desgrana,

y estoy aquí, a tu lado,

prendida, florecida, acurrucada,

¡trae colores y versos a mi alma!.

 

Desconozco si el poema que inicia esta segunda parte de En las letras, desde Puerto Rico, dedicada a la trayectoria de Magaly Quiñones, será incluido en su nuevo poemario titulado Cuerpo a Cuerpo. Según tengo entendido ese libro está conformado por poemas breves,

algunos de los cuales se acercan a la forma del haiku. Y es que la poeta se sigue acercando, quizás con más intensidad, a la brevedad y a la concisión. Por eso sería bueno preguntarle si De colores y versos, que no va necesariamente en esa línea, será el primer peldaño para otro libro.

 

En esta segunda parte Magaly nos explica sin rodeos las columnas que estructuran su poética.

En un periodo de 20 años, a partir de 1989, Quiñones ha publicado cuatro libros: Razón de lucha, razón de amor (1989), Sueños de papel (1996), Patio de fondo (2004) y Poemas de pasión y libertad (2008). Como la primera parte, antes de entrar en cada título hemos incluido una pieza del libro que nos ocupa en ese momento. También hacemos un espacio para dialogar con la poeta sobre la escritura para niños. Tres libros ha dedicado Magaly para los más pequeños:

Mi mundo: palabras de niños (2004), Poemas para los pequeños (2006) y Quiero una noche azul (2007). Quiñones además adelanta algo de sus proyectos futuros.

Aún cuando su último libro, Poemas de pasión y libertad, ha tenido una circulación limitada,  refiriéndose al mismo, el crítico Ángel Aguirre ha expresado: “Cada nueva lectura de este rico poemario revela grandes aciertos y deslumbra con insólitas sorpresas en ese mundo sentimental. Magaly Quiñones, indudablemente, ha entrado plenamente en su mejor

etapa creadora; madura y selectiva en el manejo de la palabra desnuda y definitiva.” Yo, que he tenido la oportunidad de leer cada uno de los libros de Quiñones, concurro con la opinión de Aguirre.

La poeta continúa incansable, sin que mine su constancia un ambiente que quita aliento a quienes, contra viento y marea, sacan sus libros.

Ya sea porque los que tienen que pagar no pagan, por la vagancia de quienes no quieren y deberían trabajar de forma efectiva el mercado del libro.

Y la poca iniciativa que genera la burrocracia institucional, que ciegos, ya sea para favorecer a unos o excluir a otros, no hacen su trabajo.

Pero todo lo anterior no hace mella en la escritora. Magaly cocina lentamente seis nuevos libros

(tres para niños y tres para adultos) con la certeza de que serán publicados antes de que concluya esta década, década en la que su primer libro, Entre mi voz y el tiempo, cumplirá 50 años de haberse publicado. Si yo fuera el director de alguna flamante editorial no demoraría en publicar una antología de su obra, que incluyera además un CD para escuchar las piezas en la propia voz de la poeta. Me atrevo asegurar que apenas he escuchado a dos o tres poetas

del patio que logran comunicar sus creaciones como ella lo hace.

La trayectoria de Magaly Quiñones ha sido una de las más vigorosas en el panorama de las letras caribeñas.

Ha ejercido con pasión y libertad la poesía, con todo lo que implica asumir la creación; no como algo para enaltecer egos, sino como un servicio, como un medio para comunicarse de forma horizontal y vertical con los demás, como un verdadero modo de vida.

Hoy, en estas coordenadas espaciales y temporales, pocos escritores lo hacen.

 

Por lo pronto, no digo más. Sigamos escuchando a la poeta en Un verso creando lo creado: la poesía necesaria de Magaly Quiñones.

 

Imagen, palabras, belleza y espíritu, el proceso creativo

 

La imagen lo que trae es la belleza. Yo oí decir a alguien una vez que no entendía por qué los poetas se alejaban de lo feo, y yo creo que hay formas de decir y hay formas de decir; no es que el poeta se apegue a lo feo.

La persona en cuestión abogaba por lo contrario: había que apegarse a lo feo, a lo desnudo y a lo grotesco si se quería sacudir a la gente para que despierte.

Yo pienso que eso se puede hacer sin llegar a ser soez, ni llegar a hacer algo que disguste.

Por mi ojo de artista sigo la belleza. Tanto lo veo en la literatura como lo veo en la pintura y lo veo en la naturaleza.

Hablar de cómo aspirar a la belleza es una cosa maravillosa que se debe hacer, que es edificante para el espíritu.

Hablar de la belleza y la imagen hace crecer al ser humano. El escritor no planifica atrapar la belleza de una forma concentrada.

El escritor sigue escribiendo y ya, al final, cuando ha terminado, es que cae en cuenta de lo que dice.

 

La mayor parte de las veces no estamos conscientes de lo que dijimos al principio.

Claro, yo siempre vuelvo sobre mi obra, la escudriño y la vuelvo a editar.

Todo escritor responsable debe hacerlo porque a veces el sentimiento no sale como debe salir.

En ocasiones, sale interrumpido e inconcluso. Los versos que deben estar al final salen al principio, y a eso hay que darle la vuelta para que caiga y cuadre, para que sea posible la comunicación.

¿Para qué vas a escribir una cosa que no se entienda y que cuando alguien lo lea se quede igual?

No. Una de las funciones básicas de la literatura es comunicar y la otra es cantarle a la belleza, expresar la belleza y todos los valores altos del espíritu.

Lo que edifica al ser humano. ¿Para qué voy a hablar de cosas que lo que hacen es fastidiarte la cabeza?

Cosas que no te dan nada, que no te abren puertas ni ventanas, que no integran nada positivo.

Dejar al lector en la oscuridad, en el disgusto o en el lamento, sin buscar otras alternativas, no es lo mío.

Yo creo que la imagen en mi poesía ha sido bien importante, pero la imagen siempre va a la par con el mensaje.

Yo no sacrifico el mensaje por ser purista ni con el idioma ni con la imagen.

