Blog gratis
Reportar
Editar
¡Crea tu blog!
Compartir
¡Sorpréndeme!
¿Buscas páginas de libros?
Revista Isla Negra
Casa de Poesía y literaturas
« Blog
Entradas por tag: libros
Mostrando 11 a 16, de 16 entrada/s en total:
21 de Diciembre, 2011 · General

Poesía de Colombia, novedades

Obra poética. Ómar Castillo 
2011 – 1980
Detalles del libro (360 páginas) y poemas (muestra, 114 páginas).
Ediciones Pedal Fantasma, Medellín, Colombia, Junio 2011.
 .
.
--
-
Obra poética. Luis Iván Bedoya. 
2011 - 1985 
Detalles del libro (503  páginas) y poemas (muestra, 114 páginas).
Ediciones Pedal Fantasma, Medellín, Colombia, Julio 2011..
.
-----
Palabras claves , , ,
publicado por islanegra a las 14:05 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
13 de Diciembre, 2011 · General

Guatemala/ Libros

 

Motines de indios. La violencia colonial en Centroamérica y Chiapas

Martínez Peláez, Severo. Motines de indios. La violencia colonial en Centroamérica y Chiapas. Guatemala: F&G Editores, noviembre de 2011, 2da. edición. xii+502 págs. 12.7 x 20.3 cms. ISBN: 978-9929-552-48-7. Rústica. US$30.00. Q.140.00.

De contraportada: El estudio de los movimientos de indios bajo la dominación española ofrece la mejor alternativa de análisis para entrar a la realidad cotidiana de la vida en los pueblos de indios, que fueron, estrictamente, el molde bajo cuyas presiones –económicas, políticas, ideológicas y de todo orden– los nativos conquistados fueron transformados en trabajadores serviles coloniales, esto es en indios.

Ningún cronista ni historiador colonial, ningún obispo en su informe de visita ni viajero en sus memorias, dan noticia de aquella vida en sus niveles más entrañables. En cambio los expedientes judiciales contra indios comprometidos en motines y rebeliones, esos paquetes de archivo que guardan cuidadosas y largas pesquisas, esos interrogatorios, declaraciones de testigos, informes secretos de corregidores y curas, humildes y mal concebidas defensas de los indios rebeldes, todo ese denso material nos introduce al nivel histórico donde la explotación y la opresión coloniales se vivían concretamente, donde se acumulaban todos los días la frustración y el deterioro que finalmente estallaban en formas violentas de lucha.

No se trata de narrar y dramatizar la violencia colonial, sino de descubrir, por la vía de su estudio, nuevos elementos para la explicación histórica y la comprensión de los grupos sociales que emergen de la colonia, especialmente de los indios.

El autor

Severo Martínez Peláez. Quetzaltenango, 16 de febrero de 1925 - Puebla de los Ángeles, México, 14 de febrero de 1998. Fue un historiador guatemalteco comprometido con el cambio revolucionario, siendo militante del Partido Guatemalteco del Trabajo. Cuando en Guatemala, en 1954, se desencadenó la contrarrevolución se refugió en México en donde continuó sus estudios en la Universidad Autónoma de México.

En 1970 la Editorial Universitaria publicó su obra más conocida y con una profunda huella en la historiografía guatemalteca: La patria del criollo: ensayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca. En 1992 recibió el doctorado Honoris Causa de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Más información: http://www.fygeditores.com/

Palabras claves , , ,
publicado por islanegra a las 09:28 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
13 de Diciembre, 2011 · General

Madrid, presentan libros

 

Presentación del libro Fin de gira, de Laura Gómez Palma, el próximo viernes 16 de diciembre a las 20, en Arrebato Libros, C/ La Palma, 21 Madrid (Metros: Tribunal y Noviciado).
Durante el mismo acto, también se presentará Nostalgia y otros poemas, Antología personal, del poeta argentino Walter Cassara.
Intervendrán Mariano Peyrou y Hugo Savino.