 

Desde bien jovencita soy caculo de museo. Cada vez que viajo, voy a dos sitios sin fallar: al zoológico y al museo.

Al zoológico porque me gustan los animales y la naturaleza.

Me gusta ver la vida primigenia en su estado más puro, y la pintura porque me fascina.

Yo no tengo mucho tiempo para pintar. He ilustrado dos de mis libros pero, en realidad, me considero escritora más que pintora.

Empecé a pintar muy tarde y a instancias de una profesora. Aunque, eso sí, siempre he realizado mi dibujito cuando escribo.

Yo tengo cuadernos, desde los diez años, en los que escribía cartas, poesías; mis impresiones del momento y de las clases, todo lo que me pasaba en el día, y en esas páginas hay dibujos. Muchos nacieron a la par con los poemas.

 

*

 

Para grabar tu nombre

 

Para que yo me cure

el indio que hay en mí baila su danza

quemando la memoria de tus días

frente a la gigantesca fogata.

 

Y para que yo suba sin resbalar

sobre el despeñadero de mis ansias,

el negro que en mí vive

mezcla yerbas y savias en prietas calabazas

y me obliga a beber tu sudor y tu sangre

en feroz exorcismo.

 

Y para que yo olvide

el dolor que tu piel dejó en mi piel,

la moral religiosa del colono español que vive en mí,

obedeciendo al dogma desata

la frialdad en mi mano, la firmeza en mis ojos,

mudez en mi palabra.

 

La última vez que me atreví a salir a enfrentar a mi dolor

las tres razas me dieron de comer

pero no pude contener las lágrimas.

La última vez que quise anochecerte el alma,

vi al sol que se escondía tras mis versos

para grabar tu nombre.

 

 

Razón de lucha, razón de amor (1989)

 

 

Con Razón de lucha, razón de amor recuerdo como hoy, el día que yo recibí una carta  de California, pidiéndome 375 copias de ese libro.

¡Me estaban leyendo en la escuela superior de allá! ¿Cómo llegó Razón de lucha, razón de amor a California?

Para mí sigue siendo un misterio.

Ha sido un libro que me ha dado grandes satisfacciones. Cuando yo recito incluyo mucho de su poesía.

Creo que fue a finales de los 90’s que tuve una lectura en la Biblioteca del Congreso, allá en Washington.

Y el público era de siete Estados distintos, un público masivo que recibió la poesía de Razón de lucha…

con un entusiasmo que me dejó maravillada. La experiencia me fascinó.

 

 

Mairena-Julia-don Manuel

 

 

Mairena me ayudó en la distribución, pero yo era la responsable de los costos de los libros. Ese gran español-puertorriqueño que se llama Manuel de la Puebla hizo por la literatura puertorriqueña mucho más de lo que algunos de los nuestros han hecho.

Don Manuel siempre ha estado muy pendiente a mi obra. Siempre me alentó y ayudó.

Yo también fui parte de la Junta Editorial de su revista. Primero en Mairena y después en Julia.

Le ayudé en la corrección de pruebas, le daba ideas y él me consultaba mucho. Él me ayudó en la distribución de algunos libros.

Es un hombre con una infinita dedicación y amor a la literatura, así como a nuestra patria.

 

 

Me quedo lela

 

Esta tarde sin sol me has preguntado

de qué lado se estrena el corazón

cuando amor nace y nos sentimos viejos.

Ahora que caminamos

por las calles obscenas de New York,

que recortamos sueños y poemas

desde Strawberry Fields hasta West Village,

apurando, a lo Lennon,

la música del alma sobre el cuerpo,

se te nubla la voz y aún me preguntas…

 

Te podría decir que todo importa.

Que tú y yo, como todos, en la medida justa,

conformamos la inmensa postal de rascacielos.

Podría hasta jurar que amar, libar, besar

son ejercicios sin edad ni tiempo.

Pero, me quedo lela,

meditando en la hondura de tus ojos.

Me quedo lela ansiando, sopesando

lo que cuesta soltar nudos y velas

en medio de una historia de hundimientos.

Esta tarde sin sol en que preguntas,

rimando el fuego de tu corazón,

con qué mano se enciende el universo,

no hallo respuestas en mi corazón,

a lo sumo unos versos, estos versos…

 

 

Sueños de papel (1996)

 

 

Para Sueños de papel yo andaba buscando dinero para publicar, y andaba buscando una editorial y no la encontraba.

Finalmente, para esa misma época, de la Editorial de la Universidad se comunicaron y me preguntaron si tenía algún manuscrito, porque ellos consideraban que mi obra estaba afianzada; que tenía una obra fuerte en Puerto Rico.

Ellos querían desarrollar esa serie que titularon Aquí y Ahora. Les dije: “¡Claro que sí! Aquí está durmiendo en la gaveta.”

Cuando llevé Sueños de papel lo encontraron demasiado largo porque ese libro tiene alrededor de 200 poemas.

Entonces me dijeron: “Pero la serie va a ser bien pequeñita. ¿A usted no le molesta que sigan los poemas sucesivos en la misma página?

¿Que se termine uno y comience otro?” Con lo que me indicaron yo pensaba que el libro no se iba a ver tan bonito, pero la otra alternativa que me estaban dando era que lo cortara. Y les dije: “No. No lo corto. Publíquenlo así”.

Un libro no es un montón de poemas juntos. Un libro como Sueños de papel tiene unidad, tiene un hilo interno, una intención detrás.

 Todo está configurado. Y no cedí. “Póngalo corridito si quieren, –añadí- siempre y cuando, entre uno y otro poema, aparezcan los títulos.”

 Así lo hicieron y salió completo en esa cosa tan pequeñita en que lo metieron.

Ese vestido tan pequeño. No sé cómo lo lograron pero ahí está.

Sueños de papel, dicen algunos críticos -y después que hablan uno se pone a pensar- que es un libro de afirmaciones.

Y estoy de acuerdo con ellos. Sueños de papel es un libro que afirma. Me afirma a mí como puertorriqueña.

Me afirma como poeta antillana, me afirma como caribeña. Es un libro que habla de la reivindicación de la mujer.

Escrito en tono de mujer y tiene mucha fuerza. Afirma mi compromiso con la patria. Todo lo que yo he venido cocinando desde un principio, que se da en ese libro con afirmación, ya está solidificado. Ya estoy plantada. Los poemas hablan de que esto es así, así y así.

Y como te dije, es un libro enorme. Se hizo cinco años antes de que se publicara. Salió en el 1996 pero ya desde el 90 ó 91 ese libro empezó a crecer, a crecer y a crecer. Y creció tanto que yo andaba tocando puertas. Es uno de mis libros favoritos.

De Sueños de papel se han hecho traducciones, y en Estados Unidos hubo personas que hicieron tesis ocupándose del libro.

 

 

Sismo –en miniatura-

 

Hurtándole al jardín unas flores de maga

y una que otra canaria amarilla, he provocado,

con una sola, torpe, inocente pisada,

un terremoto inmenso que enloqueció,

dejándolas sin techo, ni miga ni sustento

a millones de hormigas.

 

 

Patio de fondo (2004)

 

Son muchas las cosas que podría decir sobre Patio de fondo. Es un libro denso, toda vez que lo tomo en mis manos y lo releo me sorprende

como si fuera nuevo o desconocido. Tiene infinidad de rincones donde me escondo, me desdoblo o me acomodo.

Es fruto de un proceso de mirarme por dentro,-introspección y flujo de conciencia- de escudriñar las peculiaridades de mi yo poeta.

En este poemario me acerco a lo que significa la naturaleza de las palabras. Me ocupo de analizar cómo surge en mí el proceso de creación.

Cuáles son las dificultades y peripecias de mi oficio. Es una vía fértil para ubicarme y reafirmarme en mi entorno caribeño.

También abarca anécdotas que sustraigo al recuerdo y meditaciones sobre temas que me preocupan o me asombran.

 

Hay un verso breve que se ha repetido una y otra vez en mis visitas a las escuelas, o en foros de intelectuales amantes de la poesía.

 Sismo -en miniatura-  da la voz de alerta sobre la indolencia del hombre moderno, pero que también deja entrever una cualidad que se ha ido adueñando de mi yo, a medida que he ido creciendo y madurando.

Como Tomás de Aquino me conduelo, me conmisero de los seres pequeños, frágiles, débiles, o en desventaja en este mundo que se torna cada día más feroz e inhumano.

Esa es una de las razones, entre muchas otras, por la cual escribo para los niños.

En este poemario, como en casi todos los que he escrito, se mezclan una vez más la vía amorosa y la corriente social.

Creo que el título es acertado porque describe, en parte, el cuerpo del libro -Ese patio de fondo que es mi vida...—

 

 

Poesía para niños

 

Carlos Esteban, mi poesía para los niños comenzó no como un ejercicio en lo abstracto sino como una vivencia muy cercana.

Fue mi sobrino Joshua quien, apenas teniendo 6 o 7 años, me pidió que le escribiera un poema sobre una experiencia que vivió junto a mí cuando lo llevé a la playa y le mostré lo que era una puesta de sol. 

Se impresionó con la belleza del fenómeno natural que sucede a diario, pero que sólo un niño o un artista, en ocasiones, puede verdaderamente apreciar.

El niño era huérfano y tuvo una niñez muy difícil así que decidí ampararlo integrándolo a algunas de las actividades, para mí rutinarias: ir al teatro a ver una obra, escuchar un concierto, ir al museo o a una galería de arte a ver y apreciar las pinturas, ir a la playa, al parque, al Yunque a observar la naturaleza...  El poema solicitado se titula El Sol, el Niño y el Mar y dio pie al nacimiento de mi primer libro para niños: Mi mundo. Así, mirando en el espejo de Joshua, redescubrí el mundo desde otra perspectiva, la de la niñez. Me convertí no en su tía abuela sino en su amiga, compañera de juegos, de deportes, de aventuras, de asombros diarios.

 

Cuando escribo para los niños no lo hago desde mi adultez, miro como ellos, me cuestiono los misterios como sólo ellos se los cuestionan, y me acerco a mi adultez cuando surge una pregunta que les puedo contestar como lo haría una hermanita mayor.

Eso sí, los temas que abordo son los temas que me interesan que ellos evalúen: la ecología; el deterioro del planeta por descuido del hombre; la deshumanización e insensibilidad ante la fauna; la flora; la niñez misma; la sobrevaloración de los bienes materiales. 

Y, por supuesto, el aprecio por la belleza, los valores anímicos que son los que verdaderamente perduran. 

Estoy consciente de que de los niños, futuros hombres y mujeres, depende la salud y el progreso de nuestro mundo.

Y les hablo en su idioma para que me entiendan.

Al visitar las escuelas me percato de que no sólo me entienden sino que comparten conmigo mis inquietudes.

Al publicar Mi mundo decidí hacerlo en forma bilingüe. Traduje los poemas al inglés porque ya intuía que, en algún momento, Joshua sería adoptado e iría a vivir a los Estados Unidos, y así fue. Ya tiene 16 años y reside en un hogar de adopción en el estado de Florida. El libro ayudó a levantar su auto-estima y eso me hace sentir

enormemente satisfecha porque hay muchos Joshuas en el mundo abocados al desamparo.
 
Al presente tengo tres libros para niños inéditos, uno para pequeñines, otro para preadolescentes y uno que trae música
 (un CD) que será exclusivamente para niñas. Como sabes, es muy difícil publicar en Puerto Rico y aunque mi poesía infantil ha recibido una aceptación verdaderamente significativa, aún ando buscando quien los auspicie.

 

 

Tengo un mal

 

 

Tengo un mal incurable que crece y me devora,

se hace insaciable según pasa el día,

trae aguijón y luce como una araña boba;

es un mal en poesía.

 

Porque no cese, por mantenerlo siempre

aquí, a mi lado,

voy a hacer un embrujo.