Laura Gómez Palma es músico y poeta. Nació en Buenos Aires en 1970 y desde 1997 reside en Madrid. En Argentina ha formado parte de grupos como "Man Ray" y Sueter". En España ha trabajado con artistas como "Amaral", "Coque Malla" y "Loquillo".
Publicó Llamarse Abril (2005); Desde el agua (2008) y Fin de gira (2011). Otros poemas suyos han sido publicados en el libro colectivo La República de la imaginación (2009), así como en las revistas literarias Turia (España) y Hablar de poesía (Argentina).


Walter Cassara nació en Buenos Aires en 1971. Cursó estudios de Filosofía y Letras en la UBA. Es poeta, narrador, traductor y crítico. Sus colaboraciones han aparecido en diferentes medios especializados de Argentina, como los suplementos culturales Radar libros (Página 12) y ADN (La Nación). También en el periódico Tiempo Argentino y las revistas literarias Hablar de poesía y Diario de poesía. Ha dictado talleres de escritura en el Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA) y el Centro Cultural San Martín, entre otros.
Publicó  Juegos Apolíneos (1998); Rígida Nieve (2000); El paseo del ciclista (2001); Máquina de trinar (2007) y Nostalgia y otros poemas. Antología personal (2011). Como traductor, junto a Daniel Camozzi, publicó Canción de cuna y otros poemas, de Joseph Brodsky (2009).
Su reciente libro de ensayo El oído del poema (Bajo la luna, 2011), ha sido galardonaldo con el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes, Argentina, 2010.
Actualmente reside en España.


Palabras claves ,
publicado por islanegra a las 09:23 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
11 de Octubre, 2011 · General

En las letras, desde Puerto Rico

 

Cezanne Cardona reflexiona acerca de Palacios,  primera novela de Sergio Carlos Gutiérrez.

 

por Carlos Esteban Cana

 

Conozco a Sergio Carlos Gutiérrez desde que era estudiante de escuela superior. Sucede que desde muy joven Gutiérrez supo que su vocación era la creación, por ese motivo me lo encontré como uno de los participantes de El barco de tinta china.  Con ese nombre había bautizado el poeta y narrador Amílcar Cintrón su taller de escritura, uno que estimulaba la creación literaria mediante la exploración de memorias, historias y la búsqueda de voz en los talleristas. Amílcar había invitado al cuentista Angelo Negrón y a este servidor para que compartiéramos breves impresiones sobre la experiencia de ser escritor. Los tres (Angelo, Amílcar y yo) nos habíamos convertidos en buenos amigos durante los años que desarrollamos la revista de creación alternativa Taller Literario durante los 90’s.

Recuerdo como si fuera hoy esa última sesión de El barco de tinta china cuando procedimos a escuchar lo escrito por los pupilos de Amílcar. Dos jóvenes destacaron sobre todos los demás: Ana Teresa Toro (que con el tiempo se ha convertido en una de las principales voces del periodismo cultural del País, ya sea en la radio o en prensa escrita; el trabajo creativo de esta narradora -quien también estuvo ligada al panorama teatral- le ha hecho merecedora de becas y premios nacionales e internacionales) y Sergio Carlos Gutiérrez.

Fue curioso el gesto espontáneo y simultáneo que Angelo y yo tuvimos cuando escuchamos el cuento de Sergio Carlos. Uno que hablaba de diversos dioses instalados en el ambiente urbano. Literalmente nos quedamos con la boca abierta. Allí, sin lugar a dudas, había un excelente narrador, esa fue la impresión con la que nos despedimos y el tiempo no ha hecho más que confirmar aquella intuición.

 

Con el tiempo volví a tropezarme con Sergio Carlos. El libro En el vientre de una isla abre con su cuento Los hijos de Coalibey. Más adelante le solicité un cuento para el accidentado Taller Literario número 8 (número que íbamos a subir en línea pero que fue hurtado en el último momento). También lo leí en su propia bitácora en el ciberespacio. Y ya de forma esporádica me encontraba en los linderos laberínticos del circuito de librerías del casco urbano de Río Piedras. Esta vez él era uno de los integrantes de la flamante mesa editora de la revista Agentes Catalíticos (junto a Juanluis Ramos, Rubén Ramos y Samuel Medina –su fundador-), publicación que con el tiempo se convertiría en uno de los tres principales proyectos de vanguardia colectiva y literaria que tuvo la primera década del siglo XXI en las letras puertorriqueñas: El Sótano 00931, Derivas y AC. Aquí voy con mis metáforas musicales. Si los Beatles cerraban los 60’s y Led Zeppelin abrían los 70’s. El Sótano cerraba esa primera década con dos épocas, singular presencia mediática y una editorial, y Agentes Catalíticos se desplega en la que recién comienza con el paso firme que aún lleva su proyecto impreso, diverso y multi-mediático.

 

Por todo lo anterior fue muy significativo asistir a la presentación de la primera novela de Sergio Gutiérrez Negrón, titulada Palacios. Una velada original que tuvo la marca registrada del tipo de eventos organizado por Agentes Catalíticos. La pantalla amplia con un collage de imágenes en el fondo, y al frente dos personalidades que instalan su nombre con paso seguro en el panorama literario. Me refiero a Cezzane Cardona, autor de la novela La velocidad de lo perdido, y Manolo Núñez Negrón creador de la colección de cuentos El oficio del vértigo.  

Sergio escuchó atentamente las reflexiones de Cezzane Cardona acerca de su novela. Después Él mismo leyó un fragmento de Palacios,  y finalizó la velada –que para mí tenía cierto aire de relevo generacional- con una amena conversación entre Gutiérrez y Manolo Núñez Negrón. Al día siguiente, si no me equivoco, escuché un poco más del proceso creativo en Palacios cuando Sergio fue entrevistado por Rafael Josué Vega para el programa Piedra, Papel y Tijera de Radio Universidad de Puerto Rico.

 

Dicho lo anterior, En las letras, desde Puerto Rico comparte con sus lectores las impresiones que Cezzane Cardona compartió en la librería La Tertulia acerca de Palacios, primera novela de Sergio Gutiérrez Negrón.

 

 

Palacio: una novela corta de Sergio Gutiérrez Negrón

por Cezanne Cardona Morales

 

No importa cuales sean los medios o las materias: el barro, la piedra, el carbón, la pintura, el papel, la tinta, el celuloide o la electricidad, el ser humano ha insistido una y otra vez en contar historias. Pasando por las cuevas de Altamira, la biblioteca de Alejandría, las pirámides, las catedrales medievales, la Capilla Sixtina, el papiro, el libro, —el fin del libro— o el Internet, el hombre no sólo ha querido contar historias, sino que además no ha cesado en su intención de construir lectores, en buscar lectores para que su historia, cualquiera que sea, permanezca. Son muchas las novelas que han logrado la inmortalidad en este sentido, pero pocas las novelas cortas que, entre sus pocas páginas, han dejado espacio para tematizar el telón mismo, la forma universal en que el humano se cuenta, se ha contado y se podría contar historias.  Una es la ya clásica novela El entenado, del argentino Juan José Saer, y la otra, de reciente publicación, es Palacio (Agentes Catalíticos, 2011), del joven puertorriqueño Sergio Gutiérrez Negrón, y que aquí reseñamos. Si bien en la novela de Saer se cuenta la historia de cómo un invasor, en la época de la conquista, es salvado o raptado por una tribu indígena con el propósito de que éste cuente o repita la historia de la extinción de la tribu, en Palacio asistimos a la historia de un ornitólogo japonés que intenta que sus aves —cotorras y papagayos— repitan o dupliquen la voz de su hija muerta.