Pondré, con luz de luna,

en un coco, añejados,

tres onzas de ron blanco y ambrosía,

para curarte la melancolía,

para que no te duela tu pasado.

 

Traeré un espejo en flor y en el tejado

que separa tu casa de la mía,

sembraré salvia, menta, lenguas de cundeamor,

algodón blanco y un manojo de sol

que aclare el día.

 

Y para resguardar tus alegrías,

para que no te asalte el mal del llanto,

en el caracol de tu mano

pondré frescura, ruda y yerbabuena

y al pie de tu ventana, en la mañana,

dos varas de olorosas azucenas.

 

Tengo un mal incurable

que me provoca espasmos y temblores,

que no respeta credos ni colores,

cargado de adjetivos, sinalefas y hemistiquios

traidores,

es un mal en poesía.

Para fortuna mía

hoy tengo mal de amores.

 

 

Poemas de pasión y libertad (2008)

 

 

Y hablando de Poemas de pasión y libertad puedo decirte que aunque pasé mil trabajos para publicarlo no me arrepiento de haberlo hecho.

Lo ofrecí a alguna que otra editorial, sin respuesta alguna, o insinuaciones de que -la poesía no se vende- y terminé por publicarlo por mi cuenta, utilizando mis ahorros. La tipografía se hizo en Florida y la encuadernación en P.R. Pero al tratar de ubicarlo en las librerías del patio pues o no me pagan mi por ciento o no me lo aceptan, como me pasó con Borders, porque diz que no tenía mi nombre en el lomo y no era “anaquelable”. Luego me enteré de que eso no es obstáculo para los Borders en los EE.UU. Pero, en fin, traté de venderlo vía internet y sí obtuve algunas respuestas. Pero era muy cuesta arriba enviarlo por correo, luego de recibir el pago y, a decir verdad, no recuperaba los gastos ni compensaba el esfuerzo de empacar y enviar.

En cuanto al contenido, muchos de los poemas me han traído grandes satisfacciones aún antes de ingresar al libro.

El titulado Posibilidades lo leí frente a un público joven y muchos de los asistentes me lo pidieron para enviarlos a sus novios o parejas.

Atada a los caprichos me lo pidió una colega en Canadá para traducirlo al francés e hizo un trabajo excelente.

La apuesta me trae lindos recuerdos de un viaje que hice en tren a las cercanías en España, donde escuché a un niño hablando con su abuela en el tono de que -Abuela, a que no, abuela a que sí... Y de ahí nació la chispa que dio pie a su cuerpo.

El de Boleros y tragos me trae gratos recuerdos de mi pre-adolescencia en Puerto Nuevo, ya que me crié en esa zona, muy cerca de donde vivían Felipe Rodríguez y Marta Romero. El titulado El primer día me fue solicitado en un pueblecito en Valencia, España, para publicarlo en un boletín literario que circulaba a mano por el pueblo.

Entiendo que el libro es altamente erótico en su sección amorosa y que la crítica social no se escapa como en el poema Exilio y Clases, entre otros. Yo te diría que Poemas de pasión y libertad es mi libro favorito.

 

Nuevos libros


Y hablando de nuevos libros destinados al lector adulto, tengo en preparación tres. Uno es el de Recuentos de viajes
(en prosa, por supuesto). El otro es un poemario bilingüe--(recopilación de todos los poemas que a lo largo del tiempo se han ido traduciendo al inglés). En cuanto a la antología tengo una idea bastante clara de lo que debe ser incluido, pero el problema de la publicación en el país me tiene desanimada. La EDUPR y la del ICP están casi inoperantes y mis ahorros no aguantan el empuje de seis libros nuevos. No sé qué pasará con estos proyectos en ciernes, pero, quién sabe, a lo mejor viene un golpe de suerte y logro que alguno de ellos vea la luz.

 

 

La palabra es el germen

 

Ya no soy

sino un tallo de energía

suspendido en un cráneo.

 

Una casa en la sombra,

una vieja memoria que se inventa.

En el monte de Dios que habita el hombre

mi alma es piedra y grano que se crece

como espiga de sol entre mis manos.

 

La palabra es el germen

y en medio de la noche, en cuclillas,

va dando forma a la matriz del Templo.

 

Ya no soy

sino un verso

creando lo creado.

 

 

Palabras claves , , , , , , ,
publicado por islanegra a las 10:43 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
09 de Enero, 2012 · General

La poesía de Puerto Rico

 

En las letras, desde Puerto Rico

 

Un verso creando lo creado:

La poesía necesaria de Magaly Quiñones (Primera parte)

 

por Carlos Esteban Cana

 

 

Puedo dar fe

 

No he guardado memoria de ese viaje.

Cuando pienso quién fui, de dónde vine,

se me confunde el pelo con las uñas,

el vino con el verso y con el vaso.

que vine a vivir porque mi madre,

al mirarme tan breve,

tan menuda en mi piel, tan indefensa,

se olvidó del dolor de su cintura,

borró toda tristeza y mirando el reloj

nos llamó a todos para dar la noticia.

Nadie me dijo que venía a contar

pero al nacer sobre un pubis mojado

en la lámpara tibia de la Isla

me abrí cual flor en un jardín de pobres

y comencé a nombrar

dándole a cada cosa, a cada nombre

un silencio y un cuerpo en el espacio.

Nadie me dijo, pero no me quejo,

la horma de mi oficio

encontró en este mundo un buen zapato.

Y además, aprendí,

merodeando en diversas direcciones

sobre el ancho misterio del planeta,

que sobraban palabras y razones

para tensar mis arcos y mis flechas.

Yo no quería llegar, alguien me trajo.

Yo no quería contar, me sedujeron.

Un gran misterio me espinó la mano

y volé tras el grano, seca de labios

hacia la nueva vida de la lluvia y la nube.

No he guardado memorias...

De lo poco que tengo o lo que tuve

puedo dar fe, nombrando.

 

Quienes hemos leído la obra de la poeta Marta Magaly Quiñones podemos dar fe, como se titula esta poesía extraída de su libro Sueños de papel, de que su misión principal ha sido  nombrar. Nombrar con belleza los altos valores del espíritu. Recientemente la poeta fue una de las elegidas para el corte de cinta del nuevo café, en The Poet’s Passage del Viejo San Juan; ese inmenso proyecto de Lady Lee Andrews. También Quiñones resultó finalista, con el poema Colores y versos, en el Certamen de la Casa del Poeta, en el que Ana María Fuster y Yolanda Arroyo también resultaron ganadoras. Esos acontecimientos, con su nimiedad o su grandeza, ejemplifican el reconocimiento que ha ganado con los años esta escritora. Manuel de la Puebla, director de las ya legendarias revistas Mairena y Julia, escribió sobre Quiñones: “Es una poeta muy fiel al mundo que conoce, que lo siente hasta las punzadas de dolor; mundo que sacude y lo incita tanto como lo ama.” Y es que la poesía de esta autora, que se define a sí misma como poeta boricua, antillana y caribeña, transita por dos vías: la amorosa y la social.

 

En esta edición especial, en dos partes, de En las letras, desde Puerto Rico, converso con Magaly Quiñones acerca de su trayectoria. Pasamos revista por cada uno de sus libros, y cuando digo eso me refiero además a que era inevitable que su obra no incluyera la vida como tema central; una poética propia que hace simbiosis del arte y la compasión, de la búsqueda estricta de la forma y la belleza con el compromiso.

 

En esta primera parte, estimado lector, escuchará a Magaly reflexionar sobre los siguientes libros: Entre mi voz y el tiempo (1969), Era que el mundo era (1974), Zumbayllu (1976), Cosas de poetas (1977), Cantándole a la noche misma (1978), En la pequeña antilla (1982) y Nombrar (1985). El poema que inicia cada parte es una pieza seleccionada del título al que estamos haciendo referencia. La segunda parte se ocupará de los últimos veinte años de su producción creativa.

 

Con Magaly Quiñones, autora que también canta en sus poemas a los niños, hay mucho de que hablar. Quienes dirigen las diversas instituciones culturales del País conocen el valor de su obra. Solo falta que den honor a quien honor merece. Yo, por mi parte, aquí les presento su obra, aquí les presento su voz. Un verso creando lo creado: la poesía necesaria de Magaly Quiñones.  

 

Todo vuelve a traerlo mi memoria,

vago dulzor de luna y madrugada.

Entre mi voz y el tiempo la vida perentoria,

la vida descarnada.

                                    (fragmento de Entre mi voz y el tiempo)

 

Entre mi voz y el tiempo (1969)

 

Yo empecé a escribir desde bien pequeña. A los ocho años tenía mi libretita de poemas escondidita en las gavetas. Cuando ya estaba en escuela superior conocí a una poeta arecibeña que se llamó Carmen Alicia Cadilla. Carmen Alicia me dio la confianza de que lo que había escrito tenía valor. La conocí a través de su hermano y cuando leyó mis poemas me dijo: “Magaly, esto es un libro estupendo y no lo dejes porque se te pone viejo en las manos. Tienes que publicarlo”. Y yo, imagínate, estando en escuela superior, dije: “Dios mío y cómo… ¿Qué es eso de publicar un libro?” Para mí, eso sonó grandísimo.

 

Cuando Carmen Alicia me escuchó en esas me dijo: “No te preocupes, que yo te voy a ayudar”. Entonces habló con don Pepe Romeo, que en esa época era un periodista reconocido de El Imparcial y El Mundo, y le llevó el poemario. Cuando Romeo leyó el poemario le dijo que él quería hacer el prólogo. Carmen luego se comunicó con un amigo español que tenía imprenta en Madrid, de apellido García Nieto, y le mencionó: “Mira, tengo un libro que me parece que va a ser bien aceptado. Yo quiero que tú ayudes a esta muchacha que está empezando”. Para ese entonces yo entraba a la transición de pasar de Escuela Superior a la Universidad, y un amigo me dijo: ‘Vamos a donde un amigo que tiene un taller que se llama El Tajo del Alacrán.” Ese amigo era Antonio Martorell, y entonces fui y lo conocí. Hablamos, le di los poemas, él los leyó y me dijo: “Yo los quiero ilustrar”.

Para pagar el libro, que salía en mil dólares y que el impresor lo estaba dando al costo, hice mucho ‘serrucho’, entre la familia y los amigos. También hice rifas y miles de cosas hasta que aparecieron los mil dólares. Eventualmente Entre mi voz y el tiempo se fue a España. Y recuerdo como si fuera hoy cuando fui con mis padres a buscarlo. Las cajas. El montón de cajas de libros. Todo aquello me llenaba de emoción.

 

El apoyo de mi familia fue fundamental porque a mí siempre me gustaba la poesía, y ese gusto lo adquirí de mis padres. A los dos también les gustaba la poesía. Mi familia no era rica y cada vez que cumplía años pedía de regalo un libro de poemas y siempre me lo compraban. Recuerdo que después mi mamá fue a la Carnegie y se hizo socia de la biblioteca. Una vez al mes me llevaba y seleccionaba el libro que yo quería. Mi mamá lo cogía prestado a su nombre. Así empecé a leer a Juan Ramón, a Amado Nervo, a José Asunción Silva, a Juan de Dios Peza. Yo los leía, me aprendía sus poemas y luego los recitaba en la escuela.

 

Lo de recitar poemas comenzó en primer grado. Sucedió que a mi maestra de primer grado le gustaba mucho el arte dramático. Ella parece que se dio cuenta de que yo tenía esa inclinación a dramatizar gestos, y me dijo: “Yo quiero que tú digas la poesía de la clase. Yo te la voy a enseñar”. Y así fue que ella me la enseñó. Tuve una preparación profesional ya que la maestra sabía lo que tenía entre manos. Ella me enseñó bien la dicción, la expresión facial, el movimiento de las manos, cómo pararme. Todos esos detallitos; o sea, que tengo tabla desde los cinco años.