Salpicada con intriga, dos narradores, aves, correos electrónicos y piezas de jazz, Palacio cuenta la historia de Frank o Francisco, un joven puertorriqueño y estudiante graduado de literatura en Atlanta que, desde que su esposa Alice se marchó sin razón aparente, se la pasa día y noche leyendo los mensajes electrónicos que ella el envía desde Japón. Alice trabaja para un excéntrico ornitólogo y ex profesor y su trabajo consiste en leer en voz alta los diarios de la hija muerta del ornitólogo a las aves para que estas repitan la voz de su hija. Todas la aves en la casa del ornitólogo son pistacidos, es decir cotorras, papagayos, en fin, aves de diferentes estirpes que imitan la voz humana. Es harto conocido que estas aves son capaces de aprender setecientas palabras y de reconocer nombres. Incluso algunos científicos piensan que pueden alcanzar el vocabulario de un niño de cuatro años. Sea un aviario personal o una biblioteca de aves, es allí donde Alice pasa horas leyendo en voz alta los diarios de Kaede.

 

Una de las escenas más poderosas de la novela sucede cuando el señor Abe escucha que una de las aves dice “¿Hola papá?, ¿Cómo estás papá?” Por un momento, cuenta Alice, el señor Abe juró que veía a su niña, que la encontró sana y salva, que la abrazó, que la besó, pero que al rato parpadeó y su hija se deshizo. Quedó frente a una habitación desecha con tres aves volando alrededor del cuarto que hablaban con la voz de Kaede, con el inglés hollywoodense de su hija. Cuenta la señora que cuidaba las aves que encontró al señor Abe en el suelo al lado de tres aves muertas que el ornitólogo mató arrepentido de su empresa. ¿Qué diferencia existe entre esta escena y la de un padre que ve todos los días, una y otra vez, el video o las fotos de su hijo ya muerto? Quizás ninguna. Para cualquier padre que ha perdido a su hijo, ver esas fotos o esos videos hasta el cansancio no significa necesariamente un ejercicio fútil de repetición o de morbosidad, sino todo lo contrario; cada repetición plantea una nueva forma de mirar o de preguntar: qué hice, qué dejé de hacer, qué pude haber hecho, por qué tuvo que suceder. ¿No es esta acaso la razón ulterior de la ficción: vivir vidas que no podríamos vivir? “Leo ficción —dice el escritor Philip Roth—, para liberarme de mi perspectiva sofocante y estrecha de lo que es la vida. Esa es la misma razón de por que escribo.” Palacio es más que una novela sobre un padre que perdió a su hija, o una novela de amor en tiempos de Internet, o la pérdida que se cuenta desde y gracias al desamor. Palacio nos habla de un experimento común a todos: la necesidad que tenemos de construir Palacios, criptas, la perentoriedad de contarnos una historia aunque siempre sea la misma, o de codificar algo que ya sabemos imposible; un lenguaje de lo perdido, de lo que no podemos recuperar. 

 

La lectura de Palacio recuerda —tanto en tono y tema, así como en fondo y forma—, algunos cuentos de Jorge Luis Borges, entre ellos La Biblioteca de Babel. En este cuento, Borges propone algo que está muy cerca de la lógica de la repetición que nos presenta Palacio: el universo es una gran biblioteca y en esa biblioteca todo ya ha sido dicho: en ella pueden encontrarse todos los lenguajes concebibles e imaginables. En esa biblioteca todo ha sido pronunciado desde la muerte y todo descubrimiento no es otra cosa que una repetición infinita. Lo que nos revela Borges es que el universo es ese lugar donde creemos que descubrimos algo, donde creemos que hallaremos la salvación y solo encontramos soledad, traición y esperanza. Esa es esta quizás la misma pulsión que nos lleva a comprar libros, a coleccionarlos, a leerlos, a prestarlos. Esta es la misma pulsión que tiene el señor Abe, en Palacio, de comprar nuevas aves para crear la biblioteca hablada de su hija: “Yo era un buen padre” le repetía el señor Abe a su esposa una y otra vez cuando desapareció Kaede. “Lo repitió tanto que hubo un ave, una de las pequeñas que mantenía por afición, que aprendió la frase y tomó por chirriarla todas la mañanas: —Yo era un buen padre. Yo era un buen padre…” repite el ave.

 

A pesar de ser hermana de novelas como No todas las suecas son rubias, de Manuel Abreu Adorno, Tokio Blues de Haruki Murakami y Llamadas de Amsterdan de Villoro, entre otras, Palacio es una novela que se destaca, entre muchas, porque procura ahondar en el territorio insondable del dolor, en el duelo, o en el lenguaje del duelo (quizás una ética del duelo) sin dejar a un lado las exigencias del género de la novela. Palacio, como muy pocas novelas puertorriqueñas, comparte un aliento temático con los orígenes de la novela —algo que un buen escritor nunca debe olvidar. Las llamadas primeras novelas de la modernidad contienen temas centrales como la aventura, el viaje, la confesión y el amor —y esto incluye al desamor. Pensemos en el Quijote, de Cervantes, en Pamela de Richarson y en Robinson Crusoe de Defoe. Desde la aventura del Quijote cuando recorre los caminos leyendo la realidad con la ilusión de los libros de caballería,  la confesión de un Robinson Crusoe contando las vivencias de lo salvaje en un lugar remoto y desconocido, hasta las cartas de amor o desamor; todo esto lo podemos encontrar de una forma u otra en Palacio. Incluso desde el primer párrafo:

Cerré los ojos frente al azul del monitor y me dejé caer contra el respaldo del sofá. Intenté imaginarme a Alice en una sala al otro lado del mundo, piernas cruzadas, leyendo en voz alta el diario de la hija muerta del ornitólogo japonés que le pagaba cuarto y sustento. Casi podía descifrar las arrugas que nacían del cierre de sus párpados, la costura que se formaba en su frente, la mirada desorbitada tatuada en el rostro, totalmente decidida a la absurda tarea que había emprendido. Lancé un vistazo al pequeño marco de cuero que apretaba una anacrónica instantánea de nuestra boda, hacía cuatro años, y le respondí a su mensaje escribiendo que estaba aquí, que continuara con el relato.

 

Solo porque ya estamos en medio de una historia —dice Peter Sloterdijk— es que podemos contar nuestra propia historia. Uno de los muchos logros de Palacio es ponernos en evidencia como consumidores de ficción, confesarnos adictos a la mentira, o como dijo Vargas Llosa, descubrir que todos buscamos “la verdad escondida en el  corazón de las mentiras”. Si no es así, ¿por qué Hamlet aparece leyendo un libro después de ver el fantasma de su padre? Como Hamlet, leemos porque somos inconformes, porque sabemos muy en el fondo que la vida no tiene sentido. Leemos ficción para sobrellevar la contradicción de vivir y ver morir. La contradicción de ser testigos de lo que no queremos ser testigos. Leemos ficción por la tragedia de no estar a la altura de nuestras propias tragedias. Y Palacio insiste de forma magistral, como ninguna otra novela puertorriqueña, en mostrar la necesidad que tenemos todos de leer ficciones, de contar historias para contar nuestras ficciones verdaderas. 