Yo tenía una vida bastante literaria, en el sentido en que estaba muy inmersa en la literatura. Leía mucho. Leía una barbaridad. Ese mundo interior estaba saturado de la literatura universal, sobre todo de la hispanoamericana. A medida que fue pasando el tiempo me fui asentando más sobre mi caribeñismo, sobre mi antillanía. Todo fue un proceso. Una maduración de conciencia.

 

En mi poesía, en mis ensayos, siempre he tenido esa dirección. Yo me siento bien puertorriqueña, y después descubrí que además de puertorriqueña era caribeña. Este mundo es chiquito, y estar metido dentro de ese otro me daba la sensación de que tenía la misma conformación. Y seguí por ahí hasta el sol de hoy. El reino de los pocos es una de esas poesías que traza mi trayectoria.

Me nutrí de otros horizontes, de aquí fui a Francia… después a México a estudiar. Pude mirar al país desde afuera. Carmen Alicia me nombraba como la poeta viajera. Me decía: “Tú tienes unos zapatos muy grandes y unas tijeras muy grandes porque recortas mucho.” Ella decía que mi poesía salía pulidita, pulidita, pulidita; que todo lo que no servía lo sacaba, y que siempre andaregueaba por esos mundos. Carmen y yo nos escribíamos y le contaba acerca de los viajes.

 

La poesía de Entre mi voz y el tiempo tiene mucho ritmo y mucha musicalidad. Es poesía para ser declamada. Hay muy poca poesía que sea meditativa en el sentido de leerla para uno mismo. Quizás las principales influencias que tenía para la época eran José María Arguedas, Juana (Ibarbourou), Alfonsina (Storni).

 

*

 

Y en cuanto supe…

 

Y era que el mundo era

un globo de papel,

una chiringa cualquiera,

un cometa gomoso dando vueltas y vueltas.

Y era que yo era pequeñita

y amante del papel,

adhesiva y absorbente por mis apetencias.

Y era que en cuanto supe que sabía

del nacimiento de la historia

y en cuanto hubo hombres

cuyas cuñas habrían

de señalar exactos, calculados,

los odiosos ingresos de los dioses,

y en cuanto quedaron las cifras y las piedras

y murieron los hombres, me dije:

Y era que los hombres mueren,

y era que mi Dios era de papel,

y era que el papel se trueca en piedra con los años,

y era que le oraba a una chiringa cualquiera,

de esas que dan vueltas… y vueltas.

Y era que yo era pequeñita

y absorbente

y adhesiva

y apetente,

y era…

Era que el mundo era (1974) 

 

Entre mi primer y segundo libro pasaron cinco años. En ese periodo, todas esas experiencias vividas me dieron un poco más de madurez. Para hacer Era que el mundo era me senté tranquila a mirar el entorno y comentar lo que veía. Hay también alguna queja, alguna protesta pero encuentro que es un libro bastante filosófico.

 

Tengo que reconocer que en todos los libros sale la crítica social. Tengo una amiga que era profesora, y fue decana en la Universidad de Wisconsin. Ella me decía: “Magaly, nunca había conocido a nadie que pudiera mezclar la protesta social con el tema amoroso, y tú lo logras.” Cuando escribo un poema de amor entra la protesta social con la mayor tranquilidad y no choca. No choca porque esos dos mundos están totalmente fusionados en mí.

Yo quería estudiar Estudios Hispánicos y cuando entré en la universidad me la pasaba metida en el teatro porque me encantaba también la cuestión del teatro. Pero mis padres, que eran pobres, preferían que yo estudiara una carrera que fuera bien remunerada, y el teatro no lo era; creo que no lo es todavía.

 

Siempre, de joven, era una mujer muy solitaria. No estaba en ningún cenáculo ni me reunía con ningún escritor de mi época. Yo era muy tímida. Excesivamente tímida. Recuerdo que siendo estudiante de la universidad iba al centro y al teatro. Mis amigos eran teatreros, más que escritores. Pero cuando iba al centro yo veía por allí a Angelamaría Dávila, a Nietzche, a Silén. Todos ellos se reunían en el centro. Yo los miraba desde lejos. A Marina Arzola que siempre fue un personaje que me llamó la atención y me encantaba su poesía. Yo los leía, pero los leía aparte. Yo no era del grupo de ellos. Años después, cuando estaba haciendo la maestría, me reunía con mis amigos que no eran poetas. Bueno, algunos eran aprendices de poeta. Entonces íbamos a la marginal del Condado y nos amanecíamos leyendo y discutiendo poesías, cuentos, o lo que fuera. Pero no se trataba de un cenáculo de los que hoy son poetas puertorriqueños. Eran simplemente mis amigos; uno que tocaba guitarra, otro que le gustaba cantar, y a mí, desde bien jovencita, siempre me ha gustado cantar. Y nos reuníamos a eso, a leer poesía y a discutirla. Nos leíamos, por ejemplo, la biografía de Clara Lair, y todas esas experiencias fueron bien ricas pero no se dieron como parte de un cenáculo. Siempre fui, como dicen, casa sola y rancho aparte. Yo los leía a todos pero no escribía con ellos.

 

Tomé algunos cursos en Estudios Hispánicos pero, desgraciadamente, los profesores que me tocaron en esa época no eran los mejores, como que no me ganaron. Y como yo sabía que en lengua inglesa habían grandes clásicos me dije: “Yo quiero estudiar inglés para conocer mejor otra literatura que no sea la mía.” Al principio se me hizo muy difícil pero luego me gustó, sobretodo la literatura de Estados Unidos. Luego entré en maestría a Literatura Comparada. Y yo siempre quise hacer una tesis sobre Proust, que era mi novelista, mi héroe, pero una maestra chilena, Carla Torretti me dijo: “Magaly, de Proust ha escrito todo el mundo, de Kafka casi nadie. ¿Por qué no trata con Kafka.”  Y por eso terminé comparando a Kafka con Joyce. El tema giraba en torno al arte y la figura del artista en esos dos colosos, en esos dos novelistas maravillosos. El concepto del arte siempre ha estado como preocupación en mi vida y en mi obra.

 

*

 

Yo no le he preguntado a nadie

 

Yo no le he preguntado a nadie,

en mi corazón nace la canción.

No tengo tiempo para llorar,

hay que mirar…

El sol cayendo,

la luna levantando,

batiendo el mar…

Por eso,

por todo eso,

por los dulces insectos,

por el viento,

 

¡ven y mírame llorando,

ven y escúchame cantando!

 

 

Zumbayllu (1976) Trompo Zumbador

 

Zumbayllu significa trompo zumbador y es un libro muy breve, de doce poemas. Son poemas con una frescura particular, porque se acerca a la literatura indígena, que es una literatura que tiene una sencillez y profundidad cósmica porque habla de la creación del mundo y de las cosas que son bien elementales y que también son universales. Las imágenes de ese libro tienen mucha transparencia. Nace inspirado por la semilla que dejó el educador chileno José María Bulnes en esta pequeña antilla. Por eso le dediqué los poemas a Chile, al pueblo quechua, y al Perú por José María Arguedas.

 

La naturaleza es un tema recurrente en mis libros. Soy una gran enamorada de la naturaleza. He hecho poesía ecológica de los pájaros, en defensa de los árboles, de los ríos. La cuestión de la naturaleza no es algo sencillamente contemplativo pues he levantado mi voz para defenderla de los que abusan de ella y la atacan.

 

Para publicar Zumbayllu nos reunimos alrededor de 7 amigos, y lo hicimos en maquinilla. Entre todos lo pegamos y le hice un dibujito para la portada. Hicimos 200 libros. En la biblioteca Lázaro está bajo la sección de libros raros.

 

*

 

21 de agosto de 1976

 

… Y, en realidad, como Tolstoy, comienzo a creer que todo se inicia, se elabora y se complica en el fondo. Además de desarrollarse en gran parte en la mente del hombre. Comienzo a ver la Vida como un proceso de interiorización como lo es la apreciación artística. Y si la apreciación de la obra se cristaliza en el fondo, de igual modo presumo que la Vida se cristaliza en el fondo.

fragmento Carta IV

 

Cosas de poetas, cosas nuestras (1977)

 

A mí me encanta escribir. Escribirle a gente. A amigos que viven aquí y que viven afuera. Ahora es más fácil porque existe el correo electrónico, pero en mi época escribíamos cartas. Y entonces una vez, le escribí una carta de agradecimiento a una española que me había invitado a una lectura, y como a los dos días me llamó por teléfono y me dijo: “Magaly, te digo que nunca había leído una carta como esa, que mientras más la leo más me gusta. ¿Tú siempre le escribes así a todo el mundo?” Y yo le contesté: “Pues sí, yo le escribo así a todo el mundo. Esa es mi forma de escribir.” Y me sugirió que compilara las cartas, porque le había dicho que nada salía de mis manos sin que yo no tuviera copias.

 

Entonces fui a mi archivo de cartas, que eran muchas, y empecé a buscar todas las que tenía para escritores y pintores. Ya había entrado al mundo de la pintura. En el 73 había tomado unos cursos de grabado con Susana Herrero y ella me entusiasmó con ese mundo. Para entonces ya tenía amigos queridos que eran pintores.

 

Y entonces escogí entre todas esas cartas y las edité. Hice una colección de 25, y saqué el libro. Te puedo decir que en Cosas de poetas está mi concepción del arte, mis reflexiones acerca de cómo se desarrollaba el proceso creativo en mí; qué era lo que hacía para escribir. Es una especie de guía para escritores. Yo era muy joven y atrevida. Dije cosas que mis amigos me señalaron que no debí haber dicho. Pero no me arrepiento. Mi inmadurez no llegó a la insolencia. Dije cosas como que mi padre era nacionalista. Los amigos se preocupaban de que eso me perjudicara en el futuro, en el trabajo. Sin embargo, yo no tenía miedo. Desde chiquita estaba curada de espanto. Mi padre fue muy perseguido. Recuerdo como entraban a la casa a registrar. Experiencias como esas las viví desde pequeña, y como dice el jíbaro, me curaron de espanto. Nunca he tenido miedo. Al principio mis padres intentaban no enterarnos, pero por más que los padres quieran tapar el cielo con la mano, los niños se dan cuenta. Después mi padre hablaba libremente de sus experiencias como cadete de la república. El era un hombre muy valiente.

 

El valor que tiene Cosas de poetas es que en sus páginas está mi poética. En esas cartas son evidentes mis intereses, lo social, mi compromiso con los oprimidos. También hay confesiones, anécdotas de vivencias. Mi poesía también está empapada de eso; lo único que esas preocupaciones en ese libro están dichas de otra forma, están escritas en prosa.

 

Y como la mayor parte de los poetas de Puerto Rico somos pobres, yo he tenido que esperar cuatro o cinco años, entre libro y libro, para publicarlos con lo que puedo ahorrar. El primer libro que me publicó una editorial establecida fue Sueños de papel, y lo hizo la Editorial de la Universidad. Patio de fondo lo publicó el ICP, pero todos los otros los he publicado con mis ahorros.

 

*

 

El reino de los pocos

 

Yo soy de los desangrados,

traigo a un hombre de la mano,

traigo a una mujer de la mano,

un niño sobre mi corazón.

Soy de los que se rebelan,

nací en todas las casas pobres,

caminé sobre todas las carencias,

ahogada en la garra de un hambre

que no me dejó leer versos.

Me desnutrí en la Perla de la Vieja San Juan,

agonicé en el barrio de la Nueva York,

me descompuse en las Cloacas de la eterna París,

me hice mujer en Chile,

envejecí en las ruinas del Perú…

Sigo siendo de ellos

de los simples,

de los irreverentes iletrados.