 

 

Palabras claves , , ,
publicado por islanegra a las 16:06 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
11 de Octubre, 2011 · General

Glosario de voces indígenas y Los aborígenes de Venezuela

 

Voz indígena: “Chocolate. Pasta hecha de cacao, y bebida preparada con esa pasta. Del azteca chocolatl

 

Prensa MAELCA (07.10.2011) Con el propósito de celebrar el Día de la Resistencia Indígena Monte Ávila recomienda la lectura de dos obras: Glosario de voces indígenas (2008) de Lisandro Alvarado y Los aborígenes de Venezuela Volumen II (2008) de Walter Coppens y Miguel Ángel Perera Editores. Ambos libros se aproximan a los pueblos originarios quienes en un pasado y con valentía enfrentaron el dominio de los conquistadores españoles. Indígenas que aún sobreviven gracias a su inteligencia y sabiduría. Los dos textos transmiten sus costumbres, culturas, formas de vida, lenguas y patrimonio.

 

Vigencia de una obra

 

Glosario de voces indígenas de Lisandro Alvarado forma parte de la colección Marawaka cuyo fin es difundir el legado indígena y de origen africano en Venezuela. El prólogo, cronología y bibliografía son de Francisco Javier Pérez presidente de la Academia Venezolana de la Lengua. El especialista señala: “Alvarado publica en 1921 su primer trabajo lexicográfico de relevancia. Se trata de un glosario que recoge un nutrido grupo de indigenismos de uso frecuente en el habla de Venezuela... el Glosario de voces indígenas de Venezuela marcó un momento en la historia de los estudios lingüísticos venezolanos y sigue aún ocupando el primer lugar en materia de indigenismos, debiendo entenderse como una obra no superada, poseedora de ricos y confiables materiales”. Algunas de las voces que incluye el glosario: “Descorotar. Quitar el extremo redondeado de un objeto; destapar”, “Enaguas. Falda interior del traje mujeril”, “Foróro. Puches de harina de maíz tostado y azúcar moreno”.

Conociendo a los aborígenes

Otra obra recomendada: Los aborígenes de Venezuela Volumen II de Walter Coppens y Miguel Ángel Perera Editores. Es una coedición entre Monte Ávila, el Instituto Caribe de Antropología y Sociología de la Fundación La Salle, y Ediciones IVIC. Según Perera: “ha dado a conocer a la población en general, las particularidades de nuestros pueblos nativos, su riqueza material, sabiduría ante la naturaleza y variada mitología y creencias despertando solidaridades frente a sus legítimas demandas de reconocimiento”.

La producción, difusión y lectura de estas obras permiten la continuidad de la resistencia indígena. Ambas se encuentran a la venta en las Librerías del Sur. (Fin/ Patricia González)
Palabras claves , ,
publicado por islanegra a las 16:02 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
31 de Agosto, 2011 · General

La palabra y Santiago Sylvester

Por Idangel Betancourt

 

El autor presentará su último libro en una entrevista pública, sobre su obra y el quehacer de la poesía, el viernes 2 de septiembre a las 19 horas, en la Biblioteca Provincial.

 

Con su último título, Sylvester nos advierte sin preámbulos del borde, no hay punto (ni siquiera suspensivos), no hay nada después de esa conjunción de “La palabra y”; exposición de un borde donde la única forma de sostenerse es asumir un estado permanente de escritura: es decir: un hombre pasando como trazo inconcluso por la vida. Ese paso es una cuestión poética. Ese paso es una cuestión casi humana, en tanto la palabra siga construyendo lo humano: “Por algo / es necesario que no se diga la última palabra, / que al fin no quede una lección sino / señales, tal vez / anuncio de otra cosa: hacer / visible el instante rodeado / de anécdotas.

Sin embargo, este podría ser un libro de libros, leerlo aislado es una fineza de gozo de poesía: pero leerlo como parte de la obra de Sylvester, como parte de una construcción regional de la poesía, es llegar a otro borde: y hay que decirlo sin rubor y ahora: “La palabra y” es un libro mayor: espíritu y materia, pero sobre todo, ojo visor de una región. El razonar poético de Sylvester construye lo que con términos modernos es la función más vieja de la poesía: el hipervínculo: la poesía, la buena (que quede claro): va de región en región: paisajes, percepciones de la distancia y el tiempo, certezas de las incertezas, páginas todas de Dios, que no terminan de cerrarse nunca, pero que a diferencia de la Web, no son virtuales, sino que suceden en cada decir de un hombre, hay algo que se puede palpar en ellas: Y es la palabra.