Huyo en cada hombre que huye

tras un golpe brutal de la derecha,

en cada mercenario que deserta,

defiendo cada espacio, quiero consolar cada lágrima.

Porque yo soy de ellos, de los más, de los muchos

y celebro la Vida n cuando me ha angustiado

que no me consultaran para traerme al mundo,

Al reino de los pocos…

 

Cantándole a la noche misma (1978)

 

Cantándole a la noche misma es el único libro que Carmen Alicia prologa. El prólogo se titula “Acompañando a Magaly”. Yo lo escribí después que regresé de Rusia. Estuve como un mes y leí mucho a Maiakovski y a la gente de allá. Vine como saturada. En el libro no hablo para nada de Rusia. En sus páginas lo que está presente es la naturaleza de mi País. También la protesta social. Vine con unos deseos de decir las cosas. Con ganas de pararme en la esquina y decirlo todo sin ningún tapujo. Eso fue lo que me dio ese viaje. No me quería callar nada.

 

*

 

De un sólo golpe

 

Ante mi voluntad de hacerme el ciego,

el amor se cansó de ser el lázaro.

Surqué los montes con mi enorme oreja,

con mi bastón

la pena flagelaba…

Y ya no supe hacer,

de un sólo golpe

se me juntó la tierra con el agua…

 

En la pequeña antilla (1982)

 

Lo que hay es una síntesis mayor en mi libro En la pequeña antilla. En sus páginas voy como apretando más y más y más. Eso se adquiere con la práctica y el conocimiento del idioma. Con eso a mi favor pude darme el lujo de lanzar una serie de imágenes que algunos han catalogado como muy originales. Y esto es resultado de la máxima aspiración que debe tener un poeta, que es el dominio del idioma.

 

En muchos de estos poemas es evidente que estoy mirando al mundo y comentando la situación de la época. La época de Nixon, la guerra de Vietnam y después. Pude mirar la isla desde afuera porque estuve viviendo en tres estados distintos de los Estados Unidos: Washington, Massachusetts y Nueva York.

 

También En la pequeña antilla se ve que estoy hablando con voz propia porque en el poema final me atrevo a mencionar mi nombre. En ese poemario yo estaba plantando mi propia voz en la poesía.

 

*

 

El fuerte san Cristóbal

 

Hoy trabajo la vida,

la dureza vital de la palabra,

sobre muros, museos, solares empedrados,

calabozos

Por no enfrentar la entrada a la ciudad

he dado un gran rodeo.

No quise ver el barco repleto de turistas

enfilando sus coces junto al Morro.

Nombré, con la ilusión

de no añadir un solo renglón más

a este universo de modorra y humo.

 

Ya en el Fuerte

abrazaba las ventanas para después decirle

-perteneces al viento-.

Ya en el Fuerte

volví sobre mis pasos

para alcanzar la sombra de mi sombra

que bronceaba su tedio bajo el sol…

 

Nombrar (1985)

 

Con Nombrar gané el certamen Mairena en el 1982. Luego lo revisé y lo aumenté. El libro creció más. Era más pequeño cuando lo sometí a Mairena. Y cuando por fin lo pude publicar ganó el Premio Nacional de Poesía del PEN CLUB en el 1986.

En ese libro la escritora se sentó a mirar el mundo con ojos nuevos. Era como si el mundo estuviera empezando y yo, como poeta, tenía la pretensión de querer nombrar cada cosa para darle existencia. Y por eso, pues, empiezo a nombrar. Por eso se titula así. Empiezo a nombrar las cosas para apropiármelas, para hacerlas parte de mí.

 

Nombrar fue un libro muy exitoso; gustó muchísimo. Poemas de ese libro fueron publicados en diferentes países. Claro, el premio del PEN CLUB fue importante y ayudó en la difusión. En sus páginas cultivé los temas que nunca se agotan: la naturaleza y el amor están ahí. Sin embargo, iba dirigida a nombrar cada cosa como si nunca las hubiera visto. De forma consciente me planté a nombrar; quería delinear una nueva realidad.

 

Me atrevo a decir que Nombrar es el colmo de la sencillez y de la síntesis. Tenía que andar ese camino. Sentía que tenía que hacerlo. Para poder nombrar las cosas hay que hacerlo de forma sencilla, porque de no hacerlo se continuaría echando oscuridad sobre las cosas. Y lo que hay que hacer, en cambio, es aclarar. Sería como sacar la maleza hasta que encuentras la esencia y ahí está. Lo que dije en ese libro lo dije con las palabras más sencillas y de la forma más sintética que pude.

 

En Nombrar está el diario vivir. Siempre me acuerdo que un amigo que leyó ese libro me dijo: “Magaly, cada vez que voy a la Isla y veo un camión en la carretera, el camión que veo es el tuyo.” A la persona se le quedó esa forma de ver al camión como grabada.

 

Y para mí, ese es el logro de la poesía; integrar las cosas del diario vivir. Lo cotidiano: el camión, el sol, la araña… Recuerdo que Enrique Laguerre me envió una carta en la que me decía que el poema La araña era la síntesis más sintética que él había leído en su vida. Concluía don Enrique diciendo: “¡Qué gran acierto de síntesis!” Porque el poema tiene como seis o siete versos nada más, y en ellos se describe perfectamente la araña saltando y atrapando la mosca en la red para comérsela.

 

Y

 

Y cuando caminaba sola

machacando mis huesos contra mis huesos,

¿de qué tenía miedo en la Noche

sino de tu presencia?

 

Y cuando levantaba al sol en una sola flecha

con una decisión irrevocable,

con un impulso puro como el aire,

¿a quién buscaba sino a ti?

 

Y toda mi canción,

todo mi gran deseo, mi confianza,

qué eran sino la doble voluntad que sorprende

al hombre frente al vértigo.

Qué eran sino la piedra que se lanza

buscando nuevas formas de vacío

y en nombre del Amor

va intentando llegar

a las Estrellas.

 
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publicado por islanegra a las 15:49 · 1 Comentario  ·  Recomendar
 
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