 

Ahora bien: “El norte no es nada que no sepamos”, estos atisbos de objetividad que asoma por todo el libro en contrapunto con la ironía, manifiestan la solvencia con que Sylvester el salteño, el nacido en la salteñidad, se pasea de un tema a otro, del “Cristo pisando uvas en la Iglesia de la Viña en Salta” al “ojo del pescado” en un horizonte marino que solo existe aquí por ausencia, que solo tiene él en su otra forma de ser salteño. Y dice sin complejo conocedor de ese son lezamiano: ser “un americano allí instalado con fruición y estilo normal de vida y muerte”.

Pues bien, “La palabra y” es un libro “con fruición y estilo normal de vida y muerte”. Y un libro del tiempo: sobre el tiempo: Y con los tiempos.

 

Es un libro en este sentido también biológico. Y puede leerse prácticamente como un (paréntesis) en la obra de Sylvester junto al título anterior, “El reloj biológico”. Hay varias cosas que unen estrechamente a estos dos libros: ambos condensan el proyecto de escritura de Sylvester. Los símbolos, el mundo al que nos asoma, la dialéctica dominante entre muerte y saber, es decir: las razones poéticas de este escritor alcanzan en estos libros su plenitud. Esto puede traducirse como la justa escritura para una poesía cuyo objeto es el conocimiento, tal vez de aquello que por evidente o por viejo estamos a punto de olvidar: lo humano.

 

Si bien en ellos nos habla de lo mismo (de qué otra cosa puede hablar un hombre), ya no lo hace, por ejemplo, como en “Calles” (2004): Y aquí estoy, / el inactual: [...] / una inestabilidad metódica que mira hacia adelante: hacia / dentro de diez años / para ver qué seré, cuál es la dirección para llegar allá.

 

Hay ahora un sosiego, una “fascinación de las cosas sin época”, un saber que el movimiento de las palabras nos lleva y nos trae de la muerte, todo se va escribiendo, “va viniendo” como le gusta decir a Sylvester, sobre esa música entre vida y muerte, entre patio afuera y patio adentro: por eso sustituye el diálogo socrático de Fedón: “por si acaso poesía/(música) era lo que muchas veces me ordenaban componer”.

 

Pero el aspecto más singular que produce esta condensación, tanto en el “Reloj biológico”, y sobre todo en “La palabra y”, es la escritura. Al igual que en los otros rasgos de su poesía, Sylvester capitaliza a nivel formal su experiencia escrituraria. Sin espacio para un análisis a fondo, mencionaré tres aspectos formales que me parecen fundacionales, al menos en la plenitud del tratamiento.

 

Primero, el equilibrio en un hilo muy fino entre verso y prosa. Sylvester ronda de este modo aquel deseo de Pessoa en su “Libro del desasosiego”, el de una prosa capaz de ser más poética que el verso. Segundo, los títulos entre paréntesis, conciencia de que todo texto es solo un paréntesis en un texto mayor (volvemos a la idea de hipervínculo). Tercero, la utilización abundante de los dos puntos y seguido: el poeta dice que es una forma de agilizar el texto o la lectura; pero también está relacionado necesariamente con los dos primeros aspectos; una dinámica de apertura, un sentido que se va abriendo hacia otro. Hay algo allí de la lógica deleuziana de que “el árbol verdea”, pero esta corre el riesgo de quebrarse cuando aparece la misma expresión que nos convoca: la palabra y.

Pobre de aquel crítico o reseñador que intente abarcar la obra de Sylvester. Pero como estamos en tiempo veloces mi recomendación a un lector es leerse “Café Bretaña”, “El reloj Biológico” y “La palabra y”. No me apena la injusticia de dejar afuera tantos libros, si consigo que un lector, un joven poeta de estos y otros pagos (asumo la provocación en contra de cierta forma de la poesía “actual”) se lea alguno de estos tres libros y.

 

Palabras claves , , , , ,
publicado por islanegra a las 13:28 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
Al margen
Isla Negra
no se vende ni se compra ni se alquila,
es publicación de poesía y literaturas.
Isla Negra es territorio de amantes, porque el amor es poesía. Isla Negra también es arma cargada de futuro, herramienta de auroras repartidas. Breviario periódico de la cultura universal. Estante virtual de biblioteca en Casa de Poesía.
Sobre mí
FOTO

Gabriel Impaglione

poeta argentino residente en Italia
director
revista internacional de poesía Isla Negra
fundada el 1 de abril de 2004

» Ver perfil

Calendario
Ver mes anterior Abril 2024 Ver mes siguiente
DOLUMAMIJUVISA
123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930
Buscador
Blog   Web
Nube de tags  [?]
Más leídos
» Alberto Luis Ponzo: sus respuestas y poemas
» Eduardo Romano: sus respuestas y poemas
» entrevista del poeta Rolando Revagliatti a Gabriel Impaglione:
» Francisco Alberto Chiroleu: sus respuestas y poemas
» Graciela Perosio: sus respuestas y poemas
» Homenaje al poeta Dardo Dorronzoro
» Manuel Ruano: sus respuestas y poemas
» Marcela Predieri: sus respuestas y poemas
» María Pugliese: sus respuestas y poemas
» Roberto Sosa
Se comenta...
» PELIGRA LA CONTINUIDAD DEL FESTIVAL DE PERFOPOESÍA
2 Comentarios: Gclub, Gclub
» encuentro en Buenos Aires y libros de Néstor Sánchez
1 Comentario: Gclub
» Francisco Alberto Chiroleu: sus respuestas y poemas
4 Comentarios: Online MBA 1 Year, Guillermo Ibáñez, Rolando Revagliatti, [...]
» Acerca de Poesía reunida (1966-2013) de Rosina Valcárcel
1 Comentario: Rosina Valcárcel
» Manuel Ruano: sus respuestas y poemas
3 Comentarios: Mónica Angelino, Gonzalo Iruzún, Lina Caffarello
Tópicos
» General (513)
Secciones
» Inicio
Enlaces
» revista isla negra / poesía
» Revista Koyawe
» argenpress
» Festival de Poesia de Medellin
» artistasalfaix
» FIP Palabra en el mundo
» Rebelion
» La Insignia
» Proyecto Cultural Sur
» Poesia y Politica
» Mesa de Poesia
» Esquina Paradise
» Poetas Siglo Veintiuno
» La Maquina de Escribir
» Mis Poetas Contemporaneos
» Le chasseur abstrait
» Todo Tango
» Agencia Rodolfo Walsh
» Revista Topia
» La Jiribilla
» Centro Pablo
» Victor Casaus
» Triunfo Arciniegas
» Contrapunto
» Festival de Poesia de La Habana
» Sociedad Escritores y Escritoras de Argentina
» Neruda Vive
» Alejandro Schmidt
» Poemania / Inventario
» Silvio Rodriguez
» Miguel Angel Olivera
» El Polvorin
» Casa Nacional de las Letras Andrés Bello
» José Luis Farinas - Juana Abas
» Manlio Argueta
» Paolo Fresu
» Il Dialogo
» Luis Britto Garcia
» Caza de Poesia
» Revista Con-fabulacion
» Amparo Osorio
» Gonzalo Marquez Cristo
» Palabra Virtual
» Casa de Poesia de Uruguay
» Revista La Otra
» Revista Triplov
» Fernando Aguiar
» Revista Aromito
» Red de Escritores en Español
FULLServices Network | Blog gratis | Privacidad